Charlaine Harris
Saga Harper Connely
04 - Secreto en la tumba
Indice
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4
- Capítulo 5
- Capítulo 6
- Capítulo 7
- Capítulo 8
- Capítulo 9
- Capítulo 10
Por venir:
- Capítulo 11
- Capítulo 12
- Capítulo 13
- Capítulo 14
- Capítulo 15
- Capítulo 16
- Capítulo 17
- Capítulo 18
- Capítulo 19
- Capítulo 20
- Capítulo 21
Capítulo1
M
uy bien. - dijo la mujer de cabello de paja con la chaqueta
vaquera. - Haz lo que sabes hacer.- Su acento hacía que
las palabras sonaran más como – Haz lo que zabez hazer.
– Su cara de halcón parecía ansiosa, la mirada preventiva de una persona
que está dispuesta a probar un alimento desconocido.
Estábamos en un campo barrido por el viento, a unos kilómetros al sur
de la autopista que va desde Texarkana a Dallas. Un coche pasó por los dos
estrechos carriles de asfalto. Era el único coche lo había visto desde que
había seguido la brillante y negra camioneta de Lizzie Joyce, un Chevrolet
Kodiak, hasta el cementerio Pioneer Rest, que estaba a las afueras de la
pequeña ciudad de Clear Creek.
Cuando el puñado de personas con las que estábamos se quedó en
silencio, el silbido del viento recorriendo el cerro circundante fue el único
sonido que reinaba.
No había una verja alrededor del pequeño cementerio. Había
sido limpiado, pero no recientemente. Era un viejo cementerio, como los
cementerios de Texas solían ser, creados cuando el roble del centro del
cementerio era sólo un pequeño árbol. Una bandada de aves cacareaba
en las ramas del roble. Debido a que estábamos en la zona norte de Texas,
había hierba, pero como era febrero no estaba verde. Aunque la temperatura
rondaba los diez grados hoy, el viento era más frío de lo que esperaba. Yo
llevaba la cremallera de la chaqueta subida. Me di cuenta de que Lizzie
Joyce no llevaba una.
La gente que vivía aquí eran duros y pragmáticos, incluyendo a la
rubia de unos treinta años que me había invitado a venir. Era delgada y
musculosa, y debía haberse puesto los pantalones engrasando sus piernas.
No podía imaginarme cómo se montaría a un caballo. Sin embargo, sus
botas estaban gastadas, igual que su sombrero, y si había leído su hebilla
del cinturón correctamente, era la ganadora del año pasado de la feria. Lizzie
Joyce era un ser único.
más bajita, más joven y menos experimentada. Pero ella parecía muy segura
de sí misma y dura. Tal vez crecer rodeada de dinero causaba eso.
La sala de armas tenía un muro lleno de puertas francesas que daban
a un pórtico de ladrillo. Había unas urnas que estarían llenas de flores en
primavera, pero no era el momento. Las temperaturas caían por debajo de
cerco durante la noche. Me di cuenta de que los Joyce habían dejado sus
mecedoras afuera durante el invierno, y me pregunté qué sería sentarse en
un porche con techo de ladrillos una mañana de verano, tomarse un café y
mirar toda aquella tierra.
El jeep se detuvo al pie de la suave pendiente que llevaba hasta el
porche trasero, y dos hombres salieron de él y entraron.
- Harper, este es el gerente del rancho, Chip Moseley. Y este es nuestro
hermano, Drexell.
Tolliver y yo les estrechamos la mano.
El gerente era un hombre escéptico, de ojos verdes y cabello castaño,
y estaba tan dispuesto a marcharse como su hermano. Ambos estaban aquí
porque Lizzie quería que estuvieran. Chip Moseley le dio a Lizzie un beso
casual en la mejilla, y me di cuenta de que era su hombre, así como su
gerente. Eso podría ser complejo.
El hermano, Drexell, era el más joven de los Joyce y el más anónimo
de todos. Lizzie y Katie tenían una extravagante nariz, pero la cara redonda
de Drexell era todavía como la de un bebé. El no me miró a los ojos como
habían hecho sus hermanas.
Tenía la sensación de que había visto antes a estos dos hombres
en alguna parte. Como el rancho grande Joyce no estaba muy lejos de
Texarkana, y yo había crecido allí, no era muy improbable que yo hubiera
conocido a Chip y a Drexell - pero lo último que quería hacer era recordar mi
vida anterior. No siempre había sido la misteriosa mujer que podría encontrar
cadáveres porque había sido alcanzada por un rayo.
- Me alegro de que pudieras encontrar tiempo para venir aquí. - dijo
Lizzie.
- A mi hermana le gustan las cosas inusuales – le dijo Katie a Tolliver.
Ella tenía definitivamente los ojos en él.
- Harper es única. - dijo, y él me miró. Parecía un poco divertido.
- Bueno, es mejor que haga un buen espectáculo para Lizzie por
su dinero. - dijo Chip, su cansado y bello rostro me dedicaron una gran
advertencia. Le miré más de cerca. No quería mostrar interés en la pareja
de otra persona, pero había algo en Chip Moseley, algo que le hablaba a
mi talento especial. Se estaba moviendo y respirando, lo que normalmente
quería decir que no debería sentir nada.
Mis negocios tienen que ver con los muertos.
Como Lizzie Joyce había encontrado una página web que seguía los
pasos de mi viaje, aparentemente no había sido capaz de descansar hasta
que se le ocurrió un trabajo para mí. Finalmente había decidido que quería
saber qué había matado a su abuelo, que había sido encontrado lejos de la
casa del rancho principal, derrumbado al lado de su jeep. Rich Joyce tenía
una herida en el cráneo, y suponían que había resbalado y se había caído
cuando se estaba paseando, o tal vez el jeep se había golpeado contra una
piedra y lo había lanzado fuera y su cráneo se había golpeado contra el
chasis del Jeep, aunque no había pruebas de un impacto cuando había sido
encontrado. En cualquier caso, el motor del Jeep estaba apagado, y Rich
Joyce había muerto, y no había nadie cerca en millas, por lo que su muerte
se había atribuido a una insuficiencia cardiaca, y había sido enterrado hace
años. Dado que el único hijo de Rich y la esposa de su hijo habían muerto
en un accidente de coche unos años antes, sus tres nietos habían heredado
todo, aunque de forma desigual. Lizzie estaba legalmente a cargo de la
fortuna de la familia, la investigación de Tolliver así lo había indicado, pero
los otros dos habían heredado algo menos de un tercio de las acciones cada
uno, lo suficiente para mantener a Lizzie al mando. Era fácil de ver en quién
Rich Joyce había confiado.
Me preguntaba si Rich Joyce había conocido a su nieta cuando tuvo
una racha de misticismo, o quizás simplemente un amor hacia lo inusual. Por
eso Lizzie nos había llevado al cementerio Pioneer Rest, y por qué yo estaba
esperando a que me diera el visto bueno.
Lizzie quería sacarle partido a su dinero, así que no me iba a llevar
directamente a la tumba donde estaba su abuelo. Ella ni siquiera me dijo cual
era el objetivo de mi búsqueda hasta que había salido de mi coche treinta
minutos antes. Por supuesto, podía pasear y leer todas las lápidas hasta
que encontrara uno con las fechas adecuadas. No había tantos Joyce bajo
tierra. Pero pasaría de eso, le daría algunas lecturas gratis, ya que no había
ni parpadeado ante mis honorarios.
Me había quitado los zapatos para la lectura, aunque tenía que mirar
donde ponía mis pies. Puede haber espinas ocultas entre la hierba en Texas,
no importa lo bonito que pueda parecer. Eché una última mirada de todo el
panorama de tierra y árboles. Este pequeño cementerio bien podría haber
estado en la luna, el paisaje contrastaba con las grandes agrupaciones de
urbanizaciones y comunidades asentadas que habíamos visto mientras nos
dirigíamos hacia nuestro último trabajo en Carolina del Norte. Habíamos
terminado en un pueblo pequeño, pero no había tenido la sensación de
aislamiento que tenía desde aquí. No siempre había sido consciente de que
el siguiente pueblo estaba a unos minutos en coche.
Por lo menos no hacía tanto frío aquí, y por lo menos podíamos estar
casi seguros de que no habría nieve. Mis pies se estremecerían ante el aire
mama. Lo dije en voz alta, y alcancé a ver como Kate y Lizzie se miraban y
asentían. Me acerqué al otro lado, la lápida de Rich Joyce. Rich había muerto
hace ocho años, no mucho después de su ama de llaves. Torcí la cabeza al
escuchar los huesos de Richard.
Había visto algo que algo le había sobresaltó. Comprendí eso, pero
me llevó unos segundos comprender que él había salido del Jeep porque
había visto a alguien que conocía.
Yo no tenía una imagen de esa persona en mi cabeza. No es como
si estuviera viendo una película. Era como estar dentro de la persona por
un momento o dos, dentro de sus pensamientos, sintiendo sus emociones
en sus últimos segundos de vida. Así que comprendí que Rich Joyce que
se había detenido porque había visto a alguien. No pude comprender el
razonamiento que le llevó a detenerse ni reconocer a la persona. Cuando
Rich Joyce detuvo el Jeep, salió, y luego la serpiente vino volando por el aire,
la serpiente de cascabel, dándome (a Rich Joyce) un susto que hizo que mí
(su) corazón dejara de funcionar correctamente. Tanto calor, no tengo agua,
no puedo alcanzar mi teléfono, ohdiosmio morir así y todo se volvió negro.
Con los ojos cerrados para revivir la escena más claramente, esa escena
solo visible para mí, relaté lo que estaba viendo.
Cuando abrí los ojos, las cuatro personas de la fiesta Joyce me miraban
como si me hubieran salido estigmas. A veces la gente reacciona de esa
manera, incluso cuando me han pedido que haga exactamente lo que acabo
de hacer.
Aterro a la gente, o les fascino (no siempre de una manera sana)…
o ambas cosas. Sin embargo, la fascinación no iba a ser un problema hoy.
El novio me miraba como si llevara puesta una camisa de fuerza, y los tres
Joyce tenían la boca abierta. Todo el mundo estaba en silencio.
- Así que ya lo sabe. - dije rápidamente.
- Quizás se lo haya inventado. – dijo Lizzie- ¿Había alguien ahí? ¿Cómo
pasó eso? Nadie ha dicho que estuviera allí. ¿Estás diciendo que alguien le
lanzó una serpiente de cascabel al abuelito? ¿Y que le dio un ataque al
corazón, y que alguien le abandonó allí? ¿Y está diciendo que Mariah tuvo
un bebé? ¡No la contraté para que dijera mentiras!
Vale, eso me molestó. Respiré profundamente. Desde la esquina de
mi ojo, me di cuenta de que Tolliver había comenzado a avanzar hacia mí,
con una expresión de alarma evidente en su rostro. Detrás de todos ellos,
Chip Moseley estaba de pie con una mano apoyada en el Jeep, se dobló. Me
di cuenta de que estaba sufriendo, y yo sabía que no me lo agradecería si
centraba la atención en él.
- Tú me trajiste aquí para hacer esto. -dije. Abrí mis manos. - No hay
nada que se pueda comprobar, incluso si exhuman a su abuelo. Le advertí
que podría ser el caso. Por supuesto, usted puede buscar información sobre
************
Tolliver se había ido a vivir con su hermano Mark, y yo había ido a un hogar
de acogida.
Las dos niñas ni siquiera recordaban a Cameron. Yo se lo pregunté la
última vez que las vi. Las niñas viven con la tía Iona y el tío Hank, a quienes
no les gusta que vayamos a verlos. Lo hacemos, sin embargo, Mariella y
Grace (llamada Gracie) son nuestras hermanas, y queremos que recuerden
que tienen familia.
Me apoyé en un codo para ver como Tolliver se secaba. Había dejado
la puerta del baño abierta mientras se duchaba, porque de lo contrario el
espejo se nublaba demasiado para poder usarlo mientras se afeitaba.
No nos parecíamos; los dos somos delgados y de pelo oscuro. Nuestro
cabello, incluso tiene más o menos la misma longitud. Sus ojos son marrones,
los míos son de color gris oscuro. Pero la piel de Tolliver está llena de hoyos
y cicatrices de acné, ya que su padre no pensó en enviarlo a un dermatólogo.
Su cara es más estrecha, y a menudo tiene un bigote. Odia llevar otra cosa
que no sean pantalones vaqueros y camisetas, pero a mi me gusta vestirme
un poco más, y ya que yo soy la del “talento” y esperan eso de mí. Tolliver
es mi manager, mi asesor, mi principal apoyo, mi compañero, y desde las
últimas semanas es mi amante.
Se giró para mirarme, vio que le estaba viendo. Él sonrió, y dejó caer
la toalla.
- Ven aquí. - le dije.
Él obedeció rápidamente.
- ¿Quieres ir a correr? - Le pregunté, una hora después. – Podrás darte
otra ducha después, conmigo. Así que no será un desperdicio de agua.
Teníamos la ropa de correr puesta en muy poco tiempo, y salimos
después de hacer estiramientos. Tolliver es más rápido que yo. Muy a menudo,
se aleja el último kilómetro más o menos, y hoy no era una excepción.
Nos había gustado encontrar un buen lugar para correr. Nuestro hotel
estaba junto a la vía de acceso de la interestatal. Estaba flanqueado por otros
hoteles y moteles, restaurantes y gasolineras, lo habitual para los guerreros
de la carretera. Pero en la parte trasera del hotel, habíamos encontrado uno
de los “parques de negocios”: dos calles curvas con plantaciones cuidadas
que estaban frente a una fila de edificios históricos, cada uno con una zona de
estacionamiento. Una mediana separaba en dos la calle, era lo suficientemente
amplia como para contener una plantación de mirtillos. Había aceras para
darle al lugar un aspecto más acogedor y agradable. Como era viernes por la
tarde, el tráfico era mínimo entre las hileras de edificios rectangulares, como
“Gran Systems, Inc.” y “ Distribuidores Génesis”, que podría ser cualquier
tipo de. Cada edificio estaba rodeado por un camino estrecho que debía
llevar a un estacionamiento trasero para los trabajadores. Casi no había
coches aparcados delante, los clientes se habían ido, los últimos empleados
salían para el fin de semana.
En ese lugar, lo último que yo esperaba encontrar era un muerto. Yo
estaba pensando en el dolor de la pierna derecha, que se intensificaba de
vez en cuando desde que me alcanzó el rayo, así que al principio no escuché
los huesos que me llamaban
Están por todas partes, por supuesto, la gente muerta. No se escucha
sólo a los muertos modernos. También a los antiguos, incluso, muy rara vez,
el débil eco del rastro de las personas que caminaron por la Tierra antes de
que hubieran textos escritos. Pero la conexión que sentía en los suburbios
de Dallas era muy fresca. Corrí en el mismo lugar durante un momento.
No podía estar segura a menos que me acercara al cuerpo, pero
estaba pensando que se sentía como un suicidio por arma de fuego. Señalé
su ubicación - estaba en la parte trasera de una oficina llamada “Diseñadores
ingenieros”. Me sacudió su miseria abrumadora. Tenía práctica. ¿Tenerle
lastima? Él había podido elegir. Si tenía lástima de todo el mundo que
conociera, yo estaría llorando continuamente.
No, no gastaba mi tiempo en tener emociones. Estaba tratando de
decidir qué hacer. Podía dejarlo donde estaba, y ese fue mi primer impulso.
La primera persona al entrar en “Diseñadores ingenieros” al día siguiente
recibiría un duro golpe, si la familia del chico no enviaba a la policía a
comprobar su oficina esta noche, cuando no regresara a casa.
Parecía duro, dejarle ahí toda la noche. Sin embargo, yo no quería
involucrarme ni tener que darle una larga explicación a la policía.
Correr en el mismo lugar me estaba empezando a cansar. Tenía que
tomar una decisión.
Aunque no puedo agonizar por cada persona muerta que encuentro,
tampoco quiero perder mi humanidad.
Miré a mí alrededor en busca de inspiración. La encontré entres las
rocas que bordean la entrada llena de flores de la puerta de entrada. Cogí
la roca más grande que podía sostener. Después de experimentar un poco,
decidí que podía tirarla con una sola mano. Miré hacia ambos lados de la
calle, no había coches a la vista, y nadie andando. Me puse a una distancia
segura, me coloqué en una postura equilibrada y dejé volar la roca. Tuve que
recuperarla y repetirlo tres veces hasta que rompí un cristal y sonó la alarma.
Eché a correr. Tendría que quitarme metafóricamente el sombrero frente a
la policía. Apenas había llegado al estacionamiento del hotel, cuando vi el
coche patrulla que se desviaba por la carretera de acceso, y con exceso de
velocidad, junto al hotel hacia los edificios.
Una hora más tarde, Tolliver me estaba diciendo lo que había ocurrido
mientras me ponía el maquillaje. Yo me había dado una larga ducha, y,
de preocuparse por todo excepto por las drogas y lo que había venido a
continuación. Sentí una inesperada simpatía por Iona.
- Eso es duro para el cuerpo. - dije, pero ella no estaba escuchando.
- Aquí vienen las chicas. - dijo, y entonces mis oídos captaron lo que
ella ya había registrado, el sonido de unos pasos en la puerta del garaje.
Nuestras hermanas irrumpieron en la habitación y lanzaron sus mochilas
contra la pared hacia un perchero. Colgaron la chaqueta del perchero, y se
quitaron los zapatos que dejaron junto a las mochilas. Me pregunté cuánto
tiempo le había llevado a Iona establecer ese hábito.
El segundo siguiente lo dediqué a examinar a mis hermanas. Ellas
siempre cambiaban cuando las veía. Me llevaba un minuto absorberlo.
Mariella tenía doce años ahora, y Gracie era casi tres años más joven.
Las chicas se sorprendieron al vernos, pero no se asombraron. Yo
no sabía si Iona les había dicho que íbamos a verlas Mariella y Gracie nos
abrazaron diligentemente, pero sin entusiasmo. No me sorprendió eso,
dado lo Iona se había esforzado para conseguir que las muchachas nos
consideran innecesarios e incluso malos. Y puesto que no se acordaban de
Cameron, sabía que sus recuerdos de la caravana tenían que ser débiles o
inexistentes.
Por su bien, esperaba que así fuera.
Mariella estaba empezando a parecerse más a una chica y menos a
un saco de harina. Tenía el pelo castaño y los ojos también, y era cuadrada
como su padre. Gracie siempre había sido pequeña para su edad, y siempre
había sido más tranquila que Mariella. Me besó de forma voluntaria, era toda
una novedad.
Siempre era difícil sentirse cómoda con nuestras hermanas. Era un
trabajo arduo, el restablecimiento de un vínculo que siempre había sido
tenue. Se sentaron en la mesa con nosotros y su “madre”, respondieron a
las preguntas, y parecieron gustarles sus regalitos. Siempre les traíamos un
libro a cada una, para animarlas a leer, un pasatiempo que no era la norma
en el hogar de los Gorham. Pero por lo general les traíamos, algo lindo para
ponerse en el pelo, o baratijas, algo frívolo. Fue difícil no encenderse como
un árbol de Navidad, cuando Mariella dijo, - ¡Oh, he leído los otros dos libros
que escribió esta señora! ¡Gracias! – Mantuve mi “De nada” con un tono de
voz de satisfacción.
Gracie no habló, pero ella nos sonrió. Eso era lo más significativo
porque no era una niña sonriente. No se parece nada a Mariella, pero claro,
mi hermana y yo tampoco. Gracie se parece a un elfo, tiene los ojos verdosos,
el pelo largo y liso, la nariz pequeña y aguileña y su boca se como un arco de
Cupido.
Tal vez yo no soy una persona a la que le gusten los niños. Me parece
más interesante Gracie que Mariella, aunque esta confesión suene fría.
Por lo que sé, las madres reales siempre tienen favoritos en secreto. Estoy
bastante segura de que no muestran parcialidad. Estaba esperando a que
Mariella hiciera algo que me interesara, y estaba encantado de que ella
hubiera sido feliz con el libro. Si Mariella resultaba ser una buena lectora,
tendría una forma de conectar con ella. Gracie estaba enferma, igual que
yo a su edad. Los débiles habían tenido que cuidar de los débiles; yo había
sido alcanzada por un rayo, y Gracie tenía problemas crónicos en el pecho y
problemas respiratorios.
- ¿Eres una mujer mala, tía Harper? - Gracie preguntó. La pregunta
salió de la nada.
Eso de “tía” lo había originado Iona, que había pensado que como
éramos mucho mayores que nuestras hermanos debían dirigirse a nosotros
con respeto. Pero eso no era por lo que yo estaba tan atónita. - Trato de
no ser mala. - dije, para ganar algo de tiempo hasta que descubriera lo que
había originado esa pregunta.
Iona se obligó a sí misma a ocuparse con su café, removiéndolo con
una cuchara una y otra vez. Sentí que mi boca se retorcía de ira, y estaba
tratando de mantener las palabras amargas en mi interior. Después de un
momento, quedó claro que Iona iba a actuar como si ella no participara en la
conversación, así que continué. - Trato de ser honesta con la gente para la
que trabajo. – dije - Creo en Dios.” (No era el mismo Dios adorado por Iona,
al parecer.) - Trabajo duro y pago mis impuestos. Soy la mejor persona que
puedo ser. - Y todo esto era cierto.
- Porque si tomas dinero de la gente y realmente no puedes hacer lo
que dices que puedes hacer, eso es malo, ¿verdad? - Dijo Gracie.
- Así es. -dijo Tolliver. – A eso se le llama fraude. Y eso es algo que
Harper y yo nunca, nunca hacemos. - Sus ojos oscuros perforaron a Iona.
Gracie también miró a su madre adoptiva. Estaba segura de que estaban
viendo a dos personas diferentes.
Iona todavía no nos miraba a los ojos, seguía revolviendo el maldito
café.
Hank apareció entonces por la puerta del garaje, fue un momento
de llegada. Hank era un hombre grande, con una complexión fuerte y un
fino cabello de rubio. Era muy guapo cuando era más joven, y todavía era
un hombre guapo, ahora que había llegado a los cuarenta. Su cintura era
apenas más gruesa de lo que era cuando él e Iona se casaron.
- ¡Harper, Tolliver! ¡Que bueno veros! ¡No nos vemos lo suficiente!
Mentiroso.
Besó a Gracie en la parte superior de la cabeza y le tiró a Mariella de
la barbilla. - ¡Hey, vosotras! – Les dijo a las niñas. – Mariella, ¿Cómo te ha
ido el examen de ortografía de hoy?
Mariella dijo: - ¡Hola, papá! Saqué bien ocho de diez.
Capítulo 2
E
n el Parador de Texas la noche siguiente, ya habíamos puesto
nuestro nombre en la lista de espera para una mesa cuando
Mark llegó. Mark parece ser el hermano de Tolliver, cierto,
tienen los mismos pómulos, la misma barbilla, los mismos ojos marrones.
Sin embargo, Mark es más bajo, más ancho, y (una observación que he
mantenido para mí misma) no es tan inteligente como Tolliver.
Tenía muchos recuerdos de Mark y yo sabía que siempre estaría
orgullosa de él. Mark había hecho todo lo posible para protegernos a todos
nosotros de nuestros padres. No es que nuestros padres tuvieran siempre la
intención de hacernos daño… pero eran adictos. Los adictos se olvidan de
cómo ser padres. Se olvidan de que están casados. Sólo son adictos.
Mark había sufrido mucho porque tenía más recuerdos de su padre
que Tolliver de cuando era una persona normar. Mark recordaba a un padre
que le había llevado de pesca y de caza, a un padre que había ido a charlas
con los maestros y a sus partidos de fútbol y que le había ayudado con las
matemáticas. Tolliver me había dicho que recordaba ese tramo de su propia
vida un poco, pero que los últimos años en el remolque formaban la mayor
parte de sus recuerdos hasta que el dolor había extinguido la llama que los
mantenía vivos.
Mark se había convertido recientemente en el gerente de JCPenney,
y llevaba unos pantalones de color azul marino, una camisa a rayas, y una
placa con su nombre. Cuando le vi entrar en el restaurante parecía cansado,
pero su rostro se iluminó cuando nos vio. Mark se había cortado el pelo muy
corto y se había afeitado el bigote, ese aspecto más limpio le hacía parecer
mayor y más seguro de sí mismo de alguna manera.
Tolliver y su hermano hicieron el típico saludo ritual, golpeándose el
uno al otro en la espalda, diciendo - ¡Hey, hombre! – una cierta cantidad de
veces. Yo obtuve un abrazo más moderado. En el momento justo, vino un
por nosotros a estar confundidas y resentidas por todas las emociones que
giraban a su alrededor. Hank se había marchado a su pequeña oficina para
llamar a su pastor y consultar con este hombre desconocido nuestra relación,
eso había hecho que algo pequeño estallara en mi cabeza. Tolliver se había
ido con él, y después Tolliver había salido indignado y divertido.
Desde que habíamos dejado a Hank y a Iona, no habíamos dicho una
sola palabra sobre el tema del matrimonio, que había aparecido como un
muñeco saltarín de una caja.
Extraño, no hablar de lo que sentíamos… Vale. Habíamos estado en la
sala de entrenamiento durante algún tiempo, en el tapiz rodante y luego visto
una repetición de Ley y Orden en la televisión. Habíamos estado cómodos
el uno con el otro y aliviados de estar solos. A pesar de que había estado
caminando en la cinta, me di cuenta de que cada vez que visitábamos a
nuestras hermanas, era el mismo desgaste emocional. Después de un corto
tiempo en la atestada casa, teníamos que irnos, juntarnos y descansar por
nuestra cuenta.
Me preocupé por la mala relación entre mi tía y yo hasta que me dí
cuenta de que todo estaba bien entre Tolliver y yo, y esa era la única relación
que realmente me importaba… bueno, esa y la que estaba tratando de
establecer con mis dos hermanas pequeñas.
Sin embargo, en los momentos extraños de la tarde anterior, admito
que la incómoda situación ocupó mis pensamientos. Sé que era ingenuo
de mí, pero me soprendía cada vez que pensaba en el embarazo de Iona.
Había visto dos embarazos de mi madre para mis hermanas, y todavía me
parecía increíble que Gracie hubiera nacido con todos los atributos correctos
físicamente y sin problemas aparentes mentales o neurológicos, teniendo en
cuenta el alto consumo de drogas de mi madre. Ella había tenido la voluntad
suficiente de contenerse un poco durante el tiempo que llevó a Mariella, pero
con Gracie… Gracie había estado muy enferma cuando nació, y también
muchas veces después de eso.
Estaba pensando en esos malos días después de nuestra sesión de
cinta de correr la noche anterior. Después de haber tomado un descanso,
había cogido nuestra aspiradora de mano y había limpiado el maletero
una vez más. Me había llevado unas bolsas para la basura. Cuando pasas
mucho tiempo en un coche, tiende a ponerse bastante sucio en poco tiempo.
Mientras tiraba los recibos viejos y las tazas vacías en la bolsa, y repasé
todas las esquinas con el aspirador, me preocupaba mi tía. Iona estaba
sana, por lo que yo sabía, y nunca bebía ni se sobremedicaba. Pero ella
era definitivamente mayor para estar experimentando por primera vez la
maternidad.
Mientras una parte de mi cerebro estaba tratando de recordar si había
visto manchas de aceite en la carretera de acceso, la otra parte trató de
reírse de mis propios temores. Me dije a mí misma que muchas mujeres
ellos en los últimos años uando Matthew había estado entre rejas. Supongo
que eso hablaba por sí mismo.
- ¿Qué hace papá? - Dijo Tolliver. Su voz era inquietantemente
tranquila, pero se mantenía firme.
- Está trabajando en un McDonald’s. En la sección de pedidos, creo. O
tal vez está cocinando.
Estaba segura de que Matthew Lang no era el primer abogado que
terminaba trabajando en la ventanilla de un McDonald. Pero dado el hecho
de que yo había vivido en el mismo remolque que él y nunca le había visto
cocinar más allá que calentar con el microondas, y que nunca le había visto
lavar un plato, era un poco irónico. Pero no bastaba para que me pusiera a
reír.
- ¿Qué pasó con tu padre, Harper?- Preguntó Mark. - ¿Cliff, era su
nombre? - Mark notó que era hora de señalar que Matthew no era el único
padre malo en todo.
- Lo último que oí se que estaba en el hospital de la prisión. - dije. - Yo
no creo que ya conozca a nadie.- Yo se encogió de hombros.
Mark pareció sorprendido. Sus manos se movían involuntariamente
sobre la mesa. - ¿No vas a verlo?- En realidad parecía sorprendido por mi
falta de corazón, cosa que me pareció casi increíble.
- ¿Qué?- Le dije. - ¿Por qué debería hacerlo? Nunca se ocupó de mí.
Yo no voy a cuidar de él.
- ¿No era bueno antes de empezar a tomar drogas? ¿No te proporcionó
un buen hogar?
Comprendí que esto no tenía nada que ver con mi padre, era realmente
irritante. – Sí. - acepté - Él y mi madre nos dieron una buena casa. Pero
después de empezar a drogarse, nunca pensaron dos veces en nosotros.
– Hay muchos niños que lo habían pasado peor, que incluso ni tenían un
remolque con un agujero en el suelo del baño. Ni siquiera tenían hermanos
que estuvieran dispuestos a vigilarles la espalda. Pero había sido bastante
malo. Y más tarde, las cosas horribles que habían pasado, cuando mi madre
y el padre de Tolliver habían invitado a sus asquerosos “ amigos”. Me acordé
de una noche, cuando todos dormimos bajo el remolque, porque estábamos
muy asustados de lo que estaba sucediendo en el interior.
Me hice entrar en razón. No hay piedad.
- De todos modos, ¿Cómo sabías que había salido?- Preguntó Mark.
Parecía malhumorado. Mark siempre había sido un hombre transparente.
Estaba claro que no era su persona favorita en ese momento.
- He visto una carta suya en la mesa de Iona. Me ha llevado un tiempo
recordar dónde la había visto. Me pregunto por qué le escribió. ¿Crees que
está tratando de hacer que Iona le deje ver a las chicas? ¿Por qué iba a
hacer eso?
- Tal vez piensa que debería ver a sus hijas. - dijo Mark, y enrojeció,
un signo claro de que estaba enojado.
Tolliver y yo miramos a nuestro hermano, y ninguno de nosotros dijo
una palabra.
- Bueno, vale. - dijo Mark, frotándose la cara con las manos. - Él no se
merece verlas. No sé lo que le quiere pedir a Iona. Cuando lo vi, me dijo que
quería ver a Tolliver. Él no tiene ninguna dirección para enviarte una carta.
- Hay un motivo para eso. - dijo Tolliver.
- Él había vistouna página web que realiza un seguimiento suyo. - dijo
Mark, asintiendo con la cabeza hacia mí como si yo estuviera sentada muy
lejos. - Dijo que la página web tenía una dirección de correo electrónico, pero
que no quería ponerse en contacto contigo a través de una web. Como si
fuera un extraño.
Entonces apareció la camarera con la comida, y empezamos el
pequeño ritual de estirar las servilletas y poner sal y pimienta.
- Mark - Tolliver, dijo, - ¿Hay alguna razón que te haga pensar que
debería hacer un esfuerzo para incluir a ese hombre en mi vida? ¿O en la
vida de Harper?
- El es nuestro padre. - dijo Mark tenazmente. - Él es todo lo que nos
queda.
- No. - ,dijo Tolliver. – Harper está sentada aquí mismo.
- Pero no es nuestra familia.- Mark me miró, esta vez disculpándose.
- Ella es mi familia. - dijo Tolliver.
Mark se quedó helado. - ¿Estás diciendome que no debería haberte
dejado en el remolque? ¿Que debería haberme quedado allí con vosotros?
¿Que te he decepcionado?
- No. - dijo Tolliver, asombrado. Intercambiamos un vistazo rápido. -
Estoy diciendo que Harper y yo estamos juntos.
- Ella es tu hermanastra. - dijo Mark.
- Y ella es mi novia. - dijo Tolliver, y sonreí hacia mi ensalada. Parecía
un término poco adecuado.
La boca de Mark estaba abierta de par en par. - ¿Qué? ¿Es eso legal?
¿Cuándo ocurrió esto?
- Recientemente, sí, lo es, y estamos felices, gracias por preguntar.
- Entonces me alegro por ti. - dijo Mark. - Es bueno que os tengáis el
uno al otro. - Pero todavía parecía tener dudas. - ¿Pero no es un poco raro?
Quiero decir, crecisteis en la misma casa.
- Al igual que tú y Cameron. - dije.
- Nunca sentí eso por Cameron. - dijo.
para irme, quería alejarme de todos estos recuerdos. Me moví un poco para
estar en una posición más cómoda, sofocando un suspiro.
Cuando Tolliver y Mark volvieron a hablar de computadoras, yo estaba
una vez más pensando en otras cosas.
Pero todo en lo que podía pensar era Cameron.
Capítulo 3
C
uando regresamos a nuestra habitación, los dos éramos reacios
a hablar de la traición de Mark entablando de nuevo una relación
con su padre. Tolliver encendió el ordenador portátil y se fue a una
página web de fans que seguía mis actividades, la supervisa con regularidad
debido a que está preocupado de podamos tener un acosador loco. Nunca
la miro, porque hay mensajes de chicos que quieren hacer cosas conmigo
y a mí, y eso da miedo, por no decir que es repugnante. Ahora yo estaba
preocupada de que Matthew lo estuviera leyendo en el mismo momento que
Tolliver; estaría buscando pistas sobre cómo encontrar a su hijo.
Un dolor persistente interrumpió mis preocupaciones.
Rebusqué en mi bolsa de medicinas en busca de una crema de frío
para frotarlos sobre mi pierna derecha. Ahí es, sobre todo, donde siento
los efectos a largo plazo de haber sido golpeada por un rayo. Me quité los
zapatos y los pantalones vaqueros y me senté en la cama, estirando los
músculos y las articulaciones doloridas. Mi muslo derecho está cubierto con
una trama de líneas rojas - capilares rotos o algo así. Lleva así desde que fui
golpeada por el rayo cuando tenía quince años. No es bonito de ver.
Me puse la crema sobre la piel durante un rato en silencio. Me froté
duro, tratando de que los músculos volvieran en sí. Después de unos minutos
de masaje, sentí algo de alivio. Me tumbé sobre la almohada y le dije a cada
grupo de músculos de mi cuerpo que se relajara. Cerré los ojos. - Prefiero
estar buscando un cadáver en la nieve que hablar con Iona y Hank. - dije - Y
a veces hablar con Mark es tan difícil.
- Anoche, en casa de Iona…- Tolliver dijo, y luego se detuvo. Cuando
se giró, parecía cauteloso. - Hank se me acercó mientras estabas en el baño
y me preguntó si yo te había dejado embarazada.
- Dime que no lo hizo.
- Oh, sí. Lo hizo. Lo decía en serio también. Era del tipo, “Tienes que
casarte con ella si la has dejado embarazada, chico. Si no podías ocuparte
de eso, no cometas ese crimen.
- Gran perspectiva sobre el matrimonio y la paternidad.
poco de dolor, incluso si eso quería decir estar ignorante acerca de algo que
considerabas cosa tuya?
¿Podría esa idea haberse vuelto más complicada?
Pero yo sabía lo que quería decir, y yo sabía lo que quería decir Tolliver.
Y pensé que tal vez tenía razón. O al menos, que estaba bien que hubiera
hecho eso.
Asentí finalmente. Pareció aliviado, porque sus hombros se relajaron
y respiró. Se sentó en la cama para quitarse los calcetines y luego los arrojó
a nuestra bolsa de ropa sucia, eso me recordó que nos hacía falta comprar
detergente.
Yo tenía unos diez pensamientos como éste mientras me iba a la cama.
Había estado leyendo novelas de Charlie Huston y Duane Swierczynski,
pero era como recibir una descarga de cafeína si leía uno antes de dormir,
y definitivamente no lo necesitaba esta noche. En su lugar, abrí un libro de
crucigramas. Me metí en la cama con mi pantalón de pijama y mi T, y me
tumbé boca arriba, absorta en el crucigrama. Tolliver era mejor que yo en
ellos, y fue difícil no hacerle preguntas.
Otra emocionante noche en la vida de la encuentra-cadáveres Harper
Connelly, pensé. Y estaba feliz de que así fuera.
Capítulo 4
T
eníamos previsto llevar a Gracie y Mariella a patinar la tarde
siguiente, el domingo, pero no hasta las dos de la tarde Los
sábados por la mañana tenían que recoger sus habitaciones y
hacer los deberes antes de poder ir a cualquier parte, y los domingos tenían
la iglesia y la comida en familia. Estas eran las reglas obligatorias de Iona.
Y no eran malas pensaba. Me fui a correr, me duché y estaba a punto de
vestirse cuando el teléfono móvil de Tolliver sonó. Tenía pereza y todavía
estaba en la cama, así que contesté.
- Hey, debes de ser Harper.
Reconocí la voz. - Sí, Tolliver no está despierto todavía Victoria. ¿Cómo
te va?
Los bisabuelos de Victoria habían sido inmigrantes. Victoria, nacida y
criada en Texas, no tenía rastro alguno de acento. - Es bueno poder hablar
contigo. - dijo. - Oye, no hay nada nuevo sobre tu hermana, siento mucho
tener que decir eso. Te llamo por los clientes que me has enviado. Los
Joyce.
- ¿Ya se han puesto en contacto contigo?
- Cariño, ya han venido a mi oficina y me han escrito un cheque.
- Oh, bien. Pero no quiero tener beneficios por enviártelos. Tolliver fue
el que les dijo tu nombre y les dio tu número de teléfono.
- Eso es lo que Lizzie dijo. Esa mujer es muy de Texas, ¿eh? Y la
hermana, ¿Kate? Creo que está interesada en tu hermano.
- Él no es mi hermano. - dije de forma automática, aunque le llamaba
así yo misma la mitad del tiempo. Respiré profundamente. - De hecho,
estamos comprometidos. - dije.
Tolliver se giró y me miró agudamente.
- Oh… Bueno, eso es… genial. Enhorabuena a los dos. - Victoria
no parecía completamente feliz. ¿Quizás ella misma estaba interesada en
Tolliver?
- No, yo no creo que sea gay o bi. Creo que encuentra que tu
capacidad, todo lo relacionado con el rayo, realmente interesante. Tal vez
incluso fascinante. En los últimos años, Victoria me ha hecho un centenar
de preguntas sobre cómo haces lo que haces, lo que sientes, los efectos
físicos.
- Ella nunca me preguntó nada.
- Una vez me dijo que si no lo hacía podrías pensar que ella creía que
tú eras un monstruo o que pensaba que tenías algún tipo de discapacidad.
- ¿Como si yo estuviera en una silla de ruedas o tuviera un lunar grande
en mi cara? ¿Algo por lo que podría sentirme acomplejada?
- Creo que ella estaba siendo sensible tratando de no hacerte daño o
que te hiciera sentir diferente. Creo que Victoria te admira. - Tolliver parecía
estar reprochándome algo, tal vez me lo merecía. Después de todo, si Victoria
había estado tratando de no herir mis sentimientos, no debería menospreciar
sus esfuerzos.
- Parece extraño que no quisiera preguntarle a la fuente diretamente.-
Con eso yo estaba insinuando que pensaba que Victoria quería tener
razones para hablar con Tolliver, en lugar de estar realmente interesada en
mi pequeño problema.
- Tal vez tenía ambas cosas en mente. - dijo Tolliver, lo admitió,
pensando en mis sospechas. - Pero no creo que jamás haya estado muy
interesada en mí. Eras tú. Creo que Victoria tiene una especie de fervor por
la mística. Creo que tu capacidad entra dentro de eso.
- ¿Como ver a la Virgen María en un pedazo de pan tostado o algo
así?
- Algo así.
- Ja.- Giré la cabeza. - Entonces debería venir a un cementerio con
nosotros, si está tan interesada. Verlo de primera mano. Ella ha sido de gran
ayuda para nosotros a lo largo de todos estos años. No me importaría.
Ahora le tocaba a Tolliver estar sorprendido. - Está bien, voy a decírselo.
Estoy seguro de que realmente le gustaría eso.
Frotó la barbilla contra la parte superior de mi cabeza. Pasé mi pulgar
sobre uno de sus pezones. Emitió un gemido de placer. Me dije a mi misma
que debía levantarme para ducharme, ya que teníamos que ir ponto a por
las niñas, pero podría esperar unos minutos más. Teníamos tiempo. Traté de
imaginarme llevando a Victoria Flores con nosotros cuando estuviéramos en
un cementerio. Tendría que ser cuando no tuvieramos un trabajo concreto,
cuando yo estaba visitando… vale, sé que suena muy extraño, pero si no he
trabajado por un tiempo, voy a un cementerio para mantenerme en forma.
Por extraña mi habilidad.
Capítulo 5
N
uestras hermanas se quedaron cerca de nosotros, con los ojos
fijos en su padre biológico, con, al menos por parte de Gracie, una
mezcla de odio y de nostalgia en la mirada. Mariella parecía más
hostil. Sus pequeñas manos estaban cerradas.
No era mi padre. Mis sentimientos eran relativamente puros. – Matthew,
- dije - ¿Qué estás haciendo aquí?
Había estado mirando a Tolliver y a Mariella, con sus ojos ávidos. Me
miró brevemente, sin afecto. Gracie se encogió detrás de mí. - Quería ver a
mis hijos. - dijo. – A todos ellos.
Hubo un largo momento de silencio. Digerí el hecho de que su voz
era clara: no arrastrada, coherente. Tal vez él no estaba drogado, tal y como
había dicho Mark, aunque sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de
que volviera a las andadas.
- Pero no te queremos ver. - dijo Tolliver, manteniendo cuidadosamente
su voz baja. Nos hicimos a un lado para apartarnos del camino de otros
patinadores. - No respondimos al anzuelo que nos pusiste a través de Mark.
No respondimos a tus cartas. Estoy dispuesto a apostar que Iona no te ha
dado permiso para ver a las chicas, y ella es su madre legal ahora. Hank es
su padre legal.
- Pero yo soy su padre biológico.- dijo Matthew.
- Las abandonaste.- le recordé, dándole mucho peso a cada palabra.
- Había mucha presión. – Se acercó como si quisiera acariciar el pelo
de Mariella, pero ella dio un respingo hacia atrás, seguía apretando la mano
de su hermano, como si se fuera a perder si se soltara.
La pista no estaba muy concurrida, pero la gente había comenzado
a echar miradas de reojo hacia nuestro tenso grupo. No me importaban los
espectadores, pero lo último que quería era una confrontación, física o verbal,
en frente de las niñas.
- Tienes que irte. - le dije. – Vamos a llevar a las chicas de vuelta a su
casa ahora. Has arruinado nuestro tiempo juntos. No lo hagas peor.
sentamos también. Nos sorprendió que los Gorhams no nos echaran la culpa
del incidente. – Este Mark, es demasiado tierno cuando se trata de su padre.
- dijo Iona.
En secreto, estaba de acuerdo. O tal vez no en tan secreto - Tolliver
me lanzó una mirada. Podía leerme casi con demasiada facilidad.
- ¿Pudiste saber qué quería? - Iona me preguntó de repente.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Con tu sentido ese?- Iona agitó una mano delante de ella como si
se estuviera apartando de un mosquito.
- No soy psíquica, Iona, estaría encantada de descubrir lo que
Matthew quería. Me gustaría saberlo. Todo lo que puedo hacer es encontrar
cadáveres. - Demasiado tarde, vi a Mariella por encima del hombro de Iona.
Iba desde el vestíbulo hacia las habitaciones. Tenía los ojos abiertos de par
en par. Pero esto no podía ser muy sorprendente para ella, ¿verdad? ¿Qué
demonios les habían dicho Iona y Hank que habíamos estado diciendo? Se
giró y salió corriendo de la cocina.
Bueno, eso hacía el día perfecto.
- Bueno, ¿Qué te dijo ese sentido?- Iona era muy persistente.
- Nada útil, en aquel momento. - dije - No había una persona muerta
por aquí, si eso es lo que estás preguntando. El cadáver más cercano es
muy antiguo y está muy enterrado bajo el patio de tu vecino de enfrente.
Indio, probablemente. Tendría que estar más cerca para estar segura.
Finalmente se había callado. Mi tía y mi tío, simplemente me miraron.
Esto no ayudaba a avanzar nuestro debate. - Pero eso no tiene nada que ver
con la aparición de Matthew en la pista hoy. - les recordé. - ¿Deberías pedir
una orden de alejamiento contra él? Quiero decir, él no tiene ningún derecho
legal sobre las niñas, ¿verdad?
- Así es. - dijo Hank, recuperándose mucho más rápido que su esposa.
– Las hemos adoptado. Renunció a sus derechos.
- Y no quiero llamar a la policía. - dijo Iona. - Hemos hablado con la
policía lo suficiente para el resto de nuestras vidas.
- ¿Así que queréis que vuelva de nuevo? ¿Para asustar otra vez a las
niñas?
- ¡No! ¡Pero tuvimos bastante relación con la policía cuando raptaron
a tu hermana! No queremos que vengan aquí de nuevo.
Entendía lo que se sentía querer estar por debajo del radar de la policía,
aunque la mayoría de la gente que aplicaba la ley que había conocido eran
simples seres humanos estado tratando de hacer un buen trabajo con poco
dinero. Pero también entendía que, aparte de la repulsión de Iona y Hank ante
la perspectiva de tener coches de policía estacionados en frente de la casa,
mis hermanas se verían seriamente afectadas. Quizás ver venir a la policía
- ¿Es usted esa mujer? - Preguntó. - ¿Es usted la mujer psíquica que
encuentra cadáveres?
- No. - dije al instante. – He escuchado eso antes, pero yo trabajo en
el centro comercial.
Eso es lo que siempre decía cuando yo estaba en una zona urbana.
Siempre había funcionado antes. Siempre había un centro comercial cerca
y eso proporcionaba una explicación razonable para que me hubieran visto
antes.
- ¿Qué centro comercial?- Preguntó la mujer. Era bonita, aunque iba
vestida con su ropa desaliñada de fin de semana, y era persistente.
- Lo siento. - dije con una sonrisa adecuada. - Yo no te conozco.- Me
encogí de hombros, que debía significar “Estoy segura que eres normal,
pero no quiero discutir mis asuntos personales contigo”.
Esta chica no acabó de captar la señal. - Eres igual que ella. - dijo,
sonriendo como si eso debiera hacerme feliz.
- Vale. - dije, y empecé a sacar la ropa de las lavadoras. Ya había
cogido de uno de los carros con ruedas.
- Si usted fuera ella, su hermano estaría en algún lugar. - dijo la mujer.
- Me encantaría conocerlo, él es muy guapo.
- Pero yo no soy ella.- Alejé mi carrito con la ropa mojada. Tenía que
permanecer el tiempo suficiente para secarlos. No podía irme ahora. Si hay
algo en el mundo que yo no quería hacer, era hablar con esa mujer de mi
vida, de mis actividades y de mi Tolliver.
La mujer me miró el resto del tiempo que estuve en la lavandería,
aunque no se acercó a mí otra vez, gracias a Dios. Fingí estar leyendo
mientras nuestra ropa se secaba, fingí ser absorbida en doblarla una vez
estuvo seca, y yo decidí que, en lo que a mí respectaba, ella simplemente no
estaba allí. Esta técnica me había funcionado en el pasado.
Cuando estuve lista para cargar la ropa en el coche, pensé que había
conseguido quitármela de encima. Pero no, ahí estaba, siguiéndome hacia
el estacionamiento.
- No me hables de nuevo. - le dije, agitada.
- Usted es ella. - dijo con un gesto petulante de su cabeza.
- Déjame en paz. - dije, subí al coche y cerré la puerta. Esperé a
marcharme hasta que ella volvió a entrar en la lavandería. Tenía la esperanza
de que alguien hubiera robado su ropa mientras ella salía para hablarme.
Por lo menos ahora sabía que no podía seguirme. Pero miré el espejo
retrovisor un par de veces, sólo para estar segura, y así fue como me di
cuenta de que un coche me estaba siguiendo. Era difícil estar segura, ya que
estaba oscuro, pero como la zona era tan urbano y bien iluminada, estaba
Ahora, casi todos a los que se lo habíamos dicho habían tenido esa
reacción, en mayor o menor grado. Si me hubiera preocupado lo que iban a
sentir, hubiera estado preocupara por nuestra relación.
Afortunadamente, no me importa una mierda.
- Es hora de que te marches, Matthew. - dije, alejándome de Tolliver.
– Para ser un drogadicto reformado y alcohólico, no eres muy tolerante ante
las diferencias de los demás.- Mantuve abierta la puerta de la habitación.
Matthew me miró y luego a su hijo, esperando que Tolliver cancelara
mi sugerencia. Tolliver giró la cabeza hacia la puerta abierta. - Creo que será
mejor que te vayas antes de que enloquezca más. - dijo, en una voz sin
carga emocional alguna.
Matthew me lanzó una mirada furiosa, mientras caminaba hacia la
puerta.
La cerré con llave detrás de él. Di un paso hacia Tolliver, lo abracé,
y miré su cansada cara. – Y yo que pensaba que alguien se alegraría por
nosotros. - dije, para romper el silencio. Yo no sabía lo que estaba sintiendo
Tolliver. ¿Acaso estaba dudando?
Ahora afuera estaba completamente oscuro, y la ventana parecía
un gran ojo mirando la habitación, especialmente ya que estábamos en la
planta baja. Tolliver me dio un abrazo y se acercó hacia la ventana para
correr las cortinas. Me sentiría mejor cuando la noche cayera y Tolliver y yo
estuviéramos solos.
Tolliver estaba de pie en mitad de la ventana, con los brazos extendidos
para poner las cortinas. Yo estaba un poco al lado y detrás de él, a punto de
sentarme sobre la cama para desatarme los zapatos. Y entonces sucedieron
un centenar de cosas en unos pocos segundos. Hubo un ruido enorme, y mi
cara y mi pecho me dolían, y me salpicó algo húmedo. Una ráfaga de aire frío
sopló sobre mi cara mientras Tolliver se tambaleaba hacia atrás, tirándome
encima de la cama. Cayó encima de mí y luego se deslizó hasta el suelo de
una manera extraña.
Me puse de pie tan rápido que me tambaleé, consciente de que el
aire frío entraba por la ventana, inexplicablemente. Miré a mi pecho frío.
Estaba mojado, no con lluvia, pero con manchas rojas. Mi camiseta estaba
arruinada. No sé por qué eso me importaba. Pero creo que grité, porque
había comprendido en un nivel subconsciente que le habían disparado a
Tolliver, que el vidrio roto me había cortado y que estaba cubierta de sangre,
y de que nuestro mundo había cambiado por completo en el espacio de un
segundo.
Capítulo 6
- Sí, estoy bien. - le dije, apretando con todas mis fuerzas. - Escucha,
ya están de camino, querido. - Yo no recordaba haber llamado a Tolliver
“querido” en todos los años que habíamos pasado juntos. – Van a venir para
ayudarte. No estás mal herido, te pondrás bien.
- ¿Había una bomba? – Dijo - ¿Hubo una explosión? - Su voz se
quebró - Papá, ¿Qué pasó? Harper está herida.
- No te preocupes por Harper. - dijo Matthew. - Está bien. Estará bien.
- Estaba examinando las heridas de Tolliver con sus dedos, levantándole la
a Tolliver para examinar la piel.
Entonces los ojos de Tolliver se cerraron y su rostro se relajó.
- ¡Oh, Dios! - Casi moví las manos, pero incluso bajo el pánico del
momento supe que no debía hacerlo. Había sujetado durante lo que me
parecieron horas. No era el momento de soltar ahora.
- No está muerto. - gritó Matthew. - Él no está muerto
Sin embargo, a mí me parecía muerto.
- No. - dije - Él no está muerto. No lo está. No puede estarlo. Es su
hombro derecho, y ahí no está el corazón. Él no puede morir por esto. - Yo sabía
lo tonta que estaba siendo, pero no tenía vergüenza en ese momento.
- No, él no morirá. - dijo su padre.
Abrí la boca para gritarle a Matthew, aunque no sabía lo que le iba a
decir, y entonces apreté los labios juntos, porque escuché una ambulancia.
Había gente apiñada en la puerta de la habitación, y estaban hablando
y gritando, y escuché a algunos de ellos gritándole al conductor de la
ambulancia “Ven aquí, ven aquí”, y si giraba la cabeza hacia mi izquierda,
podía ver por la ventana las luces intermitentes. Lo que yo más quería era
que alguien que sabía lo que hacía entrara en la habitación y ocuparse de
todo, alguien que pudiera ocuparse de mi hermano y detener el sangrado.
Hubo más gritos afuera cuando la policía llegó con la ambulancia y
comenzaron a decirles a todos que se apartaran, a continuación los tipos de
la ambulancia aparecieron en la habitación y Matthew y yo tuvimos que salir
fuera para pudieran trabajar.
La policía me llevó fuera, y yo no pude recordar una sola cara después
de esa noche. - Alguien le disparó a través de la ventana - le dije a la primera
cara que pareció hacerme una pregunta. - Yo estaba parada detrás de él y
alguien le disparó a través de la ventana.
- ¿Qué relación tienen? - Preguntó la cara.
- Soy su hermana - dije de forma automática - Este es su padre. No es
mi padre, pero él suyo sí. - Yo no sé por qué hice esa distinción, excepto que
había estado haciéndolo durante años, diciendo que no tenía parentesco
alguno con Matthew Lang.
fútbol, que en realidad resultó ser su caso. Parker Powers había sido un
famoso jugador de fútbol de Longview, Texas, le habían herido hace dos
años cuando estaba con los Cowboys de Dallas. Eso le hacía ser casi una
estrella. Aprendí todo eso a los diez minutos de conocerlo, gracias a Matthew
Lang.
El Detective Powers era una sombra de color marrón de estatura media
y tenía ojos azules. El pelo era de color marrón, rizado y bien recortado.
Llevaba un anillo de casado bastante ancho.
- ¿Quién cree que le disparó? - Me preguntó, era más directo de lo
que esperaba.
- No me lo puedo imaginar. - le dije. – Hubiera dicho que fue Matthew
si no hubiera entrado en la habitación tan rápido.
- ¿Por qué su padre?
- Porque ¿A quién más le importa? - Dije, dándome cuenta de que
esa no era la manera más coherente de exponer mi opinión. - Por supuesto,
a algunas personas no les gusta lo que hacemos, pero somos honestos y
no tenemos enemigos. Al menos, no que yo sepa. Obviamente, debemos
de tener uno. - No sé cómo la policía podría sacar algo de sentido a esto,
pero se suponía que en algún momento había explicado lo que Tolliver y yo
hacíamos. No me acordaba.
El Detective Powers hizo todas las preguntas-y-respuestas de rutina
acerca de cómo nos ganábamos nuestra vida, desde hace cuánto tiempo,
cuánto dinero cobrábamos, cual había sido nuestro último caso. Tuve que
pensar un momento sobre eso, pero entonces me acordé de la visita de
los Joyce y se lo conté. No parecía muy contento al descubrir que nos
hablábamos con una familia rica y poderosa.
Un médico entró, un hombre mayor, con flequillo y una vieja cara. Me
puse de pie en un instante.
- ¿Señores de la familia Lang? - Él nos miró a mí y a Matthew. Yo no
podía hablar, yo estaba esperando. Matthew asintió.
- Soy el Dr. Spradling, y soy cirujano ortopédico. Acabo de operar al
Sr. Lang. Bueno, hay buenas noticias en conjunto. El Sr. Lang fue alcanzado
por una bala de pequeño calibre, probablemente de un rifle o una pistola .22.
Atravesó su clavícula.
Exclamé. No pude evitarlo. Yo estaba actuando como una tonta.
- Así que he escayolado la clavícula. No hubo grandes daños ni a los
nervios ni a los vasos sanguíneos, por lo que es un hombre con suerte, si
se puede decir eso de alguien que ha recibido un disparo. La cirugía ha ido
bien. - dijo el médico. - Y creo que se va a recuperar sin muchos tropiezos.
En cuanto a lo que va a suceder ahora, tendrá que permanecer en el hospital
durante dos o tres días. Si todo sigue bien, si no hay complicaciones, podrá
ser dado de alta. Pero probablemente tendrá que tomar antibióticos por
pasado. - Lizzie continuó. - He oído que sucedió en ese mismo motel donde
les visitamos a ustedes. ¡Dios mío! ¿Qué crees que pasó? ¿Era sólo un
disparo al azar?
Un recuerdo apareció en mi mente. - Uno de los policías me dijo que
había otro disparo a un par de manzanas de distancia. Así que es posible.
Pero eso es bastante difícil de creer.
- Bueno, realmente lo siento mucho. Si hay algo que pueda hacer, sólo
házmelo saber.
Me preguntaba cómo de sincera era la oferta. Por un salvaje minuto
consideré en decirle: - La estancia en el hospital va a ser muy cara, porque
nuestro seguro es una mierda. ¿Podría usted ocuparse de la factura? Ah,
y de recoger su ficha para la rehabilitación también, ya que estás? - Pero
simplemente le di las gracias y le entregué el teléfono a Victoria.
Había estado demasiado preocupada como para pensar a la crisis
financiera que íbamos a tener que enfrentarnos hasta ese momento. Tuve
pensamientos infelices mientras Victoria Flores terminaba su conversación
con Lizzie Joyce. Por primera vez, vi el alcance del problema. Me di cuenta
de que la lesión de Tolliver significaba el fin de nuestro sueño de comprar
una casa, al menos en un futuro cercano.
Era posible que yo estuviera más deprimida, cosa yo no habría creído
posible hace diez minutos.
Le conté a Victoria la visita en el cementerio Pioneer Rest. Me hizo
un montón de preguntas que no pude contestar, pero finalmente se mostró
satisfecha de haberme arrancado hasta el último de mis conocimientos y de
mis conjeturas.
- Espero que pueda servirles de algo. - me dijo, dejando baja su propia
guardia. - - No puedo creer que vinieran a mí en lugar de acudir a alguna
agencia grande, pero ahora que sé todos los detalles, puedo ver por qué han
acudido a alguien como yo.
- ¿Ha sido duro, mudarse a esta zona? - Le pregunté.
- Sí, hay mucho más trabajo, pero mucha más competencia. - dijo
Victoria. - Es bueno poder estar cerca de mi madre, ella me ayuda con mi
hija. Y la escuela MariCarmen está aquí y es mejor que la de Texarkana.
Además, no está muy lejos en coche, y todavía tengo un montón de trabajos
y de contactos allá. Sólo me cuesta dos horas y media o tres, dependiendo
del tráfico y del clima.
- Nosotros nunca encontraremos a Cameron, ¿verdad? - dije.
Victoria abrió la boca, como si ella fuera a decirme algo. Entonces la
cerró. - Yo no diría eso. Nunca se sabe cuando aparecerá alguna pista. Yo
nunca os dejaría de lado. Sabes que es cierto.
Asentí.
Capítulo 7
D
espués de que Victoria se marchara, me senté en la silla que había
junto a la cama del hospital. Mi pierna derecha estaba temblorosa.
Es la pierna que fue recorrida por el rayo en el remolque cuando el
trueno me alcanzó. Me estaba preparando para una Cita, así que era sábado
o viernes. Descubrí que ya no me acordaba de todas las circunstancias, eso
fue un verdadero shock.
Sí recordaba había estado rebuscando en el espejo del baño, mientras
me rizaba el pelo, que estaba conectado a la toma junto al lavabo. El rayo
entró por la ventana abierta del baño. Lo siguiente que recuerdo es que
estaba tendida de espaldas, la mitad del cuerpo dentro y la otra mitad fuera
de la pequeña habitación, y a Tolliver realizándome la reanimación cardio-
pulmonar, y a los de urgencias ocupándose de mi, y Matthew gritándoles de
fondo. Mark estaba tratando de acallarlo.
Mi madre estaba inconsciente en su dormitorio. Podía verla tendida
en la cama si giraba la cabeza hacia la izquierda. Uno de los bebés estaba
gritando, probablemente Mariella. Cameron estaba pegada a la pared de la
habitación, con el rostro empapado en lágrimas y con expresión angustiada.
Había un olor extraño en el aire. Los pelos de mi brazo derecho eran como
pequeños copos crujientes. No parecía funcionarme nada.
- Tu hermano te ha salvado la vida. - dijo el hombre de más edad que
estaba inclinado sobre mí. Su voz sonaba muy lejos y zumbaba.
Traté de responder, pero mi boca no funcionaba. Conseguí hacer un
pequeño movimiento de cabeza.
- ¡Gracias, Jesús! - dijo Cameron, sus palabras eran casi incoherentes
porque estaba muy sofocada.
Esa escena en el trailer me pareció más real en este cuarto de hospital
de Dallas. Me podía imaginar a Cameron claramente: su pelo largo y rubio,
sus ojos marrones, como los de papá. No nos parecíamos mucho, incluso
un rápido vistazo te diría que la forma de nuestras caras era muy diferente
y también lo eran nuestros ojos. Cameron tenía pecas en la nariz, y ella era
más bajita, y su construcción era más compacta que la mía. Cameron y yo
sacábamos buenas notas, pero ella era más popular. Ella trabajó duro para
conseguirlo.
Creo que Cameron lo hubiera pasado mucho mejor si no hubiera
sido capaz de recordar claramente la bonita casa en Memphis donde había
crecido, antes de que nuestra madre y padre fueran cuesta abajo. Quizás
ese recuerdo también hizo la hacía luchar para mantenernos aL nivel que
recordaba. Se volvía loca si no estaba todo ordenado, limpio y claro. Se
volvía loca si alguien sospechaba de cómo era eralmente nuestra vida en
casa. A veces ese deseo desesperado por mantener las apariencias en la
escuela hacía que Cameron fuera un poco difícil de tratar. Incluso vivir con
ella lo era, a decir verdad. Pero ella era absolutamente leal a sus hermanos,
tanto los medio-hermanos como los de sangre. Estaba decidida a cuidar a
Mariella y a Gracie mientras guardaba sus recuerdos sombríos de nuestro
pasado. Cameron trabajaba constantemente para que el remolque tuviera
un aspecto limpio y ordenado, y yo le ayudaba en esa lucha.
Victoria ya había levantado un montón de fantasmas. Mientras dormía
Tolliver, me acordé de los años en que yo esperaba ver a mi hermana a
todas partes adonde íbamos. Me imaginaba que estaría una tienda, y que el
empleado que me ayudaría con la compra sería ella. O que sería la prostituta
que estaba en la esquina de una calle en la noche. O que sería la joven
madre empujando un carrito de bebé, una con el pelo rubio y largo.
Pero no lo había sido.
Una vez incluso pregunté a alguien si se llamadba Cameron, porque
estaba convencida de que la joven era mi hermana, un poco envejecida y
desgastada. La asusté. Tuve que alejarme rápidamente, ya sabía que iba a
llamar a la policía si decía una palabra más.
En todas esas fantasías, ni una sola vez me había explicado a mí
misma cómo Cameron había encontrado esta segunda vida, o por qué no
me había llamado o escrito en todos estos años.
Al principio, me había auto-convencido de que mi hermana había
sido secuestrada por una banda o vendida para ser esclava, algo violento y
horrible. Más tarde se me había ocurrido que tal vez ella simplemente había
estado harta de su vida: de sus malos padres y del asqueroso remolque,
de una hermana que cojeaba y parecía abstraída, de los bebes que nunca
parecía mantenerse limpios.
Pero casi todos los días estaba segura de Cameron estaba muerta.
Me vi arrancada de mi sueño triste por la súbita aparición de uno
de los policías de la noche anterior. Entró en la habitación del hospital
silenciosamente y se quedó mirando a mi hermano. Luego dijo: - ¿Cómo
está hoy, señorita Connelly? - Con una voz que apenas movía el aire en la
habitación, de lo silenciosa y uniforme que era.
desastre, y lo sé. Te estoy pidiendo perdón, ahora que estoy limpio y sobrio.
No voy a joderlo otra vez, hijo.
- Harán falta mucho más que palabras para convencernos. – dije,
mirando a Tolliver y viendo cómo estaba agotado después de cinco minutos
en presencia de su padre. – Ya que hablamos de recuerdos felices, seguro
que podemos sacar a la luz algunos que hemos querido evitar. Estuviste allí
la noche pasada… Está bien. Eso fue bueno. Pero no es más que sino una
gota en el océano.
Matthew se veía triste. Sus ojos castaños eran como los de un perro
de aguas, inocentes y líquidos con los sentimientos a flor de piel.
Yo no creía que se hubiera reformado ni por un segundo. Y, sin embargo,
tenía que admitirlo, yo quería creerle. Si el padre de Tolliver realmente podía
reformarse, tratar de quiere a Tolliver como merecía serlo, lo respetara como
se merecía, sería algo maravilloso.
Un segundo después, me maldije a mi misma por ser tan patética,
para caer en esa trampa. Como Tolliver estaba herido y débil, tenía que estar
muy alerta. Yo estaba a cargo de los dos, no sólo de mí misma.
- Harper, sé que me merezco eso. - dijo Matthew. - Sé que va a llevar
mucho tiempo el convenceros a los dos de que lo siento mucho. Sé que lo
fastidié, una y otra vez. Sé que no me comporté como un verdadero padre.
Yo ni siquiera actuaba como un adulto responsable.
Miré a Tolliver para medir su reacción. Todo lo que vi fue a un hombre
joven que había recibido un disparo en el hombro esa noche, a un hombre
agotado por las exigencias de su padre que estaba en la habitación.
- No es necesario que Tolliver pase por todo este drama ahora. - dije.
- No deberíamos haber empezado esta discusión. Gracias por tu ayuda
anoche. Ahora debes irte.
A su favor, diré que Matthew dijo adiós a Tolliver, se giró y salió de la
habitación.
- Bueno, ya pasó. - dije, para llenar el silencio repentino. Había
cogido la mano de Tolliver, y él la apretó, pero no abrió los ojos. Yo no sabía
si estaba realmente dormido, pero necesitaba actuar como si lo estuviera,
a mí me pareció bien. Nuestro flujo de visitantes parecía haber decaído,
y tuvimos unas pocas horas del típico aburrimiento de hospital que había
previsto. Fue casi un alivio poder estar aburrida. Vimos películas antiguas, y
leí unas cuantas páginas. No hubo una sola llamada. Nadie vino a hacer una
visita.
Cuando el reloj marcó las cinco en el gran reloj en su habitación, Tolliver
insistió en que tenía que salir, ir al hotel y descansar un poco. Después
de hablar con su enfermera, finalmente acepté. Yo estaba casi caminando
dormida, y quería ducharme de nuevo. Todos los pequeños cortes de la cara
me dolían y picaban.
nuevas experiencias. No hay muchas personas que aplican la ley que entran
en la categoría de creyentes, no es demasiado sorprendente, ya que estos
profesionales tienen que lidiar con mentirosos todos los días.
Yo soy como la hierba de gato para los creyentes. Soy convincente,
porque soy de verdad.
Sabía que, a partir de ahora, el detective Rudy Flemmons aparecería
más y más a menudo. Yo era una confirmación viviente de lo que él creía en
secreto.
Y todo porque me había caído un rayo encima.
Yo quería ducharme, pero me quité los zapatos y me acosté en la
cama. Llamé a Tolliver para decirle que tenía que ir al departamento de
policía por la mañana, y que iría al God Mercy después para contárselo.
Sonaba tan somnolencia como me sentía, y en vez de ducharme, después
de haber puesto mi teléfono en el cargador, me quité el pantalón y me metí
entre las sábanas.
Capítulo 8
M
e desperté con una sacudida. Me quedé allí tumbada durante unos
segundos, tratando de precisar el motivo por la que era tan infeliz,
y entonces me acordé de que Tolliver estaba en el hospital. Reviví
el momento en que le habían disparado con una claridad espantosa.
Como ya me habían disparado a través de una ventana antes,
tenía que preguntarme lo que pasaba con nosotros y las ventanas. Si nos
quedábamos lejos de los edificios, ¿Estaríamos a salvo? Aunque Tolliver
había sido Boy Scout y había hecho acampadas, no me acordaba que
disfrutara particularmente la experiencia, y yo sabía que no lo haría.
Eran las cuatro y media de la mañana. Me había saltado la cena y
casi toda la noche. No era sorprendente que ahora estuviera completamente
despierta. Me puse montones de almohadas detrás de mí y encendí la
televisión, manteniendo el sonido muy bajo. Ver las noticias estaba fuera
de lugar: siempre son malas, y yo ya había tenido mi dosis suficiente de
derramamiento de sangre y crueldad. Encontré una película del viejo oeste.
Fue extraordinariamente relajante ver como los buenos ganaban, ver como
los tipos duros resultaban tener un corazón de oro, y observar de vez en
cuando, algún tipo al que le habían disparado caer al suelo, sin sangrar. Este
era un mundo mejor que en el que yo vivía, y disfruté visitándolo, sobre todo
a altas horas de la madrugada.
Después de una hora, debí de dormirme de nuevo, porque me desperté
a las siete en punto, y el televisor aún estaba encendido. El mando a distancia
estaba en mi mano.
Cuando estuve duchada, vestida y arreglada, me fui hasta el buffet
libre de desayuno. Si no comía con más regularidad, iba a colapsar. Me tomé
un gran tazón de cereales y alguno de fruta, y luego dos tazas de café. Volví
a la habitación para lavarme los dientes. Ponerme maquillaje de base estaba
fuera de dudas ya que mi cara estaba muy cortada, pero sí conseguí ponerme
- Creo que Mark cree que papá tiene que ser bueno de corazón. - dijo
Tolliver lentamente. - Porque si papá no es bueno, entonces habrá perdido al
único padre que le queda. Y necesita tener esa relación.
- ¿Crees que tu papá tiene un buen corazón?
Tolliver se puse a pensar en su respuesta. - Espero que le quede algo
bueno en él. - dijo Tolliver. - Pero honestamente, yo no creo que se vaya
a mantenerse sobrio, si es que está realmente sobrio. Ha mentido acerca
de eso antes, y lo hará otra vez. Siempre vuelve a caer en las drogas, y
recuerda que en sus peores días, tomaba cualquier cosa que le ofrecieran.
Pero estoy seguro de que debe haber sentido un gran dolor emocional para
necesitar tantas drogas para acallarlo, ¿sabes? Pero él nos abandonó para
quien quisiera se aprovechara de nosotros, porque tenía que drogarse. No,
no puedo confiar en él. - dijo Tolliver. - Y espero que nunca tenga que hacerlo,
porque me decepcionaré de nuevo.
- Eso era exactamente lo que yo sentía por mi madre. - dije,
comprendiéndolo por completo.
- Sí, Laurel era un todo un caso. - dijo Tolliver. - ¿Sabes que ella trató
de conquistarnos a Mark y a mí?
Pensé que iba a vomitar lo que acababa de comer. – No. - dije con la
voz ahogada.
-Sí. Cameron lo sabía. Entró en el, eh, momento crítico. Pensé que
Mark iba a morirse de vergüenza, y yo no tenía idea de qué hacer.
- ¿Y qué pasó? - Sentí una profunda vergüenza. Me dije que no era
asunto mío, pero es difícil creer eso cuando escuchas una historia sobre
alguien de tu propia sangre y te revuelve el estómago.
- Bueno, Cameron arrastró a su madre fuera del dormitorio y le hizo
ponerse algo de ropa. - dijo Tolliver. - No creo que Laurel supiera dónde
estaba ni qué estaba pasando, Harper, si sirve de algo. Cameron le dio un
par de bofetadas a tu madre. - Caramba. - dije. A veces no hay palabras.
- Pero ya ha terminado. - dijo Tolliver, como si estuviera tratando de
convencerse a sí mismo.
- Sí-. dije – Ya ha pasado. Y nos tenemos el uno al otro.
- Ya no nos puede afectar.
- No. - dije, mintiendo entre dientes. - No puede.
Capítulo 9
E
l restaurante donde había quedado con Victoria Flores estaba lleno,
y los camareros no paraban de dar vueltas. Parecía muy animado
en comparación con los sonidos apagados del hospital.
Para mi sorpresa, Victoria no vino sola. Drexell Joyce, el hermano de
Kate y Lizzie, estaba sentado con ella en la mesa.
- Hey, chica. - dijo Victoria, levantándose para darme un abrazo.
Me sorprendí, pero no lo suficiente como para retroceder. Yo no sabía que
estábamos en esos términos. De alguna manera, este espectáculo era paraa
Drexell Joyce. Me había imaginado una cena relajada entre dos mujeres que
encontraban secretos para vivir, no una cena estratégica con un hombre
desconocido.
- Sr. Joyce. - dije mientras me sentaba y metía el bolso bajo la mesa.
- Oh, por favor, llámame Drex. - dijo con una amplia sonrisa. Puso gran
admiración en su mirada. Yo no creí que fuera sincero ni por un segundo.
- ¿Qué estás haciendo lejos de la finca?- pregunté, con lo que esperaba
fuera una sonrisa encantadora.
- Mis hermanas me pidieron que hablara con Victoria, para ver qué
había de nuevo sobre la investigación. Si tenemos una pequeña tía o tío por
ahí, queremos encontrar a este bebé y asegurarnos de que crece bien .- dijo
Drex.
- Simplemente suponen que el hijo que tuvo Mariah Parish era de tu
abuelo. - Eso me pareció sorprendente, y no traté de ocultarlo.
- Sí, eso es lo que estoy pensando. Era un perro viejo, no hay duda,
pero conocía un par de trucos. A mi abuelo le gustaban las mujeres, siempre
fue así.
- ¿Y crees que Mariah Parish cayó bajo sus encantos?
- ¿Qué? - dije - ¿Qué?- Salté de entre los autobuses para hacer frente
a mi salvador, y extendí los brazos. - ¿Qué? - Grité.
- Amenaza de muerte. - dijo. Su respiración era todavía irregular. -
Recibiste una amenaza de muerte hoy en día. No quería que salieras sola.
Blanco fácil.
- ¿Por qué diablos no me dijo eso? Así que por eso accedió a correr
conmigo.
- Yo no sabía que eras una loca por la salud. - dijo de manera injusta.
- Yo debía contarte tu situación, informarte acerca de los tiroteos.
- Así que en lugar de... - Empecé a balbucear. Entonces cerré los ojos,
me recompuse mentalmente, y me enderecé. - ¿Tiene un nombre relacionado
con esa amenaza de muerte?
- No, era una voz de hombre. Decía que pensaba que tu trabajo era
obra de Satán, y esas cosas. Dijo que no creía que debieras estar en Texas,
y que iba a ocuparse de ti la próxima vez que te viera. Mencionó tu nuevo
hotel.
Yo estaba escuchando por encima el asunto de la llamada telefónica
hasta que Parker Powers llegó a la parte de “tu nuevo hotel”. Eso era
desconcertante, y supe que tendría que tomarme esto en serio.
- ¿Así que piensa que ese coche era suyo, o cree que sólo ha asustado
a un montón de adolescentes que iban a aparcar aquí? - Mis piernas se
pusieron rígidas, por lo que reboté hacia arriba y hacia abajo suavemente de
puntillas y luego me doblé hasta tocarme las puntas de los pies.
- No lo sé. - dijo Parker con la voz triste. – Sin embargo he apuntado
un número de matrícula parcial y buscaré información.
De pronto me di cuenta de que este hombre se había puesto delante
de mí cuando creía que alguien iba a dispararme. La enormidad del acto
prácticamente me golpeó en la cara.
- Gracias. - dije. De repente, mis rodillas estaban temblando. - Gracias
por hacer eso.
- Eso es lo que se supone que debemos hacer. - dijo. - Se supone que
debemos proteger a la gente. Suerte que no tuve que protegerte mucho.
Casi me da un ataque al corazón. - Él sonrió, y me alegró observar que el
pecho no ya no estaba agitado.
- Por lo tanto, debo vigilar mi espalda, ¿Eh? ¿Supongo que esto no
ha sido un incidente? - Yo no quería herir sus sentimientos, cosa que era
bastante absurda.
- No, supongo que se marchó del todo.- Parecía aliviado por ello. -
Volvamos al hotel.- Enfundó su arma.
Sabía que no iba a ser posible volver corriendo hasta el hotel. Por
lo menos caminamos rápidamente cuando salimos del aparcamiento de
Capítulo 10
A
l final, fui de nuevo al hospital y pasé la noche con Tolliver. Yo
simplemente no quería estar sola, y me sentía más seguro cerca de
él a pesar de que le habían disparado.
El Detective Powers todavía estaba vivo. Me alegré mucho al escuchar
eso, agradecida de que su valor le fuera recompensado en esta vida en
lugar de en la siguiente. Había captado fragmentos de la conversación de
los policías que había a mi alrededor, que casi me habían tratado como si no
estuviera allí.
- Powers se pondrá bien. - la mujer policía, que finalmente me dejó
levantarme, había dicho. - Es demasiado difícil de matar.
- Todos estos años jugando al fútbol, debe de ser un tipo duro. - dijo
uno de los enfermeros de la ambulancia que había venido para examinarme.
Estaba tomandose su tiempo para recoger sus cosas, habiendo determinado
que yo estaba bastante bien.
- Sí, esos golpes en la cabeza no te han hecho ningún bien. - dijo otro
oficial, un joven con la cabeza afeitada. – Powers jugó como mucho una
temporada.
- Hey, respeta al detective. – dijo el ambulanciero más mayor. - Es un
buen portavoz para el departamento.
Leyendo entre líneas, deduje que el detective Powers había sido todo
un reclutamiento para la policía desde que había sido contratado, y que tenía
mucho que ver con su ascenso a detective. La gente estaba muy emocionada
al ser interrogada por un ex futbolista y decían cosas que no habían planeado
decir, sólo para mantener su atención. Así que no era muy apreciado por su
inteligencia o su habilidad innata, sino porque era activo y siempre estaba
dispuesto a ser el centro de atención. Además, era considerado como un tipo
realmente agradable.
Fue un placer decirle a sus compañeros lo valiente que había sido,
y fue un placer ver el orgullo que eso les causó. El hecho de que pensaran
que había sido casi de idiotas salir a correr conmigo, bueno, quedó en un
segundo plano.
Tenía una pocas manchas de sangre en mi cara y me fui a la0 habitación
de hotel para limpiarme. La funcionaria, Kerri Sauer, vino conmigo, y también
se ofreció para llevarme al God Mercy, un gesto que agradecí.
- ¿Alguna vez ver ha visto jugar a Parker? - Preguntó ella, mientras
miraba como me quitaba la sangre con un trapo.
- No. - dije. - ¿Y usted? Debía de ser una niña.
- Lo era. Él era genial. Que se hiciera daño fue terrible para el equipo.
Pero hizo, y todavía hace, todo tipo de cosas para los niños en riesgo. Es un
gran tipo. Tenías su localización cuando llamaste. Eso le salvó la vida. Así
pudo tener una oportunidad.
Parecía contraproducente decir que Powers realmente no habría sido
disparado si no hubiera estado conmigo. Asentí y hundí mi cara en una toalla
para que no pudiera leer mi expresión.
Después de haber aparcado en el hospital y acercarme hasta la puerta,
saludó a la patrulla, y se integró en el tráfico. Tuve una idea loca: si yo ya no
podía ganar más dinero encontrando cuerpos, ¿Podría ser oficial de policía?
Me preguntaba si podría pasar el examen físico. Normalmente mi pierna
derecha estaba bien, pero de vez en cuando me molestaba. Y tenía dolores
de cabeza horribles. Así que probablemente ser agente de la ley no era una
buena opción para mí. Negué con la cabeza y vi el movimiento reflejado en
las paredes brillantes del ascensor. Sólo estaba haciendo el tonto.
Fui por el pasillo con sigilo y abrí la puerta de la habitación de Tolliver
cuidadosamente. Todo estaba oscuro dentro, aunque la luz en el baño estaba
encendida y la puerta se había quedado ligeramente abierta.
- ¿Harper? – Dijo con voz somnolienta.
- Sí, soy yo. Te he echado de menos. - dije, manteniendo estable mi
voz.
- Ven aquí.
Me fui hasta la cama y me agaché para quitarme los zapatos. - Voy a
dormir en la silla. - le dije en voz muy baja. - Vuelve a dormirte.
- Sube conmigo, por el lado bueno.
- ¿Estás seguro de que vas a estar cómodo? La cama es bastante
pequeña.
- Estoy seguro. Prefiero que esté llena contigo a que esté vacía.
Sentí lágrimas empezar a resbalar por mis mejillas, y suprimí el sonido
de llanto que las acompañaba.
- ¿Qué pasa? - Puso su brazo bueno a mi alrededor después de que me
metiera en la cama. Pude todo de mi parte para darle espacio suficiente.
de alta, siempre que Tolliver tuviera a alguien que cuidara de él. Yo levanté
la mano, para indicar que yo era esa persona.
- ¿Qué hay de viajar? - pregunté.
- ¿En coche?
- Sí.
- Yo no lo haría. Necesita descansar durante al menos dos días antes
de poder viajar. Estoy pensando en ponerle ya un gotero con antibióticos,
pero si promete atenerse a lo que yo diga fielmente, si promete mantenerlo
en una habitación tranquila y, a continuación, le recetaré antibióticos de vía
oral y le daré de alta mañana.
- Muy bien. - dije. - Lo prometo.
- Entonces, si sigue mejorando y no tienen fiebre, mañana saldrá.
Yo estaba encantada de oírlo. Tolliver pareció aliviado también. Cuando
el médico se marchó me dijo - Creo que será mejor que vuelva al hotel para
darme una ducha y comer algo.
- ¿Puedes esperar hasta que Mark salga del trabajo? Podría
acompañarte.
- Iré sola. No puedo quedarme encerrada en una habitación todo el
tiempo, Tolliver. Tengo que salir y hacer cosas. – Tampoco quería que le
pegaran un tiro a Mark.
- ¿Quién crees que está haciendo esto?
- Sé que suena ridículo, pero me preguntaba si podría ser alguien
que se haya obsesionado conmigo en la página web, algún loco que decidió
que no quería que yo estuviera cerca de otros hombres. O tal vez es una
coincidencia que yo estuviera con hombres en ambas ocasiones. Tal vez
este tipo dispara muy mal y estaba tratando de darme a mí. Tal vez sea
alguien que sólo quiere asustarme y ver cómo reacciono.
- ¿Por qué ahora? Tiene que haber una razón.
- No sé. - dije perdiendo la paciencia. - ¿Cómo voy a saberlo? Tal vez
la policía encuentre algo. Al haber disparado a uno de ellos, es un poderoso
incentivo para encontrar al tipo malo. Dios sabe que me han pedido que les
dijera todo lo que he hecho en los últimos días, una y otra vez. Te diré algo
más que tengo que hacer, tengo que ir a visitar al detective que recibió el
disparo.
Tolliver asintió. Apartó la cara de mí, para mirar por la ventana. El
día era frío y claro, el cielo era de un azul tan brillante que casi hacía daño
mirarlo. Era un día dolorosamente hermoso. Y aquí estábamos, encerrados
en un hospital y enfadados mutuamente.
Me acerqué a su cama, le cogí de la mano. Respondió a mi agarre. -
Tengo que ducharme y comer, y tengo que ir a ver al detective. - dije - Después
de eso, regresaré. Si sigo moviéndome, estaré bien. Nadie puede seguirme