1. ICONOS E HIPOICONOS
2.280 Que los iconos de clase algebraica, aunque normalmente muy simples,
existen en todas las proposiciones gramaticales ordinarias es una de las verdades
filosóficas que la lógica booleana saca a la luz. En toda escritura primitiva, como
los jeroglíficos egipcios, hay iconos de clase no-lógica, los ideogramas. En la
forma de habla más temprana, había probablemente un gran elemento de
imitación. Pero en todas las lenguas conocidas, tales representaciones han sido
reemplazadas por signos auditivos convencionales. Estos, sin embargo, son tales
que solo pueden explicarse mediante iconos. Pero en la sintaxis de cada lengua
hay iconos lógicos de los que son ayudados por reglas convencionales.
Signos:
• Iconos
• Índices
• Símbolos
Este es un icono en tanto que hace que parezcan semejantes las cantidades
que están en relaciones análogas con el problema. De hecho, toda ecuación
algebraica es un icono en tanto que exhibe por medio de los signos algebraicos
(que en sí mismos no son iconos), las relaciones de las cantidades implicadas.
Puede cuestionarse si todos los iconos son semejanzas o no. Por ejemplo, si
se exhibe un hombre bebido para mostrar, por contraste, la excelencia de la
templaza, eso es ciertamente un icono, pero puede dudarse si es o no una
semejanza. La cuestión parece algo trivial.
2.286 Un barómetro bajo con un aire húmedo es un índice de lluvia. Esto es,
suponemos que las fuerzas de la naturaleza establecen una conexión probable
entre el barómetro bajo con aire húmedo y la lluvia que viene. Una veleta es un
índice de la dirección del viento porque en primer lugar toma realmente la misma
dirección que el viento, de modo que hay una conexión real entre ellos y, en
segundo lugar, estamos constituidos de tal modo que, cuando vemos una veleta
señalando en una cierta dirección, nuestra atención se centra en esa dirección y,
cuando vemos la veleta girando con el viento, somos forzados por la ley de la
mente a pensar que esa dirección está conectada con el viento. La estrella polar
es un índice, o un dedo que señala, que nos muestra cuál es el norte. Un nivel de
aire o una fluctuación del plomo es un índice de la dirección vertical. Una vara
para medir una yarda podría parecer a primera vista un icono de una yarda, y así
sería si simplemente se pretendiera mostrar una yarda tanto como puede verse y
estimarse que es una yarda. Pero el propósito mismo de una vara de una yarda es
mostrar una yarda más allá de lo que puede estimarse por su apariencia. Eso lo
hace como consecuencia de una comparación mecánica exacta hecha con la
barra que está en Londres y que se denomina la yarda. De este modo, es una
conexión real la que da a la barra de una yarda su valor como representamen, y
por lo tanto es un índice y no un mero icono.
(A)
(de A) (A)
(su hermano (de B)) era más injusto consigo mismo, (B) que con su
(de A)
propio amigo (de B)
(de C)
2.289 Junto con tales instrucciones indéxicas de qué hacer para encontrar el
objeto significado, deberían clasificarse esos pronombres que se denominarían
pronombres selectivos [o cuantificadores] porque informan al oyente de cómo ha
de elegir uno de los objetos propuestos, pero que los gramáticos denominan con
la tan indefinida designación de pronombres indefinidos. Dos variedades de estos
son particularmente importantes en lógica, los selectivos universales tales
como quivis, quilibet, quisquam, ullus, nullus, nemo, quisque, uterque, y en
castellano "algún", "cada", "todo", "no", "ningún", "cualquier cosa", "cualquiera",
"todo", "alguien", "nadie". Estos significan que el oyente tiene libertad para elegir
cualquier caso que quiera dentro de los límites expresados o comprendidos, y la
afirmación ha de aplicarse a ese caso. La otra variedad lógicamente importante
consiste en los selectivos
particulares, quis, quispiam, nescio, quis, aliquis, quidam y en castellano "algo",
"alguno", "alguien", "un", "cierto", "uno u otro", "adecuado", "uno".
Junto con los pronombres anteriores están expresiones tales como "todos
menos uno", "uno o dos", "unos pocos", "casi todos", "todos los demás", etc. Junto
con los pronombres han de clasificarse los adverbios de lugar y tiempo, etc.
No muy diferentes a estos son "el primero", "el último", "el séptimo", "dos
tercios de", "miles de", etc.
2.297 La palabra Símbolo tiene tantos significados que sería un perjuicio para
el lenguaje añadir uno nuevo. No creo que la significación que le otorgo, la de un
signo convencional, o una que depende del hábito (adquirido o innato), sea tanto
un nuevo significado como una vuelta al significado original. Etimológicamente
debería significar una cosa unida, así como émbolo (embolum) es una cosa que
entra en algo, un pasador, y parábola (parabolum) es una cosa arrojada,
seguridad colateral, e hipóbolo (hypobolum) es una cosa arrojada debajo, un
regalo prenupcial. Se dice usualmente que en la palabra símbolo el unirse debe
entenderse en el sentido de "conjeturar"; pero si ese fuera el caso encontraríamos
que, por lo menos a veces, significa una conjetura, un significado que puede
buscarse en vano en toda la literatura. Pero los griegos usaron "unir" (symballein)
muy frecuentemente para significar el hacer un contrato o convenio. Ahora bien,
con frecuencia y desde antiguo encontramos símbolo (symbolon) usado para
significar un contrato o convenio. Aristóteles llama al nombre un "símbolo", esto
es, un signo convencional. En griego, la fogata que se enciende para avisar es un
"símbolo", esto es, una señal sobre la que se está de acuerdo; una bandera o
estandarte es un "símbolo"; un santo y seña es un "símbolo"; un distintivo es un
"símbolo"; el credo de una iglesia se llama "símbolo" porque sirve como distintivo
o dogma; una entrada de teatro se llama "símbolo"; cualquier vale o cheque que
le autoriza a uno a recibir algo es un "símbolo". Más aún, cualquier expresión de
sentimiento se llama un "símbolo". Esos eran los principales significados de la
palabra en el lenguaje original. El lector juzgará si son suficientes para sostener
mi afirmación de que no estoy distorsionando seriamente la palabra al emplearla
como me propongo hacer.
2.299 En los tres órdenes de signos, Icono, Índice, Símbolo, puede señalarse
una progresión regular de uno, dos, tres. El icono no tiene conexión dinámica con
el objeto que representa; simplemente sucede que sus cualidades se parecen a
las de ese objeto, y provocan sensaciones análogas en la mente para la que es
una semejanza. Pero realmente permanece sin conexión con ellas. El índice está
conectado físicamente con su objeto; hacen un par orgánico, pero la mente que lo
interpreta no tiene nada que ver con esa conexión, excepto señalarla una vez
establecida. El símbolo se conecta con su objeto en virtud de la idea de la mente
que usa símbolos, sin la que no existiría ninguna conexión.
2.300 Toda fuerza física reacciona entre un par de partículas, cada una de las
cuales puede servir como índice de la otra. Por otra parte, encontraremos que
cada operación intelectual implica una tríada de símbolos.
2.302 Los símbolos crecen. Llegan a ser por desarrollo a partir de otros
signos, particularmente de los iconos, o de signos mixtos que participan de la
naturaleza de los iconos y de los símbolos. Pensamos sólo en signos. Esos signos
mentales son de naturaleza mixta. Sus partes simbólicas se llaman conceptos. Si
un hombre hace un nuevo símbolo, es a través de pensamientos que envuelven
conceptos. De modo que un nuevo símbolo puede crecer sólo a partir de
símbolos. Omne symbolum de symbolo. Un símbolo, una vez que es, se extiende
entre las gentes. En el uso y en la experiencia, su significado crece. Palabras tales
como fuerza, ley, riqueza, matrimonio, tienen para nosotros significados muy
diferentes de aquellos que tenían para nuestros bárbaros antepasados. El símbolo
puede decirle al hombre, como la esfinge de Emerson:
4. SIGNO:
2.303 Algo que hace que alguna otra cosa (su interpretante) se refiera a un
objeto al que él mismo se refiere (su objeto) de la misma manera, el interpretante
llegando a ser a su vez un signo, y así hasta el infinito.
5. ÍNDICE:
Ningún hecho concreto puede afirmarse sin el uso de algún signo que sirva
como índice. Si A le dice a B, "hay fuego", B preguntará, "¿dónde?". Por lo tanto A
está obligado a recurrir a un índice, incluso aunque sólo se esté refiriendo a algún
lugar en el universo real, pasado y futuro. De otro modo, sólo ha dicho que hay
una idea tal como el fuego, lo que no proporcionaría ninguna información, pues a
menos que fuera ya conocida, la palabra "fuego" sería ininteligible. Si A señala
con su dedo el fuego, su dedo está conectado dinámicamente con el fuego, tanto
como si una alarma de incendios automática lo hubiera vuelto directamente en
esa dirección, mientras que también fuerza a los ojos de B a volverse en esa
dirección, a que ponga su atención en eso y a que su entendimiento reconozca
que su pregunta ha sido respondida. Si la respuesta de A es "a mil yardas de
aquí", la palabra "aquí" es un índice, pues tiene exactamente la misma fuerza que
si hubiera señalado enérgicamente al suelo entre B y él. Más aún, la palabra
"yarda", aunque está por un objeto de clase general, es indirectamente indéxica,
ya que los mismos palos para medir una yarda son signos del modelo
parlamentario, y eso no porque tengan cualidades similares, pues todas las
propiedades pertinentes de una barra pequeña son, hasta donde podemos
percibir, las mismas de una grande, sino porque cada una de ellas ha sido real o
virtualmente llevada hasta el prototipo y sujeta a ciertas operaciones dinámicas,
mientras que la fuerza asociativa trae a nuestras mentes, cuando vemos una de
ellas, varias experiencias, y nos lleva a considerarlas como relacionadas con una
longitud fija, aunque puede que no hayamos reflexionado acerca de que ese
modelo es una barra material. Las consideraciones anteriores pueden llevar al
lector a suponer que los índices hacen referencia exclusiva a objetos de
experiencia, y que no habría uso para ellos en la matemática pura, tratando,
como hacen, con creaciones ideales, sin considerar si se realizan en algún lugar o
no. Pero las construcciones imaginarias del matemático, e incluso los sueños, se
aproximan tanto a la realidad como para tener un cierto grado de fijeza, y como
consecuencia de él pueden ser reconocidos e identificados como individuos. En
resumen, hay una forma degenerada de observación que se dirige a las
creaciones de nuestras propias mentes, usando la palabra observación en su
sentido pleno, es decir, implicando algún grado de fijeza y quasi-realidad en el
objeto al que tratan de conformarse. En consecuencia, encontramos que los
índices son absolutamente indispensables en matemáticas, y hasta que se
comprendió esta verdad todos los esfuerzos para reducir a reglas la lógica de las
relaciones triádicas y mayores falló, mientras que, tan pronto como fue
comprendida, el problema se solucionó. Las letras ordinarias del álgebra que no
presentan ninguna peculiaridad son índices. También lo son las letras A, B, C, etc.
asociadas a figuras geométricas. Los abogados y otras personas que tienen que
explicar un asunto complicado con precisión recurren a las letras para distinguir a
los individuos. Las letras usadas así son meros pronombres relativos mejorados.
De este modo, mientras que los pronombres demostrativos y personales son, tal y
como se usan ordinariamente, "índices genuinos", los pronombres relativos son
"índices degenerados", pues aunque pueden referirse accidental e indirectamente
a cosas existentes, se refieren directamente, y sólo necesitan referirse, a las
imágenes en la mente que las palabras previas han creado.
6. SÍMBOLO:
2.307 Un signo que se constituye como signo mera o principalmente por el
hecho de que es usado y comprendido como tal, ya sea el hábito natural o
convencional, y sin considerar los motivos que originalmente gobernaron su
selección.