1
ERI, Guía de los ENS, 2001.
2
SAN JUAN CRISÓSTOMO, Panegíricos 1,8.
2. RESPONSABILIDAD Y VOCACIÓN
San Pablo tiene conciencia de que es un “apóstol por vocación” (Rm 1,1), es decir,
no por auto-candidatura ni por encargo humano, sino solamente por llamada y
elección divina. En él vocación y servicio están unidos, de modo que lo uno sin lo
otro no tendrían sentido.
Dios que nos llamó a la existencia por amor, nos ha llamado al mismo tiempo al
amor. En este “por amor” encontramos el origen y el fundamento, lo recibido, el
don; la invitación “al amor” nos indica la finalidad que hemos de dar a nuestra vida
y a nuestras acciones, será la luz que guíe nuestro servicio, esto es, nuestra tarea.
Por lo tanto, el amor es “la vocación fundamental e innata de todo ser humano” (FC
11), es una llamada que pide una respuesta de cada uno de nosotros.
Así, la responsabilidad ejercida en el Movimiento, a modo de servicio siempre
estará inscrita en esta vocación. No puede entenderse al margen de ella. La
responsabilidad no es un mero trabajo, una actividad que implique simplemente
mejorar una estructura organizativa. Es mucho más, implica a nuestro ser personal
y conyugal, va transformando nuestra vida y la de muchos a los que servimos. De
ahí que nuestro fundador, el padre Caffarel, señalara que no se pueden olvidar los
aspectos de vocación y misión. “Los equipos tienen una vocación, la de ayudar a las
parejas a santificarse. Pero tienen también una misión dentro de la Iglesia”5.
Esta díada vocación-responsabilidad, llamada-respuesta, o bien don y tarea, marca
claramente un camino de búsqueda de algo más. Ese algo más sólo se puede ir
alcanzando mediante el don sincero de sí. Y eso mismo hizo Pablo al entregar su
propia vida por quien le había amado antes.
En esta entrega sincera que realizamos en el servicio, crecemos en lo personal, en
lo conyugal y en lo familiar, adquiriendo un carácter eclesial de mucho calado.
Veamos como este esquema dialógico de llamada y respuesta nos puede iluminar a
la hora de contemplar el tema de la responsabilidad.
2.a. LLAMADA
-¿Quién nos llama?
Aunque siempre existen intermediaros, es el Señor quien nos llama. No tendría
sentido un servicio que no procediera de un encuentro con Jesús, para que así
pudiera enviarnos a anunciar el Evangelio. Encuentro, envío y anuncio son las
piedras sobre las que se construye la casa del apóstol.
3
CAFFAREL, H., Editorial “Después de haber escuchado a Pablo VI”, Febrero 1968.
4
CLEMENTE ROMANO, A los corintios, 5.
5
CAFFAREL, H., El carisma fundacional, 1987.
6
ERI, La responsabilidad en los ENS, mayo 1993; END, “I tempi e i modi della chiamata”,
Sessione per CRS, Sassone 28.IX.2007.
7
ERI, La llamada al servicio en los ENS, 2004.
2.b. LA RESPUESTA
A través de nuestra mirada el Señor mira a los demás. El don que hemos recibido
pide ahora ser entregado en una tarea. Todo ello teniendo en cuenta nuestra
libertad, que será la que ligue una con la otra, pues a la llamada podemos
responder o no.
El celo incondicional de Pablo se tradujo en una vida de entrega total al servicio de
Aquél a quien amaba. Trabajos, fatigas, padecimientos, privaciones, peligros de
muerte (1 Co 4,9-13; 2 Co 4,8s; 6,4-10; 11,23-27), nada cuenta a sus ojos con tal
de cumplir la tarea de que se siente responsable (1 Co 9,16s). Nada de eso puede
separarle del amor de Dios y de Cristo (Rm 8,35-39).
Pero este amor del Señor espera nuestra respuesta, la cual ha de ser:
a. DE AGRADECIMIENTO. Pablo está agradecido por este amor inmerecido y
que nunca falla, a él que es como “un aborto” (1 Cor 15,8); por el encuentro
personal que cambia nuestra vida.
b. DE ABANDONO. No todo depende de nosotros ni de nuestras fuerzas o
inteligencia. Pablo escribe a los filipenses que el Señor despierta y hace
crecer en nosotros los dones que nos ha confiado para compartirlos. “Todo lo
puedo con Aquel que me da fuerzas” (Flp 4,13).
3.a. SER PRINCIPIO DE VIDA: “Da vida a todas las cosas” (1 Tim 6,13)
El Espíritu Santo, introduciéndonos en la vida filial de Cristo, renueva en nuestros
corazones la fuente de la caridad; “esta caridad se introduce en el corazón de los
miembros del hogar y transforma, diviniza todos los amores familiares: el amor
conyugal, el amor de los padres, el amor filial, el amor fraterno”10.
Se trata de animar, de dar el alma, que no es más que mirar con amor a los que
tenemos que servir; promocionar al otro sacando lo mejor de cada uno; es ser
8
CAFFAREL, H., El carisma fundacional, 1987.
9
LAFFITE, J., Matrimonio y familia: realidad natural y evento de gracia, Communio (ed. esp.) 6
(2007), 11-28.
10
CAFFAREL, H., Le mariage, ce grand sacrament, en Cahiers de l’Anneau d’Or 117-118 (mayo-
agosto 1964) 261.
3.b. SER PRINCIPIO DE UNIDAD: “Un solo cuerpo y un solo Espíritu” (Ef 4,3-4)
El Espíritu Santo construye invisiblemente la unidad visible de la familia. Para el
padre Caffarel, “un matrimonio unido es una obra maestra del Espíritu Santo”11.
Pablo escribe a los gálatas que “ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni
hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28). A los
efesios les recomienda que conserven la unidad del Espíritu: “Un solo cuerpo y un
solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados” (Ef 4,3-4).
El mejor modo como podemos extender esta unidad en los ENS es siendo fieles a la
Carta y al carisma fundacional.
El Apostol es Maestro de Fe y Verdad de las gentes de hoy. Fe y verdad son las
razones de la unidad entre el discípulo y Cristo. En la Carta a los Gálatas nos ha
dado una profesión de fe muy personal: su fe es la experiencia de ser amado por
Jesucristo en modo personal, llegándole hasta lo más íntimo y transformándole; su
fe es el impacto del amor de Dios en su corazón. Esta experiencia de ser amado
profundamente por Cristo le abrió los ojos a la verdad y la existencia humana, pues
esta experiencia lo abrazaba todo. Nunca sacrificó la verdad por ganar un éxito
externo.
Nuestro servicio ha de ser ejercido y vivido realmente en conformidad con Cristo.
Cada uno aportará lo mejor de su carisma (cf. 1 Cor 12,7), siendo lo importante
que todos los carismas cooperen juntos en la edificación (cf. 1 Cor 14,26) del
Movimiento y de la Iglesia, buscando siempre la unidad: “Un solo cuerpo y un solo
Espíritu” (Ef 4,3).
4.a. ACOMPAÑAMIENTO. “Así sabréis discernir, lo que más convenga” (Flp 1,10)
Pablo recomienda a los cristianos el discernimiento de lo que en concreto Dios
quiere de ellos en cada situación: “Así sabréis discernir, lo que más convenga” (Flp
1,10).
En este acompañamiento Pablo indica a los romanos que no se acomoden al mundo
presente, “antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de
forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo
perfecto” (Rm 12,2).
La vida de todo cristiano, y por ende de todo responsable del Movimiento, es un
camino, un itinerario de respuesta a una llamada constante de plenitud en Cristo;
es un combate por vivir lo que somos, fidelidad a una vocación específica. En
resumen, es un camino progresivo hacia la perfección en el seno del Movimiento:
“llegar a ser adulto en Cristo” (Ef 4,13).
4.b. AYUDA MUTUA. “Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas” (Gal 6,2)
Cada equipista es “acompañado” y es “acompañante” en este camino de perfección,
entendiéndolo más como una ayuda fraterna: aquella que se presta en la
convivencia, en el encuentro personal, en la visita, en la palabra confortadora14. De
forma insistente, el padre Caffarel recomienda a los responsables a hacer del
Equipo un “resurgimiento de la caridad”, esto es, del amor fraterno.
Esta relación de amistad está presente en las relaciones de Pablo y Timoteo, y lo
debe estar entre los miembros del equipo. Así, este valor de amistad es un valor de
acompañamiento mutuo en el crecimiento de lo mejor de sí, camino hacia la
santidad.
14
Cf. Ibíd.
a) El amor y la comunión: “Un estímulo de amor, una comunión en el Espíritu” (Flp 2,1)
Es sumamente significativo que Pablo, cuando enumera los diferentes elementos de
los frutos del Espíritu, menciona en primer lugar el amor: “El fruto del Espíritu es
amor, alegría, paz,…” (Gal 5,22). Y, dado que por definición el amor une, el Espíritu
es ante todo creador de comunión dentro de la comunidad cristiana (cf. 2 Cor 13,13).
Así, amor y comunión han de ser los primeros frutos de nuestro servicio y
responsabilidad.
Después de que la responsabilidad nos haya enseñado a vivir la comunión dentro del
Movimiento, podremos ser agentes de comunión en el seno de la Iglesia.17 Por ello,
los equipos responsables han de ser un lugar de comunión más que de colaboración.
16
Reunión del Colegio del ERI, Houston 2002.
17
ERI, La responsabilidad en los ENS, 1993.
18
ENS, El Segundo Aliento, 1988.
19
CAFFAREL, H., Editorial “Constructores o inquilinos”, Febrero 1966.
20
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 2 Cor., 13.
* Servicio-Acompañamiento
Desde la propia experiencia, Pablo grita: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”
(Flp 4,13)
¿Qué nos dice esta frase en nuestra responsabilidad? ¿La he pronunciado yo en algún
momento de mi vida?
* Servicio-Anuncio
Exclama Pablo: “Pobre de mi si no anunciara el Evangelio” (1 Cor 9,16). El Espíritu
mueve los corazones de los apóstoles y misioneros de toda la historia.
¿Nos sentimos enviados por el Espíritu para ser testigos valientes del Evangelio de
Jesucristo en estos tiempos difíciles?
* Servicio-Unidad
Pablo nos recomienda: “que viváis de una manera digna la vocación con que habéis
sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a
otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo
de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que
habéis sido llamados” (Ef 4,1-4).
¿Me siento miembro de la Iglesia, Cuerpo de Cristo? ¿Soy creador de comunión en los
ámbitos de responsabilidad que estoy? ¿Soy agente de unidad en mi equipo de
responsabilidad?
o (Hch 22,3) «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad,
instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres;
estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy»
o (Flp 3,12) No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi
carrera para alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí
o 1Cor 15,8 Y en último término se me apareció también a mí, que soy como un aborto.
o 1Cor 15, 9-10 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por
haber perseguido a la iglesia de Dios. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la
gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos.
Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
o 2 Cor 4, 1 Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no
desfallecemos.
o Gal 1, 15 Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por
su gracia, …
o 2 Cor 10, 10 Porque se dice que las cartas son severas y fuertes, mientras que la
presencia del cuerpo es pobre y la palabra despreciable.
o Rom 8, 38-39 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los
principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni
otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús
Señor nuestro.
o Rm 1,1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de
Dios,
o 1 Cor 1,1 Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios,
o 1 Cor 9,1 ¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor
nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
o 1 Cor 9,1 ¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor
nuestro?¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
o 2 Co 12, 10 Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades,
en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil,
entonces es cuando soy fuerte.
o 2 Cor 1,1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la
iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya;
o Ef 1,1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo
Jesús.
o Col 1,1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el hermano,
o 1 Cor 15,9; Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por
haber perseguido a la iglesia de Dios.