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Por el barranco de divagamientos que era en ese
momento la cabeza de Lidia, se asomaban muchas ideas,
pero la más importante, la que la corroía por dentro era:
¿Dónde estoy?
1
11 horas: Máximo suele tener estos trastornos serios del sueño. Quizá Nadine le hizo
una vez un chequeo, pero no halló pruebas concluyentes de porqué le pasaba esto.
-Bueno, lo mejor va a ser que te comas la comida que
te he preparado y que descanses.- Propuso Máximo, y se
retiró a un rincón apartado, en una esquina entre un
mueble y la pared. Se sentó en una silla en la que Lidia
apreció que seguramente no le llegarían los pies al suelo.
Habían apoyadas dos katanas, bastante decoradas en la
funda, que Máximo cogió con cuidado y cariño.
3
Infusión de muscmaloi: Infusión contra el veneno hecha con muscmaloi, una hierba
muy común, que puede encontrarse en todos lados, morada y de muy buen olor.
- Para que no te pasara…como a…ella…- dijo, con la
voz entrecortada. Lidia no sabía de qué iba eso, pero si
había una cosa que no quería saber, era esa.
- Gracias- dijo solamente.
- ¡Bah, no es nada mujer! Machacas las hierbas, y
luego...
- No, no por la infusión- dijo Lidia con un tono
inusitadamente suave, que casi ni parecía su voz.- Gracias
por todo, por salvarme, y...por cuidarme…gracias-
terminó.
Máximo se quedó un poco sorprendido. No sólo
porque pareciera que ese papel de niña inocente no iba con
ella, sino porque hasta parecía que se obligaba a sí misma
a agradecerle todo a Máximo. Mirándola a los ojos, y sin
percatarse el muy idiota, no se le ocurrió otra cosa que
decir:
- Bueno, para eso están los amigos, ¿no?
*RRRRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
NG*
- ¡Vaya, ahí está Nadine!- dijo Máximo con una
premura casi nerviosa, por la evidente tensión de la actual
situación.
Lidia dio un suspiro ahogado por el ruido de la puerta
al abrirse. "¿Cómo será esa tal Nadine?" pensó Lidia, con
una mal disimulada tristeza en el rostro. Cerró los ojos al
oír una voz que se acercaba del vestíbulo a la habitación.
- ¿QUÉ, CÓMO ESTÁ LA ENFERMA?- Dijo una
voz un tanto chillona, con un deje cansado. Lidia abrió los
ojos. ¡Y cuál fue su sorpresa! Una señora mayor, de unos
sesenta y pocos años, la estaba mirando. Vestida con un
chal amarillo chillón y una falda verde fosforito, y un pelo
rojo entrecano que hacía juego con su particular estilo de
vestir, y que refulgía a la luz vespertina, eran lo que más le
destacaba, así, a simple vista, a Lidia.
"¡JA! ¿A esta es que se le ha muerto la estilista?"
pensó Lidia.- ¿Quién eres tú?- preguntó, incrédula.
- ¿Yo? Nadine Watts, ¿Y tú, cariño?- Preguntó la
anciana mujer, con una impropia vivacidad para su edad.
- Lidia, señora- respondió la joven, poniendo un
extraño énfasis en la palabra "señora".
- ¡Oh, por favor cariño, llámame Nadine!- dijo, como
si le repeliera aquella palabra4.
- Vale, Nadine.
4
Resulta evidente que a Nadine no le gusta que le mencionen su edad. Las malas
lenguas dicen que tiene setenta y cuatro años, pero la verdadera cifra es menor.
Máximo se quedó con la mirada recelosa, fiándose
poco y menos de esa disculpa.
- No te preocupes, cariño, no te va a quedar ninguna
cicatriz.
- Fiuu, menos mal.- respiró Lidia aliviada, con una
mano puesta en el pecho.
- Pero necesito hacer un poco más del remedio que te
di ayer; aquí traigo los ingredientes- enseñó una bolsa
blanca pequeña que traía consigo- Maximí...- Máximo le
dirigió una advertencia en forma de mirada desafiante-
Máximo, hijo, tráeme el libro, anda- terminó la anciana,
con una mirada de superioridad, queriendo dar a entender
que había dicho "Máximo", y no ese mote que tan poco le
gustaba a Máximo.
-*suspiro* Vooooy...- dijo el joven, moviéndose
pesadamente.
"Hay que ver que raro que es ese chico" pensó Lidia,
que observaba con atención lo que iba a hacer Máximo.
Levantó la bonita alfombra de precioso bordado exótico
del suelo de tatami, y se descubrió una puerta corredera
con un orificio para abrirla. Corrió la deslizadera y Lidia
vio lo que había escondido: cientos de libros en una
librería que estaba tumbada en el suelo, por lo que se veía,
muy bien ordenados. Máximo vaciló un momento y cogió
uno con el lomo gordo, de un color verde oscuro, en el que
ponía "Remedios caseros de la tía Fuuka5". Después, puso
el tomo encima de la mesa, y abriéndolo por la página
marcada, se apartó y le dirigió a Nadine una mirada
resuelta, diciendo "todo tuyo".
Después de estar Nadine un buen rato leyendo, en el
que reinó un silencio sepulcral en toda la habitación, cogió
5
Fuuka: Fuuka Fullbuster, o simplemente “La abuela Fuuka” es una afamada alquimista
especializada en remedios naturales.
dos bols grandes de un estante, y empezó a preparar una
mezcla.
- Anda que sí Nadine, -rompió el silencio Máximo-
una médico profesional y no sabes preparar un simple
remedio...
Nadine le miró fulminantemente, queriéndolo
estrangular con la mirada.
Se limitó a callarse y a volver a lo suyo. Al medio
minuto, al ver que la mezcla le estaba saliendo bien, dijo:
- Ya verás como te vas a poner bien enseguida,
cariño- le dijo a Lidia, con una sonrisa en los labios. La
joven le devolvió la sonrisa.
- ¡Vaamos, si no tiene naaa!- dijo Máximo.
Las dos mujeres le dirigieron casi inmediatamente
una mirada furibunda, y a Máximo le sorprendió lo mucho
que se parecían la joven y la anciana.
- Casi parecéis la misma persona, ¿sabéis?- dijo el
chico, y al instante se dijo "Lo estás arreglando Máximo".
Entendido de la situación que se le avecinaba, se volvió a
decir "¡Oh oh! ¡Situación peligrosa! Táctica evasiva
número 3: ¡ADELANTE!"
- Bueno, yo me voy yendo, ¿vale chicas? Voy a ver
si... Bueno, voy a ver al sensei, ¿vale? ¡ADIOS!- dijo
musicalmente, haciendo caso omiso del tortazo que
seguramente se habría llevado si se hubiera quedado un
poco más en esa habitación. Tenso, cogió la katana que
todavía tenía viva y salió de su propio apartamento.
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Máximo:
Si estás leyendo esto, significa que ya me he marchado.
No te preocupes, me marcho a investigar sobre una
organización llamada “Raven”. No sé si volveré, pero no
me sigas, no quiero involucrarte en esto. Si nos volvemos
a ver, quiero pedirte una cosa: Vive, Máximo. Cuando te
conocí, eras un muchacho alegre, lleno de sueños y
esperanzas, y desde que pasó lo de Erika… no has sido el
mismo. Te volviste arisco y renunciaste a todo. No querías
saber nada de esa “Utopía” que querías crear junto con tus
nakama10s. Sigue viviendo, y estoy seguro de que nos
9
Nota: A Máximo normalmente solo le tiemblan las piernas al estar con una chica que
le gusta.
10
Nakamas: Compañero, camarada, amigo, en general alguien que está siempre a tu lado y nunca te falla.
encontraremos por el camino. Te dejo esa katana que tanto
te gustó en el escaparate de Viander’s.
Atentamente
F.O.
p.d. dile a Nadine que adiós.
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El melenudo, frustrado espadachín caminaba por las
calles semidesiertas de Acrol, sintiendo como se le mojaba
el pelo; Olía la tierra mojada, que tanto le agradaba; Casi
podía sentir el calor de las chimeneas de las casas en las
que las madres ofrecían chocolate caliente a sus hijos,
mojados por estar jugando bajo la lluvia, y que ahora
estaban cubiertos con una mantita suave. Pero Máximo
estaba pensando, caminando sin parar, lentamente y
cantando la misma canción: The End.
Pensaba y pensaba, pero no podía saber qué hacer sin
su maestro. Cavilando, se dio una de sus “conversaciones
mentales múltiples11”:
-Joooder… ¿Qué vamos a hacer ahora?- dijo una voz
antipática.
- Os diré lo que hay que hacer: pasar de todo y de
todos- respondió una voz quejumbrosa.
- ¿Pero que haremos sin el maestro?- dijo una tercera
voz, desesperada.
Entonces, las más de 20 voces empezaron a resonar
en el cabezón de Máximo. Pero una de ellas se impuso y
se hizo escuchar.
- Lo que hay que hacer es, la Utopía. Reunirlos a
todos de nuevo, y empezar el plan.
- Si, hombre, y ¿Cómo?- dijo otra, con un tono de
superioridad.
La otra voz se quedó pensando, y allí acabó la
conversación.
Máximo tropezó con un tipo con armadura. Pero no una
armadura cualquiera. Hierro real, el hierro que usaban…
11
Conversaciones mentales múltiples: Una de las peculiaridades de Máximo. Su cerebro
se divide en varias vocecillas, cada una de las cuales tiene una opinión diferente. Ni el
propio Máximo sabe porqué ni cuando le dan estos ataques de división de personalidad.
Máximo, manchado de barro, con la haramaki12 rota,
tenía la cara resplandeciente, y una sonrisa de las suyas, de
esas que le hacían parecer que estaba planeando un plan
malvado, se le dibujó perversamente en los labios. Había
encontrado las respuestas que buscaba en aquel tipo con
un yelmo de hierro que le preguntaba “¿Amigo, estás
bien?”. Máximo había encontrado un juez.
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12
Haramaki: Faja de diferentes colores y estilos, que suelen llevar los samuráis para
sujetar sus espadas.
AGRADECIMIENTOS
1. A todos mis nakamas.
2. A Scribd.com
3. A safecreative.com
4. A Cristóbal y Juan Diego, por aguantar mi pesadez
y hacer las fotos que necesitaba.
5. A ti, que me lees hasta los agradecimientos.