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La auscultación se centra en tres prioridades: 1) evaluar los ruidos respiratorios


normales, 2) identificar los anormales, y 3) valorar los sonidos vocales. La auscultación
requiere un ambiente silencioso y que el paciente este en posición adecuada y con el
tórax desnudo. Los ruidos respiratorios se oyen mejor con el paciente en posición
erguida.



La auscultación se realiza colocando la membrana del estetoscopio sobre la pared del


tórax e indicando al paciente que inspire y espire lentamente con la boca abierta. Se
valoran la fase inspiratoria y espiratoria. Se ausculta siguiendo una secuencia
sistemática, de lado a lado, de arriba abajo, las áreas posterior, lateral y anterior.

Los ruidos respiratorios normales se clasifican en tres categorías: bronquiales,


broncovesiculares y vesiculares.

Bronquiales: Solo se oyen sobre la tráquea; tono agudo, espiración larga y ruidosa.

Broncovesiculares: Se oye sobre el área de los bronquios principales y sobre el campo


pulmonar derecho posterior y superior, tono medio, espiración igual que la inspiración.

Vesicular: Se oye sobre la mayor parte de los campos pulmonares; tono grave;
espiración suave y corta, e inspiración larga.

 

Hay tres categorías de ruidos respiratorios anormales: ausentes o disminuidos,


bronquiales desplazados y respiratorios sobreañadidos. Un ruido ausente o disminuido
indica que hay poco o ningún flujo aéreo a una determinada parte del pulmón. Los
desplazados son ruidos bronquiales normales que se oyen en los campos pulmonares
periféricos, en vez de sobre la tráquea. Este trastorno suele indicar la presencia de
líquido o exudado en los alveolos. Los ruidos respiratorios sobreañadidos son sonidos
que se oyen además de los ya comentados. Se clasifican en crepitantes, roncus,
sibilancias y roces. Los crepitantes son ruidos breves, bien definidos, como ligeros
estallidos o crepitaciones producidos por la presencia de líquido en las pequeñas vías
aéreas o en los alveolos, o por la apertura súbita y chasqueante, durante la inspiración,
de las vías aéreas colapsadas. Se oyen sobre todo en la inspiración y no suelen variar
con la tos. Los crepitantes se clasifican a su vez en finos, medianos o gruesos,
dependiendo de su tono. Los roncus son ruidos ásperos, retumbantes, de tono grave,
producidos por el flujo aéreo a través de secreciones en las vías aéreas mayores, o por
estrechamientos de estas últimas. Se oyen principalmente en la espiración y suelen
variar con la tos. Los roncus se clasifican en secos o húmedos y estos pueden ser de
burbuja pequeña, mediana o grande, dependiendo de las características del sonido.
Las sibilancias son ruidos de tono agudo, chirriantes, silbantes, producidos por el flujo
de aire a través de vías aéreas pequeñas estrechadas. Se oyen principalmente en
espiración, pero pueden oírse durante todo el ciclo ventilatorio. En función de su
gravedad, las sibilancias pueden clasificarse en ligeras, moderadas o graves. Los roces
pleurales son ruidos crujientes, como de cuero nuevo, intensos, secos, ásperos,
producidos por las superficies irritadas de las pleuras que se frotan entre si. Suelen
escucharse mejor en la parte inferior del área anterolateral del tórax durante la última
porción de la inspiración y al comienzo de la espiración. Los roces pleurales se deben a
la inflamación de la pleura.

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Las principales indicaciones para la administración de oxigeno son la hipoxemia y la


hipoxia tisular. El objetivo de la oxigenoterapia es proporcionar suficiente concentración
de oxigeno inspirado para permitir toda la capacidad de transporte del oxigeno de la
sangre arterial, con lo que se asegura una oxigenación tisular adecuada, siempre y
cuando el gasto cardiaco sea apropiado y la concentración y la estructura de la
hemoglobina sean normales. El oxigeno es un gas atmosférico que también debe
considerarse como un fármaco, ya que, como la mayoría de los medicamentos, posee
efectos perjudiciales y beneficiosos. El oxigeno puede prescribirse en litros por minuto
(l/min), en forma de concentraciones de oxigeno expresadas en porcentaje, por ejemplo
40%, o como fracciones de oxigeno inspirado (FiO2), por ejemplo 0,4.

En la mayoría de los casos, la cantidad requerida debe proporcionar una presión


parcial arterial de oxigeno (PaO2) de 60 a 90 mm Hg, con el fin de alcanzar una
saturación de Hb (SaO2) superior al 90%.

La PaO2 esperada se calcula multiplicando la FiO2 por 5. La PaO2 es una medida de


la presión parcial de oxigeno disuelto en el plasma de la sangre arterial. Representa el
3% del oxigeno total en la sangre.
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Es la medida de la cantidad de oxigeno unida a la hemoglobina, en comparación con la


máxima cantidad de la hemoglobina para unirse con el oxigeno. Se expresa como un
porcentaje o como un decimal, siendo lo normal una saturación superior a 95% al
respirar aire ambiente. Por ejemplo, una SaO2 del 97% significa que el 97% de la
hemoglobina disponible esta unida al oxigeno. El único hallazgo de una SaO2 en
límites normales no indica necesariamente que el estado de oxigenación del paciente
sea normal. El nivel de hemoglobina debe valorarse antes de tomar una decisión sobre
el estado de oxigenación.

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La oxigenoterapia puede administrarse mediante diferentes dispositivos que se


clasifican en sistemas de suministro de bajo flujo y alto flujo. Un sistema de bajo flujo
aporta una cantidad de oxigeno que es insuficiente para satisfacer los requerimientos
de volumen inspiratorio y depende de que exista un reservorio de oxigeno, de la
dilución con aire ambiental y del patrón ventilatorio del paciente. En este caso, el
reservorio anatómico está compuesto por la nasofaringe y la oro faringe. Cuando
cambia el patrón ventilatorio del paciente, también varia la concentración de oxigeno
inspirado.

Con un sistema de alto flujo, el oxigeno sale del dispositivo hacia la vía aérea del
paciente en cantidad suficiente para satisfacer todas las necesidades de volumen
inspiratorio. El patrón ventilatorio del paciente no afecta este tipo de sistema. Las
cánulas nasales, las mascarillas de oxigeno simple, las de re inspiración parcial y las
de no re inspiración son ejemplos de sistemas de bajo flujo. La mascarilla de retención
de aire (Venturi) es un ejemplo de alto flujo.

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El pulmón está diseñado para manejar una concentración de oxigeno del 21% con una
cierta adaptabilidad a mayores concentraciones pero cuando se administra una
concentración elevada durante periodos prolongados, pueden producirse efectos
adversos y toxicidad por oxigeno.

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Puede aparecer en cualquier paciente que haya recibido concentraciones de oxigeno


superiores al 50% durante más de 24 horas. Los que tienen mayores probabilidades de
desarrollar toxicidad por oxigeno son los requieren intubación, ventilación mecánica y
concentraciones elevadas de oxigeno durante periodos prolongados.


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La respiración de estas concentraciones lava el nitrógeno que rellena los alveolos y


contribuye a mantenerlos abiertos (volumen residual) en condiciones normales. Cuando
el oxigeno sustituye al nitrógeno en los alveolos, estos comienzan a encogerse y
colapsarse porque el oxigeno se absorbe hacia el torrente sanguíneo con mayor
rapidez de lo que se puede reponer en los alveolos.

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En los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica grave se puede producir
retención de dióxido de carbono.

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