Para evitar cometer los errores del pasado, el autor plantea la posibilidad de
especificar qué es el diseño, pues según éste “una buena definición facilita la
colaboración interdisciplinaria”. Por consiguiente, a lo largo de las siguientes páginas se
centrará en aspectos como: “¿qué es diseñar?” o “¿con qué forma?” donde el diseño se
considera una herramienta para aunar la construcción y la función, y la belleza se
equipara al funcionalismo (como el ejemplo de los barcos clippers).
Una buena parte de la obra se basa en la evolución del diseño, sin embargo, el
lector encuentra algunos esquemas teóricos entre sus páginas que le ayudan a
comprender el tema de la información visual a fondo, tales como: las técnicas que
utiliza el diseño en su capacidad de ofrecer información o la elección de un medio
visual determinado en función del “grado de abstracción” de la información.
El autor presenta teorías y lemas de algunos autores conocidos como “estimular
el ingenio, la creatividad, la curiosidad y una diligencia incansable en el campo de las
técnicas y los materiales” (Walter Nikkels) y refuerza sus razonamientos sobre el tema
de la información visual con referencias a obras y museos de elevada categoría como
The Visual Display of Quantitative Information. Lleva a cabo un análisis sobre el diseño
gráfico e industrial, la cartografía y la arquitectura, atendiendo siempre a la claridad y al
sentido común que estas disciplinas deben regir en los diseños de los productos
“cotidianos”. Además, analiza los mejores y peores diseños que se han creado a lo largo
de la historia, desde el Titanic hasta el reloj Swatch. Plantea el concepto de diseño de la
información de manera muy sencilla: para él diseñar presupone que los diseñadores
crean con materiales que ya existen (“de igual manera que un cocinero cocina con
ingrediente”), los diseñadores trabajan con información.
A menudo somos víctimas de una mala información: cuando nos sentamos frente
al televisor, cuando buscamos una Terminal en el aeropuerto o la salida de la autopista
que debemos tomar. Los datos nos confunden y muchas veces llegan a ser frustrantes,
pues resultan indescifrables por la forma en la que se presentan. Ante estas dificultades
el diseñador de información debe poner en uso las herramientas necesarias para hacer la
vida más cómoda a las personas. Tiene la obligación de comunicar de manera
entendible los datos que, en principio, no se adivinan.
Según Mijksenaar “sin contenido no hay forma”. La mayor parte del libro está
dedicada al contenido, a la “idea”, porque todo diseño comienza una vez se ha
comprendido e interpretado esa idea. Desde mi punto de vista, la información es el
aspecto más importante que el diseñador tiene que tener en cuenta antes de dar “forma”
a sus diseños. Debe observar el mundo que le rodea, pensar como pensaría el público al
que se dirige y, con ello, comenzar la tarea del proceso creativo con unos objetivos
claros: practicidad, utilidad, comprensibilidad y adaptabilidad.