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Epopeyas, cantares y

romances
Las epopeyas
Dentro del género épico o
narrativo encontramos la epopeya,
que es un poema extenso que
nos narra las proezas y aventuras
de héroes y pueblos legendarios.
Estos poemas se transmitían de
forma oral, generalmente estaban
destinados al canto o a la
recitación con música y esta labor
la desempeñaba el aedo. Por otro
lado, la epopeya es el subgénero
literario más antiguo de nuestra
cultura. Destacan dentro de este
subgénero La Odisea, atribuida a Odiseo atado al mástil de su barco
tratando de vencer la atracción de las
Homero. sirenas. Cuadro de Leon Belly, Las sirenas.

La Odisea
Odiseo (Ulises) era un héroe
protegido por la diosa Atenea,
caracterizado por su astucia. La
Odisea narra su vuelta a casa
después de haber luchado en la
guerra de Troya. Durante veinte
años vagó por las costas del
Mediterráneo, conociendo mil
aventuras. Estuvo entre los
Cíclopes, gigantes de un solo
ojo. Uno de ellos, Polifemo, devoró a varios compañeros de
Odiseo, pero éste lo embriagó y lo venció dejándole ciego.
1
Este suceso provocó la
ira de Poseidón, dios
del mar y padre de
Polifemo, el cual, para
vengar a su hijo,
persiguió a Odiseo con
terribles tempestades
durante su viaje.
Después de haber
escapado de las
sirenas, que con sus cantos atraían a los marineros y les
hacían naufragar, y después de haberse salvado de los
monstruos marinos Escila y Caribdis, nuestro héroe llegó a la
isla de Trinacria (hoy Sicilia), donde sus compañeros atacaron
a los animales sagrados, dedicados al dios del sol, Helios. El
dios supremo, Zeus, los castigó destruyendo con sus rayos
todos los navíos. Únicamente sobrevivió Odiseo, que llegó a la
isla de Ogigia, donde reinaba la ninfa Calipso. Ésta lo retuvo
siete años a su lado y le dio un hijo, pero Odiseo, que seguía
sintiendo nostalgia de su patria, abandonó a Calipso y decidió
regresar a su isla Ítaca .Ulises sufrió otro naufragio pero
consiguió llegar a la isla de los feacios, donde fue recibido por
el rey Alcinoo y su hija Nausica. Los feacios lo condujeron por
fin a Ítaca. Allí su fiel esposa, desde hacía varios años, era
solicitada por numerosos pretendientes. Ulises disfrazado de
mendigo, logró entrar en su palacio, donde mientras tanto
Penélope había prometido casarse con el que fuera capaz de
tensar el arco de Ulises. Ninguno de ellos lo logró, y entonces
Ulises tensó el arco y mató a todos los pretendientes.

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Los cantares de gesta
Los cantares de gesta
están dentro del género
épico o narrativo. Son
poemas extensos que
narraban las hazañas de
un héroe y eran
interpretados por los
juglares . En la Edad
Media eran muy escasas las personas que sabían leer
y escribir y esto afectaba a la manera de componer y
difundir una obra literaria. Las obras tenían que
transmitirse oralmente. Los cantares tenían dos
finalidades: por un lado, informaban (aunque de
manera exagerada y fantaseada) sobre los
acontecimientos heroicos y transmitían los valores
propios de la época (orgullo, valor, honor...). Por otra
parte, divertían a las gentes, siempre ansiosas por
escuchar historias nuevas y extraordinarias.
La literatura castellana surge en el siglo XII de la mano
de los juglares, cantores y actores cuyo oficio era
divertir al pueblo. En su repertorio podíamos encontrar
poemas líricos de tema amoroso, debates y cantares
de gesta. El cantar de gesta más importante de
nuestra literatura es el Poema o Cantar de Mio Cid, del
cual trataremos brevemente a continuación.

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Poema de Mio Cid
Es uno de los poemas épicos
más viejos (S. XII), y está
escrito en castellano antiguo.
Cuenta las hazañas de
Rodrigo Díaz de Vivar que
vivió siendo rey Alfonso VI de
Castilla. Era valiente, leal y
honrado. Su autor fue un juglar
del tiempo del Cid, pero la
copia que se conserva fue
hecha en el siglo XIV por otro
que se llamaba Per Abbat. En
cuanto a su estructura, está dividido en tres cantos:
1 ª.- Cantar del Destierro:
El Cid es expulsado de Castilla por el rey Alfonso VI y
se va con su ejército. Deja a su esposa Dña. Jimena y a
sus hijas, Elvira y Sol. Lucha contra los moros, los
vence y manda regalos al Rey.
2ª.- Cantar de las Bodas:
El Cid conquista Valencia y los infantes de Carrión
piden la mano de sus hijas. El Rey perdona al Cid y se
celebran las bodas.
3ª.- Cantar de la Afrenta de Corpes :
Los Infantes son cobardes y se burlan de ellos. Para
vengarse abandonan a sus esposas en el robledo de
Corpes después de azotarlas. El Rey los castiga y las
hijas del Cid se casan de nuevo con los infantes de
Navarra y Aragón.Leamos ahora algunos fragmentos.
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Fragmentos del Cantar:
La afrenta: La cobardía de los Infantes ante el león suelto.
En Valencia con los suyos vivía el Campeador;
Con él estaban sus yernos, Infantes de Carrión.
Un día que el Cid dormía en su escaño, sin temor,
un mal sobresalto entonces, sabed, les aconteció:
Escapose de una jaula, saliendo fuera, un león.
Los que estaban en la Corte sintieron un gran temor;
recogiéronse sus mantos los del buen Campeador,
y rodean el escaño en guarda de su señor.
Allí Fernando González, infante de Carrión,
ni en las salas ni en la torre ningún refugio encontró;
metiose bajo el escaño, tan grande fue su pavor.
Diego González, el otro, por la puerta se salió
diciendo con grandes gritos: -¡Ay, que no veré Carrión!
Tras la viga de un lagar metiose con gran temor;
todo el manto y el brial sucios de allí los sacó.
En esto que se despierta el que en buen hora nació;
de sus mejores guerreros cercado el escaño vio:
-¿Qué pasa aquí, mis mesnadas? ¿Qué queréis? ¿Qué
aconteció?
-Es que, mi señor honrado, un susto nos dio el león.
Apoyándose en el codo, en pie el Cid se levantó:
El manto se pone al cuello y encaminose al león.
La fiera, cuando vio al Cid, al punto se avergonzó;
allí bajó la cabeza, y ante él su faz humilló.
Nuestro Cid Rodrigo Díaz por el cuello lo tomó,
y lo lleva de la mano, y en la jaula lo metió.
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El Robledal de Corpes
Ahora nos vengaremos por la afrenta del león.
Allí las pieles y mantos quitáronles a las dos;
sólo camisas de seda sobre el cuerpo les quedó.
Espuelas tienen calzadas los traidores de Carrión;
en sus manos cogen cinchas, muy fuertes y duras son.
Comienza a golpearlas los Infantes de Carrión.
con las cinchas corredizas las azotan con rigor;
con las espuelas agudas les causan un gran dolor;
les rasgaron las camisas y las carnes a las dos;
allí las telas de seda limpia sangre las manchó;
bien que lo sentían ellas en su mismo corazón.
¡Qué ventura sería ésta, si así lo quisiera Dios,
que apareciese allí entonces nuestro Cid Campeador!
¡Tanto allí las azotaron! Sin fuerzas quedan las dos
Sangre mancha las camisas y los mantos de primor.
Cansados están de herirlas los Infantes de Carrión.
Prueban una y otra vez quién las azota mejor.
Ya no podían ni hablar doña Elvira y doña Sol.
En el robledo de Corpes por muertas quedan las dos.

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Lucha de Pedro Bermúdez con el Infante don
Fernando. Victoria del defensor del Cid.
Los del Cid van al encuentro de la gente de Carrión;
los de Carrión van en busca de los del Campeador.
Cada uno de ellos observa al que es su competidor.
Allí embrazan los escudos cubriéndose el corazón;
hacia abajo van las lanzas, van junto con el pendón;
las caras van inclinadas por encima del arzón;
toma carrera el caballo que el espolón aguijó;
quiería temblar la tierra, tan duro golpeó.
Los escudos se golpean sin ningún temor los dos,
Y don Fernando el escudo a don Pedro le rompió;
El golpe fue en el vacío, y en la carne no rehirió;
Por dos sitios allí entonces la lanza se le quebró
Aguantó firme don Pedro y por eso no cayó.
Si él un golpe ha recibido, con otro mayor hirió;
La guarnición del escudo por el centro le rompió;
Lo atraviesa por allí que de nada le valió;
La lanza le puso al pecho, bien cerca del corazón;
La loriga de tres mallas a don Fernando libró;
Dos de ellas se le rompieron, la tercera resistió;
El vestido y la camisa, junto con la guarnición,
Cuanto una mano en el cuerpo don Pedro se las entró,
Y allí por la boca afuera a echar sangre comenzó;
las cinchas se le rompieron, ninguna el golpe aguantó;
por las grupas del caballo en tierra entonces lo echó;
así creyeron las gentes que mal herido cayó;
don Pedro dejó la lanza, y allí la espada sacó;
cuando lo vio don Fernando, pronto conoció a Tizón.
Antes que el golpe esperase, dijo allí: -Vencido estoy.
Por bueno lo dan los jueces, y don Pedro lo dejó.

7
Los romances
Cuando los juglares recitaban los cantares de gesta, la
gente pedía que repitieran los fragmentos más
interesantes. El pueblo los aprendió y al repetirlos
exclusivamente de forma oral, fue cambiando su contenido.
En el siglo XV desapareció el gusto por los cantares de
gesta, pero se siguieron recordando algunas partes de los
mismos que se convirtieron en romances . Aquí tienes un
ejemplo:
Cantar de Gesta
Rey don Sancho, rey don Sancho, / no digas que no te aviso;
que del cerco de Zamora / un alevoso ha salido;
Bellido Dolfos se llama, / hijo de Dolfos Bellido;
si gran traidor es el padre, / mayor traidor es el hijo.
Romance
Rey don Sancho, rey don Sancho,
no digas que no te aviso;
que del cerco de Zamora
un alevoso ha salido;
Bellido Dolfos se llama,
hijo de Dolfos Bellido;
si gran traidor es el padre,
mayor traidor es el hijo.
El romance es un poema formado por una serie indefinida
de versos octosílabos, de los cuales los versos pares riman
en asonante y los impares quedan libres.
Todos los romances que se han escrito desde el siglo XIV
hasta nuestros días se agrupan en el llamado Romancero.
Hay dos clases de romanceros:
1 ) El romancero viejo : incluye todos los romances
anónimos compuestos desde el siglo XIV al siglo XVI.
2) El romancero nuevo :incluye todos los romances
nuevos o artísticos escritos por autores cultos y conocidos
a partir de la segunda mitad del siglo XVI.
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LOS PRESAGIOS
Los vientos eran contrarios, Si me pides quién lo ha hecho
la luna estaba crecida, yo muy bien te lo diría:
los peces daban gemidos ese conde don Julián
por el mal tiempo que hacía, por amores de su hija,
cuando el rey don Rodrigo porque se la deshonraste
junto a la Cava dormía, y más de ella no tenía.
dentro de una rica tienda Juramento viene echando
de oro bien guarnecida. que te ha de costar la vida.'
Trescientas cuerdas de plata Despertó muy congojado
que la tienda sostenían, con aquella voz que oía;
dentro había doncellas con cara triste y penosa
vestidas a maravilla; de esta suerte respondía:
las cincuenta están tañendo 'Mercedes a ti, Fortuna,
con muy extraña armonía, de esta tu mensajería.'
las cincuenta están cantando Estando en esto allegó
con muy dulce melodía. uno que nuevas traía:
Allí hablara una doncella como el conde don Julián
que Fortuna se decía: las tierras le destruía.
'Si duermes, rey don Rodrigo,
despierta por cortesía,
y verás tus malos hados,
tu peor postrimería,
y verás tus gentes muertas
y tu batalla rompida,
y tus villas y ciudades
destruidas en un día:
tus castillos, fortalezas,
otro señor los regía.

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-¡Abenámar, Abenámar, -El Alhambra era, señor,
moro de la morería, y la otra la Mezquita;
el día que tú naciste los otros los Alixares,
grandes señales había! labrados a maravilla.
Estaba la mar en calma, El moro que los labraba
la luna estaba crecida: cien doblas cobraba al día,
Moro que en tal signo nace y el día que no los labra,
no debe decir mentira. otras tantas se perdía.
Allí respondiera el moro, El otro es Generalife,
bien oiréis lo que decía: huerta que par no tenía;
-Yo te lo diré, señor, el otro Torres-Bermejas,
aunque me cueste la vida, castillo de gran valía.
porque soy hijo de un moro Allí habló el rey don Juan,
y una cristiana cautiva; bien oiréis lo que decía:
siendo yo niño y muchacho, -Si tú quisieses, Granada,
mi madre me lo decía: contigo me casaría;
que mentira no dijese, daréte en arras y dote
que era grande villanía: a Córdoba y Sevilla.
por tanto, pregunta, rey, -Casada soy, rey don Juan,
que la verdad te diría. casada soy, que no viuda;
-Yo te agradezco, Abenámar el moro que a mí me tiene
aquesa tu cortesía. muy grande bien me quería.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!

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EL ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Caminaba el Conde Olinos
mañanita de San Juan
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Bebe, mi caballo, bebe,
y Dios te me libre del mal,
de los vientos de la tierra
y de las furias del mar.
Desde las torres más altas
la reina lo oye cantar;
es la voz del Conde OLinos
que por mi pensando está.
Si es la voz del Conde Olinos
yo le mandare matar
que para casar conmigo
le falta sangre real.
No le mande matar, madre,
no le mande usted matar
que si mata al Conde Olinos
a mí la muerte me da.
Guardias mandaba la reina
al Conde Olinos matar;
que lo maten a lanzadas
y echen su cuerpo al mar.
La infanta con gran pena
no dejaba de llorar;
el murió a la media noche;
ella, a los gallos cantar.

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ROMANCE SONÁMBULO, de Lorca
Verde que te quiero verde. ese trato se cerraba.
Verde viento. Verdes ramas. Pero yo ya no soy yo,
El barco sobre la mar ni mi casa es ya mi casa.
y el caballo en la montaña. Compadre, quiero morir
Con la sombra en la cintura decentemente en mi cama.
ella sueña en su baranda, De acero, si puede ser,
verde carne, pelo verde, con las sábanas de holanda.
con ojos de fría plata. ¿No ves la herida que tengo
Verde que te quiero verde. desde el pecho a la garganta?
Bajo la luna gitana, Trescientas rosas morenas
las cosas le están mirando lleva tu pechera blanca.
y ella no puede mirarlas. Tu sangre rezuma y huele
Verde que te quiero verde. alrededor de tu faja.
Grandes estrellas de escarcha, Pero yo ya no soy yo,
vienen con el pez de sombra ni mi casa es ya mi casa.
que abre el camino del alba. Dejadme subir al menos
La higuera frota su viento hasta las altas barandas,
con la lija de sus ramas, dejadme subir, dejadme,
y el monte, gato garduño, hasta las verdes barandas.
eriza sus pitas agrias. Barandales de la luna
¿Pero quién vendrá? ¿Y por por donde retumba el agua.
dónde...? Ya suben los dos compadres
Ella sigue en su baranda, hacia las altas barandas.
verde carne, pelo verde, Dejando un rastro de sangre.
soñando en la mar amarga. Dejando un rastro de lágrimas.
Compadre, quiero cambiar Temblaban en los tejados
mi caballo por su casa, farolillos de hojalata.
mi montura por su espejo, Mil panderos de cristal,
mi cuchillo por su manta. herían la madrugada.
Compadre, vengo sangrando, Verde que te quiero verde,
desde los montes de Cabra. verde viento, verdes ramas.
Si yo pudiera, mocito, Los dos compadres subieron.
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El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar. Federico García Lorca fue un escritor
Y el caballo en la montaña. granadino que perteneció a la
Generación del 27. Sus obras tienen
influencias de la poesía popular y
tradicional, como se advierte en el uso
del romance. El Romance sonámbulo
pertenece a su libro Romancero gitano
(1 928),que ahonda en el sentimiento
popular, en el folclore andaluz y en el
mundo gitano, simbolo de belleza y
libertad.

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Pilar Soler Lozano
Lengua castellana y Literatura
IES El Getares, curso 201 0-2011

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