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REPRESENTACIONES SOCIALES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL ROL

MASCULINO EN HOMBRES ADOLESCENTES ESCOLARIZADOS EN EL


MUNICIPIO DE MEDELLÌN

INVESTIGADORES
Juan Diego Tobón Lotero
Camila Villa Acevedo
Diana Loaiza Tangarife
Carolina Avendaño Duque
Marisol Gómez Piedrahita
Manuel Navia Cújar

GRUPO DE INVESTIGACIÒN
Psicología, Salud y Sociedad

LINEA DE INVESTIGACIÓN
Psicología Social y Salud Mental

INSTITUTO DE CIENCIAS DE LA SALUD CES


FACULTAD DE PSICOLOGÍA
MEDELLÍN
2007

1
REPRESENTACIONES SOCIALES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL ROL
MASCULINO EN HOMBRES ADOLESCENTES ESCOLARIZADOS EN EL
MUNICIPIO DE MEDELLÌN

INVESTIGADORES
Juan Diego Tobón Lotero
Camila Villa Acevedo
Diana Loaiza Tangarife
Carolina Avendaño Duque
Marisol Gómez Piedrahita
Manuel Navia Cújar

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
Universidad CES

Trabajo de investigación realizado para optar por el título de


Psicólogo

MEDELLÍN
2007

2
INDICE DE CONTENIDO

RESUMEN 7

ABSTRACT 8

1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA 9

1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 9


1.2 JUSTIFICACIÓN 19
1.3 PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN 22

2. MARCO REFERENCIAL 23

2.1 UNA APROXIMACIÓN AL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN


DE LA IDENTIDAD 23

2.2 LA ADOLESCENCIA: ESPACIO DE CONSOLIDACIÓN DE


LA IDENTIDAD 26
2.2.1 Teoría de la Crisis de Originalidad Juvenil:
Maurice Debesse 29
2.2.2 Teoría de la Crisis Juvenil: Pierre Male 30
2.2.3 Teoría de la Identidad, Juventud y Crisis: Erik Erikson 31

2.3 EL ROL: LA PUESTA EN ESCENA DE LA


CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA 33

2.4 MODELOS EXPLICATIVOS EN RELACIÓN CON LA


CONSTRUCCIÓN DEL ROL MASCULINO 38

3
2.4.1 Determinaciones biológico-genéticas 38
2.4.2 Determinaciones psicológicas 40
2.4.2.1 Desde la psicología cognitiva 41
2.4.2.2 Desde la psicología dinámica 44
2.4.2.3 Desde la psicología humanista 47
2.4.3 Determinaciones antropológicas 48
2.4.4 Una lectura de lo masculino desde la filosofía 50
2.4.5 Determinaciones sociológicas 53

2.5 LO MASCULINO: UNA CONSTRUCCIÓN CULTURAL E


HISTÓRICA 55

2.5.1 Lo Masculino en el paleolítico y en el neolítico 58


2.5.2 Lo Masculino en el mundo antiguo. Grecia y Roma 59
2.5.3 Lo Masculino en el pueblo de Israel y en el cristianismo 61
2.5.4 Lo Masculino en la Edad Media 61
2.5.5 Lo Masculino en el renacimiento, la reforma y la
contrarreforma 62
2.5.6 La modernidad y la construcción de género 62
2.5.7 Lo masculino en el siglo XX y en el mundo actual 65
2.5.8 Lo masculino en la postmodernidad 68

2.6 LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PERSONAL EN UNA


CULTURA DE GÉNERO 70

2.7 LA TEORÍA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES COMO


REFERENTE PARA LA COMPRENSIÓN DE LOS ROLES
MASCULINOS 77

2.7.1 Características de las Representaciones Sociales 79

4
3. OBJETIVOS 84

3.1 OBJETIVO GENERAL 84


3.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS 84

4. DISEÑO METODOLÓGICO 85

4.1 ENFOQUE METODOLÓGICO 85

4.2 TIPO DE ESTUDIO 86

4. 3 ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS 88
4.3.1 Taller Reflexivo 89
4.3.2 Entrevista semiestructurada 91

4.4 POBLACIÓN DE REFERENCIA 92

4.5 DESCRIPCIÓN DEL ACCESO AL CAMPO 93

5. CONSIDERACIONES ÉTICAS 96

6. ANÁLISIS DE RESULTADOS 98

6.1 IDEAS DE LO MASCULINO 98


6.1.1 ¿Qué es ser hombre? 99
6.1.2 ¿Cómo se aprende a ser hombre? 105
6.1.3 Sexualidad 107
6.1.4 ¿Qué es no ser hombre? Ideas de homosexualidad 109

6.2 PRÁCTICAS SOBRE LO MASCULINO 112

6.3 FACTORES DE RIESGO Y FACTORES DE PROTECCIÓN 130


6.3.1 Factores de Riesgo 130
6.3.2 Factores de Protección 135

5
7. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 140

8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 144

ANEXOS
Anexo No. 1 Propuesta de Talleres 151
Anexo No. 2: Formato de Entrevista Semiestructurada 159
Anexo No. 3: Consentimiento Informado 160

6
RESUMEN

Con el fin de identificar cuáles son las representaciones sociales que los hombres
adolescentes escolarizados del municipio de Medellín establecen en la construcción de su
rol masculino, y qué factores de protección y de riesgo aparecen a partir de esta
construcción simbólica, se realizaron talleres y entrevistas bajo la modalidad de la
investigación cualitativa, a grupos de adolescentes de la ciudad de Medellín, con edades
entre los 12 y los 18 años. El modelo de la investigación comprensiva y la lectura de la
realidad desde una perspectiva fenomenológica, permitió la identificación de
representaciones sociales que se han establecido como modos de interpretar lo
masculino y lo propio de los roles que el hombre de estratos bajos (1, 2 y 3) y altos (4, 5 y
6), han constituido. En ambos espacios se evidencian elementos comunes en relación con
las ideas y prácticas que los hacen hombres y los identifican como tales. La perspectiva
de ser hombre desde un lugar de dominación, fuerza y sometimiento, es una
representación significativa que se evidencia como central y que se comprende como un
requerimiento social que es aceptado y vivenciado en la existencia cotidiana. Es
significativo que las ideas en relación con el ser o no ser hombre se mantienen arraigadas
como elemento que se replica generación tras generación, pero cómo las prácticas en
relación con lo masculino sí son más movibles y negociables culturalmente. Existe una
diferencia entre los dos grupos poblaciones del estudio y que está relacionada con los
referentes desde los cuales construyen su masculinidad. En los estratos socioeconómicos
bajos la referencia para construir la masculinidad se abre a figuras incluso femeninas (la
madre, la abuela), mientras que en los estratos socioeconómicos altos la referencia está
ubicada en la figura paterna biológica.

Palabras Clave
Identidad de Género, Rol Masculino, Adolescencia, Contexto socioeconómico,
Representaciones Sociales

7
ABSTRACT

In order to identify which are the social representations that the men teenagers enrolled in
schools of Medellin establish as head in the construction of his masculine role, and what
factors of protection and of risk appear from this symbolic construction, workshops and
interviews were realized under the modality of the qualitative investigation, to groups of
teenagers of diverse places of the city of Medellin, whose ages ranged between the 12
and the 18 years. The model of the comprehensive investigation and the reading of the
reality from a phenomenological perspective, allowed the identification of social
representations that have been established as manners of interpreting the masculine thing
and the own of the roles that the man of low strata (1, 2 and 3) and high places (4, 5 and
6), they have constituted. One could find that in both spaces, that of low strata and high
strata, common elements are demonstrated in relation with the ideas and practices that
make them men and he identifies them as such. The perspective to be a man from a place
of domination, force and submission, it is a significant representation that is demonstrated
as head and that is understood as a social requirement that it is accepted and he lives in
the daily existence. It is demonstrated like significantly that the ideas in relation with the
being or not to be a man are kept established as significant element that generation is
answered after generation, but how the practices in relation with the masculine thing yes
are more movable and negotiable culturally. In the socioeconomic low strata it is particular
that the reference to construct the masculinity is opened for even feminine figures (the
mother, the grandmother), whereas in the socioeconomic high strata the reference is
located in its generality, in the paternal figure. In this they think significant differences that
they speak about manners of interchange and of significance that are regulated by the
conditions of life and of existence in his own contexts.

KEY WORDS
Identity of Sort, Masculine Roll, Adolescence, Sociocultural Context, Social
Representations, Stereotypes of Sort, Masculinity

8
1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

1.1 Planteamiento del Problema.

La adolescencia es una etapa de la existencia del ser humano en la cual se


consolidan muchos procesos iniciados desde la infancia. Elementos biológicos,
sociales y psicológicos llegan a un punto de afianzamiento importante y se
cimientan como una estructura, la cual le permitirá al individuo asumir la adultez
con un repertorio más complejo y más completo. Sin embargo, antes de
enfrentarse con ese momento adulto, el adolescente tendrá que atravesar por la
elaboración de su propia realidad, deberá resolver la pregunta por quién es y
ubicarse frente a un mundo que le hace pedidos cada vez más rigurosos debido a
su condición que progresivamente se aleja de lo infantil. Esa búsqueda de su
propio lugar en el mundo es lo que algunos autores, entre ellos Erik Erikson (1968)
han denominado, la construcción de identidad.

Según este autor la identidad es una tarea fundamental durante la adolescencia y


la juventud, la cual se consolida a partir del establecimiento de las relaciones
íntimas personales y el trabajo. Según E. Erikson la identidad es un proceso
continuo y permanente, que va desde la primera infancia y que se va
resignificando a lo largo de la existencia del sujeto. Dentro de dicho proceso se
construye la identidad de género, entendida esta como la “conciencia de ser mujer
u hombre y la capacidad de realizar ese juicio acerca de los demás” (Grace Craig,
1997). Este elemento entra en conflicto durante la adolescencia al insertarse el
individuo con esferas reales y simbólicas cada vez más complejas.

9
Otros autores, representantes de disciplinas como la pedagogía, la sociología y la
psicología, han realizado estudios al respecto, y han avanzado en la construcción
de la teoría relacionada con la identidad. Uno de ellos, Maurice Debesse (1980)
significativo por sus aportes en relación con la construcción de la identidad como
un proceso social particularizante, y que fue inspirado por los trabajos anteriores
de Stanley Hall y de Mendousse, describe la crisis de originalidad juvenil como
resultado del deseo de originalidad del mismo. Este se caracteriza por un horror
hacia la banalidad y una propensión a hacer de si mismo alguien excepcional,
único. Se trata no sólo de un juicio que el adulto realiza sobre gestos o actos
inesperados e inhabituales del adolescente, sino también del sentimiento que el
propio individuo tiene de su singularidad. Este deseo inicia alrededor de los 14
años para la joven y de los 15 años para el joven. Constituye uno de los primeros
elementos de la pubertad mental que acompaña a las transformaciones de orden
fisiológico.

Se encuentra también en la literatura, como aporte fundamental en la teoría que


sobre la identidad existe, Pierre Mále (1982), quien considera la crisis juvenil como
una fase extremadamente fecunda, caracterizada por una readaptación
espontánea del individuo para un verdadero cambio. El autor distingue la crisis
puberal y la crisis juvenil. En este proceso de crisis se encuentra como resultado
final la construcción de la identidad particular, que se espera sea lograda por el
adolescente-joven, a lo largo de dicho recorrido vital.

Es evidente, y se puede leer como síntesis de los elementos aportados por los
autores mencionados, que el establecimiento de la identidad masculina y
femenina, permite que el sujeto se ubique en el mundo de una manera particular.
Hay un cuerpo biológico que condiciona su mirada de la realidad y que está
acompañado por comportamientos, pensamientos y emociones propios del género
al cual el individuo pertenece, que han sido no sólo construidos individualmente,
sino también de manera social. Podría decirse que es una identidad de género

10
impuesta por el proceso de socialización y que se resignifica en el sujeto durante
el momento de la adolescencia. Desde un criterio descriptivo el género se define
como la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, valores, conductas y
actividades que diferencian a hombres y mujeres. Tiene un carácter social y se
espera identifique y singularice la experiencia de hombres y mujeres en un
contexto específico.

La identidad de género, lo masculino y lo femenino, se concretan en la vida del


sujeto a través de los roles construidos e introyectados desde el espacio familiar, y
que se consolidan en el intercambio social. El rol, utilizando la derivación griega de
la palabra, podría ser entendido como la personificación de un papel, una
actuación y una máscara que el individuo se pone en un momento dado, y que
acompañan su actuar conciente en la vida cotidiana, y tal como lo plantea
Francisco Morales (1999) puede ser asumido como una “pauta de conducta
estable y reglamentada que determina la naturaleza de la interacción, y como una
puesta en escena de los contenidos simbólicos del individuo”, que se convierte
entonces en aquella esfera observable por éste y por los otros con quienes
interactúa.

Es pertinente considerar que la primera estructura de identidad que los individuos


aprenden a construir es precisamente la de género; esto es, el papel social que
se asigna culturalmente al individuo, a partir de una condición biológica que
define si le corresponde un rol social masculino o femenino. Las identidades de
género son entonces, una construcción social que es regulada también por las
diferencias sexuales.

Para ampliar la comprensión de cómo se construye la identidad de género y como


se visualiza ésta a través de los roles, es necesario entender que socialmente, por
los fenómenos de transmisión cultural, se crean estereotipos de conducta
masculina y femenina que se imponen tanto al hombre como a la mujer,

11
enseñándoseles cómo comportarse y reaccionar frente a los eventos y
acontecimientos de la vida cotidiana desde el referente esperado para ello. Un
estereotipo, como lo plantea Janet Hyde (1997) es un repertorio de papeles
asignados a los géneros que se vuelven concretas en conductas y que se vuelven
rasgos de personalidad que las personas esperan de varones y mujeres de
acuerdo al contexto social donde se desarrollen. En algunos casos, los
estereotipos cierran la mirada frente a lo diverso de la experiencia del sujeto y lo
obligan a ajustarse de manera total a aquello que espera sea su pensamiento, su
emocionalidad y su comportamiento.

En el proceso de asignación de roles a través del sexo fisiológico, del género y de


los estereotipos sociales, tanto hombres como mujeres tienen un lugar diferente.
Mientras que al hombre se le asigna el lugar de lo fuerte, de lo guerrero, de lo
racional y lo económico, a la mujer se le asigna el lugar de lo débil, de lo
emocional y del cuidado de los hijos a través de la crianza.

El "orden" en la Sociedad Patriarcal descansaba en que las mujeres asumieran


tales "cualidades" como naturales lo que aseguraba que no existieran
cuestionamientos. Para el varón, el rol asumido le prescribía lo opuesto: ser
asertivo, agresivo, independiente, fuerte, inteligente, valiente, autoritario, buen
proveedor y sostén del hogar y de los hijos. Capaz de sobreponer su autoridad en
la familia de la que era Jefe indiscutido y único administrador del dinero. (Duby,
2000)

Aunque los procesos sociales son dinámicos, y las modificaciones en lo


relacionado con los estereotipos y roles se vislumbran en el horizonte, aquello que
es esperado para hombres y mujeres se mantiene en el tiempo, generando
factores de riesgo y protección para cada uno de los géneros.

12
En el caso de lo masculino, tema de interés central en esta investigación, se
observa que en la asignación de los estereotipos y en la obligatoriedad social en el
cumplimiento de los mismos, tradicionalmente el hombre ha ocupado los lugares
de poder, le toca vérselas con los asuntos de dominación y con los espacios de
lucha y conquista, teniendo que ubicarse desde el lugar de la racionalidad, donde
el afecto y lo emocional no son lo central dentro de su experiencia. Aunque estos
factores lo han puesto en un lugar privilegiado en la cima de la estructura social
teniendo bajo su dominio a otros y a otras, se ha visto enfrentado a riesgos para
su vida siendo el más afectado por los fenómenos de guerra y violencia. Podría
decirse que su condición masculina que funge como factor protector en algunos
casos, se convierte en sí misma factor de riesgo.

Las últimas décadas han mostrado que hay unas preguntas que sobre lo
masculino empiezan a modificarse y que muestran unos nuevos lugares desde los
cuales los hombres se evidencian y se representan. Comportamientos, actitudes,
formas de interactuar y de ubicarse frente al mundo se han transformado y tanto lo
masculino como lo femenino se han ido moviendo de las esferas tradicionalmente
consideradas. Algunos de ellos podrían ubicarse desde lo social en los
movimientos de liberación femenina y la liberación sexual. En lo político, la
inclusión de las mujeres en lugares tradicionalmente reservados para los hombres
y la ubicación de estos en niveles de sometimiento al orden femenino. En lo
económico, la entrada de la mujer en el mercado laboral y en el ámbito público,
cambian el rol del hombre, teniendo que vérselas de manera compartida en
algunos casos, con labores de crianza y del hogar que no son ya exclusivas de la
mujer.

Estos cambios, que tienen el carácter de estructurales en el ámbito social, han


afectado también los roles familiares y los roles de género. La sociedad pasó de
una organización genérica sexista a medida de los estereotipos tradicionales, a
una concepción de género más igualitaria. Es decir, hombres y mujeres participan

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de la vida pública y del trabajo y desarrollan rasgos instrumentales acordes para
ello. Ambos deben ser asertivos, inteligentes y seguros de sí, cualidades que
antes "eran" solo esperables en los varones, y ser afectuosos y participar en la
crianza, elementos esperables en las mujeres. Alcanza a evidenciarse entonces
que hay elementos que necesariamente son diferenciales de acuerdo al género,
pero se encuentra también que hay otros que se comparten.

Elizabeth Badinter (1992) hace referencia a algunos elementos teóricos que


permiten la comprensión de la masculinidad como un concepto complejo y amplio,
identificando los siguientes puntos: a) “No hay una masculinidad única, lo que
implica que no existe un modelo masculino universal y válido para cualquier lugar,
época, clase social, edad, raza, orientación sexual... sino una diversidad
heterogénea de identidades masculinas y de maneras de ser hombres en
nuestras sociedades; b). La versión dominante de la identidad masculina no
constituye una esencia, sino una ideología de poder y de opresión a las mujeres
que tiende a justificar la dominación masculina; y c). La identidad masculina, en
todas sus versiones, se aprende y por tanto también se puede cambiar”.

En el texto de John Nicholson (1987), Hombres y Mujeres ¿Hasta qué punto son
diferentes? el autor se propone identificar las creencias populares más influyentes
en relación con la conducta típicamente masculina y femenina y ver hasta qué
punto los estereotipos resisten las pruebas objetivas. En una investigación
realizada a una muestra de norteamericanos de todas las edades y de todos los
sexos se les pidió que hicieran una lista de las características, los atributos y los
tipos de conducta en los que, a su modo de ver, hombres y mujeres diferían. Sus
respuestas no permiten dudar de que los estereotipos sexuales son todavía
poderosísimos. Tres cuartas partes de las personas interrogadas convinieron en
que los hombres y mujeres difieren en más de cuarenta aspectos del
comportamiento.

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En el contexto nacional, regional y local, la temática de la construcción de la
identidad masculina, ha sido un tema recurrente en los últimos veinte años en la
literatura producida por las ciencias sociales. Tanto desde la sociología como
desde la psicología, en sus diversas corrientes epistemológicas, la pregunta por
las condiciones, por los factores y por las características de formación de la
identidad de género masculino y su concreción en los roles, ha ocupado un lugar
importante. Dicha pregunta, en el grupo de los adolescentes y jóvenes ha tomado
forma y se ha profundizado durante los últimos años, y ha permitido un
acercamiento y una comprensión significativa de cómo durante este momento
evolutivo, la construcción de la identidad de género, y en especial, de los roles
asociados a la misma, toma forma y se articula.

Aunque los estudios sobre la identidad masculina no son tan abundantes como los
existentes sobre la identidad femenina, puede encontrarse en la literatura una
abundante producción. El estudio de lo masculino, aunque independiente como
cuerpo temático del estudio de lo femenino, ha estado presente de una u otra
forma en las investigaciones sobre la construcción de la identidad femenina. Como
señala Kimmel (1992), “masculinidad y feminidad son construcciones relacionales,
aunque el macho y la hembra puedan tener características universales, nadie
puede comprender la construcción social de la masculinidad o de la feminidad sin
que la una haga referencia a la otra”. Las aportaciones realizadas por los
estudios de la mujer, y actualmente por los estudios de género, coadyuvan en la
investigación sobre la identidad masculina, ya que las teorías feministas
introducen en la discusión una perspectiva diferente para entender la realidad
social, evidenciando un orden que se sustenta en la asignación de roles que
confirman la diferencia sexual.

En la misma dirección, hacer visibles las masculinidades y convertirlas en objeto


de estudio constituye una tarea urgente si se desea combatir el espejismo de que
lo femenino y lo masculino son categorías innatas y universales y si se desea

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entender de una vez por todas que la feminidad y la masculinidad son
construcciones sociales de carácter cultural e histórico. Dicho de otra manera, es
difícil imaginar cambios en la vida de las mujeres si no van acompañados de
cambios tangibles y reales en la vida de los hombres.

Es justo señalar que los estudios sobre la masculinidad que surgen en las dos
últimas décadas, y especialmente en ámbitos académicos anglosajones y en otros
ámbitos de intervención sociopolítica en Latinoamérica, tienen una deuda
inestimable con las teorías y con las prácticas edificadas a lo largo de las últimas
décadas por el movimiento feminista. De hecho, cuando en algunos estudios de
orientación semiótica y sociológica sobre las identidades masculinas se subraya
la idea de que las conductas masculinas no son innatas ni naturales, sino el efecto
de un determinado aprendizaje cultural y de una determinada construcción social
de la masculinidad, se está enunciando algo semejante a lo que los estudios
feministas subrayaron en su día cuando mostraron que los comportamientos
femeninos eran el efecto de una determinada socialización de las mujeres y, por
tanto, al ser comportamientos socialmente aprendidos, era urgente volver a pensar
sobre las identidades femeninas, sobre las maneras diversas y plurales de ser y
sentirse en nuestras sociedades y sobre los cambios socioculturales que eran
esenciales a fin de eliminar la dominación masculina y de favorecer una
convivencia equitativa y justa entre los sexos.

Connell (1995) habla sobre la organización social de la masculinidad, identificando


cuatro tipos diferentes de la misma: hegemónica, subordinada, complaciente y
marginal. La masculinidad hegemónica es aquella que encarna al pie de la letra
la dominación masculina y ejerce el poder y la autoridad sobre las mujeres (y
sobre otros hombres) con toda su secuela de opresión, violencia y privilegios. La
masculinidad subordinada sería aquella que se sitúa en las fronteras de los estilos
de vida, de las conductas y de los sentimientos atribuidos convencionalmente a

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las mujeres, por lo que es considerada ilegítima y afeminada por quienes ejercen
la masculinidad hegemónica.

Entre ambas masculinidades estarían la masculinidad marginal, ejercida por


quienes forman parte de grupos y colectivos de hombres excluidos socialmente y
que tienen un acceso restringido al poder, y la masculinidad complaciente, ejercida
por aquellos hombres que, sin tener un acceso directo al poder y sin gozar de un
alto status económico y social, disfrutan de los dividendos patriarcales asociados
al género masculino sin interrogarse en ningún momento acerca de la justicia de
sus privilegios ni de la desigualdad de las mujeres en cualquiera de los ámbitos de
la vida humana. No es sino una versión atenuada de la masculinidad
hegemónica.

La masculinidad, si se puede definir brevemente, es al mismo tiempo la posición


en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres
se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en
la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura.

A la construcción de género se añaden los modos culturales de ser mujer y de ser


hombre en cada sociedad y en cada época, y esos modos tienen su origen no
sólo en diferencias sexuales, sino también en diferencias socioculturales (como la
pertenencia de cada mujer y de cada hombre a una u otra clase social, etnia o
raza, el diferente estatus económico y el distinto capital cultural de las personas,
sus diferentes estilos de vida, creencias e ideologías) que condicionan, junto al
sexo biológico, las diversas maneras de ser y de sentirse mujer y hombre en
nuestras sociedades. Dicho de otra manera, las identidades masculina y femenina,
están social e históricamente constituidas y en consecuencia están sujetas a “las
miserias y a los vasallajes de la cultura patriarcal y en general, a todos los
fenómenos socioculturales” (Lomas, 1999).

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Las diferentes problemáticas que se suscitan diariamente en nuestro país, hacen
que necesariamente se tengan que realizar estudios sobre las poblaciones
involucradas en las mismas. De estas comprensiones frente a los fenómenos han
aparecido elementos que permiten identificar que hombres y mujeres, desde el
lugar que ocupan y desde las construcciones sociales que han establecido, se
involucran en las problemáticas bien sea como víctimas o como victimarios.
Situaciones como la violencia, el machismo, el maltrato, la pobreza, entre otras, ha
hecho producir en ellos diversas formas de comportarse y representarse, y a su
vez las formas de comportamiento establecidos por cada género, hace que se
generen procesos y fenómenos sociales que traen dificultades en la experiencia
individual y colectiva de los sujetos.

Esta investigación se aproxima a los sentidos y significados que los adolescentes


le dan al lugar de lo masculino que han ido construyendo en los diferentes
contextos socioeconómicos en los cuales habitan (alto en estratos 5 y 6, bajo en
estratos 2 y 3), y que habla de sus roles asignados y asumidos como hombres.
Para realizar esta labor se cuenta con el marco referencial de la teoría de las
representaciones sociales, la cual permite acercarse a esas tramas compartidas
socialmente, que se transmiten simbólicamente y que cobran sentido colectivo, y
que en el tema de lo masculino es claramente identificable y puede ser abordado
como fenómeno social.

Cuando se habla de la representación social, se parte de la teoría propuesta por


Serge Moscovici (1987), que habla de una manera de organización de los
conocimientos de tal manera que los individuos puedan comprender el mundo al
cual pertenecen tanto en su componente físico como en los aspectos sociales,
constituyéndose así la condición para que entre ellos exista la posibilidad de estar
en comunicación. Se puede decir en términos generales, que es sólo mediante la
representación que el hombre común se apropia de los instrumentos que le
posibilitan no solo el entendimiento – a su propio juicio completo – de todo lo que

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le rodea, sino también de la comprensión de la trama social que existe entre los
individuos y el modelo cultural al cual pertenece. Mediante la utilización de este
saber representacional, cada hombre tiene la posibilidad de entender y organizar
simbólicamente el mundo al cual pertenece de tal manera que al interactuar con
los demás, posea un mismo universo de referencia que hace inteligible lo que
cada uno dice, piensa y plantea.

La propuesta formulada por Moscovici tiene importancia para el estudio de las


relaciones entre distintas teorías y su inserción en la sociedad, como por ejemplo
lo fue el Marxismo en una época, hasta la caída del socialismo; pero también
puede resultar muy útil para el estudio de comportamientos y desarrollos de lo que
se ha denominado el sentido común o la influencia de las mentalidades en la
construcción de lo social y su transformación.

Conocer cuáles son las representaciones sociales que sobre la construcción del
rol masculino tienen los hombres adolescentes es la intención de esta
investigación, que cubrirá poblaciones del área urbana de Medellín en contextos
socioeconómicos de estratos bajos (estratos 2 y 3), y estratos altos (estratos 5 y
6). Se identificarán elementos compartidos y diferenciales en el proceso de
construcción del rol masculino y las significaciones que éstos le dan al mismo, y
se podrá evidenciar a su vez cómo dichas representaciones sociales, se
convierten en factores protectores o de riesgo en dichas poblaciones.

1.2 Justificación

La adolescencia es, sin duda, una etapa en donde se experimentan diversos


cambios significativos a nivel biológico, sexual, social y emocional, y en donde se
comienza el proceso de la búsqueda y construcción de un sentido de identidad,
entendida, según Erik Erikson como la propia irrepetible individualidad personal,
conociéndose a si mismo y siendo uno mismo. Este autor también plantea que la

19
identidad es un sentimiento "vigorizante y subjetivo de mismidad y continuidad”
que tiene lugar en todos los niveles del funcionamiento mental y es en gran parte
inconsciente.
Arminda Aberasturi (1989) considera que “la adolescencia es un período confuso,
ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social”.
También plantea que existen una serie de características de lo que ella llama
"Síndrome Normal de la Adolescencia" que son aplicables a los adolescentes de
todas las culturas. Entre estos rasgos están una búsqueda de sí mismo y de la
identidad, la tendencia a pertenecer a grupos, una evolución sexual manifiesta, la
separación progresiva de las figuras progenitoras y/o cuidadoras, y variaciones del
humor.

Dentro del transcurso de esta etapa de la vida se va cimentando la identidad de


género, definida ésta como el proceso a través del cual se incorporan, cuestionan
y/o manifiestan deseos, percepciones, valoraciones, actitudes y acciones respecto
a los procesos y productos (económicos, políticos, sociales y culturales) de una
sociedad dada, pertenecientes y excluyentes para el género femenino y para el
masculino, tal como lo plantea Liévanos (1997). Este aspecto de la realidad del ser
humano se complejiza durante el periodo de la adolescencia, ya que en ella se
configura en gran medida la apreciación interna de la persona a través de la
creencia y la valoración de sí misma como hombre o mujer.

Según esto, la consolidación de la identidad masculina y femenina permite que el


sujeto se sitúe de manera específica en el mundo y tenga una percepción
particular del mismo, estando atravesado en primera medida por un cuerpo
biológico que determina de forma significativa su lugar y perspectiva de la
realidad, y en segunda instancia, por el contenido cultural y social que lo precede,
y que es instaurado incluso antes de que naciera. Es por ello que se pueden
dilucidar e interpretar ciertas actitudes, comportamientos y pensamientos que
constituyen y establecen los elementos propios del género al cual el individuo

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corresponde, y que los diferencian entre sí. De ahí, emergen los roles, que se
pueden definir, según la psicología social como la conducta que se espera de la
gente dada su posición en la sociedad, en algún grupo u organización y además
es entendido como una pauta y modelo habitual de conducta, y fuente de
significación para construir la identidad propia de los sujetos.

En la vida cotidiana, se evidencia que los roles de género establecidos por lo


jóvenes hombres y mujeres, aunque poseen características favorables, implican
problemáticas que van desde lo individual hasta lo social.

El interés de esta investigación, entra a hacer parte del estudio que en la Facultad
de Psicología del CES se ha establecido a partir del acercamiento a los
fenómenos de la construcción de la identidad de género, de los roles y
estereotipos asociados con la misma. Busca comprender y entender más a fondo
la significación de lo que es ser hombre entre los adolescentes de Medellín
pertenecientes a diferentes estratos socioeconómicos, así como las
modificaciones que se evidencian en las prácticas sociales en cuanto al rol
masculino. Además de las prácticas se busca abordar los imaginarios establecidos
por la sociedad de lo que es o no es un hombre y como se comporta y actúa, las
divergencias de ese rol en dos contextos desiguales, y los factores que
problematizan o favorecen dicho lugar en su vivencia.

Además de indagar sobre la identidad masculina en estos contextos


socioeconómicos diferentes, e identificar y vislumbrar la forma en que los
adolescentes representan su rol de genero en cada uno de estos espacios, esta
investigación se hace pertinente por la necesidad de establecer y determinar las
diferencias entre las construcciones sociales y las dinámicas de rol asumidas, que
influyen en cada población, al poseer cada una de ellas condiciones particulares
que producen actitudes, creencias sociales consolidadas, comportamientos,

21
representaciones y percepciones de la vida, que enmarcan el rol masculino de
forma diferente.

Este trabajo se enmarca dentro de la línea de investigación Psicología Social y


Salud Mental, del grupo de investigación de la Facultad de Psicología del CES,
Psicología, Salud y Sociedad. Será una primera aproximación a la temática de las
teorías explicativas sobre la construcción del rol masculino y a la identificación de
elementos determinantes en la construcción del mismo, presentes en los
adolescentes hombres de distintos estratos de la ciudad de Medellín, que ayudará
a ir constituyendo perspectivas de comprensión y de intervención a dicho grupo.

1.3 Pregunta de Investigación

¿Cuáles son las representaciones sociales que los adolescentes de diferentes


estratos socioeconómicos de la ciudad de Medellín identifican como centrales en
la construcción de su rol masculino, y qué factores de protección y de riesgo
aparecen a partir de esta construcción simbólica?

22
2. MARCO REFERENCIAL

2.1 UNA APROXIMACIÓN AL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA


IDENTIDAD

La construcción de la identidad es un proceso básico en la estructuración del ser


humano. Poder responder a la pregunta de ¿quién soy yo? es tan necesario como
el afecto o el alimentarse. Erich Fromm (1996) plantea que "esta necesidad de un
sentimiento de identidad es tan vital e imperativa, que el hombre no podría estar
sano si no encontrara algún modo de satisfacerla". Según lo expuesto por este
autor, la identidad es una necesidad afectiva ("sentimiento"), cognitiva ("conciencia
de sí mismo y del vecino como personas diferentes") y activa (el ser humano tiene
que "tomar decisiones" haciendo uso de su libertad y voluntad). Podría decirse, sin
temor a equivocarse, que la identidad es el sello de la personalidad.

La identidad se va consolidando dentro del proceso de desarrollo del individuo a


partir de la interacción con su medio y de las construcciones simbólicas que va
estableciendo en dicha vinculación. En dicho proceso va ubicando su propio lugar
individual y social, incluida la construcción de su identidad de género. Allí se
configura su lugar identitario femenino o masculino, que tiene componentes
individuales y colectivos significativos, y que lo integran en la vida social como
hombre o como mujer. Cada una de esas construcciones sociales tiene sus
particularidades y posee una significación social diferenciadora. En la presente
investigación será el referente de la identidad masculina, y su puesta en escena
en los roles, los que se profundizarán.

23
Hablar de la identidad masculina es abordar el terreno de la subjetividad, producto
de un proceso continuo basado en la interacción con los otros y con el mundo.
Desde el referente de las ciencias sociales y humanas, la subjetividad se entiende
como un producto no sólo de las ideas, valores o condiciones materiales, sino
también como un compromiso individual con las prácticas, los discursos y las
instituciones que dan significado a los sucesos del mundo para cada individuo en
particular.

La construcción de la identidad masculina ha sido un tema que se ha ido volviendo


recurrente en las últimas décadas en la literatura producida por las ciencias
sociales. Tanto desde la sociología como desde la psicología, en sus diversas
corrientes epistemológicas, la pregunta por las condiciones, por los factores y por
las características de formación de la identidad masculina, han ocupado un lugar
importante. Dicha pregunta, en el grupo de los adolescentes y jóvenes ha tomado
forma y se ha profundizado durante los últimos años, permitiendo un acercamiento
y una comprensión significativa de cómo durante este momento evolutivo, la
construcción de la identidad, y en especial, de la identidad masculina, toma forma
y se articula.

Se reseñarán a continuación algunas de las últimas producciones teóricas que,


desde las universidades y desde otras instituciones que generan conocimiento
social, se han escrito en el país durante los años 1995 y 2003. Para esto nos
hemos valido del trabajo académico producido por el Departamento de
Investigaciones de la Universidad Central de Bogotá denominado Estado del arte
del conocimiento producido sobre jóvenes en Colombia, patrocinado por el
Programa Presidencial Colombia Joven, la GTZ (Deutsche Gesellschaft für
Technische Zusammenarbeit) y la UNICEF.

El primer trabajo se denomina Abordajes con jóvenes en escenarios de conflicto.


Hacia una deconstrucción de la violencia juvenil (1999), en donde se realiza un

24
abordaje de la población juvenil en el distrito de Agua Blanca (Cali) identificando la
emergencia de éstos como actores violentos en escenarios urbanos y que permite
la construcción de las miradas sobre lo violento en relación con los jóvenes,
fundamentalmente hombres, que se involucran dentro de estos procesos.

Un segundo trabajo que recoge investigaciones publicadas llamado Estado del


Arte, conflicto urbano y jóvenes, publicado por Manuel Roberto Escobar (2003),
identifica elementos comunes de la vivencia de jóvenes en Medellín, Bogotá y
Cali, en donde se evidencia cómo desde la construcción del rol social de los
mismos, hay modos de involucrarse en los fenómenos violentos.

Bastante cercano al anterior, se encuentra el texto de Edgar Arias y Gilberto


Medina (1995), La Juventud de Medellín: Entre la Espada y la Pared, en donde se
hace una diferenciación del rol específico que cumple cada uno de los géneros en
los grupos violentos que habitan la ciudad de la ciudad. De esta manera describen
los autores que: "la mayoría de los miembros de las bandas juveniles son
hombres. La presencia de mujeres es muy escasa. Ellas son integrantes indirectas
de las bandas y cumplen funciones de cómplices. Muchas de ellas son las novias
de los jóvenes; les guardan armas, las transportan, les previenen sobre sujetos
sospechosos o los enteran de los "sapos". Muchas por su condición de allegadas
a los jóvenes de bandas se vuelven prepotentes y altaneras con los demás
pobladores”.

Aunque podrían citarse infinidad de trabajos y producciones bibliográficas


referidas al tema, los anteriormente mencionados sirven como punto de referencia
para las unidades temáticas que ocupan este trabajo investigativo: la identidad, lo
masculino, la construcción de identidad y los factores psicosociales involucrados
en las mismas.

25
2.2 LA ADOLESCENCIA: ESPACIO DE CONSOLIDACIÓN DE LA IDENTIDAD

Según las teorías e investigaciones producidas en las últimas décadas, y que


parten del acercamiento a las poblaciones adolescentes, es en este período
evolutivo y simbólico, la adolescencia, en el cual el individuo se encuentra en una
búsqueda particular de su identidad y en un proceso de construcción de la misma.
De ello dan cuenta los modos en los cuales intenta conocerse a sí mismo, y los
intentos personales y sociales por alcanzar su crecimiento y maduración como
sujeto. Es un proceso altamente complejo a nivel simbólico y a nivel real, en donde
deben disponerse todas las energías vitales y psíquicas para tal construcción.

Para tener una comprensión completa de este proceso de búsqueda y


construcción subjetiva se hará una descripción sobre la adolescencia. Ello
permitirá evidenciar cómo se realiza este proceso en la vivencia de los
adolescentes y tener una base real que sustente esta construcción.

La palabra adolescencia proviene del latín “adolecere”, que significa crecer. Desde
esta perspectiva podría pensarse más que en un momento cronológico específico,
en un estado psíquico que se reconstituye y recompone permanentemente. Sin
embargo, desde el lugar de la psicología evolutiva, la adolescencia ha sido
tradicionalmente entendida como el período del desarrollo humano comprendido
entre la niñez y la edad adulta durante el cual se presentan los cambios más
significativos en la vida de las personas, en el orden físico, psíquico y social.

Al iniciar este periodo, el cual se da alrededor de los 11-12 años, acompañado de


los fenómenos de transformación física que eclosionan con la pubertad, se
comienza a desarrollar plenamente la capacidad de pensar con lógica, imaginar
ciertas circunstancias y formular hipótesis coherentes sobre sus posibles
consecuencias bajo la influencia de diferentes factores; en esta forma el individuo
adquiere la capacidad de obtener conclusiones adecuadas y coherentes frente a la

26
realidad circundante y frente a las situaciones particulares en las cuales se
encuentra inmerso. Esta nueva facultad cognitiva, racional y subjetiva pone al
adolescente en una constante tensión con su mundo social circundante. Aquello
que era incuestionable durante la niñez se pone en duda en las relaciones con los
otros. Se comienza con un cuestionamiento de la validez de lo plantado por sus
padres y se construye una posición contradictora con el mundo y sus
características adultas.

En este momento evolutivo, y como característica propia de este estadío, el


adolescente tiende a refugiarse en su grupo de amigos o con su “mejor amigo”.
Ellos no solo le hacen sentirse acogido y comprendido, sino que le dan la
oportunidad de comprender y ayudar a los demás y discutir abiertamente sus
dudas, criticar a sus padres y llegar a adoptar nuevos ideales. Con los amigos se
sacia la necesidad de relación, identidad y de un marco de orientación y
trascendencia.

Autores como Ajuriaguerra y Marcelli (1985) desde una perspectiva psicodinámica,


establecieron un listado de características psicológicas propias de la adolescencia,
que son referente indiscutible para el estudio de esta etapa evolutiva. Aunque no
son las únicas, ni se pueden considerar como acabadas o inequívocas, plantean
una mirada interesante frente a la adolescencia. Las características planteadas
por estos autores son:

1. Búsqueda de sí mismo y de la identidad


2. Tendencia grupal
3. Necesidad de intelectualizar y fantasear
4. Actitud social reivindicatoria – antisocial
5. Desubicación temporo-espacial
6. Separación progresiva de los padres
7. Fluctuaciones de humor y estado de ánimo

27
8. Del autoerotismo a la heterosexualidad
9. Divergencia en el pensar, en el ser y en el hacer
10. Errancia y nomadismo

Desde la perspectiva de la psicología humanista y tomando como referente a


Martín Villanueva (1999) uno de sus autores más recientes y quien se ha
encargado de abordar la etapa de desarrollo de la adolescencia, ésta es un
periodo en el cual la persona adquiere la capacidad de experimentarse a sí misma
en una forma totalmente diferente, de cuestionarse seriamente su propia vida y de
descubrir su propio camino. Al proceso en que el ser humano se percata
plenamente de su propia existencia se le llama “el despertar existencial”.

Este es un proceso de enorme trascendencia en el hombre, pues le permite darse


cuenta, en primer lugar, de los aspectos de su vida, su personalidad, sus
relaciones interpersonales, etc. y valorarlos subjetivamente. En otras palabras, le
permite darse cuenta del QUE en su vida. En segundo lugar, el despertar
existencial da oportunidad al ser humano de percatarse de la forma en que el
mismo contribuye a crear los diversos aspectos de su vida, tanto los que valora
positivamente como los que considera negativos; es decir, le da la oportunidad de
descubrir el COMO de su vida y valorarlo. En tercer lugar, el darse cuenta de su
propia existencia le abre las puertas para percatarse de los objetivos que persigue
con el estilo de vida que está siguiendo, de sus metas, para identificar si sus
creencias son ficticias e irracionales o realistas y racionales. Esto significa que el
despertar existencial le da la posibilidad de comprender, hasta cierto punto, el
PARA QUE de su forma de vida y de tomar una postura ante el mismo.

La toma de conciencia del propio ser en el mundo generalmente no es repentina ni


absoluta; por el contrario es un proceso lento por el cual el individuo se va dando
cuenta de si mismo y de lo que “ser ahí” lleva consigo: ser individual, separado,

28
solo, ser desamparado, vulnerable, frágil, limitado, mortal, ser autónomo, libre para
conducir su propia vida; ser responsable por su propia existencia.

El despertar existencial comienza durante la adolescencia y puede continuar sin


cesar en cuanto el ser no sea plena y totalmente “él mismo”. Es un camino
prácticamente interminable; es el “proceso de convertirse en persona”. Durante
este proceso de maduración psicologica, el adolescente experimenta crisis y
puede mostrar un cierto grado de desorganización y confusión, ya que debe definir
aspectos claves de sí mismo y de su relación con el ambiente. Podría decirse que
esto hace parte del proceso de construcción de la identidad.

Desde la perspectiva de la psicología del desarrollo, pueden encontrarse


numerosos teóricos que han abordado la construcción de la identidad. Desde cada
referente epistemológico en la psicología se ubican múltiples autores, que
permiten una identificación clara y amplia de dicho proceso.

2.2.1 Teoría de la Crisis de Originalidad Juvenil de Maurice Debesse.

Este autor plantea que la construcción de la identidad en el adolescente se


evidencia en el deseo de originalidad, entendido éste como un horror hacia la
banalidad, una propensión a hacer de si mismo alguien excepcional y único. No se
trata solo de un juicio que el adulto realiza sobre gestos o actos inesperados e
inhabituales del adolescente, sino también del sentimiento que el propio individuo
tiene de su singularidad. Este deseo inicia alrededor de los 14 años para la chica y
de los 15 años para el chico. Constituye uno de los primeros elementos de la
pubertad mental que acompaña a las transformaciones de orden fisiológico.

La crisis de originalidad dibuja la forma más visible y completa del deseo de


originalidad. Esta crisis no es permanente sino que presenta fluctuaciones. Su
inicio está con frecuencia ligado a otro acontecimiento como la muerte de un ser

29
querido, una añoranza de amor, un cambio brusco en la existencia etc. Esta crisis
que explota súbitamente y con violencia, presenta dos caras: una social y otra
individual. La cara individual se caracteriza por la afirmación del Yo, donde la
pasión de reformar, de moralizar y de cambiar el mundo es intensa. Y La cara
social que se manifiesta por la rebelión juvenil: rebelión en relación con los
adultos, del sistema de valores y de ideas recibidas.

Maurice Debesse describe tres fases dentro de la crisis de originalidad:

1) Entre los 14 y 16 años, se caracteriza por el deseo de llamar la atención.

2) Entre los 16 y 17 años, la afirmación del Yo es intensa.

3) Una fase de disolución a partir de los 18 años, durante la cual el individuo


puede tomar decisiones y aportar un juicio más matizado sobre si mismo.

2.2.2 Teoría de la Crisis Juvenil de Pierre Male.

Pierre Mále considera la crisis juvenil como una fase extremadamente fecunda,
caracterizada por una readaptación espontánea del individuo para un verdadero
cambio. Este autor hace una distinción entre la crisis puberal y la crisis juvenil.

La crisis puberal marca el principio de la crisis juvenil, y aparece en los dos sexos
hacia los 10 – 11 años y termina hacia los 15 – 16 años. Está caracteriza por la
duda sobre la autenticidad del Yo y de su cuerpo; el adolescente duda en asumir
su cuerpo, hasta el punto de tener constantemente una duda y una necesidad de
reafirmación. La aparición de la tensión genital o de la masturbación. las primeras
experiencias autoeróticas son difíciles de asumir y fuente de culpabilidad.

30
La crisis juvenil puede durar hasta los 25 años o más, y se caracteriza por la
diversificación de intereses, la emancipación del pensamiento, el gusto de la
abstracción y de la racionalización, la originalidad o las rarezas, actitudes de
aislamiento, y una oposición frecuentemente intensa al medio familiar.

2.2.3 Teoría de la Identidad, Juventud y Crisis de Erik Erikson.

Erik Erikson, (1902-1989), quien fue notable profesor de Desarrollo Humano de la


Universidad de Harvard, postula que es importante tener una teoría del desarrollo
humano que intente aproximarse a los fenómenos descubriendo desde dónde y
hacia dónde se desarrollan, y postula el desarrollo de la identidad personal. Sus
ideas sobre el desarrollo humano, los Estadios del Desarrollo y del desarrollo de la
identidad en etapas (el llamado Ciclo epigenético), constituyen un aporte de
esencial valor. Erik Erikson es uno de los teóricos que más énfasis le ha dado al
proceso de buscar y encontrar una identidad para evitar caer en la etapa de
confusión, que podría afectar otras etapas de desarrollo. Él menciona la
importancia de la adquisición de la identidad, pues a partir de esta se llegan a
adoptar decisiones propias de la adultez, por ejemplo la elección vocacional y
conyugal.

La búsqueda de identidad es un viaje que dura toda la vida, cuyo punto de partida
está en la niñez y acelera su velocidad durante la adolescencia. Como Erik
Eriksson señala, este esfuerzo para lograr el sentido de sí mismo y el mundo no
es "un tipo de malestar de madurez" sino por el contrario un proceso saludable y
vital que contribuye al fortalecimiento total de del ego del adulto.

Erikson (1996), plantea que en la adolescencia se establece una tensión entre la


construcción de la identidad propiamente dicha y la confusión de la identidad. En
este proceso para formar una identidad, el ego organiza las habilidades,
necesidades y deseos de la persona y la ayuda a adaptarlos a las exigencias de la

31
sociedad. Durante la adolescencia la búsqueda de "quien soy" se vuelve
particularmente insistente a medida que el sentido de identidad del joven
comienza donde termina el proceso de identificación. La identificación se inicia con
el moldeamiento del yo por parte de otras personas, pero la formación de la
identidad implica ser él mismo. Erikson concluyó que uno de los aspectos más
cruciales en la búsqueda de la identidad es decidirse por seguir una carrera. El
adolescente necesita encontrar la manera de utilizar sus propias destrezas; el
rápido crecimiento físico y la nueva madurez genital alertan a los jóvenes sobre su
inminente llegada a la edad adulta y comienzan a sorprenderse con los roles que
ellos mismos tienen en la sociedad adulta.

Sin embargo, esta búsqueda no siempre conduce a la construcción de una


identidad estable y estructurada. Puede encontrarse que en algunos casos
aparece la confusión de la identidad, la cual se manifiesta cuando un joven
requiere un tiempo excesivamente largo para llegar a la edad adulta (después de
los treinta años). Cuando se presenta la confusión de identidad en los jóvenes se
observan trastornos aparece una incapacidad de comprometerse de forma
auténtica con otros, de establecer una intimidad placentera, tanto si se trata de
amistad, flirteo o de amor. El adolescente busca entonces esta intimidad con los
compañeros más incoherentes o se aísla totalmente.

Cada una de las teorías mencionadas anteriormente, dan cuenta del intento
teórico que desde la psicología se ha realizado, por comprender los modos en los
cuales los adolescentes construyen su propia identidad. Aunque se evidencian
diferentes posturas e incluso contradicciones en los planteamientos, todas
expresan que es una conquista personal que implica la puesta en escena de los
individuos, y un proceso de negociación con su propia realidad subjetiva y con los
requerimientos sociales.

32
La identidad, y en especial la identidad de género (la posibilidad de identificarse
como hombre o como mujer), se concretan en comportamientos que son
aprendidos por el individuo desde el momento en el que nace, y que son
socialmente aceptables. Hablaremos entonces de los roles de género que
permiten a los hombres y a las mujeres ser considerados como parte integrante de
un grupo particular.

2.3 EL ROL. LA PUESTA EN ESCENA DE LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA

La palabra rol procede del latín rotula, término utilizado pura designar una hoja de
pergamino enrollada alrededor de un cilindro de madera en donde estaba escrita
la parte del guión que le correspondía al actor y que éste llevaba en la mano
durante la representacion teatral.

Según el Diccionario de Psicología Social y de la Persona (1992), por «rol» hay


que entender la conducta asociada con una posición particular en un sistema
social. Se espera que el ocupante de una posición lleve a cabo determinados
roles, papeles o funciones en el grupo. Para Shaw (1979), es “el conjunto de
conductas esperadas, que con una determinada posición en el grupo, constituye el
rol social o,su rol de ocupante de dicha posición”. En esta misma línea se sitúan
Levine y Moreland (1990) al considerar los roles como las expectativas
compartidas de cómo una persona ha de comportarse en un grupo. Para Haré
(1992), el concepto de rol “se refiere al conjunto de expectativas que comparten
los miembros del grupo en torno a la conducta de una persona que ocupa una
posición dada en el mismo”.

En la practica sin embargo, el concepto de rol alude a «cualquier conjunto de


conductas que una persona exhibe de modo característico dentro de un grupo”.
Shaw (1979) expresa que “el desempeño del rol está en función de los aspectos
es grupo (es decir, las conductas esperadas con respecto a una situación) y de las

33
características personales del ocupante de dicha posición”. Desde esta postura se
evidencia que cuando se habla de rol se habla de una conducta que está
vinculada directamente con la interacción social y con el intercambio que genera el
individuo con otros. El rol es considerado como un conjunto de expectativas
vinculadas a una determinada posición. Es decir, las expectativas son
independientes de la persona que desempeña el rol, o de otra forma, la existencia
de las expectativas es anterior al individuo. El componente “conducta esperada”
es, por tanto, clave en la definición de rol. Aquello que esperan los demás
configuraría básicamente la conducta del sujeto en la sociedad y del miembro
participante en el grupo.

Podría decirse que los roles poseen las siguientes características:

a) son algo dado a su portador (actor).

b) este «algo dado» son pautas de comportamiento en conexión con otros


comportamientos para formar un todo.

c) estos comportamientos tienen que ser aprendidos a fin de ser representados.

d) ningún papel es exhaustivo ni exclusivo; el actor puede aprender y representar


una multitud de ellos.

e) su contenido lo define y lo delimita la sociedad, no el actor.

f) la no realización de tales comportamientos conlleva un conjunto de sanciones


provenientes no tanto de la sociedad cuanto de los grupos de referencia
concretos.

34
La otra dimensión del rol es la dimensión personal. Desde esta dimensión se
subrayan las características personales en el desempeño del mismo. Frente a las
expectativas sobre la conducta de los demás, algunos autores destacan la
importancia de la dimensión personal en el concepto de rol. Aquí los roles
quedarían subsumidos en las actitudes si éstas son consideradas como
“predisposiciones permanentes para actuar de determinada manera frente a los
demás dentro de un grupo restringido”.

Lemoine y Lemoine (1979), en el marco de la teoría psicoanalítica, consideran que


los miembros del grupo tienden a repetir siempre los mismos roles clave que han
sido aprendidos en las primeras etapas de la vida en el seno de la familia. Estos
roles, que son relativamente fijos, se manifiestan con bastante regularidad en los
grupos y responden a unas vocaciones particulares de las personas que los
asumen. Los miembros del grupo tienden a repetir una y otra vez un rol-actitud
debido a una actitud inconsciente de la que no pueden liberarse fácilmente.

Considerar esta doble dimensión del rol (dimensión colectiva y dimensión


personal) es considerar que la reciprocidad e interdependencia entre la dimensión
colectiva y personal es el elemento clave en la concepción de rol. Es decir, el
desempeño de los distintos roles en el grupo estará en función de las expectativas
de los miembros (objetivos y necesidades grupales) y de las características
personales (actitudes, valores, etc.) de cada uno de ellos.

Una de las facetas sociales significativas en las cuales la construcción de los roles
es importante, es la relacionada con el género. Desde el nacimiento se otorga un
lugar social a los hombres y a las mujeres, y se favorecen aprendizajes de
comportamientos, modos de ver el mundo y de interactuar en sociedad que
identifica a uno o a otro género. Los roles vuelven operativo en la vida cotidiana
del individuo, aquello que subjetivamente ha sido construido socialmente y que se
espera sea asimilado y construido por la persona a lo largo de su existencia. La

35
construcción de una identidad de género, se vuelve concreto en los roles de
género.

Llamamos género a lo que parece diferenciar la identidad femenina de la identidad


masculina, así como las múltiples características que conllevan: comportamiento,
actitud, consideración social, entre otras. Es el conjunto de características
culturales o de valores atribuidos a una persona según su sexo. El género dice
que ser hombre o mujer está determinado no sólo por la asignación biológica (de
sexo), sino por valores que se crean y reproducen a través de la cultura, y que
dictan socialmente lo que es o debe de ser “lo femenino” o “lo masculino” en una
sociedad determinada.

El género es una construcción socio-cultural e histórica que cada sociedad realiza


sobre uno y otro sexo. Es una categoría social impuesta a un cuerpo sexuado:
creencias, sentimientos y conductas que toda sociedad se ha dado frente a la
diferencia sexual. En términos generales se acepta que sexo se refiere al hecho
biológico, y está determinado por la biología, incluyendo también el intercambio
sexual propiamente dicho y género a las atribuciones de sentido que cada cultura
le asigna a esta diferencia.

Los Estudios de Género, desde una perspectiva interdisciplinaria, han creado un


cuerpo de conocimientos que da cuenta de las razones históricas, sociales,
económicas, políticas, simbólicas, que han dado fundamento a la forma de
relación entre hombres y mujeres, y de qué modo esta relación se ha establecido
en términos de desigualdad y también de qué manera ésta se reproduce en el
interior mismo del conocimiento científico.

Podría afirmarse, recogiendo los diversos conceptos teóricos que se han


elaborado que el género se refiere a la asignación social y a la valoración

36
diferenciada de responsabilidades y roles a hombres y mujeres, que condiciona
sus opciones, hábitos y desempeños.

En la construcción del género, y a la par con la estructuración de la identidad de


género, se construye el rol de género, también conocido con el nombre de
identidad sexual. Este concepto puede ser entendido como un conjunto de
conductas, actitudes y valores que la sociedad establece como apropiadas o
inapropiadas para cada género y que transmite la enseñanza al individuo en
función de su sexo y que se espera adopte y haga propias. También se conoce
como rol sexual o papel sexual.

Los roles de genero constituyen la expresión de las conductas y actitudes que han
sido modeladas por los agentes sociales, los cuales tienen implicaciones en la
forma en que se determinan en el individuo tanto su posición social y la forma
como se relaciona con los demás como su personalidad y su conducta. Es
importante anotar que al ser una construcción subjetiva y socializada, los
individuos no asimilan pasivamente los roles que son asignados de manera
convencional, sino que los interpretan, los modifican y les imprimen su estilo
personal al manifestarlos.

Los roles de género se aprenden desde que se el individuo es pequeño por medio
de varias vías: una de ellas es la observación de las personas de ambos sexos, y
otra por medio de los padres y familiares que inculcan modelos sociales
preestablecidos. Es decir, el rol de género no se fija al nacer sino que se
desarrolla acumulativamente mediante las experiencias encontradas y vividas
durante el aprendizaje informal y no planificado o mediante la instrucción e
inculcación explícitas. Es una doble vía importante que implica que hay una carga
social implícita, pero una lectura individual del sujeto que lo hace particular en la
asunción de los mismo.

37
2.4 MODELOS EXPLICATIVOS EN RELACIÓN CON LA CONSTRUCCIÓN DEL
ROL MASCULINO

Dentro de la producción teórica que existe en relación con la construcción de la


identidad, el género y el rol, pueden encontrarse múltiples perspectivas que
permiten entender dicha estructuración. La multiplicidad de posturas evidencian la
significación social que está implicada en esta construcción subjetiva, y la
importancia que ello guarda en el desarrollo individual y colectivo. Se mostrarán a
continuación algunas de las perspectivas más significativas que intentan explicar
el modo en el cual se construye el rol masculino y que permitirán la comprensión
de este elemento en la vida de los adolescentes.

2.4.1 Determinaciones Biológico-Genéticas

En el complejo proceso de individuación y formación de la identidad masculina y


femenina se encuentran vertientes biológicas, psicológicas, sociales, entre
muchos otros aspectos determinantes. Desde el punto de vista biológico
comprende la serie de cambios secuenciales que empiezan con el establecimiento
del sexo cromosómico en la fertilización, seguido por el desarrollo de sexo gonadal
y culmina en la formación del sexo genotípico o genital. Algunos autores en este
proceso terminan allí, considerando que después de la formación del sexo
genotípico viene el sexo de crianza, que esta basado en los patrones
condicionales determinados por ciertas actitudes sociales, culturales y
psicológicas trasmitidas desde la familia de origen.

Una de las explicaciones que existe acerca de la identidad masculina es el punto


de partida biológico genético en el que se hace mención al par de cromosomas de
la diferenciación sexual masculina (XY) o a alguno de sus componentes (X o Y).
Esto implica más adelante en el desarrollo individual, una diferenciación sexual,
física y hormonal con respecto a la mujer. A nivel sexual se encuentran diferencias

38
en los aparatos reproductores y por ende en la producción de hormonas (en tasa y
cualidad); así mismo esto determina características físicas y comportamentales,
como: talla, peso, estructura ósea, fuerza muscular, entre otros.

Mientras la mujer produce exclusivamente óvulos X, el hombre produce


espermatozoides X y Y. Es por esto que cuando se verifica la unión de un
espermatozoide y un óvulo durante la fertilización queda determinado el sexo
cromosómico del individuo. El sexo gonadal (presencia de testículos u ovarios) va
a ser determinado posteriormente con la sola presencia del cromosoma Y que
determina la formación de testículos (con el gen SRY), aunque para el caso de los
ovarios se encuentran muchas discusiones de cual es el gen encargado de la
formación de los mismos. La presencia de testículos, es la clave desencadenante
de la siguiente etapa: la diferenciación del sexo genotípico o genital. Esta etapa
incluye el conjunto de órganos internos y externos característicos de cada sexo.
La diferenciación de los órganos internos va a depender de la presencia o de la
ausencia de los testículos, ya que carecer de ellos causaría inmediatamente el
cambio espontáneo de sexo, aunque cromosómicamente el individuo esté
determinado como macho.

Según esta mirada, que puede considerarse reduccionista de la identidad


masculina o femenina, ésta va a estar determinada por la genética, entrando en
participación la determinación cromosómica del sexo, así como la formación
gonadal, para la determinación de la producción del tipo de hormonas que
definirán el sexo fenotípico de los seres humanos. A partir de esto y según esta
línea de pensamiento, la identidad masculina estaría determinada por la presencia
de un par de cromosomas XY, un gen SRY, y la presencia de testículos, que
permiten el desarrollo de hormonas masculinas.

Elizabeth Badinter en su libro “XY: Identidad masculina” retoma esta posición de


determinismo biológico para explicar en parte la masculinidad. Así, se podría

39
suponer que el comportamiento masculino (o femenino) se explica certeramente
en términos de herencia genética y del funcionamiento de las neuronas. Sin
embargo ella afirma que esta no es la única alternativa de abordaje al tema de la
identidad tanto femenina, como masculina, sino que existen diferentes factores
influyentes en su determinación. Por lo tanto ser hombre no es sólo poseer un
cromosoma Y o los órganos sexuales masculinos, sino que también comprende
una construcción social, histórica, política y cultural.

2.4.2 Determinaciones Psicológicas.

La psicología, desde sus múltiples vertientes teóricas, ha hecho aportes


significativos al conocimiento de los géneros. El estudio de la naturaleza de la
psique de los individuos, la identificación de los rasgos específicos de la
construcción personal del sujeto y la búsqueda de la comprensión de los
fenómenos subjetivos, permite un acercamiento a la construcción identitaria
individual y colectiva. De hecho, ofrece instrumentos cualitativos y cuantitativos
que permiten hacer un acercamiento a la estructura subjetiva de los individuos
para así realizar la comprensión de los procesos a partir de los cuales los hombres
asumen su masculinidad.

La psicología ha permitido a los estudios de género reconocer los efectos


negativos (y también positivos) que sobre las relaciones sociales, y
particularmente sobre las relaciones de pareja y familiares, tienen los rasgos de
la masculinidad, que de manera resumida se reflejan en el monopolio del poder
que históricamente han detentado los hombres.

De acuerdo con los estudios sobre la masculinidad, que pueden encontrarse de


manera prolífica en el campo de la psicología, esta ciencia o disciplina investiga
la forma en que los individuos son condicionados por las distintas instancias
sociales para presentar rasgos y actitudes de lo que podría llamarse la

40
personalidad masculina, y cómo se va constituyendo una estructura interna
individual que da cuenta de dicha construcción.

Se presentarán a continuación algunos elementos propios de los referentes


teóricos de la psicología cognitiva, la psicología dinámica y la psicología
humanista, que pueden dar pistas sobre la construcción de los masculino.

2.4.2.1 Desde la psicología cognitiva.

Los psicólogos cognitivos toman el modelo del ordenador para plantear hipótesis
explicativas y elaborar interpretaciones teóricas que explican los fenómenos
humanos y que pueden ser utilizados para construir modos explicativos frente a la
construcción de lo masculino.

La cognición se refiere al sistema complejo que agrupa diversas habilidades


mentales como percibir, recordar e interpretar, entre otras. La psicología cognitiva
consiste en el estudio de la actividad mental en forma global (cognición) y/o en
forma particular (procesos). Estudia la forma en que se adquiere, se almacena, se
codifica y se usa la información. Dentro de esta perspectiva teórica se plantea la
existencia de una estructura mental, la cual es entendida como una compleja
unidad informacional en la que confluyen elementos básicos como esquemas,
procesos y productos, que definen las manifestaciones del sujeto ante las diversas
situaciones que afronta.

Autores como Meichembaum, Bandura, Beck y Ellis, y más recientemente


Mahoney, Young, Guidano, Safran y Greenbreg, entre otros, han formulado
aplicaciones de estos elementos en la práctica psicológica de modo que se
procure una reestructuración procesual y esquemática en el sujeto (cambios
funcionales y estructurales) y una reconstrucción de sus metas y sentido de vida

41
(cambios filosóficos), que lo lleven a “vivir más y de manera funcional y
gratificante” (Albert Ellis, 1999).

La Psicología Cognitiva pretende mostrar que la conducta del individuo no está


regulada directamente desde el exterior por el medio físico o el medio social, sino
que los estímulos externos están mediatizados por la manera como el individuo
organiza e interpreta los elementos de ese mundo externo. La complejidad e
inestabilidad de los comportamientos y de las situaciones que caracterizan todo
entorno social, hacen que el sujeto busque regularidades, aspectos invariantes,
previsiones acerca del comportamiento de los otros, en un intento de ordenar,
organizar y estabilizar ese entorno.

Esta perspectiva teórica propone un paradigma del procesamiento de la


información (PPI), el cual conceptualiza a la persona como un sistema altamente
complejo de procesamiento de la información (cognitiva y afectiva). El PPI se
centraliza en el estudio de aquellas estructuras y procesos que realiza el sistema
para seleccionar, transformar, descodificar, almacenar, recuperar y generar
información y comportamientos. El PPI orienta su experimentación básica a
fenómenos como la memoria, la atención, la percepción, la representación del
conocimiento, los procesos cognitivos complejos como pensamientos, lenguaje,
resolución y análisis inferencial, entre otros.

Según Walter Rizo, la interacción de los factores involucrados en el PPI, podrían


resumirse de la siguiente forma: Esquemas-Procesos-Productos = Conducta

Desde esta perspectiva, los esquemas, los procesos y los productos en


interacción, generan la conducta de los individuos y ayudan a explicar la misma.
Los roles, como elementos que evidencian de manera concreta no sólo la
conducta sino la construcción subjetiva, pueden leerse desde la teoría de la
psicología cognitiva como una organización de esquemas, que muestran unos

42
procesos mentales particulares y que dan como resultados unos productos que se
muestran en la conducta relacionada con el género.

Desde la perspectiva de la psicología cognitiva es importante retomar el concepto


de esquema, el cual cuando es aplicado a uno mismo, es nombrado como auto-
esquema. Este se entiende, tal como lo plantea Markus (1977) como las
“generalizaciones cognitivas acerca de uno mismo, derivadas de experiencias
pasadas, que organizan y guían el procesamiento de la información relacionada
con uno mismo contenida en la experiencia social de un individuo”. Este influye de
manera determinante en como procesamos la información auto referencial, y que
visto desde el elemento de los roles de género, implica una mirada
autorreferencial del sujeto frente a las conductas esperadas y asumidas en el lugar
de lo masculino y lo femenino.

Al igual que los esquemas, los auto-esquemas buscan mantenerse, ignorando


aquella información que es contradictoria con la visión de sí mismo desarrollando
patrones selectivos de recuerdo.

El auto-esquema puede ser visto también como una estructura que determina la
estrecha relación entre cognición, afecto y conducta (Bootzin, 1985) o como el
punto de unión del procesamiento afectivo y cognitivo ( Winfrey y Golfried, 1986).
En tal sentido, la información de uno mismo puede asociarse tanto a lo que uno
siente, como a lo que uno conoce de sí mismo.

Del concepto de auto-esquemas, se derivan cuatro conceptos: auto-eficacia, auto-


concepto, auto-estima, y auto-imagen. Cada uno de ellos se constituye en un
referente psicológico importante en la construcción de la subjetividad del individuo,
y son punto central en la comprensión del elemento de rol de género.

43
2.4.2.2 Desde la Psicología Dinámica.

La teoría de las relaciones objetales del yo tiene múltiples vertientes que subrayan
la importancia primordial que tiene la madre en la constitución de la subjetividad, y
desde la perspectiva de este trabajo, la implicación que puede encontrarse en la
constitución de la masculinidad y femeninidad. Una de estas perspectivas teóricas
de la psicología dinámica, propuesta por Faribairn y Winnicott plantea el concepto
de “relacionidad básica del yo”, en el que se establece que la primera relación de
objeto del niño, la relación con su madre, es básica y fundamental para la
organización de su propia identidad.

Nancy Chodorow, (2003) psicoanalista norteamericana de la escuela de las


relaciones objetales, advirtió que los hombres y las mujeres no establecen la
diferencia de género y la relación vincular, del mismo modo: no sólo son
diferentes, sino que también difiere la representación acerca de esa diferencia. En
su texto “El Poder de los Sentimientos” expuso cómo los varones se ven forzados
a abandonar la identificación primaria con su madre para realizar un proceso
descrito como “desidentificación con respecto a la madre. La madre trata a los
hijos varones, desde el inicio, como diferentes de su ser, y sexualiza de modo
virtual el vínculo con ellos. Esto se aplica a madres cuya orientación del deseo es
de predominio heterosexual. Los padres, por su parte, se ofrecen como modelos
de identificación. Esta situación promueve que, en el psiquismo masculino, los
límites que se establecen entre el sí mismo y el otro sean más rígidos e inflexibles,
y también más nítidos, de lo que suele ocurrir en las mujeres.

Las niñas tienden a mantener una cierta porosidad de esa discriminación


temprana, debido a que su identificación primaria con la madre es más sólida y
persistente. Esta tendencia favorece tanto la empatía como la confusión con el
otro, según sea el caso.

44
A partir de esta diferenciación entre el sí mismo y el otro, propia de los primeros
momentos del desarrollo evolutivo, surge una pregunta, identificada por Chodorow
(2003): ¿cómo se llega a la construcción subjetiva de una representación de la
diferencia sexual? En el relato de Sigmund Freud (“Sobre la sexualidad femenina”,
1931, y “La feminidad”, 1933), el proceso subjetivo masculino se caracteriza por la
ansiedad de castración y el menosprecio triunfante respecto de las niñas. El relato
freudiano, aunque sesgado, pudo haber dado cuenta de modalidades de
subjetivación propias de un período histórico con fuerte dominación social
masculina.

Jessica Benjamín (1997) considera que hay formas de desarrollo psíquico donde
la masculinidad no se construye forzosamente sobre la desidentificación temprana
respecto de la madre. Las identificaciones que cruzan géneros no son repudiadas,
sino que se integran en el sí mismo de modo minoritario con respecto a la
corriente identificatoria hegemónica.

En cuanto a las niñas, el relato freudiano consideraba que se separan con odio de
su madre, a la cual hacen responsable de la supuesta desventaja anatómica
respecto del varón. Resta para las mujeres la sensación de haber sido
defraudadas, la asunción dolorosa y gradual de un estatuto devaluado, o la
revuelta, considerada por Freud como casi delirante y travestida,, donde la niña
construye un carácter masculino. Esta entrada en la feminidad, signada por la
desvalorización de la condición femenina y por la idealización de lo masculino,
pudo haber sido observable en sociedades marcadamente sexistas.

Nancy Chodorow (1984) en su texto “El ejercicio de la maternidad” elaboró un


relato alternativo de la resolución edípica femenina, en el cual la madre, aunque
pase a ser una rival, es conservada como objeto de amor. En cada paso del
camino, la niña se vuelve hacia ella para compararse, para ver si está contenta o
si está celosa: la madre constituye un punto de referencia vivo y activo en el

45
interior de la subjetividad de las mujeres. No podía ser de otro modo tratándose de
un vínculo primario con quien fue, a la vez, el primer objeto de amor y el modelo
para el ser.

La masculinidad y la feminidad modernas, como representaciones colectivas, se


han construido sobre la base de una escisión. En la construcción simbólica de la
diferencia sexual, lo que en última instancia se tramita es la lucha por la vida, o
sea la lucha contra la vulnerabilidad humana y la dependencia infantil: lo
masculino escinde de sí mismo a la criatura temerosa y construye, por proyección,
una feminidad que alberga en sí ese aspecto disociado; surge así la figura de la
hija, personaje denigrado y a la vez excitante, objeto de un deseo incestuoso, la
cual viene a constituir una modalidad sexualizada de reunificación del self
masculino disociado.

Corresponde admitir que existen muchas semejanzas entre varones y mujeres, no


sólo diferencias. En la medida en que ambos géneros comparten las diversas
áreas de la experiencia social, sus subjetividades se van asemejando. Aun en el
caso mayoritario de la elección heterosexual de objeto, el “carácter masculino” y el
“carácter femenino” están dando espacio a un carácter mixto, que integra
liderazgo y firmeza con vulnerabilidad y necesidad de afecto, aspectos que se
despliegan de acuerdo con el contexto y la ocasión. Elizabeth Badinter (1987)
considera que, si bien esta tendencia disminuye la atracción pasional entre
mujeres y varones, permite ganar en empatía y camaradería.

Es relevante entonces afirmar que desde la perspectiva teórica de la psicología


dinámica, la constitución de lo masculino está arraigado en la construcción del
vínculo que se establece desde los primeros momentos de la vida del sujeto, y que
se vá constituyendo en identidad de género a lo largo de su experiencia vital.

46
2.4.2.3 Desde la Psicología Humanista

Hablar de la psicología humanista de manera genérica es hablar de un campo no


solo profundo sino extenso, que involucra una serie de pensadores, dentro de los
cuales se encuentran Ludwig Bingswanger, Rollo May, Abraham Maslow, Carl
Rogers, entre otros. Esta corriente de pensamiento se fundamenta en las
concepciones filosóficas que centran su atención en el ser humano como tal,
resaltando su dignidad; es por ello que se afirma que se trata, a la vez, de una
concepción del humano y de un método. Para el enfoque humanista los
conocimientos relevantes sobre el ser humano se obtendrán centrándose en los
fenómenos puramente humanos tales como el amor, la creatividad o la angustia.

Maslow, una de las figuras más conocidas de la psicología humanista, comparte


con otros psicólogos humanistas la propuesta de un sistema holístico abierto a la
variedad de la experiencia humana y, por tanto, el rechazo del uso de un método
único para el estudio de esta diversidad. Carl Rogers piensa en un ser humano
con una tendencia realizadora que, si la infancia no la estropea, puede dar como
resultado una persona plena: abierta a nuevas experiencias, reflexiva, espontánea
y que valora a otros y a sí mismo. La persona inadaptada tendría rasgos opuestos:
cerrada, rígida y despreciativa de sí mismo y de los demás.

Teniendo presentes los elementos anteriormente citados, podría pensarse que la


psicología humanista no privilegia una concepción de género específica, sino que
mas bien entiende que ésta es la conjugación de un sin número de factores,
dentro de los cuales hay que mencionar los factores biológicos, los de crianza, los
del medio cultural dentro del cual se vive. Además presenta un gran interés por
una consideración global de la persona, acentuación de sus aspectos
existenciales: libertad, conocimiento, responsabilidad, historicidad, entre otras.

47
Todo lo anterior significaría que la psicología humanista trabaja como concepción
de género (masculino y femenino) aquella que está definida por la interacción del
hombre con la sociedad y consigo mismo; Es decir, tanto como objeto que como
sujeto. La identidad del género masculino está dada por lo que cada hombre en
particular y en su propio interactuar tiene definidos en lo biológico, en lo genético,
en lo social y lo cultural, como su expresión, y que ha ido constituyendo como un
lugar de expresión de lo más plenamente humano.

2.4.3 Determinaciones Antropológicas.

La Antropología en el estudio de la identidad como proceso del ser humano, hace


defensa de las prácticas culturales y de la cultura misma a la hora de querer definir
la misma. Para la antropología la cultura al ser tanto pública como individual, esta
en el mundo exterior y en las mentes de los individuos. El individuo y la cultura
están vinculados porque la vida social humana hace suyos sus significados
públicos. Se plantea que la cultura es una red de comprensión compartida y un
producto cambiante que implica acuerdo por parte de los individuos.

Se entiende por identidad el hecho de que una persona se reconozca como igual a
sí misma y diferente de las demás, a pesar de los cambios que experimente a lo
largo de su vida. Una opción teórica que se ha tomado desde la antropología para
considerar el tema de la identidad masculina es el de Sistema de Género. Este es
entendido como un conjunto de prácticas, ideas, discursos, y representaciones
sociales que generan realidad, dando sentido tanto a la conducta objetiva como a
la experiencia subjetiva de las personas en función de su sexo, según lo plantea
Lamas (1995).

De forma similar a como se vienen cuestionando en las últimas décadas los


distintos componentes y la historia de la identidad femenina, ahora se plantea
desde la antropología en relación con el varón una cuestión general: ¿con cuales

48
prácticas sociales y valores simbólicos se asocia la masculinidad en los diferentes
contextos culturales en que se la ha estudiado? En este momento pareciera
pertinente hablar de identidades masculinas o masculinidades, como lo propuso
Margaret Mead en los años 40. No es posible hablar de una sola expresión de lo
masculino sino de una multiplicidad de expresiones en relación con ella y que
puede analizarse de acuerdo con las características propias de cada contexto
cultural y social. Aunque hay elementos que se conservan de manera común
independiente del entorno en el cual se encuentre la figura del hombre (ser
protector, proveedor y preñador), estos patrones comienzan a tener matices cada
vez más amplios.

Generalmente se exige al hombre que desarrolle una serie de cualidades ligadas a


la agresividad. La tendencia en la mayoría de culturas a resaltar los valores
asociados a la virilidad y a exigir una serie de comportamientos arriesgados en el
hombre, podría explicarse en términos de evolución adaptativa de las sociedades
humanas. Los cultos a la virilidad estarían relacionados con el grado de dureza y
autodisciplina requerido para desempeñar el papel de varón. Hacerse hombre o,
como se dice frecuentemente, ser verdadero hombre, en muchas culturas es un
reto rodeado de dificultades y riesgos, entre otros, los de perder honor, prestigio y
con frecuencia la vida. En las culturas con fuerte predominio masculino, la
construcción social de la masculinidad pasa por una serie de rituales de iniciación,
y de crueldad variable con el iniciado, por medio de los cuales se logra la
separación del futuro hombre respecto del mundo femenino en el que vivió sus
primeros años.

Gilmore y Badinter (1994), concluyen que en las sociedades con fuerte


diferenciación entre los sexos, el repudio de lo femenino y su dominación tienden
a colocarse como valores fundamentales de la identidad sexual masculina. En
nuestro entorno cultural mas cercano, Fuller (1997) concluye que la identidad
masculina se construye en muchas sociedades sobre tres valores básicos: el

49
repudio de lo femenino, el reconocimiento por parte de los otros significativos (o
sea, de otros hombres) y el ejercicio del poder sobre la categoría femenina,
condición para ser reconocido por los otros hombres.

Por último todo parece indicar que tiene razón Stoller quien afirma que en muchas
sociedades el primer deber de un hombre es no ser mujer. Este repudio de lo
femenino, como también lo llamo Freud (1937), constituye un problema de gran
importancia para la teoría psicoanalítica sobre la construcción de la diferencia
sexual.

Podría pensarse, desde esta perspectiva antropológica que la identidad masculina


es producto de una construcción cultural que la mayor parte de las veces estimula
el potencial agresivo del hombre, probablemente con el fin inicial de asegurar la
supervivencia, caso en el que la diferencia sexual conlleva una separación tajante
entre hombres y mujeres, un gran temor de los hombres al ”contagio” con lo
femenino y un neto predominio masculino.

2.4.4 Una lectura de lo masculino desde la Filosofía.

El acercamiento que hace el pensamiento filosófico frente a la realidad masculina


o la masculinidad pone de manifiesto la no competencia de su definición, de tal
manera que esta categoría de masculinidad y feminidad le competen a las
reflexiones y estudios que la psicología, la sociología y la misma antropología han
proporcionado. De esta manera, definir este concepto desde la filosofía queda
fuera de sus categorías de pensamiento.

Por otro lado podemos decir que la reflexión filosófica se ha ido encausando por la
cuestión de la corporeidad, es decir, por la definición ontológica del hombre,
hablando en términos de especie y no de género, direccionando su discurso en la
dicotomía entre soma (cuerpo) y psique(alma) griegas, a lo que la mentalidad de

50
occidente propondrá como modelo indisoluble hablada en términos de Aristóteles,
proponiendo de esta forma al hombre como compuesto de alma y cuerpo.

Pero haciendo referencia también en términos de Aristóteles podemos encontrar la


posición en expresiones sustanciales, metafísicas, en cuestión del hilemorfismo
(Materia y Forma) en donde la mujer, la condición femenina queda en desventaja
con respecto al hombre, puesto que él consideraba a la mujer como un “hombre
incompleto”, la mujer era como la tierra, que no hace más que recibir y gestar la
semilla, mientras que el hombre es el que siembra, o mejor dicho en los mismos
términos aristotélicos, el hombre da la “forma” y la mujer se constituye con la
“materia”. Todo este problema en términos de género será muy ampliado a través
de los antecedentes históricos y culturales que las sociedades han construido en
términos de posicionamiento social, enmarcados en los modelos masculinos de
autoridad de representatividad simbólica en términos de sociedad (temas
estudiados en la psicología a través del psicoanálisis).

Así se va diferenciando también de forma radical de la concepción que había


sugerido su maestro Platón, cuando hablaba que el cuerpo era “la cárcel del
alma”. De esta manera a través del desarrollo histórico podemos encontrar un
despliegue de tipo filosófico que pretende más bien de definir la concepción de
corporeidad, que de masculinidad.

Pero de igual forma podemos resaltar que esa disección en torno a la cuestión de
género tiene tres antecedentes importantes:, el primero la marcación bíblica en
occidente, la estructura que la religión judeo-cristiana hace sobre la condición del
hombre, el género y su papel el la sociedad; la segunda que hace el Derecho en
torno a la legitimidad del poder, a quiénes deben tener el poder o quiénes deben
dirigir la sociedad y por último el que se ha comentado, el caso del Logos griego,
la racionalidad occidental, desde la tradición platónica y aristotélica.

51
Acuñando este presupuesto se hace referencia a ese vasto mundo de la literatura
griega en la que se explica de forma simbólica la relación de género, en el caso
especial de la Comedia de Aristófanes: “Lisistrata”, en donde se realiza una sátira
contundente a la actividad del hombre en la sociedad, “un hombre hecho para la
guerra y la mujer para el descanso del hombre”. Pero estas mujeres “cansadas” de
esta interminable secuencia, en donde el resultado no era la paz, sino que era
más guerra, terminan haciendo “huelga” frente a los hombres, cuestionando su
efectividad en su obligación primordial frente a la Polis, que era generar bienestar
a toda la comunidad. De esta manera simbólicamente sugieren un abstencionismo
sexual hasta que el hombre cumpla sus deberes como hombre de la polis y como
esposo. Así la lucha histórica frente a este problema se convierte en una
construcción de tipo sociológico, que a su vez se ve reflejada la estructura del
pensamiento que el hombre ha adoptado a través de su vivencia histórica.

Pero alejados de las discusiones de alma–cuerpo, el planteamiento que se ha


construido en torno a lo que se quiere llamar masculinidad, se afinca en la
definición que se hace de CUERPO; es un rescate por la condición del mismo,
tomado desde el punto de vista de lo integral, de lo indisoluble, procurando más
que el “conócete a ti mismo” clásico, el “cuídate a ti mismo”, realizando de esta
forma una exaltación de la condición humana como integralidad, mirándolo desde
un punto de vista holístico.

Este rescate de la condición de la corporeidad, permite un reconocimiento del otro,


es decir, favorece un acercamiento de alteridad con sus semejantes. De esta
manera se habla de un reconocimiento de “Sí mismo como otro”, como
individualidad pero también como ser que se hace con el otro De esta forma la
construcción de esa identidad va a estar muy relacionada con la relación de
género, de las condiciones que hacen a los individuos iguales, pero que a la vez
los hacen diferentes.

52
2.4.5 Determinaciones Sociológicas

La sociología representa la versión “moderna” para interpretar la relación de los


géneros en sus distintos contextos de interacción social, de tal forma que la
conformación de nuevas identidades genéricas responde a los cambios
registrados en todos los ámbitos de la cultura. Así, la identidad genérica será
producto de la transformación social que impulsa nuevos patrones de cultura,
propiciando la emergencia de nuevas identidades genéricas. Cabría decir que la
sociología ha incursionado en la identificación de las estructuras de poder, de los
símbolos que sustentan el carácter patriarcal, aparte de explorar las tendencias de
la vida cotidiana.

De hecho, puede considerarse que la crisis de paradigmas que refuerza la


dinámica de los cambios sociales que se registran a nivel mundial al finalizar el
siglo XX, ha propiciado que dentro de la sociología, particularmente, se
reconozcan los aportes que los estudios sobre la vida cotidiana hacen acerca de
la nueva identidad genérica. Aquí consideramos que la relación entre lo colectivo
y lo individual se refleja de manera “natural”. Lo cultural, es decir, los cambios
que se registran socialmente, inciden en la transformación de lo privado,
afectando la percepción que cada uno de los individuos tiene acerca de su
entorno social y de su propio rol en las relaciones sociales, referentes a la
pareja y los familiares.

Es importante tener como referencia inmediata la idea de tres importantes teorías


sociológicas que han influido profundamente en la comprensión acerca de la
cultura contemporánea. Primero, la postulada por Agnes Hiller, quien obliga a
considerar el efecto dinámico de la cultura, entre otros en el de la nueva identidad
masculina. La sola conformación de una nueva identidad femenina, que
transforma la esencia de la cultura de las últimas tres décadas, somete a una
fuerte crisis a la configuración de la identidad masculina. La segunda parte de los

53
supuestos de Daniel Bell, quien sostiene que la transformación social que se vive
desde los años sesenta, la misma cultura, o más bien la práctica social, se resiste
a responder a la dinámica con la cual se transforma lo político y lo económico. De
tal forma que la crisis contemporánea de la identidad masculina se analice,
también, como el conflicto que se genere a partir del cambio cultural que impulsa
la emergencia de una nueva identidad femenina que cuestiona los rasgos del
status sustentado en valores tradicionales, y que, por tanto, resguarda y legitima
la práctica de conductas autoritarias que afectan la relación de pareja y familiar. La
tercera posición es el planteamiento de la crisis de la identidad masculina, como
producto de un cambio cultural que impide a los individuos reconocer claramente
los referentes culturales que le permitían construir su identidad genérica.

Desde la perspectiva sociológica, se busca reconocer que el cambio social, la


transformación de la cultura en general, puede traer consigo una serie de
conflictos que se expresan en lo económico, político o social y por lo tanto se verá
reflejado en la transformación de las pautas de conductas y pensamientos en
diversos ámbitos de lo que constituye lo masculino y lo femenino. Por ejemplo, la
masculinidad tradicional, fundada en una valentía que habría de probarse a
partir del ejercicio de la violencia, se ve cuestionada por las nuevas generaciones
que se niegan a ir a la guerra.

De otra parte, las recientes posturas de la Sociología hacen gala de la necesidad


de los procesos de socialización en el tema, mientras que la psicología ha ido
avanzando desde dos frentes: los que ven la importancia de tomar la subjetividad
como punto primordial en la reflexión epistémica de la identidad y los que
privilegian lo colectivo. Una de las críticas a aquellos, es olvidar lo grupal y la
crítica para éstos, es el olvido de la subjetividad como parte integral de los
diferentes desarrollos del ser humano.

54
Desde la sociología se puede encontrar una definición de la identidad, la cual se
encuentra unida al mundo vital, donde el tiempo, la pertenencia y la seguridad lo
conforman. De acuerdo con las posiciones que los sujetos ocupan en las distintas
estructuras sociales, en cada biografía se produce una historia singular. Ese
proceso de construcción de la singularidad es una entrada a la construcción de la
identidad, ya que aún cuando ésta pueda analizarse desde varios ángulos,
siempre es una respuesta a la pregunta ¿Quién soy? lo cual supone situarse en
un lugar y ubicarse dentro de la realidad histórica. La construcción que hace cada
individuo de su singularidad no se realiza al margen de las experiencias
compartidas, ni al margen de lo social, continuándose por toda la vida. La
identidad no es definitiva; antes bien, es cambiante.

Es necesario entonces, profundizar en la relación que se da entre el sujeto


socializador y la persona socializada, lo que genera un tipo particular de simbolizar
la realidad, a través del lenguaje y de los contenidos semánticos en la interacción
social. Como bien lo plantean múltiples autores desde esta perspectiva, y que la
psicología ha recogido como elemento central en la construcción de la
subjetividad, los procesos de socialización primaria (que permite la inclusión como
sujeto a la cultura) y de socialización secundaria (que permiten el ingreso a la vida
social colectiva), son fundamentales en la constitución de la identidad de género y
en la construcción de roles específicos para la posición subjetiva que desde la
masculinidad o la feminidad, asuma el individuo.

2.5 LO MASCULINO. UNA CONSTRUCCIÓN CULTURAL E HISTÓRICA

Llegado este punto del marco referencial de esta investigación que indaga sobre
las representaciones sociales de los hombres adolescentes de diversos contextos
socioeconómicos y sociales de la ciudad de Medellín en relación con la
construcción del rol masculino, y luego de hacer una aproximación a los conceptos
de identidad y rol, a la categoría de la adolescencia, y a las diferentes perspectivas

55
teóricas que permiten explicar la construcción del rol y de la identidad, se abordará
el concepto de lo masculino como punto nodal. Lo masculino se comprende desde
los referentes culturales e históricos como un producto de los mismos, y como un
elemento que se construye desde un patrón social, y que ha de ser introyectado
por los sujetos que asumen dicha identidad y dicho rol.

El diccionario de la Real Academia Española (2006) define como “(I) un ser que
está dotado de órganos para fecundar; (II) Perteneciente o relativo a este ser; y
(III) Varonil, enérgico.

Dentro del orden que establece esta definición, aparece claramente una referencia
lo biológico y orgánico como propio de lo masculino, una primacía en su función
reproductiva, y un lugar social que lo ubica desde el poder, la fuerza, la
dominación y el control.

Cuando se habla de lo masculino es importante tener en cuenta el lugar desde el


cual se hace, ya que ello modifica profundamente su definición y comprensión.
Desde la visión de las mujeres. Desde la visión de los mismos hombres. Desde
alguna religión. Desde las leyes y la política. Desde la historia, la antropología o
alguna otra ciencia social que pudiera dar algunas luces. Desde la psicología.
Desde las estadísticas. Desde los valores y la moral. Desde la hermenéutica.
Desde lo estético. Como se ve hay muchas maneras de entender lo masculino.
Por ello, es preciso sostener que lo masculino no se puede encerrar en una sola
posibilidad de interpretación, y que ésta es múltiple y diversa.

Para realizar un acercamiento a lo masculino se hará un abordaje de algunas


épocas históricas de la sociedad occidental, con el fin de identificar elementos que
se han construido en relación con dicha vivencia, y que favorecerán la
comprensión de la misma.

56
El concepto de masculinidad supone unas diferencias individuales y personales.
Sin embargo, también es inherente a él lo relacional, pues existe en la medida en
que tiene un contraste con la feminidad.

Según Connell (1997), la masculinidad puede ser abordada desde diferentes


modelos:

(a) Las definiciones esencialistas, que atribuyen ciertos rasgos a lo masculino.


Freud habla de la actividad asociada a la masculinidad y de la pasividad asociada
a la feminidad; y el sociobiólogo Lionel Tiger, habla de una verdadera hombría que
se asocia a la guerra y a las situaciones difíciles. (b) Las definiciones positivistas,
que la definen con simpleza: lo que los hombres realmente son. Sin embargo,
Connell afirma que los términos masculino y femenino no se deberían reducir a las
diferencias de sexo, sino que debe indagar sobre cómo los hombres difieren entre
ellos y las mujeres entre ellas en materia de género. (c) Las definiciones
normativas, que hacen referencia a la masculinidad como lo que los hombres
debieran ser, siendo una norma social para la conducta de los hombres. (d) Los
enfoques semióticos, definen esta concepción mediante un sistema de diferencia
simbólica en el que se contrastan los lugares masculino y femenino. La
masculinidad se define entonces como no-feminidad. El falo es la propiedad
significativa y la feminidad se define como la carencia.

La configuración de estas prácticas está asociada a diferentes trayectorias


históricas, por lo que la masculinidad y la feminidad han ido evolucionando con el
pasar de los años. Por lo tanto no se puede hablar de una misma masculinidad en
la Antigüedad y en la época actual. Paralelamente, la dominación de cualquier
grupo de hombres, puede ser desafiada por las mujeres, por lo que la hegemonía
masculina ha sido una relación históricamente móvil. Su flujo y reflujo han
determinado la masculinidad y sus prácticas sociales.

57
2.5.1 Lo masculino en el Paleolítico y en el Neolítico

Según las teorías evolucionistas, el ser humano nació de la transformación


progresiva del homínido. Así, en algún momento de su evolución, los
protohomínidos se pararon y comenzaron a caminar en dos patas; lo que generó a
la vez, un cambio en la vida, tanto del macho como de la hembra. Teniendo en
cuenta que el macho de la especie humana se fue diferenciando de la hembra en
relación con sus atributos físico,; se comienza a dar un cambio en la sexualidad de
ambos, pues la hembra antes lucía sus genitales a la vista del macho y emitía
olores que en épocas fértiles lo atraían sexualmente.

Para mantener la reproducción y por tanto garantizar la supervivencia de la


especie, hubo un cambio en los hábitos sexuales: las hembras ya tenían labios
prominentes, senos al frente, nalgas marcadas y un ciclo sexual en donde se
podía copular en cualquier momento (sin períodos de celo). El macho a su vez,
tenía ya un pene largo y a la vista.

Pero estos cambios físicos también llevaron a una modificación en las labores
cotidianas y en el trabajo. Debido a que las hembras tenían una cavidad pelviana
más angosta, los cuidados que requerían para el parto y su posteridad se
incrementaron, haciendo que el macho tuviera que hacerse cargo del
sostenimiento y abastecimiento alimentario de la familia. Por tanto, el hombre se
convierte en cazador y comienza a desarrollar fuertes músculos y mayor
contextura, y la mujer se dedica a la recolección.

Al surgir las familias y los clanes, comienzan a formarse organizaciones sociales


con regulación de normas. El gran macho dominante se encargará de conducir la
horda, cederá espacios y permitirá transgresiones (Gindin, 1991) En torno a la
labor de cazador, la masculinidad se desarrolló en función de la alimentación, la
sexualidad y la muerte, generando rituales, mitos, religiones y dioses.

58
Así mismo, como lo dice el antropólogo francés Lévi Strauss, la tendencia natural
del hombre desde esta época, es intentar poseer a todas las hembras
disponibles. Sin embargo surgen las limitaciones; pues en las hembras estaba el
mantenimiento de la especie. Adicionalmente, cualquier violación de las
prohibiciones crearía culpa y condena.

Con el fin de las últimas glaciaciones (9000 a 7000 a.C), la economía cazadora
termina y comienza la Edad de los Metales y la agricultura, lo que da pie a la
aparición de la Epoca del Neolótico. De esta manera, la mujer comienza a ser
relacionada con la naturaleza, la fertilidad de la tierra y la fecundidad. El arado y
el falo eran una misma cosa, la tierra se asoció a la vagina, la lluvia al semen viril y
el trabajo agrícola al acto sexual (Gindin, 1991).

A medida que comienza la acumulación de riquezas, se forman organizaciones


patriarcales, donde la masculinidad significa poseer tierras, ganados, poderes e
hijos.

2.5.2 Lo masculino en el Mundo Antiguo. Grecia y Roma.

En la antigüedad, los sacerdotes y sacerdotisas representaban las funciones de


integración de las fuerzas masculinas y femeninas que componían el universo. Sin
embargo, en los actos de la vida diaria, la hegemonía masculina se constituyó
como norma. El dominio masculino inventó dos conceptos: virginidad y adulterio,
apuntando a conservar a la mujer en un estado de disponibilidad permanente. El
varón se definía entonces como el poseedor de esposa, concubinas, esclavas y
prostitutas (Gindin, 1991).

A Demóstenes se le atribuye una frase que refleja el privilegio de la masculinidad


en esta época: “Tenemos queridas en aras del placer y concubinas para el
cuidado de nuestras personas, pero esposas para que nos den hijos legítimos y

59
sean fieles guardianes de nuestro hogar” (Gindin, 1991). La hegemonía masculina
hace una división muy marcada entre el sexo que goza del placer y el sexo
reproductivo.

En la época Clásica (s. V a.C), los símbolos fálicos comienzan a tener más
importancia, convirtiéndose en obras monumentales en las esquinas de Atenas.
Con el falo se representaba a Príapo, dios de la fecundidad de la tierra y los
rebaños, al cual Afrodita había abandonado por el tamaño grande de su pene,
pero que luego fue tomado como una potencia fecundadora.

El varón comenzó a tomarse como símbolo de belleza universal y gozaban de más


derechos que las mujeres. La masculinidad se asume entonces como superior a la
feminidad, pues a las mujeres se les despreciaba y se les tomaba como objeto
utilitario. En este mismo sentido, la homosexualidad se expandió como ideal y se
consideró un acto civilizado entre un adulto y un adolescente, que implicaba un
acto educativo.

La masculinidad en el contexto de la Grecia antigua, comprendía también y


muchas veces en mayor número, las parejas masculinas. El amante mayor era el
maestro del adolescente, lo conducía y guiaba (incluso por ley en Esparta) y sólo
ocasionalmente visitaban a sus esposas (Gindin, 1991).

De otro lado en el Imperio Romano, el “paterfamilias” era dueño de su esposa e


hijos, pudiendo venderlos como esclavos e incluso condenarlos a muerte. A las
mujeres se les consideraba “imbecilitas”, pues pasaban de ser propiedad del
padre a ser propiedad del esposo. Adicionalmente se irrumpe en un
pansexualismo en donde se comienzan prácticas masoquistas y flagelatorias; los
hombres se sometían a ellas como una forma de curar su impotencia o
simplemente para obtener placer de esto. Por otra parte, el hombre debía ser el
conquistador, y la mujer la presa que el varón caza y satisface.

60
2.5.3 Lo masculino en el Pueblo de Israel y en el Cristianismo.

Los hebreos fueron los primeros en tener una fe monoteísta en la cual, su dios
Yahvé tenía atributos masculinos. La estructura era patriarcal tomando como
mandato principal del Génesis “creced y multiplicaos”. La masturbación masculina
comienza a ser castigada por implicar el desperdicio del semen viril. El juramento
máximo se hacía poniendo las manos bajo los testículos y comenzó a ser
castigada la homosexualidad, por ser algo que violaba el precepto fundamental.

Con el auge del Cristianismo, se incrementaron las limitaciones de la sexualidad,


por lo que los genitales del varón se señalan como máxima tentación. Por lo tanto,
muchos hombres comenzaron a castrarse con el fin de alcanzar el reino de los
cielos. Así mismo, todo contacto con las mujeres era visto como un contacto con
Satanás (Gindin, 1991). Sin embargo, se necesitaron muchos siglos para terminar
con las prácticas paganas de las épocas anteriores.

2.5.4 Lo masculino en la Edad Media.

Como consecuencia del discurso cristiano hegemónico, comenzaron a surgir


herejías, elementos que se alejaban de la moral impuesta por ley. Estas fueron
desapareciendo con la pena de muerte y los castigos. La sexualidad tanto
femenina como masculina, siguió siendo reprimida enormemente. A finales de la
Edad Media, comienzan a revertirse los papeles de la mujer como objeto
solamente utilitario. Comienza a tomar una categoría de persona y hasta de un ser
superior al hombre, capaz de elegir y de rechazar a este. Por otra parte, la
prostitución se dio en altas escalas, tanto en las ciudades como en el sector rural,
evidenciando una relación entre el hombre y la mujer, que iba más allá del patrón
moral y que reivindicaba una relación con el cuerpo, diferente a las épocas
precedentes.

61
2.5.5 Lo masculino en el Renacimiento, la Reforma y la Contrarreforma.

En el renacimiento comienza un afeminamiento en el vestir que hace que se


extienda la homosexualidad masculina. Sin embargo continuaron los castigos a la
promiscuidad, y la sífilis aparece como un castigo a las prácticas sexuales
indebidas. Acá aparece el personaje “Don Juan”, el cual es un personaje más
literario que real. Es el hombre que sólo quiere amar y ser amado por las mujeres,
haciendo caso omiso a las convenciones sociales y a los vínculos familiares. Es
un sujeto que no toma en cuenta el sufrimiento de la mujer por el abandono, utiliza
la mentira en sus cortejos y sólo le importa vivir el instante (Gindin, 1991). Una vez
más, lo masculino aparece como superior y con mayor dominación sobre la
feminidad.

En un contexto de absolutismo monárquico en la época de la reforma protestante


y la contrarreforma católica, la homosexualidad se constituyó como una moda, y el
uso de la peluca con bucles era un elemento de seducción masculina. Sin
embargo, la homosexualidad masculina se empezó a condenar como delito. Con
respecto a la mujer no hay ninguna referencia, tal vez por considerarla casi
inexistente, pues se le vuelve a considerar como una criatura pasiva y
desexualizada.

2.5.6 La Modernidad y la construcción de género.

La Modernidad, tiene una característica que la hace distinta a las épocas


precedentes y que ha sido definida por los estudios respectivos, como el tiempo
teórico en el cual el hombre se convierte en sujeto que conoce y con más
exactitud que puede conocer la sociedad en la cual vive. El hombre al conocerse a
sí mismo, como ser biológico, como ser social y como ser que se relaciona con el
mundo mediante sus facultades perceptivas, sensitivas y cognoscitivas, conoció
su sexualidad y la entendió en un contexto diferente al de la reproducción, aunque

62
incluyendo este aspecto, por obvias razones, en una época en la cual constituía la
únicamente la manera de perpetuar la especie. Al hacerlo, lo biológico sumió el
papel diferente que juegan hombres y mujeres en la reproducción; se conocieron
las funciones de los espermatozoides y los óvulos. En este entendimiento se
visualizó, el papel del macho y su participación dentro de la reproducción como
agente, en tanto la mujer era la receptora y el medio para se diera dicha
reproducción.

A través de esta simplificación, por decirlo de alguna manera, lo masculino se


configura como elemento preponderante y predominante dentro de la cultura de
los sexos. No se considera aquí la circunstancia económica o social, sino
simplemente la derivación de la concepción preponderante de lo masculino sobre
lo femenino.

Las ciencias sociales se configuraron mas tarde, al lado de las ciencias naturales y
exactas y lo hicieron hecho siguiendo sus esquemas. La psicología desprendida
de la filosofía comparte esta característica. La tendencia que recoge en sus
conceptualizaciones, Sigmund Freud, concentra su labor teórica en la sexualidad,
constituyéndose ésta en un eje rector de la vida humana. Para este autor la
sexualidad determina no sólo configuraciones a nivel particular, sino también a
nivel social y cultural y así lo demostró en escritos como “El Malestar en la Cultura”
o “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”. El planteamiento freudiano
acerca del origen de la diferencia entre los sexos y la construcción de la
masculinidad/feminidad en los seres humanos ha sido objeto de controversia en el
psicoanálisis a lo largo del siglo XX, más exactamente a partir de los años veinte,
en los que Freud (1923) teoriza la fase fálica y su preeminencia para la
comprensión de la identidad sexual de niños y niñas. Ahora bien, una de las
características de las derivaciones que a partir de éste se hacen, está la de haber
tomado el sexo biológico como fundamento para la identidad masculina o
femenina.

63
La revisión de dicha polémica en el campo del psicoanálisis ha sido realizada por
la doctora Emilce Dio Bleichmar en su obra La sexualidad femenina. De la niña a
la mujer (1997). Como bien muestra en su recorrido, diferentes escuelas del
psicoanálisis se han enzarzado en discusiones sobre el conocimiento más o
menos temprano de la niña sobre sus genitales, con el fin de establecer si hay o
no una feminidad primaria. El debate comienza desde cuando estaba Freud con
vida, sostenido por representantes de la escuela inglesa (E. Jones, M. Klein) y una
autora americana, Karen Horney, a propósito de la existencia de una primitiva
identidad femenina, pero siempre ligada al sexo biológico.

En Francia, Jacques Lacan, habría operado un cambio de rumbo, al hacer una


lectura más simbólica y menos biológica de lo fálico en la teoría psicoanalítica,
pero sosteniendo la preeminencia del falo como significante de la identidad. El
problema es que, en la obra de Lacan, el binomio fálico-castrado se mantenía en
pie y, por tanto, la feminidad quedaba signada como aquello que no se puede
inscribir simbólicamente. A pesar de la complejidad de muchos de los análisis de
Lacan, es preciso señalar que en su teoría sobre lo masculino y femenino vuelve a
erigirse sobre un símbolo, el falo, que siempre va a tener un referente anatómico.

Existe dentro del pensamiento teórico, así como en la concepción social que se
tiene de la identidad masculina o femenina, un fundamento problemático en lo
biológico y lo simbólico de los órganos sexuales. En otros términos, la incapacidad
para discriminar sexualidad e identidad A finales de la década de los sesenta,
Stoller (1968), apoyándose en los trabajos de Money, introduce en el psicoanálisis
el concepto de “núcleo de la identidad de género”, para dar cuenta de una primera
identificación masculina/femenina, la cual es previa en el desarrollo infantil al
descubrimiento de la diferencia entre los sexos. Con este término, el autor nos
plantea una primera identificación de la niña con la madre que lleva el cuño
indiscutible de lo femenino y que no sufrirá alteración en cuanto identidad, aunque
sí posibles problemas de orden sexual.

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El concepto de género tuvo una enorme resonancia, sobre todo fuera del
psicoanálisis: en el pensamiento feminista. La sociología, la antropología y las
ciencias sociales en general, lo incorporaron desde el feminismo y acabaron
haciendo de él un concepto central para la interpretación de todas las cuestiones
relacionadas con las mujeres. Su rápida imposición como categoría de
pensamiento en estas áreas ha hecho que con frecuencia se olviden sus orígenes,
y que el género se identifique como un concepto creado por el feminismo. El éxito
del término, detrás del cual se esconde a veces una cierta confusión sobre los
contenidos conceptuales, ha hecho que pasara a formar parte en estas dos
últimas décadas, del lenguaje político; y, desde ahí, incluso, se ha trasladado al
lenguaje común. Sin embargo, dentro del campo del psicoanálisis, curiosamente,
no ha tenido la repercusión esperada, antes bien, ha tendido a ser rechazado
como proveniente del campo social y, por tanto, ajeno a lo psicológico.

2.5.7 Lo masculino en el siglo XX y en el mundo actual.

De todas las épocas históricas nacen innumerables mitos acerca del “clásico
Macho”, incluyendo ciertos paradigmas, que son señalados por León Roberto
Gindin en su libro “La nueva sexualidad del varón” en 1991 y que recogen los
fundamentos que regían el ser hombre a inicios del siglo XX:

• Los Hombres deben saber todo sobre el sexo.


• Hay dos tipos de mujeres: las putas y las nuestras.
• El hombre es el responsable del goce femenino.
• El hombre debe estar siempre listo.
• El hombre puede con todas las mujeres.

Estos mitos comienzan a ser una carga para los hombres en tanto se convirtieron
en exigencias que no podían seguir, teniendo en cuenta los cambios culturales y

65
sociales operados en las primeras décadas del siglo XX. Ellos dio lugar a varias
crisis de la masculinidad, que se explican con los siguientes acontecimientos.

Con las dos Guerras Mundiales, el hombre tuvo que salir del hogar para luchar en
éstas, por lo que las mujeres tuvieron que dedicarse a proveer el alimento para
sus hijos y a sostener el hogar. Por lo tanto se dio un crecimiento político y social
de la feminidad, que empieza a plantearles muchas exigencias a los varones. Las
mujeres comienzan a luchar por sus derechos y dejan de ser tan sumisas. En los
años 50, se desarrolló la anticoncepción y la mujer comienza a acceder al mundo
del trabajo. Así, el cambio de conductas femeninas, significó cambios particulares
en las conductas masculinas, con sus beneficios y dificultades.

En vista de que las mujeres comenzaron a salir de su condición de marginadas, se


dio lugar a dos modelos: la mujer antigua sometida y la mujer nueva luchadora.
Con esto, el varón empezó a recibir mensajes contradictorios, llevándolo a serios
conflictos en su quehacer sexual. El hombre comienza a sentir que las actitudes y
requerimientos de las mujeres exceden sus capacidades de respuesta.

Adicional a este sentimiento de frustración, se le suma el miedo a expresar alguna


preocupación, pues al admitir un problema podría considerarse como inferior o
débil. Desde los movimientos feministas, comienzan a desarrollarse
investigaciones y numerosas literaturas acerca de la mujer y de su crecimiento
social, político y sexual, dejando a un lado el tema del varón. Surge la creencia de
que el varón no tiene problemas y que todo lo tiene solucionado por naturaleza, al
contrario de la mujer, quien tiene dificultades con su inserción a la sociedad. Sin
embargo, se ha encontrado que los recién nacidos varones tienen menor fortaleza
y capacidad de supervivencia que las niñitas, teniendo incluso menor expectativa
de vida. La idea de un hombre fuerte que todo lo puede, que trabaja para
sostener a su familia, que vela por la mujer y por sus hijos, es un ideal que
sumerge al varón en una condición de angustia, depresión, impotencia y desánimo

66
(Gindin, 1991). Se plantean entonces, ciertos interrogantes y dudas que acechan
el bienestar masculino y que son propias del siglo XX. Algunas de estas
preguntas, propuestas por Gindin en 1991 son:

• Cómo son sexualmente los otros hombres?

• Mis pensamientos o comportamientos son normales o correctos?

• Los otros hacen esto como yo?

• Mi pene es normalmente grande?

• Se ponen los otros tan nerviosos como yo cuando hacen el amor con una
nueva mujer?

• Soy un extraterrestre por no desear hacer el amor aun cuando una mujer me lo
propone?

• Si no me gusta el sexo oral o anal, ¿soy poco hombre?

En el mundo actual, una persona no-masculina sería pacífica en lugar de violenta,


conciliatoria en lugar de dominante, incapaz de pegarle a una pelota de fútbol,
indiferente en la conquista sexual, entre otros, tal como lo menciona Connell,
(1997).

Finalmente, se puede concluir que, tras siglos de vivir bajo un régimen de


hegemonía masculina y bajo mitos sociales respecto a esta, actualmente los
hombres han sido obligados a seguir estos mensajes sabiendo que sus
necesidades difieren de las normas culturalmente aceptadas, creando por lo tanto,
sentimientos encontrados con referencia a las prácticas sociales de género, y
unas transformaciones significativas en sus roles masculinos.

67
2.5.8 Lo masculino en la Postmodernidad.

La definición mas conocida de la postmodernidad es aquella que dice que es la


época en la cual han llegado a su fin los grandes metarelatos, incluido en estos el
psicoanálisis, como explicaciones totalizantes de la vida del hombre. Para poder
hacer una aproximación, se puede decir que es el tiempo en el cual la Razón
como directriz del pensamiento ha sido cuestionada tan profundamente que ha
hecho que tambaleen y se desplomen los sistemas ampliamente aceptados hasta
mediados del siglo XX ,algunos de ellos vigentes, incluso hasta la década de los
sesenta.

Los estudios de género adelantados en estas últimas décadas, aun cuando han
tenido la tendencia a que se les considere únicamente en relación con lo femenino
e incluso se ha llegado a identificar estudios de género con feminismo, han tenido
el mérito de plantear en la teoría que el género no tiene que ver con el sexo
biológico, pero si con la cultura del sexo. En este contexto es posible entonces,
entender este asunto a la luz de los delineamientos que ha trazado la
postmodernidad en la cual todos los órdenes están atravesados por signos
híbridos, heterogéneos e indefinidos, entre ellos el sexo.

El modelo de la identidad genérica fija e inmutable del hombre moderno se


desvertebró y la era contemporánea avanza hacia un mundo dentro del cual la
diferencia y la diversidad se toleran y se celebran. La multiplicidad de identidades,
y el rechazo de la feminidad y la masculinidad como categorías monolíticas,
comienzan a derrumbarse. La identidad del género masculino ofrece unos signos
híbridos e indefinidos, y no parece posible oponer, como en la modernidad, las
formas clásicas: el bien al mal, lo masculino a lo femenino, lo verdadero a lo falso,
el capitalismo al comunismo. Las viejas dualidades se han desvanecido. Es como
si existiera una yuxtaposición de todos los géneros, que antes tenían una
determinación muy clara y concisa.

68
Las categorías rígidas y sedimentadas, monolíticas dicen los estudiosos de esta
época, y de su lógica positivista, ya no producen el encantamiento de otros
tiempos y aparecen nuevos discursos que integran las perspectivas personales y
subjetivas en organizaciones fragmentadas y plurales, relacionadas con los
cambios en las modalidades laborales y tecnológicas, nuevas identidades
colectivas, basadas en el género, la raza, la edad y la orientación sexual, entre
otras.

Los cánones de la vieja masculinidad machista se han visto desbordados


ampliamente a instancias de la maquinaria feminista, de la liberación y relajación
de ciertas costumbres y del fin del sofocante control disciplinario de la modernidad.
El modelo viril del viejo modelo ha cedido terreno a un nuevo individuo, flexible y
personalizado. Narciso y hedonista, el hombre light posmoderno ya no parece
obsesionado por la necesidad de ser el icono reproductor, genital y promiscuo. El
estereotipo del varón fuerte y poco sensible, dotado más de fortaleza física que de
racionalidad, parece retroceder desconcertado ante las manifestaciones de la
nueva masculinidad posmoderna. El macho-machista , como dice Vicent Canet,
comienza a ser sustituido por el macho-ambiguo que, sin dejar algunos tics
machistas, empieza a redefinir su identidad a partir de la mezcla de los atributos
considerados socialmente masculinos y femeninos: es el hombre débil, sensible,
padre, ambiguo sexualmente, preocupado por la estética. Quizá no ambiguo
sexualmente en cuanto a su opción sexual, sino porque su identidad está en
tránsito: saben que no quieren mostrarse como machos-machistas, pero tampoco
ven una vía clara de cómo ser hombres.

Una generación de hombres parece crecer rodeados de una nueva masculinidad,


menos encorsetada, recuperando los espacios que una sociedad machista había
dejado exclusivamente para la mujer: la paternidad, la seducción, la estética. En el
mundo del deporte, el futbolista británico David Beckham, es nombrado como la
representación de una cierta ruptura de aquel modelo, y un icono de masculinidad

69
diferente a los establecidos hasta hoy. Asume como propias muchas de las
cualidades atribuidas solamente a las mujeres: la sensibilidad estética, la voluntad
y orgullo de tener hijos, vestirse de mujer al practicar sexo. Y como un modelo
más de masculinidad plantea la pluralidad de identidades de hombres. Su
marketing indica que hay un sector de la sociedad, y lo que es más importante, de
hombres, que rechaza la vieja masculinidad machista y busca nuevos referentes.
Si en la cultura occidental el ideal de belleza ha sido femenino, reservando al
varón los más prestigiosos ideales de la fuerza, el temple y el carácter, la
posmodernidad ha ahondado en la deconstrucción de ese imaginario, rebajando
su pesada carga. Los viejos héroes se han convertido en sensibles y seductores,
nuevos objetos de deseo (lugar antes ocupado por la mujer), adonis ávidos de
placer y cultores de nuevas libertades sexuales, estéticas y sociales.

El discurso posmoderno cuestionador de la identidad de los géneros afirma que


éstos son construidos social y culturalmente. El feminismo ha contribuido a
elaborar la teoría de que el hombre y la mujer no son conjuntos de datos
anatómicos sino construcciones socioculturales con una apoyatura biológica
ambigua e inestable. Distinguir entre datos biológicos y género en la sexualidad
no implica negar que existan diferencias anatómicas entre mujeres y hombres, ni
que haya diferencias por sexo en la experiencia del placer erótico. Lo que se niega
es que esas diferencias marquen inexorablemente el comportamiento sexual de
las personas y se rechaza que los comportamientos óptimos sean dos, masculino
y femenino, con un único modelo normal de relaciones entre ellos, que sería el
heterosexual.

2.6 LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PERSONAL EN UNA CULTURA


DE GÉNERO

El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las


diferencias que distinguen los sexos; es una forma primaria de relaciones de poder

70
constituido por cuatro aspectos que son: lo simbólico, lo normativo, lo institucional
y lo subjetivo. El género por lo tanto es la construcción social de la diferencia entre
los sexos.

Las ideologías de género son construcciones discursivas que aparecen sobre la


base de relaciones asimétricas, esto es asignar diferenciaciones, de modo que
tareas, funciones y atributos dados a hombres y mujeres, no guarden la misma
proporción. Se articulan bajo el paradigma dominante de masculinidad, tanto como
una representación simbólica (manera como se concibe la masculinidad) y
también como una norma (manera como debe comportarse un hombre). Desde
esta perspectiva encontramos que las sociedades a través de pautas, rituales,
sistemas de premios o castigos que fomentan la agresividad e inhiben
comportamientos pasivos, exigen a sus varones pruebas que puedan mostrar
(demostrar) su masculinidad.

Esto nos brinda pistas para plantear que si la identidad masculina está
constantemente en duda (que necesita pruebas para mostrarse) es por que esta
identidad no está determinada por la naturaleza. Construirse varón bajo el modelo
dominante de masculinidad es un proceso difícil, pues está basado en el
estoicismo de su auto negación a favor de los demás, a quienes debe sostener, y
que por lo tanto requiere de beneficios simbólicos y materiales; y que consisten
básicamente en la posibilidad de ejercer algún poder y el predominio de la esfera
pública. Este aprendizaje se da a través de enseñanzas explícitas e implícitas, que
sugieren que el varón posee un estatus distinto. Por esto es importante conocer
como se va configurando ese "ser hombre" a través de los denominados estudios
sobre la masculinidad.

Los primeros estudios sobre lo masculino en la región andina se orientaban


fundamentalmente al estudio del machismo, definido como el culto a la virilidad,
aquello que hace referencia a los caracteres naturales, órganos sexuales y fuerza

71
física de cada hombre y que se la considera como la parte natural y no
domesticable de la masculinidad, pero es a partir de la década del ochenta, en
que se desarrolló otro tipo de investigaciones sobre masculinidades que incorpora
las contribuciones académicas del feminismo a la comprensión de la construcción
cultural del género, los usos de la sexualidad y las relaciones inter e intra-género.

En este sentido el tema masculinidades ha sido abordado desde varios enfoques


que van desde una perspectiva conservadora, que argumenta que la conducta y
actitud masculina es una manifestación de la naturaleza del hombre, de ahí que el
dominio masculino sea natural; aquella que aborda a la masculinidad como una
cuestión de poder desde el punto de vista histórico social; pasando por una
perspectiva de los derechos de los hombres, en donde los principales
perjudicados por el modelo de masculinidad reinante son los mismos hombres,
siendo el feminismo quien ha provocado la aparición de un nuevo sexismo, con los
hombres como víctimas; y por una perspectiva espiritual, donde la masculinidad
deriva de modelos inconscientes profundos, y que puede re-construirse de manera
personal y en relación con la naturaleza

En el marco del modelo capitalista esta lucha, se da como resultado de un modelo


de identidad masculina dominante, que caracteriza a los hombres como personas
importantes y seres activos, autónomos, fuertes, potentes, racionales,
emocionalmente controlados, heterosexuales y proveedores, por oposición a las
mujeres consideradas como el segmento no importante de la sociedad.

Así los varones son portadores de poder, son impulsados desde la infancia a
buscar poder y a ejercerlo con las mujeres y con aquellos hombres a los que
pueden dominar, ya sea desde la célebre frase que se oye pronunciar a los padres
y/o madres cuando sus hijos lloran al decirles: que los hombres no lloran, hasta la
asignación de tareas y juegos ligados al mundo de lo doméstico a las mujeres.

72
Hasta ahora la manera dominante de vivir la masculinidad está establecida por un
modelo referencial, que lo que ha hecho, ha sido establecer relaciones de
subordinación no sólo de la mujer con respecto al hombre sino también entre los
propios varones, permitiendo masculinidades hegemónicas y subordinadas.

En este sentido los jóvenes hombres buscan por todos los medios responder a
ese imaginario social, que no sólo lo ven, sino que lo viven en sus relaciones
cotidianas. Esas características están dadas a partir de un discurso del ser
hombre, como aquel que es perro, mujeriego, sapo, vividor, callejero, discurso que
orienta una manera de ser y una actitud de los jóvenes hombres; discurso que
circula en escenarios de encuentro juvenil (como son la calle, el colegio, la
discoteca, entre otras,) que no solo es sostenido, aceptado y repetido por los
mismos jóvenes hombres, sino sobre todo por las jóvenes mujeres que se
encuentran cercanas a ellos, ya sean estas amigas o enamoradas. A partir de ahí
es que los jóvenes hombres que están alrededor tienen que ser de una manera y
no de otra, pues no solamente su ser masculino entra en duda sino que pasa a ser
calificado como lento y consecuentemente relegado.

Estas situaciones provocan un profundo proceso de tensión identitaria, que lleva a


los jóvenes hombres a actuar, sentir y pensar de una determinada manera, con la
cual pueden estar en contradicción, pero que al no recibir un tipo de mensajes
distintos, terminan asumiéndolo y aceptándolo como propio.

Entre las maneras de evidenciar este comportamiento, encontramos el cortejo a


mujeres en lo que se denomina "vacilar" o "conquistar"; como también a través del
consumo de alcohol y cigarrillos, que si bien el consumo de éstas substancias es
explicado a partir de su papel de sociabilización en una sociedad de consumo, en
el caso de los jóvenes hombres constituye un factor referente que determinará la
hombría - entendida esta como aquel aspecto de la masculinidad que corresponde
al ámbito de lo público, donde la masculinidad es lograda y reconocida

73
públicamente. Claro que también encontramos el uso de la violencia, ya sea a
través de los golpes o de palabras groseras como medio de mostrar la afectividad
masculina entre hombres y la posibilidad de correr riesgos como forma de
expresar hombría, ya sea esta mediante peleas con otros jóvenes hombres,
molestar a alguien "más débil" o recurriendo a deportes o concursos de riesgo o
de bailes donde mostrarán sus habilidades.

En cuanto a sus parejas, el tipo de relación que mantienen por lo general se


caracteriza por un sentido de posesión y/o propiedad, se ven actitudes de
exhibirse y demostrar que el hombre tiene control sobre ella.

Claro que para mantener el poder sobre los otros, el hombre necesita evidencias
que demuestren su hombría. En nuestra cultura occidental, estas evidencias
deberán ser el éxito, la fortaleza, la capacidad para correr riesgos, el ser confiable
y ejercer un buen control sobre sí mismo. Entonces el hombre es un ser que
implica un deber ser, que se impone como algo sin discusión: ser hombre equivale
a estar instalado de golpe en una posición que implica poderes y privilegios.

Lo masculino prevalece como una actividad hegemónica, que se encuentra en


contra o sobre otras formas de masculinidad, que no concuerdan con el ideal
impuesto culturalmente, que por cierto es imposible de alcanzarlo, pero que por la
misma razón permite mantener el poder sólo a una minoría de hombres. Además
de pagar un precio alto por intentar vivir este modelo de masculinidad, que reprime
sus sentimientos y genera incertidumbre y frustraciones. El vivir este modelo
genera frustraciones y muchas veces niega la dimensión afectiva, pese a que en
este periodo existencial, las vivencias relacionadas con el mundo de la afectividad
son sus principales preocupaciones y constituye un referente vital en su proceso
de construcción identitaria juvenil.

74
La masculinidad es algo que se construye desde lo cotidiano, día a día, que se va
significando y resignificando en forma constante en función de la trama de
relaciones que se establecen consigo mismo, con los otros y con las sociedades,
de aquí que lo masculino pertenezca al campo de lo social y no al campo de la
naturaleza o de la biología. Por tal razón es que cada cultura construye
socialmente las características y ambiciones que forman el ideal de lo masculino,
por eso en la cultura occidental, para los jóvenes, el tratar de cumplir con el ideal
que representa el ser hombre, es una experiencia dolorosa, pues el hombre que
va en búsqueda de su masculinidad intenta por todos los medios llegar al éxito,
como sinónimo de poder, riqueza y reconocimiento.

La búsqueda por establecer unas nuevas prácticas de las relaciones entre los
géneros, implica la transformación de las estructuras simbólicas, que en ese
proceso revalúan el papel social de la mujer, de tal forma que el imaginario
masculino requiera construir una nueva identidad que permita a los hombres
asumir una relación equilibrada. Este nuevo imaginario masculino implica revisar y
cuestionar el modelo preponderante de masculinidad que ha sobrevalorado el
papel y poder de los hombres en la sociedad. De esto depende la construcción de
una nueva cultura que libere tanto a hombres como mujeres, de estructuras
sociales de poder que imponen condiciones autoritarias entre los géneros.

Si bien los jóvenes de hoy han sido "bombardeados" de ese paradigma


predominante de masculinidad desde la niñez; en donde incluso los juguetes de la
infancia tienen que ser varoniles,.su vida cotidiana se configura de manera
distinta, básicamente por que las condiciones sociales así lo determinan, pues en
muchos hogares la figura masculina-paterna normalmente es la gran ausente y es
la madre quien asume los roles tradicionalmente masculinos.

Es evidente encontrar que los/las jóvenes de las generaciones contemporáneas


consideran como la obsolescencia de ciertos patrones adultos como es la relación

75
padres hijos - hijas, ya sea en lo referido a los permisos, horas de llegada a la
casa o los noviazgos. Esto en cierta medida ha sido fruto de un proceso de
negociación impulsado desde los/las jóvenes hacia el mundo adulto, pero también
como resultado de ciertos cambios y aperturas dadas en la sociedad. El mismo
sentido de autoridad patriarcal ha perdido vigencia, esto debido al discurso
moderno que la sociedad y sus instituciones han querido presentar, haciendo
énfasis en que el modelo de democracia liberal, impulsa aspectos tales como la
libertad individual, la cual está atravesada por elementos de participación y
ciudadanía, mediante la toma de decisiones en todos los aspectos que competen
la vida de una persona y los derechos y responsabilidades sociales a los cuales
los ciudadanos están abocados, poniendo en entredicho dicha autoridad patriarcal
y planteándose más bien un tipo de relación y de concepciones "mas civilizadas".

Es evidente que existe un esquema de características que permite reconocer a la


mujer y al hombre, entre las cuales la mayor es la diferencia sexual sobre la que
descansan los roles sociales asignados a los géneros. Por otra parte, existen una
serie de elementos subjetivos que también imprimen los referentes culturales a
la identidad genérica, por lo que esa idea social acerca del ser mujer o ser
hombre representa la construcción de un imaginario colectivo que parece exigir
a los géneros ciertas formas de comportamientos social, público o privado. En
efecto, la cultura exige que los individuos se ajusten a un orden establecido, de
manera que los valores y prejuicios que prevalecen en un momento determinado
de la historia de una sociedad van moldeando las formas de relación e
intercambio entre los géneros.

En la construcción del ser hombre, como punto central de este trabajo de


investigación, es evidente que la constitución social implica elementos
significativos en la consolidación de lo masculino, y que el discurso de género es
un asunto preponderante que genera significativos colectivos y representaciones
sociales frente a lo que es ser hombre.

76
2.7 LA TEORÍA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES COMO
REFERENTE PARA LA COMPRENSIÓN DE LOS ROLES MASCULINOS.

Dentro de la psicología social, la teoría de las Representaciones Sociales es de


las de mayor vigencia y pujanza en la actualidad. Sin duda, a este hecho, ha
contribuido el que su fundador, Serge Moscovici, sea uno de los psicólogos
sociales que mayor divulgación y seguimiento han tenido.

Según la teoría sobre las Representaciones Sociales, el individuo y los procesos


psicológicos se construyen dentro de una estructura social determinada, en una
red de relaciones sociales hilada a través de procesos de interacción
comunicativa, en una ideología y una cultura que otorgan los contenidos con los
cuales se construyen la visión y el conocimiento de sí mismo, de los otros, de las
relaciones entre ellos y de la realidad. El individuo aislado, independiente de la
sociedad, es una abstracción; no tiene sentido pensar en el hombre sino como ser
social. Así mismo, es una abstracción pensar en una sociedad no formada por
individuos asociados a múltiples organizaciones humanas. La sociedad no existe
independientemente de la práctica y actividad consciente del hombre. Los
individuos en interacción reproducen y reconstruyen lo social que preexiste al
individuo. Reproducen o reconstruyen ideologías, pensamientos, valores, normas,
reglas; mantienen y cambian las organizaciones y los contenidos de la sociedad, y
estos productos sociales reciclados trascienden a los individuos adquiriendo una
relativa autonomía.

En este sentido, las Representaciones Sociales expresan un producto, un


conocimiento creado en la dinámica de la interacción y la comunicación social, que
al permanecer en el tiempo, al incorporarse en la memoria colectiva, se
autonomiza y se convierte en pensamiento social con el cual se construyen los
procesos psicológicos y psicosociales que guían el comportamiento, la
comunicación y las relaciones sociales.

77
Para Serge Moscovici, la representación social es una manera de organización de
los conocimientos, de tal manera que los individuos puedan comprender el mundo
al cual pertenecen, tanto en su componente físico como en los aspectos sociales,
y constituye así la condición para que entre ellos exista la posibilidad de estar en
comunicación. El las define de la siguiente manera: “las Representaciones
Sociales deberían ser vistas como una forma específica de entender y comunicar
lo que ya sabemos…Tienen siempre dos facetas, que son tan interdependientes
como las dos caras de una hoja de papel: las facetas icónica y simbólica.
Sabemos que representación es igual a imagen/significado; en otras palabras, que
hace corresponder a cada imagen una idea y a cada idea una imagen”. Para
Moscovici, “el propósito de todas las Representaciones Sociales es el de hacer de
algo desconocido o de lo desconocido algo familiar.”

Se puede decir en términos generales que es sólo mediante la representación,


que el hombre común se apropia de los instrumentos que le posibilitan no solo el
entendimiento – a su propio juicio completo – de todo lo que le rodea, sino también
de comprender la trama social que existe entre los hombres y el modelo cultural al
cual pertenece. Puede decirse de otro modo, que es la manera cómo un
conocimiento se convierte en lo que se llama sentido común.

Mediante la utilización de este saber, cada hombre tiene la posibilidad de entender


y organizar simbólicamente el mundo al cual pertenece, de tal manera que al
interactuar con los demás, posea un mismo universo de referencia que hace
inteligible lo que cada uno dice, piensa y plantea.

Para María Auxiliadora Banchs, investigadora de la temática planteada por


Moscovici, la representación social tiene un carácter doble, como contenido y
como proceso: se trata de un conocimiento que ha sido apropiado por los
individuos y por la colectividad, pero es a la vez la forma, la herramienta que

78
materializa ese conocimiento. Generalizando se puede decir que mediante la
representación social, hay una apropiación tanto del saber, como del conocimiento
científico, el cual se transforma en una herramienta tanto de entendimiento, como
condición para el desenvolvimiento en la realidad social.

Según Moscovici es una forma de conocimiento que tiene por fin una elaboración
de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. Tiene como
característica principal hacer comprensible e inteligible la realidad física y social.
Constituye un referente para los individuos, los cuales, mediante ella, entran en
interacción con los demás compartiendo referentes. En pocas palabras, se puede
decir que es un cuerpo de conocimientos y un mecanismo de comprensión de la
realidad física y social.

Una persona cualquiera se enfrenta a algo desconocido, y a partir de sus propios


conocimientos extrae de lo desconocido los elementos que le interesan leídos a la
luz de su propio conocimiento común; este conocimiento previo hace como de
filtro del conocimiento o de los elementos nuevos que le llegan, para así, fabricar
los propios conceptos y representaciones de la situación nueva. Como método de
relación, opera en una forma similar, ya que es el saber del sentido común: los
individuos pueden compartir con otros, ya que a la luz de sus propias
representaciones fabrican el puente de interacción con los demás. El saber que
produce la representación es una forma de conocimiento, el cual tiene como
característica el proceder con una lógica diferente de la lógica científica.

2.7.1 Características de las Representaciones Sociales

Las Representaciones Sociales privilegian y seleccionan la información que


requieren de tal manera que la descontextualizan para poder ser utilizada; luego
la descomponen en los conceptos elementales que luego serán utilizados. A partir
de estos elementos se construye una teoría adecuada a cada circunstancia,

79
mediante la cual será entendida la realidad que rodea al sujeto. Dotado de estos
conceptos, el individuo interpreta e interpela permanentemente la realidad para
poder hacer inteligible a aquello que él previamente se ha representado.

Las representaciones tienen como condiciones de aparición los momentos de


crisis, en las cuales hay dispersión de la información y se requiere que ella tenga
una definición en cuanto a un punto en particular; en que el sujeto individual debe
coincidir con el sujeto colectivo o con el medio en el cual se desenvuelve en
cuanto a sus conceptos y definiciones y, existe una presión externa para que haya
una definición social en cuanto a conceptos, gustos, actitudes, etc.

Para el autor Darío Páez, las características esenciales de la representación


social, se pueden resumir mediante una cadena en la cual cada individuo extrae
los distintos conocimientos de la esfera propia de la ciencia a la cual pertenecen,
habiendo realizado una selección previa; estos conceptos se desarticulan
estructurando categorías mas simples, las cuales le permiten modelar el mundo
exterior, de acuerdo con las determinaciones ideológicas que cada uno tenga
previamente. Al realizar este proceso, el sujeto puede dar explicación a la realidad
que le rodea. Se puede decir que este proceso individual se repite a nivel colectivo
como condición para la interacción entre todos los miembros del grupo, razón por
la cual a esa representación se le llama social.

Se puede afirmar que la representación es una forma de apropiación de los


diferentes saberes que circulan en una sociedad en un momento determinado, y
que como saber e información dispersa, el individuo recoge y elabora de acuerdo
a su propia organización epistemológica. La diferente selección y elaboración de
los conceptos producidos que cada uno hace, esta determinada de acuerdo a las
necesidades de interacción de cada uno.
Es importante entender cómo se establece el proceso de la representación social
de acuerdo a lo planteado por Moscovici. Este proceso como tal, es el resultante

80
de una interacción entre lo psicológico y las condiciones sociales, y en la cual no
es fácil separar un aspecto del otro, en tanto el conocimiento apropiado se
transforma en una representación colectiva que a su vez transforma lo social,
produciendo de nuevo otros conocimientos, que alimentan permanentemente la
cadena. Este proceso de apropiación del conocimiento se realiza mediante el
proceso que él denomina de objetivación: los distintos conceptos, se desprenden
de su contexto particular y adquieren una referencia material: cada individuo los
elabora de acuerdo a los propios contenidos que tiene previamente; los transforma
mediante el lenguaje y les asigna una referencia concreta, objetiva.

Los distintos esquemas conceptuales mediante los cuales la ciencia o el saber dan
cuenta de distintos fenómenos físicos o sociales son trasladados a imágenes
visuales o lingüísticas construyendo un modelo figurativo que entra en interacción
con todo el depósito de conocimientos que cada uno tiene en una forma dinámica.
Moscovici denomina este proceso como anclaje.

La ciencia se relaciona con los valores que rigen en una sociedad para adquirir así
una significación social y poder desempeñar una función social de referente y
regularizador de los conocimientos sociales; el conocimiento se ancla en los
conocimientos previos, los modifica, consolida maneras diferentes de pensar,
permite que los individuos interpreten su realidad y la realidad física y social, se
crea una comunidad en el lenguaje y en las concepciones. Todo lo anterior
significa que la representación social no es un esquema ni rígido ni estático, sino
que por el contrario, se transforma permanentemente y transforma a su vez lo
existente.

Las condiciones socio-económicas tienen sobre la configuración de esta


representación una influencia central, en tanto que las determinaciones
particulares del individuo, una que podríamos llamar lateral; con esta

81
esquematización, busca ubicar la forma como unas y otras están en permanente
contacto y transformación.

Estos modelos de la representación son posibles de estudiar aislándolos mediante


diferentes técnicas, de tal manera que sea posible entender las relaciones mutuas
e incluyentes que se dan en el desarrollo de lo social. Existiendo técnicas
diferentes que los autores que han seguido las líneas de Moscovici han diseñado,
hay que hacer claridad que las Representaciones Sociales, aunque utilizan las
opiniones, los estereotipos, la actitud, la percepción social y las imágenes, no se
pueden reducir a ellas; con relación a las imágenes, no se trata de asociarlas
directamente con las representaciones, en tanto existe una similitud entre amos
conceptos, sino que puede decirse que la representación no constituye sólo un
producto del pensamiento, sino también un proceso mediante el cual los
conocimientos son apropiados y se integran con la ciencia y la ideología que
existen en la sociedad, las transforman pero también se dejan transformar por
ellas y por los frutos que en el futuro esos conocimientos produzcan. Es lo que un
poco mas atrás se llamaba la dinámica de la representación. Según Darío Páez,
las Representaciones Sociales muestran:

“1) Una especie de formalismo; un empleo sistemático de estereotipos lingüísticos


e intelectuales

2) La conclusión, ya conocida y definida normativamente a partir de las relaciones


grupales, prima sobre el resto del razonamiento

3) Un tipo de causalidad fenoménica simple y mixta caracteriza también a la


representación social a un nivel formal

4) La base del funcionamiento cognitivo anteriormente descrito es el razonamiento


por analogía y con economía de medios

82
5) a nivel de contenidos las Representaciones Sociales se caracterizan por ser:
una actitud hacia el objeto, un conjunto de conocimientos sobre este objeto social
y una serie de temas organizados jerárquicamente en un campo de
Representaciones Sociales

6) El lenguaje de la representación social retoma de los discursos filosóficos


(ideológico y científico) algunas palabras y conceptos”

El referente de la teoría de las representaciones sociales y todo lo que ello implica,


permite el acercamiento a temáticas múltiples, y favorece la emergencia de
significados en las prácticas de los seres humanos, y de sentidos en las ideas
construidas de manera individual y compartidas de manera social.

En la medida en que se acceda de manera rigurosa a los elementos teóricos


precedentes, y estos se puedan confrontar con la realidad de las poblaciones
específicas, se podrán identificar las representaciones sociales que los hombres
adolescentes de diferentes contextos socioeconómicos y culturales de la ciudad
de Medellín han construido en relación con la vivencia de su rol masculino.

83
3. OBJETIVOS

3.1 OBJETIVO GENERAL

Comprender las representaciones sociales que los jóvenes hombres de la ciudad


de Medellín de diferentes estratos socioeconómicos, identifican como centrales
en la construcción de su rol masculino y que problematizan o favorecen dicho
lugar en su vivencia.

3.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS

• Identificar las diferentes teorías explicativas sobre la construcción del rol


masculino.

• Establecer semejanzas y diferencias entre las representaciones sociales que


sobre la construcción del rol masculino, tienen los adolescentes de diferentes
estratos socioeconómicos de la ciudad de Medellín.

84
4. DISEÑO METODOLÓGICO

4.1 ENFOQUE METODOLÓGICO

Teniendo en cuenta lo múltiple de los datos que pueden emerger del tema de
investigación abordado, se ubica éste desde el referente propio del paradigma de
investigación cualitativa o comprensiva, que representa las tendencias
interpretativas, fenomenológicas, hermenéuticas, naturalistas, etnográficas, que
figuran en la investigación socio-educativa.

Interesó dentro de esta investigación abordar los significados, sentidos y


representaciones que son o no compartidas por los adolescentes hombres de
diferentes contextos socioeconómicos y culturales de la ciudad de Medellín, en
relación con la construcción del rol masculino, y las implicaciones que ello tiene
positiva y negativamente en su vivencia. Para poder comprender dicha realidad
fue necesario recurrir a una postura interpretativa que permita que la información
emerja más allá del dato y que a través de una perspectiva metodológica
pertinente, se puedan encontrar elementos que permitan comprender dicha
realidad.

Las características más importantes del paradigma cualitativo o comprensivo,


según Pérez Serrano (1994), son:

• La teoría constituye una reflexión en y desde la praxis

• Intenta comprender la realidad

85
• Describe el hecho en el que se desarrolla el acontecimiento

• Profundiza en los diferentes motivos de los hechos

• El individuo es un sujeto interactivo, comunicativo, que comparte significados.

Desde la perspectiva del paradigma cualitativo, es inaceptable desligar


pensamiento y realidad, y se tiene la conciencia de una realidad construida por las
relaciones intersubjetivas. El objeto de la investigación cualitativa es un “objeto
que habla”, en palabras de Pierre Bourdieu (1987). Entre el sujeto de la
investigación y el objeto que habla, se establece una relación de interdependencia
e interacción. Otras características particulares del diseño cualitativo son:

• Apertura: Implica la posibilidad de incluir nuevos elementos dentro del diseño


durante las fases del proceso investigativo.

• Flexibilidad: Permite modificar lo provisto en el diseño previo.

• Sensibilidad Estratégica: Dependiendo de los hallazgos al contactar la


situación objeto de estudio, se pueden plantear modificaciones que favorezcan
la dinámica del proceso de investigación.

• Referencialidad o no prescriptividad: El diseño no se constituye en pauta de


forzoso cumplimiento, es una referencia de trabajo.

4.2 TIPO DE ESTUDIO

La temática abordada en esta investigación, bajo un enfoque comprensivo, se


realizó a partir de un estudio fenomenológico hermenéutico. Al aproximarse a las
representaciones sociales sobre la construcción del rol masculino, se intentó

86
describir el fenómeno de la experiencia de los adolescentes que participan de este
estudio y poner a la luz las acciones del “ser en el mundo”. Ello permitió que la
intención de hacer emerger los significados y sentidos que se dan alrededor de
dicha construcción del rol femenino, fuera posible.

La fenomenología hermenéutica propuesta por Martin Heidegger, busca no sólo la


descripción del fenómeno en si mismo, sino que con las presuposiciones del
fenomenólogo puede interpretarse el fenómeno o posibilitar el significado del
mismo. Se busca con esta perspectiva interpretativa el entendimiento de los
fenómenos en sus propios términos, obligando a la “observación del ser en el
mundo” donde éste interactúa con sus formas y culturas y que se manifiestan e
interpretan por medio del lenguaje. La fenomenología interpretativa planteada por
Heidegger permite que se puedan revelar las prácticas compartidas y los
significados comunes que están presentes en una realidad humana, y que son
propias, asumidas y significadas por un grupo social.

La fenomenología hermenéutica tiene unos elementos característicos que vale la


pena mencionar y que sirvieron como ruta orientadora para identificar con claridad
este tipo de estudio como el más pertinente de acuerdo con la temática abordada
y con el enfoque decidido:

• Foco: la fenomenología hermenéutica busca comprender la esencia de la


experiencia acerca de un fenómeno particular

• Recolección de datos: a través de técnicas individuales y/o grupales tales


como las entrevistas a profundidad, con un número de sujetos participantes
variable de acuerdo con la intención del investigador.

87
• Forma narrativa: en este tipo de estudio se describe la “esencia de la
experiencia”, con un lenguaje propio, que puede distar en mucho, del lenguaje
científico utilizado por la investigación positiva.

El estudio fenomenológico posee una estructura para la presentación de los


resultados que, aunque no es absolutamente necesaria, puede ilustrar el estilo
propio de este método:

a. Introducción. Se presenta aquí el problema y la pregunta de investigación.

b. Procedimientos investigativos. Se presentan aquí los supuestos teóricos que


permitan la comprensión del fenómeno, la estrategia utilizada para la recolección
de los datos, el análisis y las conclusiones.

c. Textos. Se hace una profundización acerca de los textos aportados por los
sujetos participantes en la investigación, categorizando los mismos y encontrando
los significados que en ellos emergen.

d. Descripción del fenómeno. Para finalizar se realiza una síntesis del fenómeno
estudiado.

Para facilitar el proceso de emergencia del sentido de los datos, esta investigación
utilizó dos estrategias metodológicas que permitieron la comprensión del
fenómeno estudiado: los talleres reflexivos y las entrevistas a profundidad. En el
apartado siguiente se describirán estas estrategias metodológicas.

4.3 ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS.

Esta investigación que fue realizada desde una perspectiva cualitativa, utilizó dos
estrategias metodológicas que propiciaron la emergencia de la información en los

88
grupos de adolescentes tanto del contexto de estratos socioeconómicos altos
(estratos 5 y 6), como de los estratos socioeconómicos bajos (estratos 2 y 3) de la
ciudad de Medellín. Tales estrategias fueron el taller reflexivo y la entrevista
semiestructurada.

4.3.1 Taller Reflexivo

La propuesta del taller reflexivo, que viene estructurada desde la perspectiva de


abordaje grupal de las realidades en las que se encuentran insertos los individuos,
se ha convertido en una herramienta metodológica de amplio uso en la
investigación cualitativa, ya que permite el acceso a la información de una manera
dinámica e interactiva. El taller reflexivo favorece la puesta en escena de las
posturas personales, pero además, permite que se evidencien las construcciones
grupales y emerjan los significados comunes que los individuos, puestos en
relación con otros, poseen frente a diversos aspectos de la realidad.

En el contexto regional se encuentra el trabajo de Guillermo Gutiérrez (1998)


quien se ha encargado de teorizar sobre la estrategia metodológica del taller
reflexivo. El taller reflexivo es entendido como un dispositivo de palabra en el que
se construyen grupalmente planteamientos, propuestas, preguntas e inquietudes
respecto a un tema subjetivo. Para el logro de dicha construcción, el tallerista se
sitúa en el lugar de la escucha (activa) y le brinda la palabra al grupo. Esto tiene
como objeto movilizar a los participantes respecto a su subjetividad, propiciar la
“ventilación” de sus sentimientos negativos, esclarecer sus “saberes” o posiciones
específicas respecto al tema y responsabilizarlos en la construcción de opciones
respecto a dichos saberes.

El taller reflexivo implica la participación activa de las personas que reflexionan


sobre una temática específica, y requiere de unas características específicas de
quien lo facilita.

89
Para poderse llevar a cabo, el taller reflexivo requiere de una estructura particular.
Tal como lo plantea Gutiérrez (1998) esta propuesta metodológica está constituida
por siete (7) partes:

a. Encuadre. Fase en la que se le plantea al grupo el acuerdo de trabajo que


regirá dentro del taller.

b. Reencuadre. Intervención en la cual se le recuerda al grupo el acuerdo


establecido desde el inicio de la actividad y que en un momento dado no se está
cumpliendo por parte de los participantes del grupo.

c. Fase de construcción inicial. En esta se le asigna al grupo, a nivel individual,


una breve labor para ser realizada. Esta construcción es una preparación para la
plenaria.

d. Fase de recolección de datos o informes. En esta etapa se comparten los


informes o elaboraciones que se realizaron en la etapa anterior.

e. Plenaria. Fase de reflexión grupal y debate con el grupo en pleno. Es la parte


más significativa del taller y requiere de la participación activa de todos y una
escucha importante por parte del facilitador.

f. Devolución y aportes. Se constituyen como la conclusión del taller. El tallerista le


brinda al grupo su retroalimentación y le señala los elementos más significativos.
Además anexa sus aportes y da su apreciación sobre el trabajo.

g. Cierre. Aquí se hace la conclusión de la actividad y se dejan las tareas


pertinentes para los siguientes talleres, si es que se ha elaborado una secuencia
de los mismos.

90
4.3.2 Entrevista semiestructurada

Según Ilian Blanco (2007), la entrevista es quizá la técnica más utilizada para
obtener información de la gente; ha sido usada y sigue siendo empleada para
múltiples propósitos y por una variedad de actores. No obstante, sólo hasta fechas
recientes, la entrevista se ha empleado de manera sistemática para propósitos
científicos.

La entrevista puede ser de dos tipos fundamentales: abierta o cerrada. En la


entrevista abierta o a profundidad, el entrevistador tiene amplia libertad para las
preguntas y sus intervenciones, permitiéndose toda la flexibilidad necesaria en
cada caso particular. Con este tipo de entrevista se trata de conocer la opinión de
la población sobre una determinada problemática social. Consiste en una
entrevista semiestructurada por temas, que no necesariamente han de seguir una
secuencia previamente fijada. La secuencia se encuentra condicionada por las
respuestas de la persona entrevistada. Las preguntas se formulan siguiendo los
enunciados de los objetivos específicos del estudio (cómo, dónde, quién, por qué,
para qué, cuántos, cuál, etc.) para que, al contrario de lo que acontece con las
preguntas formuladas mediante cuestionario cerrado y precodificado, pueda
propiciarse el flujo discursivo de la persona entrevistada.

La entrevista, como técnica particular de abordaje de la realidad de los sujetos


permite que, en el contacto cara a cara con otro, se intercambien no sólo datos,
sino sentidos y significados. Es un encuentro dialógico entre sujetos que
comparten e intercambian no sólo palabras, sino cuerpo, imagen, símbolos. Alfred
Schutz (1993) en su texto La Construcción Significativa del Mundo Social, describe
con gran claridad aquello que se da en el encuentro humano del cara a cara, y la
entrevista es un lugar donde ello ocurre de manera directa:

91
Hablo de otra persona como ubicada dentro del alcance de mi experiencia directa
cuando ésta comparte conmigo una comunidad de espacio y una comunidad de
tiempo. Comparte una comunidad de espacio conmigo cuando está presente en
persona y yo tengo conciencia de ella como tal, y, además, cuando la percibo
como esta persona misma, este individuo en particular, y percibo su cuerpo como
el campo sobre el cual se manifiestan los síntomas de su conciencia íntima.
Comparte una comunidad de tiempo conmigo cuando su experiencia fluye
paralelamente a la mía, cuando puedo en cualquier momento mirar hacia esa
persona y captar sus pensamientos a medida que se producen, es decir, cuando
estamos envejeciendo juntos. Cuando dos personas se encuentran de esta
manera una al alcance de la experiencia directa de la otra, digo que están en la
situación “cara a cara”.

La entrevista es un espacio de encuentro simbólico, donde el investigador, por lo


menos desde la perspectiva de la investigación comprensiva, llega con su propia
historia a escuchar la historia del otro. Es un encuentro de subjetividades. Sin
embargo, tiene modos de hacer que dichos sentidos se conviertan en tramas
significantes y por ello se espera que se cumplan ciertos criterios o
requerimientos. Susana Frutos (1998) hace una descripción que ilustra
profundamente estos asuntos: “La entrevista es, ante todo, un diálogo que se
desarrolla según algunos parámetros: cierto acuerdo o convención entre ambos
participantes (encuadre); cierta previsión por parte del investigador acerca de las
condiciones que deben cumplirse para que la entrevista sea válida
metodológicamente; cierto diseño previo que incluye marco, objetivos y límites de
la utilización de este instrumento metodológico”.

4.4 POBLACIÓN DE REFERENCIA

Grupo de jóvenes “escolarizados” entre los 12-17 años de estratos alto (5-6) y bajo
(2-3) de la ciudad de Medellín (aproximadamente 20 hombres por grupo).

92
4.5 DESCRIPCIÓN DEL ACCESO AL CAMPO.

A partir de la identificación de la temática propia de esta investigación, y teniendo


en cuenta que interesaba realizar un acercamiento a poblaciones adolescentes
que habitaran en diferentes estratos socioeconómicos de la ciudad de Medellín, se
ubicó un grupo de hombres jóvenes habitantes de estratos altos (5 y 6) que vivían
en su mayoría en el barrio El Poblado, y otro grupo de adolescentes
pertenecientes a estratos bajos (2 y 3) y que vivían en lugares tales como
Manrique, Aranjuez y Buenos Aires, entre otros.

En el caso de la población de estratos altos el contacto se hizo a través de un


adolescente que invitó a varios de sus amigos y vecinos a participar de esta
investigación. Aunque la idea inicial era realizar talleres en algún colegio de
estrato alto, fue imposible concretar esta actividad. Desde inicios del año 2007,
momento en el cual se inició el trabajo de campo, se escribieron numerosas cartas
a rectores de colegios ubicados en los sectores de El Poblado, Envigado y
Laureles, pero las respuestas fueron poco precisas y nunca pudo concretarse la
actividad. Con el fin de no entorpecer la actividad propuesta por esta investigación,
y como alternativa metodológica, se hizo uso de la estrategia de la entrevista
semiestructurada como herramienta fundamental de acceso al campo. En el caso
de la población de estratos bajos el contacto se hizo a través de las directivas de
un colegio de la ciudad ubicado en estrato tres, y que recibe jóvenes de estratos 2,
3 y 4. Este colegio, establecido en el centro de la ciudad, abrió las puertas sin
ningún problema a la actividad propuesta, y pudo desarrollarse la serie de talleres
sin mayores tropiezos.

A partir de un esquema de talleres que fue construido antes de iniciar los


contactos con los grupos y que partió de la identificación de los núcleos temáticos
de interés para la investigación, se comenzó la realización de los mismos. Al
tratarse de una investigación basada en el paradigma comprensivo (cualitativo),

93
que permite y aún más, requiere que se haga una lectura constante de la realidad
investigada, se fueron haciendo las modificaciones del caso en los contenidos de
los talleres y en las estrategias particulares en cada uno de ellos, de acuerdo con
la dinámica establecida por el grupo, manteniendo la posibilidad de abordaje de
las temáticas.

Se realizaron los talleres con la población de estratos bajos, habitantes de barrios


ubicados en el centro de la ciudad de Medellín. Se realizaron seis talleres de dos
horas cada uno. Es importante mencionar que de los quince (15) adolescentes
que iniciaron el proceso de los talleres, todos terminaron esta actividad, que contó
incluso con dos mujeres, estudiantes del colegio. Esta inclusión, que no tuvo
repercusiones negativas en el proceso investigativo, fue sugerido por el colegio ya
que se esperaba que en los talleres participaran estudiantes representativos de la
institución y dentro de ellos se encontraban dos mujeres.

Se anexa la estructura temática y metodológica de los talleres que fueron base


para el grupo de estratos bajos. En general se mantuvo la idea inicial de los
mismos aunque se hicieron variaciones de acuerdo con las particularidades del
grupo. El cambio más significativo y que no aparece nombrado dentro de la
estructura de los talleres, fue la utilización de un instrumento psicométrico que
intenta identificar características de roles de género masculino y femenino. Tal
prueba es el Inventario de Roles Sexuales BEM (Bem, 1974), cuya utilización no
fue con miras a la medición de características, sino fundamentalmente como
pretexto para la identificación de roles relacionados con lo femenino y lo masculino
e identificar la subjetividad asociada a ello.

En ambos lugares se hicieron entrevistas semiestructuradas con algunos de los


adolescentes. En el sector de estratos altos, esta fue la estrategia metodológica
única, que tuvo un buen resultado dada la producción oral de los adolescentes que
acogieron la invitación del grupo de investigación.

94
En los talleres se privilegió el espacio de construcción grupal e individual desde lo
lúdico para desde allí generar las posibilidades de intercambio a través de la
palabra. Se trabajó a partir de dibujos, recortes, puestas en escena dramática de
situaciones cotidianas, juegos y otras alternativas, que facilitaron la emergencia de
las representaciones sociales frente a la construcción del rol femenino en dichos
grupos de adolescentes. Los investigadores tomaron nota de los
comportamientos, palabras y actitudes emergidas en los talleres y consignaron
esta información en diarios de campo. Adicional a esto se realizó grabación de
audio que posteriormente fue transcrita y analizada junto con las producciones
físicas de los adolescentes. Igualmente dicho procedimiento (transcripción y
análisis) se hizo con las entrevistas individuales que se realizaron con los
adolescentes.

Toda la información recolectada a través de la realización de los talleres y de las


entrevistas semiestructuradas pasó por el proceso de análisis a partir del mapa
categorial construido al inicio de la investigación: ideas sobre los roles masculinos,
prácticas asociadas con los roles masculinos, factores de riesgo y factores de
protección identificados como propias del rol masculino. Con dicho mapa
categorial se comenzaron a evidenciar cuáles son las representaciones sociales
de los adolescentes de diferentes estratos socioeconómicos de la ciudad en
relación con la construcción de su rol masculino. Los núcleos iniciales dieron paso
a una red categorial más amplia que permitió una comprensión amplia frente a las
manifestaciones simbólicas y prácticas de su ser hombres. En la discusión, que se
encuentra en la parte final de esta investigación, se presentan los hallazgos más
significativos que se dieron a partir del acceso a las poblaciones abordadas. La
utilización de una metodología de corte cualitativo favoreció esta lectura y esta
mirada de la realidad de las adolescentes de los estratos altos (estratos 5 y 6) y
estratos bajos (2 y 3) de la ciudad de Medellín.

95
5. CONSIDERACIONES ÉTICAS

Esta investigación, propuesta desde el referente cualitativo, involucró a


adolescentes de diversas zonas del municipio de Medellín. Al ser un proceso
investigativo que implica personas, se realizó un formato de consentimiento
informado que fue firmado por los jóvenes participantes al inicio del primer taller
reflexivo, en el cual se especificaban las condiciones para hacer parte de la
investigación y el derecho establecido de retirarse en cualquier momento del
proceso.

Se considera la investigación sobre Representaciones Sociales sobre la


construcción del rol masculino, como de mínimo riesgo. No se realiza un proceso
de intervención con los adolescentes participantes, ni hay procedimientos que
pongan en riesgo la salud mental y/o física de los adolescentes.

Con el fin de evitar efectos negativos dentro de los procesos investigativos en las
personas que participan en los estudios, varias organizaciones científicas han
publicado principios que se establecen como reglas vinculantes para los miembros
de la organización y como recomendaciones para otros investigadores. A
continuación se citan algunos partes de las recomendaciones de la American
Psychological Association (APA):

“Previamente a la realización de una investigación (excepto en investigación que


implica sólo encuestas anónimas, observación naturalística o investigación
similar), el psicólogo llega a un acuerdo con los participantes que clarifica la
naturaleza de la investigación y las responsabilidades de cada parte. Usando un

96
lenguaje que sea razonablemente comprensible para los participantes, los
psicólogos informan a los participantes de la naturaleza de la investigación;
informan a los participantes de que son libres de participar, rechazar su
participación o retirarse de la investigación; explican las consecuencias previsibles
del rechazo o la retirada; informan a los participantes de factores significativos que
pueden esperarse que tengan influencia en su disposición a participar (tales como
riesgos, incomodidades, efectos adversos o limitaciones sobre la confidencialidad,
excepto en los que se prevé en el Estándar 6.15, Engaño en la investigación); y
explican otros aspectos referidos a: “cuando los psicólogos llevan a cabo una
investigación con individuos tales como estudiantes o subordinados, tendrán un
especial cuidado para proteger a los futuros participantes de consecuencias
negativas de un rechazo en participar o una retirada”.

“Los psicólogos obtendrán un acuerdo con conocimiento de causa de los


participantes en la investigación antes de filmarlos, grabarlos o registrarlos en
cualquier forma, a menos que la investigación implique simples observaciones
naturalísticas en lugares públicos y no esté previsto que el registro o grabación se
usará de tal modo que pudiera causar la identificación o daño personal”.

“Los psicólogos informarán a los participantes en la investigación de lo que se


haya previsto en cuanto a la transmisión y el uso de datos de éstos o los usos
posteriores de datos de la investigación que puedan identificarse con alguna
persona y sobre la posibilidad de futuros usos no previstos”.

97
6. ANÁLISIS DE RESULTADOS

Dentro del proceso de abordaje de la información recolectada a través de los


talleres reflexivos y de las entrevistas a profundidad con los grupos de hombres
adolescentes de la ciudad de Medellín, habitantes de barrios categorizados como
de estratos bajos (2-3) y altos (5-6), y teniendo en cuenta las categorías centrales
que regularon la construcción de esta investigación (ideas, prácticas y factores de
protección y riesgo relacionadas con el rol masculino), se plantea a continuación el
análisis de los resultados. Para favorecer la comprensión del mismo se hará una
división en las tres categorías y al interior de cada una de ellas se hará una
profundización particular a partir de los elementos aparecidos.

Con el fin de hacer más comprensivos los elementos encontrados dentro de la


investigación se adicionarán frases textuales de los adolescentes que aparecen en
el texto en letra cursiva.

6.1 IDEAS SOBRE LO MASCULINO

A partir de la revisión de la información que emerge en los grupos de adolescentes


hombres de la ciudad de Medellín y que pertenecen a diferentes estratos
socioeconómicos, se identifican cuatro categorías emergentes que recogen las
ideas que sobre la construcción del rol masculino tienen los participantes de este
proceso investigativo. Dichas categorías son: ¿Qué es ser hombre?, ¿Cómo se
aprende a ser hombre?, La Sexualidad y ¿Qué es no ser hombre.

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6.1.1 ¿Qué es ser hombre?

La pregunta por la masculinidad o por el ser hombre resulta compleja en la mirada


de los jóvenes de la ciudad de Medellín. Las similitudes y diferencias aparecen en
un amplio panorama de rituales, mitos, identificaciones e ideas acerca de rol como
hombres en la sociedad. Cuando se habla o se pregunta por características y
elementos masculinos determinantes, los jóvenes tienden a agrupar conceptos
según: Las características físicas, de comportamiento y de roles. Todos estos
elementos se traslapan unos con otros en casi todos los momentos de
identificación, así como en los momentos de diferenciación, y en la construcción
de su percepción de hombre.

Para hablar de características físicas es bastante común encontrar como los


jóvenes empiezan por hacer una comparación con las mujeres, lo cual hace
referencia a todo lo que los hombres se ponen, tienen o utilizan diferente de las
mujeres.

Aparece como característica casi fundamental en la diferenciación de géneros el


pelo, que es uno de los primeros elementos que los jóvenes mencionan, pero a
medida que se habla del tema se considera que a partir de los cambios
generacionales, ya no marca un punto de diferencia total entre géneros. En forma
significativa aparece en su discurso el pelo, como elemento fundamental de
exclusión o inclusión dentro de un género. Este elemento toma importancia como
factor de la historia que ha permitido que los hombres y las mujeres pertenezcan a
diferentes grupos, con diferentes características. El pelo largo históricamente ha
sido asociado a las mujeres y el corto a los varones. Pareciera que los elementos
que caracterizan a los hombres son aislados y diferenciados de un cuerpo
sexuado, ya que primero se habla de otros aspectos (pelo, accesorios,
musculatura, etc.) y con referencia al cuerpo se habla poco de los órganos
sexuales diferenciados.

99
A nivel físico aparece con gran fuerza y frecuencia la parte ósea y de musculatura
que califican en los hombres con adjetivos como: “más grande” “más cuajo”. Se
habla de éstas características siempre en los términos de mayor fuerza y
capacidad para la realización de ciertas actividades y roles, deportes y trabajos,
comparado siempre con las mujeres, y hablado en términos de ganancia frente a
ésta. El cuerpo y su capacidad física se convierten en el hombre en un templo de
fortaleza y masculinidad frente al género femenino. Ambos grupos comparativos
concuerdan en aspectos físicos que deben permanecer para el mantenimiento de
la masculinidad. El pelo, y el tono muscular más grande comparado con el cuerpo
delgado y delicado de la mujer. Los rasgos corporales y óseos son más marcados
y rudos en el hombre.

En los dos grupos se refieren al tono de voz más fuerte en los hombres y con más
suavidad para las mujeres, agregándose a esto las diferencias en la expresión de
los hombres, que habla de un lenguaje más práctico, con menos complicaciones y
con actitudes opuestas a lo femenino, y tal como lo expresa alguno de los
adolescentes: “pues en la voz, en el vello de la piel, el hombre es más ancho, pues
en la mujer lo senos, que se ensancha la cadera, la delicadez de la mujer”.Es
importante reconocer como las diferencias marcan y definen lo masculino. Los
hombres piensan su masculinidad en comparación y contraste con lo femenino, es
a partir de lo uno que comparan lo otro.

El tamaño del cuerpo varía en altura, donde se hace referencia a la superioridad


asociada a un sentimiento de grandeza. Pareciera que la idea del cuerpo más
grande, y mejor dotado entra como un apoyo más en esa búsqueda de poder y
competencia, que en conjunto con la musculatura y la composición ósea, permiten
mejores posibilidades de defensa, adaptación y confirmación de la hombría. Los
vellos varían de hombres a mujeres en ubicación y cantidad. Para las mujeres es
socialmente aceptable que tenga menor cantidad de vello en todo el cuerpo que
los hombres.

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La ideas y pensamiento asociados a lo corporal masculino se encuentran siempre
atravesados por lo imaginarios de grandeza, de superioridad como género y de
seres con capacidades extraordinarias que le ayudan a destacarse no sólo como
género sino que también los diferencia de uno más débil y con menos
capacidades físicas y de supervivencia.

El pene se aborda con especial significado aparece como un símbolo de la


masculinidad y representante absoluto de la virilidad. Según los resultados esto
se encuentra claramente en el grupo de estratos bajos; sin embargo no lo es tan
claro para el otro grupo comparativo. Se refieren al pene como un representante
de ellos como hombre, tal como lo expresa uno de los adolescentes: “Es el líder,
es quien va siempre adelante”. Además de la connotación de representación que
se encuentra se observa un lugar casi de adoración y de poder semejante a los
dioses: “Es capaz de dar vida, es como un Dios”. Llega el punto en que el pene
entra en la definición de hombre: “Si no hay pene no hay hombre”. El pene se
convierte inmediatamente en la estructura masculina por excelencia, que carga
además las características de poder. Un fragmento ilustra este punto: “Para mi ser
hombre es tener un órgano reproductor masculino”.

Pareciera que no puede pensarse un hombre sin pene, ya que sin este pierde por
completo su esencia humana. De no existir este órgano reproductivo se pierden
las posibilidades de ser hombre ya que puede perder muchas de las
características que lo construyen, entre ellas la virilidad, la masculinidad, la fuerza,
la reproducción, entre otras.

Otro elemento fundamental a la hora de la caracterización de lo masculino es la


forma de vestir en los hombres, asociado por supuesto a consideraciones de
constitución física y a los diferentes roles y formas de comportamiento. La
vestimenta constituye una forma de mostrar la virilidad y masculinidad. Entra en
juego lo importante del “ser visto”. Pareciese entonces que lo masculino tiene algo

101
de relación con lo que se muestra, más que con lo que se es. Hay una cuestión de
la mirada, lo que el otro ve, y lo que se debe mostrar que modifica las conductas y
las formas sociales de ser hombre.

Resulta bastante demandante para el hombre mantener las conductas bajo


aquellos parámetros de lo socialmente aceptado y “bien visto”, y las
consecuencias de salir de estos límites acarrean castigos socialmente
significativos como “el ser mal visto”. Esta connotación social se encuentra como
una de las consecuencias más nefastas a nivel social dentro del grupo de jóvenes,
por no mantener sus comportamientos dentro de lo “adecuado” y aceptado en un
contexto determinado.

Entre los grupos se encontraron diversas formas de vestir y de llevar elementos


accesorios. Por ejemplo: el pelo y las aretas se convierten en elementos
definitorios. Son diferencias sutiles, pero significativas que deben ser identificadas
con astucia para el mantenimiento de la masculinidad. Son accesorios que pueden
estar presentes en ambos géneros pero de forma distintiva, en ciertas medidas y
con posturas desiguales. Esto es manifestado en frases como: “siempre tienen el
pelo parado, las aretas, su arma, su bozo, las cadenas, que por lo general siempre
son grandes, que la mayoría de los hombres manejan su arma, los anillos
grandes”.

Pareciera que es fundamental que los hombres en su vida y forma de comportarse


tengan todos sus elementos de rectitud y “que deba estar todo parado”, desde lo
físico, hasta sus conductas e ideales masculinos que deben ir todos por un camino
delimitad en sus quehaceres y comportamientos. Además de los rasgos de
comportamiento y vestimenta aparecen elementos como las armas que
caracterizan de cierta forma lo masculino. El arma constituye así un elemento de
poder, al igual que el pene, algo que da fortaleza e incrementa en mayor medida la
fuerza ya heredada de la naturaleza. El arma se encuentra en aquellos contextos

102
sociales en los que percibe que su fuerza física y sus habilidades de inteligencia
no le bastan para resaltar y proteger su masculinidad e incluso para su propia
supervivencia, “No se, uno con un arma se siente más, se siente más grande, no
mentira, pero se siente…el chico malo… eso…uhh tengo un arma, ¿quien se mete
conmigo pues?”

En cuanto a los comportamientos propios de un hombre los jóvenes de ambos


grupos llegan a acuerdos al reunir ciertos valores y fortalezas que consideran
fundamentales en la constitución masculina: trabajador, fuerte, protector del débil
(la mujer y familia) serio, ágil, inteligente, leal con relación a otros hombres, pares
y amigos. Son las principales características que debe tener un caballero.

Hay tres características que se repiten con mayor fuerza durante la recolección de
datos: trabajador, fuerte e inteligente. Son los valores y características que más
consideran deben tener los hombres. Dentro de la fuerza, se ubican otras
habilidades como la agilidad, la destreza y la capacidad física por encima de la
femenina. Se reconoce un poder físico que permite la realización de roles
diferentes a los de la mujer y que además dan superioridad en otras áreas como la
protección a otros, incluyendo las mujeres, los hijos y a sí mismos, “No son
siempre las mujeres las responsables del hijo, el hombre tiene que poner la cara
no tanto en lo económico, sino poniéndole cuidado al niño niña, si es niño que no
se le vaya a volver marica”.

Cargan, además de una gran responsabilidad cuidando de sí mismo, de cargar


con la responsabilidad de los que tiene a su lado, y perpetuar en su descendencia
la forma correcta para ser hombres. Podría pensarse que esta capacidad física
superior más que una habilidad extra del hombre es también expresada como una
imposición, un bagaje biológicamente heredado y socialmente instaurado que se
fundamenta entonces como una característica casi inherente a la masculinidad.

103
Ser hombre se asocia desde las representaciones sociales que los adolescentes
han construido, con: el ser hábil, inteligente, fuerte, para ser aceptado y
reconocido, y además para cumplir con una imposición cultural de protección al
otro desamparado y así mismos. Debe observarse como la característica
socialmente impuesta del “deber ser masculino” deja de lado el ser hombre como
una construcción personal. Con frecuencia, para referirse a lo que es ser hombre,
los muchachos construyen un ideal o una forma como deben y como no deben ser
los hombres en esta sociedad. Para la muestra, una frase de uno de los
adolescentes participantes en el proceso de investigación: “El hombre debe tener
una familia para compartir con ella, los amigos, tiene que ir a la playa cuando
tenga vacaciones, tiene que trabajar, tiene que leer, y acá debe ser un buen chico,
acá tiene que ser un ejecutivo, y acá tiene que ser muy caballeroso”.

Lo impuesto por la sociedad aumenta con el crecimiento y desarrollo de los


jóvenes, que hablan de esto sin expresar inconformidad, sino más bien con una
aceptación de un orden social que ya se encuentra instaurado y hace parte de sí
mismos, de la forma como funcionan sus hogares y su sociedad. Al igual que se
encuentran imposiciones para el “deber ser” masculino se encuentra el otro lado
de la moneda “lo que no debe ser un hombre” se incluyen comportamientos y
formas subjetivas de ser. Uno de ellos expresa: “ser masculino…nunca he
pensado en eso, pues la sociedad siempre nos mete la idea que un niño no puede
jugar con muñecas que porque es marica, y que una niña no puede pues jugar con
carritos”. La competencia, el ser el mejor, ser convierte en ideal de hombre que
busca alcanzar logros profesionales, logros en los deportes y otras actividades en
las que se desempeñe.

Es importante para estos jóvenes sobresalir, y es mejor aún cuando está asociado
a actividades o características como el poder, la posición social, el galanteo con
las mujeres o en su quehacer profesional o de desempeño. Los retos de alcanzar
mejores niveles de vida crean en los hombres una necesidad de subir a nivel

104
jerárquico y ampliar su capacidad de defensa y poder. Ligado a esto se
encuentran otras características como la ambición y el dinero. Todo este conjunto
de características, valores, formas de comportarse, ligado a ese ideal de lo
masculino heredado de generación en generación es lo que define para estos
jóvenes lo que significa ser un hombre.

6.1.2 ¿Cómo se aprende a ser hombre?

Los participantes de ambos grupos consideran que existen diferentes medios y


personas que resultan significativos en la forma como los jóvenes aprenden a ser
hombres. Hay un pensamiento de multicausalidad, donde el comportamiento
masculino se da como consecuencia de la suma de varios factores. El primero
tiene que ver con elementos inherentes a su género. El hecho de ser portadores
de los cromosomas XY, trae consigo una serie de “programaciones” masculinas
que determinan y encausan la forma de ser hombre. Se considera por este lado
algo congénito a los hombres, netamente biológico y asociado a la configuración
genética como predisponente a la formación de estas actitudes y el instinto que
finalmente permite formas de funcionamiento varonil. La concepción comienza con
el pensamiento de que así se nace; sin embargo consideran que termina
moldeándose a partir de influencias ambientales y sociales. Así, la familia, el
colegio o escuela y los amigos se constituyen como los pilares moldeadores de la
experiencia masculina.

En la familia la figura paterna, es entendida no solo como el padre biológico, sino


también como aquel representante de la imagen del padre, los limites, la ley y el
orden. En los estratos bajos la figura paterna puede ser asumida por la madre, a
quien le corresponde responsabilizarse de ambos roles. Es la figura paterna la
encargada de trasmitir al hijo todas las costumbres, pensamientos, ideales y
comportamientos a seguir para la formación integral de su hombría. Dentro de la
familia, otros integrantes como los hermanos, primos y tíos generan luces de las

105
formas masculinas en que estos jóvenes deben comportarse y los modelos a
seguir. Luego el ambiente escolar y académico influye en sus conductas y
creencias de la masculinidad. Es dentro de este tipo de contextos en los que se
encuentran pares significativos, roles a seguir y formas de convivencia entre
hombres, de los cuales se construyen elementos y fundamentos del
comportamiento masculino, a partir de la identificación y crecimiento con otros de
su género.

También modelos como los profesores y tutores, toman vital importancia dentro de
las formas como se aprende a ser hombre, sus diferentes retos, ideales y
conductas. La combinación de los dos elementos intrínsecos y extrínsecos son los
que lideran la formación de los hombres en la sociedad. Ello aparece de manera
clara en la frase de uno de los adolescentes: “pues básicamente por instinto uno
hace muchas cosas que lo van haciendo hombre y que uno aprende como por el
ambiente, entonces viene como de un conocimiento apriori y aposteriori, apriori
porque uno nace con la esencia de ser hombre, aunque en la sociedad se inculcan
algunas características”.

Para hablar de figuras significativas en su formación como hombres, los resultados


fueron variados. Desde Jesús, cada uno de sus padres, hasta caricaturas,
personajes de la televisión y cine, hicieron parte de un repertorio bastante amplio.

Cada uno de los personajes cumplían de cierto modo con las características
anteriormente mencionadas, el trabajo, la fuerza física, la responsabilidad, entre
otras, incluyendo la perfección un marcado deseo por seguir ese “deber ser”
asociado con la masculinidad. Una frase de uno de los adolescentes, refleja este
elemento: “Con Jesús, porque el era perfecto Dios, perfecto hombre, entonces el
perfectamente encaja, pues quiero ser como él”

106
6.1.3 Sexualidad.

Sobre este punto no se encuentran elementos significativos en los jóvenes de


estratos altos. Emergen fundamentalmente en los jóvenes pertenecientes a los
estratos bajos.

Se postulan diferencias en cuanto a la sexualidad masculina y la femenina. Los


jóvenes piensan en la adolescencia como un período de experimentación frente a
la sexualidad, en la que ser hombre implica mayor libertad a la exploración sin
contar con el rechazo o marca social que puede implicar esto para las mujeres. Se
habla de la sexualidad como una experiencia probatoria aunque incluyen en algún
momento el componente emocional, de una forma superficial y sin mayor
importancia.

Para pensar el sexo unido a los sentimientos, se encuentran diversos


pensamientos. Para algunos existe la diferenciación de ambos en: Placer Vs.
Amor (ser racional vs ser sentimental). Se piensa que pueden darse por separado,
mientras que para otros la sexualidad implica, como lo expresa uno de los
adolescentes: “debe ser una combinación entre placer y amor”. Se hace la
distinción entre lo placentero como algo más momentáneo y más efímero, y el
amor como un sentimiento más duradero. En cuanto a la infancia no se reconoce
como un momento importante en el momento del desarrollo de la sexualidad, que
se atribuye únicamente a la adolescencia.

Finalmente se observan elementos fundamentales para la reafirmación sexual


masculina, donde se encuentran pensamientos encontrados. Para algunos la
forma de reafirmar la hombría se asocia con alardear y recrear ante otros pares
sus “conquistas sexuales”, mientras que por otra parte dicen: “Antes me parece
poco hombre, un caballero no cuenta eso”

107
Este grupo de jóvenes habla de la sexualidad como algo más allá del sexo. Se
consideran diferentes formas de interactuar entre los hombres y las mujeres. El
sexo como tal entra en juego como uno de los factores principales de la relación
con las mujeres: “El sexo es tan importante para los hombres como para las
mujeres el maquillaje”. Aparece un elemento, la debilidad masculina frente al sexo.
Hablan de lo necesario que es el sexo en el sostenimiento de una relación
amorosa. Una frase, ilustra este punto: “no es así que dependa, dependa todo no,
uno piensa mucho en eso” y “Si es un poquito fundamental porque a veces el
cuerpo si le pide a uno como…”.

Se habla de una necesidad casi biológica hacia el sexo compartida por ambos
géneros, pero se considera que las mujeres buscan este tipo de experiencias con
otro tipo de contacto: caricias, detalles, entre otras: “es que las mujeres son más
echadas a los sentimientos” Los detalles, las muestras de cariño, también son
consideradas parte del comportamiento masculino hacia la mujer, pero asociados
más a los momentos de galanteo y búsqueda que al mantenimiento de la relación
como tal: “ser un hombre es como ser una persona que es capaz de afrontar los
problemas de una forma como más racional, ehh, no tan sentimental”.

Dentro de la sexualidad se introduce otro tema fundamental en la dinámica de las


relaciones entre géneros: la infidelidad. Se piensa que las mujeres son en igual
medida a los hombres, infieles. Sin embargo la forma de llevar a cabo la infidelidad
es completamente diferente, tal como lo plantea uno de los adolescentes: “sino
que las mujeres son unas solapadas”. Se habla entonces de una distinción en la
forma como lo masculino se encuentra asociado a lo público mientras lo femenino
debe permanecer siempre en lo privado, sin conocimiento social para evitar los
señalamientos y críticas del contexto.

El concepto de infidelidad pasa a tener un significado social de diferencia, en la


que la historia y la cultura siempre ha permitido mayor libertad y libertinaje, y se

108
observa un mayor auge en la aceptación de la infidelidad masculina que en la
femenina, que a través de la cultura machista ha sido incluso avalada por las
mismas mujeres. Han sido las mismas mujeres las que rechazan y recriminan la
infidelidad femenina incluso más y con formas más severas de castigo y rechazo
que las masculinas: “las mujeres no pueden tener más de uno”. Es un
pensamiento casi inconcebible que las mujeres pueden ser infieles, no es algo que
se discuta, mientras que a la infidelidad masculina se le encuentran siempre
explicaciones y justificaciones. Tal como lo plantea uno de los participantes de la
investigación: “no encuentra en casa lo que debería encontrar”. Todo esto
arraigado a creencias culturales del “deber ser femenino” que se encuentran en
frases como: “Porque se supone que son las más serias, se supone que ellas son
las que le dicen perro a uno”.

Son una cantidad de mitos sociales acerca de lo femenino, lo que limita en sus
posibilidades sexuales y decisión a las mujeres, y abre un mundo de posibilidades
a las necesidades sexuales masculinas. En el tema de la sexualidad como algo
necesario para ambos géneros se encuentra un consenso general. Sin embargo
se siguen encontrando limitaciones sociales para las mujeres. La mujer no puede
expresar con tanta facilidad como el hombre la necesidad o el deseo abierto de su
sexualidad, no está “bien visto”, ni es apropiado. Se reconoce entonces una
brecha diferencial en este tema de la libertad sexual masculina vs. La privacidad
total femenina.

6.1.4 ¿Qué es no ser hombre? Ideas de homosexualidad.

En cuanto a lo que significa no ser hombre según las categorías y características


mencionadas anteriormente, buscar ciertos elementos y comportarse de
determinada manera pone en peligro la masculinidad: Los brazaletes, la
depilación, los tacones, las minifaldas, la delicadeza, los senos, entre otras. El
comportamiento femenino debe estar siempre asociado a conductas delicadas,

109
suaves, prudentes y tiernas, mientras que en lo masculino lo socialmente
aceptado se encuentra dentro de los rangos de lo rudo, lo fuerte, lo burdo, y de no
ser así pierde por completo la connotación del funcionamiento masculino. Las
formas de hablar, las expresiones, deben ser diferentes entre hombres y mujeres.
Se hace diferencia con la mujer, pues se dice que las mujeres hablan más
constantemente. Frente a esto dicen que “se quedan pegadas echando cantaleta”.

El lenguaje y las expresiones de afecto se acentúan en la feminidad y se rechazan


en la masculinidad. Aceptan de una forma poco convencida que los hombres
pueden expresar sentimientos, pero aparecen inmediatamente las limitaciones, y
la diferenciación del exceso: “uno siente vergüenza a expresarlo, así con
exageración tampoco”. Se habla de la posibilidad de decir lo que se siente, que no
hay dificultades; sin embargo aparecen los comentarios contradictorios al
respecto: “Yo sí lloro pero una vez no me mire la gente”. La pérdida o mal uso de
estos comportamientos, vestimentas, accesorios y características en un hombre
puede resultar amenazante para su integridad varonil; es por eso que un arete mal
puesto, una conducta más suave o la carencia de la fuerza física resulta
amenazante, y entra en categorías como homosexual, marica o gay.

Hay dos categorías que utilizaron ambos grupos de jóvenes en el que la


vestimenta es fundamentalmente diferente a la de la mujer. La “pinta” de los
hombres debe ser: “descomplicado” y “desgualetado”. Se piensa al hombre con un
menor grado de elegancia, sofisticación, y organización a nivel físico que la mujer.
El estar demasiado pendiente y preocupado por la apariencia física y el vestir
puede resultar peligroso en el momento de demostrar la virilidad. El cuidado de
ciertos aspectos corporales está permitido mientras que otras no. Por ejemplo,
mantener rasurado el pecho y los genitales hacen parte de una categoría más de
limpieza e higiene que de un cuidado excesivo o femenino. Es fundamental
reconocer la línea tan delgada que divide los comportamientos de los hombres en
masculinos y viriles y los afeminado y homosexuales, tal como lo expresa uno de

110
los participantes en esta investigación: “uno se debe cuidar, pero tampoco así de
que, ahí me salió un barrito, no puedo salir…”

Hay algo con la mirada, con el hecho de ver, de la imagen acerca de la


homosexualidad: “No está bien visto que dos hombres tengan relaciones, no está
bien visto”. Hay algo en el ser visto un componente a nivel social de no ser algo
culturalmente aceptado a la vista queda la pregunta ¿si se niega o no se ve,
quiere decir que no existe?

Por otra parte hay consideraciones positivas o aceptables acerca de la


homosexualidad femenina que asocian al llamado ideal machista donde las
relaciones entre mujeres adquieren categorías de sexy y “uh que bueno” mientras
aparece por otra parte categorías como “cacorro” o “marica” generalmente
asociados a conceptos denigrados por la sociedad. Dentro de estos dos conceptos
se marcan las diferencias. Por una parte el cacorro es a aquel que le gusta tener
sexo con otro hombre, mientras que el marica “es todo” abarca relaciones
sexuales y sentimentales entre hombres. Al parecer hacen toda una diferencia
estos dos conceptos, donde solo sexo implica menor compromiso de su
masculinidad, sin embargo ya se encuentra ubicado en la homosexualidad.

Las explicaciones sobre el origen de la homosexualidad varían y en ocasiones son


bastante difusas y poco concretas. Hay por una parte la explicación biológica de
esta condición, determinado por lo que ellos llaman “hormonas masculinas y
femeninas”, en la que la presencia de un mayor número de hormonas femeninas
en un hombre marca la aparición de la homosexualidad como fenómeno. Se
encuentra además otro polo en el que se atribuye la condición a factores sociales,
culturales y de crianza. Se considera con gran fuerza en el ámbito militar, que son
los padres, el ambiente familiar y las pautas de crianza los encargados de
determinar la homosexualidad masculina: “entonces se hace, la mayoría dicen que
se hacen. Por cualquier motivo, ya sea porque lo mimaron mucho, pero que se

111
nazca siendo marica, no”. Frente a este pensamiento de la homosexualidad como
una consecuencia social y familiar, plantean también posibles soluciones a lo que
ellos consideran “problemático”. Piensan que hay medios para lograr cierta
corrección en la tendencia homosexual. Consideran que hay medidas de fuerza
que pueden utilizarse, tal como lo expresa uno de los adolescentes: “a las malas,
yo lo haría a las malas, como sea o se vuelve o se vuelve hombre”.

6.2 PRÁCTICAS SOBRE LO MASCULINO

A partir de la recolección de la información por medio de talleres y de entrevistas


semiestructuradas a los adolescentes de los estratos altos (5 y 6) y bajos (2 y 3)
de la ciudad de Medellín, pueden encontrarse algunos elementos importantes que
definen lo que para ellos son las prácticas masculinas que están asociadas a los
roles de hombre.

Algunos de los adolescentes hacen referencia a la existencia de una gran variedad


de roles masculinos, llegando incluso a afirmar que los hombres todo lo pueden
hacer, en virtud de sus habilidades y “versatilidad”. Sin embargo, muchas de sus
afirmaciones ponen en evidencia la existencia de roles exclusivamente masculinos
y exclusivamente femeninos, que dan cuenta de ciertos imaginarios, que para
algunos, encasillan la práctica de la masculinidad en una línea. En otras palabras,
aunque los adolescentes piensen que el hombre es capaz de realizar cualquier
actividad, de todas formas piensan que se ven obligados a restringir sus prácticas
en función de las exigencias sociales: “…el hombre no debe hacer lo que no esté
aceptado en la sociedad, pero el hombre es muy muy apto para para todas las
cosas”.

Por otra parte, en muchas de sus afirmaciones se observa un reconocimiento en


relación a la evolución histórica que han tenido estas prácticas, llegando a
transformarse hasta el punto de incluir dentro de lo aceptable socialmente, aquello

112
que en épocas pasadas parecía indiscutible y axiomático. Sin embargo, en gran
parte de su discurso también se evidencia la permanencia de prácticas que se
remontan al mundo antiguo y que dan cuenta de la fuerza de los imaginarios
sociales respecto a la masculinidad y feminidad. Así, aunque las mujeres irrumpen
en los espacios sociales tradicionalmente ocupados por los hombres en el siglo
XX, y aunque se hayan presentado cambios y transformaciones en las prioridades
desde donde los hombres y las mujeres ordenan sus vidas, pueden observarse
significaciones imaginarias colectivas que sostienen las realidades de algunas de
las prácticas masculinas y femeninas (Fernández, 1993): “…es que vea, eso va
desde la historia siempre toda la historia al hombre se le ha permitido tener más
mujeres y todo, desde los tiempos de Roma…”

Las prácticas que mencionan son tan diversas que podrían agruparse de acuerdo
a las diferentes áreas en las que puede desenvolverse un individuo, como son: el
área deportiva, laboral, lúdica, familiar, social, sexual, afectiva, el cuidado
personal, entre otras.

En relación al área lúdica, de actividades de ocio o hobbies, los jóvenes


expresaron ideas en relación a varias prácticas no aceptadas a nivel social. Los
adolescentes más jóvenes incluyen en lo inaceptable como masculino, a todos
aquellos juegos femeninos, aquellas actividades lúdicas que se circunscriben en lo
femenino desde el imaginario social. Entre estas el juego con muñecas, incluso el
juego con otras niñas o mujeres, y aquellas prácticas que se supone que los
hombres de su edad ya no realizan. De esta manera, la misma práctica de jugar
se considera como una forma de mostrar poca masculinidad debido a que
pertenece a una etapa infantil, durante la que muchos jóvenes piensan que
todavía no se ha constituido lo masculino.

Paralelamente, las actividades artísticas son pensadas como prácticas aceptables


para los hombres hoy en día, roles que en tiempos anteriores no eran aceptadas

113
socialmente (por ejemplo bailar Ballet). Algunos jóvenes de Medellín piensan
entonces, que la elección de este tipo de prácticas tiene que ver más que con el
género, con un tipo o tendencia de personalidad específica. Sin embargo, hay
unos que consideran que una actitud afeminada en cualquiera de estas
actividades podría ser mal vista e inaceptable socialmente; haciendo referencia y
resaltando la importancia de la manera como se asumen los roles, más allá de la
práctica como tal que se elija.

Existen algunas prácticas que se señalan como ausencia de masculinidad o como


duda frente a la misma: la delicadeza en las actividades realizadas por los
varones, los buenos modales y la buena educación los enmarcaría en la categoría
de “gay”, “pluma” o del “dañadito”. Para ilustrar este punto, aparecen algunas
frases de los adolescentes participantes de este proceso de investigación:

“Hay hombres que son más delicados, no tanto delicados, para


que no se entienda mal el término, pero son más calmaditos en lo
que hacen y entonces por eso es que son tildados de gay”.

“Es una pluma…si, que el man es como dañadito”

Por otra parte, hay otros elementos que los jóvenes relacionan con el placer y el
ocio y que piensan que son actividades que se encuentran aceptadas socialmente
para los hombres. Entre estas la búsqueda de dinero, la televisión, el licor, la
rumba, el fútbol, el deporte y el gusto por las motos y los carros.

Siendo más específicos, en la práctica de ver televisión, muchos piensan que los
hombres prefieren ver partidos de fútbol, mientras que las mujeres optan por ver
novelas. Esto podría dar cuenta de la existencia marcada de la creencia de que el
fútbol es un deporte casi exclusivo del hombre, e incluso del deporte como
actividad recreativa preferencial del varón. De igual manera, esto se conjuga con

114
una tradición latinoamericana que toma el fútbol como masculino, a diferencia de
otros países, Estados Unidos por ejemplo, en donde la mujer ya es una de las
protagonistas más importantes de la práctica de este deporte. Algunas frases
ilustran este punto:

“Fútbol, todo eso. Casi todos pues les encanta el fútbol o al


menos el deporte pues”.

“Me identifico con mi papá…eh porque le gusta el fútbol, que le


gusta el deporte, ehh, que le gusta ver televisión, los juegos de
carros,..”

“Me gusta mucho…casi siempre veo partidos”

“Entonces en la recuperación ahí lo único que veía, como era con


puras niñas al lado, veíamos novelas, pandilla, guerra y paz”.

“¿Quiénes juegan más fútbol, los hombres o las mujeres? Los


hombres…”

En relación al cuidado personal, algunos adolescentes piensan que en la


actualidad ha incrementado la vanidad por parte de los varones, sin esto poner en
tela de juicio su masculinidad. De esto es importante resaltar que de antemano
piensan que la vanidad ha sido a través de la historia, una característica más
específica de las mujeres.

Sin embargo, hay otros que opinan que hay ciertos elementos del cuidado
personal, como por ejemplo el afeitarse, que tienen que ver más con el aseo que
con una inclinación por la vanidad. Pareciera entonces que el cuidado personal

115
masculino sólo es bien visto para algunos, siempre y cuando se encamine al aseo
y no a la vanidad

Dentro de las prácticas de cuidado personal que hoy en día ya están más
aceptadas como parte de la vida masculina, incluyen: ir a la peluquería, mirarse al
espejo y hacer actividades para lucir más “acuerpados”. Sin embargo, las
actividades del cuidado personal que ellos relacionan con la delicadeza, siguen
siendo rechazadas dentro de las prácticas masculinas. Entre estas el maquillaje y
el cuidado por la piel.

De esto se podría concluir que para los jóvenes, el hombre no debería realizar
actividades que se consideren femeninas, debido a que esto indiscutiblemente los
haría tachar a nivel social como “no hombres” u homosexuales: “El hombre no
debería hacer...pues todo lo que parezca muy femenino y que no está bien visto
socialmente...Por ejemplo ser travesti...pues ehhh...empleada...no se, todo lo que
esté ya como denominado femenino es lo que no puede asumir un hombre en pa
una sociedad”.

Asociado también al cuidado personal aparece el área deportiva, la cual ya había


sido introducida en párrafos anteriores como una de las prácticas más
significativas en el lugar del hombre. En esta, las expresiones de los adolescentes
sugieren la idea de un hombre que tiene más conciencia de su salud y que se
interesa más por su bienestar. El deporte estaría relacionado en parte, a la
tendencia por el cuidado del cuerpo y al mismo tiempo, a la tendencia por verse
mejor y exaltar los rasgos físicos que se asocian con la masculinidad.

Esto último también se relaciona con la idea de que el hombre practica deportes
en los cuales se necesiten grandes habilidades físicas y de fuerza. De esta forma,
hay quienes asocian la masculinidad con la práctica de deportes que requieren

116
mayor capacidad física y mayores riesgos, como el fútbol, el voleibol, el
motocross, el levantamiento de pesas y los deportes extremos.

Sin embargo en otros se evidencia una distribución más igualitaria de la práctica


deportiva en hombres y en mujeres, haciendo énfasis en los cambios históricos y
en la evolución que ha tenido el mundo en pro de la igualdad entre hombres y
mujeres en cuanto a las actividades que realizan:

“Que pues que como el estereotipo ha sido el hombre, antes era


muy rígido y los hombres tenían que ser así y las mujeres así,
ahora es como más flexible y un hombre puede asumir diferentes
papeles en la sociedad, pues eso puede suceder por ejemplo con
los deportes, que mirá que antes un hombre solamente pensaba
en jugar fútbol en los deportes, pero ahora es como más abierta
la posibilidad”

“pueder…ambos pueden limpiar,,,mmm…pueden hacer deporte,


pueden hablar, pueden…no se, muchas cosas”.

La vestimenta también es un factor que parece determinar las prácticas


masculinas de los adolescentes. Algunos piensan que dependiendo de las
prendas y accesorios que utilice el hombre, se sabe si es masculino o no:

“Hombres que se visten con ropa ancha, y cuando uno los va a


mirar, nunca se imagina que pueda ser gay”.

“porque el conejito es como delicado…el maquillaje, también un


conejo, las faldas con un flamingo…”.

117
Así, el maquillaje y las faldas se constituyen como elementos que hacen parte de
las prácticas femeninas y que no son aceptados como parte de las prácticas
masculinas. Una vez más, lo femenino se rechaza y se excluye de las prácticas
masculinas.

Con respecto a los accesorios, anteriormente un hombre que se pusiera areta no


era bien visto, pues se consideraba que las aretas eran accesorios exclusivos de
las mujeres. Sin embargo, debido a los cambios culturales y a las
transformaciones de la moda, el hombre que se ponga areta hoy, para algunos no
se desvía del modelo masculino, sino que más bien sigue el modelo de “belleza”
social.

Esto mismo se evidencia en algunas de las vestimentas utilizadas por los hombres
en la actualidad, y que antes no eran bien vistas socialmente. Esto pondría en
evidencia una transformación social en las prácticas masculinas y en donde se
pone en juego la evolución de los patrones e ideales de belleza a través de la
historia:

“…ya hoy en día me parece que un hombre se coloque areta es


porque le luce o porque lo hace más bello”.

“…porque antes un hombre se colocaba una camisa rosada y lo


consideraban marica, hoy en día la moda ha llegado tanto a un
sitio que para ser un hombre usar una camisa rosada ya es
moda”.

Pareciera que la moda es una intermediaria para permitirles a los varones realizar
prácticas que antes eran femeninas. En el área familiar, muchos de los
adolescentes piensan que el hombre siempre debe asumir el papel de cabeza del
hogar, por lo cual se asocia a sus prácticas el trabajar duro y el proporcionar el

118
sustento económico y la alimentación de su familia: “El desempeño, que el hombre
es el que lleva el pan a la casa”.

Esta práctica tiene sus raíces en el hombre paleolítico, el cual se dedicaba a la


caza y a brindar el alimento para la supervivencia de él y de su familia. Así, el
papel de hombre como papá y como miembro “protector” de una familia, es un rol
que algunos adolescentes siguen pensando como importante en su vivencia y que
determina gran parte de su masculinidad.

Aunque, hay otros que piensan que en la actualidad, los roles de cabeza de familia
y del cuidado de los hijos ya están igualmente repartidos entre los hombres y las
mujeres, sigue estando presente la idea de que el hombre es quien debe realizar
la tarea de protección, el rol de autoridad, el rol de toma de las decisiones
mayores y el rol de proveedor en el hogar, mientras que la mujer es quien debería
estar al cuidado de los hijos y de la casa:

“A mi me parece que no debía como cocinar, pues que si cocine


pero no que empiece a cocinar, pues que cambie los roles de la
mujer con el hombre, pues que no haga actividades como
femeninas”.

“…creo que les da pena porque piensan que como barrer,


trapear, todo eso es como de empleados o empleadas”.

“Por ejemplo en el liderazgo de una casa una mujer puede ser


más sentimental y un hombre puede ser como más más de
exigencia”.

“El hombre es más como...dicta las reglas y pues decide...”

119
“Pues….yo creo que el hombre…tiene mucho que ver con la
iniciativa, el hombre siempre es que …ehhhh…pues casi siempre
es el que toma la iniciativa, digamos para em empezar una
relación es el que toma la iniciativa, para empezar un negocio es
el que toma la iniciativa, crear ideas, tomar nuevos inventos…el
hombre es el que siempre…pues casi siempre es el que tiene la
iniciativa…eso es…pues…creo que se puede añadir a la
definición de de hombre”

Se podría pensar que el hombre sigue teniendo un rol dominante dentro del hogar
y que la mujer permanece de alguna manera sumisa a lo que el varón proponga o
decida para su bienestar.

Hablando de las relaciones de pareja, algunos adolescentes señalan la existencia


de una creencia social ampliamente arraigada en la cultura, que plantea que se es
más hombre mientras más mujeres tenga. Esto rige las prácticas de los hombres
en relación con la familia, aspecto asociado al mismo tiempo, con la “pasividad
femenina”. Esta última haría referencia a la caracterización social de la mujer
desde el siglo de las Luces, como obediente, frágil, emotiva, dependiente,
sexualmente pasiva y destinada a la maternidad que en últimas sostendría
también dicha práctica masculina que sitúa al hombre en un lugar de dominancia:

“Falta de mujeres porque uno por ahí solo…ellos lo ocultan por


generarse en el estereotipo de tipos machos, que el que mas
mujeres tenga es más hombre. Pues eso es normal en Colombia
y en todo el mundo”.

“Las mujeres no pueden tener más de uno…porque se supone


que son las más serias, se supone que ellas son las que le dicen
perro a uno…”

120
“¿Entonces estás de acuerdo en que el hombre puede tener más
mujeres?

“Claro…el hombre es el sexo dominante…el que predomina”

Por otra parte, el matrimonio es una práctica que muchos hombres actualmente
rechazarían, según lo planteado por los jóvenes de estratos bajos que hicieron
parte de este estudio. Pareciera que el compromiso fuera algo a lo que tienden
más comúnmente las mujeres y que en la medida de las posibilidades los varones
tratan de evitar. Sin embargo, muchos piensan que deben terminar casándose
para no estar solos, introduciendo la práctica del matrimonio como algo por
“conveniencia”: “No estoy de acuerdo con el matrimonio, pero es que uno vivir solo
también es muy maluco, lo que pasa es que…mejor uno…si el destino, ojalá que
sea así por mi ah yo tener mi hijo o mi hija y vivir solo con ella…”

En el área laboral, algunos adolescentes relacionan la masculinidad con el


ejercicio de trabajos que implican fuerza o grandes habilidades. Si bien muchos
piensan que el hombre ya tiene más posibilidades de prácticas y aunque
evidencien la existencia de una mayor igualdad en los roles laborales masculinos y
femeninos; algunos mencionan la permanencia de los roles “bruscos” y que
requieren de mayores capacidades físicas, como las prácticas más características
del quehacer de los varones:

“Un hombre, coger trabajos de mecánica automotriz, de esos que


trabajan en construcción pero hay mujeres que no pueden
hacer…”

“Por ejemplo uno ve mucho a los obreros, pues todos son


hombres, yo no he visto la primera mujer obrera”.

121
Adicionalmente, algunos sugieren en su discurso que la fuerza es una
característica que provee al hombre distinción y reconocimiento:

“La mayoría de los hombres son soldados pues, y casi siempre


los duros son grandes empresarios”.

“La mayoría siempre se han distinguido porque hacen los


trabajos más pesados…”

Esto podría relacionarse con un imaginario de hombre “defensor”, de “protector” o


“emprendedor”, elemento significativo en su construcción de masculinidad. Este
elemento también se conjuga con la importancia que le dan los adolescentes al
papel de papá como persona “protectora” de su familia, aspecto mencionado en
párrafos anteriores.

Incluso una de las prácticas que algunos adolescentes piensan que un hombre no
debe realizar es “ser mantenido”, entendiendo este rol como algo que se
contrapone al papel de “emprendedor” y al papel de “proveedor”, papeles que se
destacan en la cultura “paisa”: “…un hombre de por si debe salir adelante solo, el
“perrengue” pues le llaman aquí en Antioquia, pues el echao pa`lante. Me parece
muy feo que un hombre no sirva para nada”.

Sin embargo, algunos adolescentes señalan lo difícil que es para los hombres
asumir este rol, pues la exigencia social en ciertos momentos la sienten como
presión y como una obligación. Así, algunos expresan que lo que más ha sido
problemático para ellos en su vivencia como hombres, es el asumir el papel de
trabajador, lo cual se puede convertir en un factor de riesgo en la vivencia del
hombre.

122
Otro aspecto a nivel laboral, que los jóvenes destacan como propio de los
varones, es el trabajo en puestos que requieran de una mayor inteligencia, cargos
en donde se tenga que proponer, desarrollar y coordinar actividades. El tomar la
iniciativa se constituye como una de las prácticas masculinas que abarcan muchas
de las áreas en las que puede cumplir un papel a nivel social: el área laboral,
relacional, política y familiar.

Así mismo, el hecho de que las prácticas laborales masculinas se relacionen con
actividades que requieren de mayor fuerza, también sugieren la existencia de
marcas físicas en el hombre que lo hacen diferente a las mujeres. Entre estas la
existencia de una mayor musculatura y de más cicatrices corporales por caídas y
por la misma “brusquedad” de las actividades que realizan (aquí aparece el lugar
del cuerpo en el adolescente, como un asunto que aunque se esperaría fuera
central en su constitución masculina, sólo se menciona de manera marginal en
todo el discurso…es cuerpo sin cuerpo).

A nivel de toma de decisiones, hay quienes piensan que es una actividad en la


cual el hombre tiene un mejor desempeño que las mujeres, debido a sus
habilidades y a su carácter “más racional” y “menos emocional”. Muchos piensan
que la expresión de cariño y amor no es una práctica aceptable para los hombres.

Sin embargo, la idea de un hombre “racional” y “cero emocional” está siendo


deconstruida, debido a que muchos piensan que actualmente hay una mayor
conciencia de la parte sentimental de los varones, posibilitando una mayor
expresión de sus emociones en el área afectiva: “No, los hombres también lloran,
puede ser por una mujer, como puede ser por cualquier otra cosa”.

A nivel de capacidades y habilidades intelectuales, algunos piensan que las


mujeres y los hombres tienen diferencias significativas en sus prácticas. Así,
según unos la mujer tiene más habilidades a nivel de memoria y de retención, y

123
tiene una mayor habilidad para realizar varias actividades del hogar al tiempo de
una manera ágil. Los hombres por su parte, tenderían a realizar las actividades del
hogar más lentamente: “…Digamos que por ejemplo las mujeres están cocinando
yyyyy están al mismo tiempo arreglando una parte de la cocina, en cambio el
hombre primero cocina y después se pone a arreglar…”

En el área sexual, se observa la creencia de que las prácticas sexuales son


realizadas con una mayor frecuencia y con menos condiciones por los varones
debido a una naturaleza “más débil” o a un mayor apetito sexual varonil. Esto
incluye la masturbación, ver pornografía y tener relaciones sexuales.

En este sentido, el hombre por naturaleza tendría más relaciones sexuales que las
mujeres e incluso sin importar con quién y de qué forma. Este aspecto se podría
relacionar entonces, con la idea mencionada anteriormente de que los hombres
son menos sentimentales que las mujeres. Así, el sexo se convierte en un área
fundamental e imprescindible para ellos, mientras que debido al carácter
emocional y sentimental de las mujeres, el sexo podría pasar a un segundo plano
en la vida de ellas. (esto podría pensarse como un factor de riesgo en la
constitución de lo masculino)

Sin embargo, hay algunos jóvenes que aclaran que, cuando en una relación hay
amor de por medio, el hombre es capaz de poner a un lado dicha “naturaleza
débil”, con miras a esperar a que su pareja esté dispuesta a tener una relación
sexual: “En una relación uno casi siempre busca eso, pero si uno quiere mucho y
respeta mucho a la mujer toca esperarla”.

Paralelamente, los adolescentes también señalan como un elemento importante


de las prácticas masculinas, el cortejo y la conquista, por medio de los cuales el
varón se encarga de dar detalles, obsequios y de decirle a la mujer palabras
agradables. Pareciera que aunque consideren ciertas prácticas como “cursis”

124
(“que las carticas, que así, cursi pero … y el de gordito, te amo, ahí mi cosita, todo
ese tipo de cosas…”) y aunque se les dificulte realizarlas (“no he sido capaz con
eso”), el amor les permite flexibilizar sus características masculinas y en últimas lo
consideran como una práctica importante en su vida: “…me enseñó que la mujer
no sirve para entenderla, sino para amarla”.

Por otro lado, la idea de que los hombres pueden tener varias mujeres (práctica
mencionada en párrafos anteriores cuando se habla acerca de las relaciones de
pareja) y de que su infidelidad es algo menos señalado socialmente que en las
mujeres, encuentra un sustento en los mismos pensamientos de la sexualidad y
en el machismo existente desde muchos años atrás. De esta forma la infidelidad y
la promiscuidad se constituyen como prácticas más aceptadas socialmente para
los hombres, que para las mujeres:

“No, las mujeres no pueden tener más de uno…”

“…es que vea, eso va desde la historia siempre toda la historia al


hombre se le ha permitido tener más mujeres y todo, desde los
tiempos de Roma…”

Esta última afirmación podría relacionarse con las prácticas del hombre paleolítico,
el cual tendía e intentaba poseer a todas las hembras disponibles.

Por otra parte, pareciera que los jóvenes varones relacionan su masculinidad en lo
que respecta a lo sexual con la existencia o no de pene. En este sentido el pene
se convierte como una condición para ser hombre y en una condición para poder
realizar las prácticas masculinas: el sexo, el liderazgo, el poder (lo omnipotente,
desde el referente psicoanalítico el poder implicado en el falo): “el pene, el pene es
una parte muy importante para el hombre, sin pene no hay hombre a no ser de
que uno tenga otro líder, no es que imagínese uno sin otro método de

125
reproducción…otro método de la naturaleza. Si uno tiene pene las oportunidades
de tener sexo con una mujer son mínimas y uno ahí con qué responde…”

A nivel social, los jóvenes destacan una de las prácticas que ellos consideran
importantes en su vivencia como hombres: La amistad y la lealtad. Para ellos el
estar con sus amigos, ir a fiestas y hablar con estos, son prácticas que definen su
quehacer masculino. Incluso es una práctica que para muchos, más que un rol
posible del hombre, es un rol que necesariamente deberían asumir:

“Otro rol ahh, cumplirle a los amigos”.

“Ser masculino.......eh.....hacer cosas de hombres, jugar con


amigos, ir a fiestas...dialogar también puede ser...tratarse bien”.

Dentro de las características de personalidad mencionadas por los jóvenes como


indispensables en un hombre y que se relacionan directamente con las prácticas
que realizan, se encuentran: una persona de carácter, conservador, con sentido
del humor, extrovertido (“no calladito”), rudo y grosero (“…le responden al otro –
cuándo nos vamos a dar- y pelean…”), disciplinado, caballeroso, independiente,
trabajador, tranquilo, que da la cara siempre, orgulloso, entre otras.

De todas estas características y de todas las prácticas masculinas mencionadas,


se observa una tendencia de los adolescentes a relacionar las prácticas
masculinas con el reconocimiento social, es decir, en la medida en que los
varones asuman los roles que son aceptados para su género en la sociedad,
obtendrán mayor reconocimiento y más rango a nivel social. De esta forma, se
puede concluir que los hombres parecieran buscar sentimientos de valía en la
práctica de actividades que sugieren poder o autoridad sobre otros.

126
Paralelamente, para algunos adolescentes la masculinidad puede ser demostrada
a partir de numerosas prácticas igualmente válidas que pueden relacionarse con
numerosos aspectos como: el vestir, las relaciones sociales que se tengan, el nivel
de fuerza y de delicadeza, el machismo, el ser amoroso, el ser papá, el cambiar
pañales, entre otros. En este sentido se evidencia una heterogeneidad en la
manera de practicar la masculinidad, que habla de una construcción de ésta según
las propias elecciones y preferencias y también como un producto cultural que
debe ser entendido como referente para estas prácticas particulares.

Sin embargo algunos señalan la presencia todavía del hombre machista, para
quien sería difícil aceptar que existen otras prácticas diferentes que no podrían
incluirse en lo masculino.

Otro de los aspectos relacionados con las prácticas masculinas y mencionados


por los adolescentes, es la forma como ellos han aprendido cuáles son los roles
que debe asumir un hombre y cuáles no. Muchos de ellos piensan que esto se
aprende a través de la identificación con los otros hombres.

Dentro de los personajes principales que los adolescentes expresan tomar como
modelos en el proceso de identificación están: El padre, los pares, las figuras
significativas masculinas (tíos, primos) y personajes varones de los medios de
comunicación:

“Por ejemplo en la televisión sale alguien bien pinta y ya todos lo


quieren copiar”.

“Mi papá me enseñó a ser hombre, el me enseñó a hacer


ejercicios, el me enseñó a trabajar…”

127
“Con quién me identifico de la televisión...mmm...Sebastián…El
de...que…el que hace motocross...”.

Sin embargo, en los jóvenes de estratos altos que hicieron parte de este estudio,
sobresale la figura paterna (entendiéndola como una figura que da apoyo
emocional y económico) como el principal modelo a partir del cual los
adolescentes varones construyen sus prácticas masculinas. Los jóvenes se
identifican con lo que sus padres hombres hacen, sus gustos y lo que ellos
piensan que un hombre debe hacer o no hacer: “…mi papá, el me enseñó a hacer
ejercicios, el me enseñó a trabajar, mi papá es el que me ayuda en el estudio, me
enseñó a cocinar, y él siempre ha estado a mi lado ayudándome”.

En los jóvenes de estratos bajos, el padre no aparece tan claramente como


elemento identificatorio, debido a que la mayoría de sus padres biológicos están
ausentes; siendo la madre quien termina cumpliendo el rol materno y paterno: “No
siempre, vea mi papá 14 años que yo lo tuve pues vivo, nunca respondió el…ese
siempre nos daba…de a mil pesos a mí y mi hermanita, que hace uno con mil
pesos nada, quien respondió por mi hermana y por mi desde que tendo memoria,
mi mamá”.

Por otra parte, algunos de los jóvenes de los estratos bajos piensan que si un
hombre no asume los roles que “debería”, necesariamente debe ser forzado a
asumirlos; como si el “no ser hombre” de otro par, pusiera en peligro su propia
masculinidad:

“A las malas, yo lo haría a las malas, como sea o se vuelve


hombre o se vuelve hombre”.

“…yo veo un “hemo” y me provoca cogerlo a golpes”.

128
Paralelo a esto, algunos jóvenes coinciden en el pensamiento de que los hombres
y las mujeres tienen prácticas compartidas. Entre estas se encuentran roles que
se relacionan con el ser social del ser humano, con su naturaleza como miembro
de una sociedad. Así, el buscar el bien común se constituye como una práctica
que pertenece a ambos sexos y que se esperaría que ambos realizaran.

Adicionalmente, otros piensan que aunque en algunas ocasiones los hombres y


mujeres realicen actividades diferentes, de todas formas tienen en común el hecho
de que ambos le pongan empeño a lo que hacen, pensamiento que se relaciona
más con la manera de asumir los roles de los dos.

Finalmente, a pesar de las diferencias en las prácticas de género, algunos afirman


que tanto hombres como mujeres se necesitan mutuamente, y que en últimas la
vivencia de sus roles y la manera como los asumen se complementan y resultan
imprescindibles: “La mujer requiere al hombre y el hombre requiere a la mujer para
todo...”

Se concluye entonces que, aunque se hayan dado cambios en las prácticas


masculinas y femeninas, a raíz de evoluciones históricas y cambios sociales y
aunque ya exista una mayor aceptación social de roles tanto para hombres como
para mujeres; de todas formas los jóvenes de Medellín aún sugieren la
permanencia de imaginarios sociales que limitan sus roles en las diferentes áreas
de sus vidas, y que de alguna manera terminan determinando la realización de sus
prácticas.

Al relacionar esto con la definición de mujer de Ana María Fernández, 1993: “La
Mujer es una ilusión. Una invención social compartida y recreada por hombres y
mujeres. Una imagen producto del entrecruzamiento de diversos mitos del
imaginario social, desde el cual hombres y mujeres ---en cada período histórico---
intentan dar sentido a sus prácticas y discursos”; se podría también concluir que el

129
hombre, al igual que la mujer, es pensado socialmente a partir de unos
imaginarios sociales que se traslapan y que le dan sentido a sus prácticas.

6.3 FACTORES DE RIESGO Y FACTORES DE PROTECCIÓN

Antes de iniciar la presentación de ambos factores, es importante decir que se


hace compleja o casi imposible una división clara entre los dos. Lo que sí es claro
son los asuntos considerados por los adolescentes como algo positivo y/o
negativo, como una ventaja o desventaja, o como algo que limita o posibilita su
realidad como hombres.

6.3.1 Factores de Riesgo

Cuando se esta hablando de Factores de Riesgo dentro del marco de los espacios
de encuentro con adolescentes, se puede decir, que son aquellos aspectos que se
perciben e identifican como lo que pone en riesgo al hombre, o lo que
problematiza su vivencia.

Con lo anterior, se puede observar desde el discurso de los adolescentes que


hicieron parte de este proceso de investigación, que el hombre es percibido como
un ser excluido de si mismo y excluido de lo social, ya que su lugar social lo aleja
de otros lugares posibles (en lo laboral, en lo amoroso). Es decir tanto hombres
como mujeres están atravesados y enmarcados por una cultura que los precede,
y que ha definido y transmitido los roles que deben desempeñar según el sexo, y
las conductas apropiadas para el mismo; además, la sociedad esta llena de una
gran cantidad de estereotipos que indican la manera de actuar, sentir y pensar, y
también por unos patrones de crianza rígidos que orientan su quehacer y que los
determinan como hombres o mujeres.

130
Es por ello, que el hombre se encuentra en el lugar del “poder hacer” o el “deber
hacer” de acuerdo a las pautas sociales que indiquen si una actividad,
pensamiento o práctica son permitidas o no para su condición masculina.
Además, existe la concepción en donde el hombre es pensado como un ser que
no puede tener ciertos rituales de belleza porque la sociedad lo censura y lo juzga,
como también, no puede expresar libremente sus sentimientos porque la sociedad
lo ve mal o como un comportamiento inapropiado en su condición de hombre. Con
todo lo anterior se puede decir, que los hombres sienten que el hecho de que la
sociedad ya tenga estipulado lo que es femenino y lo que es masculino, limita sus
prácticas en sus vivencias como hombres:

“El que empieza con una mente retrograda que porque dicen que
el hombre es así, asi, y así, el ya no puede ser mas porque
entonces no es hombre”.

Uno es no poderse dedicar tiempo uno mismo, pues lo veo mas


por lo que si uno es vanidoso, entonces ya uno es gay,
afeminado, dice que eso no lo puedo hacer para ser hombre,
tenes que hacer lo que la sociedad quiere, por ejemplo la
sociedad dice que el hombre tiene que ser muy masculino, fuerte
y no poder desempeñar algunas funciones que desempeñan las
mujeres, como ser secretarios de oficina, trabajos suaves que
desempeñan las mujeres.

Otro aspecto fundamental es que existe una contradicción entre el ideal de


hombre indicado por la cultura, y entre lo que es realmente. Es decir, se puede
observar una mascara social de hombre desde el lugar del dominio, desde las
formas determinantes de sus actos y actitudes, desde la fuerza, desde la
representación que tienen de las mujeres y de sentirse el sexo fuerte, y otro lugar
que cuestiona estos aspectos y desmonta estas creencias, revelándolo como un

131
ser totalmente diferente, que solo esconde lo que verdaderamente es por miedo a
que la sociedad no lo acepte y que lo rechace, convirtiendo esto en un factor de
riesgo que problematiza su vivencia.

Pues que todos los hombres tienen que.. Pues qué... Por
ejemplo algunos hombres pues la mayoría muestran una cosa y
es porque pues... Son otra.. Pues... Y eso es normal, pues eso le
pasa a todos los hombres. Porque les da miedo... Pues hay
algunos que les da miedo... Pues me da miedo que la sociedad
me rechace por eso.

El machismo es sin duda una de las realidades más importantes en donde están
enmarcados los hombres jóvenes dentro de la sociedad ya que se les prohíbe la
expresión de sus sentimientos para mantener su lugar de fuerza en la misma. Es
por esto, que para ellos la existencia del machismo hace mas difícil demostrar sus
emociones y no lo hacen por temor a que los rechacen y no ser aceptados.

Todo lo anterior hace referencia a que culturalmente los hombres tienen limitadas
sus respuestas emocionales, pues se cree que son muestras de debilidad más
representativas en las mujeres y hacen que no se sostenga su lugar y su status
cultural como el más fuerte de la sociedad, en donde el pensamiento debe
predominar sobre los sentimientos. Es por esto, que en el momento en que un
hombre tenga un sentimiento determinado es probable que se le censure si adopta
una conducta que no es apropiada culturalmente por su condición de varón, y de
esta manera, no pueda demostrar abiertamente sus emociones, reprimiendo sus
sentimientos y haciendo que se convierta en un factor de riesgo que problematiza
su vivencia

A su vez, a veces la masculinidad es llevada hasta un extremo que al final se


convierte en machismo, practica en la cual el hombre abusa de su poder

132
causando problemas en los diferentes ámbitos en donde se mueve, haciendo que
este aspecto se pueda constituir como un factor de riesgo para los jóvenes al
momento de asumir su masculinidad.

“Limitaciones de ser hombre, pues yo pienso que, una limitación


muy grande es como que... El hombre no puede expresar tanto
sentimientos, porque ya... Como la sociedad es tan machista
entonces yo creo que ya es algo que se ve como mal, se ve mal
si uno dice lo que siente... Y empiezan a decir cosas”

“Si como la... Algunos hombres que llevan su masculinidad por el


cielo pues... Que pues que se creen los machos machos machos
que por ejemplo buscan problema en la calle o se asan con
cualquier cosa, esas clases de hombres pues no... Me caen mal
cien por ciento, pues los odio... Que abusan de su masculinidad y
si buscan problema por todas partes, abusan hasta de sus
parejas”.

Un aspecto fundamental que se percibe como una de las funciones de ser hombre
es todo lo que tiene que ver con el hecho de ser fuertes en todos los ámbitos en
los que se desempeña, es decir, siempre debe hacerle frente a los problemas, ser
racional, ser el proveedor, tener el control y la autoridad, y a su vez, mantener
siempre un nivel de status alto y un poderío sobre los demás. Como la cultura ha
definido al sexo masculino como el sexo fuerte, debe demostrar en todas las áreas
de su vida su superioridad para mantenerse aceptado dentro de la sociedad y
tratar de evitar cualquier muestra de debilidad para que su rol no se vea afectado
ni cuestionado en la misma. El hecho de ser hombre para muchos de los jóvenes
asistentes a los talleres, significa tener un rol grande e importante en la vida y
tener a cargo las mayores responsabilidades, y esto se da, porque la sociedad

133
indica que el hombre debe tener la fuerza y la valentía suficiente para sobrellevar
todo esto.

Lo anterior, entonces, podría relacionarse con la idea de defensa que ha de


asumir el hombre como defensor de su pareja, de sus hijos, de ser el que trabaja
mas, cargándose de múltiples responsabilidades con respecto a todo lo que esta
implicado en su vida social que puede por momentos desbordarlo, ya que en
muchas situaciones no se encuentran preparados para afrontar la gran cantidad
de requerimientos de la sociedad y las funciones que se espera que ellos
desempeñen dentro la misma, haciendo que se sientan frustrados y perturbados
por no saber como lidiar con ese rol que tienen determinado. Es por esto que en
muchas situaciones a los hombres les puede resultar difícil acostumbrarse al
medio en que desenvuelven, y esto podría convertirse en un factor de riesgo que
problematiza su vivencia dentro de la cultura.

“Y lo más difícil acostumbrarse al medio en el que uno está”.

“En cierto modo si, porque pues parece muy bacano como uno
emprender, pero en cierta forma cuando hay pues.. Cuando uno
de pronto no esta como preparado y la sociedad te dice haga
algo.. Es la desventaja, que a veces cuando uno no esta
preparado le piden algo que uno no se siente capaz de hacer”.

Para concluir, se puede decir, que a los hombres les cuesta cierta o mucha
dificultad expresar sus propias limitaciones o los factores de riesgo asociados a su
vida o a su práctica masculina, ya que probablemente el hecho de manifestar sus
desventajas, seria cuestionar su papel en la cultura y demostrar muchas de sus
inseguridades con respecto a su rol de genero y a la concepción de hombre que
se tiene inscrita en la sociedad. Es por esto, que para mantener su posición y su

134
status en el entorno, se restrinjan de expresar lo que para ellos no es positivo de
su condición de Hombres, pues esto alteraría el ideal de lo masculino.

6.3.2 Factores de Protección.

Cuando se esta refiriendo acerca de los Factores de Protección que tienen los
hombres, se esta hablando de lo positivo y de aspectos que posibilitan su
vivencia. Es por eso que se puede evidenciar claramente que al hombre se le
facilita más que a la mujer, entablar relaciones e integrarse con personas de
ambos sexos. Además, se puede percibir al hombre más sociable que la mujer, ya
que puede tener más contacto social y tener más amigos. Lo anterior se puede
dar porque probablemente la vinculación afectiva que establece el hombre es
diferente a la de la mujer en donde pareciera ser más racional para entablar las
relaciones con los otros, ser menos prejuicioso, menos trascendental y no
involucrar tantos sentimientos como las mujeres.

“Que un hombre es como... Muy amiguero, más amiguero. Se


entiende con el que conoce, mas popular, llega a cualquier parte
y ya lo conocen”

“Rodearse de hombres y mujeres por igual”

“Todos somos amistosos”

Existe una concepción cultural en la que desde muy temprana edad, se le da


mucha mas libertad al hombre que a la mujer, y están menos atravesados por la
gran cantidad de restricciones y prohibiciones que las mujeres si deben llevar.
Esto puede darse desde la propia casa, desde la misma crianza y educación de
los hijos, ya sea por patrones culturales que indican que el hombre debe estar
inmerso en la sociedad para entender la realidad y afrontar todo lo que hay en ella.

135
Con lo anterior, se podría decir, que los hombres son menos juzgados por la
sociedad con respecto a las mujeres, es decir, se le permiten mas cosas, y no hay
tantas inhibiciones, haciendo que se les facilite muchos lugares en su vivencia.

“Los hombres por ejemplo usted tiene una mujer en la casa..


Tiene dos hijos, una mujer y un hombre, el pelado llega a las 12
del colegio se cambia y vuelve a las 11 p.m... A la mujer no le
permiten eso.”

“Si como que pasar más tiempo en la calle, largarse”

“Bueno si, como de aceptación, de los padres, que el hombre


tiene mas libertades”

“Pues en cierto modo pues porque mira que la sociedad también


es muy machista entonces... Y los hombres no tienden a ser
como tan juzgados, entonces es como una ventaja, aunque
pues... de pronto una desventaja para las mujeres”

La relación que establece el hombre con el cuerpo y la construcción de su


esquema corporal tiene que ver en gran medida con la forma en que se desarrolla
en la sociedad y como va consolidando su identidad como hombre masculino; es
por esto, que elementos como la musculatura, la fuerza física, la resistencia, entre
otros, determinan sus atributos como hombre, posibilitando su supervivencia en la
sociedad y permitiendo un ajuste y adaptación mas favorable al medio en el que
se desenvuelve.

Es por lo anterior, que el hecho de no dar a luz para algunos hombres se puede
mostrar como un aspecto positivo en su condición como hombres, ya que es mas
fácil y mas cómodo no sentir el dolor que sienten las mujeres cuando van a ser

136
madres, y además no se afectan directamente con las consecuencias que trae el
proceso del Embarazo. Además, otro aspecto biológico y fisiológico positivo es
porque no menstrúan y de esta manera, no tienen que afectarse por los diversos
cambios y diversas manifestaciones que la mujer experimenta durante estos
estados tanto a nivel físico como psicológico.

Sin embargo, existe una contraposición en la que se puede encontrar la


concepción de algunos hombres con respecto al hecho de ser madres, como la
imposibilidad de experimentar y sentir lo que es llevar una vida dentro de si y que
nazca por medio de uno.

“Y otra limitación... Se escucha raro pero yo creo que como sentir


ehh como que nazca un bebe dentro de uno, seria muy chévere
sentir eso... No se. Pero yo pienso que la mujer si es mas fuerte
en eso”

“Pues una de las ventajas es no dar a luz, y otra que se puede


decir de no menstruar”

“Bueno una ventaja, uno como hombre puede.. Uno no sufre


tantos dolores como los que sufren las mujeres”

A su vez, cuando se dice que un hombre es más descomplicado se puede estar


dando referencia a todo lo que tiene que ver con el cuerpo y con la estética, es
decir, con el tipo de exigencias que la sociedad establece para la cimentación de
una imagen exterior apropiada según el género al que corresponda la persona. Es
decir, la imagen descomplicada del hombre probablemente lo hace más varón
para la cultura y se constituye en un factor que facilita su vivencia como hombre,
pues no tienen tantos requerimientos sociales relacionados con su aspecto físico
como si los tienen las mujeres.

137
“El hombre no es tan vanidoso como la mujer”

“Mmmm lo mas fácil, que no se como que no me... A nosotros a


veces en el aspecto físico no lo miran casi”

“Un hombre todo descomplicado”

“Mas relajado el hombre que la mujer”

En cuanto a las diferencias entre los hombres y las mujeres, es cierto que gracias
a la socialización y a los patrones ideales de genero, el hombre este más ligado a
la parte racional que a lo emocional, y lo sentimental este más asociado a las
mujeres, haciendo que los hombres no le den tanta trascendencia a las
situaciones y tanto alcance a las mismas como si lo hacen las mujeres. Es por lo
anterior, que probablemente esto se pueda constituir en un factor positivo en el
hombre como defensa para asumir la carga social que tienen impuesta y como un
elemento de protección que facilita el desarrollo del rol que tienen asignado en la
sociedad.

“Es que las mujeres son más echadas a los sentimientos”

“Otra ventaja de ser hombre es que uno tiene unos sentimientos


que son como más físicos... A lo sentimental”

“Mmmm pues no se que las mujeres son como mas emotivas”

En cuanto a la infidelidad, en la sociedad se acepta mucho más este


comportamiento en los hombres que en las mujeres, ya que existe la creencia que
el hombre por su rol de macho tiene mayores necesidades sexuales y estas
deben ser justificadas por las mujeres, haciéndolos sentir mucho más poderosos,

138
respetados y admirados frente a sus amigos, y proveerles en ocasiones mucho
más status y poderío dentro del grupo social en el que se desenvuelven. Este
aspecto es visto como algo que posibilita la vivencia como hombre en la cultura,
pues la infidelidad masculina es un acto mas tolerado y comprendido por la
sociedad que no llega a afectar su reputación como si pasaría en el caso de la
mujer, y de esta manera, el hecho de ser infiel correspondería al patrón cultural en
el que están inscritos

“Es que vea, eso va desde la historia siempre toda la historia al


hombre se le ha permitido tener mas mujeres y todo, desde los
tiempos de Roma, y todo eso”.

“Entonces, ¿estas de acuerdo en que el hombre puede tener mas


mujeres?”

“Claro.. el hombre es el sexo dominante .. El que predomina”

139
7. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Dentro de los conceptos enmarcados frente a las ideas sobre el ser masculino se
concluye que al preguntarse por el ser hombre se tiene asociada a esta definición,
ideas relacionadas con características físicas, como el cabello, la musculatura, el
vello, etc. Además de ciertos comportamientos y roles, tales como: la fuerza, el
poder, el tono de voz, lenguaje menos detallado en comparación con las mujeres,
entre otras.

Así mismo se evidencia que el hombre es pensado como un ser más racional que
emocional y su vida se correlaciona con un carácter netamente social y público.
Se piensa a un hombre que dentro de su ámbito personal posee más libertad, es
amistoso y sus prácticas deben acarrear sentimientos de poder mostrar su virilidad
a través del cuerpo.

Frente a las diferentes prácticas sobre lo masculino éstas se muestran como un


componente que puede ser flexible siempre y cuando la esencia del ser hombre se
mantenga y no se pierda. Las prácticas se mueven socialmente de acuerdo al
contexto y la moda pero las ideas no, es decir, en la actualidad ciertas conductas
que anteriormente estaban establecidas como prohibidas por el estigma de ser
llamados “afeminados” como el uso de aretes, ciertos rituales de belleza (afeitarse
ciertas partes del cuerpo, arreglarse las uñas), portar prendas de color, etc. hoy en
día son sustentadas por el contexto sociocultural, llegando a ser patrones de
comportamiento socialmente aceptados siempre y cuando la esencia del género
se mantenga y no se convierta en exceso.

140
Se encuentra también que las prácticas relacionadas con lo masculino evidencian
a un hombre proveedor que “responde” por todo lo que lo rodea: es trabajador,
responsable y asume un papel protector y económico en el hogar. La mayoría de
actividades implican fuerza, riesgo y libertad, componentes que deben
correlacionarse con las conductas de su quehacer diario.

Es difícil identificar en esta investigación factores de riesgo y factores de


protección como variables independientes. En la vida cotidiana de los hombres, en
muchos casos lo que es un factor de protección puede convertirse en un factor de
riesgo y viceversa, la creencia del tener que ser más responsable, trabajador y
tener más libertad, tiene efectos (¿positivos? ¿negativos?) en los hombres, al
tener que responder en su vida cotidiana al ideal de ser el protector y provisor, y al
proceso de diferenciación entre la libertad y el libertinaje, componentes que son
fuertemente confirmados por la sociedad.

Cuando se piensa sobre las limitaciones o desventajas de lo que es ser hombre,


pareciese que realizar esta percepción se dificulta en ellos, no existiendo ningún
tipo de reproches y asumiendo el género de manera poco “crítica”.

A su vez la condición social del machismo implica dos elementos determinantes


para los jóvenes en la construcción de su masculinidad, que son la represión de
sentimientos y la limitación de ciertas conductas establecidas como prohibidas.
Esto ha sido una condición favorable para el hombre (sometimiento y poder de
otros) pero a su vez desfavorable por las connotaciones sobre una baja
emocionalidad, probabilidad de conductas agresivas, bajo cuidado de sí mismo,
entre otros.

A nivel de diferenciaciones por estrato socioeconómico se encuentra que en los


estratos bajos, se evidencia una mayor importancia por el pene y el uso de armas
físicas como elementos que engrandecen la concepción de masculinidad,

141
contrario con los jóvenes de estratos altos donde estos factores no se consideran
determinantes para definir masculinidad.

Se percibe también que los estratos bajos se encuentran caracterizados por


hogares con ausencia del padre, hecho que atribuye a que la identificación y la
figura de autoridad no es propiamente ejercida por el padre biológico, en estos
entornos este papel es realizado por personas como la madre, el abuelo, tíos,
amigos, docentes y medios de comunicación, que de alguna manera influyen en la
representatividad del ¿Cómo se hace hombre? En los jóvenes con estas
características sociales. Diferente a los adolescentes de estratos altos quien estos
elementos son ejercidos principalmente por la figura paterna, que casi siempre se
encarna en el padre biológico.

Se resalta además que la idea del matrimonio en lo jóvenes de estratos bajos por
las características familiares que poseen no sea una idea fuertemente establecida
como proyecto a futuro, esta creencia se muestra como un hecho lejano y es
pensada sólo como un modelo de compañía en la etapa de la adultez- tardía. A su
vez las creencias sobre la sexualidad para estos jóvenes se convierte en un patrón
decisivo de la masculinidad, este apartado se correlaciona con lo anteriormente
expuesto sobre la importancia del pene, ésta práctica es de gran influencia en
todos los ámbitos del joven y es socialmente aceptada lo que denota aún más el
campo público del hombre. Mientras que para los jóvenes de estratos altos la idea
del matrimonio es percibida como un ritual que cabe dentro de las posibilidades
futuras no como algo lejano sino como una realidad presente que implica mayor
compromiso.

Finalmente al hablar hoy en día sobre la masculinidad para los jóvenes de ambos
estratos socioeconómicos, se asocia a este concepto una multicausalidad, que
depende de aspectos tanto físicos, genéticos, culturales, sociales e históricos, que
ha logrado considerarse como algo flexible que fluye evolutivamente y es

142
permeado por la sociedad, sin embargo habrán ciertos aspectos que aunque
histórica y evolutivamente se han convertido en valores agregados como el
sentimiento de fuerza, protección, poder, grandeza, etc. Serán caracteristísticas
que en la actualidad son nuevamente planteadas como determinantes en la
representación del ser masculino.

143
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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UNFPA.

150
ANEXOS

Anexo No. 1
PROPUESTA DE TALLERES

OBJETIVO GENERAL

Comprender las representaciones sociales que los jóvenes hombres de la ciudad de


Medellín de estratos 1-2 y 5-6, identifican como centrales en la construcción de su rol
masculino y que pueden convertirse en factores protectores o en factores de riesgo para
su vivencia.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

• Identificar elementos determinantes en la construcción del rol masculino.

• Identificar y analizar los elementos propios de la masculinidad, del modelo de


hombre que se asume como propio y del que se rechaza.

• Indagar sobre los distintos imaginarios y estereotipos que manejan los adolescentes
referente a lo que es ser hombre.

• Identificar los factores de riesgo y de protección asociados a lo que es ser hombre.

METODOLOGÍA DE TRABAJO

Está intervención grupal está dirigida a grupos de 10 jóvenes de instituciones educativas


de la ciudad de Medellín, que se ofrecerán durante los meses de abril, mayo y junio de
2007 en alguna de las jornadas académica o extraacadémica. Estará enfocada a trabajar
la pregunta de investigación: ¿cuáles son las representaciones sociales que sobre la
construcción del rol masculino tienen los hombres adolescentes masculino y que
problematizan o favorecen dicho lugar en su vivencia? Esto se realizará mediante la
metodología de Talleres Reflexivos Participativos.

Antes de iniciar los talleres se deben establecer entre todos algunas reglas mínimas para
facilitar la realización del taller, y que servirán como encuadre para dicha actividad.
Algunas de ellas serán:

• Respetar las distintas opiniones

151
• Incorporar el criterio de las personas en los talleres de socialización; que su opinión
en los grupos sea expresada en los talleres.

• Contribuir a desarrollar una ambiente de comunicación.

• Respetar el espacio de confidencialidad que se va a manejar en el transcurso de las


sesiones.

1. PRIMERA SESIÓN

Objetivo:

Por medio de distintas dinámicas se pretende crear un ambiente de conocimiento entre


los participantes del grupo y sensibilizarlos con la actividad.

Presentación: Que se yo de fulano

Se reparten a los participantes unas hojitas pequeñas, en las que escriben su nombre. Se
recogen las hojas y se vuelven a repartir, al azar: a cada uno le toca el nombre de un
compañero.

Cada uno ha de hacer la presentación del compañero que le ha caído al azar. Para ello se
pregunta: «¿qué sé yo de él?», y lo escribe. Como orientación puede servir el siguiente
guión:

* Cómo es (cualidades, defectos...)


* Cómo piensa (ideas políticas, religiosas, sociales...)
* Cómo se relaciona (muchos o pocos amigos, se mantiene en grupos cerrados...)
* Cómo trabaja (responsable en su trabajo, estudia, es perezoso...).

Luego trata de recoger la mayor información posible entre los restantes compañeros.
Toma nota de ella.

Finalmente, prepara tres preguntas para hacer al compañero (puede consultar con otros
sobre las preguntas que convenga hacerle). Se darán por escrito al interesado para que
las prepare. Las preguntas pueden referirse a: lo que piensa de él mismo, sus deseos, su
futuro, sus ideas, valores, miedos, su comportamiento...

Cada uno presenta al compañero ante el gran grupo. El interesado escucha sin intervenir;
puede tomar nota de lo que desee.

El que ha sido presentado completa su presentación: primero corrige lo que crea oportuno
de lo que el compañero ha dicho de él. Añade luego lo que le parezca, lo que hubiese
deseado que se dijera de él. Finalmente contesta a las preguntas que le haya formulado
el compañero. Dese siempre libertad para dejar de responder a alguna pregunta si el
interesado tiene inconveniente.

152
Actividad grupal: ¿Qué es ser hombre?

A nivel general se propondrá esta pregunta, para que cada miembro del grupo la
responda, esto es con el fin de entrar un poco más a profundidad en el tema a trabajar
durante las sesiones, a partir de las distintas percepciones que tengan ellos sobre lo que
es ser hombre.

Para esto se dispondrá de una persona encargada de hacer las anotaciones pertinentes
frente a los aportes dados en el taller (observador)

Recursos.

Papeles, lapiceros, papelógrafo, grabadora de voz, asistente de notas.

PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 1
DURACIÓN 2 horas
Por medio de distintas dinámicas se pretende crear un
OBJETIVO DE LA SESIÓN
ambiente de conocimiento y sensibilización.
Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable
Generar un espacio de
Papel, lápiz o
reconocimiento, comunicación Dinámica: ¿Qué se 30
Presentación lapiceros
y confianza entre los yo de fulano? minutos
Papelógrafo
miembros del grupo.
Dinámica de los
caramelos (4)

Discusión libre
Papelógrafo,
sobre ¿Qué es ser
Conocer los distintos puntos grabadora de
Retroalimentación hombre? 1 hora
de vista sobre el hombre voz,
caramelos
Características
Roles
Ventajas
Limitaciones
20
Socializar la actividad, hablar
Cierre Discusión libre minutos
sobre las expectativas.

2. SEGUNDA SESIÓN

Objetivo.

Por medio de un trabajo grupal se pretende identificar los elementos fundamentales de la


masculinidad.

153
Actividad: Identificándonos como hombres

Para poder identificar los elementos fundamentales de la masculinidad cada participante


recibe dos hojas en blanco. En la primera hoja se escribe 4 o 5 palabras o frases que
consideren son parte de la masculinidad y que aceptan. Luego se encabeza con el
nombre de un animal que personifica esas, características masculinas. A continuación, se
escribe en la otra hoja elementos que ven en otros hombres y que los rechazan como
integrantes de la masculinidad. También se encabeza la lista con un animal símbolo. Al
terminar esto se expone al resto del grupo, y se pone en común. A continuación,
presentamos una síntesis de los elementos con que se identifican y que de una forma u
otra forma se asumen como parte de la identidad masculina y los que han rechazado.

Recursos.

Papel, colores, lapiceros, papelógrafo, grabadora de voz, asistente de notas.

PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 2
DURACIÓN 2 horas
Por medio de un trabajo grupal se pretende identificar los
OBJETIVO DE LA SESIÓN
elementos fundamentales de la masculinidad
Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable
Identificar elementos
Dinámica: Papel, colores,
Conociendo la de la masculinidad, 45
Identificándonos lapiceros,
masculinidad que se acepta y se minutos
como hombres papelógrafo.
rechaza.
Socializar la actividad,
e identificar los
Grabadora de
Retroalimentación distintos elementos Discusión libre 1 hora
voz
representativos de la
masculinidad
Socializar la actividad Socialización Confites 15
Cierre
y el primer taller. (bombombum) minutos

3. TERCERA SESIÓN

Objetivo

Mirar las diferentes opiniones y percepciones que tienen los adolescentes de cómo se
ven como hombres en diferentes aspectos de la vida, como la sexualidad, el trabajo, la
familia, etc.

Actividad: Dibujo del cuerpo humano

Individualmente se les pide que hagan un dibujo del cuerpo humano (varón) en un pliego
de cartulina, con todos los detalles y elementos posibles de lo que es un hombre. Al final
de la actividad se pondrá en común los diferentes dibujos, y se les pedirá que expliquen

154
un poco su modelo, que les llamo la atención , que fue lo que más le gusto, lo que menos,
que les pareció difícil, etc. Después de esta primera actividad se propondrá hablar sobre
como se ven los hombres en diferentes aspectos de la vida, como la sexualidad, el
trabajo, la familia. Al final de la actividad se concluye con un breve resumen sobre lo
realizado.

Recursos

Pliegos de cartulina, marcadores, crayolas, grabadora de voz, asistente de notas.

PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 3
DURACIÓN 2 horas
Mirar las diferentes opiniones y percepciones que tienen los
OBJETIVO DE LA SESIÓN adolescentes de cómo se ven como hombres en diferentes
aspectos de la vida, como la sexualidad, el trabajo, la familia, etc.
Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable

Conocer los diferentes


Pliegos de
puntos de vista de los Dinámica: Dibujo
Como se ven los cartulina,
adolescentes referentes a del cuerpo 30 minutos
hombres marcadores,
como se ven como humano
crayolas.
hombres.

Socializar la actividad y
plantear diferentes
Grabadora de
Retroalimentación temáticas como: Discusión libre 1 hora
voz
sexualidad, trabajo,
familia.

Socializar la actividad y el
Cierre Socialización Confites 15 minutos
tercer taller

4. CUARTA SESIÓN

Objetivo

Identificar y analizar los diferentes estereotipos que se manejan en torno a lo que es ser
hombre

Actividad: Fragmentos de película

Cada persona, es capaz de desarrollar su propia identidad personal a lo largo de la vida y


de aceptar o rechazar ciertos elementos de este "paquete" ideológico, según las
experiencias de la vida y el tipo de relaciones humanas que realiza. Por eso, hablar de
masculinidad no es estrictamente correcto. Existen diferentes masculinidades o sea,

155
distintas formas de asumir la masculinidad y de vivirlas. Generalmente, los hombres que
no se conforman con el "estereotipo" de ser hombre, con su papel genérico asignado por
la sociedad, son marginados, criticados, discriminados y hasta castigados por la sociedad
simplemente por ser diferentes. Para poder profundizar el tema de masculinidad,
entraremos en concepto de los estereotipos, con el fin de analizar más a fondo lo que
para los adolescentes es y no es ser hombre, para esto se analizará fragmentos de
películas como “Filadelfia”, “Mi vida en rosa”, “Los muchachos no lloran”. Al final se
socializarán las películas y se analizarán los diferentes estereotipos masculinos.

Nota: Para la próxima sesión se le pedirá a cada miembro que traiga fotos de su padre,
abuelo, tío, o de cualquier hombre representativo en su vida.

Recursos

Video Beam, DVD, VHS, TV, papelógrafo, grabadora de voz, asistente de notas.

PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 4
DURACIÓN 2 horas
Identificar y analizar los diferentes estereotipos que se manejan en
OBJETIVO DE LA SESIÓN
torno a que es ser hombre

Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable


Video Beam.
Estereotipos Analizar los diferentes Fragmentos de
VHS/DVD 1 hora
masculinos estereotipos masculinos películas.
TV

Socializar las películas y Papelógrafo,


Grupo de
Socialización hablar sobre los diferentes Grabadora de 50 minutos
discusión
estereotipos masculinos. voz

Hablar sobre la actividad y el


Cierre Socialización 10 minutos
tercer taller

5. QUINTA SESIÓN

Objetivo

Conocer las identificaciones con figuras masculinas que influyen en la representación de


la masculinidad en los jóvenes.

Actividad: Collage masculino

Con el fin de analizar un poco más sobre el papel que han desempeñado las diferentes
figuras representativas masculinas en los adolescentes, se le pedirá a cada miembro que
recorte en una revista o periódico elementos masculinos o figuras masculinas en
particular, a su vez que con la fotos, se les pedirá que hagan un collage y que cuenten
como ha sido el papel referente a la representación de ser hombre y como ha

156
influenciado este concepto las principales figuras de apoyo como el padre, el abuelo, un
tío, o una persona masculina en particular, y así luego cada miembro socializará la
actividad y se harán anotaciones sobre esto.

Recursos

Revistas, fotos, cartulinas, marcadores, crayolas, colbón, tijeras, grabadora de voz,


asistente de notas, cámara fotográfica

PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 5
DURACIÓN 2 horas
Conocer los diferentes roles masculinos que influyen en la
OBJETIVO DE LA SESIÓN
representación de la masculinidad .
Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable
Analizar las distintas
Revistas, fotos,
figuras masculinas que
Dinámica: cartulinas,
influencian en la
Taller grupal Collage marcadores, 30 minutos
representación de lo
masculino crayolas,
masculino de los
colbón, tijeras.
adolescentes

Socializar la actividad y
Retroalimentación analizar los diferentes Discusión libre 1 hora
roles masculinos

Poner en común
Cierre algunas conclusiones Socialización 10 minutos
del trabajo realizado.

6. SEXTA SESIÓN

Objetivo

Finalizar los talleres y llevar a cabo el cierre de lo trabajado.

Actividad:

Se socializará el trabajo realizado en cada una de las sesiones, y se hará una síntesis de
todo lo hecho. Al final se disfrutará de un refrigerio, este será dado por el equipo de
psicólogos de la investigación.

Recursos

Velas, velón, fósforos, hojas en blanco, lápices, cámara fotográfica, Pasteles, gaseosas

157
PROYECTO MASCULINIDAD
SESIÓN Nº 6
DURACIÓN 1:20
Finalizar los talleres y levar a cabo el encuadre final de lo
OBJETIVO DE LA SESIÓN
trabajado.
Actividad Objetivo Metodología Recursos Duración Responsable
Discusión
grupal
Hablar sobre lo
Actividad de la
Socialización de trabajado y las Grabadora de
Vela (Luz) 1 hora
cierre expectativas del voz
trabajo.
Qué les quedó

Quemar
Refrigerio:
Pasteles,
Refrigerio pastel con 20 minutos
gaseosas
gaseosa

158
Anexo No. 2
Formato de Entrevista Semiestructurada

¿Qué es ser hombre? ¿Qué es lo masculino?

Qué tiene de problemático ser hombre (qué tiene de negativo ser hombre o cuáles
son las desventajas de ser hombre)

Qué tiene de bueno ser hombre (qué tiene de positivo ser hombre o cuáles son
sus ventajas)

Qué roles puede y no puede asumir un hombre

A nivel físico qué marca ser hombre

Qué ha sido lo más fácil y lo más difícil para ti de ser hombre

¿Cómo aprendiste a ser hombre?

¿Quién te enseñó a ser hombre?

Cuándo sientes que se empieza a ser hombre

Qué tiene de diferente ser hombre hoy, a ser hombre hace algunos años

159
Anexo No. 3
CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA PARTICIPAR EN EL ESTUDIO

REPRESENTACIONES SOCIALES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL ROL MASCULINO EN


HOMBRES ADOLESCENTES ESCOLARIZADOS EN EL MUNICIPIO DE MEDELLÍN

El siguiente documento debe ser aplicado por la persona, según el orden establecido en el artículo
5 de la ley 73 de 1988.

A través de usted, Yo _____________________________________________________________


he sido invitado a participar como sujeto activo en una investigación donde se realizarán trabajos
grupales y aplicación de una prueba psicológica con el objetivo de identificar características
relacionadas con la construcción del rol masculino.

Queremos recordarle que Usted posee el derecho de hacernos cualquier clase de pregunta que
considere pertinente. Recuerde que no es obligatorio participar en la investigación y que puede
retirarse de ella en el momento en que considere pertinente.

DECLARACIÓN DE VOLUNTAD

Por medio del presente escrito, manifiesto que tengo las suficientes facultades mentales para
haber comprendido la información que me ha sido suministrada sobre la investigación y que se
encuentra consignada en este mismo documento y para tomar la decisión que posteriormente
expresaré. También manifiesto que se me ha dado la oportunidad de expresar cualquier duda o de
formular preguntas sobre la información, e incluso, de manifestar si deseo o no seguir
escuchándola, a lo que he respondido afirmativamente.

Sé que este estudio ha sido aprobado por el Comité de Ética de la Facultad de Psicología, del
CES, Medellín, Colombia.

En todo momento se me ha recordado mi derecho a aceptar o rehusar mi participación en esta


investigación. Declaro, que no he recibido presión de ninguna clase para tomar la decisión, ni he
sido sometido a engaño.

Autorizo expresamente al personal comprometido con esta investigación, esto es al Psicólogo:


Juan Diego Tobón y a los estudiantes de psicología Camila Villa, Diana Loaiza, Carolina Avendaño,
Marisol Gómez y Manuel Navia, aspirantes al título de Psicólogas del CES, a tomar los datos que
consideren pertinentes y consignarlos en los formularios y registros que hayan sido diseñados para
hacer este estudio. También autorizo a transmitir a las agremiaciones científicas y académicas que
se consideren pertinentes, los datos de la información reservada, manteniendo oculta la
identificación de la persona.

________________________ __________________________
Firma y C.C. del investigador Firma del Alumno

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