Kevin Morán
Ahora corría en bóxers por el cuarto sin sus pantuflas y si, con un rostro en
la espalda. Lo más curioso es que era deforme por que tenía una enorme
boca y ojos achinados sin huellas de ninguna nariz que él haya podido
divisar en la vasta extensión de su espalda de nadador júnior. Y se volvió a
tirar en su cama boca arriba pensando en que ahogaría al extraño intruso.
Marco seguía rezando y abrió los ojos solo para verse en el espejo a cinco
metros en frente, haciéndole recordar que tenía el cabello largo al mismo
estilo de una estrella de rock y a la delgadez de su cuerpo en construcción.