Informática
Turabián Fernández JL, et al. La historia clínica electrónica: ¿comer sopa con tenedor?
– Pensada para codificar (dar números) a problemas de salud según las clasificaciones. Es preciso adaptar los datos al ordenador,
es decir, codificarlos. Pero el diagnóstico en medicina de familia es el despliegue de un tema… es narrativo… Si el paciente parece
presentar cefalea tensional, distimia, hombro doloroso, etc., no son 3 o 4 diagnósticos separados, sino un nuevo diagnóstico narrativo
que no tiene nombre aún
– El médico de familia se convierte en taquimecanógrafo o teleoperador: durante la consulta, se deja la historia y el bolígrafo.
Inicialmente, puede ser adecuado mirar la lista de problemas y el genograma, pero luego se deja todo –en caso contrario, nos
convertimos en taquimecanógrafos–, mirando a la pantalla del ordenador, abriendo y cerrando ¡ventanas!
– No se puede hacer recetas sin fecha. Los pacientes que no compran de inmediato las recetas les caducan –el que no tiene dinero,
el que no cumple el tratamiento (lo que es normal en la vida real)– y deben regresar a pedir nuevas recetas fuera de sus fechas de cita,
con lo que se aumenta la demanda, se gastan más recetas…
– No se puede dar recetas a programados (con fecha, claro) para más de 2 meses
– El programa dificulta la prescripción de ciertos fármacos o cambia un fármaco por otro automáticamente
– Base de historias única y centralizada
– Problemas de confidencialidad y bioética
– La forma más común de narración o biografía de la enfermedad consiste en la historia clínica y las anotaciones de los clínicos;
es el texto oficial de la experiencia de la enfermedad
– La herramienta para el diagnóstico emocional, contextual y relacional es la historia narrativa centrada en el contexto y la persona
– La historia narrativa del paciente y la exploración física reemplazan el formato clásico de historia clínica centrada en el problema
– La narrativa del paciente es una herramienta que ayuda al profesional a afrontar la consulta: a realizar el diagnóstico y el tratamiento
– No se trata de lograr historias clínicas orientadas a los problemas, sino historias clínicas orientadas a la persona (contextualizadas)
– El continuum de información para el conocimiento de la narración de la enfermedad incluye notas clínicas, entrevistas, transcripciones
de cintas de audio, diarios personales, grabaciones de vídeo…
– La historia clínica se produce en colaboración (aunque sea de forma difícil o implícita), y por tanto es un producto compartido entre
el médico y el paciente
– Cuando se pide al paciente que describa su problema con una “visión panorámica”, su relato puede mostrar el diagnóstico
– Los pacientes ya entienden que su historia familiar es, de alguna forma, “predictor” de su riesgo personal de enfermedad, ligado
a la herencia y las creencias
– La historia familiar deberá integrar la exploración de datos contextuales y psicosociales, y de valoración del riesgo genético. Un posible
camino para la integración de estos 2 tipos de información es el genograma
– Según el modo en que los pacientes hablan sobre sus vidas, sus historias llegan a ser una herramienta que les ayuda a reflexionar
sobre dónde están, dónde quieren ir, y también sirven para crear relaciones terapéuticas de colaboración
– La posición del terapeuta frente a la historia contada es crucial. Es necesario ayudar a los pacientes a elaborar sus historias, oírlas
contadas por ellos de forma completa, y ayudarles a que les oigan los otros actores
– La experiencia de ser realmente escuchados y tenidos en cuenta es transformadora
– La forma (el estilo) en que se cuenta la historia por parte del paciente-familia puede revelar su contenido: historias entrelazadas,
separadas, interrumpidas, secretas, rígidas y envolventes
– En el proceso terapéutico se hace hincapié en generar historias alternativas (conversaciones terapéuticas). Así, el médico de familia es
más bien un coach (entrenador/tutor) que ayuda a las personas a pensar sobre los significados de los eventos (enfermedad, divorcio,
aborto, un nuevo hijo…) y rituales familiares (tradiciones familiares, celebraciones del ciclo vital, rituales de la vida diaria…)
– Son elementos o conceptos cuya presencia marca el sentido de la orientación hacia el contexto en medicina de familia, los cuales
deberían estar presentes en una historia clínica orientada hacia el contexto de la presencia de múltiples actores (no únicamente
médico/profesional y paciente), que están en contextos determinados (psicosociales, económicos, geográficos, medioambientales,
familiares, laborales…), se relacionan entre ellos y tienen problemas pero también recursos
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Por ejemplo, el diagnóstico a un joven adulto de “esquizofrenia” o “enfermo mental” tiene profundas implicaciones respecto al modo
en que los miembros de la familia y otros actores externos le tratarán. El significado que las personas dan a los eventos de sus
vidas y cómo hablan de éstos es fundamental para entender sus interacciones
Así, se puede hablar de “conversaciones terapéuticas”, dado que la comunicación es un proceso envolvente que da sentido al
mundo. No hay formas universales para describir las estructuras y organizaciones sociales: diferentes personas tienen diferentes
formas de verlas y nombrarlas
En el proceso terapéutico se hace hincapié en generar historias alternativas. El terapeuta es un coach (entrenador/tutor) más que
un director, que ayuda a las personas a pensar sobre los significados de los eventos (divorcio, aborto, un nuevo hijo…) y rituales
familiares (tradiciones familiares, celebraciones del ciclo vital, rituales de la vida diaria…)
(Continúa en pág. siguiente)
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ser incurable (tabla 4). Se puede suponer Según el “modelo médico dominante”
que un paciente, según el médico que lo estructurado en las HCE actuales, el pen-
atienda, no tiene diferentes enfermeda- samiento no desempeña ningún papel en Según el “modelo médico
des… Pero el paciente sí tiene diferentes el diagnóstico. Tampoco tiene mucho que dominante” estructurado en
procesos patológicos según sea el profesio- ver con el sentimiento (lo que el paciente las HCE actuales, el pensamiento
nal que lo examine. Este hecho va en con- siente, lo que él me hace sentir, lo que no desempeña ningún papel en
tra, entre otras cosas, de la “historia clínica siento con él). Fundamentalmente, el diag-
el diagnóstico.
única” centralizada tanto en la atención nóstico tiene que ver con la decisión. No se
primaria como en la hospitalaria. trata de pensar, sino de decidir. Hay que
dejar de pensar para que los diagnósticos Muy poca de la información que se
vayan bien. El pensamiento estorba a la to- precisa y se recoge en una consulta médi-
ma de decisiones. Las decisiones se toman ca es pertinente (conveniente, adecuada,
mediante un árbol de decisiones, ¡claro!; oportuna) para el resto de los niveles sa-
mediante algoritmos: uno empieza siguien- nitarios. Además, no toda la información
do una rama y llega a una bifurcación, y eli- pertinente es relevante (notable, valiosa,
ge cuál de las 2 ramas tomar, y llega a otra importante o trascendental). El modelo
bifurcación, y vuelve a elegir…, hasta que de historia clínica centralizada y única
llega a una rama que acaba en un diagnósti- atenta contra los principios bioéticos fun-
co. El ordenador lo hace todo… El diag- damentales de beneficencia y no malefi-
nóstico, la medicación…, y en menos de cencia33. Además, el médico de familia
esos 10 dichosos minutos, posiblemente en pierde todo control sobre las historias que
menos de 4 …, con tal de que le interesen él mismo ha hecho (un fallo físico en las
sólo los “síes” y los “noes”; si el paciente líneas desde la base de datos hace que no
empieza a explicar algo, hay que cortarle se tenga historia) y hay posibilidades de
con otra pregunta rápida. Así podemos mo- limitaciones tecnológicas con una macro-
vernos airosa y eficientemente por el árbol base: lentitud, atascos…
de decisiones. Y sólo en esos 4 min pode-
mos levantarnos, mientras damos la mano y La importancia de lo “relacional” en
la receta al paciente, y acompañándolo ha- la historia clínica
cia la puerta, decirle sonrientes como un
político: “Usted tiene un trastorno del esta- La tarea del médico de familia es la de
do de ánimo, depresión grave, recurrente, “constructor de puentes” entre él –con sus
La tarea del médico de familia es con melancolía (296.33). Empezaremos con conocimientos y contexto– y el paciente
la de “constructor de puentes” antidepresivos. Si vemos que entra en una –con sus creencias, preocupaciones, viven-
entre él –con sus conocimientos fase suicida o psicótica volveremos a emitir cias y contextos–, para encontrar un punto o
y contexto– y el paciente –con otro diagnóstico. ¿Alguna pregunta?”27. un lugar donde pueda aplicarse una inter-
sus creencias, preocupaciones, vención efectiva. Tener en cuenta los con-
Problemas técnicos, de confidencialidad textos quiere decir lo siguiente: el protocolo
vivencias y contextos–, para
y de bioética en la historia clínica biomédico puede verse modificado cuando
encontrar un punto o un lugar se aplica a determinada persona. Incluso
centralizada y única 28
donde pueda aplicarse una puede ser adecuado aceptar las sugerencias
intervención efectiva. Las bases de datos electrónicos han permi- del paciente, que pueden estar, por ejem-
tido la acumulación y el análisis de datos a plo, más cercanas a algún campo de la me-
gran escala, como las prescripciones, los da- dicina alternativa, si es útil para favorecer
tos sanitarios y los personales. Esto trae co- nuevos escenarios (tal vez con menos ansie-
mo consecuencia problemas de confiden- dad por parte de la familia que cuida a un
cialidad y, finalmente, si no ha habido una enfermo terminal, con más empatía entre el
autorización explícita del paciente a que médico, el paciente y la familia…)34.
sus datos sean guardados electrónicamente,
puede aflorar una pérdida de confianza res- LAS HERRAMIENTAS DEL DIAGNÓSTICO
pecto al médico y el farmacéutico29. En una CLÍNICO EN MEDICINA DE FAMILIA.
historia de salud única centralizada, desde EL DIAGNÓSTICO COMO DESCRIPCIÓN-
cualquier terminal es posible acceder a la NARRACIÓN
totalidad de datos clínicos de un paciente,
por parte de cualquier persona con los mí- La herramienta para el diagnóstico emo-
nimos conocimientos informáticos, y sin el cional, contextual y relacional es la histo-
conocimiento ni la autorización de la perso- ria narrativa centrada en el contexto y la
na a que pertenecen ni del profesional que persona. Muchas de las consultas mues-
los haya registrado. La historia clínica única tran elementos de disgresión, diversión,
y centralizada es la solución más cara, tec- suspense, ambigüedad, hiatos narrati-
nológicamente menos avanzada y de riesgo, vos…, que sólo pueden unirse mediante
frente a las más modernas y respetuosas, el uso de criterios diferentes de los médi-
como la historia clínica compartida y de ba- co-patológicos convencionales. El diag-
ses descentralizadas, con mayor accesibili- nóstico es frecuentemente una forma na-
dad y potencia, y sin los problemas y costes rrativa, sin necesidad de que el médico
sociales de la primera30-32. ofrezca al paciente un diagnóstico (clasifi-
Turabián Fernández JL, et al. La historia clínica electrónica: ¿comer sopa con tenedor?
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La narración y la clínica
La apreciación de la narración del paciente puede ayudar al clínico a integrar la biografía y la anécdota, la historia de vida
y la historia clínica con los aspectos impersonales del conocimiento médico y científico
Una forma de entender las consultas clínicas de los pacientes es percibirlas como un complejo proceso de construcción y cambio
de una historia, donde se elaboran y entretejen juntos los diferentes fragmentos de la experiencia en la narración
Es reconocido desde Hipócrates que en el proceso de contar la historia reside el centro de la práctica clínica. Las historias clínicas
pueden tener una forma narrativa sin que el médico ofrezca al paciente un diagnóstico formal, que en muchas consultas no es ni
posible ni apropiado, sino mostrando a cambio la reinterpretación de los síntomas, sentimientos o narraciones. Este proceso
permite a las personas acceder a una explicación menos confusa de sus experiencias, y así puede proporcionar tratamiento
La visión tradicional de la historia médica en la consulta es la del “caso clínico interesante”. Este tipo especial de historia comienza
con una sucesión de eventos que llegan progresivamente a abstraerse del control del paciente y el contexto de su narración
original, transformándose mediante el vocabulario médico-técnico en algo no comprensible para el paciente, que llega a perder
el control de su historia, “poseída” por la HCE, las sesiones clínicas o las revistas médicas. Entre tanto, el paciente es un
“fantasma”, algo colateral y anónimo con respecto a la historia. Estas historias pueden orientar el diagnóstico, pero para
la mayor parte de las consultas de los médicos de familia el diagnóstico no es la mayor preocupación, y no puede decirse que
los fragmentos narrativos de los pacientes estén orientados a este tipo de diagnóstico clásico. Muchas de las consultas
muestran elementos de digresión, diversión, suspense, ambigüedad, hiatos narrativos…, que sólo pueden unirse usando criterios
diferentes de los médico-patológicos convencionales. Estos elementos de la consulta no son valorados por los médicos de familia
como “pérdidas de tiempo” que interfieren con el diagnóstico. Además de discernir qué clase de enfermedad o problema tiene una
persona, los médicos de familia necesitan también conocer algo sobre qué clase de persona es la que puede tener la enfermedad,
síntoma o preocupación
El sentido de la narración tiene su base en el desarrollo de relaciones, y es fundamental para la asistencia clínica continuada
de las personas. La narración clínica es la clínica practicada en función de la habilidad de reconocer, interpretar y actuar a partir
de las narraciones de otros
La atención continuada a los pacientes y la elaboración y el mantenimiento de historias clínicas en medicina de familia supone la
recogida de narraciones de la vida de las personas. Estas narraciones incluyen los guiones de vida, los cursos de vida y los hilos
conductores que rigen en algún sentido las vidas de las personas. Las narraciones, como una manifestación claramente humana,
consisten principalmente en mostrar cursos de vida: a) lo que hace sentirse mal a las personas: depresión, angustia, miedos,
sentimientos de incapacidad, fracasos y obsesiones, y el sentido que todo eso tiene en relación con una vida; b) lo que hace
sentirse bien a las personas, y c) las condiciones en que las personas cambian. Nada de lo que a una persona le sucede está
aislado del resto de su vida. El diagnóstico está codificado en la narración, en la historia contada por el paciente. Además,
el entendimiento de la historia contada tiene profundas consecuencias terapéuticas
Al igual que los pacientes, los médicos han aprendido la importancia de la narración (la historia). Cada vez más médicos escriben
sobre sus consultas no con términos medicocientíficos, sino de forma narrativa, y así resaltan las interacciones humanas
(los aspectos personales y emocionales de la asistencia a pacientes concretos), lo cual ayuda a comprender las vidas
de los pacientes
Entender las historias narradas no sólo significa entender a la persona, sino también la enfermedad (contextualizarla en esa
persona). Se puede empezar diciendo: “Como soy un médico que no le conozco, necesito aprender todo lo posible sobre su salud.
¿Puede decirme qué cree que debería saber sobre su situación?”. Y entonces lo mejor que se puede hacer es no hablar, no
escribir en la historia, sino estar absorto en todo lo que dice el paciente sobre su vida y su salud, escuchando no sólo su
contenido, sino su forma –curso temporal, imágenes, asociaciones, silencios, dónde elige el paciente comenzar a hablar de sí
mismo, cómo relaciona los síntomas con otros eventos de su vida– y prestando atención a la puesta en escena de la narración
(gestos, expresiones, posiciones corporales, tono de la voz). La atención del médico en este proceso le confirma al paciente
su valía como persona que narra una historia, le demuestra interés y establece así las bases de la alianza terapéutica
Turabián Fernández JL, et al. La historia clínica electrónica: ¿comer sopa con tenedor?
Son obvios los beneficios potenciales 5. Pérez Franco B, Turabián JL. Desarrollando re-
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es buena o deseable. Deberían dejarse 6. Catalán Ramos A. Informatización de la prescrip-
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asistencia al paciente normal en MF (es- 7. Nicolás Ortiz C. La receta electrónica genera in-
tratégico, comenzando por donde se pue- certidumbre entre los médicos. El Médico; 19 de
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una visita que se va completando durante 8. Plataforma 10 M. Propuesta de acciones para la
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co como un proceso social e interactivo. 12. Burke J. El efecto carambola. Barcelona: Plane-
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de 2 meses, lo que nos puede obligar a ci- nuales a mecánicos: experiencia en informatización
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sos) cada 2 en vez de cada 6 meses, en 14. Gutiérrez Delgado E. Informática y medicina.
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