La alianza entre las bestias de diversas especies es
bastante frecuente y los científicos le han dado el nombre de simbiosis, basada en el beneficio mutuo: mantenerse sano, protegido y alimento.
El tapir, animal al que nadie daría un premio de belleza,
tiene pactada una estrecha alianza con un ave, llena de gracia y elegancia: el airón del sol. Parecido a un cerdo grande, el tapir se pasaba la vida tumbado en el fango, con sus ojillos de elefante medio cerrado, como disfrutando de su propia inercia, mientras una pareja de airones hurga entre sus arrugas en busca de ácaros. Hasta debajo de os parpados introduce sus picos puntiagudos pero delicados y el tapir se está quieto como quien sabe que, si se moviera, se haría daño. La alianza entre el bello y el feo, entre el monstro y la gracia es tan íntima que los cazadores de los tapires buscan a los airones. Si avanzando en la selva, descubren un airón del sol, se preparan todos a disparar porque el tapir no puede andar muy lejos. Sí, pero aparte de asearlo además es su guardián .En cuando ve a los cazadores, emite un sonido suyo especial y el tapir desaparece en el agua fangosa.
En conclusión es que el airón del sol no actúan movidos
por simpatía, tienen hambre y eso les lleva a actuar como limpiadores; al tanto, los monstruos gana en su aseo, protección y salud, pues este es un claro ejemplo de de organismos de distintas especies.