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e–Learning y Los 7 Pecados Capitales

[De Javier Martínez Aldanondo: http://www.gestiondelconocimiento.com/leer.php?


id=340&colaborador=javitomar; http://www.gestiondelconocimiento.com/leer.php?
id=341&colaborador=javitomar ]

APRECIACIÓN

El autor (Martínez, 2004) hace un análisis crítico del papel que ha venido jugando el desarrollo de la
tecnología en el trastrocamiento del modus vivendi de los individuos y particularmente del internet y el
e–learning como perjudiciales para la educación y la formación; pues las personas sencillamente no
aprenden; se sigue dando una educación que genera “adultos egoístas y temerosos”.

Sin embargo no producen un efecto positivo no porque esté en su naturaleza no hacerlo sino más bien
– como toda creación humana – porque se hace uso (y abuso) inadecuado de tales tecnologías como
herramientas para aprender, sencillamente no hemos aprendido a sacarle provecho útil, que realmente
valga la pena en la transformación de los individuos.

El autor señala además que debemos movilizarnos para generar un cambio positivo, pero que hay que
tomar conciencia que hay, como el los llama, “pecados que nos paralizan y nos impiden provocar este
quiebre que permita que la educación salga de ese estado de hibernación y anquilosamiento en el que
lleva demasiado tiempo.” Los 7 pecados que alude el autor son los siguientes:

1°) Las personas aprenden escuchando o leyendo.

En realidad el proceso de aprender es mucho más complejo. Sin embargo, en las aulas es el
profesor quien hace el 95% del trabajo y a quien debería involucrarse activamente en su
aprendizaje, no lo hace porque no se les da la oportunidad de hacerlo, porque los profesores no
hemos desarrollado las habilidades necesarias para hacerlo. Promovemos aprendizajes
memorísticos y mecánicos, lo que aprendemos sólo nos sirve para reproducirlo en los exámenes;
somos incapaces de efectuar la “transferencia”, es decir que no podemos aplicar lo aprendido para
enfrentarnos a cuestiones nuevas; los aprendizajes que se dan se dan totalmente fuera del interés
del propio estudiante, es decir hay una motivación (¿desmotivación?) extrínseca: por el diploma,
para aprobar, o en su lado negativo, por temor a ser castigados o reprobar. Por tanto formamos
individuos irreflexivos y acríticos Algo similar ocurre con el e–learning, si con la presencia del
profesor en un aula no se aprende, pues mucho menos se aprenderá sólo leyendo y cliqueando
respuestas en alternativas múltiples.

2°) El Tecnocentrismo, la tecnología por delante de las personas.

Consiste en abordar los problemas desde la tecnología. Aquí el autor señala la demasiada
importancia que le damos a la tecnología en sí, como el sólo hecho de su presencia permitiría
solucionar problemas o, centrándonos en nuestro análisis, aprender. Se da demasiada importancia
a la infraestructura tecnológica, sobre todo en educación, pero no se innova en el uso para el
aprendizaje, sobre todo en la capacitación de los docentes para hacerlo, pues su uso sigue siendo
“tradicional”: la transmisión de información (y no la “transmisión de aprendizaje o conocimiento)
Para el autor, “E-learning no significa leer en la pantalla del ordenador lo que antes leíamos en un
papel. Ni multimedia (animaciones espectaculares, sonidos, imágenes, videos) es sinónimo de
aprendizaje, ni la tecnología es capaz de inyectar el conocimiento como quien se pone una
vacuna.”

3°) Infocentrismo, la información por delante de las personas.

En nuestros actuales tiempos las personas sufrimos de “infoxicación” (intoxicación causada por la
demasía de la información); se considera que enseñar es “transmitir información” a la cual mal
llamamos “conocimiento”; así generamos personas muy informadas pero que carecen de la
capacidad para ponerlos en la práctica – esto se refiere a lo que se mencionó como
“transferencia”: ¿Por qué los profesionales al terminar su formación no saben HACER aquello que
se necesita para desempeñar bien su trabajo?; la explicación a esta situación es que nuestros
sistemas de formación producen personas que tienen muchos “conocimientos” (entiéndase mejor
“que poseen mucha información”) pero que no saben ponerlos en práctica en el día a día de las
empresas en las cuales van a laborar o en las que están ya laborando. Y ello se da porque existe
una desvinculación casi total entre la teoría y los métodos enseñados en las aulas, con la práctica
cotidiana que deben ejercer en el trabajo.
4°) Los colegios y universidades saben lo que necesitamos aprender para vivir en la
sociedad del siglo XXI.

Acá se critica la desvinculación del “encargo social” de las instituciones educativas; se da por
sentado que ellos son los expertos y que lo que digan o hacen es lo mejor en la formación
“integral” del individuo. Sin embargo, “Lo que debe hacer la educación es prepararlos para
enfrentar un mundo que va a ser diferente al que conocieron en el colegio y en el que van a tener
que ser innovadores y emprendedores más que ejercer conocimiento … Enseñamos muchas cosas
que no sirven y dejamos de lado aquello que realmente es esencial para vivir.”, afirma el autor.
Además plantea interrogantes que vale la pena reproducirlas:

“…si la educación es un servicio, ¿Por qué se comporta de manera diferente del resto de campos?
¿Por qué nunca se parte desde el cliente, de observar lo que hace y consume, de preguntarle lo
que le importa y le interesa? Este sector es el único donde el cliente no tiene razón. Donde la
oferta parte de lo que el proveedor decide que el cliente necesita. Desde lo que el proveedor tiene
o sabe (buenos profesores de marketing o buenos contenidos de finanzas por ejemplo) en lugar de
lo que el cliente tiene que aprender. La realidad nos indica que no se pueden diseñar servicios sin
contar con los usuarios y los clientes. Deben participar, no sólo para recibirlo sino también para
construirlo…”

5°) El aprendizaje ocurre independientemente de la motivación.

Acá se señala principalmente el desinterés de los estudiantes por aprender o de involucrarse en su


propio aprendizaje, debido principalmente a que los docentes somos incapaces de generar clases
que tengan significado para sus vidas; citando a Pablo Freire podemos adherirnos a sus
aseveraciones de que los estudiantes pasan en las aula buscando respuestas a preguntas que
nunca se hicieron (pedagogía de la respuesta) y que debemos pasar de esa “pedagogía” a la
pedagogía de la pregunta, de modo que ellos sean quines planteen las preguntas y el maestro no
sea quien las responda sino que se convierta en el individuo que va a motivar al estudiante a
buscar las respuestas por sí sólo y que, por tanto, esos aprendizajes les resulten más
significativos.

6°) La mejor solución es una solución Blended (presencial – virtual).

En este punto se critica el hecho que la presencialidad del estudiante (y del profesor) o la
virtualidad de la enseñanza no garantiza la adquisición del conocimiento, sino que –nuevamente
recobra importancia de cómo se utilicen los medios tecnológicos para involucrar de una manera
activa (o interactiva si se prefiere el término) y no pasiva para lograr aprendizajes significativos y
sobre todo útiles; para ello se debe buscar que los estudiantes (o el aprendiz presencial – virtual)
colaboren, discutan, realicen proyectos en equipos, aprendan a relacionarse, a comunicarse, a
hacer preguntas, a buscar información, a seleccionarla, a defenderla públicamente, argumenten,
etc. de manera presencial y también virtual

7°) El Conocimiento es explícito y transmisible.

El autor afirma que “el conocimiento no consiste en acumular información mejor o peor organizada
sino que lo construye cada individuo a través de su experiencia cotidiana. Por tanto, si te permite
actuar, entonces se adquiere en el hacer, con la práctica y se demuestra en la acción y no
hablando de ello.” Y que equivocadamente muchos de nosotros (estudiantes, docentes y demás)
lo tomamos como algo ya acabado (como producto) pero olvidamos que su principal acepción es le
de que es un proceso complejo. En el primer caso se cae nuevamente en la equivocación de que el
conocimiento es “transmisible” desde las personas que lo poseen (maestros) hacia los carentes de
ello (los alumnos)

A modo de conclusión, podemos señalar:

 En la actualidad, lo que se dice que es e–learning dista mucho de lo que realmente debe ser.
Existen para ello nombres más adecuados para llamarlos, como e-reading o e-training.

 No perdamos de vista que las tecnologías que empleemos para el aprendizaje son el soporte, el
vehículo que nos permite un acceso más rápido, más sencillo, más completo a la información,
pero que debemos emplearla de una manera más efectiva e innovadora si queremos que
realmente permitan promover conocimientos y aprendizajes

 “El ordenador es un “doing device”, un aparato para hacer cosas y no para pasar páginas ni para escuchar
pasivamente.” Que al igual que en un entorno presencial, las actividades virtuales deben estar
centradas en actividades que realicen los estudiantes, pero que sobre todo giren en torno a sus
intereses, de ese modo promoveremos la motivación intrínseca, “en un entorno seguro, libre de
riesgos y con apariencia de trabajo real que alienta la experimentación, el razonamiento, la
toma de decisiones y vivir las consecuencias de esas decisiones.”; pues, “el aprendizaje es un
proceso activo, de construcción de conocimiento y no un proceso pasivo de acumulación de información.”

A mis estimados colegas invito a compartir la siguiente lectura “Un Puente entre la Escuela y la
Vida”, un ensayo de eEzequiel Ander–Egg, que también conlleva importantes reflexiones:

http://destp.minedu.gob.pe/secundaria/nwdes/pdfs/revistaie6.pdf

Atte.:

Prof. Roger Yván Campos Alarcón

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