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El fantasma del cierre y la

desacreditación de la UPR
Por Giovanni Roberto

Un fantasma recorre cada pasillo y salón de la UPR: el fantasma del cierre de la


Universidad a manos de la gerencia de la institución.

Este fantasma suele ir acompañado de dos o tres cucos más: que si nos van a cerrar la
universidad un año, que aprovechando la huelga nos van a vender los recintos, que si
vamos a perder la acreditación…

La realidad es que el argumento del cierre administrativo y la pérdida de la acreditación son


la nueva versión de un cuco muy viejo—la pérdida del semestre académico. Claro está, son
la versión maquillada y renovada de este viejo argumento.
¿Se han preguntado por qué la administración ya no usa la pérdida del semestre para
intentar amedrentar al estudiantado y evitar otra huelga? La razón es sencilla: la huelga
pasada demostró cuán falso es ese argumento. La huelga duró 62 días y terminamos el
semestre.
Ahora regresan con el miedo de siempre, disfrazados de conspiradores golpista.
Transformación de la UPR con portones abiertos
La gerencia universitaria quiere y necesita la UPR abierta. La teoría de que quieren cerrar la
universidad un tiempo, para reabrirla privatizada, ignora que la destrucción de la UPR se
está llevando a cabo con los portones abiertos.
De hecho, es un proceso que lleva más de una década y ha implicado, entre otras cosas, una
UPR más cara, con menos estudiantes, con cierres de programas y con mayor privatización.
Sólo busquen y lean las líneas programáticas de la UPR definidas en 10 para la
década y Visión 2016. Estos documentos oficiales accesibles en la web, establecen la pauta
y las aspiraciones de la administración universitaria.
La UPR está cada vez más privatizada. Mientras el gobierno siga quitándole dinero a la
UPR (como hizo con la ley 7), los administradores justificarán los recortes, las deficiencias
en el funcionamiento, y el aumento en los costos de estudio. A la misma vez, aumentará la
dependencia de la universidad con los donantes y compañías privadas, erosionando, todavía
más, la autonomía universitaria a la que aspiramos.
Toda esta dinámica de reducción de presupuesto, destrucción de la universidad, y aumento
dramático en los costos, han estado realizándose con los portones abiertos y sin huelga.
Detener ese proceso de erosión de la universidad pública requerirá medidas de presión.
El rol de la Middle State en la transformación de la UPR
Hacer un balance completo del rol de la Middle State Commission of Higher Education
(MSCHE) es difícil, pero podemos afirmar algunas cosas.
La Middle State es una agencia privada, que otorga acreditaciones a instituciones
educativas. La acreditación reconoce el funcionamiento general de una institución de
acuerdo a unos estándares establecidos por la propia MSCHE. Cuando una institución no
cumple con alguno de sus estándares, se arriesga a no ser reconocida por la Middle State, y
de ese modo, perder su acreditación. El reconocimiento de la Middle State es un requisito
del Departamento de Educación Federal para el otorgamiento de muchas ayudas federales.
Pero a través del tiempo, la MSCHE ha sido el ente privado que exige y dirige el desarrollo
de las políticas institucionales dentro de la UPR. Durante el conflicto huelgario de 1981, la
Middle State favoreció el Plan de Desarrollo Integral del Presidencia que mandatada el
aumento, y lo convirtió en parte de sus requisitos de evaluación.
Usándose como excusa la desacreditación del Recinto de Río Piedras (si no se aumentaba),
el debate del costo de la matrícula se mezcló con el de la acreditación haciendo que un
profesor de aquellos años dijera que “la amenaza de la pérdida de la acreditación se
utilizaba como una táctica para imponer dicho plan por encima de la voluntad académica de
ese Recinto.” (Las Vallas Rotas, Pág. 48)
Más recientemente, en 2005, el informe que realizó la Middle State como parte de su
evaluación de la UPR recomendó aumentos nuevamente en las matrículas, alegando que los
costos eran muy bajos. Se quejaba, como se queja el gobierno, que la mayoría del dinero se
va en nómina. Sugiere reducciones de sueldos, y transformaciones en las relaciones obrero-
patronales.
Los administradores de la UPR, usando como escudo a la Middle State, impusieron un alza
en el 2005. Luego implantaron un alza escalonada de 4% desde el 2007 para las clases
nuevas. Todas fueron medidas sugeridas y celebradas por la Middle State.
En sus evaluaciones regulares, exigió la aprobación del Nuevo Bachillerato hace algunos
años en el Recinto de Río Piedras. Su injerencia en la vida universitaria es bastante grande.
En su más reciente informe en octubre, la MSCHE señala correctamente los problemas
financieros que vive la institución. Refleja esto, si es leído con cuidado, cuán nociva ha sido
la Ley 7. A la vez, deja constancia de todo el dinero que necesita la UPR para operar
adecuadamente.
Sin embargo, las recomendaciones de la MSCHE enfatizan en la reestructuración interna,
en la estabilidad de sus fuentes regulares de ingreso, y en los donativos privados, medidas
todas que benefician las posiciones gerenciales de privatización.
El Presidente, en su respuesta a la MSCHE, le asegura que “entre otras medidas
(financieras), está la implementación de una cuota de estabilización y la revisión de las
exenciones de matrícula según fue acordado con los estudiantes.” La cuota es, por ende, la
respuesta de la administración a las exigencias de la MSCHE.
Tampoco evalúan adecuadamente la pérdida multimillonaria de fondos de la institución.
Reseñan la pérdida de fondos, señalan el problema de la falta de informes y auditorías, y la
ausencia de planes claros de financiación. Le exige a la UPR que publique esa información
y que cree espacios para su discusión. Recomendaciones, de paso, que ha hecho el
movimiento estudiantil durante la última década.
Pero hoy como en el pasado, los administradores están utilizando las recomendaciones de la
Middle State para imponer un aumento en los costos de estudio. Cuando lo hagan, la MS le
dará las felicitaciones y acreditará a la UPR con honores, por hacer lo que hacen todas las
universidades neoliberales acreditadas por ella, pasarles el costo de la crisis a los
estudiantes.
Frente al aumento en los costos de estudio, levantamos la bandera de la financiación estatal
de la educación. La discusión sobre la reforma contributiva es un buen escenario para
proponer medidas que aumenten los ingresos de la UPR permanentemente.
El cuco de la desacreditación de la UPR
El miedo más extendido sobre otra huelga asegura que cerrar la UPR es igual a buscarse la
desacreditación de la Middle State Commission of Higher Education (MSCHE). El miedo
se fundamenta en una probatoria dada a la UPR por este organismo durante el verano,
según el cuco, por culpa de la huelga.
La realidad es muy distinta y establece que la inestabilidad recae, sobretodo, en la
administración universitaria y la gerencia. Veamos como se ha desarrollado el monitoreo de
la MSCHE durante el último año, y quién se buscó la probatoria en primer lugar.
28 de octubre de 2009 – Carta de la MSCHE a la UPR
En una carta dirigida por la MSCHE a la gerencia de la UPR el año pasado, éstos advertían
que la situación generada por la implementación de la Ley 7—la reducción de presupuesto
y los despidos en diversas agencias—creaban un problema para la continuidad del proyecto
universitario.
“Mientras que la Comisión (MSCHE) comprende y entiende que presiones económicas
significativas requieren muchas veces decisiones difíciles, nos preocupa el impacto que
estas puedan tener a corto y largo plazo sobre la educación secundaria en Puerto Rico y de
nuestra capacidad de continuar acreditando a las excelentes instituciones educativas que
existen en la isla”, afirmaba la MSCHE en la carta.
Se referían al despido masivo de empleados del Consejo de Educación Superior, entidad
que otorga la licencia de operaciones de las instituciones de educación secundaria en la isla.
La licencia de operaciones otorgada por el CES es necesaria para que la MSCHE pueda
acreditar posteriormente las instituciones universitarias. Se evidencia una vez más, cómo la
La Ley 7 ha sido un escollo en la estabilidad de la UPR.
La segunda advertencia de la Carta del 2009—mucho antes que cualquier huelga estuviera
si quiera en discusión—es acerca de la inestabilidad de los puestos administrativos. La
Carta señala “la preocupación (de la MSCHE) acerca de la simultanea renuncia de tantos
puestos de liderato a lo largo de los recintos de Puerto Rico.”
Se refiere a la renuncia del hasta entonces presidente de la UPR, Antonio García Padilla, y
de todo su personal de confianza, incluido la mayoría de l@s rectores. La politiquería de la
administración, la falta de una verdadera autonomía universitaria, son las razones que
llevan a la vigilancia y advertencia de la MSCHE. Esto afecta el Estándar 4 de Liderato y
Gobernanza según los criterios de acreditación de la MSCHE.
Como hemos visto, la Ley 7, el despido y reducción de presupuesto, la politiquería y la
inestabilidad en la gerencia universitaria, son las primeras razones por las cual la UPR
comienza a ser vigilada y puesta en advertencia por la MSCHE. Nada de esto tiene que ver
con la huelga.
La huelga y la universidad ingobernable
Lo que evidencia también toda la discusión de la acreditación es una situación abierta de
ingobernabilidad institucional. Los canales de comunicación en la comunidad universitaria
están rotos. Al interior de la Junta de Síndicos, una minoría ha sido reforzada para gobernar
dictatorialmente, sin ningún proceso claro, aumentando la inconformidad, el resentimiento
y la desconfianza que se agravan situaciones de conflictos. La Junta de Síndicos se está
ganando lo que se ha buscado.
En un informe sometido por la UPR a la Middle State el 1 de junio, durante la huelga,
conocido como el Voluntary Report, la administración acepta que ha sido incapaz de
manejar la huelga. Relata que ha probado el dialogo y la mediación, la fuerza y la coerción,
y la campaña mediática, pero que no ha logrado estabilizar la situación en los recintos.
¡Vaya reconocimiento de incompetencia! Aceptan que la huelga era tan poderosa, que de
facto, la universidad estaba ingobernable.
El haber colocado a la UPR en probatorio en el Estándar de Gobernanza y Liderato no es
más que el reconocimiento de que los administradores fracasaron evitando la huelga, y
luego fueron ineficientes en su manejo.
Eso no significa que la MSCHE estuviera a favor de la huelga, precisamente señala que
para evitarla, la administración debe mejorar su relación con la comunidad, abriendo, como
los liberales, espacios para que la comunidad sienta que participa. Recomienda que se tome
en cuenta en el proceso de selección de rectores, entre otras medidas de participación
universitaria.
Si la Junta de Síndicos estableciera esos canales, la MSCHE estaría contenta, no entraría a
evaluar si tras establecida la comunicación, las medidas aprobadas son buenas o malas para
el estudiantado o el resto de la comunidad universitaria. Critica el ejercicio del poder, sin
mojarse a evaluar si las decisiones finales son buenas o no.
Aunque coincidimos con el reclamo de mayor participación, aspiramos a mayor poder de la
comunidad, no a válvulas de escape. Es necesario desarrollar un poder universitario, de
modo que se le pueda hacer frente a los planes de la administración.
La probatoria como táctica de la administración
Los dos señalamientos, repetimos, que llevan a la probatoria en 10 recintos tienen que ver
con la administración universitaria.
El Estándar 4 de Liderato y Gobernanza se refiere al funcionamiento de la gerencia. La
crítica de la MSCHE va desde los cambios abruptos en la gerencia (renuncias y
remociones) a la falta de transparencia y unidad de propósito en los cuerpos directivos.
Podemos decir que es una validación de una crítica histórica de los estudiantes: en la UPR
se vive la dictadura de la Junta de Síndicos, y en última instancia del gobierno. No existe,
como es evidente, ninguna autonomía universitaria.
La mentira está en achacarle esas ineficiencias a la huelga estudiantil como si fuéramos el
veneno que todo lo daña. El problema es histórico, estructural y lleva manifestándose en
diferentes crisis—huelga contra el alza en 2005, paralización de la apertura del teatro, la
alfombra roja en 2006, y la huelga estudiantil de 2010.
La solución por ende también tiene que tener profundas raíces en la estructura. A preguntas
de los estudiantes durante su visita a Puerto Rico, el Vicepresidente de la MSCHE, Luis
Pedraja, aseguró que reconocen que el problema de la gerencia y dirección de la UPR “es
un problema desde hace muchos años, sólo que ahora estamos siendo más rigurosos con
estos criterios.”
Lograr estabilidad gerencial, según recomienda la MSCHE, pasa por “establecer un
calendario de visitas entre el personal gerencial y los recintos”, además de “establecer
términos fijos en los puestos de Presidencia y Rectoría”.
Nuestras soluciones son distintas. Aspiramos a reestructurar la universidad, y generar otra
dinámica de participación y toma de decisiones. Mientras que lo que quiere la MSCHE es
reforzar la gerencia en sus posiciones, una verdadera solución pasa por eliminar esas
estructuras, y levantar desde los recintos verdaderas estructuras de poder universitario.
Una vez más, el manto de la crítica de la MSCHE es utilizado para buscar maneras de
continuar con el mismo plan de destrucción de la universidad, la cual requiere de una
gerencia autoritaria, dictatorial e irresponsable.
El Estándar 11 de Ofrecimientos Académicos también es culpa de la gerencia. Es cierto
que la huelga impidió la continuidad de los ofrecimientos académicos, señalados en los
reportes. Pero también es cierto que nos vimos obligados a desatar un proceso huelgario
indefinido para producir una negociación.
Quisimos reunirnos antes de lanzar la huelga. Desde el primer día, exigimos dialogo y
negociación. La administración se reunió con nosotros el día 15, y retrasó toda la
negociación.
Fueron ellos, la gerencia, la Junta de Síndicos, el Presidente José R. de la Torre, quienes
demostraron poco interés de continuar ofreciendo los servicios educativos. Fueron ellos los
que los pusieron en riesgo para miles de estudiantes con la Certificación #98 y la
paralización y modificación de las exenciones. Son ellos mismos los que ponen en riesgo
los ofrecimientos académicos de miles de estudiantes con la implantación de la cuota.
La hipocresía es grande, pues desear que se “mantengan los ofrecimientos académicos”,
mientras se reestructura para eliminarles esos ofrecimientos a miles de estudiantes, consiste
en una broma de muy mal gusto.
Defender la universidad pública es oponerse tenazmente a cualquier medida que afecte los
ofrecimientos, y la gerencia universitaria es la primera y mayor responsable de esto.
No caigamos en el chantaje de no hacer nada por una acreditación. Sino salvamos la
universidad en esta coyuntura, de nada nos valdrá una acreditación, miles de estudiantes no
podrán estudiar y el plan de reestructuración continuará en marcha. Hay que detener todo el
proyecto de universidad neoliberal, y el momento es ahora.

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