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CARDIOPATÍAS CONGÉNITAS ACIANOGENAS

Las cardiopatías congénitas son malformaciones del corazón o de los


grandes vasos, presente en el momento del nacimiento. Aparece en 8 de
cada 1000 nacidos vivos. Los niños nacidos con lesiones cardíacas 3 de
cada 1000 no presentan síntomas durante el primer año de vida

CLASIFICACIÓN:

1- Acianogenas: *Comunicación interauricular *Comunicación


interventricular *Ductus persistente.

ACIANOGENAS

COMUNICACIÓN INTERAURICULAR:

Representa el 10% de las cardiopatía, es un defecto del tabique


interauricular localizado en varios lugares: -Zona de la fosa oval -Zona del
seno venoso -Zona baja del ostium primun -Zona posteroinferior.

COMUNICACIÓN INTERVENTRICULAR:

Representa el 25% de las cardiopatias, resultando la más frecuente. Se


debe a un defecto del tabique interventricular y tiene varias localizaciónes:
-Zona membranosa del tabique -Zona muscular del tabique.

DUCTUS PERSISTENTE:

No es una cardiopatía pero se la coloca dentro de las mismas.

COMUNICACIÓN INTERAURICULAR (CIA)

Causas
Durante la formación del feto, hay una abertura entre las aurículas izquierda
y derecha (cámaras superiores) del corazón. Generalmente, este orificio se
cierra al poco tiempo del nacimiento. Si no se cierra totalmente, el problema
se denomina CIA tipo ostium secundum. La CIA tipo ostium secundum es el
tipo más común de CIA. Otros tipos son la CIA tipo ostium primum y la CIA
tipo seno venoso. Cada tipo de CIA está relacionado con un orificio en una
parte diferente del tabique interauricular.
La causa de esta afección se desconoce y generalmente no es una
enfermedad que se herede de los padres.

Síntomas
Muchos niños son asintomáticos. Sin embargo, en algunos casos pueden
darse los siguientes síntomas: fatiga, sudoración, respiración rápida,
dificultad para respirar, crecimiento deficiente, cansancio con el ejercicio,
palpitaciones e infecciones respiratorias frecuentes.

Diagnóstico
El diagnóstico se sospecha por la clínica y la exploración física. La
enfermedad se confirma con las siguientes pruebas complementarias:
radiografía de tórax, electrocardiograma y, sobre todo, con el
ecocardiograma.

Pronóstico
Cuando se realiza un diagnóstico temprano y una reparación de la CIA, el
resultado por lo general es excelente y se requiere un seguimiento mínimo.
Si se diagnostica en una etapa posterior, se producen complicaciones
después de la intervención o si la CIA no se repara, las perspectivas en
general son malas.

Tratamiento
El tratamiento de primera elección es la cirugía. En los últimos años se han
desarrollado dispositivos de cierre de la comunicación interauricular a
través de catéteres (en caso de orificios pequeños), esta técnica permite su
implante sin cirugía mediante punción por la vena femoral.

COMUNICACIÓN INTERVENTRICULAR (CIV)

Los pacientes con comunicación interventricular tienen un orificio que


comunica los dos ventrículos. Es la cardiopatía congénita más frecuente
al nacer.
Existen varios tipos de CIV, según su localización dentro del tabique
interventricular: las CIV membranosas o perimembranosas son las más
frecuentes (situadas cerca de la válvula tricúspide); le siguen en frecuencia
las CIV musculares (localizadas en el septo muscular). Otro tipo de CIV más
raras son las CIV subpulmonares y las CIV tipo canal.

Causas
Se desconoce su causa exacta, aunque al parecer muchos de los casos
surgen al azar. Tener antecedentes familiares de defectos cardíacos puede
constituir un factor de riesgo.

Síntomas
En general, los síntomas no van a depender de la localización del defecto
sino del tamaño del orifico de la CIV. Cuando la comunicación es pequeña,
el paciente está asintomático a lo largo de su vida (únicamente presentará
un soplo cardíaco muy llamativo cuando su médico le explore). Cuando el
defecto es grande se produce: insuficiencia cardiaca, fatiga, sudoración,
bajo crecimiento y soplo cardíaco. Si en este caso el paciente no es tratado
adecuadamente, puede aparecer hipertensión pulmonar severa, disnea
[dificultad para respirar] y cianosis (dedos y labios «morados»).

Diagnóstico
El diagnóstico se sospecha por la clínica y la exploración física (el soplo
cardíaco de la CIV es muy característico). Además de una radiografía de
tórax y un electrocardiograma, que pueden ser normales, el diagnóstico se
confirma con el ecocardiograma, con el que se podrá visualizar la
localización, el número y el tamaño de la CIV. Además, se puede medir la
presión pulmonar y estimar la intensidad del cortocircuito. El cateterismo
cardíaco solamente estaría indicado en pacientes con CIV grandes que
vayan a ser intervenidos, para descartar la existencia de otras
cardiopatías asociadas.
Pronóstico
La CIV se puede cerrar de forma espontánea hasta en un 40 por ciento de
los casos (en su mayor parte, en los primeros 6 meses de vida).

Tratamiento
El tratamiento depende del tamaño de la CIV. Estaría indicado el cierre de la
CIV cuando ésta estuviera provocando síntomas, o en pacientes
asintomáticos si se viera en el ecocardiograma un cortocircuito grande o
hipertensión pulmonar.
La mayoría de las CIV son pequeñas, no provocan síntomas y no precisan
tratamiento; además, muchas tienden a cerrarse con el tiempo y también se
hacen más pequeñas proporcionalmente al aumentar el tamaño del
corazón. En estos casos es conveniente una revisión periódica en
Cardiología para evitar complicaciones. En general, no precisarán en su vida
adulta tratamiento reparador y podrán tener una vida totalmente normal.
Si se trata de una CIV de gran tamaño que ocasiona síntomas en el bebé,
además del tratamiento para la insuficiencia cardiaca, hay que realizar el
cierre quirúrgico del defecto interventricular. Es recomendable intervenir a
partir del sexto mes de vida (la mortalidad es del 20 por ciento al primer
mes y baja hasta el 2-3 por ciento después del sexto mes de vida). No es
conveniente retrasar la cirugía después de los dos años de edad, por el
peligro de desarrollar hipertensión pulmonar severa e intratable.

DUCTUS ARTERIOSO PERSISTENTE


Se trata de un vaso que conecta la aorta a la arteria pulmonar ya fuera del
corazón. El feto dentro de la madre necesita tener el ductus abierto para
sobrevivir pues a su través pasa la sangre hacia la placenta para su
oxigenación. Al nacer y funcionar los pulmones del niño ya no hace falta y
se suele cerrar espontáneamente en los primeros días de vida. Pero algunos
ductus no se cierran y siguen permitiendo el paso de sangre oxigenada
(roja) de la aorta (Ao) (tiene más presión) a la arteria pulmonar (AP) (tiene
menos presión) y a los pulmones (P) inútilmente pues ya está oxigenada,
mezclándose (color marrón) con la sangre no oxigenada que proviene del
ventrículo derecho (VD). Este flujo de sangre extra sobrecarga al pulmón y
al corazón (aurícula y ventrículo izquierdos) aumentando el trabajo de este
último y su deterioro. En clínica causa insuficiencia cardíaca y con el tiempo
hipertensión pulmonar. El cierre del ductus se puede lograr con medicación
en los recién nacidos, y en el resto de los niños a través de un cateterismo
terapeútico implantando un aparato oclusor o bien mediante una sencilla
intervención quirúrgica.

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