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PARA VIVIR LA QUINTA SEMANA DE EE.

Jesús: camino, verdad y vida me invita COMPROMETERME PARA caminar con y como Él.

Estamos en la puerta de salida de los Ejercicios. Luego vendrá una entrega especial que te
ayudará a empatar definitivamente con tu experiencia espiritual en la vida ordinaria.

Una tentación común en este momento (y en los días que siguen a los Ejercicios) es rebajar en
generosidad. No caigas en ella. Es una pura acción del mal. Por eso, sé humilde y pide
intensamente al Señor que te de la gracia de ser generoso y fiel.

En este ejercicio comienza de nuevo con las tres recomendaciones de la guía anterior.
Considera las características del verdadero amor y gusta la petición que venimos haciendo.
Repite brevemente el ejercicio anterior.

Antes de comenzar con el tema propiamente dicho, lee atentamente el capítulo 14 de San
Juan. Gústalo y ora con él. Te servirá para enmarcar este ejercicio.

Medita y contempla ahora cómo todos los beneficios y dones que has recibido proceden
de Dios mismo y en ellos él ha trabajado. No es que la creatura sea Dios; sino que Dios se
manifiesta en las creaturas por amor a los hombres y acepta todas sus limitaciones para poder
salirte al encuentro en lo ordinario y común y corriente de su vida. Por eso es un gran error
quedarse en las creaturas (ídolos).

Así como el rayo no se confunde con el sol; así todo debe llevarnos a la fuente, al creador, a
Dios mismo! Dios es fuente inagotable de todo. Por eso el mayor fruto de los Ejercicios (don
que debes seguir pidiendo y recibiendo diariamente) es poder amar a Dios en todas las cosas y
a todas en él; por amor de Dios mismo.

Ilumina tu contemplación leyendo lenta y gustadamente el capítulo 51 del Eclesiástico.

Conversa luego con la Santísima Trinidad y con María; pídeles la gracia que se acaba de
insinuar y deposita toda tu confianza y tu fuerza en sus manos para que te ayuden a vivir
conforme a lo que Dios te ha comunicado en esta experiencia.

Termina gustando mucho la oración de San Ignacio:

“Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad.


Todo mi haber y mi poseer. Vos me lo distéis; a vos Señor lo torno; todo es vuestro, disponed
a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que está me basta. Amén.”

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