Porque aprender…. Sí, ¿por qué?

Reflexión breve sobre el aprendizaje del ser humano

Adriana Otero

Aprender es un ejercicio que se hace toda la vida. Quien crea que sólo aprende
aquél que va a la escuela o el que lee mucho, entre otras actividades, está
limitando su mente.

La cuestión es que muchos jóvenes piensan que ir a la escuela es inútil. Los

programas de estudio es muy claro que no ayudan a fomentar el aprendizaje de
muchos que, más que ser flojos, están ansiosos por aprender y no están
recibiendo lo que deberían y, por lo tanto, pierden el interés escolar. Ese es un
problema muy fuerte, pues se están desperdiciando talentos por tener un sistema
educativo que no atiende las demandas sociales, creyendo que por sólo dar
contenidos básicos el alumno será capaz de ser brillante toda su vida.

No se puede generalizar con respecto a la forma en la que educan todas las

escuelas en el sentido de que no se puede decir: todas son buenas o todas son
malas. Empezando porque hay una gran diferencia entre escuelas públicas y
privadas.

Indagando más en la forma de impartir las clases se viene a la mente la cuestión

sobre Educación Bancaria de la que tanto hablaba Freire. Serie de conocimientos
que se trasladan mágicamente a la mente del alumno si el mago profesor sólo
vocifera lo que dice saber, porque los alumnos, no conocen nada. Conocimientos
que van, pero no vienen; preguntas que se hacen, pero no vienen de vuelta.
Quizás esto podría ser un signo de monotonía, qué aburrido es no interactuar.

El humano es sociable, la comunicación es algo necesario para él y ésta requiere

de una interacción. Si la escuela no lo toma en cuenta y el profesor es una
máquiena de definiciones, sería mejor leer en casa, así todos se evitan las bancas
frías e incómodas. Pero esa no es la solución y mucho menos lo que debe
pretenderse a la hora de enseñar, aunque, sin duda, esto va atrofiando el deseo
de aprender.

La curiosidad es inherente al hombre. Desde que nace tiene el impulso explorar lo

que hay a su alrededor aproximándose a su entorno, tocando las cosas e, incluso,
metiéndoselas a la boca, bebé juguetón. Esas acciones se transforman en
palabras y viene la edad del por qué. Después, en la adolescencia, se llega a la
etapa de conflicto, donde la propia existencia es una pregunta. En la edad adulta
se vienen una serie de problemáticas qué resolver: en el trabajo, en la casa, en la
familia.... hasta en el súper. El conocimiento es una herramienta, es todo. Podría
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ser que el aprendizaje lo estimula la escuela y hay que conocer una serie de datos
básicos para sobrevivir. Muchos de éstos podrían parecer inútiles a simple vista,
pero no lo son, el problema viene cuando las instituciones educativas se limitan a
ofrecer el servicio de enseñar, mas no de reflexionar, de comprender, de criticar y
comparar.

Aprender toda la vida, aprender en todas las etapas algo diferente. Complementar
lo que sé. Si se cree que es sólo función de la escuela (y eso podría parecerlo
hasta este punto del discurso) no es así. Los primeros que enseñan son los
padres y ellos son quienes llevan la mayor parte haciendo el ejercicio. Los bebés
que se quieren agarrar todo y reciben un "no" estruendoso que los lleva al drama
Hollywoodense (cada quién sus mañas para conseguir cosas), los niños que
hacen algo y reciben un manotazo con el mismo "no"; los adolescentes que para
todo es "no". ¿Acaso eso fomenta seguir aprendiendo? Es inútil exigir que los
chicos aprendan si cada vez que hacen algo se les limita, se les mutila y no se les
da explicación de por qué sí o por qué no deben hacer lo que pretenden, es
educación bancaria: Obedece, no cuestiones.

Inevitablemente, la gente aprende toda la vida, lo que hay que hacer es establecer
el para qué se aprende y por qué. De la teoría a la práctica, ser guía de
aprendizaje, no capataz de acopio. Encontrar el sentido del conocimiento,
fomentar su aplicación, aunque parezca un ejercicio imposible. Todo puede
aplicarse, adaptarse, pero para ello hay que saber de lo que se está hablando.