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Alba Carosio – Los Estudios de Género y de las Mujers

Caracas, febrero 2009

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EL SABER DESDE LAS MUJERES

Los Estudios de Género y de las Mujeres en Venezuela

Alba Carosio

Caracas, febrero 2009

Aunque las mujeres han producido conocimientos a través de toda la historia humana , sus
saberes han permanecido sin visibilidad ni reconocimiento académico. Hay que recordar que
sólo se permitió el acceso de las mujeres a las universidades a finales del siglo XIX. En los
centros de conocimiento establecidos se pensaba desde el lugar masculino y sus formas de
entender el mundo. El conocimiento científico y humanístico, pretendidamente universal y
objetivo, fue producto de la visión androcéntrica, es decir, expresaba solamente el punto de
vista del varón adulto, blanco y propietario.

El androcentrismo (del griego andros = hombre) consiste en poner la mirada masculina en el


centro del Universo, como desde el pensamiento griego planteaba Protágoras: “El hombre es
la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto
que no son”. Y en este contexto civilizatorio, cuando se pensaba en la humanidad se pensaba
en el varón, hombre y humanidad se entienden como sinónimos. Las mujeres son el “otro”, los
“no masculino”, que está fuera de lo realmente humano, con experiencias y saberes triviales y
poco importantes.

El androcentrismo impregnó todo el pensamiento científico, filosófico, religioso y político


desde hace milenios, y organizó la institucionalidad del conocimiento como parte del poder
patriarcal. La ciencia establecida y legitimada por las instituciones académicas ha sido una
empresa casi exclusivamente masculina, las mujeres fueron excluidas, se las consideraba
como objeto de investigaciones, se negaba su capacidad de pensar racionalmente. El modelo
cultural se afianzó desvalorizando y desconfiando de los saberes tradicionales de las mujeres
sobre agricultura, biodiversidad, medicina tradicional, tejidos e hilados, alimentación, etc., y
excluyéndolos de la ciencia oficial. Hay un presupuesto general no consciente por el que las
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experiencias y valores masculinos se constituyen en norma, modelo y centro de la


construcción teórica, presentándose como naturales y propios de “lo humano”. El
androcentrismo legitima la falocracia académica (y social).

Las instituciones que trabajan en la generación y difusión del conocimiento, como


universidades, escuelas y academias fueron y son organizaciones patriarcales. No hay que
olvidar que las universidades nacieron en las iglesias y monasterios del medioevo, espacios
masculinos por excelencia. Así, a través de la historia se impidió a las mujeres la participación
en agrupaciones legitimadas de producción de conocimiento. Y cuando comenzaron a
ingresar, fueron relegadas a tareas rutinarias, consideradas aptas solamente para disciplinas
menores, y por supuesto, forzadas a ser discípulas obedientes y con aportes invisibles.

Esta construcción social y sexual del conocimiento tiene varios efectos: impide la integración
de las mujeres en las comunidades que desarrollan y legitiman la ciencia, la técnica y el
pensamiento, y veta las cualidades consideradas “femeninas” de este desarrollo, viéndolas
como un obstáculo para la objetividad y la “racionalidad”. La historia de la filosofía y la
ciencia, y la supuesta interpretación que sobre las mujeres produjo, está plagada de ejemplos
sexistas, basados en la determinación biológica de roles y aptitudes que presentan a la mujer
como menos apta para el conocimiento objetivo.

El cuestionamiento de la objetividad androcéntrica

A partir de los años 60 del siglo XX se comenzó a desarrollar una teoría crítica del
conocimiento que comenzó a demostrar que la objetividad debe ser revisada a la luz de las
relaciones sociales que forman los contextos de investigación. Se fue revelando cómo el
conocimiento se hace en un ambiente social que propone una u otra dirección de producción
teórica y de modelos de aplicación. Y por esta misma época se fue gestando el feminismo de
la tercera ola, el feminismo de los años 70, que fue mostrando como el ambiente cultural, a
pesar de que las mujeres ejercieran al derecho al voto y fueran ejerciendo su derecho a la
educación seguía siendo el patriarcado. Este feminismo de la tercera ola avanzó más allá del
hacer revindicativo, buscó las raíces de la opresión y empezó a revisar todos los ámbitos de la
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vida buscando descubrir los mecanismos ocultos de la jerarquía de los sexos. Se iba
conformando así una teoría feminista o más bien, el feminismo como teoría explicativa del
orden social, y propuesta emancipatoria.

Las mujeres de los años 70, en forma paralela, en diálogo y confrontación con el pensamiento
de izquierda, nos fuimos congregando en grupos de discusión y reflexión dentro o fuera de los
movimientos políticos para pensar desde nuestra experiencia y desde nuestra identidad, bajo la
premisa de que “lo personal es político”. El objetivo era la transformación de la vida cotidiana
de las mujeres que incluía el cuestionamiento de roles y estereotipos, el derecho a la
sexualidad, a la participación política igualitaria, la denuncia sobre la doble jornada, la
democratización de la familia. Ante la necesidad de fundamentar las críticas a las situaciones
vividas, las demandas y propuestas para superarlas y, en términos más amplios, comprender la
condición femenina y los procesos que desembocan en ella, las feministas se plantearon
procesos de investigación.

Se fue consolidando un corpus teórico a partir de textos fundantes, que fueron leídos y
discutidos sobre todo entre las jóvenes que habían tenido acceso a las universidades, que
proponían explicaciones sobre los orígenes de la subordinación femenina y sus consecuencias.
Estudiamos a Engels, Bebel, Alexandra Kollontai, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Levi
Strauss; se convocó un modo de pensar feminista con las maestras Simone de Beauvoir y
Betty Friedan y se produjeron textos tales como Kate Millet: Política sexual (1970), Germaine
Greer: La mujer eunuco (1970), Shulamith Firestone: La dialéctica del sexo (1970), Carla
Lonzi: Escupamos sobre Hegel (1970), Luce Irigaray: Speculum (1974); Nancy Chodorow: La
reproducción de la maternidad (1978). En Latinoamérica, junto con los combates por un
mundo mejor, el aprendizaje reflexivo constante nos empezó a desvelar la especifica opresión
sexual y su relación con la dominación social, textos pioneros fueron los de Rosario
Castellanos: Mujer que sabe latín (1973), y Julieta Kirkwood: Feminismo y participación
política (1981). En 1976, apareció en México, fundada por Alaide Foppa, FEM, la primera
revista feminista latinoamericana.
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Se abrieron desafíos intelectuales en campos inexplorados hasta entonces, se trataba de poner


de manifiesto y explicar cómo la desigualdad de las mujeres es específica, es importante y
tiene su vía emancipatoria, no contraria sino entrecruzada con otras necesarias liberaciones de
las desigualdades de clase, etnia o raza. Fue necesario explicar por qué es imprescindible
luchar contra la discriminación contra las mujeres y porqué no podemos esperar para que
desaparezca el sexismo a que las otras supuestas más importantes desigualdades sean
eliminadas, como sostenía con insistencia gran parte de la izquierda y amplios sectores
masculinos –y también femeninos-. La liberación de las mujeres debe irse dando en el seno de
los movimientos emancipatorios, para que las revoluciones sean realmente transformadoras de
todas las opresiones.

El año de 1975, fue establecido por Naciones Unidas como Año Internacional de la Mujer y se
convocó la primera conferencia internacional sobre discriminación de la mujer, que permitió
que los temas de las mujeres llegaran al debate público. La Conferencia de México D.F. dio
lugar a la creación del Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la
Promoción de la Mujer (INSTRAW) y del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la
Mujer (UNIFEM) con el objetivo de proporcionar el marco institucional para la investigación,
la capacitación y las actividades operacionales en la esfera de la mujer y el desarrollo. En
1979, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW en inglés u CEDIM en
castellano). Las segunda, tercera, y cuarta conferencias internacionales sobre la mujer fueron
Copenhague en 1980, Nairobi en 1985 y Beijing en 1995, donde se establecieron
compromisos mundiales para mejorar la inequidad y desigualdad de género.

El vínculo entre el mundo feminista y el mundo académico es ineludible. El feminismo fue


produciendo nuevas visiones y rupturas epistemológicas, que, en la medida en que sea
profundizada, llevará al saber en general a renovarse. La investigación feminista propone una
forma y posición desde la que construir conocimiento, la posición de la subordinación de las
mujeres y lo femenino. El feminismo se define como pensamiento crítico, ya que se propone
analizar y juzgar lo que se acepta como verdadero en el contexto de la vida cotidiana, es decir
los esquemas que mantienen hegemonía y dominio de unos sobre otras. El feminismo se
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propone comprender la configuración del mundo patriarcal para transformarlo. Desde el


principio las feministas se empeñaron en la tarea de producir conocimiento no neutral,
conocimiento basado en una perspectiva ética sobre la inequidad y desigualdad entre
hombres y mujeres. La dimensión pragmática del pensamiento crítico feminista está
orientada hacia la razón práctica que se rige tanto por principios lógicos como por criterios
éticos. El feminismo es un conocimiento y una ética, que dan base a una acción política de
transformación social.

Además de estos elementos socio-filosóficos, otro elemento que debemos considerar es que a
partir de los años ’70 se fue produciendo en el mundo y en América Latina un aumento
constante de la incorporación de las mujeres a la Educación Superior. Mientras que para la
primera mitad del siglo XX, la matrícula femenina era inferior al 30%, para fines del siglo
XX, en muchos países las mujeres alcanzaron al 60% del estudiantado universitario.
Venezuela no ha escapado a esta tendencia: para 1970 las estudiantes representaban el 43% de
la matrícula total y en 2001 el 59% por ciento de la misma. Igual tendencia se manifiesta en
los egresados; en 1970 las mujeres constituyen el 45% de los egresados mientras que para
2001 representaban el 67% del total. Sin embargo, las estimaciones de UNESCO destacan
que, a nivel mundial, la proporción de mujeres en la investigación representan una cuarta parte
del total, y por otra parte, la desigualdad de género se mantiene en la esfera productiva y en la
participación en el bienestar económico.

Las mujeres que se incorporaron a las universidades comenzaron a introducir en sus


actividades académicas las reflexiones teóricas que el feminismo estaba aportando. Se abrió
paso, de manera explícita, el interés en desenmascarar la condición de opresión que enfrentan
las mujeres, y los grupos de discusión y reflexión, se constituyeron en espacios académicos, en
principio como cátedras, seminarios y luego, como centros de investigación y programas
docentes para desarrollar la investigación, y difundir el pensamiento feminista. La acción y la
investigación se mantuvieron unidas, y se produjo un enriquecimiento mutuo entre la lucha
feminista y la elaboración teórica feminista: el análisis de la condición de las mujeres ha
contribuido al impulso de la lucha feminista contemporánea en la región, así como las
acciones feministas han enriquecido a la academia.
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El desarrollo teórico feminista produjo el concepto de género, introducido por Ann Oakley en
1972 en su libro “Sexo, Género y Sociedad” y elaborado en el año 1975 por la antropóloga
feminista Gayle Rubin en su libro “El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del
sexo”. El sistema de género/sexo se define como el conjunto de prácticas, símbolos,
representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la
diferencia sexual anátomo-fisiológica. El concepto de género se refiere a la existencia de una
normatividad femenina edificada sobre el sexo como hecho anatómico, y a la subordinación
social y política que se ha construido sobre la determinación sexual femenina. Pone de
manifiesto que no hay una relación "natural" entre conductas y palabras como masculinas o
femeninas: en ambos casos se trataba de convenciones sociales.

El género es una categoría de análisis que pone el énfasis en la ubicación de los sujetos a partir
de las relaciones de poder. La perspectiva de género revela la existencia y los efectos de una
relación de poder, de una diferencia –la sexual- que es socialmente vivida como encuentro
desigual y dominación. Una vez que los dos sexos se observan como objetos culturalmente
construidos, lo femenino y lo masculino son susceptibles de ser estudiados como productos de
una construcción cultural. En un principio, género se introdujo para suplementar sexo y no
para reemplazarlo, pero a partir de los ´80, se pensó que el sexo mismo era también una
construcción y, por lo tanto, no separable del género.

Y en base a estas elaboraciones, los Estudios de la Mujer se fueron identificando con los
Estudios de Género, como una manera de hacer más digerible y menos subversivas las
propuestas feministas. Una conceptualización emancipatoria del género no puede quedarse
solamente en lo relacional, debe incluir el análisis del poder. Se trata de dilucidar los tres
niveles de constitución del género: el primero implica la formación de la identidad de de los
sexos; el segundo es el campo social donde las identidades determinan roles de trabajo,
culturales, la educación, etc., y, por último, el nivel que conforma un sistema normativo, un
deber ser de la valoración humana en la sociedad. Por ejemplo, a través del lenguaje del
género se otorgan valores: una cosa femenina o afeminada es en efecto una cosa peyorativa.
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La discusión sobre la jerarquía y la opresión de género fue ampliándose y entrecruzándose con


el análisis y reflexión sobre otras explotaciones y dominaciones como las de clase, etnia,
sexualidad, geografía, edad, y el reforzamiento mutuo entre ellas. Por eso, más recientemente
los Estudios de la Mujer, han preferido definirse como Estudios de las Mujeres en
reconocimiento de las diferentes opresiones contra las que es necesario construir
conocimientos para transformar.

Creación de Estudios de la Mujer/es y de Género

Abriendo un campo de conocimientos y en lucha contra la invisibilización y la


desvalorización, los estudios feministas buscaron una organización institucional para abrirse
paso al reconocimiento académico, para su valoración en los espacios de educación superior, y
para lograr cierta estructura y apoyo. La madurez teórica y orgánica dio lugar al nacimiento en
las universidades de los Estudios de Mujer/es y los Estudios de Género, que son, según
Graciela Hierro, la “última contribución del feminismo a la cultura”.

Argumentar que las mujeres debían ser estudiadas, comenzando la década de los ´70 era una
noción insurgente y radical; pero al finalizar la década, los Estudios de la Mujer/es y Estudios
de Género, comenzaron a tener un crecimiento fenomenal al interior de la academia. Veamos
algunas fechas de creación de centros de investigación, cátedras, y programas en nuestra
América:
 1981 – Universidad de Rìo de Janeiro – Núcleo de Investigación sobre la Mujer
 1983 – Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco - Área Mujer, Identidad y Poder
 1983 – El Colegio de México - Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer
 1984 – UNAM - Centro de Estudios de la Mujer en la Facultad de Psicología.
 1986 – CLACSO – Programa de Investigación y Formación sobre la Mujer
 1987 – Universidad de Buenos Aires – Primer programa de Estudios de la Mujer
 1987 – Universidad de la República de Uruguay – Primer Seminario sobre la Mujer
 1987 – Universidad Nacional de Colombia – Grupo de Estudio Mujer y Sociedad
 1989 – Instituto Pedagógico de Villa Clara – Cátedra de Mujer y Familia
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 1990 – Universidad Católica de Perú – Programa de Estudios de Género


 1992 – Universidad de La Habana – Cátedra de la Mujer
 1992 – UNAM – Programa Universitario de Estudios de Género

Los Estudios de la Mujer/es y los Estudios de Género se fundamentan en una perspectiva


feminista que no aborda a las mujeres como objeto de estudio. Se trata de un enfoque
horizontal y experiencial, desde la propia identidad y circunstancia. Se afirma la coincidencia
entre sujeto y objeto de conocimiento, y se parte de este hecho fundamental –explica Gloria
Comesaña-. Se crean nuevos conceptos para analizar la “condición femenina”. Frente al
principio de objetividad o más bien pretendida neutralidad del conocimiento académico, las
mujeres afirmamos la existencia de valores subjetivos, la importancia del contexto, la
posibilidad de reconocimiento a partir de la experiencia directa, y luchamos por el
reconocimiento de su valor académico.

Al interior de las universidades, grupos cada vez más numerosos de mujeres, organizados
como comunidades de investigación y acción, dieron lugar a una producción sistemática de
conocimiento inexistente hasta entonces, las mujeres fueron objetos de estudio pero desde una
visión propia, con comprensiones más amplias sobre la condición femenina. Ninguna
disciplina en las ciencias sociales y las humanidades quedó al margen de estos nuevos
enfoques, aunque algunas estuvieron presentes con más fuerza desde el inicio: la antropología,
la historia, la psicología, la literatura y la filosofía.

En Venezuela, la historia del movimiento feminista y de mujeres se entrecruza con la creación


de las instancias académicas de los Estudios de la Mujer/es y Estudios de Género. Más de la
mitad de la matrícula universitaria está integrada por mujeres y más de la mitad de quienes
egresan de las casas de estudios superiores, incluidos sus postgrados, son también mujeres. Al
interés por el conocimiento y el estudio siguió el afán de investigar para, a partir de un análisis
científico, proponer respuestas a los problemas del país. Algunas de las primeras iniciativas
fueron:
— 1983 – Universidad Central de Venezuela – Cátedra Libre Manuelita Sáenz
— 1984 – Universidad del Zulia - Cátedra libre de la Mujer
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— 1989 – Universidad de Los Andes – Núcleo Trujillo – Cátedra Abierta de la Mujer


— 1989 – Universidad de Los Andes – Área de Estudios de la Mujer del Instituto de
Investigaciones Literarias
Todas con una conexión manifiesta con el movimiento de mujeres en Venezuela, y
relacionadas con actividades de acción política y social directa. Las integrantes de estas
cátedras fueron también integrantes de grupos feministas, tales como: Conjura, Persona, Liga
Feminista de Maracaibo, Movimiento de Mujeres de Mérida, Grupo de Teatro 8 de Marzo,
Grupo Miércoles; militantes de partidos y frentes políticos; miembros de gremios
profesionales y fundadoras de Casas de la Mujer y ONG de desarrollo social. En 1985, las
integrantes de estos distintos movimientos buscaron confluir en una organización nacional de
mujeres y así se creó la Coordinadora de ONG's de Mujeres; también en ese mismo año se
creó la Red Todas Juntas, que procuraba relacionar grupos de mujeres de los sectores
populares y las iglesias de base. Por su parte, en 1992 las mujeres universitarias que realizan
investigación de género, se articularon en la Red Universitaria Venezolana de Estudios de la
Mujer (REUVEM).

Durante la década de los ´90, se fue ganando espacio e interés al interior de las universidades
venezolanas:
— En 1992, se creó el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de
Venezuela (CEM-UCV), adscrito al Rectorado, y cuya primera Directora fue la
Profesora María del Mar Álvarez. Fue organizado a partir de iniciativas pioneras de la
Cátedra Libre de la Mujer Manuelita Sáenz y dos talleres realizados en 1988, con
participación de todas/os las/os interesadas/os que ya tenían asignaturas sobre el tema
en diferentes Facultades de la UCV, y otras luchadoras del área, que redactaron el
Anteproyecto del Reglamento del CEM-UCV, que se sometió a la discusión del
Consejo Universitario, que lo aprobó por unanimidad. El CEM-UCV se propone, desde
sus inicios, realizar, promover y fomentar la investigación sobre la problemática de la
mujer; así como presentar alternativas de soluciones viables a las demandas que la
Universidad y la sociedad requieran en su área de acción. Realiza de manera articulada
investigación, docencia y extensión, apoyando a instituciones públicas y comunidades
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para la incorporación de la perspectiva de género en sus planes y programas y presta


apoyo y atención a mujeres victimas de violencia.
— En 1992 se constituyó el Área de Estudios: Mujer, trabajo y salud del Centro de
Estudios en Salud de los Trabajadores. Postgrado en Salud Ocupacional e Higiene del
ambiente laboral de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de
Carabobo, cuyos objetivos son fortalecer los estudios de la relación entre el trabajo y
la salud de las mujeres e incorporar el análisis de género en salud laboral.
— En 1994, se estableció el Área de Estudios de Género, del Instituto de Filosofía del
Derecho de la Universidad del Zulia, con el objetivo de desarrollar investigación y
reflexión desde los derechos de las mujeres.
— En 1994, se creó la Maestría en Desarrollo Integral de la Mujer, adscrita al
Decanato de Medicina, Departamento Educación Médica de la Universidad Centro
Occidental Lisandro Alvarado, que desarrolla investigación y docencia sobre las
salud integral de las mujeres con enfoque de género.
— En 1997, se creó el Grupo de Investigación en Género y Sexualidad (GIGESEX)
adscrito al Departamento de Antropología y Sociología de la Escuela de Historia de la
Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes (ULA), cuyo
interés en los estudios de género y sexualidad convoca un campo interdisciplinario de
investigación – acción.
— En 1998, se creó la Unidad de Investigación y Estudios de Género “Bella Carla
Jirón Camacaro” en la Universidad de Carabobo, que tiene como misión
incorporar el género dentro de la estructura-docente investigativa de la Facultad de
Ciencias de la Salud, con el propósito de generar una matriz teórico-conceptual que
permita construir conocimiento y objetivar las inequidades de género en el espacio
salud.
— En 2002, inició la primera cohorte de la Maestría en Estudios de la Mujer en la
Universidad Central de Venezuela, adscrita al Área de Estudios de la Mujer de la
CEAP/FaCES,, que concentra su interés en las diversas expresiones de la relación
desigual entre hombres y mujeres que es el género.
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El proceso de instalación y desarrollo de los Estudios de la Mujer y de Género se desarrolló en


Venezuela, en líneas generales, con un compromiso muy bajo de las universidades pues
prácticamente no se asignan recursos a estos programas. La mayoría han sido producto de
esfuerzos y persistencia individuales, de profesoras e investigadoras comprometidas, y no han
logrado superar las trabas que les impiden obtener estructuras funcionales y profesionales para
desarrollar equipos de trabajo consolidados. En todo caso funcionan con base en subsidios
para la investigación y la búsqueda de financiamiento externo, lo que impide dar continuidad a
sus proyectos y fortalecer las iniciativas planteadas.

Con todo lo valioso y comprometido que esto resulta, se trabaja en base a mística y convicción
pero con escasez endémica de recursos, lo cual impide la ampliación del alcance y el impacto
intra y extra académico. Veamos que existe dos publicaciones académicas sdedicadas a la
difusión de las investigaciones sobre las mujeres: la Revista Venezolana de Estudios de la
Mujer, que tiene ya quince años continuos de ediciones, y aparece en versión impresa y
digital, y Otras Miradas, revista electrónica semestral; y un único Centro de Documentación
dedicado al género: el Centro de Documentación e Información “Tecla Tofano”. Estas
realidades indican la marginalidad en que el status quo del conocimiento ha mantenido a los
Estudios de la Mujer/es y de Género.

Para obtener el mismo reconocimiento académico las mujeres deben trabajar si no


exactamente el doble, sí bastante más que sus colegas varones. A este hecho podemos sumar
la falta de aprecio de la academia por el quehacer teórico feminista o por los estudios de las
mujeres y del género. La institución universitaria ha aceptado una presencia “marginal” para
este tipo de intereses. La jornada dedicada a los estudios de género y a la teoría feminista
discurre, en espacios convenientemente segregados para que no turben la buena conciencia
“universalista” de la academia. La lucha por ganar espacios académicos es y ha sido muy dura.

En este sentido, es importante revisar el posicionamiento al interior de la institución y lograr


una ubicación que garantice el reconocimiento académico de la perspectiva feminista. Hay
retos pendientes para incorporar la perspectiva de género en el currículum, ya que los avances
son todavía escasos en materias optativas, en las licenciaturas o en los bachilleratos. En
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Venezuela, en el último año, se ha abierto una oportunidad para la incorporación e irradiación


de la perspectiva feminista y de género desde la universidad hacia las y los estudiantes
llegando hasta las comunidades, a partir de la aprobación de la Ley de Servicio Comunitario
del Estudiante de Educación Superior, que dado lugar a que por ejemplo, en el CEM-UCV se
estén desarrollando Proyectos Comunitarios con Enfoque de Género con gran participación
estudiantil.

La aspiración actual es transversalizar con la perspectiva de género todo el currículo de la


educación en todos los niveles, desarrollando experiencias de enseñanza-aprendizaje y
unidades curriculares que den lugar a la formación humana para la igualdad y a la formación
especializada para la integración de enfoque de género en las políticas públicas, y en la
solución de problemas para sociedades efectivamente democráticas con equidad. Se trata de
responder a la necesidad de formación cualitativa y metodológica, y a una demanda de
profesionales para un espacio público y privado de gestión de políticas de equidad e igualdad
en sus diferentes vertientes. Se trata en fin de diseminar el conocimiento comprometido con la
justicia.

Aportes y Perspectivas de los Estudios de la Mujer/es y de Género

Los Estudios de la Mujer y de Género crearon nuevos conceptos, a partir de las posturas
epistemológicas y metodológicas feministas, para abordar la construcción social y simbólica
de la “condición femenina”. Algunas categorías de trabajo feminista son: espacio privado –
espacio público, trabajo del hogar / trabajo doméstico / trabajo de cuidado, doble y triple
jornada, acción positiva / discriminación positiva, empoderamiento de las mujeres, acoso
sexual, violencia de género y por supuesto, las categorías centrales: patriarcado y género.

Los Estudios de la Mujer/es y de Género han sido inter y transdisciplinarios porque ponen el
énfasis en la ubicación de los sujetos a partir de las relaciones de poder cruzando así los
sistemas de clase, edad, etnia y raza, lo que lleva a la ruptura disciplinaria, y al planteamiento
necesario de la interdisciplina. Han trabajado la intersección del género con otras dimensiones
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como las etnias, la raza y la sexualidad, incorporando dos valores alternativos: la diversidad y
la diferencia sin jerarquía y sin hegemonía.

En la dimensión política las teorías de género desnudan las dimensiones de poder instaladas en
los cotidianos de la vida social y de la actividad universitaria. Interpelando a estos espacios
desde diversas perspectivas que van desde las maneras de concebir, producir, valorar y
diseminar los saberes; la ubicación diferenciada por género en las diferentes disciplinas y
áreas del conocimiento, la cultura y las estructuras universitarias, las relaciones de género en
el mundo académico y los modos en que se ejerce el poder. La institucionalización de los
estudios feministas en las instancias de la educación superior ha tenido diferentes impactos: en
el desarrollo del conocimiento y en el impacto de la estructura misma de las instituciones.

Los Estudios de la Mujer/es y Estudios de Género no solamente han producido un conjunto de


teorías y conocimientos empíricos sobre la realidad de las mujeres de nuestro país, sino que
también tienen una cada vez más reconocida incidencia en un pensamiento emancipatorio
práctico a partir de la vida cotidiana lo que significa una ampliación del ejercicio de la
democracia en todos los campos del saber y de la vida social. Constituyen un camino
insoslayable para el pensamiento y el camino hacia un socialismo humanista basado en una
subjetividad igualitaria y con equidad en el ejercicio de derechos.

Teniendo en cuenta estos indispensables aportes del feminismo a la educación equitativa y no


discriminatoria, la UNESCO en su Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el
siglo XXI: Visión y Acción en 1998, proclamó que
Artículo 4
a) Aunque se hayan realizado progresos considerables en cuanto a mejorar el acceso
de las mujeres a la enseñanza superior, en muchas partes del mundo todavía subsisten
distintos obstáculos de índole socioeconómica, cultural y política, que impiden su
pleno acceso e integración efectiva. Superarlos sigue revistiendo una prioridad
urgente en el proceso de renovación encaminado a establecer un sistema de educación
superior equitativo y no discriminatorio, fundado en el principio del mérito.
b) Se requieren más esfuerzos para eliminar todos los estereotipos fundados en el
género en la educación superior, tener en cuenta el punto de vista del género en las
distintas disciplinas, consolidar la participación cualitativa de las mujeres en todos los
niveles y las disciplinas en que están insuficientemente representadas, e incrementar
sobre todo su participación activa en la adopción de decisiones.
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c) Han de fomentarse los estudios sobre el género (o estudios relativos a la mujer)


como campo específico que tiene un papel estratégico en la transformación de la
educación superior y de la sociedad.
d) Hay que esforzarse por eliminar los obstáculos políticos y sociales que hacen que la
mujer esté insuficientemente representada, y favorecer en particular la participación
activa de la mujer en los niveles de la elaboración de políticas y la adopción de
decisiones, tanto en la educación superior como en la sociedad.

Por nuestra parte, las feministas de la academia venezolana reunidas en el Año 2006,
manifestamos lo siguiente

DECLARACIÓN DEL PRIMER ENCUENTRO DE ORGANIZACIONES


ACADÉMICAS VENEZOLANAS DE ESTUDIOS DE GÉNERO Y DE LAS
MUJERES
20, 21, 22 de septiembre 2006

Las organizaciones académicas dedicadas a los Estudios de Género y de las Mujeres en


la UCV, LUZ, ULA, UC, UCLA, UDO, UNICA y UBV, participantes en el PRIMER
ENCUENTRO DE ORGANIZACIONES ACADÉMICAS VENEZOLANAS DE
ESTUDIOS DE GÉNERO Y DE LAS MUJERES, instalado en el salón de sesiones
del Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela, con el objetivo de
realizar un balance de la situación y perspectivas de los estudios de género y de las
mujeres en las universidades venezolanas y su relación con el movimiento de mujeres y
las políticas públicas.
Considerando
La importancia y pertinencia de los estudios de género y de las
mujeres para el logro de la igualdad que consagra nuestra Constitución
Nacional en su Articulo 21.
El papel que las universidades del país desempeñan y pueden
desempeñar para el alcance de la justicia social en Venezuela.
La importancia de educar para la igualdad y para el ejercicio activo
de la ciudadanía en todos los niveles de la educación.
La imperiosa necesidad de eliminar toda forma de
discriminación hacia las mujeres.

ACORDAMOS
— Realizar los esfuerzos necesarios para lograr la mejor integración entre
nuestras instituciones con la finalidad de potenciar los Estudios e
Investigación en Género de nuestras universidades.
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— Impulsar en todas las universidades del país la transversalización de la


perspectiva de género en la Docencia, Investigación y Extensión, para
lograr una formación integral, que genere actitudes y comportamientos
verdaderamente democráticos e igualitarios.
— Reiterar la necesidad de formar a funcionarias y funcionarios
públicos -incluyendo al personal universitario- con criterios de género
y para ello, ofrecemos nuestro concurso y capacidades.
— Fortalecer el diálogo con todos los grupos y colectivos de mujeres del
país, en aras de impulsar las políticas públicas que eleven la condición y
posición de las mujeres, especialmente las de las más pobres.
— Dirigirnos a las autoridades universitarias y al Ministro de Educación
Superior para exigirles que en las asignaciones presupuestarias
correspondientes, contemplen los criterios de género aprobados por el
Estado venezolano, para garantizar el fortalecimiento de las actividades
desarrolladas por las organizaciones académicas de Estudios de Género
y de las Mujeres.
Firmado por:
 Centro de Estudios de la Mujer – Universidad Central de Venezuela
 Área de Estudios de la Mujer, Ceap, FACES– Universidad Central de Venezuela
 Unidad de Investigación y Estudios de Género “Bella Carla Jirón Camacaro” –
Universidad de Carabobo
 Área de Estudios de la Mujer: Mujer, Trabajo y Salud – Universidad de Carabobo
 Cátedra Libre de la Mujer de la Universidad del Zulia – Universidad del Zulia
 Grupo de Investigación de Género y Sexualidad (GIGESEX) – Universidad de Los
Andes
 Maestría en Desarrollo Integral de la Mujer – Universidad CentroOccidental
“Lisandro Alvarado”
 Cátedra Introducción a los Estudios de Género – Universidad Católica Cecilio
Acosta
 Seminario “Sociedad, Género y Poder” – Universidad de Oriente
 Programa de Medicina Integral Comunitaria – Universidad Bolivariana de
Venezuela

Tareas pendientes para el feminismo académico

En las universidades se presenta cada vez con mayor frecuencia interés por la investigación
sobre las mujeres o el desarrollo de conocimiento con perspectiva de género, han aumentado
los trabajos de tesis presentadas en distintas disciplinas sobre la temática. Políticas públicas
Alba Carosio – Los Estudios de Género y de las Mujers
Caracas, febrero 2009

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que pretenden ser sensibles al género y leyes que promueven la equidad impulsan la necesidad
de información y reflexión que les permita tener bases para la acción.

La propuesta actual consiste en avanzar a la transversalización de la perspectiva de género en


la educación superior que se propone la construcción de ambientes y contenidos educativos no
sexistas que posibiliten la transformación social y la igualdad efectiva. El primer paso de esta
tarea es visibilizar la variable de género, y mostrar el eufemismo de la ciencia única, universal
y desinteresada, oculta la localización corpo/política del sujeto y por ende sus marcas de raza
lengua, clase, edad, sexo/género etc. Conocimiento que producido a partir de la visión
patriarcal se autoproclama como el único verdadero y con capacidad para juzgar a los demás.

Demandas y oportunidades académicas y sociales se presentan en este momento histórico,


para los Estudios de Género y de las Mujeres: los planteamientos inter y transdisciplinarios de
la producción de conocimientos, la visibilización de la educación en valores y para la
ciudadanía como base de toda formación científica, preocupaciones sobre qué es lo que se
quiere conocer y cómo se relaciona el conocimiento con las prácticas sociales, nuevos
modelos de producción del saber ligados al hacer y al convivir, el diálogo de saberes como
filosofía y método que reconoce el valor creador de la diversidad epistémica. En Venezuela,
en particular, la puesta en práctica de la Ley de Servicio Comunitario, reta a la academia con
la necesidad de la puesta en práctica de saberes que necesariamente son situados y donde la
variable sexo-genérica se hace evidente.

Todo esto nos lleva a la necesidad de profundizar la epistemología y las metodologías


feministas para potencias las capacidades subversoras del campo de género, a partir de
reivindicación, descolonización y legitimación de los femeninos saberes y sus aportes al
conocimiento como obra de todas y todos. El feminismo académico tiene como
responsabilidad sembrar y propagar la confianza en los saberes que histórica y cotidianamente
producen las mujeres para que emerjan formas más integrales de hacer y conocer. Los saberes
femeninos feministamente pensados asumirán la función correctora y transformadora del
conocimiento unidimensional predominante en la academia tradicional.
Alba Carosio – Los Estudios de Género y de las Mujers
Caracas, febrero 2009

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Bibliografía
CASTILLO, Adicea. (2007). “La transversalización de género en la estructura curricular en la
Universidad Central de Venezuela”. En Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Enero-
Junio 2007. Caracas: Universidad Central de Venezuela/Centro de Estudios de la Mujer.
COMESAÑA, Gloria (1998) “Aproximación a las características metodológicas de los Estudios de la
Mujer”, en Frónesis, Revista de Filosofía Jurídica, Social y Política. Vol.5. nº 3. Diciembre de
1998. Maracaibo: Instituto de Filosofía del Derecho "Dr. José Manuel Delgado Ocando" ,
Universidad del Zulia.
DE BARBIERI, Teresita (2006) “Más de tres décadas de los Estudios de Género en América Latina”
ESPINA, Gioconda y RAKOWSKI, Cathy A. (2002), “Movimiento de mujeres o mujeres en
movimiento? El caso de Venezuela” en Cuadernos del CENDES, vol. 49, pp.31-48.
FERNÁNDEZ PONCELA, Anna (1998) “Estudios sobre las Mujeres, el Género y el Feminismo”, en
Revista Nueva Antropología. Junio, Vol. XVI, número 054. México: Nueva Antropología A.C.

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