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traduocién de AURELIO CARZON DEL CAMINO GRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA DEL SIGNO por JEAN BAUDRILLARD vor inpIce 1. El pensamiento mégico de la ideclogia, 166; m, La metafisca del signo, 173; ur El espejismo del teferente, 176; 1. Denotaciin y connetacién, 185; ¥. Més alld del signo: Io simbalico, 188 Enaensberger: una estraogia “sc lista”, 198; La palabra sin respuesta, 202; Estrate- gia subversiva y “accién simbshen”, 206; El modelo teéeico de la comunicaciin, 213; La slusién eiber- nits, 217 DISESO ¥ ENTORNO © LA ESCALADA D1 LA. EOONO- ia portrica 1a opeacin del sign, 227; La cris dl funciona lisma, 235; Entorno y edbemésea: estadio conse mado’ de la economfa politica, 244 DE LA REALIZAGION DE DESEO EN EL VALOR DE ‘canBI0 194 251 FUNCIONSIGNO Y LOGICA DE CLASE* 1. FUNCIGN SOCIAL DEL OBJETO-SIGNO La hipétesis empirica: necesidades y valor de uso Un anilisis de la Iégica social que condiciona el cono- cimiento operstivo de los objetos, de acuerdo con las diversas clases 0 categoria, tiene que ser al mismo tiem- po un anilisis eritico de Ja ideologia del “consumo”, suubyacente hoy a todo conocimiento operativo de les ‘objetos. Este doble anélisis el de la funcién social dlistintiva de los objetos y el de la funcién politica de Ia ideologia que con ella se relaciona— debe basarse en una condicién previa absoluta: 1a superacién de una vit sién espontinea de los objetos en términos de neces dad, de la hipétesis de Ja prioridad de su valor de uso. Esta hipétesis, que se sostiene en Ia evidencia vivida, signa a los objetos un status funcional, el de utensilio vineulado a unas operaciones téenicas. sobre el mun- do, y por ello mismo el de mediacién dades antropoldgicas “naturales” del in perspectiva, los objetos son ante todo funcién de las necesidades y adquieren su sentido en Ia relacién eco rnémica del hombre al entorno. Esta hipétesis empirica es Falsa. Lejos de ser el status primario del objeto un status pragmético que vendria a sobredeterminar més tarde un valor social de signo, es por el contrario el valor de cambio signo lo que es fun- damental, no siendo el valor de uso con frecuencia otra cosa que Ja caucién prictica (incluso una racionaliza- + Publicado en Communications, 13, 1969. am 2 FUNCIGN-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE cién pura y simple): tal es, en su forma paradéjica, 1a tinica hipétesis sociolégica correcta. Bajo su evidencia concreta, las necesidades y las funciones no describen en.el fondo sino un nivel abstracto, un discurso ma- nifiesto de los objetos, frente al cual el discurso so- cial, ampliamente inconsciente, aparece como fundamen- tal. Una verdadera teorfa de los abjetos y del consumo se fundara no sobre una teoria de las necesidades y de su satisfaccién, sino sobre una teoria de Ja prestacién social y de la significacién. El imercambio simbdlico: la kula y el potlatch* La alusién a las sociedades primitivas es sin duda peli- ‘grosa; es preciso, sin embargo, recordar que originalmen- te el consumo de bienes Calimenticios © suntuarios) no responde a una economia individual de las necesidades, sino que es una funcién social de prestigio y de distri bbucién jerdrquica. No depende ante todo de la necesi- dad vital 0 del “derecho natural”, sino de una coaccién cultural. En suma, es una institucién. Es preciso que unos bienes y unos objetos sean producides e intercam- bbiados (a veces en forma de dilapidaciin violenta) para que una jerarquia social se manifieste, Entre Jos Tro- briandeses (Malinowski), Ja distincién entre funcién econémica y Funcién/signo es radical: hay dos clases de objetos, sobre los cuales se articulan dos sistemas paralelos: la kula sistema de intercambio simbélico fandado sobre la circulacién, la donacién en cadena de brazaletes, collares, adornos, en tomo del cual se orga- niiza el sistema social dé valores y de status—, y el gim- ‘wali, que es el comercio de los bienes primarios. Esta segregacién ha desaparecido en nuestras socieda- * Poilatch: ceremonia de los indios del Pacifico, en Ja que Ye propiedad se regala o distubuye con Targuera, a fin de ad= quite « mantener determinado status socal. [11] Cy FUNCIN-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 3 des (no totalmente, por Jo demés: Ta dote, los rega- los, etc.). Sin embargo, detrés de todas las superestruc- turas de la compra, de la transaccién y de la propiedad privada, es siempre el mecanismo de Ia prestacién social Jo que hay que leer en nuestra opcidn, nuestra acum lacién, nuestra manipulacién y nuestro consumo de ob- jetos, ‘mecanismo de discriminacién y de prestigio que ‘se halla en la base misma del sistema de valores y de integracién en el orden jerirquico de la sociedad. ula y el potlatch han desaparecido, pero no su princi- pio, que utilizaremos como base de una teoria sociol6- gica de los objetos —y esto, sin duda, es siempre més cierto a medida que los objetos se multiplican y se di- ferencian: no la relacién con las necesidades, el valor de uso, sino el valor de intercambio simbélico, de pres- tacién social, de competencia y, en el Iimite, de discri- minantes de clase. Tal es la hipétesis conceptual fun- damental de un andlisis sociolégico del “consumo”. El consumo ostentatorio EI eco de esta funcién primordial de los objetos se en- ccuentra ampliado, en los andlisis de ‘Thornstein Veblen,? bajo Ia nocién de conspicuous waste (prodigalidad osten- tatoria, gasto o consumo de prestigio). Veblen demuestra «que si las clases sometidas tuvieron por funcién al pri cipio trabajar y producir, tienen simulténeamente por funcin (y, cuando se mantienen en la ociosidad, por Gnica funcién) hacer alarde del standing del Amo, Las mujeres, Ia “clientele”, la servidumbre son asi ex pponentes de status. Estas categorias consumen también, pero en nombre del Amo (vicarious consumption), dan- do testimonio en su ociosidad, en su superfluidad, de su grandeza y de su riqueza.. Su funcién, como la de los objetos en la kula o el poilatch, no es, pues, 2 Th. Veblen, The theory of the leisure class, 1899. 4 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE econémica, sino la de institucién 0 de preservacién de un orden jerérquico de los valores. Veblen analiza fen esta perspectiva Ia condicién de la mujer en la sociedad patrireal: asi como no se alimenta al esclavo para que coma, sino para que trabaje, tampoco se viste suntuosamente a una mujer para que aparezca her- rosa, sino para que atestighic con su lujo Ia legitimidad 6 el privilegio social de su Amo Ces igualmente e! 280 de Ja “cultura”, que, para Tas mujeres con frecuencia, funciona como’ atributo social: en Tas clases acomoda- das sobre todo, la cultura de las mujeres forma parte el patrimonio del grupo). Esta nocién de vicarious consusiption, del “consumo por interpésita persona”, es capital: nos conduce al teorema fundamental del consu- ‘mo, segin el cual éste no tiene nada que ver con el goce personal (lo cual no se opone a que Ja mujer sien- ta un placer en ser hermosa), sino que es una institu cin social coactiva, que determina los comportamientos fun antes de ser reflexionada por Ja conciencia de los actores sociales Mis allé todavia, esto puede Ievarnos a considerar 1 consumo no por aquello por lo que se hace pasar: tuna gratificacién individual generalizada, sino como tun destino social que afecta a ciertos grupos o @ ciertas clases en mayor medida que @ otros, 0 por oposicién a otros. Si bien no existen ya hoy, en la sociedad demo- critica moderna, categorias adscritas de derecho al con- sumo de prestigio por interpésita persona, podemos pre ‘guntarnos si, tras la aparente generalizacién social del proceso, no existen clases adscritas de hecho a estos me: ceanismos de prodigalidad, restituyendo asi, bajo Ja apa- rente disponibilidad total de los comportamientos indi viduales, la inmemorial funcién de institucién del va- lor y de discriminacién social que fue la del consumo cn la sociedad preindustrial Segiin Veblen, uno de los exponentes mayores de FUNCION‘SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE 5 prestigib, ademés de Ja riqueza y la dilapidacién Cowaste- ful expenditure), es la ociosidad Cwaste of time), ejer- ida directamente 0 por interpésita persona (vicarious Ieisure). E] mundo de los objetos no escapa a esta 1e- la, a esta coaccién de superfluidad: es siempre en quello que tienen de imitil, de fitil, de superfluo, de decorativo, de no funcional, en lo que categorias ente- ras de objetos Cbibelots, accesorios, baratfjas) 0, em cada ‘objeto, todas las connotaciones y el metabolismo de las formas, el juego de la moda, ete. —en suma, los obje- {os no agotan jamés sus posibilidades en aquello para Jo que sirven, y es en este exceso de presencia donde adguieren su significaciin de prestigio, donde “desig- nan” no ya el mundo, sino el ser y la categoria social de su poieedor. EL simmulacro funcional ‘Sin embargo, esta coaccién de ociosidad, de inaplicabi- lidad como fuente de valores choca hoy por doquier con tra un imperative antagonista, @ tal punto que es del conflicto, 0 més bien del compromiso entre dos morales adversas de donde resulta el status actual del objeto cotidiano: de uma moral aristocritica del “otium” y de tuna ética puritan del trabajo. Se olvida ampliamente, cen efecto, cuando se hace de la funcién de los objetos su razén inmanente, hasta qué punto este valor fun ional esté a su ver regido por una moral social que quiere que hoy el objeto, no mas que el individuo, deje de ser ocioso. Ha de trabajar’, ha de “funcionar’, y isculparse con cello, por decitlo asi democxsticamente, de su antiguo status aristocrético de signo puro de pres- tigio. Este status antiguo, fundado sobre la ostentacién y ef gasto, se halla siempre presente; pero claramen- te mareado en los efectos de moda y de decoracién, va acompaiiado por To general —en dosis variable— de un 6 FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE discurso funcional que puede servie de coartada a Ia fun- cin. distintiva Ginvidious distinction). Asi los objetos evan adelante un juego perpetuo, que resulta de he- cho de un confleito moral, de una disparidad de los imperativos sociales: el objeto funcional pasa por ser decorativo, se viste de inutilidad 0 adopta los disfraces de la moda —el objeto futil y ocioso se carga de ra zén préctica.* En el limite, esté el gadget: pura gratui- dad s0 capa de funcionalismo, pura prodigalidad so capa de moral prictica. De todos modos, toclos Jos ob- jetos, incluso futile, son objeto de un trabajo: arreglo y limpieza de la cas, reparacidn de artefactos case- tos —siempre el homo faber acompatia al homo otiosus. Mis generalmente, nos encontrariamas (y esto no sélo cen el mundo de los objetos) ante un simulacro funcio- nal (make-believe), detrés del cual los objetos seguirian desempeando su papel de discriminantes sociales, Dicho de otro modo todavia, todos los objetos se hallan en el compromiso fundamental* de tener que si decit que conferir el sentido social, el prestigio, sobre el modo del otium y del juego —modo arcaico y atis- twcrético con el cual trata de enlazar la ideologia hedo- nista del consumo~ y de someterse por lo demés al cconsenso muy fuerte de Ja moral democritica del es fuerzo, del hacer y del mérito. Puede imaginarse un estado de la sociedad en el que esto diera por resultado dos clases de objetos disyuntos: ‘uso/prestigio, valor de uso/valor de cambio signodis- yuneién vinculada a una fuerte integracién jerdrquica 4 Ast en Ia casa de campo equipada con calefuccén centr, al alent de cma, cmpesna dara carter flliio Se‘dice de el que that se tien en invierno™ "En sigiom lige, x na. contain, los doe sitemas de var sn atingmicon Unicamente ls etic ine tse? “funconlsa” por ignore Ir contdiciones. scales esa. eject, puede Imaginane ssconclar_annoniosamente ie fancién Io forme (ef, mar adlanc "El lajo de lo fiero"). FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 7 (sociedad primitiva, ritual, de eastas). Una ver. mis, en nuestras sociedades, esto da por resultado con Ia mayor frecuencia una ambivalencia al nivel de cada objeto. [Lo importante es leer por doquier, por encima de la evidencia prictica de los objetos y a través de Ia apa- ente espontaneidad de los comportamnientos, la obliga- ‘cién social, el ethos de consumo “ostentatorio” (directo © por interpésita persona),* y por Jo tanto, de captar fen el consumo una dimensién permanente de la jerar- quia social, y hoy en el standing una moral siempre tan. imperativa, Bajo esta determinacién paradéjica, los objetos son por lo tanto ef lugar, no de la satisfaccién de necesida- Ges, sino de un trabajo simbélico, de una “‘produccién” fen el doble sentido del término: pro-ducere —s¢ los Fabrica, pero se producen también como prueba. Son cl lugar de la consagracién de un esfuerzo, de una realizacién ininterrumpida, de un siress for achievement, tendiente a hacer la prueba continua y tangible del valor social. Una especie de Bewithrung secular, de probacién, de prestacién, heredera, bajo conductas in- yersas, de los mismos principios morales que fueron Jos de Ia ética protestante, y, segiin Weber, del espi situ capitalista de produccién: la moral del consumo sustituye la de Ia produccién o se trabe con ella en tuna misma légica social de Ja salvacién, 4 No se tata aqui de ls vanidad individual de peer objetot ands Nermosen, que Jos demés: esto roponde a lo vvido pico Tigion's I relooncompettinaconsiene. Los Fines scales de 2Sscntactn, toda le mceinice sri del valor son ample te ince sjcain am mb por nde ee ee Tos juogoe concinter del pres competencla no. son Tae gee te refncion en lav Concienias de eas finliades J de estas concciones, 8 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE MH, PERSPECTIVAS SOCIOLGGICAS Chapin: la escala del livingroom Diversos autores han tratado de integrar los objetos como clementos de una légica social. En Iineas generales, sin embargo, el papel que ocupan en Ja investigacién so cioldgica es el de figurantes. Entre los analistas del “consumo”, los objetos son uno de Jos temas preferidos de Ja paraliteratura sociolégica, contrapartida del. dis curso publicitario. Debemos seialar, sin embargo, una tentativa sistemética: la de Chapin.® Este define el status como “la posicién que ocupa un individuo 0 una fari- lia, segin los estindates dominantes de los bienes cul- turales, de los ingresos efectivos, de los bienes mate- riales y de Ia participacin en las actividades de grupo de la colectividad”. Cuatro escalas, por lo tanto, Des ‘pués, se advirtié que los cuatro componentes estaban en relacién tan estiecha con la medida independiente del rmobiliario de la sala de estar que éste bastaba por sf solo para calibrar Ja clase desde el punto de vista estadistico. Esta “escala del livingroom” hace interve- nir asi 23 item, en los que los diversos objetos estin anotados en forma de repertorio y contabilizadas Casi co- ‘mo ciertos aspoctos relativos al conjunto: limpieza, orden, ‘mantenimiento). Esta primera exploracién, con fines socioldgicos, se caracteriza, pues, por el empirismo més ingenuo: en ella, los estratos sociales se hallan simple- mente ajustados al indice cconémico sobre un balance de objetos. Ahora bien, este procedimiento no vale en rigor (a causa de las Faltas de exactitud que son de todos modos sus conclusiones), sino en una sociedad 4, Swat Chapin, Conlempormy American intintions, [Nueva York, 1935, cap. aux” "A meatrement of soil saan" Ge tne Dennis Chapman, ‘The, howe ad sell ses Londees, 1955 FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 9 relativa, en la que el poder de compra por ta claramente las clases. Aun asi, no vale realmente para las categorias medias, y si tan s6lo para Jas extremas. Ademés, tales corrclaciones fijas no po- drian ciccunseribie nila Végiea ni la dinémica de la estratifica Andlisis sintéetico y retérico del entorno Dicho esto, si la escala de Chapin se fundara sobre un anélisis més fino, haciendo el inventario por la calided dde los objetos, su materia, su forma, cl matiz de su estilo, etc., ain podria ser de alguna utilidad; porque tampoco es cierto, segiin la objecién que se Je ha hecho, que todo el mundo posea hoy virtualmente Jas mismas cosas. El estudio de los modelos y de las series’ mues: tra Ta gama compleja de diferencias, de matices, que hhacen que una misma categoria de objetos (sillones, cordenacién, coche, ete.) pueda todavia uniformar todas las diferencias sociales. Pero es evidente también que la discriminacién ha pasado hoy, con la elevacién del nivel de vida, de la posesién pura y simple a la argani- zacién y al conocimiento operativo de los abjetos. Es, pues, sobre una semiologia més fina del entorno y de las pricticas cotidianas sobre Ia que deberia fundarse Ceventualmente) una clasificacién social. Andlisis de interiores y de espacios domésticos, fundados no sobre el inventario, sino sobre la distribucién de Jos objetos (centralidad/excentricidad - simetria/asimetsia ~ jerar quia/separacién - promiscuidad distancia), sobre los tagmas formales o funcionales, en una palabra, un and lisis de Ia sintaxis de los objetos, esforzdndose por dedu- ix las constantes de organizacién segiin el tipo de TCE Jean Baudrillard, Le systdme des objets, Gallimard, Paris, 1968. (Hay taduccién de F, Gonzslea Aram bunt El sitema de los objetor, Siglo XXI, México, 1969.) 10 FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE habitat y la categoria social, asi como la coherencia 0 Jas contradicciones del disewrso —tal seria un nivel pre- paratorio a una interpretacién en términos de légica so- I, a condici6n de que este topoanilisis “horizontal” fuera acompafiado de una semiologia “vertical” que ex- plorase, de la serie al modelo, a través de todas las diferencias significativas, Ia escala jerdrquica de cada categoria de objetos.* EI problema seré entonces hacer surgir una coheren- cia entre In posicién relativa de tal objeto, 0 conjunto de objetos, sobre la escala vertical, y de otra parte el tipo de organizacién del contexto en que se encuentra, y el tipo de préeticas que con él se telacionan. La hi- Potesis de la coherencia no se verificaré forzosament hhay barbarismos, lapsus no sélo en el discurso formal, sino en el discurso social de los objetos. Y se tratard entonces no sdlo de localizarlos en el anslisis estructu- ral, sino de interpretarlos en términos de légica y de -contradicciones sociales, Para resumir: a que puede tender un andlisis soc ligico en este dominio? Si es a deducir una rel mecénica, o especular, entre determinada configuracién de objetos y determinada posicién en la escala social, como lo hace Chapin, carece de interés. Sabemos bien ue los objetos dicen mucho en cuanto al status de su poseedor; pero hay en esto un circulo vicioso: vuelve a encontrarse en los objetos Ja categoria social tal como cn el fondo se ha definido ya baséndose en los objetos Centre otros criterios). La induccién recurrente oculta tuna deduccién circular. La prictica social especifica, y por lo tanto el verdadero objeto de una sociologia, no puede extraerse de esa operacién, * Para detcminadas categois, la escla difeencal ex rele seamen pe (pr dt, damien, a -dslos y de lat series seh sco, FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE u Andlisis estratégico del conocimiento operativo de objetos Puédese sin duda en un primer tiempo considerar Jos objetos mismos y su suma como indicios de adscripcién social, pero importa mucho més considerarlos, en su elec- i6n, su organizacién y su préctica, como el soporte de tuna estructura global del entorno, que es al mismo tiempo una estructura activa de comportamiento. Esta estructura no estaré ya entonces enlazada directamente ‘eon un status més © menos asignado e inventariado de antemano, sino analizado como elemento de la tée- fica social de los individuos y de los geupos, como ele- mento vivo de sus aspiraciones, el cual puede enton- estructura més amplia con otros ica social Ctrayectoria profesional, , Tugar de residencia, red de re Taciones, ete.), pero también contradecirla en parte.* Lo que aparece de todos modos es que no se puede hablar de los objetos en otros términos que ellos mix ‘mos, en términos de ldgica y de estrategia social. Si- multineamente, sin embargo, hay que mantener el ané- lisis sobre un. terreno especifico, determinando qué posicién especifica ocupan los objetos frente a otros sis- temas de signos, y qué campo especifico de pricticas cconstituyen en Ia estructura general del comportamien- to social. Et discurso de objetos, 2es especifico? Parece ser que Ja norma de las actitudes de consumo sea a la ver la de distineién y Ia de conformidad#? En Ast Ia educacién que se da a Tos hijos es un elemento tetico esencial en todot log niveles de la sociedad: pero en determinados niveles, esta forma de realizaciin entra en com fico con Ia reaizaciin a través de Tos objetos Es también Ih parsdoja de la moda: cada cual se endosa 2 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE lineas generales, se diria que existe el predominio del grupo de adscripeién sobre el grupo ideal de referen- cia: se tienen objetos “conformes’, los objetos de sus iguales.!! Pero el problema sigue en pie: gcudl es la posicién especifiea de los objetos —existe uma?— res- pecto de esa norma muy general de las actitudes de ‘consumo? ¢Existe isofuncionalismo, redundancia de los diversos sistemas de signos y de comportamientos re lativos al consumo? 2Ropa, objetos, habitat, ocios, ac- tividades culturales? ¢O autonomia relativa? Asi, os sectores de vestido, equipo doméstico, automévil, apar- tamiento, obedecen todos hoy a normas de renovacién acelerada, pero cada uno de acuerdo con su. ritmo —va- riando por lo demés la obsolescencia relativa segin las categorias sociales, Pero se puede admitir también que todos los demés sectores se oponen a la ver al “habi- tar’, constituyendo, sin embargo, éste —incluso solida- rio del proceso general— una funcién especifica que no podrfa ser asimilada brutal ni idealmente a Jos demés aspectos del consumo y de la moda.!* Reducir todos Jos sectores de signos distintivos a una sincronia, en rclacion univoca con la situacién sobre Ja escala social (o con la trayectoria), seria sin duda liquidar todo un campo de contrastes, de ambigiedades, de disparidades muy rico. Dicho de otro modo: es especifico el co- nocimiento operativo social de los objetos? ¢Traducimos a través de nuestros objetos més que a través de nues- ‘ros hijos, de nuestros amigos, nuestra indumentaria, te., una exigencia de conformidad, de seguridad, o més bien nuestras aspiraciones, nuestras ambiciones sociales, signos distintvos que aeaban por ser los de todo el mundo. TRicsman clasfica In paradoja en tipos de eivilizaciém sucesvos: To innerdirected, que tiende distingurse, sucede lo other- directed, que tiende a conformers. "GE Sobre este punto George Kaona, The powerful con- sumer, y la nocién de un snconspicumns consumption 38 dase mis adelante: “El lujo de Io efimero". FUNCION'SIGNO Y LOGICA DE CLASE B ys en este caso, qué clase de aspiraciones, y a través de qué categoria de objetos? Porque de esta autonomfa relativa, de los objetos y de su préctica en el contexto de las actitudes sociales, se puede plantear una hipste- sis, de una categoria a Ja otra, en el seno de los objetos rismos: se observa con frecuencia, en los apartamentos, que la configuracién de conjunto, desde el punto de vista de status, no es homogénea; es raro que todos Jos obje- tos de un mismo interior correspondan a Ja misma Jon; tud de onda. No connotan ciertos objetos la adscripcién social, el status de hecho, y otros un status presunto, un nivel de aspiraciones? ¢Existen objetos “irrealistas”, es decit que tachen de falso el status real y que atesti- giten desesperadamente un standing inaccesible Canélo- 08, guardando las proporciones, a las conductas de “evasién” o a las conductas ut6picas caractersticas de las fases criticas de aculturacién)? ¢Existen, inversamen- te, objetos testiges, que lo sean, a pesar de un status miévil, de la fidelidad a la clase de origen, y @ una “enculturacién” tenaz? Cédigo formal y préctica sociat ‘As, en ningiin caso serfa legitimo establecer un reper- torio de objetos y de significaciones sociales vinculadas a esos objetos: un cédigo que, en esta circunstancia, apenas si valdria més que una clave de los suefios. No, hay duda que lo abjetos son portadores de significa- ciones sociales ajustadas a las variaciones econémicas, portadores de una jerarquia cultural y social ~y esto fen el menor de sus detalles: forma, materia, color, du- racién, lugar que ocupan en el espacio, etc.—, en suma, que constituyen un cédigo. Pero, precisamente por eso, hhay motivos para pensar que los individuos y los gru- pos, lejos de seguir sin rodeos las imposiciones de dicho c6digo, hacen del sepertorio distintivo e imperative de 4 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE Jos objetos el mismo uso que de cualquier cédigo mo- ral o institucional, es decir que lo emplean a su ma- nnera: juegan con él, hacen trampas con él y le hablan fen su dialecto de clase. Es, pues, en su gramética de clase, en sus inflexiones de clase, como debe ser lefdo este discurso, en las contradicciones que conducen al individuo 0 el grupo, a través de su discurso de objetos, con su propia situa cién social. En Ja sintaxis concreta de los conjuntos de objetos —equivalente de un relato, ¢ interpretable en términos de destino social como el relato de un suetio fen términos de conflictos inconscientes—, en los Japsus, Jas incoherencias, las contradicciones de este discurso, que jamais se reconcilia consigo mismo Ctraduciria en tonces un status social idealmente estable, inverosimil fen nuestras sociedades), sino que, por el contrario, ex: presa siempre, en su misma sintaxis, una neurosis de movilidad, de inercia 0 de regresién social; mis lejos atin, en Ta relacién, eventualmente inconexa 0 contra dictoria, entre este discurso de objetos y las demés con- ‘ductas ‘sociales (profesional, econdmica, cultural), es donde debe Ievarse a cabo un anilisis sociolégico co- ecto. Es decir evitando a la vez una lectura “feno- rmenclégica” (los “cuadros” de objetos referidos @ earac- teres, 0 a tipos sociales) y Ia sola reconstitucién Formal del cbdigo de los objetos que, de todos modos, y aunque encierra una Iégica social rigurosa, jamés es hablado como tal, sino siempre restituido y manipulado segin Ta légiea propia de cada situacién. ‘Ast los objetos, su sintaxis y su retérica, remiten. a objetivos sociales y a una légica social. Aquello de que nos hablan no es tanto del usuario y de pricticas téenicas como de pretensién socisl y de resignacién, de movilidad social y de inereia, de aculturacién y de enculturacién, de estratificacién y de clasificacién social. A través de los objetos, cada individuo, cada grupo FUNGIGN-SIGNO Y¥ LOGICA DE CLASE 15. busca su lugar en un orden, mientras trata de arrollar este orden de acuerdo con su trayectoria personal. A través de los objetos, es una sociedad estratificada la ‘que hablan ® y si, como los medios de comunicacién ¢o- lectiva, por lo demés, los objetos parecen hablar a to- dos (ya no existen de derecho, objetos de casta), no es sino para poner @ cada cual en su lugar. En suma, bajo el signo de los objetos, bajo el sello de Ia propie- dad privada, lo que hay es siempre un proceso conti- uo del valor. Y los objetos son también en todas partes y siempre, ademés de utensilics, Jos términos y ‘1 reconocimiento de este proceso social del valor. UL LA PRACTICA DIFERENGIAT DE LOS OBJETOS Por todas estas razones; porque estratificacién social, rmovilidad y aspiraciones son las claves de una investi gacién sociolégica del “mundo” de los objetos, es la com figuracién de éstos en las clases ascendentes, méviles 0 “‘promovibles” —de un status incierto y critico~, en las clases Tlamadas medias —eje flotante de una sociedad estratificada, clases en vias de integracién 0 de acultu- racién, es decir que escapan al destino de exclusién so- ‘cial del proletariado industrial o al del aislamiento run, sin que por ello gocen de la herencia de una situacién adquirida—, el conocimiento operative de los objetos Cy los aspectos psicolégicos que lo ratifican) en cots catia scales ex Io que not totretd de pr 2 Sin duda incluso, como veremos més adelante, una socle ded de clase. 16 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE Movilidad e inereia social Subido es que un problema esencial es la disparidad, cn estas capas méviles, entre a movilidad intencional (las aspiraciones) y la movilidad real Clas posibilida- des objetivas de promocién social). También sabemos {que estas aspiraciones no son libres, que son funcién de li herencia social y de la situacién adquirida."* Sin llegar a determinado umbral de movilidad, no exis- ten siquiera: es In resignacién absoluta. Por regla ge- neral, son relativamente irsealistas: se espera més de Io que ¢s objetivamente posible alcanzar —y relativamente realistas: no se deja la rienda suelta a la imaginacién ambiciosa (salvo casos patol6gicos). Esta imagen psico- légica compleja veposa a su vez sobre una interpreta cién implicita, por los-actores sociales, de Jos datos so- ciolégicos objetivos; las sociedades industriles ofrecen a las categorias medias posibilidades de movilidad, pero posbilidades relativas; la tayectoria, salvo caso excepcio- nal, ¢s corta, la inercia social es fuerte, las regresiones siempre posibles. En estas condiciones, es indudable que la motivacién para elevarse en Ia escala social tra- duce la interiorizacién de las normas y de los esque mas generales de una sociedad de crecimiento pero que el exceso de las aspiraciones con respecto fa las posibilidades reales traduce el desequilibrio, Ia contradiceién profunda de una sociedad en la que Jn ‘deologia “democtética” de progreso social viene con frecuencia a compensar y a sobredeterminar la inercia telativa de los mecanismos sociales. Dicho de otro modo: Jos individuos esperan porque “saben” que pueden es- perar; no esperan demasiado porque “saben” que sta sociedad opone de hecho barreras infranqueables a una 4+ As, le poporién de obreros que quieren que sus hijoe hagas studios sapernes ts mich menor que Inde oe i dian que penenecen la cases pl FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 7 ascensién libre; esperan sin embargo mds de lo que deen porque viven también de la ideclogia difusa de movilidad y de crecimiento. El nivel de sus aspiracio- nes resulta, pues, exactamente de un compromiso entre tun realism alimentado por los hechos y un irrealismo ‘mantenido por Ja ideologia ambiente —compromiso que refleja a su vez In contradiccién intemna de la socie- dad_global. ‘Ahora bien, este compromiso que los actores sociales realizan en sus proyectos de futuro y en los telativos 1 sus hijos lo expresin también primero en sus objetos. El orden doméstico y el veredicto piblico ‘Aqui, hay que adelantarse a una objecién posible: la de que 1a propiedad privada de los objetos crearia para cellos una jurisdiceién especial, que distinguirla total- mente las conductas relativas a los objetos privados de todas las demés conductas, regidas por las obligaciones sociales. Lo “privado” y lo “social” no se excluyen ef ‘uno al otro mas que cn a imaginacién cotidiana y, si Jos cbjetes forman aparentemente parte del orden domést co, hemos visto que su sentido no se aclara sino por su relacién con las coacciones sociales de conformidad y de movilidad. Mas profundamente, la jurisdiccién del Sistema de valores sociales es inmanente al orden domés- tico, La relacién privada oculta un reconocimiento y tun asentimiento profundos al veredito pablico, Cada ‘cual, en el fondo, se sabe, si no se siente, juzgado por ‘sus objetos, juzgado segiin sus objetos, y cada cual, en €l fondo, se somete a este juicio, aunque sea por Ja desa- probacién, Se trata aqui més que del imperativo de conformidad procedente del grupo restringido o del de movilidad ascendente procedente de la sociedad glo- bal —se trata de un orden en el que ceda grupo o indi vviduo no puede por menos de venic a ordenarse, en 18, FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE el movimiento mismo que lo hace existir socialmente. En lo “privado”, lo “doméstico” Cy por lo tanto también en el entorno de objetos), vivide por é como zona refugio mis acd o més allé de las coacciones sociales, como campo auténomo de necesidades y de satisfaccio- nes, el individuo no cesa, sin embargo, jamais de atesti- guar, de pretender una legitimidad y de asegurarla por signos, y de traducir en Ia menor de sus conductas, a través del menor de sus objetos, Ja inmanencia de una jurisdiccién que en apariencia recusa Retérica ambigua: triunfalismo y resignacién Ahora bien, este veredicto, para las categorias que nos interesan, no es jamas positivo: el progreso de estis en Ia escala social es siempre relativo, a veces inisorio, ¥ sobre todo la legitimidad, es decir la posibilidad de fun- dar en valor propio su situacién adquirida, se les escapa. Es esta legitimidad contrariada Cen el plano cultural, politico, profesional) lo que hace que estas clases medias inviertan con tanto mayor afin en el universo privado, en la propiedad privada y la acumulacion de objetos, autonomizando todo esto por defecto para tratar de fes- tejar una victoria, un reconocimiento social verdadero que se les desvanece. Ex Jo que da a los objetos en este “medio” un status fundamentalmente ambiguo: detris de su trfunfalismo de signos de la promocién social, exhiben Co confiesan) secretamente la derrota social. Su proliferacién, su “esti- lizacién”, su organizacién esta anclada ahi, en una ret6 ica que, para utilizar los términos de P. Bourdieu, cs propiamente una “retérica de la desesperacién”. La manera que tienen los objetos de hacerse ver ¥ de querer como prevenir las objeciones de valor, de someterse a la jurisdiccién latente de las jerarquias socia- les sin dejar por ello de recusarlas de antemano, todo FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 19 esto, que constituye el drama vivido de la propiedad privada, figura igualmente una pasién social, y alimenta ‘el patetismo social de ese discurso de objetos. No alvi- demos, mutatis mutandis, que Ta exposicién de la cosecha fen montén en los jardines de los Trobriandeses es siem- pre una provocacién, una competicién, un reto, pero tam- bién un rito destinado a hacer surgi un orden de valores, tuna regla del juego para integrarse en él, En el potlach, es la destruccién insolente de los objetos y de las rique zas la que “constituye Ia prueba’. En la propiedad y el consumo privados que conocemos, y que estén apa- entemente fundados sobre el orden individual, este aspecto social antagénico de la prestacién est4 como con- jurado, resuclto, Pero no hay nada de es0; puede ocurrit incluso que los procesos de una sociedad “de consumo” reactiven poderosamente esta funcién de exponentes “antaginicos” de los objetos. De todos modos, algo de estas précticas primitivas nimba todavia los objetos actua- Tes y hace que su presencia no sea jams neutra, siem- pre vchemente, Las modalidades estilisticas Diversas modalidades esilisticas sefialan al_ nivel de los objetos esta “retdrica de Ja desesperacién”. Todas corres ponden a una légica Cy a una estética) de Ja simulacién simulacién de los modelos burgueses de organizacién doméstica. Hay que sefalar por lo demas que los mode- Tos de referencia no son los de las clases superiores ‘contemporineas, en la medida en que éstas son adictas una invencién mucho mis amplia. La referencia de las clases “promovibles” es el orden burgués tradicional, tal como se impuso desde el Imperio y la Restauracién, adaptado a su vez de modelos aristocréticos anteriores. Este orden retérico “pequenoburgués” esté regido por dos modos esenciales: saturacién y redundancia de una 20 PUNGION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE parte, —simetria y jerarquia de otra. Las interfereicias son 2videntemente numerosas (asi la simetria es también una -edundancia, pero incluye a centralidad). Sin embargo, 1s dos modos son muy distintos: el uno —saturacién/ ‘edundancia~ que expresa lo inorginico, el otro —sime- rela/jerarquia~ que expresa Ja estructura orgénica de 2ste orden. Sefialemos edemds que estos modos de orga- nizacién no estin ligados por esencia al orden burgués © pequesoburgués: corresponden también a un andlisis antropolégico 0 estético més general. Pero no nos inte- resan aqui sino por definicién social, como retirica es pecifica de determinada categoria social La saturacién: sabido es que la casa burguesa esté cerrada sobre sf misma y repleta. Herencia, acumulacién con signos de “status” y de buena posicién. En la misma linea, el interior pequenioburgués se sefala por el amon: tonamiento. Es cierto que falta a menudo espacio, pero esta penuria de espacio suscita a su ver una reaccién de compensacién: cuanto menor es ef espacio de que se dispone més se acumula Calgo asi como, en Ia ausencia de motivaciones culturales “nobles’, actia, en los juegos radiofénicos, el criterio de memoria cuantitativa). A veces, por lo demés, son determinadas habitaciones, de- terminadlos rincones de 1a casa los que estén “llenos". Lo que habrfa que captar es més bien los aspectos dive 10s de un juego sobre To Hleno y Jo vacio, una logistica ‘que convierte ciertos lugares en reservas, stocks, alma- eenes —el desvén y el s6tano desempefiaron en otro ticmpo un papel anélogo. Acurpulacién pura y simple © conglomerados de objetos, sintagmas parciales y resi duos, coneepeiones sinticticas de conjunto: una casa, un aposento pueden asi. topografiarse analiticamente. Una vex més, este proceso carece de interés si no se sigue por una légica social: de la acumulacién de penuria 2 la arquitectura refleja, cada clase tiene sus modos de ‘organizacién. FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE OLASE 21 La tactica de la maceta y del macetero La redundancia: es toda la envoltura teatral y barroca de la propiedad doméstica, La mesa esti cubierta por tun tapete, protegido a su vex por otro de plastic. Cortinas y dobles cortinas en las ventanas. Tapices, fun- das, calzos, revestimiento de las paredes, pantallas. Cada figurita descansa sobre un pafito. Cada flor tiene sa maceta, cada maceta su macetero. Todo esth protegido y enmarcado. En el mismo jardin, cada macizo tiene tuna alambrada y cada paseo un subrayado de ladtillo, ‘mosaicos, etc. Puede analizarse esto como una compul- sin ansiosa de secuestro, como simbélica obsesiva: no sélo poscer, sino subrayar dos veces, tres veces, Jo que se posee, es la obsesion del dueio del hotelito y del pe- quefo peseedor. Aqui como en otro lugar, en la sedum dancia de los signos, en sus connotaciones y su enmien- da es donde habla el inconsciente, Pero hay otra cosa que habla también, y es impor tante sacar otras conclusiones: 1. La sobrecarga de los signos posesives, que actiian aqui como demostrativos, puede analizarse como la in- tencién no sélo de poseer, sino de demostrar eémo se posee bien.* Ahora bien, esta demostracién, esta st Tecceabnecién “de eal” cx siempen selatvn al grupos tiene no sélo por Funcién psicolégica reasegurar al pro- pietario sobre su posesién, sino por funcién sociolégica afiliarlo a toda la clase de los individuos que poscen de la misma manera. Asi, los signos mismos de lo privado actian como signos de adscripeién social. A través de tal o cual comportamiento simbélico, es todavia el im- pperativo cultural de clase el que habla Cno tiene nada que ver con una conciencia politica de clase). CE cl mozo de café en Sartre, cuyo juego sobresgnifi cante tiende ne tanto a hacer algo como a hacer ver hasta qué punto Io hace bien - 2 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE 2 Es interesante a partir de aqui referic el cardcter a la vez ansioso y triunfante de estas conductas de posesién a la posicién ‘especifica de Ia Co de las) clase media sobre Ia trayectoria social. ¢Cémo definisla? Es una clase que ha ido bastante lejos para intetiorizar los ‘modelos del triunfo social, pero no lo suficiente para dejar de interiorizar simulténeamente su fracaso. Se distingue del proletariado por Ta connotacién de Jo que posee, por la supervaloracién de su posicién relativa, por exceso. Pero se distingue al mismo tiempo por defecto de las clases superiores al subrayar los limites de lo que ha alcanzado, y por Ja conciencia implicita de que es eso todo lo que. podré jams alcmzar. De donde el doble movimiento de triunfo y de resignacién, en ese trazo negro que rodea todos los objetos como para enmar- carlos, ennoblecerlos, y que es a Ja ver un reto Taborioso 4 las formas inaccesibles de posesién. En una sociedad estratficada, Ja clase media ha establecido un compro: ziso; este compromiso es su verdadero destino de clase social, y es este compromiso, definible sociolégicamente, el que se refleja en cl ritual a Ja ver. victorioso y resig- nado con que rodea sus abjetos. EL “gusto” por Io antiguo Puédese asi hacer del objeto antiguo toda una psicologta, hasta un psicoandlisis Cobsesién de autenticidad, mistica del pasado, del origen, densidad “simbélica” y otros as pectos vividos més 0 menos conscientes). Pero lo que nos concieme es la funcién social distintiva, indisociable en todos los niveles de la “sustancia” psicolégica vivi- da de lo “antiguo’” El objeto antiguo se inscribe en Jo barroco cultural. Su valor “estético” es siempre un valor derivado: en 41 se borran los estigmas de la produccién industrial y Jas funciones primarias. Por todas estas razones, el gusto FUNCIONSIGNO Y LOGICA DE CLASE 23 por lo antiguo es caracteristico del deseo de trascender la dimensién del triunfo econémico, de consagrar en un signo simbélico, culturalizado y redundante, un triunfo social o una posicién privilegiada. Lo antiguo es, entre otras cosas, cl triunfo social que se busca una legitimi- dad, una hereneia, una sancién “noble”. Seri, pues, lo que correspondle a unas clases privilegia- das a las que importa transmutar su status econémi fen gracia hereditaria. Pero es igualmente lo propio de ‘capas asalariadas medias que, por medio de la compra de muebles nisticos (aunque sean producidos industrial mente), quieren consagrar también su status xelativo, como promocién absoluta Crespecto de las clases inferio- res). Y estaré también en consonancia con unos sectores marginales —intelectuales y artistas en los que el gusto por To antiguo revelard mis bien el rechazo Co Ia afi cién vergonzosa) del status econémico y de la dimen- sién social, una voluntad de situarse fuera de clase, pponiendo a contribucién para ello Ta reserva de los sig- nos embleméticos del pasado anterior @ le produccién industrial ‘Asi, careceria de interés comprobar que determinada clase se alimenta del estilo “de época”, en tanto que otra 2 © también en toda Ia colecin de ls objeto “desiants” de ota omen ion ao, es se cibiben uy en lor esenpaates del Pas de I vila Suter at Sena. Todo tn fnfierno del objen "nie! (o de ikstin ‘esvingda) en. su inutldad oso excentcded, todo un i emo del objeto de Tajo, que sueta eae fondo del bao isjense de Saint Honoré, Us decir que sw originalidad forsada a de rpc corm un reo de'clie intecuaes arg as sferes “Tegtioas” de Ios rivilegios de is soiead jetos desviantes gustan por su provocseién, su no lena a ee qu einen, pe «too, pot, cen su dlegitimidad, un Valor absolut. Reto a los modelos abeor Tuts, som también un reto 2 los objetos en serie: quieren ser absolutes en su singularidad, coyumtura exacta de lo inteles ‘ual excepetonal 24 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE del ristico industrial, y otra més del mucble campesino auténtico del xvms, para establecer una estratificacin social en términos de gusto: esto no reflejaria sino las coacciones culturales y las leyes del mercado, Lo im- pportante es ver, en cada nivel, la postulacién social es pecifica que expresa el gusto por lo antiguo: éce qué clase social se pretende quitarse Ja marca? ¢Qué posi- ‘idn social se sanciona? ZA qué clase 0 modelo de clase se aspira? Por encima de las relaciones descriptivas que ccontcaponen simplemente un nivel social y un tipo de objetos o de conductas, es In légica cultural de la movi lidad Jo que hay que captar.”* EL barniz y el laqueado Otros aspectos vienen a confirmar el compromivo cultu- ral de clase al nivel del entomo. Es el triunfo del com: dicionamiento, del envalvimiento por una moralidad pu- ritana omnipotente, de la higiene ritual. Es el triunfo de lo barnizado, de lo pulimentado, de lo chapeado, de Jo encerado, de lo pintado al encausto, de Io lustzado, de lo vidriado, de lo plastficado. Toda una ética de la proteccién, del cuidado y de la limpicza, que converge con el ritual disciplinario del encuadramiento de que se ha tratado (los circules concéntricos de 1s propiedad: postigos, cortinas, dobles cortinas; revestimientos, plintos, colgaduras; mantcles, manteles individuales, colchas, car- ppetas, etc.). Del mismo orden también que el arreglo simétrico en el que las casas se duplican para reflejarse: ‘ota redundancia, Un objeto no existe literalmente més © Qaianen te manony rc poring 4 lo Banoce dee anigu les campesnes, tuys aspiracones an por el rachaza de los signs el posado cin el objeto Ensece modern y funcional, los bees, pore som nase gutless fs moval Gato yo Henge sts gue defender © que legitmar. Seice lo "Antiguo", ce Le rime es ebjers, op ct FUNCIONSIGNO Y LOGICA DE CLASE 25 que si se repite asi en si mismo y si se puede leer en esta redundancia especular Ia ecuacién fundamental que es la de la propiedad : A es A, Principio econémico sancionado por la apropiacién simbélica Cespejos): es Ja légica formal del entorno “Cpequefto) burgués"”* Es ta ordenacién formal tiene indudablemente valor ideo- légico: légica cuclidiana y aristotdlica, tiende @ conjurar el devenie social en un orden, a abolir las contradiccio- nes en un ritual tautolégico. ‘La simetria (con Ia higiene y 1a moralidad) es Ja re ppresentacién “espontinea” que las clases medias tienen de la cultura. El juego con la asimetsia no hace sino consagrar esta representacién El fanatismo moral del ajuar doméstico En esta perspectiva, lo pulimentado, lo barnizado Ceomo cl encuiadramiento, la simetria) son Ta exaltacién de un modelo cultural “trivial” que no es el de la belleza y del fomato, sino el moral, de la limpieza y de la correceién. Los objetos son aqui por completo el equivalente de los hijos, a los cuales es preciso ante todo inculear los buenos modos, a Tos que hay que “civilizar” sometién dolos a los imperatives formales de la urbanidad. Ahora bien, éste es un compromiso de clase: Ia obsesién de lo impecable, el fanatismo del ajuar doméstico corresponde a Ia exigencia de sobrepasar la estricta necesidad del uso hacia un parecer —imperativo de Ta promocién cul- tural, pero este parecer no puede tener, dado el ethos muy fuerte de trabajo y de mérito, las trazas de la gratuidad o de la prodigelidad pura: seré, pues, el objeto de un haccr continuo, de wn ritual doméstico Iaborioso, He "Tendencia opuesta, en sus prinelpios de “diserecién” Clos objets som individandos, unidades distintas en su funciin y su Forma) y de redundancla, a los principios “modernos” del en. toro: fluider, polivalencia, combinatoria e integracién mévil de elementos 26 SIGNO Y LOGICA DE CLASE de un sacrificio doméstico cotidiano, El objeto barnizado «s satisfactorio para una dilatada categoria sociocultural, porque resume, contradictoriamente sobre el plano for ral, pero segiin una logics social muy cefida, los dos imperativos de la prestacién de prestigio (valor de cam- bio signo) y de la prestacién de mérito (valor de uso y de productividad), ofteciendo asf la figura de sintesis e una conspicuous morality. Este status cultural del objeto entra en contradiccién directa con su status préctico. La conciencia doméstica dlesbarata esta contradiccién de todos modos: “EI objeto bamizado es mds bonito, dura més”, y, en el limite de la paradoja: “EI objeto encerado, plastificada, se limpia ¥ conserva mejor, exige menos trabajo", en tanto que ‘esta solicitud es precisamente la del trabajo y cuyo efecto « hacer mis frigiles los objetos y complicar su mani- pulacién. De hecho, el trabajo doméstico sélo tiene secundariamente un objetivo prictico Chacer los objetos aptos para el uso): es una manipulacin de otro orden simbilica—~ y que eclipsa a veces totalmente el uso prictico Cel servicio de plata que se limpia con regu- Taridad sin exhibirlo jamais sobre Ia mesa). Si el inmenso trabajo de las mujeres en el hogar Caifios y objetos) no aparece en las contabilidades nacionales, se debe sin duda a que éstas son demasiado abstractas para consignar ‘tra cosa que Ia rentabilidad social formal, pero tam bién a que este trabajo en su intencién no se asimila profandamente a un eéleulo econémieo, sino a un eéleulo simbdlico y estatutario, dictado por Ia configuracién de las relaciones sociales de clase.” Hay, por Jo demés, por encima de la ética de realiza- cién que acabamos de analizar, un verdadero patetismno % Es un esi scl stencil el del empleo de un per tal damésies pun ene fa Carvienta ele, espns een dfonbre do la ac, ‘te). Toner una vient, co slit dela cla li FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE wz en esta solicitud obstinada: opuestamente a Ja prictica concreta que se tiene de los objetos y que esti siempre definida (por su Funcién), esta solicitud es ilimitada —se alimenta y se devora ella misma segiin los procesos de tuna conciencia desdichada. En su formalismo perleccio- nista, remeda el arte por el arte, precisamente porque no ¢5 ni un verdadero trabajo ni tampoco una verdade- za cultura. Es una sobrepuja de los signos de civilizacién aislados de su finalidad cultural: una retérica. La retérica de la salvacién doméstica, y no una economia doméstica racional, Triunfante y doliente. Inalterable en su dogma y su ritual, y alienada en su sentido, Es Ia verdadera cultura de la cotidiancidad. El privilegio de lo “natural” La logica de la diferenciacién cultural va a imponer, a un nivel privilegiado, la negacién, la destutorizacién de esos valores de pulimentade, de barnizado, de cuida- do, a cambio de los valores de franqueza, de “naturali- dad’: to bruto, lo mate, lo silvestre, lo descuidado, Esta “franqueza” del objeto sancionada por el gusto no tiene, sin embargo, nada de “natural”; se deduce, por el con- trario, de la devociin de las clases inferiores a lo artifi- cial, a la afectacién barroca del decoro, a los valores morales de lo velado, de lo revestido, de lo euidado, de Io perfilado, a los valores morales del esfuerzo. El alisio es aqui un error cultural. La cozteecién (el eondiciona- miento represivo), las buenas maneras en materia de ‘objetos, que fueron en otros tiempos los signos culturales de la burguesta, estén estigmatizadas como rasgos distin- tivos de las clases pequefioburguesas que se han apode- ado de ellas. La funcin esencial de los valores de “sin- ceridad”, de “autenticidad”, de “desnuded”, ete. —las paredes de cemento sin alisas, las maderas mate, las pieles 28 FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE “desolladas’, ete.—, es, pues, una funcién de distincién, yy su definicién es social ante todo, Aqui todavia, se racionaliza, pero menos en términos de préctica inmediata ("es mas prictico”, “se lava mejor”) que en términos de funciones secundarias Ccontacto dizecto”, “ambiente mis acogedor”), y sobre todo en tée rminos de estética funcional C“abolicién del decorado”, “verdad del objeto”, “promocién de Ja forma’, ete.) se da a entender que los objetos habrin de obedecer, de acuerdo con un progreso continuo, a una légica esté tica interna que los conduzca finalmente a transparecer cen su “verdad”, en Ia sintesis armoniosa de su funcién y de su forma. Es Ja teoria fundamental del diseio. ‘Ahora bien, la hipStesis de un avance progresive, de mo- delo en modelo, hacia un estadio ideal del entorno, hipé- tesis que secretamente se apoya sobre la representacién del progreso tecnolégico, implica toda una ideologia, ya que enmascara la funcién social de Ta innovacion for mal, que es una funcién de diseriminacién cultural. La innovacién formal en materia de objetos mo tiene como fin un mundo de objetos ideal, sino un ideal social, e de las clases privilegiadas, que es el de reactualizar per petuamente su privilegio cultural Innovacién formal y diseriminacién social La prioridad de esta funcién social de discriminacién sobre In Funct “estétia" es leyible en la moda, donde pueden ser reactivadas a cada instante las formas mis aberrantes y mis arbitrarias en el plano estético, con el solo fin de proveet 4 um material siempre nuevo de sig- or dstnsve. " . Todo esto es para decir que les oposiciones paradigm tieas bamnizado/mate, envvelto/desmudo, pulimentado/ bnuto, etc, no son Gnicamente los instrumentos de un anilisis semioligico del mundo de los abjetos, sino diseri- FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 29 ‘minantes sociales, rasgos no sélo formalmente distints, sino socialmente distintivos, siendo su valor contextual, naturalmente, relativo, ya que Ja desnudez de un muro puede ser o la de la miseria bruta, la de la indigencia, 6 la del Tajo “brutaist’. Dicho de otro modo todavia, lo que se quiere hacer pasar por “universal” al nivel de una légica racional de los modelos, por belleza eabal, por verdad absoluta de Ja funcién y de la forma, no tiene en el fondo mas verdad gue la, efimera y relativa, de su posicién en la Iégica s0- cial que impone. Ese “universal” no ¢s todavia mas que tun signo particular, un exponente de clase. El efecto de “belleza”, de “natural”, de “funcional” (en el sentido ideal del funcionalisme) se inscribe en esta relacién de clase, y no puede ser disociado de ella, En un estadio ulterior, el privilegio estético no se vincula ya ni al bamiz, ni a lo bruto, sino a la libertad de combinar a voluntad todos los términos: el coftecillo Taquesdo esté junto a Ia madera rugosa, el mérmol liso junto al cemento sin pulir, ete A este nivel de vanguar- dia, ha desaparecido Ia bareera de lo exclusiva que impo- nia a los pequefioburgueses la arafa artificial y a los cultivados Ia desnudez “natural”: aqui, todo esta recupe- rado, todas las combinaciones son posibles. Pero una vez més, lo que sobre el plano formal aparece como un reba- samiento hacia una posicién universal toma su verdad cde uma significacién social inversa: el término universal (Gsintesis de las diferencias) vuelve a convertirse en un factor eficaz de discriminacién, puesto que sélo algunos clegidos podsin llegar a este estadio de la combinatoria estética, quedindose los otros relegados a Ja manipulacién amoral de los objetos domésticos. Lo universal, en materia de objetos y de célculo de objetos Ccomo en otros), vuel- La meacla hoy de mods por doquier, en publicidad, de- coracién, vests, atestigua la misma "libertad": el geometismo spinster bee yt ris Gel exo de principis de siglo. 30 FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE ve a convertirse en el titulo de nobleza de una categoria particular El célculo estético esté siempre inmerso en la logica social. Para no tener en euenta este proceso ideolégico es por lo que los diseftadores se esfuerzan en popularizar formas “funcionales”, “racionales’, audaces, asombrindo- Jes que no seduzcan espontineamente al gran pablico. ‘Ahora bien, tras de su piadosa letania Ceducar el gusto del pblico), los creadores “populares” llevan adclante su te: los bellos objetos modemos, est- Tizados, et., son sutilmente creados Cpese a toda Ja buena fe inversa) para no ser comprendidos por la mayoria, al ‘menos inmediatamente —su funcidn social es ante todo ser signos distintivos, objetos que distingan a aquellos que les distinguen. Los demés no los verin siquiera.* 2 EI mimo andlie poede hacene en materia de mobiliria oo ya Segin su. mate sino sepia st funckin). Lo mis oko dt fncnalino’ ch mics son ley lenin, i Wiles, encajados, que, con el complemento de nor jin, opertise's vluntad en Siam, sets ie ao inven nada en sbuluo Cobjew puro): cx el Archi smote, Favre aualticy, ene, plirlence tox, Pema indiscutblemente “raconal”. Firmala que coincide paradajice mente con la de lr Elad Media 0 el madi comperno pobre, onde el mismo elemento el arca— seria tambien de mest Sethe de capt 7 de arma Pay ls & den smente inven: el elemento mvt contemporinen, Ij de st Xa lucie. de penuia cx la sinters de tedar la fanciones erencindse y de toda Jnr distincones Tujoat, Ex al colmo de le senilcr yy wne Ta Cla) fe de ex senciler apa tot hae de concen acne asco Se mica 'y “popula” del porn En’ cuanto los rece, Sempre ‘eal tadicen inplaceblemente Ta Wigica cal (sta feemas simpler son un refiamieno coubto. “Aqui tam ‘itn, se justifies Ta fnnovackén formal en trios de. rgor, de tconomia, de “truer”, «neces inciao en teminer Ae penuria,y de urgencia: “De. ser precio, su cama. podsd Seotaine chm ttf gue No md gue tm juego, y juege sobre In neces bs ag eminent, La) imvacon tenice —tetl~ no, ene some Ba ‘uta economia rea, sinoe juego de Ia disinién toca FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 31 El flujo y el reflujo de las signos distinivos Fsta contradiccién entre l6gica racional y econdmica y Jogica cultural de clase afecta a otro aspecto esencial de Jos objetos: su status en el tiempo, su ciclo de desgaste y de renovacién. Las diversas categorias de objetos tionen una longevi- dad variable: morada, mobiliario, aparatos domésticos, ‘rv, ropa blanca, vestidos, gadgets. Pero sobre toda Ja gama de objetos juegan, en el célculo de su duracién, dos variables distintas: su tasa de desgaste real, inscrito en su estructura téenica y su material —el valor que adguieren como patrimonio 0, inversamente, el antigua- rmiento acelerado debido a la moda. Lo que nos importa aqui es este valor segundo, y su selacién con la situacién respectiva de los grupos en una sociedad industrial m6- vil y estratificada: en qué un determinado grupo se dis- tingue por su adhesién més o menos fuerte a Jo efimero y a Jo duradero, cul es la respuesta diversa de los grupos, Segiin su posicién sobre Ia escala social, a los imperatives de renovaci6n acelerada de la moda. La moda, en efecto, no refleja una necesidad natu- ral de cambio: el placer de cambiar de vestidos, de ob- jetos, de coche, viene a sancionar psicolégicamente coac- ciones de otro orden, coacciones de diferenciacién social y de prestigio. El efecto de moda no aparece més que en las sociedades de movilidad social (y pasado determinado umbral de disponibilidades econémicas). El status social ascendente 0 descendente debe inseribirse en un flujo y reflujo continuo de los signos distintivos. Tal clase no esti ya asignada de manera duradera a tal categoria de objetos Co a tal estilo de vestidos): todas las clases, por el contrario, se hallan asignadas al cambio, todas asumen como valor la necesidad de la moda, asi como participan (mas o menos) del imperativo universal de Ja movilidad social. Dicho de otro modo, como Jos objetos 32 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE esempefian el papel de exponentes del status social, y como este status ha llegado a ser virtualmente mévil, los objetos atestiguarin siempre a la vez una situacién adquirida (siempre lo han hecho), pero también, al ins- cribirse en el ciclo distintivo de la moda, virtualidades de movilidad de ese status social. Se puede pensar que los objetos, por su presencia ma- terial, tienen ante todo como funcién ta de durar, Ja de inseribie el status social “en duro”, Esto era cierto respec- to de Ja sociedad tradicional, en la que Ja apariencia exterior hereditaria atestiguaba Ia realizacién social, y cn limite la eternidad social de una situacién adqui- rida, La descripeién y la seméntica social del entomo podia ser entonces relativamente simple. Y en un sentido lo es en efecto siempre asi: en cualquier nivel social que ros situemos, existe siempre Ja tendencia a perpetuar en Jos objetos Cy en los hijos) una situacién adguirida. Los ‘objetos de que nos rodeamos constituyen ante todo un balance, una atestiguacién Ceventualmente resignada) del destino social. Aparecen por lo demas a menudo como simbélicamente enmarcados y fijados en Ta pared, tal come en otto tiempo el titulo profesional. Una posicién, tun destino: es0 es lo que los objetos dan a ver ante todo. Por Jo tanto, lo contrario de una movilidad social. Elegi- dos, comprados, ordenados, forman parte de la realiza- cidn cumplida, no de la cjecucién ascendente. Rodean al hombre con su dimensién adscriptiva. Aunque sobee ppujan Cy no es raro) el éxito social real, aunque parccen tomar opcién sobre el porvenir, no es jamés a través de los objetos como el hombre social es mévil, como el hom- bre social se realiza. Sobre ellos se repliega, y Jos objetos traducen a menudo todo Io més las aspiraciones sociales contrariadas. Esta funcién de inercia de los objetos, cuyo resultado cs un status duradero, a veces hereditario, esté hoy com- batida por Ia de tener que significar el cambio social. FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE 33 A medida que el hombre se eleva en la escala social, los objetos se multiplican, se diversifican, se renuevan, Muy pronto, por lo demés, en circulacién acelerada bajo el signo de Ja moda viene a significar, a hacer ver una mo- Vilidad social que no existe realmente. Es ya el sentido de ciertos mecanismos de sustitucién: se cambia de coche falta de poder cambiar de apartamiento. Es més claro todavia que la renovacién acelerada de los objetos eom- pensa a menudo una aspiracién decepcionada a un pro- {reso social y cultural. Es lo que hace tan compleja la “lectura” de los objetos: ora su movilidad refteja el stan- ding ascendente de determinada categoria social, signifi- céndolo positivamente, ora viene a compensar por el con- trario la inercia social de determinado grupo o individuo, cuyo deseo de mavilidad, entonces, fallido y contrariado, vviene a inscribirse en la movilidad artificial del decorado. Es toda Ia ideologia de la moda lo que esté aqui sobre el tapete. La légica formal de la moda impone una m lidad acrecentada por todos los signos sociales distintives: esta movilidad formal de los signos, gcorresponde a una ‘movilidad real de las estructuras sociales Cprofesionales, politicas, culturales)? Indudablemente no. La moda —y ‘més ampliamente el consumo, que es inseparable de la ‘moda— oculta una inercia social profunda. Ella misma es factor de inercia social en la medida en que en ella, a través de los cambios visibles, y con frecuencia ciclicos, de objetos, de vestidos y de ideas, ocurre y se frustra Ja exigencia de movilidad social real. A la ilusidn de cam- bio se ageega la ilusién democritica Ces la misma bajo ‘otro aspecto). El apremio de fugacidad de Ja moda se supone que elimina Ja herencia de les signos distintivos, se supone, 8 cada momento del ciclo, vuelve a poner a todo el mundo en igualdad de posibilidades. ‘Tucks los objetos son revocables ante la instancia de Ja moda: esto bastaria para crear la igualdad de todos ante los objets Ahora bien, esto es evidentemente falso: Ja moda, como 44 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE Ja cultura de masa, habla a todos para poner mejor a cada cual en su lugar. Es una de las instituciones que restituye mejor, que fundamenta con el protexto de abolila, Ja desigualdad cultural y la discriminacién social. Pretende estar por encima de la ldgica social, ser una especie de segunda naturaleza: de hecho esti por entero regids por Ia estrategia social de clase, Lo efimero “moderno” de los objetos Cy otros signos) es de hecho un lujo de here eros EL lujo de lo effmero Desbordaremos aqut un poco del dominio de Jos objetos hacia la arquitectura, para ilustrar lo que acaba de decirse de Ja moda y de la distincién social de clase. La arquitec- tura es, en efecto, un dominio en el que la oposicién efimero/duradero es muy sensible a la imaginacién, Para cierta vanguardia de la arquitectura, la verdad del habitat futuro esté en Ia construccién efimera: es tructuras méviles, variables, desmontables. Una sociedad movil debe tener un habitat mévil. Es verdad, sin duda, {que esto se inscribe en la exigencia social y econémica % La mada —y ex en, ito en lo que es caractriicn de Jas socedades “moderas" sella ua compromsn entge Ta neceidad de ianovac y la de no cambiar nada del otden funds: men, Se rue, ot ot up gy del ean, Ea ee jugo de Is novedad, fo mew y lo antigua som funcionalmente Squlvleney. St nee atenenm “se lg vivid, veremos dis tendencias inverse: 1a necesdad Se cambiar y In necesdad nowiigiea de las ene vieja De hecho, la funcién del new iook y del ld feshton c= In aternanci’ resulta en todos es niveles de una covcciin ligica del sistema —lo antigua y lo ica” de Ia mods. La. "modezno” elo nacvo l paradigma ” yy 10 antigo —que no tienen Va valor de tiempo. Por la misma fazén, lo “moderna” mo tiene mada que ver con una prictica seta, con un cambio real, con una innovacién de estracturas. Lo icra y lo antiguo, el neologismo y el areaismo son home. igéneon ene] juego del cambio. FUNCION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 35 de la modemidad. Es cierto que el déficit social que re: presenta hoy Cy cada vez més en el futuro) Ja construe- cién parcelaria en duro y en duradero es cclosal: contra- dice la racionalidad econémiea y de los intescambios sociales, la tendencia irreversible hacia una movilidad social, una flexibilidad de tas infraestructuras, ete, max yores.* Pero si bien, por todas estas razones, la arqui- tectura efimera ha de ser un dia Ja soluciin colectiva, 8 por el momento el monopotio de una fraccién priv legiada a la cual su standing econémico y cultural per mite poner de nucvo en tela de juicio el mito de Jo duradero. ‘A causa de que gencraciones burguesas han podido gozar de la decoracién fija y secular de la propiedad, es por lo que sus herederos pueden hoy darse el lujo de renegar de Ia piedra sillar y exsltar lo efimero: esta ‘moda les pertenece. En cambio, todas las. generaciones de clases inferiores, cuyas posibilidades en el pasado de tener acceso a Jos modelos culturales a Ja vex que a Ia propiedad duradera fueron nulas, ca qué se quiere que aspiren, sino a vivir ellas también el modelo bur- gués, y a fundar a su ver, para cllas y para sus hijos, tuna dinastia irisoria en el cemento de las residencias 0 1 pedernal de las construcciones de los suburbios?, ges ‘mo se puede exigir de esas clases hoy “promovibles” que ro sacralicen los bienes inmuebles y acepten de golpe cl idealismo de las estructuras mévilés? Han nacido para Aescar lo que dura, y esta aspiracién no hace més que traducir su destino cultural de clase. Reciprocamente, el culto de lo efimero va unido ideo- Togicamente al privilegio de la vanguardia: segiin Ia 16- gica eterna de Ja distincién cultural, una fraccién priv ® Con todo, habeia que toner en cuenta las Funciones Iter tes, psicocolectivas de Io “duro”, de lo sélido —funciones pode rosas de integracién que entran también en el "presupuesto” social 36 FUNCION-SIGNO ¥ LOGICA DE CLASE legiada saborea la instantaneidad y la movilidad de las cestructuras arquitect6nicas en el momento en que Jos demis Hegan precisamente a la cuadratura de sus muros. Unicamente las clases privilegiadas tienen derecho a Ja actualidad de los modelos. Las otras tienen derecho a ellos cuando esos modelos han cambiado ya. Si, por lo tanto, en la légica de Jas formas, Jo efimero representa la verdad de la modernidad, si representa la Formula de Futuro de una sociedad racional y armonioss, cl sentido que toma en el sistema cultural presente es totalmente distinto. Si, en su fundamento logico, Ja eul- tura juega sobse los dos términos distintos: efimero/ duradero, ninguno de los cuales puede ser autonomizado (la arquitectura seré siempre un juego del uno al otro), cen el sistema cultucal de clase, en cambio, esta relacién, se manifiesta en dos polos distintivos, uno de Jos cuales, lo efimero, se autonomiza en modelo cultural superior, remitiendo el otro, Io duradero, a su antiguamiento, ¥ a las aspiraciones de una mayoria ingenua.** IV. UNA LOGICA DE LA SECREGACION No son més que unos cuantos elementos de un andlisis ligica de los mecanismos sociales que se articulan sobre Ja funcidn distintiva de los objetos Cy de su prictica). [Nos hemos apoyado sobre los elementos culturales ticti- os de la “clase media", oponiéndolos a Jos de una capa privilegiada. Esta simplificacin es evidentemente abu- siva, y un andlisis més detenido deberia dar por resultado una clasficacién jerdrquica més diferenciada, una estra- tificacién més fina de la pirimide social 2% Exise, saturalmente, también una cuestin de precio: Ja pola mis sudan. por fo tao a mi fine, tambien in mde cara, en tos ls dominios, Pero el precio no viene mds que a sancionar un proceso légico de disctminacién FUNGION-SIGNO Y LOGICA DE CLASE 37 Todo esfuerzo en este sentido, en el sentido de un ané- lisis légico en términos de estratficacion, tiene, sin em- Dargo, el peligro de hacernos olvidar una verdad funda- mental: 1a de que el anilisis sociolégico no puede set Xinicamente un andlisis légico, sino también un anélisis ideolégico, © politico. Dicho de otro modo, la funcicn distintiva de los objetos Cy también de los demas siste mas de signos relacionados con el “consumo") se inscribe fundamentalmente en el interior (o bien desemboca en) de una funcién discriminante: por lo tanto, el andlisis légico (en téeminos teticos de estratificacién) debe tam- bién desemboear en un anilisis politico Cen términos de estrategia de clase). ‘Antes de generalizar estas conclusions al_ nivel del consumo, quisiéramos demostrar, al nivel més simple, al de la prictica misma del objeto, cémo las diferencias, lejos de acompasar una jerarquia social progresiva, se resuelven en una discriminacin radical, en una segre- gacion de hecho, que adscribe determinadas “clases”, Y no otras, a determinados signos, a determinadas pricti as, y las encamina en ese destino, de acuerdo con toda una sistemética social, Tendremos motivos entonces para ver en el consumo, dimensién del intercambio genera- Tizado de los signos, el lugar de una intensa manipula-

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