El insulto tiene como objetivo al menos alguna de las siguientes razones:
Denigrar la dignidad de un individuo. Por esa razón generalmente los insultos
son usados como dardos, precisamente atacando dicho aspecto. La virilidad, en el caso de los varones. La femineidad, en el caso de las mujeres. O la misma naturaleza humana, por eso la alusión a animales.
Destruir la integridad moral de una persona. El insulto logra su objetivo cuando
una persona ve mermada su imagen y siente que es disminuida, rebajada o menoscabada.
Dañar emocionalmente. Una palabra usada como arma tiene la propiedad de
provocar dolor emocional, que es en muchos casos, tan fuerte como el dolor físico.
Destruir la imagen o la reputación de alguien. Eso se logra con insultos que
siembran dudas sobre las inclinaciones personales, sobre su valor como individuo, sus actos privados, o cualquier cosa que ponga a la persona en desmedro en su contexto social.