Literatura y subdesarrollo
aNróNro cANoroo
El escritor brasileñó Mario Vieira de Mello, uno de los pocos que han tratado
del problema de las relaciones entre subdesarrollo y ^cultura, establece una
distinción válida no sólo para su país, sino también iara toda Latinoamériá.
Dice él que hubo un cambio marcado de perspectiva,-pues hasta más o menos
el decenio de 1930 predominaba entre nosotros la noción de .,país nuevo,,, es
decir, que todavía no había podido realizarse, pero que se atribuía a sí mismo
grandes posibilidades de progreso futuro. Sin haber habido cambio esencial
en la distancia que nos. alejaba y aleja de los países ricos, lo que predomina
ahora es la noción de "país subdesarrollado". Desde la primera pérspectiva,
se ponía de relieve la pujanza y, por lo tanto, la grandeia aún nL rcalizada,.
Desde la segunda, se subraya lapobreza actual, liatrofia; lo que falta y no
lo que abunda.
Las consecuencias que Mario Vieira de Mello extrae de esa distinción no
me parecen ciertas; pero considerada en sí misma ella es justa y ayuda a
comprender ciertos aspectos fundamentales de la creabión literaria en ,Lati-
noamérica. En efecto, la idea de "país nuevo,, produce en la literatura algu-
nas actitudes fundamentales, derivadas de la sorpresa, del interés por lo eió,
tico, de un cierto respeto por lo grandioso y de Ia esperanza eh cüanto a las
posibilidades. La idea de que América constituye un sitio privilegiado se ex-
presó en proyecciones rtópicas, que actuaron en la fisonomia de li conquista,
como demostró sergio Buarque de Ho'landa en una obra fundamental, áonde
estudia la trasposición de nociones y fantasías de carácter parad.isiaco, para
componer la imagen del Nuevo Mundo. pedro Henríquez urána señala que el
primer docum tinente, la cárta de Colón, inaigura
el tono de des que se comunicaría a la posteriáad.
En el siglo xvr Antonio Vieira, mezclando pragmatis-
mo v profetismo, aconsejó la transferencia de la sede de la monarquía portu_
guesa al Brasil, que estaría predestinado a realizar los más altos fines de la
historia, como sede del Quinto rmperio. Más adelante, cuando las contradic_
las clases dominantes a la separación
dea complementaria de que América
a-de la libertad y, adí, consumar los
t33sl
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les pueden producir tal cambio en los procesos de creación y en los medios
de comunicación, que, cuando las grandes masas lleguen finalmente a -la ins-
trucción elemental, buscarán fuera del libro'la satisfacción de las necesidades
universales de ficción y poesía.
Mejor dicho: en la mayoría de nuestros países hay grandes masas que tG
davía no }aata alcanzado la literatura erudita, zambtTléndose en una etapa
folklórica de comunicación oral. Cuando son alfabetizadas y absorbidas por el
proceso de urbanización, pasan al dominio de la radio, de la televisión, de las
tiras cómicas (comic strips) y revidtas de historietas, constituyendo la base
de una cultura de masa. De ahí que la alfabetización no aumenta proporcie
nalmente el número de lectores de literatura, como la.entendemos aquí, sino
que lanza a los alfabetizados, al lado de los analfabetos, directamente de la
fase folklórica a esa especie de folklore urbano que es la cultura masificada.
En la época de y poé i r
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principios de la ormas iá
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Este problema es, además, uno de los más graves en los países ,.rbd"rarrJ
llados, por la interferencia maciza de lo que se podría llamar el know'how
cultural y de los propios materiales ya elaborados de cultura masificada,
provenientes de los países desarrollados, que pueden por este medio no tan
sólo divulgar normalmente sus valores, sino también actuar anormalmente a
través de ellos para orientar la opinión y la sensibilidad de las poblaciones
subdesarrolladas hacia sus intereses políticos. Es normal, por ejemplo, qlue
la imagen del héroe de f'ar-west se difunda, porque independientemente de los
juicios de valor, es una de las características de la cultura norteamericana
incorporada a la sensibilidad media del mundo. En países de amplia inmi-
gración japonesa, como el Brasil, está divulgándose de manera tamblén nor-
mal \a imagen deI santur.ai, sobre todo por medio del cine. Pero es anormal
que tales imágenes sin'an de vehículo para inculcar en los públicos de los
países subdesarrollados actitudes e ideas que los identifiquen a los intereses
políticos y económicos de Estados Unidos o de Japón. Cuando pensamos que
la mayoría de las tiras cómicas y revistas de historietas llevan copyright nor'
teamericano, y que gran parte de las fotonovelas y de la ficción policial y de
aventura provienen de la misma fuente, o la imitan servilmente, es fácil valo
rar el efecto negativo que pueden eventualmente ejercer, como difusión
anorntal frente a los públicos inermes.
Conviene señalar respecto a esto que en la literatura erudita el problema
de las influencias (que examinaremos más adelante) puede tener un efecto
estético bueno, o deplorable; no obstante, sólo por excepción repercute en
el comportamiento ético o político de las masas, pues alcanza a un número
3N LITERATURA Y SOCIEDAD
de Almeida, que publicó a comienzos de este siglo, en francés, una obra teatral
nativista compuesta probablemente mucho antes: Lo féte d,es crdnes, dram'e
de meurs indiennes en tnois actes et douze tableaux... Sin embargo, el he-
cho es realmente significativo cuando aparece ligado a autores y obras de
calidad, como el poeta del setecientos, Claudio Manuel da Costa, que dejó
amplia y buena producción en italiano. O Joaquim Nabuco, típico ejemplar
de la oligarquía cosmopolita de sentimientos liberales, en la segunda mitad del
siglo xrx, que escribió en francés una obra teatral sobre los problemas mora'
les de un alsaciano después de la guerra de 1870 ( !), además de fragmentos
autobiográficos y un libro de máximas. En ese mismo idioma escribieron
toda su obra o parte de ella varios simbolistas brasileños, incluso uno de los
importantes, Alphonsus de Guimaraens. Francisco García Calderón escribió,
elr francés, un libro muy útil en su tiempo como tentativa de üsión integrada
de los países iatinoamericanos. En francés escribió Vicente Huidobro par-
te de su obra y de su teoría. Estoy cierto de que se encontfarían ejemplos
semejantes en todos nuestros países, desde la vulgar subliteratura oficial y
académica hasta producciones de calidad.
Todo elio no existía sin ambivaiencia, pues por un lado las élites imitaban
lo bueno y lo malo de las sugestiones europ€as, pero, por otro, a veces
simultánearnente, afirmaban la más intransigente independencia espiritual,
en un movimiento pendular entre la realidad y la utopía de carácter ic{eolo-
gico. Y así vemos que analfabetismo y refinamiento, cosmopolitismo y regio-
nalismo, pueden tener raíces mezcladas en el suelo de la incultura y del
esfuerzo para superarla.
af De Ia dependerccía a Io interdepemdencia
soberania literaria que ésta ejercía. Pero el hecho es que tal cosa no se hizo
a partir de recursos expresivos originales, sino de la adaptaCión de procesos
y áctitudes francesas. Lo que los españoles recibieron fue la influencia de
irancia ya filtrada y traducida por los latinoamericanos, que de este modo
los gustituyeron como mediadores culturales.
Esto nó disminuyg en nada el valor de los "modernistas" ni la significa-
ción de su hazáña, basada en una alta conciencia de la literatura como arte,
no como documento, y en capacidad a veces excepcional de realización poética.
Sin embargo, permite interpretar el "modernismo" según la línea desarrollada
aquí, es dicii, como episodio sociológicamente importante del proceso de
fe-cundación creadora dl ta dependenr ia, modo peculiar de nuestros países
de ser originales. Pof eso, también sin innovar en el plano de las formas
estéticas, el movimiento brasileño correspondiente, aunque menos valioso eS
menos engañador, pues al denominarsg; €o SüS dos etapas, "parnasianismo"
y "simbolismo", dejó clara la fuente donde todos bebieron'
Una etapa fundamental en la superación de la dependencia es la capacidad
de produci^r obras de primer rango, influidas, no por modelos extranjeros,
sino por ejemplos nacionales anteriores. Esto sign-ifica el establecimiento
de ur]a causalidad interna, que hace incluso más fecundos los préstamos
tomados a otras culturas. En- el caso brasileño, los creadores del "modernis-
mo", en el decenio de1920, derivan en gran parte de las vanguardias europeas'
pero los poetas de la generación siguiente, en los años 30 y 40, derivan inme-
diatamenie de ellos ocurre con lo que es fruto de influencia en
-corno
carlos Drummond de Andrade o Murilo Mendes. Estos, a sv vez, inspir4ron
a Joáo cabral de Melo Neto, a pesar de que éste debe también,estos primero a
a los españoles contemporáneos' Sin embargo, poetas
Valéry, después
de aliá *"lo ,ro influyerón fuera de su país, y mucho menos en los países de
donde nos vienen insPiraciones'
Así es posible decir que Borges representa el primer caso de incontestable
influencia original, e;eróida de manera amplia y reconocida sobre los países
de origen por un modo
que podría haber abierto
arena de una lengua des
Es por eso por lo que nuestras proplas arr
aepenáen"ia cúltural ie inspiran en fórmulas europeas, sirviendo de ejemplo
jóve-
el caso del romanticismo biasileño, definido en París por un glupo de
*, q.," vivían al\á y fundaron allá, en 183ó, una revista qrre inició el
movimiento
Interesante es el caso de las van ardias del decenio de 1920, que mar.ca'
ron una liberación extraordinaria de los procedimientos expresivos y nos ?re-
páru." para alterar sensiblemente eI tratamiento de los temas planteados y
a
ia conciencia del escritor. Factores, para todos nosotros, de autonomía auto
afirmación, ¿en qué consisten, exarninados desde nuestro rángUlo? Huidobro
i'creácionismo" en Paris, inspirado en los franceses e italianos;
;;;b["" el
en francés Sus versos y expone en francés sus principios' en revistas
"r"lU"
éomo tnsprit Nouveau. Directamente tributarios de
los mismos orígenes son
LITERATURA Y SUBDESARROLLO 347
plejo al lector, pues se cruza con la voz dél narrador en tercera persona y
ion el monólogo de otros personajes identificados, pudiendo conf,undirse
alternativamente con ellos, y que, al final, cuando se manifiesta como lagaat,
ilumina retrospectivamente la estructura del libro, a la manera de un reguero,
promoviendo la revisión de todo Io que habíamos establecido sobre los per-
sonajes. Esta técnica parece una forna concreta de la imagen que Proust
emplea para ,sugerir la suya (el dibujo japonés desdoblándose en el tazón
con
JÁ¡i,
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{I v iónni
a. aser
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:er,
!'' Estas circunstancias parecen inte Amé-
rica; uno de los escritores más originales del momento, Julio Cortázar,
escribe cosas interesantes sobre el nuevo aspecto que Presentan fidelidad
local y movitidad mundial, en una reciente entrevista a la revista Life (vol.33,
núm. 7). Y a propósito de las influencias extranjeras en los escritores recientes,
Rodríguez Mónegal asume, en un artículo de la revista TriQunrterly (núms. 13-
14), una actitud que podría llarnarse justificación crítica de la asimilación.
Sin embargo, subsisten todavía puntos de vista contrarios, ligados a cierto
localismo propio de la fase de conciencia amena de retraso. Según éstos,
tales hechos son manifestaciones de falta de personalidad y alienación cultu-
ral, como puede verse en un artículo de la revista venezolana Zona Franca
(núm.51), donde Manuel Pedro González llega a decir que el verdadero es-
critor latinoamericano sería el que no sótro vive en su tierra, sino explota su
temática característica y expresa, sin dependencia estética externa, sus prq
blemas peculiares.
Parece, empero, que una de las características positivas de la era del sub-
desarrollo es la superación de la actitud de recelo, que lleva a la aceptación
indistinta o a la ilusión de originalidad exclusivamente a cuenta de los temas
locales. Quien lucha contra obstáculos reales queda más tranquilo y reconoce
la falacia de los obstáculos ficticios. En Cuba, vanguardia de América en Ia
lucha contra el subdesarrollo, ¿habrá artificio o evasión en la impregnación
surrealista de Alejo Carpentier o en su cornpleja visión transnacional, incluso
temáticamente, tal como apareCe en El siglo de I'as luces? En el Brasil, el mo
vimiento reciente de la poesía concreta adopta inspiraciones de Ezra Pound
y pri¡cipios estéticos de Max Bense; no obstante, lleva a redefinir el pasado
nacional, permitiendo leer de manera nueva a poetas ignorgdos, como Sousa
Andrade, precursor perdido entre los románticos del siglo xlx; o iluminando
convenientemente la revolución estilística de los grandes ntad'ernistas, Matio
de Andrade y Oswald de Andrade.
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