Anda di halaman 1dari 2

Alas Doradas.

- , ¿conoces tú el cuento del corcel Alas Doradas?

- ¿No? Yo te lo voy a contar.

- Un niño como tú, llamado también Juan, dormía plácidamente una noche y
soñó que montaba un hermoso corcel blanco con alas doradas. Estando ya
sobre él dijo:

- Alas Doradas, quiero encontrar la felicidad. ¡Ayúdame a buscarla!

Y Alas Doradas lo llevó en un largo recorrido por el Reino de la Realidad. Allí


vio que había cosas bellas como las verdes praderas de octubre y las blancas
olas del mar. Vio personas valiosas, como Pedro, aquel niño pobre que
compartía su trozo de pan con su vecino, tan pobre como él. Y también vio a
Fidel arar la tierra para sembrar el trigo que da pan, y a Rosa lavar la ropa
de sus hijos, y a Susana preparar la empanada dominical.

Pero también vio a Luis tirar piedras al zorzal, y a Marcos sacar las uvas de
Manuel, y a Sofía romper la muñeca de Soledad. Y vio también dolor en los
enfermos, y tristeza en las madres cuyos hijos habían ido a la guerra. Y vio
la guerra y quiso escapar…

- ¡No más dolor! Quiero paz. ¡No más odio! Quiero amor. Y Juan dijo a Alas
Doradas:
- Llévame al Reino de la Fantasía, por favor. ¡Quiero conocerlo!

Al instante el corcel alado voló hasta llegar a un alto muro que separaba el
Reino de la Fantasía del Reino de la Realidad.

Al llegar allí, y antes de entrar, Juan vio como todas sus ropas se
transformaban en una túnica blanca con botones, cinturón y botas doradas.
Sobrevolaron así el muro. Y Juan ¿qué vio? Toda la maravilla imaginable: el
palacio de cenicienta con su príncipe amado. Más allá del de Aurora, la Bella
Durmiente; la mina de piedras preciosas de los Siete Enanitos y blanca
Nieves cocinándoles sonriente una tarta de fresas.
Pasaron también sobre la laguna donde vive Cisne, quien fuera el Patito Feo.
A su lado, la pequeña Sirenita tomaba sol alegremente. Cerca de ese lugar,
se encontraba el jardín del Gigante Egoísta, donde unos niños jugaban y
cogían flores cantando y riendo. Todo parecía dicha allí, pero a lo lejos se
divisaban las oscuras nubes que permanentemente amenazaban esa
felicidad. En medio de ellas vivía Brunilda, la bruja, y Brutus, un ogro con
quien planeaba perturbar la paz y alegría de los demás.

Al oír esto, Alas Doradas habló:

- Ni en el Reino de la Fantasía ni en el Reino de la Realidad podrás


encontrarla.

- Pero, ¿dónde, si no hay más reinos? –preguntó Juan.

- Ven, yo te enseñaré –respondió Alas doradas.

Voló y voló y voló hasta llegar a la cumbre del más alto cerro. Desde allí,
mirando hacia un lado, se veía el Reino de la Fantasía, y mirando hacia el otri
se dominaba el Reino de la Realidad.

- Y ¿dónde está el Reino de la Felicidad? ¡Dímelo, Alas Doradas!

- Mira hacia donde aún no lo has hecho, hacia arriba.

Al dirigir sus ojos a lo alto, Juan vio una gran Luz, brillante como mil soles
mientras sentía que encontraba la paz. Así supo que la felicidad está en Dios
y que Dios es Amor.

Dios dijo a Alas Doradas:

- Has hecho bien en mostrar a Juan todo esto. Ahora él sabrá qué hacer
hasta que vuelva de nuevo. Llévalo de regreso a casa.

Juan despertó. Corrió a ver a sus padres y los abrazó y besó.

Anda mungkin juga menyukai