Anda di halaman 1dari 21
Egitada por el Centro Editor de © 1971 Gentro Editor de América Latins S.A | asesoramiento festuvo a cargo de Haydée Gorostegul de Torres. Se termin6 de imprimir on los talleres.gréticos de Sebastian de Amortortu © Hijos S.A. Luca 2223, Buenos Aires, fen jullo do 1871 Seca Gangatlo. 1228 = Buenos Aires apes eS Seceion Ventas: Rincon 87, Fpecamic te Buenos Aires ‘Argentina Hecho el deposito de ley Impreso en ta Argentina - Printed in Argentina ‘Sumario ‘Conventitos I proceso inmigratorio externo Tas micraciones intornas. Conelusién Las villas misoria_en Rosario fas-vilas miseria on Ta Argentina: ion 0 La villa miseria no constituye un problema en ssi misma, sino que es una de las manifestaciones de un problema mas global, el desarrollo y marginacién de grupos crecientes de poblacion, que es consecuencia de la incapacidad del sistema tal cual esté definido para dar respuesta a las necesidades basicas de esos grupos’ EI fenémeno tampoco es privativo de la Argentina, sino mundial; en todas partes se lo vive, de acuerdo con los niveles de desarrollo econémico-social y con la posibilidad de participacion y decision con respecto a las Condiciones impuestas por el mercado internacional Por otra parte, este problema social no aparece en el pais, como se suele creer, a partir de los anos cuarenta: ya a fines del siglo XIX, el hacinamiento y la precariedad en la vivienda eran denunciadas en la ciudad de Buenos Aires, principal nucleo de recepcion del torrente migratorio externo. Entonces fueron los “conventillos” ubicados dentro del radio urbano, la respuesta improvisada para dar alojamiento a millares de familias en condiciones infra-humanas; el proceso habra de cambiar posteriormente cuando las poblaciones, ahora del interior especialmente, vuelvan a orientarse hacia la capital en respuesta a nuevas condiciones econémicas. Sera el momento de las villas miseria, solucién improvisada una vez mas y provocada por el propio migrante que construye su alojamiento precario en terrenos ubicados en la periferia. Finalmente, el problema se extendera a otras ciudades fuera de juenos Aires. Conventillos y llas miseria, primero en la cludad puerto y luego en otros centros urbanos son por lo tanto manifestaciones patoldgicas de las distintas etapas de evolucién del pais. una evolucién desequilibrada, tipica de un crecimiento sin desarrollo, como resultado de una estructura dependiente. Y si este es el nudo del problema, cabe preguntarse si su solucion no hay que buscarla en un teplanteo de fondo de las relaciones de poder. gee ee gg OG aa oa! el Conventillos y villas miseria Elva Roulet Introduccién El hacinamiento y la preca- riedad en Ia vivienda caracte- rizaron hist6ricamente el “ha- bitat” rural de la gran mayo- ria de la poblacién agricola en todas las épocas y en dis- tintas latitudes. Esas caracteristicas reapare- cen en la vivienda urbana que se concentra masivamente en las ciudades cuyo crecimien- to brusco acompafia los pro- cesos de industrializaci6n en el siglo XIX. Sin embargo, no son exclusivas de ellas y en los paises subdesarrollados la_urbanizacién creciente, producida por la expulsion de una parte importante de la poblacién rural, genera el mismo fenémeno. En la Argentina ese creci- miento tiene particularidades especificas, ya que se pre- senta en un pafs demografi- camente casi vacio, cuyo po- blamiento se realiza en el dl- timo siglo con una elevada tasa de urbanizacién y una concentracién. metropolitana que transforma un asenta- miento aldeano en la cuarta aglomeracién del mundo ac- tual. El andlisis que sigue esta destinado a describir y enten- der dos de las enfermedades del organismo urbano, ambas manifestaciones de una mi ma etiologia, producidas en dos épocas y con caracteris- ticas formales diferentes: los ‘conventillos” de la ciudad de Buenos Aires y las “villas miseria” de su regién metro- politana, Los asentamientos fisicos y las formas en que se mani- fiestan no son otra cosa que la expresién en el espacio de una determinada estructura social. EI conocimiento del marco histérico en que ésta se define y del hecho urbano preexistente al periodo de expansién, aparece como in- dispensable a la comprension del problema El marco hist6rico Con la segunda fundacin de Buenos Aires, en 1580, se lo- caliza una poblacién de 300 habitantes en las puertas de acceso a la zona sur del im- Perio colonial espanol. Sin ‘embargo, el gran centro de interés para la metrépoli con- tinda siendo el Virreinato del Alto Peri, por lo que el lito- ral vegeta en torno a funcio- nes de autosubsistencia du- rante mas de dos siglos, fre- nado en su expansion por la aduana seca de Gérdoba es- tablecida en 1622. EI cambio de estrategia en la politica del gobierno espafiol, con la creacién del Virreinato del Rio de la Plata en 1776 y la reglamentaci6n dol libre Comercio en 1778 con Chile y Pert y mas tarde con Espafia, origina el primer impulso de desarrollo. Ese mismo afio se crea la aduana asegurando a Buenos Aires una importante fuente de ingresos. Esta decision es la respuesta a la penetracién portuguesa que asienta en 1680 la colo- nia de Sacramento, del otro lado del rio de la Plata, con la que se ejerce un Impor- tante contrabando, y a la pe- netracion inglesa que presio- na para instalarse en Buenos Aires para la realizacién del 29 1. El problema de la vivienda a principios de siglo: en la caricatura de Caras y Caretas los inquilinos de une hhabltaci6n ocultan @ sus hijos ante la legada del propletario, que no les habria alquilado el cuarto de saber que tenfan nifios. Cara y arate, 14 de satanbre do 1903 comercio de esclavos, el que le habia sido acordado por el tratado de Utrech en 1713, y atraida igualmente por el in- tercambio de la subproduc- cién ganadera de carne sala- da, sebo y cueros. Las vias de comercializacién se modifican y los minerales de Potosi son embarcados en Buenos Aires, constituyendo a fines del siglo XVIII el 80% de sus exportaciones. A tra: vés de Buenos Aires se reali- zan también todas las impor- taciones que alimentan la de- manda de los centros interio- res vinculados a las rutas del noroeste y el oeste. En 1801, la ciudad tonia 40.000 habitantes* y 55.000 en 1810. ‘A partir de esta fecha y has- ta 1880, periodo de la orga- nizacién nacional, el proceso histérico del pais es el del ajuste del esquema heredado de la colonia, oponiendo el puerto dominante vinculado con el exterior, a un interior dependiente cuya economia se estanca 0 entra en receso tal el noroeste, al interrum- pirse el tréfico con el Alto Peri como efecto de la re- estructuracién. regional que implica el desmembramiento del Virreinato del Rio de la Plata y la aparicién de varios paises independientes. Por otra parte la produccién local es desplazada por la compe- tencia de los productos ex- tranjeros que entran por Bue- nos Aires, Todo el desarrollo agricolo- ganadero del litoral no hace sino afianzar esta dualidad. La burguesia mercantil porte- fia, cuya actividad ha decaido paulatinamente durante las guerras nepolednicas, se des: plaza hacia las actividades pecuarias y es reemplazada a partir de 1810 por el comer- cio inglés —mejor vinoulado con los centros comprado- res— que sienta, desde en- tonces, su dominio en la re- gion, No obstante la articul cién con el exterior todavia es laxa, dadas las condiciones del mercado Internacional, en el que la Argentina no tiene ain el rol que adquirié pos- teriormente. y responde sola- mente @ und demanda de tipo comercial. La organizacién y moderniza- cién nacional que comienza a definirse después de Case- ros, en 1852, termina por con- solidar definitivamente la pri macia del litoral al_ integrar- se el pais en el sistema In- ternacional de la divisién del trabajo, como productor-ex- portador de materias primas agropecuarias. El modelo de desarrollo adop- tado tiene como variables estratégicas: el crecimiento econémico, la educacién y la inmigraci6n. Esta ultima adquiere una in- cidencia determinante en el poblamiento nacional y la concentracién_metropolitana, y presenta dos etapas neta- mente diferenciadas: la inmi- graci6n europea en el perfodo 1870-1914 y las migraciones Internas desde 1930 hasta la fecha. En cuanto al crecimiento eco- némico se caracteriza por una corriente casi constan- te de inversiones extranjeras que acompafian la expansion agropecuaria en manos, esta ultima, de la oligarquia terra- teniente. Dichas inversions se orientan, en un primer pe- riodo, fundamentalmente a las obras de infraestructura (ferrocarriles y puertos) que aseguraban la salida de la produccién exportable, con- trolando ademés la comercia- lizacién y la elaboracién pri- maria (frigorificos). Gran Bretafa es el primer inversor en orden de importancia y, a ella sola corresponden en 1900, el 80% de los capita- 30 les rectbides, los que por | finalidad que perseguian se localizaron geograficamente casi con exclusividad en el rea pampeana. Este proceso se interrumpe en 1914, con la primera guerra mundial y es retomado después de ella, aunque mas débilments, has- ta la crisis de 1929-30, termi- nando la etapa de la produc- cién primaria exportadora, co- mo consecuencia del colapso del comercio internacional La crisis del treinta y la gue: rra después, modifican funda- mentalmente el sistema de relaciones de Argentina con el exterior, lo que trae como consecuencia la expansion del proceso de desarrollo in- dustrial del pais para lograr Ja sustitucion de importacio- nes. Si bien aumenta la au- tonomia de los grupos de po- dor locales que se constitu yen en los motores de esta transformacién, la relacion de dependencia no desaparece, trasladéndose de los bienes de consumo que ahora se pro- ducen, a la necesidad de im- portacién de equipos, bienes intermedios, materia prima, conocimientos tecnolégicos. La existencia de una Infra- estructura previa, de econo- mias de aglomeracién y de un importante mercado con- sumidor, llevan a localizar en el litoral las nuevas activida- des generadas, las que favo- recen el drenaje de importan- tes masas de poblacién rural expulsadas por la crisis agri cola hacia la gran regién me- tropolitana que se extiende desde Rosario hasta La Plata, con una altisima concentra. cién en torno a Buenos Aires, La etapa de sustitucién de im- portaciones se agota en 1952. Sin haberse realizado la inte- gracion industrial y ante la incapacidad del sector agrico- la para sostener un desarro- ilo industrial autnomo, se recurre nuevamente al capl- 31 1. Villa de emergencia ‘en Mataderos. 2. El barrio de la Boca en nuestros dias, En la pagina 32: 1. Villa de emergencia. 2. Interior de conventillo. @ principios de siglo. 32 tal internacional, que se vuel- ca de preferencia a satisfa- cer los mercados existentes © a reservarse los mercados futuros y el control de su ex- pansién. Por las mismas razones ya sefialadas, las nuevas locali- zaciones refuerzan la tenden- cia existente y el érea metro- politana de Buenos Aires con- tiene, en 1970, el 36,6 % de la poblacién total del pats, El hecho urbano preexistente Le ciudad de Buenos Aires en el periodo inmediato poste- rior de Caseros (1852) tiene 76,000 habitantes. Las funciones que en ella se realizan son la administra- cién, el comercio, y aquéllas vinculadas con un artesanado y una transformacién prima- ria de la produccién corres- pondientes a una etapa pre- industrial En 1853 hay 2.008 comercios, 746 talleres y 106 fébricas. El afo siguiente se ha re trado la existencia de 34 ca- 2s mayoristes inglesas y 14 espafiolas y criollas. Se im- portan cereales y productos agricolas de Europa, Estados Unidos, Chile y Australia *. fsicamente la ciudad se ex- tiende conformando un trién- gulo con base en la costa, desde la calle Brasil hasta Retiro, y con vértice en la ca- lle Callao y su interseccién con Federacién (actual Riva- davia) que constituye el eje de crecimiento. La superficie ocupada que esto representa es exigua, poco més de mil metros a cada lado del eje ‘gual longitud del mismo, lo que permite un recorrido a pie en quince minutos desde el centro a los bordes, en cualquiera de estas direccio- ‘nes. Siguiendo por el “Cami- no del Oeste”, en la actual plaza Once, se encuentra el mercado que es lugar de con- centracion de las carretas que Hlegan del interior cargadas de cueros, lanas, etc. Mas Iejos_se liega a la pulperia del "Caballito” y por fin. a Flores, que estaba poblndo- se entonces. El pueblo de Belgrano (que se fundara en 1858) es apenas un caserio y la Boca esta aun préctica- mente deshabitada. Del otro lado del Riachuelo se encuen- tran los saladeros, que ya In- fectaban el rfo con sus detri tus. Hay también algunos se. laderos en el interior de la ciudad El estado de las calles es pé- simo: empedrados angostos y altos veredones con desni- veles a veces mayores a un metro. El transporte publico Inaugu ra los primeros servicios de 6mnibus en 1853 —tirados por 4 a 6 caballos y con ca- pacidad para 15 personas— los que partiendo de la plaza de la Victoria la vinculan con los mercados de Once y Cons- titucién, el cementerio de la Recoleta, y la zona de traba- jo portuario de Barracas -la Boca. El periodo de agitacién poli- tica entre Buenos Aires y la Confederacién, que siguié a Caseros, no significé para la primera un cambio de situa: cién muy marcado con res- pecto al periodo anterior. El temor y la inseguridad fueron una constante en esos afios y la cludad ofrecia un aspeo- to pobre y triste, segin los relatos de la época. Habiéndose logrado una paci- fieacién parcial, el 3 de abril de 1856 se constituy6 defini tivamente la “Municipalidad”, cuyo régimen se habia esta- blecido por ley de octubre de 1854. Si bien no hubo un intenden- te, se eligieron representan- 33, tes de las parroquias entre los més detacados cludada- nos, tales como Sarmiento, Pellegrini, Marmol, quienes decidieron’ una serie de me- didas como el cegado de los Viejos zanjones de "Mato- rras” y de “Granados” que atravesaban la ciudad al nor- te y al sur y constituian ver- daderos focos de infeccién, la contratacién del. servicio de limpieza de la ciudad, el alejamiento de los depésitos de basuras instalados en pa- rajes demasiado céntricos, la inauguracién del alumbrado a gas, el empedrado del centro de {a ciudad, ensanchando ve- redas y nivelando calles Se funda entonces la primera escuela municipal, por inicia tiva de Sarmiento, en Cate- dral al Norte, y en 1857 so tiende la primera linea ferro- Viaria que va desde la osta- cién del Parque (actual plaza Lavalle) hasta Floresta. La compafia establece una linea de Omnibus para uso exclusi- vo de sus pasajeros que une la estacién con el centro. En el plano do la ciudad le vantado por el Ing. Aymez’, en 1866, las lineas de ferro- carril son cuatro, habiéndose agregado el del norte que unia, desde 1864, Retiro con San Fernando, el del Sud on- tre Constitucion y Témperley y.el de la Boca que vincula el centro, desde la Aduana Nueva (actual plaza Colén) con la Boca, Barracas y En- senada. Dos lineas de tran- via a_traccién animal unen Constitucién por Lima con la calle Moreno, y Retiro por Paseo de Julio, con la Adua- na Nueva. La escala de los servicios da idea del nivel de vida y de la dindmica de la ciudad. En este momento és- ta carece todavia de desa- gies cloaceles y de provision de aguas corrientes. En 1867 se definen sus It mites jurisdiccionales por ley provincial los que quedan constituidos por la costa del rio de la Plata, el arroyo Mal- donado, las cailes Rivera, Me- drano, Castro Barros y el Ria- chuelo, abarcando una super- ficie de 4,000 hectéreas. La parte ocupada por la ciudad, que sigue creciendo en for- ma triangular con base en el rio, adelante su vértice sola- mente hasta la plaza Once de Septiembre. EI proceso inmigratorio externo La politica de atraccion de poblacién europea se inicia durante la presidencia de Mi- tre (1862-68), y es sanciona- da por la ley Avellaneda de inmigracién y Colonizacién, en 1876. En 1857 habia comenzado la corriente migratoria con el ingreso de 4.951 inmigrantes. La aceleracién de las décadas siguientes implicé la llegada al pais de 4.878.925 personas, entre 1861 (afio de la batalla de Pavén con la que se sella a unién de Buenos Aires a la Confederacién) y 1920. El proceso es frenado por la guerra de 1914, lo que se re- fleja en las cifras de la ulti- ma década. Los planes de colonizacin encontraron rapidamente es- trangulamientos. Luego de la entrega de tierras realizada en la primera etapa por los gobiernos de Entre Rios y Santa Fe y las compaiias europeas de colonizacién, el torrente migratorio que lleg6 atrafdo por las facilidades que otorgaba el gobierno argen- tino para su traslado, hallé cortado el acceso a la tierra, conservada en poder de las, familias tradicionales de pro- pietarios latifundistas. En 1914, mientras los inmigran- tes representaban el 30% de la poblacién total y consti- tuian la mitad de la poblacion activa, s6lo el 10 % poseia la propiedad de bienes raices Este caudal humano se asien- ta en las ciudades, especial- mente del litoral, pasando la tasa de urbanizacion del pais del 27% en 1869 al 53% en 1914, La mayor concentra: ion le corresponde a Buenos Aires que absorbe aproxima- damente la mitad de este aporte. Los Censos Generales de la ciudad de Buenos Aires de 1887, 1904 y 1909 y los Cen- sos Nacionales de 1869, 1895 y 1914 permiten seguir el ore- cimiento y determinar la com. posicién y reparticién porcen- tual de la poblacién de Bue- nos Aires segin su origen. En el perfodo que va desde 1869 hasta 1914 la poblacién aumenté casi nueve veces, significando un doblamiento cada catorce arios. La tasa media de crecimiento anual en el periodo 1869-95 es del 43.1% y de 42,9 % entre 1895-1914, El promedio de extranjeros oscila en el 50%. Buenos Aires, federalizada en 1880 y constituida en capital del pats, adquiere sus limites definitivos con la anexién de los partidos de Flores y Bel- ‘Grano en 1887‘. Ese ano sdlo 70.000 habitantes pueblan los restantes partidos integran- tes del Gran Buenos Aires y_se elevarén a 200.000 en 1925. En 1914, la capital red- ne el 20% de la poblacion total del pais, para decrecer en importancia relativa desde esa fecha en beneficio de su 4rea_metropolitana circun- dante. La congestin urbana La magnitud del torrente mi- gratorio que se agolpa en Buenos Aires, ciudad que no ha sido preparada para reci- birlo, crea problemas para los 34 cuales no se encuentra una solucién adecuada. El “conventillo” aparece oo- mo respuesta improvisada para dar alojamiento a milla- res de familias en condicio- nes infrahumanas. de hacina- miento y precariedad, que s6- lo tiene su semejante en los “slums” de Londres, Edim- burgo, Glasgow o Nueva York, los grandes centros vincula- dos al proceso de industriali- zacidn capitalista. Buenos Aires debe multipli- car varias veces en pocos afios su capacidad habitacio- nal y provee para ello los ca- serones obsoletos del barrio sur, desalojados por sus ocu- pantes tradicionales luego de la terrible epidemia de fiebre amarilla de 1871, quienes se trasladan al barrio Norte, des- plazamiento facilitado por la ampliacién del sistema tran viario que eumenté en 122 lometros sus lineas de la planta urbana en la década del 70, Pronto se agregan, para ol mismo uso, otras ‘vetustas construcciones de la época colonial, y una desenfrenada especulacién se vuelca a le- vantar precarios edificios, 0 algo que se le asemeja, co- mo lo sefiala Adridn Patroni ® quien los describe de esta manera: se trata de un terre: no de diez a quince metros de frente (a veces menos) por cincuenta o sesenta de fondo, en el cual detras de una miserable fachada y a través de un sucio zaguén que disimula el interior, se encuentra una doble fila de habitaciones en toro a un patio central cruzado por 8o- gas en todas direcciones para el tendido de la ropa, y donde una escalera comunica con el piso superior en el que se repiten estos “cubiculos” Cada habitecién, de tres a cuatro metros de altura y en el mejor de los casos de cua 1. Villa miserla en la zona de Mataderos. 1 Cortaen. INMIGRACION. 1861-1920 ‘Atos 1961-1870 1871-1880 1881-1890 1801-1900 4901-1910, 1911-1920 1 de inmigrntoe 159.570 260.885 Bat.i22 640.326, 4.768.101 1.208.921, COMPOSICION DE LA POBLACION DE BUENOS AIRES. 1860-1918 1860 1887 1895 1904 1909 1914 Sees trier 1000 433375 1000 863.854 1000 aso.91 1000 1231,698 100.0, 35 1.576.595 100.0 twee 80.661 208.728 318.381 aza.041 687.513 611.696, 518 ara 480 498 559 88 Exranjoroe 88.126 228.651 345.499 427.850 54.185 964.961 495 527 520 50,2 444 612 1, Pleza de conventillo en 1906. 2. Patio de conventillo ‘en nuestros dias. 3. Conventillo en el barrio sur. tro por cinco metros de su- perficie, aloja una familia Obrera con varios hijos, y en elias se realizan todas. las funciones propias del habitar, sirviendo incluso a veces de taller. En su exterior, dentro dol patio, materiales de de- secho —cajones, chapas y al- guna tinaja— conforman el lugar donde se hace la cock na y el lavado de la ropa El mismo autor sefiala que estos albergues son “focos de infeccién, verdaderos in- fiernos, pues el ejército de chiquillos en eterna algarabia tras los mas pequenuelos, no cesa en su griterfa, mien- tras los mas pequefiuelos, semidesnudos y harapientos, cruzan gateando por el patio, recogiendo y llevando a sus bocas cuanto residuo hallan a mano; los mayorcitos sal- tan, gritan y brincan produ- ciendo desde las siete de la mafiana hasta las nueve de la noche un bullicio insopor- table”. Pocos_ son los _conventillos que albergan menos de 150 personas. El Boletin del De- partamento Nacional del Tra- bajo (creado en 1912) da ese afio una interesante descrip- cién de_un conventillo. La casa esta acupada por 22 fa- milias, totalizando 118 perso- nas, entre ellas 20 nifios en edad escolar. Con sus 35 ha- bitactones el promedio es de 3,3 personas por cuarto. Para 4913 el indice sobre 1.000 fa- milias investigadas se, oleva 3,7 personas. por habi cién, Una encuesta del mis- mo Departamento de Trabajo, en 1917, sefiala la siguiente tribucién: 884% de las familias obreras viven en una sola pieza, 11,5 % en dos el 0,1 % acupa tres. piezas. Una descripcion hecha por su “Cronica Mensual” en 1920, seftala que de 80 habitacio- nes relevadas, el 59% care- ce en absoluto de ventilacién. RN La fiebre emarilla de 1871 provoca 72 muertos en un so- Jo conventillo. El doctor Guillermo Rawson * analiza las tasas de mortal dad de la poblacién de Bue- nos Aires y las compara con las registradas en estas ca- sas de inquilinato las que es- tn ocupades por 64.156 per- sonas sobre un total de apro- ximadamente 310.000 habi tantes en 1883", los que re- presentan el 20% de la po- blacién de Buenos Aires. La tasa de mortalidad media de 26 % se cleva a 34% en los Conventillos, habiéndose pro- ducido en ellos las dos ter- ceras partes de las defuncio- nes por causa de enfermeda- des infecciosas. El conventillo tiene su auge en la década del 80, si bien -el inquilinato subsiste con al- gunas de sus caracteristicas hasta hoy. El pico més alto corresponde a 1887, pero si bien el nime- ro de inquilinatos disminuye luego, el elevado nimero de ocupantes que se registra en los mismos en 1892, implica un aumento de densidad, 0 sea una agravacién del hacl- namiento y la promiscuidad, tendencia que se mantiene en los periodos posteriores, como lo muestran las cifras ya mencionadas del Departa- mento Nacional de! Trabajo. El Censo de 1887 consigna la existencia de 33.804 ca- sas para una poblacién de 429.558 habitantes. Los in- quilinatos, que representan el 65% de los edificios de la ciudad, alojan el 27% de a poblacién total. La especulacién urbana La concentracién més impor- tante de este tipo de “habi- tat” se halla en el corazon de la ciudad donde ha inva- dido los deteriorados edifi- cios del centro. Pero también CASAS DE INQUILINATO. 1880-1892 we satiate th 1880 1770 24.023 51.915 1883, = 27368 70.233, 1887 2035 a 116.167 1889 2078 29.198 97.852 1892 2192 31.552 10847 Fuente: Evoluctén del Gran Buenos Alres en ol tiempo y on ol ‘espacio, Estudio del Plan Regulador, 1948-49. 37 crecen siguiendo el ““progre- 50” de esta arrolladora urbe, donde la especulacién més desonfrenada a veces hasta se adelanta a la creacién de un barrio: “Villa Crespo de- Jo de ser un lugar de. trén- sito, una travesia_desierta. La gente, aquerenciada, fun- d6 al barrio propiamente di- cho... un barrio de pobres que necesité de ese alber- gue portefio de la miseria co- lectiva: el conventilio. Nacié envejecido y sucio, chato y profundo, hurafio y chismo- 50, con hebitaciones numera- das como celdas de presidio, con tabiques apartadores que embretaron el rebafio huma- f0...6 Los dueiios de los conventi- Hos y los especuladores de la tierra corresponden a_una amplia gama social: propieta- rios latifundistas y de bienos faices, nuevos industriales, comerciantes enriquecidos, aventureros. Muy frecuente- mente esta clase de negocio @s manejado por el “encarga- do”, intermediario entre el patrén inaccesible y el inqui- Tino, que representa la ima- gen’de la expoliacién y de la insensibilidad. Los alquileres toman una par- te importante del salario y en la década de! 80 éstos se elevan mas que duplicéndo- se, en tanto que los ingresos de’ los obreros se deterioran por la desvalorizacién de la moneda ocurrida on igual pe- iodo. ‘Algunas estimaciones del doctor Rawson establecen en un 18% Ia renta anual de estos odificios en base a los valores de venta de algunos de ellos. Por otra parte, el negocio es tan brillante, que los cambios de dominio en los inquilinatos son propor- clonalmente muy inferiores a las restantes. transacciones inmobiliaries en relacién con sus totales respectivos. En 1907 se produce un movi- miento de resistencia, ne- gandose los habitantes de tno de los conventillos a pa- gar los alquileres, actitud que se propaga y se convierte en una “huelga de inquilinos ‘con manifestaciones calleje- ras y marchas en la Avenida de Mayo, que dejan el sal- do de un muerto y varios heridos, hechos por la poli- cia. Las reivindicaciones con- sistian en pedidos de reduc- cién de alquileres, mejora- miento de las condiciones de habitabilidad de los edificios y garantias contra el dese lojo. Recién en 1917 se dictaré la ley de alquileres estabilizan- do los precios y asegurando con el primer recibo de lo- cacién la oxistencia de un contrato implicito por tres aiios. La accién piiblica para la vivienda EI problema del_conventillo preocupo desde muy tempra- no a muchos y fue objeto de abundantes paginas literarias que, con distintos géneros, presentaron sus lacras y su Imiseria, a través del perio- dismo, del teatro, 0 de la Ii teratura de enfoque cientifi co como la de Rawson y de Eduardo Wilde®, 0 la de en- foque especificamente social y reivindicetiva, como la del Bindicalista Adrién Patron! La conciencia de la necesidad de adoptar medidas de accion fen este terreno, se abre ca- ino. En 1904 el gobierno inicla la construccion de las primeras viviendas obreras, llamadas “casas baratas”, en los ba- rrios Buteler y Parque Patri- clos. Al afio siguiente se san- ciona la ley 4824 por la cual se autoriza a la municipalidad a invertir dos millones de pe- 08 para la construccién de 38 este tipo de viviendas, y pos teriormente en 1910, una nuo- va ley establece el impuesto a las carreras de caballos pa- ra constituir un fondo con la misma finalidad. En 1915 se crea la Comision Nacional de Casas Baratas, cuya primera construccion es el barrio Caferata, seguido mas tarde por otras realiza- ciones como el barrio Alvear en 1923, La Municipalidad, por intermedio de la Compa- fila de Construcciones Mo- dernas, levanta el barrio Va- rela-Bonorino ese mismo afio, el barrio Liniers en 1926, el barrio Nazca y Parque los An- des en 1927-28. Sin embargo, esto no consti- tuye una politica coherente apuntando a un crecimiento orgénico de la ciudad y ni siquiera un conjunto de me- didas suficientes para resol ver el problema de la vivien- da. En 1926, Alejandro Bun- ge"® sefiala que la vivienda constituye una gran deficien- cia, y agrega que este proble- ma es "una carestia perma- nente de causas arraigadas, que supera los limites de to- da contingencia”, para con- oluir que “la vida modesta si- gue slendo en la Argentina Una calamidad nacional” El crecimiento de la cludad y la desaparicién del ‘conventillo Entre 1880 y 1910 la ciudad pas6 de 300,000 habitantes a 1,200,000, Paralelamente el desarrollo agropecuario lev las exportaciones de 58 mi- Ilones de pesos oro a 389 mi- Hlones en las mismas fechas. La gran riqueza que esto crt no vuelve sin embargo al campo, sino que se invierte en la ciudad, A partir de la primera déca- da de este periodo, Buenos Aires se transforma, dejan- do de ser la Gran Aldea, pa- ra convertirse en una capital moderna inspirada en mode- los europeos. EI viejo corazén de la ciudad sufre la presién de usos no residenciales que quieren ins- talarse en esta érea central, proxima al puerto y a las ac tividades previamente locali- zadas: administrativas, c merciales, culturales, El censo de 1887, el Unico en ubicar por distritos las acti- videdes urbanas, indica que se localizan en esta zona to: dos los bancos, cases de cambio, de importacién-ex- portacién y hoteles, asi como 93 de las 98 casas’ comercia- les cuyo capital declarado es superior a cien mil pesos, las que representan el 80 % de los establecimientos co- merciales de la ciudad. Las ventas de terra _mues- tran el cambio de valores en- tre 1887 y 1909, habiendo au- mentado sensiblemente en el frente maritimo de la ciudad con diferencias que favore- cen al norte con respecto al sur en relacién al viejo cen- tro colonial de la plaza de Mayo, y con precios propor- cionaimente decrecientes a la distancia a dicho frente. El crecimiento del sistema tranviario, cuya longitud de vias urbanas es de 530 km. en 1905, favorece la explo: sion dela ciudad. En 1897 habfa comenzedo la electrifi cacién de algunas lineas, ta que fue completada en los siguientes diez afios para to- da la red. En 1905 se regis- tran 167.000.000 de pasaje- ros lo que da un indice de 170 viajes por habitante y por afio. Considerando los viajes urbanos por ferrocarril el in- dice se eleva a 190, y ya es- tén aparaciendo los’ primeros transportes automotores. En 1925 el indice de viajes por habitante y por afio es de 359 en los servicios pablicos —exceptuados, en este caso, 1. Villa miseria. 2. Villa miseria en Isla Maciel, En las paginas 40 y 41: 1, Pieza de conventillo en 1906, 2. Interior de un conventillo en una vifieta de Caras y Caretas. los ferrocarriles— y de ellos corresponde ol 83% a los tranvias. Las grandes obras realizadas en ese periodo: provision de ‘agua, gas y cloacas, pavimen- tacin y delimitacion de ca- Iles, apertura de la Avenida de Mayo, construccion de jar- dines, plazas, edificios publi fos, puerta, puentes, rectifi- eacién del Riachuelo, conta gian la fiobre de la construc Gién a la poblacion, la que Yuelca el ahorro que es ca paz de generar en la inver~ sion inmobiliaria. La gran masa de inmigrantes de entre 15 y 50 aos, que lle 6 a Buenos Aires en las cua tro décadas anteriores a 1910, contribuyeron significativa- mente a la construccién de Ta ciudad en el sentido socio- econdmico. El comercio y las incipientes industrias del pais localizadas casi todas en Bue- nos Aires, dependian de los extranjeros en un 84 % para fel comercio y mas del 70 % para la industria en los as- pectos de direccién empresa: ria, y alcanzaban al 64% en mano de obra ocupada para ‘ambos sectores, en 1909 La generacién de ingresos que produce la ocupacion de Gsta abundante mano de obra, posibilita el acceso a mojo- Fes condiciones de habitabi- lidad en la vivienda, y el conventillo es, para el estra- to social constituido por los J not be 10g ancenminos y FxTRANISIOS EN coMencio | _asalariados, reemplazedo por DE LOS BUSTRIA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES | ot tipe ‘de construccién: la Vivienda unifamiliar o la casa de departamentos, que apare- ce en esos alos y se gene ‘coMencIO ‘amprosaron 60 ob | Seok raliza en una alta proporcion Genciales y los altos valores Fuente: James Sable, ob. oft | resultantes del suelo en el wr como alojamiento tipico de Argentinos 8 15 = 2 la ciudad. Extranjeroe se Chee Se dan asi los tres elementos { | que desalojan al convent lo | Argentinos 30 8 6 26 ge la estructura urbana: la Extranjeros 0 a oy &% | _ presion de los usos no rest corazén de fa ciudad; el enor- me crecimiento de las lineas de transporte y de las redes de servicios, que la abren y prolongan; la inversion del ahorro nacional en el creci- miento y la especulacién ur- banas. En 1925 la poblacién de Bue- nos Aires es de 1.956.000 per- sonas, con una densidad bru- ta de 101 habitantes por hec- tarea, y una ocupacién del suelo que —siguiendo las grandes lineas de transpor- te— se extiende en una man- cha discontinua hasta sus It mites jurisdiccionales. Los partidos vecinos, que integran el Gran Buenos’ Aires, cuen- tan entonces con medio mi- Ién de habitantes. Las migraciones internas La detencién de ta corriente migratoria externa después de 1914 y el surgimiento de tun proceso de industrializa- ién del pais en la década del treinta, concentrado en el li- toral argentino, y especial- mente en Buenos Aires, ge- neran los desplazamientos in- ternos de importantes masas de poblacién hacia la regién metropolitan, atraidos por la demanda de mano de obra que se produce. Lo que luego se llam6 el Gran Buenos Aires, no existia eco- logicamente en 1914. El saldo migratorio interno de argentinos y_extranjeros que anualmente ingresan, co- mo promedio,“en Ja zona del «| = — Gran Buenos Aires, fue de | ABSORCION DEL SALDO VEGETATIVO NACIONAL 8.000 personas entre 1895- POR LA REGION METHOPOLITANA 1936 y aument6 a 72.000 en | tre 1936-43, y a 117.000 enel__ | perfodo 194347. El nimero | 960.1805 8 8 | | ’ de personas que se estable- 1905-1914 cen en Buenos Aires en este 1914-1996 5 tiltimo lapso crece quince ve- ces™ y la absorcién del sal- 1947-1960 3 | | 1936-1947 37 | i do vegetativo anual total del Fuente: Oficina Regional Metropolitane, CONADE pais, por la regién metropoli- e ce I tana, alcanza a casi las dos quintas partes del mismo, En 1947, del total de los ar- gentinos que se hallan vi viendo fuera de su lugar de origen la mitad se localiza en el Gran Buenos Aires. y esta cifra sube al 60% en 1960" El proceso sigue con esta tendencia hasta la fecha y actualmente el area metropo- litana de Buenos Aires alber- ga el 36,6 % de la poblacin total del pais y la mitad de su poblacién urbana, en una superficie que representa el 3% del territorio nacional ', la cual se reduce a la cuarta parte de esta cifra si se con- sidera Gnicamente el ejido urbano. EI 40 % de sus habitantes se concentran_en la Capital Fe- deral y el 60% restante ocu- pa una superficie urbana ocho veces mayor", Esta oxtensién_desmesurada se realiza siguiendo la loca- lizacion de los establecimien- tos industriales, los que eli gen los terrenos periféricos, en razon de los valores de la tierra, A su alrededor se fija tuna poblacién que los abas- tece de mano de obra ocu- pando, a menudo, terrenos inaptos para la habitaoi6n *, como consecuencia de un nuevo fendmeno de especu- lacién que lanza al mercado tun promedio anual de 14.000 hectareas de fraccionamien- tos urbanos, en el perfodo de 1958-1964 En el “Esquema Director pa- ra el afio 2000” se dice: “La vocacién por la extension te- rritorial fue tomando progre- sivamente la forma de un gi- gantismo deficitario, en el que las urgencias superaron todo intento de organizacién fa través de la intervencién publica: En efecto el hecho que més sorprende hoy de la aglomeracién de Buenos Al- res es su extensién. Mientras los problemas de otras gran: des metrépolis mundiales de- rivan sobre todo de las altas densidades, de la yuxtaposi cidn de trazas historicas, asi ‘como también de la vetustez y decadencia de sus centros, las dificultades que padece el hombre de Buenos Aires estan en relacién directa con el tamano de la ciudad que, fuera de control, se propaga sin solucion de continuidad. Esta voracidad espacial, que se pone de manifiesto en los miles de hectéreas que todos los afios se colonizan especu- lativamente con la intencion de incorporarlas al complejo urbano, ha hecho estallar la estructura de la ciudad y distorsionado su funciona- miento” EI alojamiento del migrante A la falta de una politica ur- bana se agrega la inexisten- cia de una politica de vivien- da capaz de recibir el aluvion migratorio de estas décadas. El aumento del grado de ocu- pacién de las casas de in- quilinato existentes es un re- curso que se agota répida- mente. El acceso a la propie- dad del suelo —atn con las caracteristicas inconvenien- tes sefialadas para los terre- nos que constituyen la oferta comercial— no esta al alcan- ce del recién llegado. Asi, la solucién —improvisa- da una vez mas— y provoca- da por el propio migrante, es la construccién de alojamien- tos ubicados en terrenos de los que se han apropiado pa- ra tal fin, pertenecientes ge- neralmente al estado y en algunos casos a particulares. Las construcciones son casi- las, en general de una o dos piezas, agrupadas muy proxi mas unas de otras, con corre- dores entre ellas que reem- plazan la casi inexistencia de a4 cailes, careciendo de cloacas agua corriente y electricidad. Los materiales utilizados son chapas acanaladas, madera y elementos de desecho. Las habitaciones poseen pisos en su mayoria de tierra, una pro- teccidn insuficiente a los ri- gores climéticos, y una alta vulnerabilided a’ las inunda- clones, los derrumbes y los incendios, todos ellos fend- menos muy frecuentes. Las condiciones de habitabi- lidad se resumen en la ex: presién do “villas miseria” con que fueron bautizados estos agrupamientos. La poblacién de las villas La evaluacién cuantitativa del fendmeno de las villas tropie- za con la felta de estadisti- cas homogéneas y confiables abarcando el periodo de su existencia. En la década del cincuenta legan a su epogeo y se esti- ma que viven en ellas en la region metropolitana entre 300.000 y 600.000 personas. Datos actualizados para 1970, suministracos por la Oficina Sectorial de Desarrollo de Vivienda de CONADE, esta- blecen en 106.776 el ntimero de habitantes ubicados en 23 villas de la Capital Federal es que varian entre una po- blacion de 66 personas hasta una de 24.385 alojadas en un solo conjunto. La misma fuente da para el resto de la regién metropoli- tana 344,589 personas asen- tadas en 196 villas_de ocho partidos del area, Esta cifra incluye 80.000 habitantes no censados, cuya existencia ha sido estimada, El total para la region alcan- za, entonces, 451.365 habitan- tes, representando el 5.4% de su poblacién, porcentaje que se reduce al 3.5 % para la Capital Federal y llega al 6,5 % en ol resto del rea. El promedio de personas por familia es de 4,5, los que alo- jados on casilias que pocas veces paseen més de una pie- za, da un alto grado de haci- namiento. La composicién por nacionali- dad de un conjunto de 21.373 personas”, muestra que el 95,9 % son argentinos, provi niendo el 32,0.% de la pro- Vincia de Buenos Aires, el 11.3% de Corrientes yun 10/0 % de Chaco y Santiago del Estero, con participacion menor de las demas provin- cias. El 4,1 % restante, compuesto de extranjeros, contiene un 70,0 % de paraguayos, un 142% de bolivianos y un 10.7% de chilenos, siendo las demas nacionalidades re- presentadas poco significati- vas. Entre la poblacion extranjora se encuentran los porcentajes mas altos de la clase de edad entre 15 y 64 afios, slendo esto demostrativo del trasla- do de personas aisladas, mientras la de origen nacio- nal cuenta con un 47,7 % de poblacién entre 0 y 14 afos que indica una migracién del grupo familiar o la posibili dad de constituirlo mas facil mente en el lugar. Existen indicios e informacion parcial de encuestas realiza- das que permiten inferir que la mayoria arribé directamen- te a Buenos Aires, habiéndo- Jo hecho el resto a través de varios afios, luego de su pa- saje por ciudades menores. Su origen no es. exclusiva mente rural, ya que muchos habitaban en localidades de mas de 2.000 habitantes, pero las actividades que desem- pefiaban eren en gran parte agricolas, y su modo de rural, ya que tales. centros carecen de las funciones ur- banas minimas Esta condicién de ta pobla- cién migrante implica nece- EVOLUCION DE LOS PORCENTAJES DE POBLACION. DE LA REGION METROPOLITANA fn relaciéon Poblacion fotal pals 143205 en rolacton Boblacion nacional soo 549 = Eatimaoin. Fuente: Oficina Regional Metropolitan 23 304 9 483 1, Patio de en 1906. conventillo. m3 388 485 500° 1. Escena de conventillo 2 principios de siglo SERVICIOS DE PROVISION DE AGUA, DESAGUE CLOACAL Y GAS POR RED Jritstsn ove Capital Federal oblacién servida 9310000 2.715.000 3277310 % poblacién servida 100.0 100,0 100.0 rea servida 18.683 16475 19.950 % rea servida 938 826 100,0 19 Partidos poblacién servida 1.858.515 552017 956.494 % poblacion servide 438 154 218 rea servida 19.753 6.460 12.645 % roa servida 234 118 148 Capital y 19 Partidos poblacién sorvide 5.168515 3.267.017 4.253.744 % poblacién servida 26 408 552 fra sorvide 38.436 22.935 32.595 ‘% érea sorvida 364 300 309 Fuente: Oficina Regional Metropolitana, CONADE, “Organizacién dol espacio de la region metropalitana de Buenos Alres = Esquema director afi. 2000" 46 sariamente la existencia de problemas para su insercién en la sociedad urbana, la que no se hace sino a costa de un proceso de aculturacién agravado por las condiciones de precariedad e inseguridad en su instalacion, situaci6n de empleo, etc. A su arribo se han agrupado generalmente en las proximi- dades de parientes, amigos 0 eonocidos, quienes los ayu- daron en su instalacién en la misma villa u otra agrupa- cién equivalente. Esto expli- a la concentracion mayorita- ria por lugar de origen, en algunas localizaciones. Si bien desde el punto de vista de! migrante, su nueva condicién es percibida como positiva con relacién a su si tuacién anterior, la vivienda, el clima y la relacién con otros grupos humanos consti- tuyen el més grave problema para la mayoria. Es ovidente que los costos sociales de su inserci6n, diff ciles de evaluar, son muy tos para el grupo y para la poblacién en su conjunto. Ello es la consecuencia de una falta de politica capaz de ase- gurar la integracién en la so- ciedad de todos sus elemen- tos componentes. EI problema general “La villa miseria no constitu: ye un problema en si misma, sino que es una de las mani- festaciones de un problema més global, el desarrollo y marginacién de grupos cre clientes de poblacién, que es consecuencia de la incapacl- dad del sistema tal cual esté definido para dar respuesta a las necesidades basicas de esos grupos”. La “villa miseria” es la mani- festacién aguda del problema més generel de la vivienda, el cual se inserta en el del ordenamiento espacial del pais, cuyo andlisis nos lleva- a considerar hasta sus tl- timas consecuencias la pro- blematica del desarrollo na- clonal. Ubicéndonos tinicamente en el marco del problema de la vivienda, éste existe como tal referido a una amplia capa de poblacién cuya capacidad de ahorro es insuficiente pa- ra permitirles el acceso a la misma. El 35 % de los habitantes del pais estén en situacién de *des-ahorro” e infra-consumo y a ellos corresponde el 65% del déficit total de la vivien- da, que supera los dos millo- nes de unidades. En el area metropolitana mas de un tercio de la poblacién sufre de graves carenclas habitacionales, configuradas por sobre-pobiacién y convi- venclas forosas que se tra- ducen en hacinamiento, falta de servicios de infraestruc- tura, responsables de enfer- medad, largos recorridos tra- bajo-vivienda, costosos en tiempo y dinero y producto: res de fatiga. El déficit calculado supera las seiscientas mil unidades, cl- fra sels veces mayor al_ni- mero de viviendas necesarias para erradicar las “villas mi- seria” existentes, La construccién de viviendas en el pais, con diferentes magnitudes segin los perio- dos que se consideren, ha es- tado siempre por debajo de las necesidades reales exis- tentes y respondié fundamen- talmente a una demanda sol- vente, marginando de ese modo a amplios sectores 80- ciales. EI considerable aumento de los costos de la construccién —que pasaron de un indice 100 para el afio 1943, en la Capital Federal, a un’ indice 5.200 en 1962’ —no se ve acompafiado por el crecimien- to del salario real del obre- ro industrial. EI indice del aT jornal de un albanil, tomado como equivalente, se eleva para los mismos afios sdlo hasta 4.131. Si se considera el aumento de los costos de los terrenos las cifras marcarian diferen- clas mas sensibles adn. La inversién urbana capaz de proveer vivienda en alquiler de bajo costo, précticamente ha desaparecido, y eso no slo como consecuencia de la ley de alquileres —que ac- tué negativamente en espe- cial en relacién con el peque- fio Inversor— sino por la de~ rivacién del ehorro disponible hacia otros sectores mas di- némicos. La proporcién de inguilinos que era de 62,7 % en 1947% ha descendido al 16% en la actualidad® Conclusion El proceso histérico de cre- cimiento anérquico y descon- trolado de la regién metropo- litana traduce a la dimensién espacial, consolidandola, la dominacién econémica que ejerce Buenos Aires sobre el resto del pais. La estructura urbana de la gran ciudad re- fleja también, en la dimension ecolégica, la dominacién de tos grupos sociales y la situacion de miseria y margi- nalidad en que se encuentran 18. victimas. ‘Conventillos” y “villas mise- ria" son sin duda manifeste- ciones patolégicas. No cons- tituyen, sin embargo, la ver- dadera enfermedad sino ape- nas su sintoma més agudo desde el punto de vista urba- nistico, que es el que hemos adoptado. Y atin asi el hecho urbano no puede entenderse si no se toma en cuenta para su interpretacion a dos au sencias notorias: desde Pa- von el interior esté ausente de la geografia del poder en la Argentina, y desde mucho antes (habria que decir casi constantemente) las mayo- rias estén ausentes del pro- 30 de toma de decisiones. Cuando en este contexto, los modelos de crecimiento adop- tados requirieron la fijacion de grandes niicleos de mano de obra en el érea metropoli- tana, con los menores gastos posibles para la clase domi- ante, aparecieron estas res- puestas enfermizas, pero fun- cionales para la elite. Los conventillos valorizaron los terrenos y aun las vivien- das vetustas de las familias patricias 0 de los nuevos ri cos y fueron un excelente ne- gocio para los rentistas, se- guro y de alto rendimiento. Cuando la tecnologia del transporte urbano permitié viajes més largos cambié la situacion. Los asalariados con un minimo de solvencia prefirieron irse més lejos y entonces el negocio fue lo- tearles la pampa y transpor- tarlos. Asi en un period de continuada prosperidad urba- na y menor crecimiento de la poblacién, pudo reabsorberse hasta 1930 la mayor parte de los conventillos. Pero para la segunda ola de poblamiento migratorio, las condiciones fueron otras: la solucién fue la “villa mise ria”, y esta vez sin posibili- dad’ de reabsorcién esponté- nea Los periodos de continuada prosperidad pertenecen al re- cuerdo, y Buenos Aires ha entrado, por su tamajio, a la zona de las “deseconomias de escala”: los costs para resolver los problemas de la ivienda y sobre todo de la infraestructura y equipamien- to se hacen desmesurados y se agravan por la persis- tencia de las condiciones ac- tuales. Para poder resolver eficaz- mente la problematica plan- teada es preciso cambiar sas condiciones, especial- mente en lo que hace al va- lor de la tierra urbana, que debe ser radicalmente aba- ratdda, y @ las técnicas cons- tructivas que deben ser orien- tadas a la realizacién de gran- des conjuntos. Y tanto la reforma urbana como la difu- sién de la construcoién de viviendas de interés social, constituyen premisas basicas para posibilitar el cambio. Si ese fuera el caso habria llegado el momento de plan- tearse el segundo interrogan- te en materia de prioridades: por dénde debe empezar una Politica de estructuracién del espacio argentino, realizada 48. con sentido nacional?, zresol- viendo el problema ‘de las “villas miseria” y conventi- Hlos de la regién metropolita- na 0 asegurando condiciones de vida y trabajo dignas a los potenciales migrantes del in- terior? La respuesta no de- penderd, por supuesto, ni de la opinién de los técnicos ni de la buena o mala fe de los actores, sino de concretas re- laciones de poder. La “megalopolis” y el “de- sierto argentino” exigen un esfuerzo de reflexion y res- ponsabilidad para encontrar el modelo de una sociedad in- tegradora y justa. 1a entonces el rilldn do habitantes.y Paris ten 1 mismo ano 547-736, hablendo sk do ‘actualmente.sobrepasda la" po- blacidn dela region motropolitana de esta Ultima por Ia motropols bo- 2 Bvoleln del Gran Buenos Aves fen ol tiompo yon of espacio, Est. fio del Plan Regulador, 194889. 9 A, Taullard: Loe planos més antl ‘ques de Buenos Aires. Bs. Ba. Pel: Ser, 190, 4E1 municiplo abarea una supert- cio de 18.860 Has. quo despues. de Londres y Nueva Vork os mayor que {a'de evalquler otra capital del rn. Go, La superfico actusl 98 préxima ag 20.000 hectéreas 5 Adrlén Patronl: Los trabaladores en la Argentina, Bs. As., 1898 ® Guillermo Rawson: Estudio, sobre las casas de inquilinato de Buenos ‘940-49, conaigna para el mismo ao 178233 peroon ® Manuel Casto: Buenos Aves de ‘antes, cltado por Jorge, Péez, convntilo. Bs.-Be Contr Ealtor de América Latina, 1970. ® Eduardo Wilde: Curso de higlene publica, Bs. As. 1083 38 Alejandro Bunge: Almaneque So- lel Bs. As. Union Popular Catait ‘ce Argentina, 1928. 1 James Scoble: Changing urban pattems: the porteho caso. En El proceso de urbanizacién en Amérl G2 Latina desde. sus origenes hasta huestros dias. 85. As, Ealtoril dal Inetituto Di Tella, 1968 42 Gino German: Estructura soctal dl do Argentina Bs. a. €0. algal, ‘955 2 13 La campania 20 despobl6. entre ‘v7.00 a tna tava mode snus! Ge arse 14 correspond la. superticle de log municipios que Intagran ia o- Sin motropoltas, coniversdos on fur limites Jursdisionates, qu fn: Sliven sos. del suelo no: urbanos 28 Oficina Regional Metropolitana, Organiacion del Espacio de la Re: iin Motropotane do. Buenos ‘A res. CONABE, 1970. % Se trata do terrnos por debajo din cota de sublda dees aguas de os rios. Reconquista yaa Watanea, cue ‘con sun Trecuontos Aesbordes preducen graves. Inundar ‘ono, i que 20° oman a 10 fe. rnémenos periédicos del mismo tipo fonerados por las lluviag y la falta jesagt 1 Oficina Regional Metropolitana, ob. elt, pig. 27. 18 La misma fuente estima que, el total de personas residentes en "vi- lias miseria" en el pais alcanza la cifra de. 800,000, equivalente al 3:5 por ciento de la poblacién nacional 18 Correspondientes a ndcleos hi bitacionales trans\torios. dol Plan Erradicacion de Villas de Emergen- ia, del Ministerio de Bienestar So- 'y que se consideran repres tativos de las villas de origen de la region metropolitana, desde dond fueron trasladados. 2 Carlos Tobar: Plan nacional de terradicacion de villas do. omergen- fa, documento mimeografiado, Bue- nos Aires, 1909. % GF: Bases para una politica nacional de vivienda. Buono® Altos, Gonsojo Federal de Inversiones, 1965, 22 Sogin estimaciones del Ingenie- ro Ernesto Garcia Olano (trabajo fn realizacion) Bibliogratia Bacigalupo, José L: Proceso de ur- banizecion’ an la Argentina, en La turbanizecién an. América’ Latina. Buenos Aires, Editorial del institu: to Torcuato Di Tella, 1969, ©. F. 1: Bases para una politice ‘nacional de vivienda, Buenos Alres, Consejo Federal de Inversiones, 1965. CONADE: Organizacion del Espacio do la Regién Metropolitana de Bue- hoe Aires, Bs. As., Oficina Regional de. Desarrollo Area Metropolitana, ‘960, Estudio del Plan de Buenos Aires: Evolucién de! Gran Buenos Alres fen al tlompo yon. of espacio. En evieta de Arqultoctura N° 976377, Bs. As., 1956. Gormani, Gino: Estructura social de Ja. Argentina. Bs. As., Ed. Ralgal, 1955; Germanl, Gino: Invastigacién sobre Tes ‘efectos ‘sociales de la urban'- zacién en un drea obrera del Gran Buenos Aires, en Ph. Hauser: La Urbanteacion en América Latina. Pax rs, UNESCO, 1962, Luxardo, José, Ds Desarrollo urbe- tno de la cluded de Buenos. Alres. En Garreteras, Ano Vill, Nv 92, Buc. ‘noe Aires, 1063. 49, Lattes, Zuima L, Recchini y Alfredo: ‘Migraciones. en le. Argentina. Bue- nos Aires, Editorial del Instituto Di Tella, 1968. Ministerlo de Blenestar Social, Plan de eradicacion “de Tas ils de femergencla de ls Capital Federal y dol Gran Buenos Aires, 1968. Rawson, Guillermo: Estudio, sobre Jag casas de inqullineto de Buenos Aires, 1885. Roffman, Alejandro, y Romero, Al- herto: £) proceso de formacton ur bane regional en la Argentina, Bue- ‘noe Aires, Ed, dol Instituto DI Tell 1970, ‘Scobie, James: Changing urban pat terns: ‘the portefo case, en El prov ‘ceso. de urbanizacton en América desde sus origones hasta nuestros ‘diag. B9._As., Ed. del Instituto Di Tella, 1980, Taullard, A: Los planos més anti guos' de Buenos Aires, Bs. AS. Pouser, 1940. Tobar, Carlos: Plan nacional de erradicacion de villas de. emergen- Gia. articulo. mimeograflado, 1989. Verbitsky, Bernardo: Villa, miser tambign’en América, Bs. As. Pak 16s, 1907, Wilde, Eduardo: Curso de higiene pablice, 1883, 1. “Pero es necesario ver como se las componen los infelices, sobre todo por la noche: ‘ef matrimonio ocupa un catre de lona; ta madre politica del esposo se acuesta sobre el cajon donde se guardan todas las prendas de vestir y enseres de la casa, y que ademas presta el servicio de mesa; al nifio mayor se fe acomoda sobre unos trapos en el suelo, al mediano se le instala el echo en una repisa colocada en la pared, ya los dos menores, colgados de una percha, a guisa de carteras de viaje (0 de embutidos.” Eustaquio Pellicer. Sinfonia. Cores y Corea, 4 do getlombre de 10

Anda mungkin juga menyukai