Kevin Morán
El niño ciego no había nacido ciego y mucho menos tuerto. El niño ciego
se hizo ciego a la edad de 2 años, cuando aprendía hablar y a observar el
mundo con esos ojos enormes, cuando le dio una fuerte fiebre que terminó
en meningitis y esta acabó dañando una región de su cerebro, el que
procesa las imágenes.
Un día mandó una carta a su abuela materna, que vivía en Italia. En la carta
relataba su sufrimiento, el desinterés de su familia por ella, su propia
incapacidad como madre, al final escribió que se quería suicidar. Era su
oportunidad para pedir apoyo o ayuda pero al parecer no recibió respuesta
y pensó que ahora si estaba sola y con su hijo. Por su mente pasaban, a
veces, ideas positivas como el salir adelante sola, incluso sin el padre que la
abandonó ni bien se enteró del embarazo.
Ella le dio las gracias y una pequeña gratificación por haberle causado
problemitas con el bebé. Luego se llevó al bebé en sus brazos y este se
quedo dormido.
Georgina arreglo todos sus papeles y entablo algunos juicios que ganó para
obtener la tenencia del menor y para que se llamase Claudio Benedetti.
4 años más tarde, Claudio se encontraba en su habitación sentado en su
cama. No podía ver pero su bisabuela lo educó, educó sus sentidos. Estaba
tranquilo escuchando a una mosca que volaba a su alrededor y que estaba
dispuesto a matar.
Su abuela ya estaba en la habitación. Todo estaba hermosamente decorado.
Había juguetes de acción en un estante. Había también mucho peluches y
cosas suaves. El niño estaba en la cama con su pijama, tenía el cabello
castaño como el de su madre y la expresión de su rostro estaba en paz.
Esperaba a su abuela.
—Bien, bien. Entonces comencemos con los cuentos oscuros para el niño
ciego