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a Atlas pintoresco ee _- VOl. 1: el observatorio Denominaciones y ubicaciones (desplazamientos) Desde su origen, urbanismo y paisajismo han constituido especialidades que buscaban desarrollar las aptitudes profesionales para acometer los problemas planteados por la construccién de la ciudad con rela- cin al medio fisico y territorial. Durante el siglo xx triunfé en Europa, por asi decirlo, la idea rectora del urbanismo: que la ciudad es plani- ficable tedricamente si existe voluntad politica, concepto que, sin embargo, no cuajé en Estados Unidos, donde el capital solo acepto muy tangencialmente restricciones a sus movimientos estratégicos. Esta situaci6n bipolar ha ido cambiando y unificandose a medida que la globalizacién imponia la hegemonia totalizadora del capital. YY, aunque aun es prematuro afirmar la muerte del urbanismo, son muchos los que han vuelto la mirada hacia la arquitectura del paisaje segtin se iba entendiendo que los efectos de la globalizacién en el medio ambiente adquirian el mismo peso politico después del que antafio tuvo para el urbanismo la explosion demografica o la industria- lizacion. Por ello nos fijaremos ahora en esta tradicion disciplinar, bus- cando identificar entre sus saberes Cudles pueden ser pertinentes hoy. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espariola define ‘paisaje’ como “pintura o dibujo” y como “porcién de terreno con- siderada en su aspecto artistico”. El paisaje es asi el efecto de la ‘superposicién de la actividad humana sobre la naturaleza, e incluye las modificaciones derivadas de la actuacién sobre el medio para hacerlo productivo —parcelaciones, areas cultivadas, mineria, foresta- cién y deforestacion, dehesas, pastos y ganaderias, etc.— y construir artificialmente sobre él, sean infraestructuras —puentes, presas, cami- nos, etc.— 0 realizaciones propiamente arquitecténicas. Se trata, por tanto, de un término que implica una orientacién proyectual clara y una condicién hibrida, natural y artificial: la proyeccién de la cultura —tanto en su significado etimolégico de cultive como en el conven- cional— sobre el territorio natural. En consecuencia, tampoco es indiferente el uso de la palabra ‘paisaje’ frente a otro término como ‘naturaleza’ cuyo énfasis descansa en el nivel bioldgico y que remite a la organizacién del medio fisico en tres esferas —hidrostera, litosfera y bioesfera— de acuerdo con las taxonomias cientificas vigentes. Sobre el término ‘territorio’, tan del gusto de la cultura urbanistica, debiera anotarse su diferencia esencial frente al término ‘paisaje’: mientras este Ultimo implica un punto de vista a la altura de la visin humana y una orientacién “plastica”, ‘territorio' siempre designa el mismo objeto desde el punto de vista denominado “a vista de pajaro”, de forma abstracta 0 con una voluntad “cientifista”, describiendo bien los campos de accién y, por lo mismo, muchas de las oposiciones culturales entre ambas disciplinas, paisajismo y urbanismo. La denominacién ‘arquitectura del paisaje’ inscribe directamente la disciplina en el Ambito de la arquitectura. Contiene implicita la afirma- cin de que el paisaje se construye y de que, por tener una dimension estética 0 artistica, dicha construccién es ajena o no queda incluida ni dentro de las competencias tradicionales de la ingenieria ni de la eco- logia cientifica, sino en el ambito tradicional del proyecto arquitectoni- CO, © paralelo a éste. Pero no solo por ello, sino porque, también implicitamente, aquel paisaje que se construye es el que forma parte de la ciudad, se encuentre 9 no localizado en estricta contigidad con una fabrica urbana cuya compacidad tradicional se diluye en e! territorio. (sustituida ahora por una amalgama de elementos naturales y artificiales, el medio urbano ya caracteristico de las ciudades de la economia global), Asi, pues, mediante esta denominaci6n se acota, aunque sea relativa- mente, un campo de actuacion y una orientacion que ponen en relacién las escalas tradicionales de la disciplina —desde su especificidad técnica y constructiva hasta su dominio urbano—, actualizando esta especifi- cidad y dominio de acuerdo con las nuevas formas que la técnica y la ciudad han adoptado de modo practicamente universal hoy en dia. La adscripcion al terreno disciplinar de la arquitectura, los vincules no. slo con la naturaleza sino también con la cultura (pintura), el contenido téenico y constructivo, la dimension publica de los trabajos, su rela- cion con la ciudad y la tradicion académica son argumentos que avalan la Vitalidad de este término, ‘arquitectura del paisaje’, y le proporcionan ‘un marco conceptual, Recientemente, James Corner y otros arquitectos paisajistas del Ambito académico anglosajén (Pennsylvania University, Harvard University, Architectural Association) han propuesto el término landscape urbanism para “ampliar” el marco de la disciplina y evitar su reduccion al trata- miento de los “vacios”, entendida esta concepcién tradicional como una vision reductora y nostalgica que nada tiene que ver con la comorension contemporanea de! medio urbano como una ecologia donde la interac- cién entre artificio y naturaleza es el foco analitico y proyectual. Segura- mente fascinados por la cultura urbanistica europea (con raices social- democratas y con origen en las ideas de Ildefons Cerda), y mitificando lo que, visto desde nuestras latitudes, ha derivado en una practica en crisis, describen un itinererio simetrico ai que desde aqui trazamos hacia la cultura paisajistica anglosajona. Nos encontramos asi en un momento paraddjico en el que desde las areas que han desarrollado una cultura paisajistica, el tarmino se devaltia simétricamente al término ‘urbanismo’ en las culturas meridionales, pero dando lugar a un fendmeno unico e idéntico en todos estos ambitos: la urgencia por redefinir contenidos y métodos pedagdgicos, y la nocién misma de division disciplinar entre “arquitectura”, “urbanismo” y “paisajismo”. Lo que en la cultura angiosajona esta actualmente bien considerado, provoca un rechazo instintivo en las areas mediterraneas; lo que esta ya gastado y posee connotaciones muy rutinarias y formalistas en la primera, durante las Ultimas décadas ha incrementado su prestigio en la segun- da. Pero ninguna de ellas satisface la demanda de una nueva sintesis: la incorporacion de las nuevas formas de comprensién de la naturaleza como un elemento técnico, y un activo decisivo en la arquitectura contempordnea; esto es, redefinir las practicas del urbanismo mas 45 alla de esa simplista fagocitaci6n de la “sostenibilidad” como un nuevo Pparadigma que permite que todo cambie para que nada cambie; redefi- nir las practicas y la pedagogja de la arquitectura del paisaje, convertida en ese pariente pobre e ingenuo de la arquitectura y demasiado a menudo e! lugar hacia donde acaban desviandose los alumnos menos dotados. Y redefinir la pedagogia del proyecto, ahora demasiado ajena a los nuevos valores y sensibilidades que la sociedad esta creando a su alrededor, ensimismada en problemas fetichistas que, simplemente, pue- den acabar con el enraizamiento social de las practicas de la profesion. No entraremos a analizar otras denominaciones como ‘paisaje urbano’ 0 ‘proyecto urbano’ que han ido surgiendo y dejando de ser usadas a gran velocidad. Pero si haremos un comentario acerca de disciplinas cientificas como la geografia o la ecologia (urbana y del paisaje) que en los Ultimos afos han experimentado cierto auge asociadas al urba- nismo y al paisajismo, respectivamente. Parece cierto que, al igual que ocurre con el paisajismo, la ecologia posee objetos de estudio cuya interaccidn econdémica y fluctuaciones han obligado a desarrollar metodologias mejor adaptadas, no sdlo ala descripcién de los procesos y valores del medio fisico y, por extensiOn, de las sociedades contemporaneas, sino también al diag- néstico prospectivo de sus movimientos. Frente a un modelo estatico, la ecologia, tanto urbana como del paisaje, comienza a organizar métodos cuya proximidad con la demandada por arquitectos y paisa- jistas tiene un papel similar al que el cdlculo estructural y el ambiental han tenido en el desarrollo de las tipologias modernas: ofrece unas formas de pensar el objeto de estudio que implican a su vez nuevas formas de actuacién proyectual sobre 6! ajenas a los modelos tradicio- nales: introducen nuevos lenguajes de inscripcién. Sin duda, arquitectura, arquitectura del paisaje o urbanismo del paisaje son campos disciplinares concurrentes e imperfectos, con similares ventajas e inconvenientes. Si queremos identificar los instrumentos que puedan ser titles hoy para afrontar los problemas que impone la relacién 46 entre humanos y no humanos sobre el territorio, debernos aceptar que ‘solo muy fragmentariamente sus tradicionales ambitos disciplinares nos proporcionan conocimientos y métodos pertinentes para las practicas actuales. Pero, igualmente, se hace necesario reconocer con la misma asepsia que la forma en la que histéricamente se ha definido el campo disciplinar de la arquitectura del paisaje mantiene vinculos tanto con el ambito tradicional de la arquitectura como con el conjunto de valores sociopoliticos actuales y problemas medioambientales creados por la globalizacién econdémica, los cuales otorgan a esta disciplina una posicién, por asi decirlo, estratégica, entre la tradicion mas fecunda y el futuro mas problematico. Por ello, si bien una nueva denominacion consensuada globalmente tendria la ventaja de sefialar el advenimiento de una nueva formulacion sintética de las disciplinas, dada la dificuttad por lograr un amplio con- ‘senso en un medio inflado de términos ampulosos, parece mas opor- tuno y certero reconsiderar los saberes de la arquitectura del paisaje y modificar su campo de acci6n, su significado disciplinar. Es aqui donde probablemente haya que poner mas énfasis. La arquitectura del paisaje deberla entenderse, no ya como una disci- plina independiente, sino como la culminacién de un proceso de for- macién en e! ambito de la arquitectura en relacién con la construccion del espacio ptiblico contemporaneo. Se trata de integrar la tradicién del paisajismo dentro de la cisciplina de la arquitectura, pero también de entenderia no ya como una iniciacion, sino como Ia culminacion profesional del arquitecto, en la conviccién de que la modelacién del espacio public es la tarea mas compleja y sutil, més requerida de inventiva, conocimiento técnico y preparaci6n cultural de cuantas puedan proponerse al arquitecto. Este desplazamiento al interior de la carrera de arquitectura y hacia la culminaci6n de la misma permite modificar la conflictiva situaci6n académica actual, tanto el descrédito y la baja calidad de! alumnado tradicional de las escuelas de paisajismo, como las carencias con las que los alumnos de las escuelas de arquitectura afrontan los 48 problemas més urgentes que la sociedad les plantea hoy. Un doble desplazamiento, hacia el interior de la disciplina arquitecténica y hacia la culminaci6n de su ensefianza, hace extraordinariamente sencilla y eficaz una formacién que, en otras circunstancias, seria siempre incompleta y frustrante. Evidentemente, no basta con estos desplazamientos, Hay que proceder @ una revision amplia de los dominios que, tanto la arquitectura como la arquitectura del paisaje, han ido construyendo en el tiempo, identifi- cando sus carencias y poniéndolas en relacién con otras profesiones cientificas —geografia, biologia y ecologla—, con ambitos que a menudo se solapan (algo que, por otra parte, ha venide haciendo bastante sistematicamente la cultura paisajistica norteamericana en las Ultimas décadas). También hay que imaginar cémo podrian asumir- se los conocimientos mas positives del urbanismo, algo necesario sin duda, pero que implicaria de una u otra forma una batalla legitima de intereses en caso de intentar llevarse a cabo de forma drastica y como pura rendicién del urbanismo. Parece sensato introducir él urbanismo, junto a contenidos basicos de ecologia urbana y del paisaje, en los nuevos programas pedagégicos, con el objeto de reducir e| contraste entre los sistemas taxondémicos y los métodos proyectuales empleados para la planificacién a escala territorial y metropolitana, encontrando a corto plazo una sisteméatica operativa comin (tal como lleg6 a realizar Patrick Geddes en las primeras déca- das de siglo xx, aunque sin aleanzar entonces el suficiente grado de estabilidad como para sobrevivir a los dualismos de la modernidad), Desde la perspectiva aqui elegida, es prioritaria una articulaci6n de los programas docentes que implique la reubicacién de la arquitectura del paisaje dentro y al final de la formaci6n del arquitecto, ademas del ensayo de nuevas pedagogias asociadas al conocimiento técnico del medio bioldgico. El conjunto de desplazamientos disciplinares aqui apuntados supone una profunda modificacién de las relaciones entre arquitectura, paisaje, ecologia, geografia y urbanismo, y de todas estas disciplinas que tradicionalmente se asignaban a la formacion 49 del arquitecto, ofreciendo un modelo alternativo de formacion al que hoy suministran las escuelas politécnicas. Es esta revitalizacion de los programas docentes politécnicos lo que puede otorgar una enorme ventaja a estos centros frente a aquellos de tradicion artesanal o beaux arts; la creacion de nuevos profesionales capaces de estable- cer conversaciones productivas con expertos en las ecologias artifi- ciales que son hoy las ciudades y sus regiones. Pero, seguramente, lo mas importante no sea la denominacion ni la ubicaci6n, sino la relacion que estos cambios epistemolégicos puedan tener con una realidad que, al modificarse, ha creado nuevas demandas, nuevas situaciones y problemas que constituyen un nuevo material. Debemos aislar este material para ser capaces de dar vida a las dos tradiciones académicas y a los nuevos métodos. 50 Bas die investigacion nuevo material) La oportunidad de repensar e! proyecto y su pedagogia, en un momen- to en el que el territorio aparece todo 6! sujeto a un nuevo proyecto, depende de nuestra capacidad para identificar un determinado cainpo de investigaciones preeminentes. Por sus repercusiones economicas y urbanas, y también por su caracter universal extensible a muy distintos contextos tanto bioclimaticos como culturales, parece conveniente destacar la oportunidad de estudiar tres situaciones 0 casos practi- cos: la costa, las grandes metropolis y las areas interiores. Cada uno de ellos esta sometido a presiones diferentes y constituye un Ambito ecolégico, un ecosistema, asi como un sistema urbano, diferenciado @ interrelacionado con los demas. La redefinicién de la oferta turistica, en relacién tanto con una mejora del nivel y la calidad del medio urbano como con la preser- vacion del medio fisico de la costa, es un caso practico de urgen- cia dificilmente cuestionable (y que en algunos lugares, como las islas Baleares y las Canarias, ha llevado a articular estrategias con resultados que evaluar). El incremento de calidad del espacio publico, la preservacion de areas de flora y fauna de interés, la diversifica- cién del ocio, la compatibilizacion del turismo de playa con el mantenimiento de la biodiversidad y con el denominado ecoturismo y el turismo cultural, la integracion urbana de la poblacién estable y la dinamica, el dimensionado de la oferta de acuerdo con los recursos naturales y ambientales, el reciclajo de los residuos y de los reoursos naturales, junto a la capacidad transformadora de las técnicas actuales —piénsese, por ejemplo, en las técnicas de cons- truccion artificial de playas— son temas directamente vinculados con la disciplina de la arquitectura y que demandan una atencion y una “expertizacin” urgentes. Un tinico dato avala esta urgencia: el porcentaje de poblacién que vivia en la franja de 5 km alrededor de la costa espanola pasé en el siglo x del 5 al 25 %. Las expectativas producidas tanto por el envejecimiento de la poblacién local como por la demanda de vivienda estable por parte de residentes extranjeros permiten prever un incremento similar de esta tendencia en los proximos treinta anos. 52 La redefinicion del modelo de implantacién en !a costa es Un Caso practice que demanda un cierto grado de especializacion, asociado tanto e! desarrollo de nuevas tipologias como al conocimiento integral del caracter dinamico del medio fisico sobre el que sé opera. Asistimos a cambios cualitativos én los tejidos urbanos turisticos mas densos. Algunas areas, como la Costa de Sol, pasan actualmente de ser un rosario de pequenas mene a conformar una metropoll lineal, dotada de infraestructuras pliblicas coherentes y con extensio- nes suburbiales en el interior que demandan una nueva forma de pensarlas y gestionarlas. Desde dentro del ambito de la arquitectura del paisaje, de la ecologia urbana y del paisaje puede procederse aun estudio renovado de la ciudad turistica, capaz de acotar un marco referencial en el que abordar unas ciudades que, Foreymol(e-V) s(n Som CSUN aN = 1pgleldic SIO) Coe) re un s)e t= Es) La comprensién adecuada del marco fisico puede dar lugar a pro- yectos de preservacidn e integracién del paisaje, mediante criterios medioambientales y también productivos, mientras que el interés por la intensificacion y una nueva cualificacién de la oferta turistica, guiac por criterios de sensibilidad medioambiental demanda profesionales con conocimientos urbanisticos capaces de explorar simultaneamen nuevas tipologias arquitectonicas y nuevas formas de construir el paisaje; capaces de articular naturaleza y artificio, algo que, como venimos diciendo, exige una doble o triple formacién profesional, tanto tecténica como biolégica y urbanistica. El segundo caso practico, las metrépolis en su contexto regional, es oportuno por facilitar la aproximacién del trabajo de campo a los alumnos y vincular la actividad de la escuela con su ciudad, al igual que en calidad de investigacién para redescribir la nocion de metré- poli y de region desde la cultura contemporanea. Por otra parte, s6lo desde una perspectiva capaz de integrar conoci- mientos tipolégicos y biolégicos podran desarrollarse certeramente las respuestas a los conflictos que, en muchos casos —por ejemplo, Barcelona—, plantean las tendencias metropolitanas versus las regionales. El proyecto metropolitano debe desarrollar una comprensién del medio natural como un recurso energético limitado en relaci6n direc- ta con las potencias de la ciudad. Tal y como viene intentandose en algunas escuelas —la de Columbia University, por ejemplo—, se hace necesario integrar una vision bioldgica, ecolégica y geolégica en el entendimiento de la ciudad contemporénea. Los usos del agua, él sol, los bosques urbanos, los suelos y el aire de la ciudad, asi como la gestidn y reciclaje de sus recursos, deben repensarse para dar lugar a nuevas modalidades de proyectos en los que sdlo la suma de conocimientos técnicos y una sensibilidad de nuevo cufio hacia el medio natural pueden provocar soluciones eficaces y elegantes. La capacidad de los sistemas verdes de nueva creacién para modificar drasticanente las centralidades y expectativas urbanas, las grandes areas aun sin tratamiento, las nuevas infraestructuras, las deficiencias dotacionales y los proyectos estratégicos metropolitanos pueden revisarse desde una dptica proyectual cuya atencién debiera dirigirse Primordiaimente a la definicion de criterios arquitecténico-paisajisticos capaces de generar una nueva concepcidn de |o ptiblico, y unos criterios adecuados a los recursos naturales, a la cultura histérica del territorio, a los procesos econémicos y a los nuevos programas y escalas de las metrépolis. El tercer caso practico, el territorio del interior, debiera servir para la experimentacion de los instrumentos de andlisis y proyectuales que aqui se apuntan, trabajando en medios de baja y muy baja densidad pero de importancia geoestratégica y ecoldgica. Los sistemas de. parques nacionales y parques naturales; la planificacion de las reservas de la biosfera, la relacion entre sus recursos econdomicos; la poblacion afectada y la necesidad de preservacion de'los ecosistemas; las areas tradicionalmente agricolas ahora abandonadas y la busqueda de una nueva definicion productiva, paisajistica y poblacional; el impacto del trazado de Hetome lc Unle oto gigs (orci tev (es 0 r-teee= el 0 el oem sive (oral —oalzadas romanas, cahadas reales, el Canal de Castilla, ete— sobre el paisaje y los ecosistemas; la permahencia de las trazas culturales histdricas y su rélacion con las estrategias paisajisticas;’ y la redefinicion de los ecosistemas artificiales productivos —dehesas, vegas, canteras, presas, explotaciones forestales, ete.— en unicontexto de turismo medioam- biental son algunos de los temas mas actuales que debieran recibir tratamiento, definiendo nuevas practicas coherentes con las caracteristicas y recursos del medio fisico, y preservando de una forma dinamica y productiva la memoria'historica de estos territorios. Para afrontar estos casos (de inmediata aplicaci6n al territorio espa/iol, pero ampliamente aplicables a otros contextos) es. obvio que la formacién convencional del arquitecto es incompleta. Esta incompetencia no se resuelve acudiendo a equipos multidisciplinares, pues el arquitecto carece de preparacién para dominar e! medio biolégico que ahora, cada vez mas, habla y reclama ser escuchado en nuestra sociedad. Hay un nuevo material, mezcla de naturaleza y artificio, con el que los arquitectos debemos aprender a construir; este material es tan distinto de los heredados de la modernidad y se ha ido consolidando como tan decisivo para el desarrollo de nuestros espacios y nuestras ciudades, que no puede retrasarse mas la revision de las formas en las que se ejerce y aprende arquitectura. * Véase: AzaLos, INaK (ed,), Campas ae batalla. Memoria-paisaje-produccién, COAC/Exit LMI, Barcelona, 2005. 58

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