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B. APL, 43.

2007 (9-23)

RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

RELISANT GUSTAVE GUILLAUME

Luis Jaime Cisneros


Academia Peruana de la Lengua

Resumen:
Una relectura de Guillaume permite al autor repasar algunas de sus
concepciones básicas acerca de la langue, un conjunto de unidades potenciales
del lenguaje y su expresión en el discours. A diferencia de otros pensadores,
para Guillaume, afirmar que la lengua es un sistema significa evocar en un
marco estático un fenómeno de naturaleza cinética, mediante el cual, de un
estado de reposo inicial se estaría pasando a otro final, el texto, mientras que
entre uno y otro está el discours. Guillaume nos dice que la lengua es un
sistema de sistemas, con pequeños sistemas ligados por una coherencia interior
y, al mismo tiempo, a una ley superior que asegura una coherencia general.

Résumé:
Une relecture de Guillaume permet à l’auteur de revoir quelques-unes de
ses conceptions essentielles à propos de la langue -un ensemble d’unités
potentielles du langage et son expression dans le discours. Contrairement à
d’autres penseurs, pour Guillaume, affirmer que la langue est un système
signifie d’évoquer, dans un cadre statique, un phénomène de nature
cinétique, grâce auquel l’on passerait d’un état de repos initial à un autre
final: le texte; alors que, entre l’un et l’autre, se trouve le discours. Guillaume

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nous dit que la langue est un système de systèmes, avec de petits systèmes
liés par une cohérence intérieure et, en même temps, assujettis à une loi
supérieure assurant une cohérence générale.
Palabras clave:
Gustave Guillaume; langue y discours; cinetismo.
Mots clef:
Gustave Guillaume; langue et discours; cinétisme.

Es cosa archisabida que todo lo que podemos actualizar en el plano


del discurso está previsto en langue. Guillaume nos propone tener a un ver en
nuestro primer plano de consideración. Este ‘ver‘ nos conducirá a un
conceptualizar (un grado primero del comprender, digamos un vislumbrar),
que nos enfrenta a un ver mental, raíz de todo comprender. Ambos esclarecen
de modo distinto el objeto de conocimiento y constituyen operaciones
exigentes de muy buena observación. Es verdad que ambos tipos de
observación son simultáneos, pero esta simultaneidad supone la posibilidad
que tiene el investigador de colocarse en uno de esos puntos de vista: el
primer ver nos esclarece un campo (el comprender inicial), que es el
antecedente (y el apoyo) del ver mental, que conduce al comprender 2.

Guillaume define a la langue como un conjunto de unidades


potenciales de lenguaje, que se hallan a permanente disposición del hablante
(en quien habitan perdurablemente, a fin de que pueda servirse de ellas
para construir, por su intermedio (…) unidades de efecto no perdurables».
Un acto de lenguaje, fruto de esta construcción es, así, real pero efímero.

El cinetismo

Cuando estamos ante un acto de lenguaje, estamos pasando de un


estado de reposo inicial (es decir, sin actividad lingüística) a un segundo
estado de reposo final (de transactividad lingüística). Como desarrollo entre
uno y otro estado de reposo se extiende el discours, como producto del cual
queda el texto para el reposo final. Por eso habla Guillaume, a propósito del
discours, de un cinetismo de transición, que se ilustra con este gráfico:

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Langue Acto de lenguaje hacia Discours


dgnjmiS el, érgwn
enérgeid
Estatismo Estatismo
inicial Cinetismo de transición final

El gráfico podría modificarse, en beneficio de las tesis aristotélicas, y


en beneficio del mismo Guillaume. En el estatismo inicial, en pleno dominio
de langue, reconociéramos la dgnjmiS de Aristóteles: el lenguaje en
movimiento potencial alerta. En el transcurso de la transición se hallaría la
enérgeid, el movimiento lingüístico en plena realización de su función y su
destino. Y en el estatismo final estaría lo dicho, el texto, el érgwn que, como
Aristóteles explica en su Physica (cap. 3), no es entelequia. En concreto:
langue y discours son conceptos opuestos: el discours es una realidad que tan
pronto puede estar ausente como presente; langue, en cambio, tiene presencia
continua (cuando dormimos, ahí está en pleno reposo). Si el discours es un ser
concreto, que no necesita ser analizado para ser observado (los sentidos nos
bastan para saberlo presente o ausente), la langue es una entidad abstracta
que escapa a toda observación directa. Su presencia permanente está
denunciada implícitamente por la presencia intermitente del discours; se
halla implícita en él, y esta implicancia es obligatoria, no la podemos negar. Si
así no fuera, habría que admitir que inventamos el lenguaje a medida que
vamos hablando. Ocurre que no lo inventamos, sino que nacemos insertos
en él; nos transmitimos los idiomas y no tenemos modo de rechazar esa
herencia.

¿Qué significado podemos derivar de todo esto? Sencillamente, que


la langue es anterior a quienes lo poseen y la hablan. Anterior a los usos
momentáneos que hacemos. Oigamos a Roch Valin:

«A la anterioridad diacrónica de la langue frente al discours se


añade una anterioridad sincrónica obligada, consecuencia de la
primera. En virtud de ello, en el tiempo operativo (TO) que soporta

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el acto de lenguaje, la langue es forzosamente preexistente al


discours» (Introduction, I, 34)

O sea, la langue «es la posibilidad de expresar en lenguaje articulado


lo que combinamos momentáneamente». Para Guillaume, la langue es
claramente dgnjmiS y contiene (virtual y provisoriamente) al lenguaje
efectivo; el discours es, así, la garantía de la enérgeij. Se trata de una
relación semejante a la existente entre la condición y la consecuencia, o a la
existente entre lo potencial y la articulación del sonido en cadena. Bueno es
reparar que la langue no está hecha: siempre la hallamos en plena actividad,
en pleno estarse haciendo (modificándose, recreándose). Solamente existe
–como afirma Coseriu- como «técnica y modalidad del hombre». Por eso
Coseriu afirma que «el hablar es actividad creadora, libre y finalista» (Sistema,
norma y habla, 37). Es libre, porque del hablante depende hablar o callar; y es
finalista, porque el hablante decide qué decir, y cómo y cuándo decirlo. Y es
actividad creadora «porque los actos de habla son siempre creaciones
inéditas». Conviene a Guillaume precisar así la distinción langue-discours:

«La langue existe en nous en permanence; et son existence est


indépendante, dans le sujet parlant, de l’usage qu’il en peut faire.
Un homme qui parle peu possède en lui la langue au même degré
que celui qui parle beaucoup (…) La langue est donc une
possession permanente de la pensée. Non seulement permanente,
mais silencieuse (…) La langue habite en nous dans le silence de
la pensé» (II, 3)

Y frente a la langue, su idea del discours:

«le discours est une opération momentanée, singulière de l’esprit.


Il se produit dans le moment du besoin, et les constructions qu’il
opère actuellement sous formes de phrases obéissant à des règles
de structure, ne durent qu’un instant. De plus c’est par volonté
que j´accomplis un acte de discours. La possession de la langue
est indépendante à toute volonté» (loc. cit)

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¿Es un sistema la lengua?

Esta pregunta conmovió a los asistentes al Congreso de Lingüística de


París, en 1949. Sigue vigente en los laboratorios de la especialidad y en las
cátedras universitarias, y muchas son las maneras de plantear y encarar el
asunto que semejante pregunta promueve.

Saussure fue quien, repitiendo ideas de Meillet, propuso en su Cours


de linguistique générale (1916) que la lengua era un sistema y que debía ser
estudiada en sí misma como tal:

«La lengua es un sistema que no conoce más que su orden propio


y peculiar»1

La afirmación es tajante, aunque rodeada de reticencias; así, no es


totalmente arbitraria y, en tanto que sistema, es algo complejo:

«Una lengua constituye un sistema. Si, como veremos luego, éste


no es el lado por el cual la lengua no es completamente arbitraria
y donde impera una razón relativa, también es éste el punto donde
se manifiesta la incompetencia de la misma para transformarla.
Pues este sistema es un mecanismo complejo, y no se le puede
comprender más que por la reflexión; hasta los que hacen de él
un uso cotidiano lo ignoran profundamente» (Curso, I Parte, cap.
2, 138)

Pero ha de aclararnos seguidamente que «lo arbitrario del signo nos


hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear
un sistema lingüístico» (ibid, Sgda. Parte, cap. II, 193). Insistirá en que no es
completa la arbitrariedad:

1
Cuando cito en español, lo hago por la ed. de Amado Alonso (Buenos Aires,
Losada, 1945). Las citas francesas corresponden a la ed. crítica de Tulio de Mauro
(París, Payot, 1975)

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«Todo lo que se refiere a la lengua como sistema, exige, a nuestro


entender, ser abordado desde este punto de vista, que apenas
cuidan los lingüistas: la limitación de lo arbitrario. Es la mejor base
posible. En efecto, todo sistema de la lengua descansa en el principio
irracional de lo arbitrario del signo que, aplicado sin restricción,
llevaría a la complicación suprema; pero el espíritu consigue
introducir un principio de orden y de regularidad en ciertas partes
de la masa de signos, y ese es el papel de lo relativamente motivado.
Si el mecanismo de la lengua fuera enteramente racional, lo podríamos
estudiar en sí mismo; pero como no es más que una corrección
parcial de un sistema naturalmente caótico, se adopta el punto de
vista impuesto por la naturaleza misma de la lengua, y estudiamos
ese mecanismo como una limitación de lo arbitrario» (Curso, II
Parte, cap. VI, 221)

¿En qué ha consistido el debate sobre el tema? Se ha observado:

«que si c’est une vérité aperçue de la plupart que la langue est un


système (…)une représentation des mohines formels
mécaniquement liés, faisait un tout mécanique cohérent, que l’esprit
emploie à une saisie, qu’il voudrait intégrale du pensable, la preuve
que cette vérité requiert (…) n´avait point été produite» 2

Ofrecer esa prueba se propuso Guillaume a lo largo de sus trabajos.


Para ello recurrió a la observación, que se reclama, en su primera etapa, de
una visión para comprobar, después de la cual se reflexiona sobre lo visto, a fin
de realizar una nueva observación indirecta, basada en un esquema razonado
que permite representarse.

«non pas la réalité patente ou expérimentalement,


scientifiquement, devenue telle (…) mais, plus profondément,
les exigences de théorie auxquelles pour être, une réalité perçue,
quelle qu’elle soit, doit satisfaire» (ibid., 221)

2
Gustave Guillaume, Langage et science du langage (Paris, Nizet, 1964, 221) Cuando
cito a Guillaume en español, en cualquiera de sus obras, asumo la traducción.

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Meillet había anunciado, antes que Saussure, su célebre advertencia:


«Chaque langue forme un système où tout se tient et a un plan d’une
merveilleuse rigueur»3. Guillaume no sólo lo recuerda sino que pone de
relieve otra afirmación de Melliet: «La langue a une inmanence et une
trascendance», para proponernos seguidamente una reflexión; si juntamos
ambas afirmaciones comprobaremos que ambas

«font du langage un système à deux niveaux, à la définition


duquel coopèrent deux systématiques superposées opposables,
l’une immanente outrepassée, l’autre transcendante qui
l’outrepasse, par l´effet d’une impulsion dont, compte tenu de ce
qui signifie le mot transcendance, on peut vraisemblablement
conjecturer qu’elle tend (…) à substituer une qualité moindre
laissée en deçà» (ibid., 222)

La respuesta de Guillaume ante la conjunción de las dos afirmaciones


de Meillet es que la lengua «es un sistema de sistemas, un ensamblaje
sistematizado de sistemas»:

«est un système de systèmes – un assemblage systématisé de


systèmes contenants (ayant un contenu propre de positions
intérieures) s’emboîtant les uns dans les autres et qui, inscrits
chacun dans un plan étendu, le plus étendu de tous était celui de
l’assemblage qu’en fait la langue, différente entre eux sous toutes
sortes de rapports, sauf celui de leur forme commune de contenant,
laquelle se répète identique à elle-même, et en réalité invariante,
du plus étendu au moins étendu, de sorte que celle de plus étendu,
la langue, assemblage de tous, serait quelconque au cas où l’on
réussirait à voir en traits nets la forme de l’un de ceux, riche ou
pauvre de substance, qu’elle contienne» (ibid. 223)

Guillaume recurrirá a la categoría gramatical de número para ilustrar


su respuesta a la pregunta planteada. Y ésta es su explicación; por un lado, la

3
A. Meillet, Linguistique historique et linguistique générale. (Paris, Champion, 1948, 1-
18)

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categoría de número opone el plural amplio a un singular estrecho; por el otro


lado, el singular estrecho, al plural amplio. Y con ánimo de satisfacer a una
condición estructural imperativa en toda lengua.

En un trabajo de 19394 recuerda Guillaume que en ninguna lengua


evolucionada podremos evocar una palabra en función únicamente de su
contenido, sino que, inevitablemente, la evocación va adherida a su forma
(sustantivo, adjetivo, verbo, etc.). Así, no hay conejo ni cenicero que sean
solamente eso que nombran sino que también son, y a la vez, sustantivos y
todo cuanto -en tanto que sustantivos- se pueda hacer con ellos en el discurso.
Ningún hablante puede crear una palabra que no sea al mismo tiempo una
clase del discurso. Hay una relación estrecha e indisoluble entre materia y
forma. Afirmar que la lengua es un sistema significa, para Guillaume, evocar
«en un marco estático, un fenómeno de naturaleza cinética». Su afirmación
es tajante al respecto:

«Le vrai est que la langue est, de la périphérie au centre, un


système intrinsèquement itératif, habile, autant qu’il est besoin, à
se répéter mécaniquement au-dedans de lui-même, chacune des
répétitions aussi opérées, dans un mouvement qui est une approche
croissante du centre du système, en traînant la définition d’une
catégorie grammaticale» (238)

¿Cuál es el propósito de tal iteración? ¿Qué busca dentro de sí misma,


y qué utilidad puede derivarse de ello? Guillaume tiene una clara y rotunda
respuesta:

«Il appartient à la langue d´être une saisie intégrale du pensable


en position de matière saisie; ou, pour que cette saisie du pensable
à laquelle la langue est vouée ait l’intégralité requise, il est nécessaire
que le pensable soit appréhendé sous un nombre suffisant de

4
Discernement et entendement dans les langues (recogido en Langage et science du langage,
1964, 87-98)

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rapports; le tout premier de ces rapports -le seul qui connaissent


certains idiomes- étant celui de la divisibilité» (238)

En su milenario designio, la lengua tiende a incrementar de modo


suficiente el número de relaciones tras las cuales se manifiesta lo pensable y
aspira, por consiguiente, a agregar a tales relaciones (si fuese necesario)
nuevos vínculos a las relaciones en proceso, las cuales, «en la medida en que
se aproximan al centro de la lengua, constituirán una iteración, cargada de
sustancia, de una ya establecida relación» (loc. cit). Ciertamente agregado
de nuevos vínculos constituye un fenómeno histórico muy lento.

Gramática y sistema

Guillaume nos invita a colocar dentro del campo de la gramática


particular muchas situaciones que se creían pertenecer a la gramática general.
Por defectos metodológicos de observación, piensa, que se ha incurrido en
error de planteamiento. Por eso su gran consejo:

«Le linguiste doit rester intimement persuadé que le risque, en


tout état de cause, est grand pour lui, à tout moment, de
méconnaître le caractère demeuré particulier de principes qui, à
première vue, paraissent avoir un caractère de généralité absolue»
(I, 28)5

Ofrece Guillaume varios ejemplos. Para empezar, recuerda que la


distinción entre nombre y verbo «partes fundamentales y antitéticas de nuestro
discurso, -y no del discurso- es una distinción que no está hecha
gramaticalmente por medio de rasgos morfológicos en todas las lenguas». Por
eso le conviene precisar la distinción entre langue y discours:

5
Los textos de Guillaume citados están tomados de Leçons de Linguistique de Gustave
Guillaume, (publiées par Roch Valin), Imp. Universidad de Laval, Québec, 11
tomos; vol. I, 1971; vol. II, 1972; vol. III, 1973.

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«La langue existe en nous en permanence; et son existence est


indépendante, dans le sujet parlant, de l’usage qu’il en peut faire.
Un homme qui parle peu possède en lui la langue au même degré
que celui qui parle beaucoup (…) La langue est donc que
possession permanente de la pensée. Non seulement permanente,
mais silencieuse (…) La langue habite en moi, dans le silence de
la pensée» (II, 3)

Y frente a la langue, el discours. El discurso nos ofrece otro aspecto. Se


trata, para Guillaume, de una operación momentánea y singular del espíritu.

«Le discours est une opération momentanée, singulière, de l’esprit.


Il se produit dans le moment de besoin, et les constructions qu’il
opère, actuellement sous forme de phrases obéissant à des règles
de structure, ne durent qu’un instant. De plus, c’est par volonté
que j´accomplis un acte de discours. La possession de la langue
est indépendante de toute volonté» (ibid., 3)

Esta distinción comporta para Guillaume «un hecho de gramática


general», del que dependen todos los hechos de gramática particular. Y
acude Guillaume al ejemplo del artículo, cuya aparición es un hecho de
gramática particular en algunos idiomas:

«L’article apparaît dans une langue en vertu de la distinction que


fait de mieux en mieux l´esprit du nom en puissance, tel qu’il
existe dans la langue de dehors de tout emploi, et du nom en effet
tel qu’il se produit et se délimite dans le discours. On a pu définir
l’article: le signe de la transition du nom en puissance au nom
d’effet» (ibid., 3-4)

Aclara seguidamente que las lenguas en cuyo sistema se ha creado el


artículo son aquellas «que han limitado la competencia de la categoría de
número a la expresión de la discontinuidad, lo que las obligó a crear una
categoría especial: la del artículo, para expresar lo continuo» (ibid.). Esto
indica que el surgimiento del artículo (aun cuando responda como
antecedente, a un hecho de gramática general, depende, por otro lado, de

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un hecho gramatical de carácter muy particular, como es «la reducción de


competencia de la categoría gramatical de número». Esto permite afirmar a
Guillaume:

«la existencia de hechos de gramática general que convocan a


consecuencias para cuya producción se requieren hechos
particulares y particularizantes» (ibid., 4)

Otros hechos de gramática general quedan de relieve: uno de ellos,


de importancia singular:

«C’est que le langage et la langue supposent dans toutes leurs


parties, et sur tous les plans, une suffisante congruence, une
suffisante convenance d’un fait de parole et d’un fait de pensée.
Autrement dit, pour qu’il y ait du langage, et langue sous-jacente,
il est nécessaire qu´un accord étroit soit intervenu entre la parole
et la pensée» (ibid., 4-5)

Aclara Guillaume sobre un hecho adjunto de gramática general:


nunca asistiremos a que un hecho de parole convenga estrictamente a un
hecho de pensamiento. Tras postular que la búsqueda de esta óptima
congruencia constituye el verdadero estímulo de la evolución lingüística,
afirma:

«Una lengua supone una concordancia, maravillosamente


realizada, tras miles tentativas, entre los dos sistemas instituidos:
de un lado, el sistema fonológico; el otro lado, el sistema psíquico.
Y lo que llamamos el genio de la lengua de esta concordancia, este
acuerdo, su grado de éxito. Y hay que repetir, como un principio
que nunca debe perderse de vista, que el hecho lingüístico es
esencialmente el descubrimiento y el mantenimiento de este
acuerdo, siempre insuficiente, entre ambos sistemas: el exterior,
fonológico, (y más generalmente semiológico) y el interior,
psíquico» (ibid., 5)

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En gramática (y esto es claro para Guillaume) no debemos ocuparnos


tanto de las unidades de efecto como de las unidades potenciales. Debemos
tener presente siempre que:

a) «En las lenguas cuyas palabras ofrecen una morfología incorporada


a la unidad potencial, la distinción de nombre y verbo resulta un
distingo primordial, y es una propiedad de la langue reproducida
en el discurso»
b) «En las lenguas de caracteres, como el chino, donde la unidad de
puissance es el mismo signo, portador de una única noción, el
distingo morfológico de nombre y verbo no se da en la langue. Y lo
que asume este distingo opera durante la transición de la langue al
discours. En la lengua misma nada se da» (ibid., 6)

De esto se desprende que en las lenguas surgidas del indoeuropeo la


distinción entre las partes del discurso (y por lo mismo, la de nombre y verbo),
resulta para Guillaume

«un distingo precoz, asegurado de antemano en el plano de la


potencialidad, en tanto que ese distingo resulta tardío en las
lenguas de caracteres, y sólo se da en el mismo discours, fuera de
la langue, y en el transcurso de su empleo» (ibid., 6-7)

Sí es un sistema

En su clase del 21 de marzo de 1947, Guillaume retoma la vieja


afirmación de Meillet y afirma resueltamente:

«Une langue est un système de systèmes. De là vient que chaque


système que la langue contient, et qui constitue en elle un entier,
est assujetti non pas seulement à une loi de cohérence intérieure,
relative à sa propre définition, mais encore à une loi, d’essence
supérieure, selon laquelle la cohérence intérieure recherchée
devra s’accorder avec la cohérence générale du système
d’ensemble» (II, 137)

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En la clase del 18 de abril agudizaba su visión, estableciendo


distinciones entre esta doble coherencia:

«l’agencement intérieur d’un système linguistique est assujetti à


une double cohérence: une cohérence qu’on pourrait appeler
cohérence de premier degré, selon laquelle il lui faut ne contenir en
lui aucune partie qui ne s’accorde parfaitement avec toutes les
autres et, globalement, avec leur ensemble» (II, 147)

Para Guillaume, está «recíproca relatividad de las partes» garantiza


la unidad y la cohesión del sistema y le confiere la cualidad de entier
systématique. Frente a esta coherencia de primer grado (en verdad, una
coherencia interior surgida de la aludida relatividad recíproca de las partes
constitutivas), Guillaume opone una coherencia de segundo grado. ¿En qué
consiste esta segunda coherencia? Consiste en que nada existente en un
sistema contenido en langue puede hallarse «en desacuerdo con los otros
sistemas contenidos y, de un modo general, con el sistema global: «el sistema
de sistemas que es la lengua» (II, 147)

Por cierto, esto crea al investigador obligaciones de las que no puede


desvincularse. Por eso Guillaume sentencia: en el espíritu del investigador
debe priorizarse durante el estudio del sistema,

«que dicho sistema, por su constitución interior, está expuesto a


ceder a exigencias, que no son propiamente suyas, pero lo son del
sistema global de la lengua» (II, 149)

Pero hay algo más. Al mismo tiempo que el investigador va cediendo


a tales exigencias, que no proceden de sí mismo, debe ir cuidando su
coherencia interior:

«C’est à dire se construire d’une manière qui concilie cette


cohérence à conserver avec la cohérence inter-systématique
imposée du dehors» (loc. cit.)

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Plantearse la lengua como sistema traía, como vemos, sus bemoles.


En su clase del 7 de junio de 1945, Guillaume evocó algunos momentos de su
formación lingüística, cuanto tuvo que seguir la tendencia a centrarse en el
sistema en sí mismo, sin atender a antecedente alguno del pasado, y sin
advertir cuánto había en dicho método de excesivo. Interesa rememorar su
reflexión: esa reflexión no debe desatenderse al necesario vínculo entre
sincronía y diacronía. Oigamos sus palabras: acaba de admitir que un sistema
es algo que se basta a sí mismo y que se explica por su propia ley constitutiva;
y agrega seguidamente:

«mais la cohérence que s’y marque n’en demeure pas moins


une émanation d’une cohérence différente antérieurement
établie».

Su experiencia es la que lo lleva a profundizar:

«Et mon expérience de ces toutes dernières années est que la


reconstitution analytique des systèmes (…) exige, pour être
menée à bien, que l’on prenne une vue de ce qu’a été la
transformation des systèmes sur l’axe des successivités (…). On
voit par-là que le divorce de la synchronie et de la diachronie est
une situation qui ne doit pas, en bonne méthode, se prolonger
puisque l’étude approfondie de ce qui se passe sur l´axe de la
diachronie conduit à y voir des synchronies en formation, dont il
est nécessaire de prendre un profil sur l´axe des états auquel on
rapportera historiquement -sur l´axe des successivités- d’autres
profils antécédents ou conséquents» (I, 22)

En su clase del 5 de marzo de 1948 desarrollará Guillaume la idea de


que toda lengua es la suma «interiormente sistematizada, de las relaciones
que se han instituido en ella entre las aportaciones históricas» (III, 129). En
el transcurso de su exposición, Guillaume arriesga la siguiente interpretación
de un «estado de sistema»:

«Un système, en forte instante de définition continue, sollicitera


avec une force égale, la venue d’accidents propices à

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transformation; et cette sollicitation instante, insistante, aura pour


effet sinon expressément de faire naître ces accidents, tout au
moins (…) de faire que chacun de ceux qui passent sera scruté
avec une perspicacité pénétrante…) (III, 131)

El 12 de marzo de ese año 48, Guillaume admite que una lengua es,
«en todo momento en su devenir histórico», un determinado orden de
relaciones, que son el fruto de «aportaciones históricas conservadas». Y afirma
que una definición de esta naturaleza tiene el mérito de constituir.

un précieux et juste départ entre ce qu’il convient d’attendre de


la science historique du langage et ce qu’il convient de ne pas
attendre d’elle» (III, 139)

Concluye Guillaume expresando que lo que nunca nos revelará la


historia del lenguaje (porque es ajeno a su competencia) «c’est ce qui a trait
aux rapports institués entre les apports historiques constitutifs» (loc. cit.).

A partir de 1948, se advierte en Guillaume una preocupación creciente


por vincular el sistema de la lengua con la relación entre la estructura
semiológica y la estructura psíquica. Es claro para él que el hablante toma
conciencia de los hechos psíquicos a través de hechos semiológicos. En suma,
el sistema es fruto «de la relatividad recíproca de los signos, en virtud del fin
que les está asignado, que no es otro que el de mostrar el sistema psíquico del
que constituyen el lado representativo» (I, 87)

En su clase del 23 de mayo de 1950 establece la diferencia entre la ley


que rige la estructura psíquica y la que rige la estructura semiológica. Y
explica cómo el desconocimiento de tal principio ha hecho que el sistema sea
el significado (IV, 1974, 131-138).

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