La casi totalidad de los estudiosos consideran que la filosofía, como término o concepto, es una
creación del genio de los griegos. En efecto, para todos los demás componentes de la civilización
griega se halla un elemento correlativo en los pueblos de Oriente que alcanzaron un elevado nivel
de civilización antes que los griegos (creencias y cultos religiosos, manifestaciones artísticas de
naturaleza diversa, conocimientos y habilidades técnicas de distintas clases, instituciones políticas,
organizaciones militares, etc.). En cambio, en lo que concierne a la filosofía, nos hallamos ante un
fenómeno tan nuevo que no sólo no posee ningún factor correlativo en dichos pueblos, sino que ni
siquiera existe algo estricta y específicamente análogo. Debido a ello, la superioridad de los griegos
con respecto a los demás pueblos en este aspecto específico no es de carácter puramente
cuantitativo sino cualitativo, en la medida en que aquellos crearon, al instituir la filosofía,
constituye en cierto sentido una novedad absoluta.
(...). Ahora bien, la filosofía- gracias a sus categorías racionales - ha permitido en nacimiento de la
ciencia, y en cierto modo, la ha engendrado. Admitir esto significa reconocer a los griegos el mérito
de haber aportado una contribución realmente excepcional a la historia de la civilización.
La tradición afirma que fue Pitágoras el creador del término “filo-sofía”, lo cual resulta verosímil, si
bien no es algo comprobado desde el punto de vista histórico. Sin duda el término fue acuñado por
un espíritu religioso, que presuponía que sólo a los dioses les era posible una sofía (una sabiduría),
es decir, una posesión de cierta y total de la verdad, mientras que consideraba que al hombre sólo le
era posible una tendencia a la sofía, una continuada aproximación a la verdad, un amor al saber
jamás del todo satisfecho, de donde surge precisamente el nombre de “filo-sofía”, “amor a la
sabiduría”.
¿ Qué entendieron los griegos, en esencia, al hablar de esta amada sabiduría?.
Desde el momento en que nació, la filosofía asumió de un modo terminante las tres características
siguientes, que hacen referencia a: a) su contenido, b) su método, c) su objetivo.