Nicolás Maquiavelo
Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir, que los
valores y la moral tradicional, cimentados por la iglesia católica, no se
ajustaban al mundo cambiante e inestable que surgía en la Europa
renacentista.
"La experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en
riqueza excepto cuando han sido libres", dijo Maquiavelo. "El fin justifica los
medios", no es una sentencia carente de moral y ética como han pretendido
demostrar los críticos de Maquiavelo, sencillamente es una reflexión en la
que reconoce que, de las mismas circunstancias que enfrenta El Príncipe, él
debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo
cambiante.
Para Maquiavelo los fines políticos eran inseparables del "bien común". La
moral, para el diplomático florentino, radica en los fines y la ley, constituye
el núcleo organizador de la vida social. Todo lo que atenté contra el bien
común debe ser rechazado y por ello "la astucia, la hábil ocultación de los
designios, el uso de la fuerza y el engaño, adquieren categoría de medios
lícitos, si los fines están guiados por el idea del buen común; noción que
encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero también las
anticipaciones de la moderna razón de Estado".
Dice Maquiavelo que, "el príncipe que quiere conservar el poder debe
comprender bien que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirar
como virtuosos a los hombres, supuesto que a menudo para conservar el
orden de un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, contra las
virtudes de la humanidad y caridad, y aún contra su religión"... ("El
Príncipe" Cáp. XVIII).
Una de las teorías que aquí expondré (por encontrarse como anexo a la
obra de El Príncipe que he analizado) es la Isahia Berlin, quien
espléndidamente señala que Maquiavelo no distingue los valores
específicamente morales de los valores políticos, sino algo más profundo y
por ellos incisivo en la mentalidad moderna , “una diferenciación entre dos
ideales de vida incompatibles, y por lo tanto, dos moralidades”. Una es la
pagana, donde los valores son el coraje, el orden, la disciplina, la fuerza, la
justicia y la afirmación de las exigencias propias; la otra es la cristiana, con
sus valores como la caridad, la misericordia, el sacrificio, el amor a Dios,
etc., y estas ultimas a diferencia de las primeras son inservibles para
gobernar, por muy bondadosos que sean y por mucho que ofrezcan el cielo.