L a f u e r za positiva del

gozo
 Tenga el concepto correcto

palabras de Charles F. Stanley

C
de usted mismo
Cuando pensamos en lo que nos roba el gozo, vienen a nues-
tra mente las circunstancias desafortunadas. Pero hay otro
ladrón que puede atacarnos adondequiera que vayamos —su
nombre es inferioridad.
La lucha con la inferioridad es muy común, particularmen-
te en el competitivo mundo de hoy. No sólo distorsiona la
manera como usted se ve a sí mismo, y la manera de relacio-
narse con los demás, sino que también afecta su comunión
con Cristo. Cuanto más bajo sea el concepto que usted tenga
de sí, más difícil será su recorrido emocional por la vida.
Lo sé por experiencia. Una niñez insegura acumuló capas de inferioridad en mi
conducta y pensamiento, lo que me mantuvo desalentado durante muchos años.
Sinceramente, no supe cómo lidiar con esto hasta mis cuarenta y tantos años de
edad, cuando entendí que la verdad de Dios nos libera realmente de nuestra carga
emocional, así como del pecado.
En primer lugar, me di cuenta de que la
inferioridad es solo un sentimiento, ni más “Desde su perspectiva,
ni menos. Lo que otros digan o hagan, o usted es plenamente
cómo le afecte el pasado, puede hacer que capaz, competente
usted sienta que no da la medida; pero Dios
no mide por las normas humanas. Desde
y digno.
su perspectiva, usted es plenamente capaz,
competente y digno. Él le ama sin reservas —independientemente de sus logros—
y declara que usted es “hechura suya” (Ef 2.10).
Cambiar el enfoque mental, de los sentimientos a la verdad de la Biblia, es el
camino seguro para imponerse sobre la condena emocional del sentimiento de
inferioridad. Cuando le surjan tales sentimientos, siléncielos con la verdad de
Dios: Él dice que usted es su hijo. Tiene su Espíritu en usted; tiene su ayuda para
enfrentar cualquier reto, su perdón para cada error, y su esperanza para el futuro.
El gozo es una parte del fruto espiritual (Gá 5.22-23). Pero no viene de las
influencias externas, sino de dentro. Cuando usted tiene un concepto correcto de
sí mismo, y vive en armonía con Dios, sus circunstancias se vuelven irrelevantes.
Cuando cree lo que Dios dice acerca de usted, los sentimientos de inferioridad se
atenúan. Lea la Biblia hoy, y escuche lo que Dios le está diciendo. El Señor tiene
un plan importante para usted, porque usted es alguien muy especial para Él.
 artículos
Esta publicación de

es para la Gloria de Dios agosto 2010

4
Dr. Charles F. Stanley La fuerza
P residente y F undador
del g ozo
p o r c h a r l e s f. s ta n l e y
C. Phillip Bowen
director e j ecutivo No confunda gozo con felicidad.
Es posible —y fortalecedor—
John E. Courtney, Jr. regocijarse, aun en medio del pesar.
DIRECTOR DE
DESARROLLO Y MERCADEO

10
Albert E. Anaya Con los ojos
D irector de M E D I O S abiertos
Por David Livermore

Martha Alvarez Restrepo

Miles de millones de dólares se
E ditora
destinan a las misiones cada
año, pero, ¿es su resultado tan
Nora T. Hernández
C oordinadora de mercadeo positivo como pensamos?

24
Víctor M. Rodríguez
Marianela Da Silva
encuentro
D ise ñ adores gr á ficos con Jesús
Steve R. Lindsey Observe cómo la fe
G E R E N T E G E N E R A L D E M AT E R I A L E S da lugar a bendiciones,
Y DISTRIBUCIÓN
con la ayuda de estos
devocionales del Dr. Stanley.
David Blahnik
GERENTE DE PRODUCCIÓN

s e c c i o n e s
OFICINA 14 Por Fe
Mi oportunidad de ser el cambio Por Paige Hastings
EE. UU.
P.O. Box 48900 El mundo tiene problemas grandes, pero a veces los pequeños
Atlanta, Georgia 30362 esfuerzos demuestran el amor de Dios al máximo.
1-800-303-0033
770-936-6281
18 Cuarto familiar
El cuidado adecuado de los ogros Por Joanne Kraft

La misión de la revista Ponga en práctica estos útiles consejo que le ayudaran a

En Contacto lidiar con el adolescente que tiene en casa.

es estimular a todo creyente

a cultivar una relación más estrecha
22 Poderoso en espíritu
La mentalidad de superhéroe Por Daniel Darling

con el Señor Jesucristo y No importa cuán capacitado se sienta usted, el ocuparse de

apoyar la labor de la iglesia local. las cosas de Dios no debe sustituir el tiempo que pasa con Él.

Lea la versión digital de PRODUCIDO POR IN TOUCH FOUNDATION, UNA ORGANIZACIÓN DE APOYO A MINISTERIOS EN CONTACTO®
esta revista en: Revista En Contacto©, agosto de 2010. Tomo X, no.11. Reservados todos los derechos. Impresa en
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sido autorizada por el personal administrativo de la revista In Touch, pu­blicada en los EE.UU.
la revista: A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera de
editor@encontacto.org 1960, Sociedades Bíblicas Unidas.
 La fuerza posit
Nuestra sorprendente
fuente de fortaleza
p o r C h a r l e s S t a n l e y

¿Es su vida una aventura emocionante, o se

ha convertido en una molestia? ¿Se han desvanecido sus
expectativas de alegría, paz y contentamiento por las
dificultades? Quizás usted tiene períodos de felicidad
cuando todo va bien, pero los problemas regresan inevi-
tablemente trayendo estrés y desánimo. Para el creyente,
estas experiencias pueden resultar muy preocupantes
porque esto no parece ser la vida abundante que Cristo
prometió (Jn 10.10).
La mayoría de nosotros tenemos que reconocer que no
conocemos a muchas personas verdaderamente llenas de
gozo, pero Dios llama a los creyentes a ser personas jubi-
losas. En el Antiguo Testamento, el Señor exhorta a los
israelitas a regocijarse; incluso instituyó fiestas —algunas
de siete días— para alegrarse delante de Él. Eran tiempos
de alabanza, danza y cantos a Dios con acciones de gracia
por su provisión y salvación.
Esta misma actitud se extiende hasta el Nuevo
Testamento. En Filipenses 4.4, Pablo da este manda-
miento a los creyentes: “Regocijaos en el Señor siempre.
Otra vez digo: ¡Regocijaos!”. Obviamente, la voluntad de
Dios para nosotros es que seamos un pueblo gozoso. Por
tanto, debe ser el modo normal de vida de los cristianos.

Gozo bíblico. Para entender el estilo de vida que

Dios desea para nosotros, tenemos que conocer la dife-
rencia que hay entre felicidad y gozo. Ambos tienen en
común alegría, deleite y placer, pero la felicidad tiene
una causa externa. Cuando las circunstancias son favo-
rables y placenteras, estamos desde luego felices, pero
cuando ellas toman un giro negativo, también lo hace
nuestro espíritu.
El gozo, por el contrario, tiene una causa interna que
no depende de las condiciones externas. Como creyen-
tes, podemos mantener nuestro contentamiento en los

4 | Agosto 2010 En Contacto

tiva del
gozo
www.encontacto.org | 5
 tiempos buenos y malos, porque nuestro
deleite está en el Señor, no en nuestras
fluctuantes circunstancias. Puesto que su
fuente es nuestra relación con Cristo, el
gozo que describe la Biblia solamente lo
conocen los cristianos.
El Espíritu Santo que mora en nuestro
interior produce este fruto del Espíritu en
todos los creyentes que le permitan contro-
lar y guiar sus vidas (Gá 5.22). Aunque cada
creyente tiene acceso al gozo, solamente lo
experimentarán quienes están viviendo acti-
vamente en obediencia a los preceptos de
la Palabra de Dios. Esto no quiere decir que
tenemos que ser perfectos, pero si nuestros
corazones están rendidos al Señor nos apre-
suraremos a reconocer nuestro pecado y a
arrepentirnos después de una caída.
Gozo contagioso. El corazón alegre
no solo levanta nuestro ánimo; también
influye sobre los demás. Una actitud de aba-
timiento arruina el testimonio del cristiano.
Si los incrédulos nos ven ansiosos y quejum-
brosos, ¿por qué querrían seguir a nuestro
Dios? Por el contrario, una demostración de
paz, cuando no hay ninguna razón aparente,
es como un imán para un mundo perdido.
Nuestra actitud es también contagiosa
para otros creyentes. Podemos animarnos
unos a otros con nuestra confianza de que
Dios es suficiente, y de que Él estará siem-
pre con nosotros, pase lo que pase. Incluso
en medio de la angustia, nuestro profundo y
permanente deleite en el Señor puede forta-
lecernos tanto a nosotros como a los demás.
Regocijarse siempre. Pablo dijo
a los filipenses cuando debían regocijarse
específicamente, ¡siempre! Es fácil estar
alegres cuando nos va bien en todo, pero
¿cómo podemos hacerlo en tiempos de
dolor y sufrimiento?
Todos pasamos por tiempos de adver-
sidades y sufrimientos porque eso es parte
de tener que vivir en este mundo caído
6 | Agosto 2010 En Contacto
(Jn 16.33). Pero los creyentes no tenemos
que estar deprimidos cuando la vida se
dificulte. De hecho, Santiago 1.2 nos dice:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo
cuando os halléis en diversas pruebas”.
Algunas personas se indignan cuando
escuchan este versículo, porque piensan
que Dios les está diciendo que se regocijen
en lo que les está causando dolor. Pero
al leer un poco más, vemos que nuestro
regocijo se basa en el resultado prometi-
do: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe
produce paciencia. Mas tenga la paciencia
su obra completa, para que seáis perfectos
y cabales, sin que os falte cosa alguna” (vv.
3, 4). Las experiencias difíciles ponen a
prueba nuestra fe en la sabiduría, bondad
y poder de Dios. Pero estos versículos nos
dan la confianza de que sus propósitos son
buenos, y de que si nos mantenemos firmes
con confianza y gozo, nada nos faltará.
Cuando el apóstol Pablo les dijo a los
filipenses que se regocijaran, estaba decla-
rando una profunda convicción, porque él
había probado una y otra vez su validez.
Pablo escribió esta carta mientras estaba
en una cárcel en Roma. De acuerdo con
sus circunstancias, no tenía motivos para
regocijarse. Pero debido a su relación con
Cristo, podía hacerlo.
No era la única vez que Pablo había prac-
ticado lo que predicaba. Durante su pri-
mera visita a Filipos, él y Silas fueron gol-
peados y echados en la cárcel de la ciudad
(Hch 16.23-34). Esa noche, comenzaron
a cantar y alabar a Dios. Pablo y Silas no
esperaron que mejoraran las condiciones
para demostrar su amor y su fe en Cristo
ofreciendo un sacrificio de alabanza. Como
resultado los demás presos los oyeron, y
finalmente el carcelero y toda su familia
fueron salvos.
Todavía recuerdo cómo el Señor me dio
la “oportunidad” para poner este principio
en acción. Después de una semana en que
bauticé a 45 personas, tuve un leve dolor de
Podemos animarnos unos a otros con nuestra confianza
de que Dios es suficiente, y de que Él estará siempre con
nosotros, pase lo que pase. Incluso en medio de la angustia,
nuestro profundo y permanente deleite en el Señor puede
fortalecernos tanto a nosotros como a los demás.

espalda. Pocos días después, mientras pre-
paraba este mensaje, me incliné para reco-
ger algo que se me había caído, y me lastimé
un músculo. Ahora sí que sentía dolor. Mi
primera reacción fue: “Un momento, Señor.
Tú sabes de qué trata este mensaje”. Al
comienzo, me sentí mal y me quejé de mi
situación, pero luego opté por regocijarme.
Durante ese dolor de espalda, experi-
menté la verdad de Nehemías 8.10: “El gozo
del Señor es vuestra fuerza”. El gozo es una
emoción fortalecedora que nos edifica y nos
da las fuerzas para soportar el sufrimiento.
Al elegir regocijarme cuando no estaba
de humor para ello, noté que algo estaba
sucediendo dentro de mí. Cuando centré
mi atención en el Señor, dejé de quejarme.
Comencé a deleitarme en Él y a recordar
todas sus bendiciones, aunque sentía dolor.
Gócese en Dios. A los cristianos
se les dice que se regocijen, no en lo que
causa su sufrimiento, sino en el Señor. Esto
no significa negar nuestro dolor, sino una
oportunidad para confiar y alabar a Dios en
medio del mismo. En vez de concentrarnos
en la situación que causa nuestro sufrimien-
to, fijemos nuestros ojos en Cristo. Después
veremos las bendiciones que pueden ale-
grarnos el corazón.
Primero, podemos deleitarnos en nuestra
relación con el Señor —nuestros pecados
son perdonados y nuestros nombres están
escritos para siempre en el cielo (Lc 10.20).
El sufrimiento de esta vida no es compara-
ble con la gloria que nos espera (2 Co 4.17,
18). ¡Alabado sea Dios porque nuestro des-
tino es el cielo!
Segundo, podemos regocijarnos por la pre-
sencia del Espíritu Santo en nosotros. Él nos
da el poder para superar cualquier dificultad
o pérdida, y produce su fruto espiritual en las
vidas de todos los que se someten a su con-
trol. Podemos alabar a Dios por la transfor-
mación que Él está produciendo en nosotros
mientras fortalece nuestra fe y obediencia por
medio de las adversidades (Ro 5.3-5).
Pero el mayor objeto de nuestro gozo es el
Señor mismo. Cuando pensamos en su amor
incondicional, en su fidelidad inquebranta-
ble, y en su compasiva indulgencia, ¿cómo
no alabarle con alegría? Él nos ha dado pro-
mesas maravillosas, y nunca dejará de cum-
plirlas. Cada vez que su Palabra es hablada o
leída, es una ocasión para celebrar. Jesús dijo
a sus discípulos: “Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
gozo sea cumplido” (Jn 15.11).
El gozo perdido. Si nuestros ojos
están puestos en el Señor, nunca nos faltarán
razones para regocijarnos, pero si comenza-
mos a centrarnos en nuestros sentimientos
o circunstancias, nuestro espíritu decaerá.
He conocido a muchos cristianos que han
perdido el gozo. Tristemente, algunos inclu-
so nunca lo tuvieron, a pesar de ser salvos.
Algunas personas melancólicas me han dicho:
“Bueno, esta es mi personalidad. Así es como
Dios me hizo”. Pero sabiendo que Cristo
quiere que rebosemos de gozo, y que la Biblia
nos manda a regocijarnos, he llegado a esta
conclusión: los creyentes que no tienen gozo
es porque han elegido ese estilo de vida.
Los cristianos podemos perder nuestro
gozo por muchas razones. Algunas personas

www.encontacto.org | 7
 se deprimen por el sufrimiento. Cuando
las emociones nos abruman y hacen que
nos centremos en nuestro dolor, la vida
parece no tener esperanza. Pero la salida de
la desesperación es por medio de un acto de
fe: decidir alabar a Dios cuando eso sea lo
último que quisiéramos hacer. La fortaleza
viene cuando nos deleitamos en Dios.
Cuando un ser querido está sufriendo,
podemos pensar que no es correcto sen-
tirnos gozosos. Pero, puesto que Dios nos
llama a regocijarnos en Él en nuestras prue-
bas, podemos sin duda seguir deleitándonos
en medio del dolor. En realidad, demostrar
gozo en tiempos de aflicción puede ayudar
a otros a poner sus ojos en Jesús.
Vivir en el pasado o en el futuro es otra
manera de perder el gozo. Algunas perso-
nas no pueden dejar atrás los fracasos o
los errores del pasado, mientras que otras
viven con temores acerca del futuro. Ambas
actitudes roban el contentamiento y la paz.
Dios nos llama a disfrutar de la gracia que
nos da en el presente, y no a estar pensando
todo el tiempo en “qué habría pasado si” o
“si tan solo” . Los remordimientos pueden
ser silenciados aceptando el perdón de
Cristo. Los temores son vencidos por la fe
en la promesa del Señor de que Él se ocupa-
rá de nuestro futuro (Mt 6.33, 34).
Uno de los mayores supresores del gozo
es el pecado. Un creyente que vive en des-
obediencia, no puede experimentar alegría.
Puede experimentar algunos períodos de
felicidad, pero el contentamiento sereno
estará ausente. El remedio para el pecado
es siempre el mismo: el arrepentimiento
sincero. A quienes se humillan y vuelven al
Señor, les espera gozo.
La voluntad de Dios es que usted
encuentre su deleite en Él. Si cada día se
ha convertido para usted en una lucha,
reclame por fe el gozo del Señor que está
disponible para todos los cristianos. Tome
la decisión de regocijarse en Él, no importa
cuál sea su situación.
8 | Agosto 2010 En Contacto
Preguntas para un estudio
más a fondo
No es la presencia o la ausencia de proble-
mas, sino nuestra respuesta, lo que deter-
minará si experimentaremos o no el gozo
de Cristo.
1. ¿Cómo respondieron los israelitas a las
duras condiciones (Nm 14.1-4)? ¿Qué suce-
dió como resultado de su actitud y conducta
(vv. 26-33)?
2. Lea Romanos 5.3-5, Santiago 1.2-4, y 1
Pedro 1.3-8. ¿Cómo debemos responder a
“
las pruebas? ¿Qué bendiciones quiere dar
Dios por medio de nuestras dificultades?
3. Lea 2 Corintios 4.7-18. ¿Qué muestra Dios
en nosotros en tiempos de aflicción (v. 7)?
¿Qué perspectiva eterna ve usted en los vv.
16-18? ¿Cómo puede este conocimiento
condicionar su respuesta a las dificultades?
4. Lea Salmo 13.1-6. ¿Qué estaba pensando
y sintiendo David en los vv. 1-4? ¿Cómo
cambiaron su actitud y su perspectiva cuan-
do se centró en el Señor (vv. 5, 6)?
5. Jesús es descrito como varón de dolores
(Is 53.3). ¿En qué se enfocó Él durante su
más severo sufrimiento (He 12.1-3)? ¿Dónde
puso su confianza (1 P 2.20-23)? ¿Cómo
puede usted seguir su ejemplo?
6. Lea 2 Corintios 12.7-10. ¿Cuál era la
fuente de fortaleza de Pablo para soportar
el sufrimiento? ¿Cuál era su actitud hacia la
debilidad y las dificultades?
Dinamice su vida
¿Se puede tener gozo en
todas las circunstancias?
En esta serie, el Dr. Stanley
explica de qué manera las
emociones saludables son
el resultado de una con-
fianza centrada en Cristo.
Sentimientos que nos fortalecen
Serie en 4 CDs | SENCD $14.00
15-minutos de estudio bíblico
El testimonio de la Creación
>> Una gloriosa demostración del carácter

E
y el poder de Dios
Salmo 104

El cielo y la tierra son evidencias permanentes de la existencia, el poder y el carác-

ter de Dios. Sin embargo, muchas personas han perdido la capacidad de escuchar
su mensaje (Ro 1.18-22). Incluso el despliegue más innegable de la omnipotencia
del Señor no convencerá al incrédulo, porque sin fe nadie aceptará la verdad (He
11.3). Pero para aquellos que son capaces de escuchar la voz de Dios hablando a
través de la Creación, la prueba es abrumadora (Sal 19.1-6).
Consideremos de qué manera da la Creación testimonio del Creador, el hom-

“
bre, el pecado, y el futuro.
Los atributos del Creador:
u Soberanía y poder (Job 37.1-13; Is 40.21-28)
la soberanía de Dios u Sabiduría y conocimiento (Is 40.12-18)

sobre el futuro da u Cuidado y bondad (Hch 14.15-17; Mt 6.26;

esperanza a los Sal 147.7-9)

creyentes.” Después de tener una percepción de la grandeza de
Dios, lo que sigue es el reconocimiento de nuestras
limitaciones. Una fuerte tormenta o un violento terremoto son suficientes para demos-
trar que Él es Dios, no nosotros.
Las limitaciones del hombre: Preguntas para reflexionar:
u Impotencia (Job 38.31-41)
u Ignorancia (Job 38.1-30; 37.14-20)
1. ¿Ha estado usted dedicando demasiado
tiempo a su trabajo o a actividades dentro
u Dependencia (Sal 46.1-3; Hab 3.17-19)
de casa? ¿De qué manera pudiera un poco
Aunque nos maravillamos de nuestro de tiempo fuera ayudarlo a conectarse con
su Creador?
mundo, también estamos muy conscientes
de que algo salió terriblemente mal. La 2. ¿Le llena de temor o de alivio la demostra-
muerte, las enfermedades, y los desastres ción del poder de Dios en la Creación? ¿Qué
naturales son consecuencias del pecado. le dice el control que Él tiene de las estrellas
Las consecuencias del pecado: y de su cuidado de las aves, acerca de su
u Sufrimiento y muerte (Gn 3.17-19) capacidad y deseo de ocuparse de todo lo que
u Vanidad y corrupción (Ro 8.20, 21) a usted le preocupa?

El auge de las películas de desastres naturales revela el temor en un mundo que está
fuera del control de la humanidad. Pero la soberanía de Dios sobre el futuro nos da
esperanza a los cristianos. La Creación ofrece pruebas de sus planes de restauración.
La esperanza del futuro:
u Señales del regreso de Cristo (Mt 24.3, 7, 8, 29, 30)
u Libertad por la redención (Ro 8.18-23)

www.encontacto.org | 9
 g
con los ojos bien
abiertos
Sirvamos a otros con inteligencia cultural
p o r D a v i d L i v e r m o r e

10 | Agosto 2010 En Contacto

g
Gracias a las misiones de corto plazo,

duradero en nuestro mundo, para la gloria de Él.

Vidas cambiadas, aquí y allá

El énfasis de servir en misiones es cambiar
vidas. La mayoría de los líderes de equipos
misioneros son muy sinceros en cuanto
a estos viajes: a menudo, los cambios en
las vidas de los participantes que van son
mucho mayores, que los cambios en las
vidas de aquellos que reciben la ayuda
misionera. Y esto puede ser un resultado
las “misiones” ya no
son dominio exclusivo de los profesionales instruidos en los seminarios, que
pasan años estudiando antropología cultural, buscando apoyo económico, y
pensando cómo empacar sus pertenencias en unas pocas maletas. Hoy día, tanto
un adolescente de 15 años como un jubilado de 67, pueden enviar unas cuantas
cartas, ahorrar o reunir el dinero para comprar un boleto de avión, y viajar como
misioneros por unas pocas semanas.
Pero, ¿qué hay de negativo en cuanto a extender las misiones a todos miembros
de la iglesia? Muchos de nosotros hemos experimentado de primera mano algunas
de las increíbles oportunidades que acompañan el viajar al extranjero en una
misión. Sin embargo, un creciente número de investigadores cristianos están
planteando algunas inquietudes interesantes en cuanto a los viajes misioneros. Les
diré algo: yo estoy a favor de los viajes misioneros, pero también creo que tenemos
que olvidarnos por un momento de nuestro trabajo y de nuestros pasaportes, y
reconsiderar muchos otros aspectos. Es cuando aprendemos a servir con los ojos
bien abiertos que Dios puede capacitarnos mejor para tener un impacto real y

vida de quienes encontramos en el extran-

excelente, especialmente si se intenta ayu-
dar a las personas a llevar la mentalidad
misionera al lugar donde viven.
Sin embargo, ¿si el viaje está orientado
principalmente a cambiar la vida de los
participantes, es en realidad “misionero”?
Históricamente, los misioneros han experi-
mentado siempre cambios como resultado
de su trabajo; no obstante, invertir miles de
millones de dólares en un trabajo misione-
ro enfocado mayormente en la transforma-
ción de los misioneros, es un viraje radical
del movimiento. Si el viaje tiene que ver
principalmente con nuestro crecimiento,
quizás sería más adecuado llamarlo “opor-
tunidad de aprendizaje para el servicio” o
“viaje de desarrollo espiritual”.
¿Y qué de aquellos que son el objeto de
la misión? ¿Podemos realmente cambiar la
jero en un período tan corto de tiempo?
Algunos dicen que no. Comparto la pre-
ocupación de que, muchas veces, no esta-
mos haciendo tanto como pensamos. Pero
estoy plenamente convencido del poder de
Dios de usar a una persona regenerada para
servir en otra parte del mundo con el fin de
hacer avanzar lo que Él está haciendo allí.
No podemos seguir dando por hecho
que estamos “llevando a Dios” a ese lugar.
Dios ya está allí, y ya está trabajando.
Nuestro enfoque, más bien, debe ser dis-
cernir qué es lo que Dios ya está haciendo
allí, y de qué manera podemos unirnos a Él.
Servir con “ojos bien abiertos” comienza
con hacer el esfuerzo de entender lo que
Dios está haciendo a nivel mundial, y lo
que está haciendo en el lugar al que esta-
mos viajando.
El camino a seguir
La Iglesia de todas partes del mundo
puede ganar mucho si hacemos trabajo
misionero con inteligencia cultural, de
una manera equilibrada que realmente
glorifique a Dios. He aquí algunos puntos
cruciales:

www.encontacto.org | 11
 10 cosas para considerar
Como parte de mi trabajo, he pasado muchos años investigando y participando en viajes
misioneros. Algo que he aprendido en esta actividad es la siguiente: las perspectivas de los
que participamos en estos viajes, son radicalmente diferentes de las perspectivas de los pas-
tores e iglesias que nos reciben. Sin embargo, muchas veces planificamos nuestros viajes sin
escuchar realmente las voces de las iglesias en otros países diferentes al nuestro.
La siguiente lista incluye las diez preocupaciones más comunes que pastores fuera de los
Estados Unidos han manifestado en cuanto a algunos proyectos misioneros: Dicen: Ustedes…:

10. Actúan como si sus iglesias fueran el único modelo a seguir de todas las iglesias.
9. Están tan preocupados por los pecados que se practican en nuestro país, que se
olvidan de los pecados que se practican en el suyo —como si nuestro país fuera
“más tenebroso” que el de ustedes.

8. Viven muy por encima de nuestro nivel de vida promedio, y se conducen en

nuestro país como si estuvieran todavía en el de ustedes —dicen que sus
valores son bíblicos, aunque en realidad, son completamente insensibles a
nuestra cultura.

7. Llegan a la conclusión de que se están comunicando bien, porque estamos pres-

tando atención cuando en realidad lo que estamos es intrigados observando su
exótica manera de actuar.

6. Están obsesionados con tomar fotografías y videos durante nuestros pro-

gramas de evangelización, cuando esto realmente puede ser muy incomodo
para nosotros.
5. Subestiman la eficiencia de los líderes de nuestra iglesia local.
4. Sin darse cuenta, hablan de nosotros en las iglesias de su país de una manera
muy humillante.

3. Reaccionan rápida e impulsivamente sin pensar en las consecuencias a largo

plazo para nuestras iglesias.

2. Ven a nuestro país como atrasado por no interesarse por, o valorar, todas los
aspectos culturales que a ustedes les gusta y que consideran “normales” y bue-
nas —ya sea comida, transporte, vestimenta, música, o tecnología.
1. No somos ingenuos ni atrasados; somos sus hermanos y sus hermanas
en Cristo.

Puesto que “guardar las apariencias” es un valor importante para muchas culturas no occiden-
tales, aun al pastor más atrevido le resultará difícil decir algo negativo. Por tanto, estoy increí-
blemente agradecido por esta información. Podemos aprender a hacer viajes misioneros de una
manera que no provoque estos sentimientos de frustración en nuestros hermanos en el extranje-
ro. Podemos comenzar por no apresurarnos, reconociendo algunos de nuestros errores comunes,
y estando dispuestos a escuchar y aprender. Esto es parte de nuestra marcha con el resto de la
familia de Dios. Cada paso abre más puertas, revelando más del amor de Cristo por el mundo, y
dejando satisfechos los deseos del corazón de Dios.

12 | Agosto 2010 En Contacto

 Pregunten qué necesitan. Pregúntenlo
una y otra vez. Uno de los mayores errores
es hacer cosas que las personas del lugar
no necesitan en realidad, y que incluso no
quieren que hagamos. Se necesita firmeza
para determinar si y cómo podemos real-
mente servir a la misión de una iglesia local
en otra parte del mundo. Lo esencial es no
apresurarse, y aprender a escuchar lo que
nos están diciendo. Al trabajar con otras
personas que conocen el contexto cultural,
podemos aprender a determinar si y cómo
un viaje misionero puede realmente satisfa-
cer las necesidades de una iglesia local y de
su comunidad.
No dejen de hacer aquí lo que hicieron
allá. La tendencia es correr al extranjero
y “enamorarnos” de la gente que esta-
mos sirviendo por un par de semanas.
Tomamos muchas fotos, prometemos
escribirles, nos sentimos bien con nosotros
mismos por nuestra generosidad. En rea-
lidad, esto es misiones de bajo costo —de
bajo costo en términos de un compromiso
transformador de vida.
He escuchado muchas historias de
grupos de jóvenes que dijeron “amar”
a las personas con las que convivieron
por una semana, para luego volver a sus
escuelas y desvalorizar a sus compañeros
de clases. Debemos llamar a nuestras con-
gregaciones a enfrentar la injusticia social
en nuestras comunidades, de la misma
manera que podamos estar enfrentando
la injusticia en otros países. Dios quiere
desarrollar valores dentro de nuestras
iglesias que sean permanente.
Hagan de los informes del viaje misio-
nero una prioridad. Un número cada vez
mayor de iglesias están invirtiendo más
tiempo en la capacitación y orientación de
sus grupos misioneros. Soy un gran par-
tidario de tomar el tiempo para capacitar
antes del viaje, pero dar un informe después
podría, en realidad, ser aún más importante.
Así como la educación en el seminario es
más valiosa cuando se combina con la prác-
tica ministerial, la capacitación transcultural
para el servicio a corto plazo tiene su mayor
valor después de que va más allá de la teoría
y las palabras. Necesitamos crear un plan de
discipulado que nos permita incorporar a la
vida diaria lo que hemos aprendido.
No sobreestimen —ni subestimen— el
valor de sus esfuerzos. Por el intento de
dar validez a nuestra labor, a veces exa-
geramos lo que hacemos. He escuchado
cosas como: “Tenemos la oportunidad
de llevar una verdadera adoración a
Indonesia”, o “Vamos a llevar a Dios a
Irlanda”. ¿Es que la adoración en Indonesia
no es verdadera? ¿Y estamos realmente
llevando a Dios a Irlanda?
Por otra parte, no debemos subestimar el
poder de Dios de hacer cosas asombrosas
por medio de nuestros esfuerzos de servicio
más sencillos. Quienes van en viajes misio-
neros a Zambia para sostener en sus brazos
a bebés huérfanos, o a visitar las colonias de
leprosos de la China para lavar los muño-
nes de personas que no han sido tocadas en
años —estas son las clases de acciones que
tienen un significado profundo y perma-
nente. Comer, orar y compartir testimonios
unos con otros, son acciones que pudieran
no impresionar, pero son exactamente las
que los pastores nacionales mencionan una
y otra vez como importantes. Dios quiera
que nunca subestimemos el poder de lo que
Él puede hacer por medio de su presencia
en nosotros.
Nunca ha habido tanta razón, como hoy
en día, para celebrar lo que está sucediendo
mundialmente. La Iglesia de Jesucristo está
creciendo más rápidamente en partes del
mundo que llegamos a considerar impro-
bables, como Indonesia, Irak y Cuba. Si nos
esforzamos por ser más reflexivos en cuanto
a cómo nos involucramos, sacaremos mayor
provecho de los viajes misioneros para
conectarnos con la revolución que Dios está
llevando a cabo en todo el mundo.
www.encontacto.org | 13
 C
porfe
xxxxxxxxxxxxxx

cambio
mi oportunidad
de ser el

Cómo bendecir a otros

transformó mi vida
14 | Agosto 2010 En Contacto
C
Cuando conocí a
Violeta, ella no podía caminar.
Pasaba todo el día en su humilde En EE.UU., había trabajado como voluntaria en
un albergue local de mujeres, donde tenía una
y pequeña casa. Mi guía tenía que
silla reclinable para mis clientas, cobijas para
traducir las palabras que susurra- mantenerlas arropadas, y música relajante. En
Kenia, yo estaba sentada en la estrecha cama
ba para que yo pudiera entender:
en la que dormían juntos los cuatro miem-
Violeta y su esposo tenían el VIH, bros de su familia, mientras sostenía el pie de
Violeta en mi regazo. Afuera, en la callejuela,
estaba demasiado enferma para unos pollos graznaban, y el ruido de un radio
trabajar, y no sabía cómo iban a resonaba a través de la delgada lámina metálica
que nos separaba de los vecinos.
alimentar a su pequeña hija que, Durante años, mi sueño había sido hacer
de cinco años de edad, era también trabajo voluntario en África. Con millones que
sufren la epidemia del SIDA, muchos proyectos
seropositiva. Después de un rato en ese continente tienen que ver con el VIH,
Violeta dejó de hablar, pero vi que por lo que opté por un programa de atención
domiciliaria para mujeres infectadas. El refugio
se enjuagaba discretamente una de mujeres en que había trabajado en EE.UU.
lágrima. No pude hacer nada más, había sido un lugar difícil para ofrecerme como
voluntaria, pero nada me había preparado
así que permanecí allí sentada. Soy para la diminuta y mal ventilada habitación, el
una mujer estadounidense con una hedor de las aguas negras que corrían por la
zanja que había al lado de la casa, o la mirada

o
familia sana y buenos ingresos eco- de desesperación en su demacrado rostro. Era
nómicos. ¿Qué podía decirle? desalentador ver a la gente viviendo una vida
tan desesperante, y saber que no había nada
La segunda vez que visité a que yo pudiera hacer para darle solución.
Violeta, me ofrecí para masajear La tercera vez que visité a Violeta, estaba
caminando. “Me siento mejor”, dijo, y descubrí
sus pies. “Violeta”, le dije, sin saber que hablaba inglés —es que simplemente había
si entendería, “en EE.UU. yo era estado demasiado débil antes para hacerlo.
Vino hasta la puerta para recibirme, y por pri-
reflexóloga. Lo que significa que les mera vez vi la evidencia de que yo había hecho
algo que la había ayudado. No había sacado
froto los pies a las personas para
a Violeta de la pobreza. No había encontra-
ayudarlas a sentirse mejor. ¿Quieres do la cura del VIH. ¿Cómo lo había hecho?
Ofreciéndole mi amistad, estando dispuesta a
que frote tus pies?”
sentarme en el piso de tierra y compartiendo
comida sencilla con una mujer que estaba
muriendo, con el fin de demostrarle que ella
p a l a b r a s y f o t o s seguía teniendo valor, para Dios y para mí.
p o r P a i g e H a s t i n g s En una cultura donde el VIH es todavía

www.encontacto.org | 15

“...ahora trato de no
acumular cosa inservi- jiko, e incluso aprender a hacerlo
bles y me apresuro
a dar genero-
samente,
como hacen los
africanos”.
Foto de arriba : Adhiambo
y su hijo Samwell
A b a j o : “Sho-Sho,” la
abuela del pueblo
estigmatizado, y donde una pobre mujer
como Violeta es rechazada por tener la
enfermedad, el que yo pasara tiempo con
ella, y me convirtiera en su amiga, marcó
una gran diferencia en su vida. Este ha sido
mi logro más importante como voluntaria
en otro país: el esfuerzo más pequeño por
mostrar el amor de Dios, se convierte en lo
suficientemente grande.
Terminé quedándome en Kenia. Vivir
aquí me ha exigido hacer un montón de
ajustes. En los EE.UU., yo era una profe-
sional pero aquí, según los parámetros de
Kenia, soy casi inútil. “Tienen que enseñar- quienes están muriendo, poder vivir con dig-
me a hacer chapati”, dije mientras miraba
a mis amigas Grace y Lilian haciendo girar
hábilmente la delgada y deliciosa masa
en una sartén de hierro. Y ellas se rieron,
encantadas de ser hábiles en algo que yo
no era. No tienen idea de cuántas cosas no
sé hacer. No puedo estar inclinada sobre
una palangana durante horas, ni lavar a
mano mi ropa para dejarla más limpia de
lo que mi lavadora alguna vez la dejó. No
puedo llevar una lata de 20 litros de agua
16 | Agosto 2010 En Contacto
sobre la cabeza. Lo único útil que
he aprendido es cocinar en una
pequeña estufa de carbón llamada
me tomó semanas.
“Miren, en sólo 10 minutos
logré encender mi jiko”, exclamé,
orgullosa de mí misma. Mis ami-
gas sonríen pacientemente. Sus
hijas más pequeñas pueden hacer
eso en la mitad del tiempo.
Estas africanas no son muy
diferentes a las mujeres que
conozco en EE.UU. Son hacendo-
sas y emprendedoras, y muchas de
ellos hacen malabarismos como
madres que también trabajan para
generar ingresos adicionales para
sus familias. ¡Y nadie entiende el
valor de la comunidad, como las
mujeres africanas! Son incansable-
mente generosas con sus vecinos y amigos,
porque a la persona que se le está pidiendo
ayuda hoy, puede ser la que esté pidiendo
ayuda mañana. Adhiambo, una viuda que
estaba literalmente muriéndose de hambre
cuando la conocí, me daba de comer abun-
dantemente cada vez que la visitaba, con-
virtiendo de inmediato en comida para mí
los frijoles y las verduras que yo le llevaba.
Eso me horrorizó al comienzo, pero aprendí
a aceptar su generosidad al entender que
ella necesitaba darme algo para aceptar mi
regalo con dignidad. Para los pobres y para
nidad no tiene precio.
Estos son las clases de regalos que estoy
aprendiendo a valorar. Amar a alguien;
ayudar a esa persona a tener acceso a los
servicios básicos y a la educación; tomarse
el tiempo para hacer amistad; orar con ellos.
Adhiambo no hablaba inglés en absoluto,
pero levantaba los brazos en señal de bien-
venida cada vez que yo llegaba. No nece-
sitábamos un idioma común para sacudir
la cabeza por las llagas en su piel, o para

reírnos de las payasadas de su pequeño hijo
que comenzaba a dar sus primeros pasos.
Involucrarse en las vidas de las personas, es
un regalo que ellas atesoran.
Después de vivir aquí durante año y
medio, estoy más convencida que nunca
de que las cosas más sencillas que hagamos
dejan huella permanente. Ahora trato de no
acumular cosas inservibles y me apresuro a
dar generosamente, como hacen los africa-
nos. Un colega mío de Kenia fue asesinado
para robarle su teléfono celular, dejan-
do a su esposa y a su bebé en la miseria.
Conozco niños de la calle a quienes se les
ha negado la posibilidad de ir a la escuela y
tener una vida diferente, porque alguien se
robó el dinero. Hay mil maneras de sufrir,
ser objeto de abuso, sufrir privaciones. Yo
no he experimentado muchas de ellas, pero
el haber vivido alrededor de tanta gente
que sí sabe lo que es eso, me da una mejor
perspectiva en cuanto a lo que yo “necesito”
en realidad.
Veamos el caso de Joseph. Es uno de
750.000 kenianos que viven en un barrio
marginal de Nairobi, llamado Mathare,
quien está luchando para sobrevivir en una
hacinada comunidad con poca electricidad
y sin agua potable. Joseph perdió a casi
toda su familia por la violencia y las enfer-
medades, pero siguió teniendo un corazón
sensible para dar albergue a tres niños de la
calle y criarlos como propios. Fue jugador
semiprofesional de fútbol, con una carrera
prometedora en el deporte internacional,
pero la dejó para dedicarse tiempo completo
a enseñar a jugar fútbol cientos de adoles-
centes de los barrios marginales. Pero si uno
le pregunta por su trabajo, él simplemente
se encoge de hombros, y dice: “Me encanta
el fútbol, y quiero que estos niños tengan
algo que a ellos les encanta también. Ellos
son importantes para Dios, tanto como
cualquier otra persona”.
Encuentro en Joseph lo mejor de Kenia,
todo reunido en una persona: bondadoso,
xxxxxxxxxxxxxx
honesto, trabajador, calmado, dedicado
al bienestar de los demás, y lleno de
esperanzas en cuanto al futuro. Sufren
pero siguen dando a otros. Su pobreza es
grande, pero su fe es cada vez mayor.
Mi intención no es idealizar a Kenia. Es
un lugar de desesperación, lleno de gente
desesperada. Los ladrones atrapados en
el acto son linchados a palos. Los niños
mueren de enfermedades todos los días.
Abunda el dinero de la ayuda extranjera,
pero a menudo es robado mucho antes
de que llegue a la boca de los millones de
hambrientos. Tienen pocas esperanzas
de mejorar significativamente sus vidas,
mientras que yo, si me va bien económi-
camente, puedo montarme en un avión
y 20 horas después saborear un café con
leche en mi ciudad. A diferencia de estas
personas, yo no conozco el sabor de la
desesperación.
Pero he tenido el privilegio de ver a
la desesperación iluminada por la espe-
ranza. “Me siento feliz”, dice Violeta
sonriendo, mientras nos sentamos en
su cama, con los pies en mi regazo para
otro tratamiento de reflexología. Ella ha
comenzado a enseñarme suahili. Viatu:
zapatos. Ufunguo: llave. “¡stima!”, dice
su hija Elizabeth riendo, apuntando a la
bombilla. Elizabeth, quien tiene ahora
siete años, ha estado tosiendo mucho
—lo más probable es que tenga tubercu-
losis, la enfermedad que mata a muchas
víctimas del SIDA— pero sonríe mien-
tras me envuelve el cuello con los bra-
zos. “¿Quién hizo las estrellas? ¡Nuestro
Padre el Señor! ¿Quién hizo la mariposa?
¡Nuestro Padre el Señor!” Violeta la mira
con adoración, una madre destinada a
morir primero y dejar a su pequeña sola,
o a vivir lo suficiente para ver morir a su
única hija.
Pero de eso preferimos no hablar. Sólo
sonreímos una a la otra, mientras escu-
chamos a Elizabeth cantar.
www.encontacto.org | 17
 cuartofamiliar
El cuidado
adecuado de
los ogros
viviendo en su casa?
P o r
Érase una vez un reino, muy, muy lejano,
donde vivía una joven y hermosa doncella.
Esta bella doncella conoció a su príncipe
azul y pronto se casaron. No pasó mucho
tiempo antes de que fueran bendecidos con
el niño más hermoso de toda la tierra.
El angelical bebé creció, y los padres se
alarmaron cuando el niño comenzó a andar
y a portarse mal. Se volvió exigente, y sus
rabietas ocasionales tomaron por sorpresa
a los padres. Su bebé se estaba convirtiendo
rápidamente en un adolescente. En vez de
sonrisas y de risas juguetonas, lo que había
ahora era una criatura egoísta e irrespe-
tuosa que llegaba a la casa pisando fuerte
e insultando a cualquiera que se atreviera
a acercársele demasiado. ¿Quién era esta
criatura aterradora? ¿Y qué había hecho de
su hermoso niño? Sólo había una espantosa
respuesta a su pregunta. Un ogro.
Cuando trajimos del hospital a nuestros
pequeños, no podía imaginar que estos
hermosos niños crecerían un día, y que
tendrían la habilidad de hacerme enojar al
rojo vivo. Los adolescentes y los bebés tie-
18 | Agosto 2010 En Contacto
¿Tienen a uno
J o a n n e K r a f t
nen más en común de lo que imaginamos.
Como madre de cuatro hijos, algunos de
ellos ya adolescentes, sé que es así.
Los bebés quieren recibir toda nuestra
atención. Por sentir sólo su propio males-
tar, se vuelven hostiles y exigentes cuando
sus necesidades no son satisfechas de inme-
diato. Los adolescentes son aterradoramen-
te parecidos. A pesar de que ya no muer-
den, han aprendido a usar las palabras de
la misma manera, para lastimar. Ellos, tam-
bién, quieren recibir toda nuestra atención
(aunque fingen que no), por lo que arman
sus rabietas cuando no consiguen lo que
quieren. ¿Qué? ¿No me cree? Pregunte a
cualquier padre o madre que le haya dicho
a su ogro (él o ella) que no puede usar el
auto de la familia o salir con sus amigos.
Yo me considero una experta cuando se
trata del cuidado y la alimentación adecua-
dos de estos rufianes. Por tanto, como una
madre que ha pasado por esto, me gustaría
dar unos consejos a aquellos de ustedes
que tienen actualmente un adolescente en
su hogar.
No intenten ser
amigos de su ogro.
Los adolescentes y los padres no pue-
den ser mejores amigos. Esta es la regla
fundamental para cualquier padre.
Desafortunadamente, muchos padres han
confundido el asunto en este sentido, y las
fronteras han desaparecido. La amistad
es la kriptonita en la crianza de los hijos.
No podemos ser compañeros de nuestros
hijos hasta que ellos se hagan responsa-
bles de sus propios asuntos. Trataré de
hacerlo fácil de entender. No hablen con
sus adolescentes acerca de su matrimonio;
ellos no deben convertirse en una caja de
resonancia de los temores, inseguridades
y errores de sus padres. No incluyan a
sus hijos adolescentes en conversaciones
íntimas de adultos —nunca. No hay nin-
guna razón para que su hija o hijo tenga
que saber que una de las amistades de
la familia tiene una madre alcohólica. Y
no importa lo que les digan, salir con su
hijo adolescente y sus amigos, es simple-
mente inapropiado. Recuerden, su mejor
amigo(a) debe ser su cónyuge, o, quizás
otro adulto, pero no su hijo adolescente.
No toleren mor-
dacidades. Las palabras
hieren. Ser mordido por un bebé puede ser
una experiencia muy dolorosa, pero la mor-
dedura de las palabras airadas de un ado-
lescente pueden tomar mucho más tiempo
en sanar. Quiero escuchar lo que mis
adolescentes tengan que decirme, pero no
su lenguaje mordaz. Quiero que me hablen
de la misma forma como le hablarían a su
maestro o a su entrenador deportivo, con
respeto. No estoy de acuerdo con la teoría
en cuanto a la crianza de los hijos, de “haz
lo que digo, no lo que hago”; por eso, me
empeño en no decir cosas que lamentaré
más tarde. No es fácil. Muchas veces, me
voy a otra parte de la casa para calmarme
antes de abordar una situación volátil.
No dejen que su
ogro les impon-
ga exigencias. Una de
las cosas más interesantes acerca de los
adolescentes, es que se vuelven más y más
egoístas cada vez que se les satisfacen sus
exigencias. Tratarán de manipular a quie-
nes están a su alrededor haciendo cosas,
como sabotear una salida familiar con una
mala actitud o una mueca de enfado. No
hay que complacer las exigencias, cueste lo
que cueste.
Tengo una amiga que llevaba a su hija
adolescente al centro comercial cada vez
que ésta se lo ordenaba. Esta adolescente
nunca limpiaba su habitación, ni lavaba
los platos, ni era amable con su familia, ni
demostraba agradecimiento a sus padres
de alguna manera. ¿Por qué habría de
hacerlo? No tenía que hacerlo, porque
sus exigencias eran siempre satisfechas.
Nunca compre el amor de su hijo. Nunca.
Digan lo que pien-
san, y cumplan
lo que digan. Uno de los
mayores errores que cometen los padres,
es dar un ultimátum o una consecuencia
potencial, y luego no hacerlo. Si su hijo
adolescente se ha portado mal, debería
haber una consecuencia. Si lo amenazan
con quitarle la televisión o el privilegio del
auto, ¡entonces háganlo! Perderán la batalla
mucho antes de que comience la guerra si
no mantienen su palabra.
Pasen tiempo con
su ogro. ¿Cuándo fue la última
vez que pasaron un poco de tiempo a solas
con su adolescente? Salgan a desayunar
juntos. Haga que su hijo les acompañe
cuando salgan a hacer algunas diligencias
en la calle. Hagan una parada en una libre-
ría con su hija, y háblenle de sus libros
o revistas favoritos. Yo solía pensar que,
cuando mis hijos se convirtieran en ado-
www.encontacto.org | 19
 lescentes, no sería tan necesaria. No es
cierto. Mis adolescentes quieren mi aten-
ción tanto como lo hacían cuando tenían
dos años de edad.
Manténgase siempre al día con los
amigos de sus hijos. Sus hijos quieren que
ustedes les pregunten a dónde van, con
quiénes pasan tiempo, y cómo les está
yendo en la escuela. Si ellos tratan de con-
tarles una historia diferente, no la crean.
Seamos sinceros en esto. La mayoría de
nosotros no fuimos angelitos cuando éra-
mos adolescentes, de manera que nuestros
hijos tampoco lo serán.
Escuchen a su
ogro. Los adolescentes quieren
compartir sus pensamientos, sus sueños
y sus ideas con ustedes. ¿Cuándo fue la
última vez que se sentaron juntos y les
prestaron toda su atención? No traten
de sermonearlos o de imponer sus opi-
niones en cada conversación. Recuerden
lo que nuestras abuelas solían decir: “Se
nos dieron dos orejas y una boca, para
que podamos escuchar el doble de lo que
hablamos” (Santiago 1.19 hace una obser-
vación parecida).
Trate de involucrar más a sus hijos
adolescentes en sus decisiones —no, no
estoy hablando de decisiones sobre lo que
usted debería en cuanto a su cónyuge adic-
to al trabajo (vean la regla número uno).
Inclúyanlos en las decisiones tales como
de qué color deben pintar las paredes de
la cocina, o pedirles su opinión sobre si
deben o no comprar un perro, o a qué
universidad les gustaría ir. Dejen que
expresen sus ideas y opiniones, y elógien-
los cuando lo hagan de corazón. Tomen
un momento para pedirles su opinión
sobre algún tema. Si ustedes se proponen
escuchar y no hablar, les prometo que se
sorprenderán —en un buen sentido— de lo
que escucharan.
20 | Agosto 2010 En Contacto
¿Cuándo
fue la última
vez que se
sentaron juntos
y les prestaron
toda su
atención?
Los ogros nece-
sitan ducharse
todos los días. Al
igual que los niños pequeños, los adoles-
centes también necesitan asearse frecuen-
temente. Traten de ser comprensivos. Este
es un tiempo difícil para ellos. Sus hijos
anhelan su atención, y con frecuencia
crearán un caos sólo para lograrla. Muchas
veces, están tan ansiosos de ser vistos
como adultos, que toman decisiones serias
sin pensarlas bien. Cuando esto suceda,
enjabone a su ogro con amor y aliento.
Estos son el agua y el jabón que se nece-
sitan para limpiar las cosas. Recuerden
ducharlos cada día con ambos.
¿Qué pasó, entonces, con el ogro que
creaba el caos en aquella tierra tan lejana?
Sus padres se animaron a pasar más tiem-
po con él. Le preguntaban más a menudo
qué pensaba él de las cosas, y lo escucha-
ban con más atención cuando él respondía.
Lo colmaban todos los días de amor y
aliento. Y le quitaban en el acto su teléfono
móvil, su iPod y sus privilegios de condu-
cir, hasta que aprendiera a respetar a sus
padres y a portarse correctamente.
Y todos vivieron felices para siempre.
Fin.
 ¿Ha
aceptado
0 a Jesús?
P R O G R A M A C I óN DE RADIO Y TV
PA R A A go sto DE 2010
¿Ha aceptado usted a
RADIO Jesús como su Salvador
08/02/10 Cuando no entendemos la voluntad de Dios I S090913C personal? Entonces,
08/03/10 Cuando no entendemos la voluntad de Dios I S090913C haga esta oración:
RAFCD - Regresemos a los fundamentos (8 CDs)
08/04/10 Nuestros pensamientos I SMB055C “Señor, reconozco que
08/05/10 Nuestros pensamientos II SMB055C soy un(a) pecador(a).
08/06/10 Nuestro tiempo SMB125C Creo que tu Hijo
08/09/10 Cuando los planes se convierten en cenizas I S100214C Jesucristo murió en la
08/10/10 Cuando los planes se convierten en cenizas II S100214C Cruz por mis pecados,
RAFCD - Regresemos a los fundamentos (8 CDs) para salvarme. Me
08/11/10 Nuestros talentos SMB195C arrepiento de todos mis
08/12/10 Nuestros tesoros I SMB265C pecados y te pido que
08/13/10 Nuestros tesoros II SMB265C me hagas una persona
08/16/10 De rodillas somos más altos y más fuertes I S100221C nueva a partir de este
08/17/10 De rodillas somos más altos y más fuertes II S100221C momento. Te entrego
CCBVCD - La clave para las cosas buenas hoy mi vida. Amén”
de la vida (2 CDs)
08/18/10 La clave para las cosas buenas de la vida I SMG080C
08/19/10 La clave para las cosas buenas de la vida II SMG080C
08/20/10 La clave para las cosas buenas de la vida SRG080C
08/23/10 ¿Víctima o vencedor? I S100228C
08/24/10 ¿Víctima o vencedor? II S100228C
EPDACD - El poder de la alabanza (4 CDs)
08/25/10 Creados para alabar SMD290C
08/26/10 Cómo prepararnos para alabar SRD290C Por favor, comuníquese
08/27/10 El poder de la alabanza en las dificultades SME060C con nosotros si usted
08/30/10 El principio de sembrar y cosechar I S100307C hizo esta oración y le
08/31/10 El principio de sembrar y cosechar II S100307C enviaremos de regalo el
material titulado “Vida
TV nueva en Cristo” por
08/01/10 Cuando no entendemos la voluntad de Dios S090913D el Dr. Charles Stanley.
08/08/10 Cuando los planes se convierten en cenizas S100214D
08/15/10 De rodillas somos más altos y más fuertes S100221D
¿Víctima o vencedor? S100228D
1-800-303-0033
08/22/10
El principio de sembrar y cosechar S100307D
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08/29/10

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 poderosoenespíritu

la
mentalidad de
Superhéroe
¿Por qué a Dios le basta con que
seamos simplemente humanos?

Por Daniel Darling

Debilidad no es la primera pueblo debía jurar fidelidad a Jehová. Y

palabra que nos viene a la mente cuando
pensamos en Elías.
Es porque Elías hizo cosas que nadie
más había hecho. Como predecir con exac-
titud de una sequía de tres años. Como
hacer descender fuego del cielo. Como
rebasar corriendo el carruaje de un rey.
Pero el libro de Santiago nos recuerda
que Elías era un hombre “con debilida-
des como las nuestras” (Stg 5.17 NVI). Es
difícil imaginar a Elías como un hombre
común y corriente, pero la historia de 1
Reyes 19 arroja luz sobre la humanidad del
hombre más temido en Israel.
Aquí nos encontramos a Elías, quien
acababa de tener una victoria impresionan-
te en el monte Carmelo. Había derrotado
a los practicantes de la adoración a Baal.
Había convencido a todo Israel de que el
después de su petición, Dios abrió las com-
puertas del cielo, poniendo fin a una sequía
que había durado todo un año.
No había sido un mal día. Sin embargo,
¿encontramos a Elías celebrando sus éxi-
tos? No. En vez de eso, lo encontramos a
varias millas del epicentro de la victoria,
bajo un umbroso árbol —una mera som-
bra del hombre que habíamos visto en el
monte Carmelo. Y le está rogando a Dios
que le quite la vida.
De la intrepidez al temor
¿Qué había sucedido?¿Qué hizo que este
superhéroe invencible cediera repentina-
mente a las emociones? Y si Elías pudo
sufrir un colapso, ¿qué nos dice esto a
nosotros?
Todo se había combinado para llevarlo a

22 | Agosto 2010 En Contacto

esa situación. Más de tres años de intenso
ministerio. Las amenazas de un dirigente
político enfurecido e inestable. Y un defec-
to en la teología de Elías.
Aquí encontramos lo que podemos
aprender del descenso de Elías en el des-
ánimo: Elías creyó un mito espiritual muy
común, que sigue afectando a los cristia-
nos hoy. Es lo que yo llamo la “mentalidad
de superhéroe”. Otros lo han llamado la
“mentalidad misionera”, o el “complejo
de mártir”. Es la idea errónea de que la
actividad que se hace para Dios es un
buen sustituto de la intimidad con Dios.
En algún momento comenzamos a asumir
la responsabilidad de los resultados, y a
actuar como si las debilidades normales y
humanas no se aplicaran a los cristianos.
Sinceramente, veo en mí poco de la
mentalidad de superhéroe. Por supuesto,
nunca seré un fiero profeta retando a Baal.
Yo tomo café expreso con leche, hago dieta
para adelgazar, y prefiero ir a cazar mi
carne en el supermercado.
Sin embargo, he adoptado la mentalidad
de superhéroe al actuar como si todo el
reino de Cristo dependiera de mi trabajo
de 16 horas diarias en la iglesia, o de escri-
bir otro libro cristiano, o de programar
otra reunión del ministerio.
Por tanto, Dios nos permite que pen-
semos que somos superhumanos para
llevarnos al final de nuestras capacidades.
Entonces Él está allí para recibir con mise-
ricordia a otro agotado profeta.
Alimento en vez de oración
¿Cuál fue, entonces, el remedio de Dios
para combatir la mentalidad de superhéroe?
¿Otro estudio bíblico?
¿Otro best seller cristiano?
¿Otra conferencia de tres días?
Estas son las cosas que nosotros suge-
riríamos. Y tenemos los folletos a cuatro
colores para demostrarlo. Pero Dios no le
dijo a Elías que orara más, que leyera más
la Biblia, o que construyera un altar.
No, Dios hizo algo tan práctico, que casi
no parece bíblico. Le trajo comida. Y no fue-
ron unos rancios sándwiches de cafetería, ni
tampoco comida vieja del día anterior.
Fue una comida recién hecha, de un solo
plato, cocinada a la perfección por un chef
celestial, y servida a Elías en su motel de
un umbroso árbol.
¿Cuándo fue la última vez que Elías
había comido? Supongo que se había sal-
tado algunas comidas porque tenía que
“hacer cosas importantes del ministerio”.
Pero el Creador de los cielos y de la
tierra —el mismo que creó el cuerpo de
Elías para que se alimentara y descansara—
tenía mejor criterio de lo que su siervo
necesitaba realmente.
Después que Elías devoró la comida,
¿sabe qué hizo Dios? Le trajo más. Creo
que hay una teología importante introduci-
da en esta historia. A veces, ingerir alimen-
to es más urgente que orar.
La verdad es que Dios no tiene la inten-
ción de que hagamos el esfuerzo de ser
sobrehumanos. Él se deleita en nuestra
humanidad. Él brilla en nuestra debilidad.
Su gloria se revela cuando somos tan frági-
les que necesitamos apoyarnos en Él para
recobrar las fuerzas.
El salmista escribe: “Porque él conoce
nuestra condición, se acuerda de que somos
polvo” (Sal 103.14). Es curioso que Dios se
acuerde de esto, y nosotros lo olvidamos.
¿Realmente le estamos haciendo un
favor a Dios al descuidar el cuidado nor-
mal y natural de nuestros cuerpos? Esta
es una teología centrada en el hombre y
basada en las realizaciones. He aquí la pura
verdad que dio nueva vitalidad a la vida de
Elías, y que lo preparó para años de fecun-
do ministerio: Dios no dependía de Elías;
Dios quería que Elías dependiera de Él.
Bajo ese umbroso árbol, Elías no era más el
superhéroe. Estaba impotente. Estaba débil.
Estaba donde Dios quería que estuviera.
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 fin de semana
La compasiva
búsqueda de Dios
leer | Juan 4.1-42

E ste relato del encuentro del Señor con

una mujer samaritana, es un maravi-
lloso ejemplo de la amorosa acogida que Él
da a las personas que sufren. Jesús siempre
nos busca con amor, incluso cuando no
reconocemos su mano extendida.
Aunque esta reunión pudo haber pare-
cido una coincidencia, fue realmente una
cita providencial con el Mesías. Cuando
la mujer llegó al pozo, Jesús inició la con-
versación pidiéndole un vaso de agua. Su
Sin fe es imposible abordaje directo la sorprendió y abrió la
agradar a Dios puerta a un diálogo que cambiaría su vida
(He 11.6). Nuestro para siempre.
En todo el intercambio, el objetivo de
Padre celestial
Jesús fue ayudar a la mujer a reconocer su
quiere derramar necesidad más grande, para poder darle
bendiciones en la el único regalo capaz de satisfacer esa
vida de todo aquel necesidad: la salvación y el perdón de sus
que deposita su pecados. La mujer había pasado su vida
confianza en Él. tratando de encontrar amor y aceptación
donde no podría conseguirlos. Cristo le
ofreció el agua viva del Espíritu Santo,
lo único que saciaría su sed espiritual y
emocional.
Al igual que la mujer samaritana,
nosotros podemos a veces estar tan con-
centrados buscando satisfacer nuestras
necesidades inmediatas, que no vemos
la mano de Dios extendida a nosotros en
amor, ofreciendo lo que satisface real-
mente. Solamente Cristo puede llenar
nuestras almas vacías de eternidad, y
suplir ahora mismo para nuestras necesi-
dades emocionales.
Este mundo está lleno de pozos que
prometen dar amor, aceptación y autoes-
tima, pero que nunca satisfacen plena-
mente. Si su alma está vacía y el pozo se
ha secado, busque a Jesús. Él tiene una
cita programada con usted, y saciará su
sed con su Espíritu, si se lo permite.

24 | Agosto 2010 En Contacto

 2 3
lunes
Sin estorbar a Dios
l e e r | M ate o 1 6 . 2 1 - 2 3
L os creyentes están llamados a ser
compasivos (Col 3.12), pero debemos
mostrar discernimiento cuando practi-
camos la bondad. A veces, al entrar en la
vida de otra persona estorbamos a Dios.
Yo aprendí esta lección a base de errores.
En el pasado intervine cuando el Señor
estaba tratando de llamar a alguien a una
vida de dependencia espiritual; ofrecí
consuelo cuando nuestro Padre celestial
intentaba que un creyente afligido bus-
cara su consuelo; y saqué a una persona
de su problema antes de que ésta apren-
diera la lección de Dios, por lo que poco
después acabó en la misma situación. Hoy
día, he aprendido que es mejor orar antes
de actuar de acuerdo con mis sentimien-
tos de simpatía.
Pedro, también, dejó una vez que sus
sentimientos ofuscaran su discernimien-
to. El tratar de interferir en el plan divino
de Jesucristo fue una experiencia que
probablemente nunca olvidó. Aunque
Pedro sabía exactamente quién era Jesús
—el Mesías, y el Hijo del Dios vivo (Mt
16.16)—, tenía también conceptos erró-
neos judaicos sobre la misión del Mesías.
Muchos israelitas esperaban un rey que
acabara con el dominio romano.
Por tanto, Pedro se negó a aceptar los
anuncios de Jesús acerca del juicio, el
maltrato y la muerte que le esperaban. Al
tratar de convencer al Señor de quebran-
tar la voluntad de Dios, Pedro fue repren-
dido por el Señor Jesucristo. La prioridad
del Señor era liberar los corazones —en
vez de los cuerpos— de la tiranía del pe-
cado. La percepción equivocada de Pedro
lo llevó a una flagrante rebelión. No co-
meta usted ese error. Busque la voluntad
de Dios antes de ofrecer ayuda compasiva,
para no estorbar su plan.
martes
Las demandas de la fe
l e e r | G é n es i s 1 2 . 1 - 8
E n el momento que confiamos en Jesús
como Señor y Salvador, entramos en
una vida de fe. Es decir, vivimos con la se-
guridad de que Dios es todo lo que Él dice
ser, y que hará todo lo que promete. La
salvación es instantánea, pero se necesita
toda una vida para aprender y comprender
lo que eso implica.
En cuanto somos salvos, Dios comienza
el proceso de santificación, enseñándonos
a ser como Él. Es un proceso, ya que toma
tiempo aprender a andar por fe, confiando
en lo que no podemos ver.
Aun cuando el Espíritu de Dios vive en
nosotros, luchamos con nuestra “carne”.
Si bien deseamos hacer lo que Dios dice,
y ver como Él ve, debido a nuestra vieja
naturaleza pecaminosa, flaqueamos y ha-
cemos cosas con nuestras propias fuerzas,
de acuerdo con nuestro razonamiento.
De manera que, debemos cada día decidir
seguir el camino de Dios.
Una de las maneras más importan-
tes para madurar en la fe, es aprender a
escuchar a nuestro Padre celestial. Puesto
que hacerlo no es una tendencia natural,
es necesaria la autodisciplina. Lo mejor
es fijar una hora específica cada día para
meditar en la Palabra de Dios. Espere con
ansias que Jesús le hable, y escuche lo
que Él le diga. Escriba notas en su Biblia,
asentando la fecha y lo que el Señor le ha
inspirado. Después, aplique la verdad que
ha aprendido, y observe los resultados.
Escuchar la voz de Dios y estar en
armonía con su Espíritu es vital para andar
por fe. Pero estas cosas no ocurren por
casualidad, sino que exigen una resuelta
persistencia. Al igual que con el ejercicio
físico, cuanto más fortalecemos nuestros
“músculos” espirituales, más se convertirá
el proceso en parte de lo que somos.
www.encontacto.org | 25
 4 Crecer en la fe
miércoles
leer | Hebreos 5.12-14
N uestro Padre celestial desea que
crezcamos espiritualmente. Él nos
pone en una escuela de fe, por así decirlo,
para enseñarnos a seguirlo. Ayer hablamos
de la disciplina de escuchar a Dios. Hoy
veremos cuatro prácticas más que son
necesarias para vivir una vida en Cristo.
Primero, el Señor quiere que lo obedez-
camos. Algunas de sus enseñanzas son
fáciles de seguir, mientras que otras son
difíciles. Elegir nuestro propio camino
puede hacernos sentir bien al comienzo,
pero el resultado final es siempre el senti-
miento de pesar. En cambio, cada acto de
obediencia edifica la fe.
Segundo, el Señor nos enseña a depen-
der de Él. De hecho, a veces nos llama a
la acción en áreas que parecen humana-
mente imposibles. Por ejemplo, perdonar
un acto de atrocidad es algo que consi-
deramos más allá de nuestra capacidad.
Pero, cuando no podemos lograr lo que Él
demanda, confiamos en que su poder nos
lo permitirá.
Tercero, nuestro Padre celestial quiere
que esperemos en Él. El camino de Dios es
lo mejor, y Él desea que confiemos en su
voluntad y seamos pacientes.
Cuarto, la Biblia nos enseña que confe-
semos nuestros pecados a Dios, que nos
arrepintamos y que aprendamos de ellos.
Dios no espera perfección de nosotros,
pero sí quiere ver una respuesta saludable
a nuestras faltas.
El Padre celestial quiere que sus hijos
tengamos vida abundante y significativa.
Por esta razón, envió a su Espíritu Santo
a morar en nosotros, equiparnos y darnos
poder, a fin de que podamos alcanzar
nuestro mayor potencial. Podemos elegir
cooperar con este plan, o vivir al margen
de lo mejor que Él tiene para nosotros.
26 | Agosto 2010 En Contacto
5
jueves
La vida buena
leer | Salmo 100
T odos conocemos personas que pade-
cen enfermedades, reveses económi-
cos, o algún tipo de problema. ¿Cómo de-
bemos responder a dichas situaciones en
términos de lo que enseña la Biblia acerca
de la bondad de Dios y de la expresión de
su bondad para con nosotros?
En primer lugar, el carácter de Dios es
perfecto, y todo lo que Él hace es recto
(Dt 32.4). Él es “misericordioso y clemen-
te… y grande en misericordia” (Sal 103.8).
Por su misma naturaleza, Dios es bueno.
En segundo lugar, nuestro Padre celestial
expresa su bondad basado en su propósito
de conformarnos a la imagen de Cristo
(Ro 8.29). Desde la perspectiva del Señor,
todo lo que encaja en su plan es prove-
choso para nosotros.
La mayor demostración de la bondad
del Señor se ve en la vida y la muerte
de su Hijo. Jesús dejó su hogar celestial,
tomó la forma de hombre, padeció y
murió en lugar nuestro para que pudié-
ramos ser perdonados (Fil 2.6-8). Por lo
que nuestro Salvador padeció, hemos sido
adoptados en la familia de Dios, y el cielo
es nuestro hogar eterno.
En el momento de la crucifixión de
Cristo, los discípulos no podían ver nada
beneficioso en ella. Solamente sentían un
gran pesar. Pero sabemos que Dios dio
a su propio Hijo para que podamos ser
salvos (Ro 8.32).
Nuestra definición de la vida buena
probablemente incluiría éxito material,
buena salud y ausencia de problemas —las
cosas que nos hacen felices ahora. Pero
Dios tiene una perspectiva eterna, y Él
siempre obra para llevar a cabo su plan
a largo plazo para nosotros. Podemos
confiar en su bondad aun en tiempos de
oscuridad.
 6
viernes
La clave para las cosas
buenas de la vida
leer | Salmo 34.1-10
L a mayoría de las personas desean tener
la “vida buena” que imaginan como
una medida de éxito material, un mínimo
de problemas y cierto grado de felicidad.
Para lograr este sueño, algunos deciden
vivir de manera serena, mientras que otros
trabajan muy duro para lograr la seguridad
económica. Sin embargo, la satisfacción y
el contentamiento siguen siendo esquivos
para muchos. Esto se debe a que la clave
verdadera para la buena vida es buscar al
Padre celestial.
En la búsqueda del Señor, debemos tener
como meta fortalecer nuestra relación con
Él. El aumentar nuestro conocimiento y
nuestra comprensión de su carácter nos
ayudará a profundizar en este aspecto.
Al estudiar la Palabra de Dios, su Santo
Espíritu abre nuestras mentes y corazones
para que podamos comprender la belleza
y la perfección del Señor. Eso nos llevará a
regocijarnos por su naturaleza compasiva
y benigna, y por la profundidad de su amor
por nosotros (Ef 3.17-19). Nuestras mentes
quedarán admiradas con un temor reve-
rencial por su carácter recto y misericor-
dioso que le permite ser, al mismo tiempo,
un juez justo y nuestro abogado que todo
lo puede (Job 16.19).
Cuanto más conozcamos al Señor, más
desearemos acercarnos a Él. Es más, el
estudio de sus mandamientos y su aplica-
ción en nuestra vida, fortalecerán también
nuestra relación con el Creador.
La clave para tener la vida abundante se
encuentra en buscar a Dios. Él quiere que
lo conozcamos cada vez más, que le demos
el primer lugar en nuestras vidas, y que
hagamos lo que a Él le agrada. Entonces,
nos dará las cosas buenas de la vida, es
decir, todo lo que encaje con su plan y su
propósito para nosotros.
fin de semana
El servicio a la
manera de Dios
leer | ZACARÍAS 4.6-7
C omo pueblo de Dios, estamos lla-
mados a hacer su obra dondequiera
que estemos. Y porque somos sus hijos,
todo nuestro trabajo tiene un componente
espiritual —nuestras acciones, actitudes y
palabras dan testimonio de Él.
Los israelitas habían regresado a Je-
rusalén para reconstruir el templo, pero
muchas personas se oponían a sus esfuer-
zos. Sus detractores utilizaron una serie
de estrategias para impedir que tuvieran
éxito (Esd 4.1-5). Después de un tiempo, el
desánimo echó raíces en ellos, y al final la
oposición los obligó a detener la obra. Al
igual que los israelitas, nosotros podemos
estar bajo gran presión, y no poder discer-
nir la forma de seguir adelante. Dios le dijo
al líder de ellos, Zorobabel, cómo proceder,
y somos sabios si seguimos su consejo: “No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu” (Zac 4.6).
Cuando encontramos obstáculos,
nuestra tendencia puede ser buscar la
solución nosotros mismos. Esta actitud
de autosuficiencia no es correcta para los
hijos de Dios. Aunque en nuestra cultura
prevalece un espíritu de independencia,
que incluso es admirado, eso es contrario
a la manera como debemos vivir según la
Biblia. La dependencia del Espíritu Santo
debe caracterizar nuestra forma de vida:
renunciar a tener el control, y permitir
que Dios dirija nuestras acciones, darán
como resultado que hagamos las cosas a la
manera de Dios. Nuestras vidas no estarán
libres de problemas, pero experimentare-
mos muchas victorias por medio de Él.
Si dependemos del Espíritu de Dios
recibiremos verdadera sabiduría y poder
divino. Entonces la paz y el gozo nos
acompañarán, aun en medio de la adversi-
dad (Gá 5.22, 23).
www.encontacto.org | 27
 9 10 Esperar en el Señor
lunes
Nuestra confianza en
el Espíritu Santo
l e e r | E sd r as 4 . 1 - 5
L os enemigos de Israel fueron astutos en
su lucha contra la reconstrucción del
templo. Primero, ofrecieron ayudar. ¿Qué
mejor manera de hacer que las cosas salie-
ran mal, que involucrándose en la tarea?
Cuando su ayuda fue rechazada, desalen-
taron a los trabajadores y los atemorizaron.
Hasta contrataron a consejeros para luchar
contra los israelitas. Los opositores logra-
ron detener la obra.
Ayer vimos que Dios quería que depen-
dieran del Espíritu Santo para la realiza-
ción de la obra. El pueblo debía también
rechazar la confianza en sí mismos, y mi-
rar al Señor. Les ofreció ánimo y esperanza
al prometerles que se ocuparía de la oposi-
ción que sufrían. Lo que pudiera significar
para nosotros quitar algún problema o
sostenernos en medio de la prueba.
Igualmente, debemos confiar siempre en
que el Espíritu Santo nos permitirá:
• Amar con paciencia a nuestro cónyuge
en medio de los problemas del hogar.
• Guiar sabiamente a nuestros hijos hacia
la piedad en nuestra cultura egocéntrica.
• Seguir los principios bíblicos en cuanto a
dar, ahorrar y gastar, en una sociedad que
nos impulsa a tener ahora mismo lo que
queremos.
• Experimentar contentamiento a pesar
de nuestras circunstancias: como solte-
ros o casados, con o sin trabajo, sanos o
enfermos.
• Servir a la manera de Dios.
La dirección del Espíritu Santo debe ca-
racterizar nuestro andar (Gá 5.16). Aunque
esta mentalidad se opone a nuestra cultura
y no agrada a la carne, es la única manera
de vivir como hijos de Dios. Busquemos
a otros que estén tratando de practicar la
dependencia del Espíritu, y estimulémonos
unos a otros para experimentarla.
28 | Agosto 2010 En Contacto
martes
leer | Salmo 130.5-8
E sperar por el tiempo correcto es
fundamental en el andar del creyente
con el Señor. Sin embargo, humanamente
resulta muy difícil confiar en el tiempo
de Dios a la hora de tomar decisiones
importantes, cuando tenemos dudas
sobre la dirección a seguir, o creemos que
debemos hacer algo.
Esperar en el Señor significa hacer una
pausa para recibir más enseñanza en
medio de la circunstancia presente. Es un
enfoque intencionado y confiado en Dios,
la decisión de estar activamente calmados
y callados en nuestro corazón para escu-
char su voz y esperar su intervención. La
espera no es para que las cosas sucedan
como nosotros queremos, sino para que
se haga la voluntad de Dios.
La voz del Señor nos viene con frecuen-
cia por medio de su Palabra. Por ser éste
su libro de instrucciones para nuestra
vida, meditar silenciosamente en las Es-
crituras es esencial. A veces, cuando estoy
leyendo mi Biblia, surge un pasaje. La
orientación que busco está allí, casi como
si mi nombre estuviera escrito en él.
En otras ocasiones, Dios se valdrá de
un cambio de circunstancias para redi-
rigirnos, o motivará a alguien para que
nos oriente. Pero recuerde siempre que
cualquier voz que nos ofrezca dirección,
debe concordar con la voluntad del Señor
revelada en su Palabra; en caso contrario,
no es de Él.
El primer paso para esperar en el Señor
es someterse a lo que Él decida en cuanto
a cómo y cuándo actuará. ¿Qué espera
usted que hará Dios? ¿Le está buscando a
Él, o lo que quiere de Él? Porque solamen-
te Dios sabe lo que es mejor para usted,
déjese llevar por el Señor, y confíe en lo
qué Él decida.
 11
miércoles
Esperar con fe
leer | Salmo 33.18-22
N uestra cultura no se caracteriza
por enseñar a poner en práctica la
paciencia. Basta ver la frustración de los
conductores detrás de un auto que no co-
mienza a moverse en el instante en que el
semáforo cambia a verde. Por un retraso
de dos segundos, los ánimos se caldean y
se pone en acción la bocina. Vivir en una
cultura apresurada nos programa para es-
perar recibir todo al instante, incluyendo
las respuestas a nuestras oraciones.
A veces, me he sentido muy impaciente
y frustrado con el Señor cuando Él no ha
actuado de acuerdo con mis planes. Inclu-
so he intentado manipular las circunstan-
cias para presentarle la solución y pedirle
su bendición. Pero lo que veo como una
demora, es el tiempo perfecto para Él
desde su perspectiva. Un Dios omniscien-
te, Creador y Soberano del tiempo, jamás
puede llegar tarde.
Esperar en el Señor requiere fe. Sólo
porque no podamos ver lo que Él está
haciendo, no significa que esté inacti-
vo. Nuestro Padre celestial opera fuera
de nuestra esfera visible, disponiendo
y manejando las circunstancias para
llevar a cabo su plan para nuestras vidas.
Su trabajo es como una semilla que se
siembra en un jardín: no podemos ver el
proceso bajo tierra. Pero así como aparece
finalmente la planta, nosotros podemos
confiar también en que, con el tiempo, se
verá el resultado dispuesto por el Señor.
La solución a cualquier problema que
usted enfrente está en las manos de Dios.
Si se aferra con tenacidad a la verdad de
su amor por usted, de su conocimiento de
todas las cosas, y de su poder sobre todos
los obstáculos, podrá caminar por fe, no
por vista. A su debido tiempo, sus ojos
verán la prueba de su fidelidad.
12
jueves
¿Adónde acude usted
en busca de consejo?
l e e r | 1 T i m o te o 4 . 4 - 1 0
D ado que los pensamientos dan forma
a las convicciones, y las convicciones
a su vez determinan el estilo de vida, una
mentalidad acorde con la Biblia es de vital
importancia. Cada día elegimos si será el
mundo o la Palabra de Dios lo que moldea-
rá nuestros pensamientos. Aunque la ma-
yoría de nosotros afirma creer en la Biblia,
a veces nuestras acciones no concuerdan
con nuestras palabras.
¿Adónde acude usted cuando necesita
consejo en cuanto a una decisión impor-
tante? La Internet, la radio y la TV ofrecen
una gran cantidad de información que
puede ser tanto beneficiosa como per-
judicial. Los compañeros de trabajo, la
familia y los amigos son también fuentes
de consejo de fácil acceso, pero ¿son sus
palabras de razonamiento mundano, o de
sabiduría de lo alto? Nuestro único recurso
seguro en cuanto a guía sabia y verdadera
es la Biblia. Pero, por desgracia, no siempre
buscamos dirección en sus páginas, sino
que confiamos en la inteligencia humana y
en las preferencias personales.
Hebreos 4.12 describe a la Palabra de
Dios como “viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos”, que penetra
hasta las partes más profundas del alma.
Quienes se resisten a rendirse a su incisiva
obra, en esencia destronan al Señor por
su negativa a escuchar y obedecer. Pero
quienes están dispuestos a ser alimentados
por la Biblia, aceptando su amonestación y
su corrección, descubrirán las riquezas de
una vida de fe.
Dejar que la Palabra de Dios sea nuestra
guía exige cambios de pensamiento,
actitudes y conducta. Sin embargo, cual-
quier ajuste en estilo de vida, sacrificio o
disciplina que generen santidad, darán por
resultado beneficios eternos.
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 13
viernes
Lo que Dios piensa de
la humanidad
leer | Hebreos 2.6-18
P ara entender los propósitos y los
caminos del Señor, debemos com-
prender qué piensa Él de la humanidad.
Con frecuencia nos apoyamos en nuestro
criterio humano, en vez de tratar de vernos
a través de sus ojos. Todo lo que Él hace
está dirigido por su amor por la humani-
dad. Considere tres elementos en cuanto a
lo que Dios piensa de la humanidad:
Creada a imagen de Dios. De todas las
criaturas que el Señor creó, solo el hombre
y la mujer fueron hechos a su imagen.
Tenían mente, voluntad y emociones, y
también un espíritu, lo que les permitía
adorar a Dios y relacionarse con Él. Por ser
perfectos y sin pecado, estaban destinados
a vivir para siempre con su Creador.
Corrompida por el pecado. Gracias a un
acto de desobediencia su relación con el
Señor se rompió. La imagen divina se vio
arruinada por el pecado, que se infiltró
en la naturaleza humana y corrompió a
toda persona nacida desde entonces. La
humanidad quedó espiritualmente muerta,
sin esperanza y condenada.
Digna de ser rescatada. Pero el Señor
la consideró digna de ser rescatada. Por
medio de la obra redentora de su Hijo,
todos los que creen en Cristo son hechos
vivos espiritualmente otra vez, y la relación
entre Dios y el hombre, que estaba rota, se
restablece. Un día —en el cielo— no habrá
más pecado, y todo volverá a ser perfecto.
En medio del ritmo y de las pruebas de
la vida, es fácil perder de vista lo que Dios
piensa de la humanidad. Cuando estemos
agobiados por críticas, problemas y sufri-
mientos, es crucial reconocer nuestro valor
a los ojos del Señor. Esa conciencia puede
motivar nuestro servicio y renovar nuestro
amor a Aquel que se dio a sí mismo para
traernos de vuelta a Dios.
30 | Agosto 2010 En Contacto
fin de semana
El amor incondicional
de Dios
l e e r | R o ma n o s 5 . 8
M uchos de nosotros hemos escu-
chado que Dios nos ama. Pero no
es hasta que empezamos a entender la
verdadera naturaleza de su amor, que
nuestras vidas comienzan a cambiar dra-
máticamente —sustituyendo la ansiedad
por la paz, la depresión por el gozo, y el
temor por la confianza.
El versículo bíblico de hoy nos dice que,
aunque estábamos viviendo en rebeldía
contra Dios, su amor envió a Jesús a la
cruz para pagar el máximo precio por
nuestra redención. Es decir, no esperó que
lo reconociéramos o que nos disculpára-
mos. No. El Todopoderoso nos amó de tal
manera que envió a su Hijo a morir por
nosotros cuando estábamos hundidos en
el pecado.
Esto no coincide con nuestro con-
cepto humano del amor. Gran parte de
nuestra preocupación por los demás es
condicional, con excepción del interés
por nuestros hijos y parientes cercanos.
Muchas veces proyectamos esta imagen
imperfecta en el Señor. Nos resulta difícil
imaginar que exista realmente un amor
más grande que el que nosotros somos
capaces de dar.
Afortunadamente, a Dios no lo limita
nuestro concepto de Él. De hecho, su
amor es tan grande, que cuando ponemos
nuestra fe en Él nos llama sus hijos y nos
adopta, y nos promete que nada podrá
separarnos de Él (Ro 8.38, 39).
Al leer la Biblia, centre su atención en
los versículos que hablan del amor de Dios.
Pídale que lo ayude a entender cuán gran-
de es su amor. Anote lo que aprenda para
tenerlo disponible cuando la culpa o la
duda se introduzcan en su mente. ¡Qué paz
tan grande hay en el inagotable e incondi-
cional amor del Todopoderoso!
16
lunes
Cómo experimentar
el amor de Dios
l e e r | E f es i o s 3 . 1 7 - 1 9
E n el pasaje de hoy, Pablo ora pidien-
do que los efesios puedan conocer la
profundidad del amor de Cristo. Aunque
el amor divino está más allá de la com-
prensión humana, el apóstol dice que Dios
dará entendimiento espiritual para que
podamos experimentarlo plenamente.
¿Qué nos impide llegar a conocer su
amor y descansar en él? Primero: como
vimos ayer, pensamos que la aceptación de
Dios es condicional como la nuestra. Pero
la Biblia nos dice que su compasión pro-
cede de su carácter, y que no depende de
nuestra moralidad, decisiones u opiniones.
Segundo: el reconocer que hemos
pecado, muchas veces nos lleva a sentirnos
indignos del gran amor del Padre celestial.
En vez de esto, deje que su conciencia
culpable lo lleve de regreso a Dios para que
pueda arrepentirse. Tenga en cuenta que
su amor y su perdón son más grandes que
cualquier pecado. Él promete que no hay
condenación para quienes lo siguen.
Tercero: hay algunos maestros que
estimulan el legalismo, lo que atrapa a la
persona haciéndola sentir que debe ganar
el favor de Dios. Esto se opone a la verdad
divina, nuestro Padre celestial ama a sus
hijos incondicionalmente.
Cuarto: algunas personas tienen dificul-
tad para compaginar el amor de Dios con
su disciplina. Sin embargo, ambos pueden
coexistir. Su corrección surge de la com-
pasión, lo mismo que deben hacer padres
amorosos con sus hijos.
Aceptar el amor de Dios traerá paz y
gozo a su vida. Al mismo tiempo, no da
licencia para pecar. Como cualquier padre
amoroso, el Señor nos disciplinará para
traernos de nuevo a Él. ¿Dejará usted que
el amor de Dios le motive a andar de una
manera santa y obediente delante de Él?
17
martes
El modelo de
oración poderosa
l e e r | C o lo se n ses 1 . 9 , 1 0
O rar de manera efectiva no es algo que
sabemos hacer por naturaleza; para
la mayoría de los cristianos, tiene que ser
aprendido. De hecho, uno de los discípulos
que había andado con Jesús le pidió ayuda
en cuanto a este tema (Lc 11.1).
A menudo escuchamos oraciones supli-
cando bendiciones, protección y provisión.
Aunque está bien que le pidamos estas
cosas al Señor, hay otra manera más efec-
tiva de orar. Cuando hablamos con Dios
usando la Biblia, nuestra conversación se
llenará del poder de Dios todopoderoso.
El apóstol Pablo escribió el pasaje de hoy
a la iglesia en Colosas. Por éste, sabemos
cuáles fueron sus peticiones específicas
ante Dios en cuanto a sus hermanos; y
ellas también son aplicables a nosotros
hoy. Centrémonos hoy en las dos prime-
ras peticiones, y mañana en las cuatro
restantes.
• Primero, Pablo pidió que los creyentes
entendieran el plan de Dios para sus vidas.
Ahora bien, muchas veces el Señor no
revela todo de una vez, sino que da al co-
razón que le busca suficiente información
para confiar en Él y obedecerlo.
• Segundo, el apóstol oró pidiendo que los
cristianos de Colosas se condujeran de una
manera digna de Cristo y agradable a Él.
Pablo anhelaba ver que sus vidas fueran
coherentes con su identidad espiritual.
Cuando alguien es seguidor de Jesús, eso
es evidente para otras personas por su esti-
lo de vida y el fruto espiritual (Gá 5.22, 23).
Uno de los mayores regalos que po-
demos dar es orar por alguien. Y no hay
una manera más efectiva de hacerlo, que
utilizando las palabras de la Biblia en su
favor. Colosenses 1.9-14 es un hermoso pa-
saje que podemos usar al orar por nuestros
seres queridos, y por nosotros mismos.
www.encontacto.org | 31
 18
miércoles
El modelo de
oración poderosa
l e e r | C o lo se n ses 1 . 1 0 - 1 4
S igamos viendo la oración de Pablo
por los colosenses como un modelo
a seguir. Ayer tomamos nota de las dos
primeras peticiones: que entendieran la
voluntad de Dios, y que vivieran de una
manera digna de Él. Consideremos ahora
las otras cuatro:
• Llevar fruto en toda buena obra (v. 10b).
El Señor desea que nuestras acciones le
traigan gloria. Todos parecemos estar muy
ocupados, pero ¿son de valor eterno las
actividades que ocupan nuestro tiempo?
• Crecer en el conocimiento de Dios (v. 10b)
Hay un tesoro de información a nuestra
disposición por medio de libros, de ser-
mones y de la tecnología. Pero la petición
del apóstol no es solo que los creyentes
conozcan hechos acerca de Cristo. Habla
de tener un corazón lleno de conocimiento
de Él, y no de conocimiento intelectual.
• Ser fortalecidos conforme a su poder (v. 11).
Somos débiles cuando confiamos en nues-
tras propias fuerzas. A veces necesitamos
ser puestos de rodillas para ceder el control
y poner nuestra confianza en el poder
maravilloso de Dios. Tener fuerzas para
resistir y un enfoque claro en medio de las
pruebas de la vida, exige un poder que está
más allá de nosotros.
• Ser agradecidos (v. 12). Si entendemos
cuál es el origen de todo lo bueno que
recibimos, podremos vivir con gratitud. El
gozo y el contentamiento vienen de un co-
razón agradecido, no de las circunstancias.
Por el ajetreo de la vida actual, la oración
a menudo queda fuera de nuestra agenda
de actividades. Pero la comunión con el
Señor es vital para tener una relación bue-
na con Él. Recuerde que llevar a nuestros
seres queridos ante el trono de Dios, es
mucho más importante que muchas tareas
que parecen urgentes.
32 | Agosto 2010 En Contacto
19 Volver al buen camino
jueves
leer | Hebreos 12.1-3
¿C ómo ve usted su vida? ¿Es un reto
apasionante lleno de gozo? ¿O la
siente más como un foso en el cual está
atrapado y luchando? Tristemente, muchas
personas andan a la deriva sin hacer uso
del maravilloso plan de Dios para ellas.
Nuestro Creador da a cada persona los
dones, las capacidades y las circunstan-
cias necesarias para vivir conforme a su
propósito. Pero muchas tratan de encontrar
satisfacción en los placeres de la vida, sin
entender que la verdadera satisfacción se
encuentra en lo que Dios tiene para ellas.
Por desgracia, muchas personas que han
sido salvas caminan con el Señor durante
un tiempo, pero después se apartan. Esto
puede suceder por muchas razones. Al-
gunas se acobardan y pierden el deseo de
perseverar en las circunstancias difíciles.
Para otras, las ideas y las metas mundanas
llegan a distraer su atención. O tal vez son
influenciadas por ciertas personas que
hacen que pierdan de vista el objetivo. Los
deportes, los pasatiempos o simplemente el
ajetreo de la vida, pueden también envolver
a un creyente y hacer que su corazón se
aparte de Cristo.
No importa cuál sea la causa, toda vida
separada de la única ancla verdadera —el
Señor Jesús— está en peligro. Dios ofrece
a los creyentes una vida abundante en Él.
Pero la Biblia enseña que los cristianos no
pueden prosperar si están viviendo al mar-
gen de su Palabra, de sus santos preceptos,
y de una estrecha relación con Él.
¿Siente usted que está andando con
Jesús? ¿O las preocupaciones de la vida lo
tienen enredado? Ore pidiendo sabiduría
al considerar estas preguntas, y dígale al
Señor que desea renunciar a todo lo que
le apasione aparte de Él. Comprométase a
orar, a leer la Biblia, y a obedecer.
20 Centrar
viernes
de nuevo la
vida en Jesús
leer | Juan 15.4-6
E l pasaje de hoy nos anima a mantener-
nos conectados con Jesús. La imagen
de Él como la vid, y de los creyentes como
los pámpanos, nos ayuda a entender que
sin Él nada podemos hacer. Es posible
aceptar su salvación y aún así actuar en la
“carne”, abstraídos o separados de su direc-
ción y poder. Todos los creyentes pierden
el enfoque alguna vez en la vida, pero
algunos de ellos se han apartado tanto que
les resulta difícil ver el camino de regreso.
Si usted descubre que la lealtad de su
corazón le pertenece a otro que no sea
Cristo, es crucial que lo admita. Identifique
qué actitudes o actividades lo están alejan-
do de Jesús. Luego, arrepiéntase, y consiga
toda la ayuda que necesite para dejar de
lado toda distracción, inseguridad, deseo
mundano, o cualquier otra cosa que esté
alejando su atención del Señor.
Una vez que la distracción se haya ido,
céntrese de nuevo en Jesús mediante la
lectura de la Biblia, la oración, aprendiendo
de pasajes bíblicos, y pasando tiempo con
amigos que lo animen. Después de vivir
por un tiempo fuera de lo mejor de Dios,
puede ser difícil disciplinarse para actuar
como el Señor desea. Pero Él promete
caminar a su lado para fortalecerlo y suplir
todas sus necesidades (Fil 4.19). Como
exhorta Hebreos 12.1, “despojémonos de
todo peso… y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante”.
No le dé largas. Reconozca cualquier
área, pecado o atadura que está impidien-
do que usted viva apasionadamente y con
todo su ser para Cristo. Obedecer su plan
—con el poder de Él— es el camino que
trae paz, gozo y contentamiento a la vida.
Pida su ayuda, y comprométase a actuar.
No hay nada como vivir intensamente
para Dios.
fin de semana
El regalo divino del
perdón
l e e r | C o lo se n ses 3 . 1 2 - 1 4
M otivado por el amor, Dios proveyó
la manera de que nuestros pecados
fueran perdonados. Envió a Jesús para ser
nuestro Salvador; cuando confiamos en
su sacrificio expiatorio a favor nuestro,
recibimos su regalo del perdón.
Antes de poner la fe en Cristo, está-
bamos muertos en nuestros pecados, y
éramos objetos de la ira divina (Ef 2.1-3).
Pero nuestro misericordioso Padre celestial
envió a su Hijo Jesús para redimirnos. En
la cruz, el Salvador tomó sobre sí mismo
nuestros pecados y experimentó la furia
de Dios por el bien de nosotros. Su muerte
nos aseguró el perdón —no había nada que
pudiéramos hacer para obtener la acep-
tación de Dios. Somos salvos por gracia
mediante la fe en Cristo y en lo que Él
realizó (Ef 2.8, 9). Nuestra salvación es un
regalo del Padre celestial.
La voluntad de Dios es que, como perso-
nas perdonadas, mostremos misericordia
a quienes nos agravian, hasta la medida
en que Él nos perdonó. Pero la inclinación
humana es imponer condiciones cuando se
trata de tener misericordia. Pensamos: te
perdonaré sólo si te disculpas satisfactoria-
mente. O: antes de que se me quite el enojo,
debes arreglar el problema. O incluso:
espero que pagues por el daño hecho, antes
de que te perdone. Eso no es lo que nuestro
Salvador hizo. Romanos 5.8 lo expresa
así: “Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros”.
Dependiendo de cuánto daño hayamos
experimentado, es posible que necesitemos
tiempo y restauración antes de poder per-
donar realmente. Pero debemos recordar
que la voluntad de Dios es que mostremos
misericordia. Hemos sido llamados a per-
donar a quienes nos han herido.
www.encontacto.org | 33
23
lunes
Una vida de perdón
l e e r | E f es i o s 4 . 2 9 - 3 2
M ostrar misericordia a quienes
nos lastiman, no es propio de la
naturaleza humana; es más fácil enojarse
y seguir así. Justificamos nuestra falta de
perdón señalando la injusticia que hubo, o
el daño hecho. Pero Dios nos manda a ser
misericordiosos (Lc 6.36). Quienes hemos
probado la misericordia divina, debemos
practicar un estilo de vida de perdón.
¿Por qué, entonces, no obedecemos?
Porque, a veces, nuestro orgullo nos lo
impide. Nos enojamos cuando somos
tratados con irrespeto, menospreciados
cuando surge una oportunidad en el
trabajo, o pasados por alto a pesar de
nuestro desempeño. Otras veces, pensa-
mos solo en la falta de disposición para
cambiar de otras personas, y no perdo-
namos hasta que mejoren su proceder. O
algunas veces hemos sido muy lastimados
o tratados injustamente. Tenemos la men-
te tan llena de dolor, que nos quedamos
atascados en el pasado. No podemos ver
la manera de poder perdonar.
Una actitud inclemente puede tener
todo tipo de consecuencias no deseadas,
entre ellas relaciones rotas, yugo emo-
cional, e indiferencia para con el Señor.
Cuanto más nos aferremos a nuestro
enojo, más afectada se verá nuestra co-
munión con otras personas y con nuestro
Padre celestial. Con el tiempo, podemos
volvernos amargados y hostiles, lo que
desde luego no se ajusta a lo que somos
en Cristo.
Es difícil perdonar a quienes nos ca-
lumnian, tratan mal, o hieren a nuestros
seres queridos. Pero su comportamiento
para con nosotros no es una razón para
negarles la misericordia. Dios nos llama
a perdonar, así como Él nos perdonó; con
su ayuda, podemos hacerlo.
34 | Agosto 2010 En Contacto
24 Los
martes
propósitos de Dios
en tiempos difíciles
l e e r | R o ma n o s 8 . 2 8 , 2 9
S i pudiéramos diseñar una vida ideal,
la mayoría de nosotros evitaría los
momentos de adversidad. Pero la Biblia nos
enseña que Dios tiene un propósito en las
tormentas de la vida.
Purificación. Cuando los problemas nos
presionan, tienden a surgir actitudes y há-
bitos impuros. La conducta impaciente, los
arrebatos de ira, o la confianza en algo o
alguien distinto a Dios, puede volverse evi-
dente. En una crisis, los malos hábitos a los
que habíamos restado importancia, pueden
comenzar a ser más evidentes. El Espíritu
Santo utilizará los tiempos difíciles para
suavizar las asperezas y producir el fruto
del Espíritu en nosotros (Gá 5.22, 23).
Comunión. Cuando nos va bien en
la vida, es posible que pasemos menos
tiempo con el Señor, y comencemos a no
prestar la debida atención a nuestra rela-
ción con Él. Incluso podemos apartarnos
de sus caminos. Las crisis nos ayudan a
ver nuestra necesidad de Él, y también lo
impotentes que somos para ayudarnos a
nosotros mismos. Los tiempos difíciles nos
llevan a ponernos de rodillas en oración, y
a buscar la comunión con Dios.
Nuestro Padre celestial desea que
desarrollemos un carácter semejante al de
Cristo, y que crezcamos en intimidad con
Él. El Señor quiere que experimentemos
la riqueza de su amor, y que le mostremos
una reverencia sincera. Él usará las prue-
bas para lograr los buenos propósitos que
tiene para nosotros.
Aunque en la vida existen muchas prue-
bas distintas, todas tienen algo en común:
el deseo y la capacidad del Señor de utili-
zarlas para nuestro bien y para su gloria.
A través de estas experiencias podemos
deshacernos de los rasgos pecaminosos y
caminar con Dios.
25
miércoles
Las tormentas
de la vida
l e e r | G é n es i s 5 0 . 1 5 - 2 1
C uando la vida se complica, tendemos a
alterarnos y a preguntarnos cuándo va
a terminar el problema. Pero Dios quiere
que nos concentremos en Él en tiempos de
dificultades. Al hacerlo, descubriremos que
el Señor está haciendo una obra importan-
te durante las “tormentas”.
Las convicciones. En la Biblia está todo
lo que necesitamos saber sobre nuestra
vida en Cristo. Cuando las circunstancias
estén fuera de nuestro control, lo que
realmente creemos saldrá a la superficie.
La profundidad de nuestra fe en el carácter
y las promesas de Dios se harán evidentes,
lo mismo que cualquier duda que poda-
mos tener. Por ejemplo, José demostró una
fuerte convicción cuando reconoció que
Dios quiso que sus adversidades fueran
para su bien (v. 20). Habrá tiempos en los
que no tendremos éxito, —como Pedro,
cuyo temor lo llevó a negar a Cristo—,
pero debemos pensar en las pruebas como
oportunidades para crecer y aumentar
nuestra fe.
Transformación. Como hijos de Dios,
debemos vivir de tal manera que mostre-
mos el carácter de Cristo. El Padre celestial
puede usar las tormentas de la vida para
transformarnos a imagen de Cristo.
Consolación. Esta bendición no es sola-
mente para nosotros, sino también para los
demás. Nuestro Padre nos consuela y pide
que compartamos con los demás lo que
hemos recibido (2 Co 1.3, 4).
Los tiempos difíciles pueden derivarse
de nuestros propios errores, de las tretas
del enemigo, o del daño que nos hagan los
demás. Pueden, incluso, ser dispuestos por
Dios. Pero, cualquiera que sea la fuente,
nuestro Padre celestial la utilizará para
nuestro bien, y para bendecir a otros. ¿Qué
testimonio de Él puede dar usted a otros?
26
jueves
La confesión
de pecado
leer | 1 Juan 1.5-7
L a primera epístola de Juan no es
sobre la salvación, aunque habla de
la necesidad de confesar el pecado. Esta
carta está escrita a personas que ya tienen
una relación con Dios, pero que necesitan
recordar cómo permanecer en comunión
constante con Él. El Padre celestial quiere
que los creyentes disfruten de su presencia,
pero para eso deben primero ocuparse de
su pecado.
Aunque los cristianos hemos sido
hechos nuevos en Cristo (2 Co 5.17), no
somos perfectos, y por tanto pecamos.
Somos seres humanos con un cuerpo físico
que conserva todas sus necesidades natu-
rales de comida, sexo, descanso y placer.
Cuando estos deseos están bajo el control
del Espíritu Santo, tenemos vidas gozosas
que honran a Dios. Pero si cedemos a la
tentación de apaciguar la carne, invitamos
a las tinieblas a introducirse en nuestras
vidas (1 Jn 1.6).
Es importante entender que “andar en
tinieblas” no significa que un creyente
puede perder su salvación —quienes han
recibido a Jesucristo como Salvador, jamás
podrán ser separados de la luz de su amor.
Pero podemos decidir vivir fuera de la
voluntad de Dios, y desviarnos a una senda
oscura de pecado por un tiempo. Puesto
que las tinieblas y la luz no pueden co-
existir, hacerlo llenará nuestro espíritu de
tensión. Confesar a Dios nuestros pecados
ahuyenta la oscuridad y devuelve la paz.
El creyente en comunión adecuada
con Dios irradia paz y contentamiento.
Debemos deleitarnos en el Señor (Sal 37.4)
pasando tiempo en su presencia, pensando
en cómo agradarlo, y compartiendo con
quienes nos rodean. Confesar nuestro
pecado mantiene fuerte nuestra comunión
con el Señor, y lo glorifica.
www.encontacto.org | 35
27
viernes
Permanecer en
la luz
leer | 1 Juan 1.8–2.2
J uan usó la metáfora de las tinieblas y la
luz para describir una vida de pecado en
contraposición a una vida en Cristo (1 Jn
1.7). Dios es luz pura y perfecta (v. 5) que
brilla a través de la persona obediente. Sin
embargo, cuando invitamos las tinie-
blas —el pecado— a nuestra vida, hay un
conflicto inmediato. La oscuridad y la luz
no pueden mezclarse.
La forma de mantener un espíritu puro
en este mundo, es confesando el pecado.
Si bien, fuimos limpiados por la obra de
Jesucristo en la cruz y nada puede cambiar
la identidad que tiene un hijo de Dios, el
pecado estorba la comunión entre el Señor
y nosotros. Si no es confrontado, puede
ahogar de una manera tan completa nues-
tro espíritu, que solo débiles rayos de la luz
de Cristo podrán penetrarlo.
La confesión le pone fin a ese control.
Reconocemos delante de Dios que nuestras
acciones, pensamientos y palabras violan
su ley y su voluntad. Aunque es tentador
hacer una confesión de una manera gene-
ral —“lo lamento si he pecado contra ti”—,
éste no es un método útil de echar fuera
las tinieblas. Debemos ser específicos en
cuanto a nuestros pecados. El Espíritu San-
to no es general en su condena —señala
el problema específico. Y Dios espera que
nos ocupemos del pecado sin tardanza,
para que no seamos manchados por él ni
tentados a seguir en ese camino.
Quienes reconocen honestamente su pe-
cado y se hacen responsables del mismo, se
mantienen en una relación correcta con el
Señor. La carta de Juan confirma el deseo
de Dios de echar fuera las tinieblas y man-
tenernos plenamente en la luz de su amor.
A nosotros nos corresponde ocuparnos sin
tardanza de la inmundicia que Satanás y
este mundo nos lanzan.
36 | Agosto 2010 En Contacto
fin de semana
Para vencer en
las pruebas
leer | Hebreos 11.23-29
M oisés experimentó momentos
difíciles en su vida. Huyó de una
acusación de homicidio, pasó años en
el desierto, confrontó cara a cara un rey
que lo despreció, estuvo al frente de una
quejumbrosa nación durante 40 años de
penalidades, y padeció la deslealtad de
esas mismas personas. Pero una vez que
Moisés descubrió el secreto de cómo ma-
nejar las pruebas, las enfrentó con valentía
una a una.
Aunque volvió a Egipto con un llama-
miento inequívoco del Señor (Éx 3.10), aún
así debió de haber sido intimidante presen-
tarse en la corte de Faraón. Y Moisés tuvo
que pedirle diez veces que dejara ir a los
israelitas. El rey no cambió de parecer por
las langostas; tampoco fue convencido por
la plaga de úlceras, ni por el agua conver-
tida en sangre. De hecho, les hizo la vida
aun más difícil a los esclavos, obligándolos
a buscar los materiales con que hacían sus
ladrillos. Los hebreos, por su parte, fueron
muy ingratos con su líder.
Pese a toda la oposición, Moisés siguió
volviendo al palacio hasta que logró el
propósito de Dios, la liberación de su pue-
blo. Mientras dirigía el éxodo de Egipto,
“se sostuvo como viendo al Invisible (He
11.27). Con un montón de duras experien-
cias detrás de él, y a pesar de las demás
que vendrían liderando a este pueblo
rebelde, Moisés avanzó, consciente de que
estaba caminando en la presencia de Dios.
Dios le había prometido que estaría
con él en cada paso del camino (Éx 3.12).
El líder israelita fijó su atención en esa
promesa y en Quién la había hecho. Tuvo
la sabiduría de confiar en que el YO SOY
(v. 14) —el eterno soberano del universo—
guardaría su camino y le daría la victoria
en las pruebas.
30 Cómo 31
lunes
responder a los
tiempos difíciles
l e e r | P r o ve r b i o s 3 . 5 , 6
L os tiempos difíciles sirven para separar
el “trigo” de la “paja”. O sea, cuando dos
personas enfrentan dilemas parecidos, una
se acerca más a Dios, da fruto espiritual, y
se vuelve más apacible. Pero la otra se llena
de ansiedad, amarga su espíritu, y se llena
de dudas secretas en cuanto a la fidelidad
del Señor. La diferencia tiene que ver con
la manera como cada uno responde a las
dificultades.
Todos sabemos que las dificultades son
parte de la vida. Ser cristiano no cambia
ese hecho (Jn 16.33). Lo que cambia es
nuestra comprensión de la soberanía de
Dios: nada toca nuestras vidas a menos
que Dios lo permita. El Señor permitió que
un rey asesino persiguiera a David durante
años (1 S 23). Pero el fugitivo respondió
a la adversidad con fe, y llamó a Dios su
amparo y refugio (Sal 59.16).
Nos enfrentamos a los retos por muchas
razones. Dios los permite para que poda-
mos desarrollar fe, cambiar nuestra pers-
pectiva, o profundizar nuestra compasión.
A veces, los creyentes llegan al cielo antes
de haber comprendido el porqué tuvieron
que soportar sufrimientos. Pero cualquiera
que sea la prueba o el propósito de Dios al
permitirla, Él está dispuesto a ayudarnos
en nuestra aflicción (Sal 46.1). Podemos
volvernos a Él en busca de consuelo, guía y
ayuda. O podemos enojarnos y resentirnos
por no haber sido rescatadas de nuestro
valle de sombra (véase Sal 23.4).
Cuando la aflicción nos quita todas
las muletas, a uno solamente le queda el
Señor. ¿Puede usted pensar en una mejor
situación, que encontrarse sostenido por
nuestro fiel y soberano Dios? Aunque
algunas personas son destruidas por esa
clase de situación, otras se convierten en
creyentes inquebrantables.
martes
Cómo ser libre
de la culpa
l e e r | Isaías 5 5 . 7 , 8
L a iglesia en la que crecí podía resumir
gran parte de su teología en una sola
declaración: “No debes…” No recuerdo
haber escuchado hablar del amor de un
Padre, ni de cómo vivir la vida cristiana.
Lo que aprendí fue que un Dios iracundo
me castigaría si no obedecía todas las
reglas; parecía que habían reglas para
todo, incluyendo lo que podía leer, vestir
o hacer.
Siendo adolescente, pasé mucho tiem-
po rogando al Señor que me perdonara
por una u otra tontería, llevaba siempre
conmigo un peso de culpa y de preocu-
pación adondequiera que iba. Me parecía
que nunca podía ser suficientemente
bueno. En realidad, las reglas eran una
carga para mí, y puesto que pensaba que
Dios las había establecido, Él también era
una carga pesada de llevar.
En mis años de joven adulto, enten-
dí que mi percepción de Dios estaba
equivocada. Él es bueno, tierno y mise-
ricordioso. Los mandamientos que dio
fueron hechos para mantenernos libres
de peligros y de sentimientos de culpa.
Pero aunque volvamos las cosas un caos,
no hay condenación para los que están
en Cristo (Ro 8.1). Eso quiere decir que Él
perdona nuestro pecado y “borra… [las]
rebeliones”, y que no las recuerda más (Is
43.25). Es posible que tengamos que vivir
con las consecuencias, pero nunca con el
peso de la culpa.
Dios no es una carga. Él es quien lleva
la carga (Sal 68.19), que puso nues-
tros pecados sobre el Señor Jesucristo,
aliviándonos así de ese peso. No siga
tambaleándose bajo el peso de la culpa.
Deposítela ante un Dios tierno y mise-
ricordioso, que le ofrece un yugo fácil y
liviano (Mt 11.30).
www.encontacto.org | 37
 Principios que nunca fallan
ni decepcionan
La vida está llena de decisiones difíciles, de montañas y
valles, de éxitos y fracasos. ¿Cómo podemos estar seguros
de que seremos capaces de perseverar hasta el final? En
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que nos ayudan a avanzar confiadamente en la vida.
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