Capítulo 4
RELACIONES ENTRE LO MANIFIESTO Y LO LATENTE
Objeto
El objeto de este capítulo es caracterizar las relaciones que existen entre lo manifiesto y
lo latente en los grupos operativos de aprendizaje, y utilizados como analizador de las
relaciones que se establecen entre la organización y sus grupos.
Para ello, en una primera parte, se comienza por el análisis de la unidad de trabajo,
definiendo cada uno de sus momentos y reconociendo las diferencias y relaciones que
existen entre la tarea del grupo y la tarea de su coordinador.
Se incluye al final de este capítulo un anexo con una breve descripción del encuadre de
trabajo de uno de estos grupos en una Escuela de Psicología Social, de manera de facilitar
la comprensión al lector no familiarizado con esta técnica.
Dado que el pensamiento de Pichón Riviere se nutre en esta temática del psicoanálisis, se
reseñan brevemente las ideas de Freud acerca de lo consciente, lo preconsciente y lo
inconsciente. Teniendo en cuenta que esta primera tópica fue desarrollada para el
individuo (ámbito psicosocial), se aborda seguidamente la significación de estos conceptos
en el ámbito grupal, no como una mera traspolación, sino teniendo en cuenta la
especifidad fenomenológica de este campo.
Se abordan seguidamente las etapas del proceso de simbolización constituido por las
interpretaciones del coordinador, y se analiza su posición en relación con el acontecer
grupa! que constituye su objeto de conocimiento.
Este último punto se articula con la segunda parte de este capítulo, donde se analizan los
modos en que la organización se hace presente en la vida de los grupos.
Siguiendo la ética propuesta, la organización se transforma de contexto en texto y se
señala cómo su identidad y los valores propios que desarrolla inciden en la trama grupal.
Se ejemplifican estos conceptos a través del análisis de una escuela dedicada a la
enseñanza de la Psicología Social.
Distinguiendo entre estructura y acontecimiento, se abordan las relaciones entre la
regularidad que propone la organización y la contingencia que introducen los grupos
particulares. En esta dialéctica, se toma al rol coordinador como articulador y al proceso
de simbolización como mediatización.
Una última aclaración. Dada la brevedad del anexo incluido, remitimos al lector
interesado en profundizar sus conocimientos acerca de la técnica de grupos operativos, a
la bibliografía ya citada de E. Pichon Riviere.
Figura 4.1
Un análisis más profundo permite diferenciar la tarea del grupo de la tarea del
coordinador (fig. 4.2).
B) Caracterización de la intervención
. ¿Qué clase de intervención es (señalamiento, interpretación, construcción)?
. ¿Cuál es el modo de la intervención (interrogativo, irónico, risueño, etc.)? .
. ¿Qué tipo de intervención es (corta, larga, clara, confusa, etc.)?
. ¿Qué relación hay entre lo verbal y lo gestual, la actividad corporal? ¿Cuáles son los
contenidos esenciales de la intervención? ¿Hay algunos más relevantes que otros?
B) Nivel ontológico
Hace a la naturaleza del fenómeno observado y nos permite describir y explicar lo que
vemos en el contexto de lo que sabemos. Se relaciona entonces con conceptos y teorías
(ECRO).
Aquí se modeliza la realidad, se la representa funcionalmente. Así, por ejemplo, el
modelo de grupo operativo, a través de los mecanismos de asunción y adjudicación de
roles, o de los principios que rigen la configuración de una estructura (policausalidad,
pluralidad fenoménica, continuidad genética y funcional, movilidad de las estructuras)
intenta explicar las relaciones que se establecen entre los integrantes de un grupo.
C) Nivel metodológico
Es el nivel donde se desarrollan las técnicas para intervenir sobre la realidad que se ha
presentado a través de los modelos, en el marco de la definición de objeto realizada en el
metanivel.
Así, por ejemplo, las técnicas de intervención de un coordinador (señalamiento,
interpretación, construcción) son desarrolladas congruentemente con el modelo de grupo
descrito en el nivel anterior.
Interesa ubicar los conceptos desarrollados en el punto anterior en esta clasificación a los
efectos de comprender la subordinación lógica de unos respecto a otros.
Yendo de lo particular a lo general, la técnica de grupos operativos se ubica en el nivel
metodológico, quedando incluidos aquí los elementos de unidad de trabajo (existente-
intervención-emergente) así corno otros que no han sido desarrollados por no ser objeto
específico de este trabajo (por ejemplo, la instrumentación técnica de los procesos
transferenciales, o la noción de encuadre).
En el nivel ontológico se incluyen, entre otros elementos, la noción de tarea, el grupo
constituido corno estructura dramática a través de los mecanismos de asunción y
adjudicación de roles, la noción de obstáculo y la existencia de los niveles manifiesto y
latente.
¿Qué queda entonces para el metanivel? Precisamente la definición de objeto que hace
Pichon Riviere, cuando dice que
"la psicología social tiene por objeto de estudio el desarrollo y transformación de una
relación dialéctica, la que se da entre estructura social y fantasía inconsciente del
sujeto, asentada sobre sus relaciones de necesidad, o sea, la relación entre estructura
social y configuración del mundo interno del sujeto. relación que es abordada a través de
la noción de vínculo"(2).
NIVEL CONCEPTOS
Hasta aquí han sido utilizados algunos términos como sinónimos sin entrar en mayores
consideraciones: lo manifiesto se ha relacionado con lo explícito, mientras que lo latente
se asimila a lo implícito.
El siguiente párrafo, extraído del artículo "Historia de los grupos operativos"(3), de Pichon
Riviere, expresa claramente esta sinonimia:
"Nuestra técnica consiste en dos aspectos fundamentales: el aspecto manifiesto, explícito
y el aspecto implícito o latente. En ese sentido nos acercamos a la técnica analítica, que
es en realidad hacer consciente lo inconsciente, o sea, hacer explícito lo implícito".
Vale decir que a lo largo de la obra de Pichon Rivjere se pueden encontrar las siguientes
correspondencias:
CS
Censura (2)
Pcs
Censura (1)
Ics
Figura 4.3
REPRESE VERBALIZACIO
SISTEMA PROCESO
NT ACION N
GENERA
Secundario +
Pcs
ramificaciones Palabra Reticencia
Preconsciente
del inconsciente
Ics
Primario Cosa Resistencias
Inconsciente
Freud sostiene que no hay separación esquemáticamente precisa entre los distintos
sistemas, y que la relación entre ellos es de interacción y mutua cooperación.
Cabe preguntarse, llegado a este punto del desarrollo, acerca de la naturaleza de la
relación entre los sistemas descritos, esencialmente entre el Ics en sentido tópico y el
sistema Pcs-Cs.
Una posibilidad es que se trate de una relación metasistémica, concepción según la cual el
Ics tendría una categoría lógica superior (por arriba y por abajo según lo definido
anteriormente), imponiendo entonces un orden jerárquico y normativo absolutamente
sobredeterminante en relación con las representaciones del sistema Pcs-Cs.
No es ésta la posición adoptada en este trabajo; se entiende aquí la relación entre Ics y
Pcs-Cs corno una relación dialógica (6), definida por la unión simbiótica de dos lógicas que
se nutren entre sí, entran en concurrencia, se parasitan mutuamente, se complementan a
la vez que se oponen y se combaten a muerte. Es una relación simbiótica en el sentido en
que no pueden analizarse los procesos psíquicos primarios sin recurrir a signos cuya
ocurrencia se da en el nivel Cs. No puede por otra parte admitirse una prevalencia
definitiva del principio de realidad sobre el principio del placer, o viceversa.
Aceptar esta relación corno dialógica implica poner en suspenso el paradigma lógico
donde uno excluye al otro: ambos sistemas son necesarios a los efectos de la comprensión
del aparato psíquico.
Para cerrar el análisis de este punto, se puede retomar a la terminología utilizada por
Pichon Riviere, constatando ahora que cuando en alguno de sus escritos se refiere a que lo
latente es igual a lo inconsciente en sentido general, debe entenderse que se refiere a lo
que Freud denominó les en sentido descriptivo. Las correspondencias de términos antes
señaladas quedan entonces planteadas de la siguiente manera:
"La estructura interaccional del grupo no sólo permite sino que estimula la emergencia
de fantasías inconscientes. La fantasía inconsciente, crónica del acontecer intrasubjetivo
del grupo interno del sujeto, intersecta con el grupo externo según el modelo dramático
(determinando los mecanismos de asunción y adjudicación de roles)" (7).
Las representaciones hasta aquí aludidas son entonces representaciones de fantasías
inconscientes de sus integrantes. Cabe hacer aquí una reflexión: cuando Pichon Riviere
dice que el acontecer latente del grupo está determinado por la trama vincular de
fantasías inconscientes de sus integrantes, está implícitamente definiendo el dominio de
existencia del grupo como el de los vínculos entre sus integrantes. Es decir que no son las
propiedades de los individuos que pertenecen a un grupo las que lo caracterizan como tal,
sino las relaciones que se establecen entre ellos, aun cuando toda interacción con un
grupo es siempre una interacción con sus integrantes, y el hecho de no encontrar en el
pensamiento de Pichon Riviere ninguna alusión a algún "ente grupal" más allá de la trama
vincular aludida, descartaría desde este punto de vista las interpretaciones dirigidas "al
grupo" (por ejemplo: el grupo está negando tal situación).
"en un grupo no hay fantasma común, salvo en el momento de la ilusión grupa!. Tal o
cual participante, según las fases del grupo, trata de imponer inconscientemente su
fantasma individual inconsciente al resto del grupo, y el desarrollo de un episodio
corresponde a la resonancia ejercida por este fantasma sobre el inconsciente de algunos
participantes, nunca sobre todos" (8).
La caracterización del campo grupal como un campo de transferencias múltiples entre los
integrantes, con la tarea y con el contexto en el que se desarrolla la operación grupal es
otro ejemplo de este enfoque. No existe aquí mención alguna a la transferencia sobre el
propio grupo, tal como la describen otros autores, por ejemplo, Pontalis, cuando es
tomado inconscientemente como objeto de catexis pulsional y fantasmática.
Para terminar este punto puede plantearse la siguiente pregunta: si es en el plano de lo
manifiesto donde emergen indicios que permiten establecer hipótesis acerca del
acontecer latente del grupo, ¿cuáles son los elementos que nos permiten establecer tales
significaciones?
Se distinguen estos elementos por alguna de las siguientes causas: 1) por omisión, es decir
que se significa aquello que falta, lo que se evita o se rechaza; 2) por redundancia, lo cual
resalta que algunos elementos no sólo están presentes sino que se reiteran más allá de lo
normal; 3) por contradicción, o sea, cuando el juego de oposiciones se hace protagonista
de lo manifiesto, en cuyo caso se analizan los términos de la disociación y la relación
entre ellos; 4) por lo insólito como ruptura de 10 cotidiano, es decir, la presencia de
hechos o intervenciones cuya aparición sorprende al observador.
Los estereotipos, todo aquello que aparece corno descolgado, corno risueño, corno
siniestro, las expresiones intensas de afecto y muchos otros sucesos son ejemplos de estos
indicios que permiten al operador caracterizar el existente y establecer sus hipótesis
acerca de la estructura latente que subyace.
4.1.5. La interpretación como proceso de simbolización
En el punto anterior se han utilizado reiteradamente palabras tales corno significación,
indicios, caracterización, lectura de 10 manifiesto o de 10 latente. Se ha hecho referencia
además a una cantidad de indicios (omisiones, redundancias, contradicciones, 10 insólito)
cuya presencia permite al operador develar la estructura de 10 latente.
Todo alude al proceso de simbolización, que es el que se aborda seguidamente.
Recuérdese la definición de signo:
SIGNO= SIGNIFICANTE
SIGNIFICADO
Por ejemplo, una señal de tránsito se constituye en signo cuando se asocia 10 que se ve,
por ejemplo ( con lo que significa, es decir que no se puede estacionar. En inglés
estacionar se dice to park y, por lo tanto, el significante anterior no se asocia con
significado alguno por lo que no hay en este caso signo. El significante correcto debería
ser en este caso una P tachada) .
El emergente tal corno ha sido definido es un signo, 10 cual implica varias cosas:
a) Un determinado hecho producido en un grupo puede ser tornado corno significante,
pero no se, constituye en signo hasta que no se le asocia un significado.
b) Un mismo significante puede tener, y de hecho tiene, varios significados posibles.
c) Varios significantes pueden aludir a un mismo significado, esto es, para una cantidad de
hechos diversos la explicación acerca de su significado puede ser la misma.
d) En tanto el emergente relaciona en su carácter de signo a ambos elementos, lo
manifiesto adquiere el carácter de sentido señal (señala la presencia de algo), mientras
que lo latente se distingue por su sentido significado (significa, aclara aspectos de lo
manifiesto).
Pichon Riviere sostiene que cualquier cosa que acontezca en un grupo está manifestando
por medio del emergente el contenido implícito de la situación de grupo. Pero debe
agregarse que ninguna de estas cosas (significantes) puede ser tomada como indicio de
dicho contenido implícito (esto es, ser tomada como signo) hasta que no se le dé una
explicación (significado). O sea que dentro de la estructura de lo manifiesto, todo es
significativo en tanto el operador pueda asignarle un significado.
Cuando alguien pregunta "¿qué significa que Fulanita se haya caído de la silla justo en ese
momento?", la respuesta tendrá sentido sólo en términos de significado. o sea, si puede
asociarse el hecho y el momento en que ocurre a algún otro suceso que lo determine (por
ejemplo, que en ese momento se estaba hablando de algo que la molestaba y pretendió
de esa manera desviar la atención). Más aún, corresponde al operador también develar la
naturaleza del signo en términos del acontecer grupal (por ejemplo, establecer si
Fulanita, a través de su caída, fue portavoz de un malestar de todo el grupo, o bien su
sensibilidad respondió más bien a cosas muy personales).
Vale decir que, puestos frente al acontecer grupal, encontramos que lo significativo no es
el acontecer mismo, sino la mirada que el observador le dirige. En un grupo se producen
muchos más acontecimientos que los que el operador puede dar cuenta y por lo tanto es
importante resaltar el proceso de selección.
Nada tiene sentido fuera de la mirada del observador, que es la que selecciona de la
multiplicidad de eventos que el grupo despliega, aquellos que serán útiles en función de
su tarea. Y es precisamente esta comprensión acerca de la naturaleza de su tarea
(trabajar sobre los obstáculos del grupo) la que dirige su mirada y su intervención.
Se ampliará esto en el punto siguiente (la posición del operador), pero vale la pena
aclarar aquí que frente a la constitución de un signo, o sea cuando algún aspecto de lo
manifiesto adquiere significado y echa luz sobre la estructura de lo latente, señalarlo o no
dependerá del carácter de obstáculo que dicho hecho presente. En todo grupo hay una
estructura imaginaria que subyace, cuyo carácter en un determinado momento y en
función de una situación dada puede facilitar la tarea del grupo o constituirse en un
obstáculo. Cuando el coordinador comprende algo acerca de lo implícito, pero esto sin
obstaculizar la tarea, no corresponde manifestarlo; simplemente puede quedar registrado
para ser introducido en el momento en que sea oportuno. Lo contrario sería distraer la
atención del grupo y responder más a una necesidad del propio coordinador, tal vez
frustrado por la prescindencia del grupo en ese momento en relación con su rol.
Se tienen entonces dos planos, el de lo manifiesto, explícito o consciente y el de lo
latente, implícito o inconsciente en sentido descriptivo. Existe una distancia y una
correspondencia entre ambos planos (fig. 4.4).
En un determinado
momento el conjunto de
elementos de lo manifiesto
es enfocado por la mirada
del observador, que trata
de trascender dicho plano
para iluminar algunos
aspectos de lo latente. Así,
por ejemplo, un suceso (A),
tomado como significante,
se constituye en signo
cuando desde una posición
(1) se le asigna un
significado (A ') que
corresponde al plano de lo
latente.
Es éste un proceso de
Figura 4.4.
aproximaciones sucesivas. y en un segundo momento un suceso (B) iluminará un sector (B')
de lo implícito, que se sumará a (A') a los efectos de la construcción de la estructura
latente.
Pero en el primer momento, el mismo suceso (A) puede ser mirado desde (2),
"iluminándose" entonces los elementos (A") de lo inconsciente. ¿Qué es lo que determina
la posición desde la que se mira, es decir, (1) o (2)? ¿Es lo mismo "mirar" desde cualquiera
de ellas?
Los factores que determinan dicha posición son tres: a) el ECRO del operador, lo que
equivale a decir que, por ejemplo, no es lo mismo una mirada desde un marco
psicoanalítico que otra con un marco conductista; b) lo sincrónico, o sea, la comprensión
situacional que el operador tiene en función de lo que aquí y ahora está pasando; c) lo
diacrónico, es decir, los datos que agrega el conocimiento de las circunstancias del
proceso grupal hasta ese momento.
La figura 4.4 en términos de proceso alude a la simbolización, que puede describirse a
través de los siguientes pasos (9):
1. Aprehensión de lo manifiesto, o sea, la caracterización del existente y la detección de
los obstáculos. Lo explícito debe entenderse en su carácter bidireccional, ya que es a la
vez expresión y disfraz de la estructura implícita que subyace y que, también ella, pugna
por emerger (si no fuera así, no tendría sentido la censura). Vale decir que en este paso
hay un encuentro de intencionalidades, la del operador que pretende extraer significados
de aquello que ve, y la del inconsciente que busca vías de expresión.
2. Simbolización, que consiste en asignar un significado al significante. Esto implica, en
general, que de la variedad de significados posibles se debe elegir uno. O sea que a través
de este paso, lo manifiesto como sentido señal, dotado de multiplicidad de significaciones
posibles, permite el pasaje al sentido significado de lo latente, como unidad significativa
que expresa conflictos y deseos. Es la interpretación.
3. Significación, que implica totalizar en una unidad de sentido todos los significados
obtenidos a lo largo del proceso de simbolización. Esto significa poner el énfasis en el
carácter acumulativo del proceso, que a través de sus sucesivas vueltas de espiral va
estableciendo una relación dialéctica entre la comprensión del operador y la elaboración
del grupo.
En realidad no se trata de una significación, sino de una superposición de estratos de
significaciones que dependerán de los distintos puntos de vista que adopte el operador,
así como de los diferentes niveles de profundidad que su mirada enfoque.
Lo cual significa que la estructura latente que emerge no es sino una entre muchas
posibles; y más aún, tal estructura sólo adquiere existencia a partir de la mirada del
observador. Se ampliará esta noción en el punto que sigue.
4.1.6. La posición del operador
Se ha aseverado a lo largo del presente trabajo que, desde un punto de vista explicativo,
los sucesos del acontecer grupal son significativos en la medida en que el operador les
asigna significado. Más aún, en el último párrafo del punto anterior se ha hecho una
aseveración aún más fuerte al sostener que la estructura latente sólo adquiere existencia
a partir de la mirada del observador. Para explicado se recurre a las siguientes
proposiciones.
6.1. Una operación de distinción consiste en especificar una figura y el fondo, del cual
queda distinguida (10).
Referirse, por ejemplo, al grupo Nº 7 de cuarto año es una operación de distinción, ya que
quedan especificados en la referencia ciertos alumnos, un coordinador y un observador,
emergiendo del fondo que constituye entonces, por ejemplo, el conjunto de alumnos,
coordinadores y observadores de cuarto año.
Pues bien, la simbolización es una operación de distinción, ya que en ella se distinguen
ciertos elementos de lo explícito (significantes), que pasan a ser figura por el hecho de
asignárseles un significado implícito relacionado con la estructura latente del grupo.
6.2. La existencia de una unidad queda especificada por la operación de distinción. Esto
significa que un diamante puede ser descrito como un objeto estético, como una inversión
económica o como una particular estructura cristalina. El diamante es todas esas cosas
simultáneamente pero su existencia adquiere sentido en el discurso de un operador en
función del punto de vista que lo lleva a definido de esa manera y no de otra.
Trasladar este concepto al plano de lo grupal significa, por ejemplo, que frente a un
grupo de aprendizaje que está trabajando la temática y se enfrenta con un obstáculo en
un momento dado (enunciado como emergente por uno o varios portavoces), el
coordinador puede: a) entender este obstáculo como epistemológico y analizar las
dificultades de orden conceptual que lo motivan; b) pensar que la dificultad es de orden
epistemofílico y que hay ciertos elementos implícitos en la trama vincular del grupo que
impiden la elaboración conceptual.
Lo más probable además es que tanto (a) como (b) sean ciertas, pero una u otra
explicación otorga existencia ("ilumina") a distintos aspectos de lo latente en el grupo.
6.3. El postulado científico de Objetividad significa, implícitamente, la existencia de un
objeto, existencia ésta que es independiente de la posición del operador.
Sin embargo, cuando -sobre todo en ciencias sociales- se habla de la subjetividad del
observador, a lo que se alude precisamente es a que la existencia del objeto como tal está
íntimamente relacionada con la operación de distinción que lo distingue como figura de un
fondo.
Si se habla de Objetividad, prima el objeto, y cualquier discusión versará sobre el objeto;
si se pone la objetividad entre paréntesis, o sea, si se reconoce la influencia de la posición
del operador, lo que prima es la operación de distinción. Cualquier diferencia de opinio-
nes llevará a discernir entre los criterios de distinción antes que sobre las propiedades del
objeto mismo.
Una "familia" pueden ser "papá, mamá y los dos hijos" o incluir también a "la empleada y a
la vecina viuda que vive más con ellos que en su casa". Lo que cambia es el criterio de
distinción: las relaciones de parentesco en el primer caso, las relaciones de convivencia
en el segundo.
Siguiendo el ejemplo del punto 6.2., caracterizar el obstáculo como epistemológico o
epistemofílico dependerá, no del obstáculo en sí mismo, sino de lo que se propone
priorizar el coordinador al señalarlo. Se sabe además que la distinción de un obstáculo
como epistemológico o epistemofílico no es sino un instrumento de análisis, ya que ningún
obstáculo es solamente epistemológico o epistemofílico.
6.4. La estructura de lo latente es un acto de imaginación del operador. Imaginación,
etimológicamente, alude a mirada interior, y es lo que hace el coordinador cuando
establece nuevas conexiones o reordena las que están presentes en un grupo en un
determinado momento.
Es esa mirada interior la que lo lleva a establecer una explicación, ya que toda explicación
es una conexión parcial de sucesos o ideas y su riqueza se deduce de la riqueza de las
conexiones que el observador está ("internamente") en condiciones de hacer. Puestos
frente a un coordinador que se estereotipa, que "ve" siempre lo mismo, debe pensarse,
primero, que es él quien ha perdido riqueza, posibilidad de descubrir nuevas
explicaciones, y no el acontecer del grupo que se ha empobrecido.
6.5. La riqueza de las explicaciones que el operador pueda realizar depende de su
capacidad. Tal capacidad está constituida por:
a) la variedad de sus experiencias anteriores que, internalizadas y conceptualizadas, le
permiten reconocer analogías y diferencias frente a la situación presente. El observador
es siempre un testigo desde su experiencia, que es de donde surge la proposición expli-
cativa;
b) la concordancia operacional que establece con el grupo, o sea, la relación que tienen
las experiencias que ha vivido con la realidad del grupo sobre el que está operando. Un
coordinador puede haber coordinado muchos grupos de adultos, pero esa experiencia será
relativa puesto frente a uno de adolescentes;
c) la posibilidad de instrumentar la transferencia recíproca (contratransferencia), es
decir, de recurrir a la naturaleza afectiva de su vínculo con el grupo para alimentar su
capacidad fantástica de establecer hipótesis acerca de la estructura;
d) finalmente, su ECRO que de algún modo resume todo lo anterior al constituirse en el
conjunto de conceptos y experiencias a los que se hace referencia para operar.
6.6. Si la estructura de lo latente es un acto de imaginación del operador, ¿por qué
habrían dos operadores de hacer la misma caracterización en un determinado momento?
Si todo es tan subjetivo (o más bien, se pone la objetividad entre paréntesis), ¿por qué
habría consenso en lo que se prioriza corno obstáculo frente a una situación dada?
He aquí, precisamente, la importancia del ECRO. Toda mirada es una mirada desde un
marco conceptual y todo lo que se dice es dicho por un observador a otro observador (que
puede ser él mismo) desde dicho marco conceptual. La noción de tarea, por ejemplo, es
uno de los elementos basales del ECRO, y dos operadores podrán acordar en la lectura del
material que produce un grupo y la estrategia necesaria para permitirle enfrentar sus
obstáculos y elaborar sus ansiedades, sólo en la medida en que compartan sus ideas
acerca de cuál es la tarea de ese grupo.
Más aún, el ECRO no es sólo importante en términos de consenso, sino que además es lo
que permite al operador tomar distancia del grupo, reconocer su implicación en tanto está
incluido en el fenómeno que observa, y desde esa distancia (óptima) operar.
La posición del operador no sólo se prescribe en el encuadre; el operador no puede
construir su lugar sino ejerciendo su ECRO.
6.7. Lo dicho hasta aquí implícitamente sugiere que ninguna descripción de una realidad
absoluta es posible.
"La realidad cognitiva que se genera es inevitablemente relativa al observador" (11).
Cabe agregar que esa realidad está constituida por un sistema (grupo) en continuo cambio
estructural; y que dicha operación consta de tres momentos:
a) el momento de la mirada, exterior en primera instancia, puesta en lo manifiesto del
acontecer grupal. Saber operar es, ante todo, saber mirar;
b) la construcción de un modelo (interior) de lo que se mira, o sea una representación
funcional. en este caso, de la estructura latente del grupo;
c) la operación propiamente dicha, es decir, el momento de la intervención. '
A dicha intervención sobrevendrá un emergente que caracterizado como nuevo existente
nos lleva nuevamente a la unidad de trabajo, punto inicial y final de este itinerario.
Una sola acotación a modo de cierre: la construcción de un modelo, el proceso de
simbolización, suele ser algo sumamente costoso y además, apreciado, tanto por el grupo
como por el coordinador mismo, cuando emerge en toda su plenitud y ayuda a la
productividad grupal. Pero su poder explicativo se pierde cuando se estereotipa, por lo
que el operador debe tener una disposición permanente a negar aquello que acaba de
construir; debe conservar la posibilidad de desestructurar sistemáticamente lo que tanto
le ha costado estructurar, para poder así posar una mirada fresca sobre el grupo.
Decir esto no es más que reconocer para el operador la necesidad de descentramiento, la
posibilidad de desprenderse de las propias criaturas y aceptar, no importa el encanto que
produzcan, la fugacidad de su existencia.
Se reconoce en primera
instancia la presencia de la
Institución Educación y los
atravesamientos que
determina, entre los cuales
cito la existencia de una
díada institucional
(docente-alumno) y las
relaciones entre poder y saber que ella establece, las evaluaciones, la noción de
aprendizaje y su utilidad social, además de los aspectos económicos por los que se rige
esta particular organización (matrículas; aranceles, honorarios).
Figura 4.5 El rol coordinador en la Escuela
4.2.3. Presencia de la identidad y los valores propios de la organización en los grupos que
la constituyen
4.2.3.3 Isotopías
He insistido en que un acontecimiento adquiere sentido en y por una estructura y que, de
los múltiples sentidos que le pueden ser asignados, sólo algunos de ellos son plausibles en
virtud de las determinaciones que introducen la identidad y los valores propios.
M. Greimas, en el desarrollo de la semántica estructural, ha definido la isotopía como un
plano de referencia, una temática, una tópica idéntica para todas las palabras de la frase
(14).
En la frase "Fulano es un señor, siempre se puede contar con él", las palabras "señor" y
"contar" aluden respectivamente a una condición y una acción que tienen que ver con la
calidad de Fulano. El "tema" son las relaciones humanas.
En cambio, si digo "El Señor sea con vosotros", cambia el plano de referencia y señor alude
ahora a Dios. Lo mismo sucede con el verbo contar, que será tomado como sinónimo de
enumerar si la tópica que se instala es la de la matemática, o como relatar si fuera la
literatura.
Usamos el concepto de isotopía por extensión para la organización, diciendo que impone,
instala, legitima planos de referencia para la interpretación de los acontecimientos que
en ella suceden. Estos planos se refieren al orden simbólico que rige.
En la escuela de nuestro ejemplo, el ECRO constituye isotopías. Los vectores de
pertenencia, pertinencia, cooperación, comunicación, aprendizaje y telé señalados por
Pichon Riviere para la evaluación del proceso grupal son planos de referencia. Un mismo
acontecimiento puede ser significado desde uno u otro, son complementarios y muchas
veces concurrentes.
En cambio, no están permitidas interpretaciones dirigidas a un inconsciente grupal, ya que
el ECRO no lo postula. Tal isotopía es heresíaca, no pertenece al orden jerárquico que
instala el marco conceptual vigente.
Tomando otros ejemplos, en un partido político, la significación del dinero tendrá
referencia a lo logístico, el dinero es sólo un "mal necesario" para la organización de sus
actividades. En cambio, en un banco, el mismo significante se liga a dos significados
posibles de acuerdo con el contexto en que se 10 considere: es una mercancía, si
consideramos por ejemplo la cantidad de dinero depositada en cuentas corrientes, o un
indicador de rentabilidad, si expresa la utilidad de un balance.
Lo que una organización no tolera son desplazamientos de sentido fuera de las isotopías
que instituye. Para un banco, el dinero no será nunca un mal necesario, ni siquiera para el
Banco Ambrosiano relacionado con los intereses del Vaticano.
No pretendo con este ejemplo, lo repito, introducir una connotación de tipo valorativo.
Por el contrario, si algo hay que subrayar en este sentido, nuevamente, es el valor
positivo de las isotopías al servicio de la cohesión.
Una estructura que permita múltiples dimensiones de sentido, destruye el orden
simbólico.
Consideraré un ejemplo más, en el afán de aclarar conceptos que pueden resultar difíciles
de aprehender.
Un conflicto entre psicoanálisis y psicoterapias en una organización de salud mental es un
conflicto de isotopías y si es llevado a tal instancia es porque los planos de referencia
entran en colisión. Idéntico es 10 que sucede, para la misma organización, en la
confrontación entre un enfoque individual y un enfoque social, y sus correlatos, una
orientación abierta a la comunidad o cerrada sobre sí misma.
El conflicto se desarrolla en el plano de lo manifiesto y reconoce en lo latente
determinantes éticas, ideológicas y relativas al poder. En tanto no se resuelva, el orden
simbólico resulta perturbado. No es que ambas orientaciones no .puedan coexistir, pero
no basta con la voluntad para ello. Hay que determinar cómo pueden hacerlo.
Si esto no sucede, la subsistencia está en peligro. Desaparece el discurso identificatorio
hacia el afuera y en el adentro, no hay más un nosotros, sino que son ellos que se erigen
como amenaza para nuestra razón de ser. Es la lucha por la racionalidad dominante y su
trama argumental básica, la dialéctica del amo y del esclavo.
El contexto económico,
social y político en
sentido amplio, y la
propia organización, en
sentido restringido, se
constituyen en el entorno
de esta interacción, y las
perturbaciones que de
este
Figura 4.8 Clausura en la relacion coordinador-grupo
Referencias bibliográficas