aprendizaje en el niño
Este problema se debe resolver en sus primeras instancias antes que se acumulen y se
agrave la situación
Antonio Martínez
07:00h Lunes, 07 de julio de 2008
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Han pasado ya varios años, desde que terminamos la primaria pero, difícilmente,
alguien se podrá olvidar de Daniel. No me refiero al popular Daniel el travieso, sino a
Daniel Frías, un niño que fue compañero de aula durante algunos años de la primaria en
mi escuela. Daniel era un niño normal, como todos, jugaba los mismos juegos que
nosotros, reaccionaba igual que nosotros cuando nos dejaban sin recreo y llevaba al
refrigerio los mismos jugos que nosotros. Pero algo era distinto en él cuando
tomábamos dictado en las clases. En esos años, los dictados ortográficos son cosas
cotidianas y casi toda la clase de lenguaje, se iba en tomar estos dictados y era allí que
Daniel mostraba su lado diferente. A diferencia de los demás niños, Daniel iba
repitiendo en voz alta mientras escribía. En ocasiones nos servía para que la maestra no
tuviese que repetir la oración ante alguna distracción, pero se empezó a hacer tedioso
con el tiempo, más cuando repetía en voz alta los problemas de matemática que nos
dictaba y que requerían de silencio sepulcral para concentrarnos en su resolución.
En ese momento lo mandábamos a callar al unísono y sin piedad, sin saber que Daniel
afrontaba un problema de aprendizaje. En efecto, años más adelante, ya fuera del
colegio, me enteré que esta conducta es un indicador de un problema de aprendizaje
subyacente. Los niños que tienen estos problemas, tienen una inteligencia normal,
promedio respecto de las de otros niños, al igual que su agudeza visual y auditiva. Es
un niño comprometido que le interesa seguir instrucciones y comportarse bien, pero
tiene dificultad para procesar y asimilar la información que recibe, por tanto, no logra
desarrollarse a un ritmo promedio, respecto de otros niños de su misma edad. Las
cifras, hablan de que uno de cada diez niños en etapa escolar, sufren de este déficit
de aprendizaje y que se detectan, generalmente luego de los cinco años de edad.
Inevitablemente, esto desemboca en una dificultad del niño para adaptarse a su grupo y
afecta su propio rendimiento en la escuela. Este tipo de niños, presentan un patrón
neurológico distinto al de otros niños de su misma edad. Otra de las señales de alerta a
la que los padres deben de estar atentos es cuando el niño no recuerda algo que se le
acaba de decir.
En efecto, a veces vemos padres que les dicen a sus hijos, “tú andas en la luna” y puede
ser una pequeña señal. Otro síntoma puede ser la dificultad para seguir instrucciones
o entender las tareas en la escuela o no dominar las cosas básicas como el deletreo
de una palabra o escribir estas al revés. También existen señales de coordinación a la
que los padres deben estar atentos como la dificultad del niño para distinguir entre su
derecha o su izquierda, también su falta de coordinación en actividades deportivas o
ejercicios manuales que no deberían presentar mayor dificultad como amarrarse los
pasadores. El niño con dificultades en el aprendizaje, también suele perder sus cosas,
olvida sus útiles escolares o sus prendas de vestir. Otros síntomas de su carácter
pueden referirse a su irritabilidad o a su confusión por no saber distinguir entre los
tiempos, el ayer y el hoy se le hacen confusos. Otra escena de la escuela que estoy
recordando, es que Daniel, acercaba bastante el libro a su rostro cuando leía y lo hacía
con muchas pausas entre las palabras o repitiendo la misma línea que acababa de dar
lectura, llegando a irritar incluso a nuestra joven maestra.