Kevin Morán
Anita Mariposa esta vez tiene que ir a la tienda de mascotas para comprar
la conejina diaria de su coneja que, en su hogar se muere de hambre, y que
no repara en comerse los periódicos regados que puede encontrar con tal de
saciar su hambre mas no su sed porque no la tiene.
“La conejina es muy cara”, decía en su mente, “si tan solo no tuviera a esa
coneja…” pensó, justo cuando el vendedor, Jaime, le daba los 8 kilos de
comida para conejo que la coneja margarita consume a diario. Jaime la
miró de pies a cabeza antes de llamarle la atención porque la chica parecía
en trance.
Lo único bueno de las calles era que la mayoría tenía un puesto, pequeño y
cómodo, de música pirata que probaban sus cd´s con parlantes enormes.
Así ella se pasaba de canciones chicha hasta canciones de los 80`s, hasta
grupos ultra subterráneos.
Paró un momento por el peso de la conejina. “Ok dios, ponme alas, ahora”,
pensó mientras veía el cielo azul.
“Ok dios, nunca tanto”, se dijo a si misma mientras bajaba la mirada a la
tierra para buscar las asas de la enorme bolsa que llevaba. No estaban.
Desaparecieron los 8 kilos mientras ella hablaba con dios. “NOTA
MENTAL: NO INTENTES ACERCARTE A DIOS CUANDO LLEVES
CONEJINA O ALGO CUYO PESO SOBREPASE LOS 5 KILOS
PORQUE DESPERTARÁ LA CURIOSIDAD DE ALGÚN
MALECHOR”, anotaría más tarde en su diario.
Camino a casa, sintió que alguien la seguía. Volteaba a cada rato para darse
de una vez con su stalker. “Es raro que yo lo tenga”, pensó, pero porsiacaso
le gritó una advertencia al acosador. No le importó la gente que caminaba,
en realidad no tenía que importarle, su padre la educó para que no le
interesara la opinión de la gente que no conocía, así sobrevivió a muchas
cosas.
Siguió la mirada al frente y empezó a caminar más rápido, hasta que llegó a
casa. Cuando miro la alfombra que dice: “TU MADRE ESTA EN CASA”,
porque en efecto, está en casa, se alegró mucho. Los 8 kilos de conejina ni
un gramo menos, estaba allí, en el suelo. Sintió como se liberaba de una
gran carga.