Agobiado por el rojo del techo, ansioso de dejarlo abajo.
Por fin dejaba estas
regiones desérticas y árticas en donde, para sí, oriundo de tierras calientes, esta especie de invierno, ni siquiera usando toda la imaginación, se concibe. De regreso a su tierra y a su gente. Y hablando de gente, gente conoció, gente quiso, gente odió, en estas tierras áridas; gente, que, al olvido de los días, olvidará. Será también olvidado, archivado en la parte oscura de sus cerebros; (a quien, en algún punto, recordarán vagamente). Largos caminos recorridos, y aún faltando millones de kilómetros por recorrer antes de caer por la borda, o como dicen otros, quedarse en el último departamento. Este es su primer departamento, y también el primero que cerró con llave esperando algún día regresar y toparse con su interior.