Anda di halaman 1dari 33

“ALCANCE PROBATORIO, EN JUICIOS

MERCANTILES, DE CERTIFICACIONES
CONTABLES EMITIDAS POR
ENTIDADES QUE NO SEAN
INSTITUCIONES DE CRÉDITO”
INDICE

Introducción………………………………………………………………
……………….. 1

Alcances del artículo 68 de la Ley de Instituciones de


Crédito……………………. 2

La procedencia y substanciación del Juicio


Mercantil………………………….….. 6

Requisitos, emisión, efectos y alcance probatorio del


Certificado Contable……. 12

Conclusiones……………………………………………………………
……………. 23
INTRODUCCIÓN

Cada vez con mayor frecuencia las instituciones


bancarias de nuestro país, a través de licitaciones públicas,
mediante cesiones onerosas, subastan a favor de empresas
particulares, que no pertenecen al Sistema Bancario
Mexicano y que, por ello, NO SON INSTITUCIONES DE
CRÉDITO, los derechos que originalmente les correspondían
sobre diversos contratos mercantiles regulados por la Ley
General de Títulos y Operaciones de Crédito, celebrados
con su clientela (p. ej., contratos de apertura de crédito con
interés y garantía hipotecaria, contratos de crédito
refaccionario o de habilitación o avío, etc.).

Tales empresas cesionarias, se insiste, que no tienen


el carácter de instituciones de crédito, por no realizar
actividades inherentes a los servicios de banca y crédito,
pero que sí tienen como objeto social el adquirir,
administrar, transmitir y vender, ya sea mediante cesión,
venta directa u otra forma, créditos y otras operaciones
financieras regidas por instituciones financieras mexicanas,
junto con cualquier tipo de garantías que hayan sido
creadas y otorgadas por los acreditados o cualquier tercero
al tenor de dichas operaciones, una vez que adquieren esos
derechos crediticios de sus cedentes, proceden a demandar
judicialmente su cobro al deudor, en la vía mercantil
respectiva.

Ahora bien, el problema surge cuando, con el


propósito de justificar el monto de ciertas prestaciones
accesorias reclamadas en la demanda en cantidad líquida
(fundamentalmente intereses, erogaciones netas
mensuales vencidas, etc.) exhiben estados contables
certificados por sus contadores internos autorizados para
ello, pretendiendo que el órgano jurisdiccional confiera a
esos documentos fe plena respecto de los saldos
resultantes a cargo de los acreditados o de los mutuatarios,
sin necesidad de reconocimiento de firma ni de ningún otro
requisito, en términos del artículo 68 de la Ley de
Instituciones de Crédito en vigor, argumentando para ello
que por haber adquirido el crédito materia de la
controversia, se encuentran facultadas para expedir
estados de cuenta por conducto de sus contadores
autorizados, a fin de poder determinar los adeudos que se
generen con relación a cada uno de los acreditados.

Por tanto, el punto a clarificar es si en la práctica


judicial diaria de nuestros tribunales resulta atendible dicha
pretensión probatoria de las empresas cesionarias, o bien,
si por el contrario, debe denegarse y a la luz de qué
argumentos y fundamentos jurídicos.

ALCANCES DEL ARTÍCULO 68 DE LA LEY DE


INSTITUCIONES DE CRÉDITO
De acuerdo con el planteamiento formulado,
consideramos que se justifica estructurar esta ponencia,
con objeto de reflexionar un poco sobre el tema a estudio y
de proponer una solución viable y apegada a derecho.

Así, ante todo cabe establecer que el artículo 68 de la


Ley de Instituciones de Crédito, dispone:

Artículo 68.- Los contratos o las pólizas en los que, en


su caso, se hagan constar los créditos que otorguen las
instituciones de crédito, junto con los estados de cuenta
certificados por el contador facultado por la institución de
crédito acreedora, serán títulos ejecutivos, sin necesidad de
reconocimiento de firma ni de otro requisito.

El estado de cuenta certificado por el contador a que se


refiere este artículo, hará fe, salvo prueba en contrario, en
los juicios respectivos para la fijación de los saldos
resultantes a cargo de los acreditados o de los mutuatarios.

El estado de cuenta certificado antes citado deberá


contener nombre del acreditado; fecha del contrato; notario
y número de escritura, en su caso; importe del crédito
concedido; capital dispuesto; fecha hasta la que se calculó
el adeudo; capital y demás obligaciones de pago vencidas a
la fecha del corte; las disposiciones subsecuentes que se
hicieron del crédito, en su caso; tasas de intereses
ordinarios que aplicaron por cada periodo; pagos hechos
sobre los intereses, especificando las tasas aplicadas de
intereses y las amortizaciones hechas al capital; intereses
moratorios aplicados y tasa aplicable por intereses
moratorios.

Luego de dicha transcripción claramente se desprende


que tal precepto jurídico se refiere de manera expresa y
limitativa a los estados de cuenta que se certifiquen por el
contador facultado de la institución de crédito acreedora,
de suerte que si, en casos como el que nos ocupa, la titular
de los derechos crediticios reclamados en juicio no es una
institución de crédito, sino una sociedad mercantil de
derecho privado (sea sociedad de responsabilidad limitada,
anónima, etc.), cabe concluir que la certificación contable
que anexe a su demanda con el propósito de acreditar
diversas prestaciones accesorias reclamadas en cantidad
líquida al obligado, no puede regirse por lo que dispone el
transcrito numeral 68 de la Ley en cita, aun cuando
aparezca expedida por el contador que esa misma empresa
hubiere autorizado para hacerlo; máxime que las únicas
facultades para certificar documentos son las autoridades u
otras entidades que la ley determine, y a las empresas
mercantiles cesionarias de un crédito bancario no puede
serles aplicable la Ley de Instituciones de Crédito, ya que
conforme a ésta (artículo 1°) “La presente Ley tiene por
objeto regular el servicio de banca y crédito; la
“organización y funcionamiento de las instituciones
de crédito; las “actividades y operaciones que las mismas
podrán realizar; su sano y equilibrado “desarrollo; la
protección de los intereses del público; y los términos en
que el “Estado ejercerá la rectoría financiera del Sistema
Bancario Mexicano” y (artículo “2°) “El servicio de banca
y crédito sólo podrá prestarse por instituciones de
“crédito, que podrán ser: I. Instituciones de banca
múltiple, y II. Instituciones de “banca de desarrollo...”; en
consecuencia, insistimos, como dichas personas morales no
son instituciones de crédito, ni realizan servicios de banca y
crédito según lo previsto, además, por el artículo 46 del
multialudido Ordenamiento Jurídico, NO PUEDEN
PRETENDER ACOGERSE AL BENEFICIO DEL ARTICULO 68 DE
LA MISMA LEY DE LA MATERIA, por más que hubieren
adquirido mediante cesión onerosa, en subasta pública, los
créditos bancarios de quien sí era una institución crediticia,
de ahí que los estados de cuenta certificados por sus
contadores facultados para ello, por sí, no hagan fe plena
para acreditar en juicio los saldos resultantes a cargo de los
acreditados o de los mutuatarios, SINO QUE TENDRÁN QUE
ADMINICULARSE A OTRAS PRUEBAS CON ESE FIN, so pena
de que se vean desestimadas tales prestaciones
económicas, si además llegaren a objetarse por la parte
demandada esas certificaciones contables, en su calidad de
simples documentos privados, pues entonces perderán su
eficacia demostrativa atento el artículo 1296, a contrario
sensu, del Código de Comercio.

Resulta pertinente agregar que este criterio,


sustentado por el suscrito ponente al resolver, con fecha 14
catorce de abril del año en curso, el toca apelatorio número
I-164/2004, del índice de la Quinta Sala Civil del Supremo
Tribunal de Justicia del Estado de Michoacán, fue avalado
en sus términos por el Segundo Tribunal Colegiado del
Décimo Primer Circuito, mediante ejecutoria pronunciada el
22 veintidós de septiembre de este mismo año, al fallar, por
unanimidad de votos, el juicio de amparo directo civil
número 391/2004.

A continuación haremos mención a dos


jurisprudencias, que al tenor señalan:

Novena Epoca
Instancia: DÉCIMO PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN
MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: XII, Octubre de 2000
Tesis: I.11o.C.4 C
Página: 1294
ESTADO DE CUENTA CERTIFICADO POR EL CONTADOR
FACULTADO POR UNA INSTITUCIÓN DE CRÉDITO. REQUISITO
PARA QUE CONSTITUYA TÍTULO EJECUTIVO CUANDO
PROVIENE DE UN CONTRATO DE APERTURA DE CRÉDITO EN
CUENTA CORRIENTE. De conformidad con lo dispuesto en el
artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, para que un
certificado de adeudo bancario vinculado con un contrato de
apertura de crédito en cuenta corriente para uso de tarjeta
de crédito constituya título ejecutivo, es menester que en el
estado de cuenta que expide el contador autorizado por la
institución bancaria se expresen los movimientos que dan
lugar al saldo inicial, en tanto la naturaleza sui generis de
aquel acto jurídico permite al acreditado disponer de bienes
o servicios mediante la suscripción de pagarés ante diversas
negociaciones, o numerario en efectivo en caja permanente,
o mediante disposición en ventanilla y cada una de esas
operaciones propicia un saldo a cargo del cliente, el cual
debe estar perfectamente justificado a través de la
expresión detallada de cada operación o movimiento, tanto
para justificar el saldo que se reclame, como para dar al
demandado oportunidad de defensa sobre los antecedentes
de la reclamación, en estricta observancia al principio de
igualdad de las partes en el proceso que impide obstaculizar
la defensa del enjuiciado.

DÉCIMO PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL


DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 233/2000. Francisco Lazcano Galicia. 5 de


julio de 2000. Unanimidad de votos. Ponente: Ricardo
Romero Vázquez. Secretario: Octavio Bolaños Valadez.

Novena Epoca
Instancia: TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL
DEL PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: II, Agosto de 1995
Tesis: I.3o.C.34 C
Página: 553

LOS DOCUMENTOS CONOCIDOS COMO "VOUCHERS"


EXPEDIDOS CON BASE EN TARJETA DE CREDITO, SI NO SE
SUJETAN A CONDICION ALGUNA, SON SUFICIENTES PARA
EJERCITAR LA ACCION CAMBIARIA DIRECTA. De acuerdo con
los principios de literalidad y de incorporación previstos en
el artículo 5o. de la Ley General de Títulos y Operaciones de
Crédito, sólo pueden ser exigibles las prestaciones
económicas que se establezcan en el texto de los títulos de
crédito y si en la especie en los documentos, conocidos
también como "vouchers" que se expiden con base en una
tarjeta de crédito derivada de un contrato de apertura de
crédito simple, en los que se consigna una operación de
disposición de la línea de crédito por parte de la acreditada,
a cargo de la institución bancaria; esa circunstancia no es
causa eficiente para establecer que esos instrumentos
mercantiles carezcan de autonomía, habida cuenta que de
su texto, se advierte que no se sujetan a condición alguna y
la relación causal no les resta esa calidad; tan es así que no
se requiere expresar en la demanda la naturaleza del
negocio causal ni, para el ejercicio de la acción cambiaria
directa, se necesita exhibir el contrato de apertura de
crédito simple, y la tarjeta de crédito relativa al citado
contrato; bastando con la aportación del pagaré
denominado como "voucher".
TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL
PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 3473/95. Luz María Pozos Lima. 30 de junio
de 1995. Unanimidad de votos. Ponente: José Luis García
Vasco. Secretario: Guillermo Campos Osorio.
LA PROCEDENCIA Y SUBSTANCIACIÓN DEL JUICIO
MERCANTIL

El juicio ejecutivo es un procedimiento privilegiado,


que tiene por objeto imponer al renuente cumplimiento
de la obligación contraía cuando ella consta en un
documento fehaciente y además se refiere a prestaciones
de plazo cumplido, ciertas y no sujetas a condición,
debiendo despacharse la ejecución por cantidad liquida.
Estos procedimientos sobre todo matera mercantil, por
su propia naturaleza, restringen la actividad procesal de
las partes pues ellas no gozan de toda amplitud de
acción de que puedan usar en los juicios ordinarios, ya
que dada la modalidad establecida por el artículo 1403
del Código de Comercio, misma que prueba su calidad
privilegiada y la restricción de que antes se habló, se
establece el criterio con el que ha de juzgarse su
contenido procesal, de tal suerte que no todas las
obligaciones que constan en un título que pueda traer
aparejada ejecución, por su forma, pueden dar lugar a la
tramitación del juicio ejecutivo pues es indispensable
que reúnan determinados requisitos de fondo, para que
normalmente pueda desarrollarse ese procedimiento, sin
lesionar los derechos del demandado, ya que no
pudiendo éste oponer en su defensa más que
determinadas excepciones, resulta que cuando las
obligaciones son de tal naturaleza que al extinguirse su
cumplimiento, puedan utilizarse otras excepciones para
evitar la eficacia de la actividad procesal, es natural y
lógico que estas obligaciones no deban dar lugar al
juicio ejecutivo, sino ventilarse en un procedimiento de
mayor amplitud, como es el juicio ordinario.

OBJETO DEL JUICIO MERCANTIL

García Rodríguez señala que “ el juicio ejecutivo


mercantil de acuerdo con la técnica procesal, persigue el
propósito de obtener el pago inmediato y llano del
crédito reclamado, o bien que se pronuncie una
sentencia condenatoria de remate de los bienes que
aseguren el pago del citado crédito y no puede sujetarse
dicho fallo a las condiciones de que el acreedor
entregue las garantías del crédito para que proceda a
efectuarse el remate, toda vez que esta condición
además de no estar apoyada por precepto legal que así
lo disponga contraria a la naturaleza del juicio ejecutivo
que impone al Juzgar dictar la sentencia con puntos
resolutivo que condenen de inmediato al pago de las
prestaciones reclamadas y de no hacerlo el remate de
los bienes embargados en garantía o secuestrados en
los términos de los artículos 1408 y 1410 del Código
de Comercio.

CONCEPTO DE TITULO EJECUTIVO

Es el documento que trae aparejada ejecución


contra el obligado, de modo que en su virtud se puede
proceder sumariamente al embargo y venta de los
bienes del deudor moroso para satisfacer al acreedor.

Diversos autores, coinciden en señalar como


características del título las siguientes:

CARECTERÍSTICAS DEL TITULO EJECUTIVO

1. CIERTO

Lo es cuando la ley, le otorga tal carácter para que


se considere prueba preconstituída fundatoria de la
acción, en otras palabras es aquel que reviste alguna
de las formas enumeradas por la ley como ejecutivas.

2. LIQUIDO

Tiene esa característica cuando su cuantía se


determina por una cifra numérica de moneda que es la
suerte principal.

3. EXIGIBLE

Es cuando el título ejecutivo no se encuentra


sujeto a plazo o condición y su pago no puede
rehusarse.

Requisitos que también son exigidos por la


Suprema Corte de Justicia.

TITULOS EJECUTIVOS, REQUISITOS QUE DEBEN


SATISFACER.

Para que proceda la vía ejecutiva no basta que el


documento sea público, o que siendo privado haya sido
reconocido ante notario o ante autoridad judicial, sino
que es menester que la deuda que en el se consigne
sea cierta, exigible y liquida, esto es cierta su existencia
en su importe y de plazo cumplido. Por ello el juez no
puede despachar ejecución si el título no es ejecutivo
porque no contenga en si la prueba preconstituída de
esos tres elementos.

LA PROCEDENCIA DEL JUICIO EJECUTIVO


MERCANTIL

Tiene como fundamento el hecho de que el actor


disponga de un documento que traiga aparejada
ejecución.

Para saber si el documento que tiene el actor


trae o no aparejada ejecución, deberá examinarse si
está en alguno de los supuestos que enuncia
detalladamente el artículo 1391 del Código de Comercio
que a la letra dice:
“El procedimiento ejecutivo tiene lugar cuando la
demanda se funda en un documento que traiga
aparejada ejecución.

Traen aparejada ejecución:

I. La sentencia ejecutoriada o pasada en autoridad de


cosa juzgada y la arbitral que sea inapelable, conforme
al artículo 1346, observándose lo dispuesto en el
artículo 1348.

II. Los instrumentos públicos;

III. La confesión judicial del deudor, según el artículo


1288;

IV. Las letras de cambio, libranzas, vales, pagarés y


demás efectos de comercio en los términos que
disponen los artículos relativos a este Código,
observándose lo que ordena el artículo 534 respecto a
la firma del aceptante;

V. Las pólizas de seguro, conforme al artículo 441;

VI. La decisión de los peritos designados en los seguros


para fijar el importe del siniestro, observándose lo previsto
en el artículo 420;

VII. Las facturas, cuentas corrientes y cualesquiera otros


contratos de comercio firmados y reconocidos
judicialmente por el deudor”.

Estos documentos además de la fuerza


demostrativa que poseen, le corresponden el carácter
de prueba preconstituída de la acción, tal y como lo ha
determinado jurisprudencia obligatoria y definida de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.

PROCEDIMIENTO DEL JUICIO EJECUTIVO MERCANTIL

El procedimiento en el juicio ejecutivo mercantil


normalmente es muy rápido, ya que el documento en
que se funda es una prueba preconstituida.
“Este procedimiento se inicia prácticamente con lo
que otros concluyen, es decir por la ejecución, por el
embargo de bienes para garantizar lo reclamado.

En el tema que nos ocupa, la documental fundatoria


de una demanda, consistente en un estado de cuenta
bancario certificado por un contador, no debe de ser
prejuzgado por un Tribunal, cuando se está únicamente en
el momento del acuerdo sobre la admisión de la demanda
correspondiente, ya que a este respecto solamente se
tienen atribuciones para analizar elementos formales o
motivos muy notorios de improcedencia por insuficiencia de
requisitos para la formulación de la pretensión, pero no se
cuentan con facultades para constituirse en defensor de la
futura parte demandada, ni hay causa eficiente para
denegar la impartición de justicia a quien la solicita a través
de la interposición de la demanda, ya que la actuación de
un Tribunal denota de esa forma una inclinación desde el
inicio a favor de quien será demandado en la futura
controversia. En todo caso, será a través de los
planteamientos de la contestación de la demanda, en
particular de la oposición de excepciones y defensas,
cuando ya una vez agotado el procedimiento se analice en
sentencia definitiva la suficiencia o no de los requisitos de
los documentos base de la acción.

Así tenemos que en términos de lo dispuesto en el


artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, las
condiciones requeridas para la procedencia de la acción
ejecutiva que prevé, consisten en: I. La existencia de un
crédito; II. La especificación desglosada de saldos
resultantes del mismo a cargo de los acreditados o
mutuatarios; III. Que los saldos los señale el contador del
banco acreedor, y IV. La exigibilidad de pago del crédito por
haber vencido el plazo o llegado la condición que afectara
la obligación; de donde es de concluirse que cualquier
irregularidad que presente el saldo desglosado en el estado
de cuenta bancario, ya no concierne a los elementos de la
acción ejecutiva y que, por ende, amerite estudio oficioso,
sino que constituye una excepción que tiende a impedir que
proceda en la forma planteada o a que no prospere, pero
que necesariamente debe hacerse valer con el objeto de
que el Juez pueda ocuparse de ella en la sentencia, por
respeto al principio de congruencia que rige las sentencias,
conforme al artículo 1327 del Código de Comercio.

La disposición contenida en el artículo 68 de la Ley de


Instituciones de Crédito encuentra su razón en la naturaleza
especial y objetiva de las instituciones de crédito y de las
actividades desarrolladas por éstas, las cuales son de
interés público, pues al tratarse de intermediarios del
crédito, que requieren de liquidez, resulta lógico que la ley
deba darles la posibilidad de obtenerla, para lo cual es
necesario que se otorguen condiciones jurídicas que
permitan celeridad, certeza y eficacia en las operaciones de
crédito que hayan celebrado y, en consecuencia, seguridad
y firmeza a la circulación de la riqueza. En esa tesitura, se
concluye que para hacer efectivas las atribuciones que al
Congreso de la Unión confiere el artículo 73, fracción X, de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y
cumplir con los fines de la intermediación y servicios
financieros, dicho órgano cuenta con la potestad implícita
para expedir las normas procesales necesarias, al tenor de
lo dispuesto en la fracción XXX del citado precepto
constitucional, pues debe estimarse que resultan facultades
necesarias para ejercer esas atribuciones expresas, tanto la
de crear diversos mecanismos que permitan controlar la
intermediación y servicios financieros, como la de
establecer las disposiciones necesarias para llevar a cabo
su ejecución, lo que implica regular, mediante normas
adjetivas que deban aplicarse en el procedimiento
respectivo, el valor probatorio que corresponde a los
estados de cuenta certificados por el contador facultado por
la institución de crédito acreedora, sin que ello implique,
por un lado, invasión de esferas en términos de lo dispuesto
en el artículo 124 de la Ley Fundamental, porque se trata
de una facultad reservada a la Federación y, por otro, que
se vulnere la soberanía de los Estados a que se refiere su
artículo 41, ya que el Congreso de la Unión tiene facultad
para legislar en lo que toca a la intermediación y servicios
financieros, de acuerdo con el artículo 73, fracción X, de la
propia Carta Magna y, en todo caso, aun cuando el Poder
Legislativo de un Estado regulara el valor probatorio que
corresponde al documento de que se trata, en ningún caso
podría contravenir las estipulaciones del Pacto Federal.
El hecho de que el artículo 68 de la Ley de
Instituciones de crédito otorgue el carácter de título
ejecutivo al contrato de crédito acompañado del estado de
cuenta certificado por el contador facultado por el banco
para acreditar el saldo del adeudo, no implica un acto de
privación, porque ese documento no tiene como
consecuencia directa e inmediata la supresión, menoscabo
o extinción de un derecho del demandado, ya que
solamente sirve de documento base de la acción que se ha
de intentar ante los tribunales y que dará lugar a un juicio
en el que se podrá controvertir la subsistencia de ese
adeudo determinado en la certificación contable; por tanto,
el referido artículo 68 no viola la garantía de audiencia
consagrada en el artículo 14 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, toda vez que no es necesario
que en él se disponga un procedimiento para escuchar
previamente a los posibles afectados por el título ejecutivo,
ya que su constitución sólo produce el efecto de conceder
al acreedor el acceso a una vía privilegiada de cobro, de
acuerdo con las disposiciones legales que la regulan, pero
de ninguna manera tiene por objeto la reglamentación de
un acto de privación definitiva. Además, la circunstancia de
que por virtud de la aplicación del indicado artículo 68
pueda decretarse, en su caso, una medida provisional de
aseguramiento en bienes del deudor, no significa que
previamente a la mencionada certificación deba escucharse
a este último, ya que el aseguramiento de bienes
practicado en tales condiciones, no constituye un acto de
privación definitiva, sino únicamente de molestia; máxime
que de hacerse efectivo el título ejecutivo a través de una
instancia judicial, en su desarrollo tendrá el afectado la
oportunidad de ser oído en defensa y de ofrecer las pruebas
que a su interés convenga.

Conforme al artículo 1391 del Código de Comercio, el


juicio ejecutivo mercantil procede cuando la demanda se
funda en documento que trae aparejada ejecución; por su
parte, del artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito,
se advierte que el título ejecutivo formado con los contratos
o las pólizas en que consten los créditos otorgados por las
instituciones bancarias, junto con los estados de cuenta
certificados por el contador facultado, permite el ejercicio
de la vía ejecutiva mercantil, en contra de los acreditados o
mutuatarios, o de sus obligados solidarios, pues respecto
de ellos se produce la presunción de certeza de los saldos
asentados en el estado de cuenta. Por lo tanto, una recta
interpretación del artículo 72 de la Ley de Instituciones de
Crédito, permite concluir que cuando el crédito tenga
garantía real, la institución de crédito podrá ejercitar sus
acciones en el juicio ejecutivo mercantil, ordinario, o el que
en su caso corresponda, pero sólo respecto del demandado
que tenga la calidad de acreditado, mutuatario u obligado
solidario. En consecuencia, tratándose del tercero garante
hipotecario, que sólo tiene la obligación real y subsidiaria
de responder del pago de la obligación principal en defecto
de su normal cumplimiento, mediante la aplicación para
ello del bien otorgado en garantía, resulta improcedente el
ejercicio de la acción respectiva en su contra, en la vía
ejecutiva mercantil, no obstante que se trate de un crédito
con garantía real, ya que respecto de él no se surte el título
ejecutivo previsto por el artículo 68 de la Ley de
Instituciones de Crédito, y que exige el artículo 1391 del
Código de Comercio para la procedencia del juicio ejecutivo
mercantil.

El precepto en estudio dispone que: "Los contratos o


las pólizas en los que, en su caso, se hagan constar los
créditos ... junto con los estados de cuenta certificados por
el contador facultado por la institución de crédito
acreedora, serán títulos ejecutivos, sin necesidad de
reconocimiento de firma ni de otro requisito. ..."; por su
parte, el artículo 1391, fracción VIII, del Código de Comercio
señala: "El procedimiento ejecutivo tiene lugar cuando la
demanda se funda en documento que traiga aparejada
ejecución.-Traen aparejada ejecución: ... VIII. Los demás
documentos que por disposición de la ley tienen el carácter
de ejecutivos ...". Ahora bien, el análisis relacionado de
dichos preceptos permite concluir que el juicio ejecutivo
mercantil procede, entre otros casos, cuando se funda en
un documento que por ley tiene el carácter ejecutivo como
sin duda lo es el contrato de crédito junto con el estado de
cuenta certificado por el contador facultado por la
institución de crédito acreedora; de manera que no es
necesario, para la procedencia de la vía ejecutiva mercantil,
que la mencionada institución acreedora exhiba también
con la demanda los pagarés con los que se documentó o
garantizó el crédito a que dicho contrato se refiere, pues la
ley no exige este requisito, máxime que de la interpretación
gramatical del aludido artículo 68, se advierte que el
contrato de crédito junto con el referido estado de cuenta
constituirán título ejecutivo, sin necesidad de otro requisito.

REQUISITOS, EMISIÓN, EFECTOS y ALCANCE


PROBATORIO DEL CERTIFICADO CONTABLE

Como dijimos anteriormente, en términos de lo


dispuesto en el dispositivo legal que nos ocupa, las
condiciones requeridas para la procedencia de la acción
ejecutiva que prevé, consisten en:

I. La existencia de un crédito;
II. La especificación desglosada de saldos
resultantes del mismo a cargo de los acreditados
o mutuatarios;
III. Que los saldos los señale el contador del banco
acreedor, y
IV. La exigibilidad de pago del crédito por haber
vencido el plazo o llegado la condición que
afectara la obligación;

La actuación de una institución de crédito, de


conformidad con lo dispuesto en el artículo 1o. de la Ley de
Instituciones de Crédito, invariablemente deberá regirse por
lo dispuesto en tal cuerpo normativo, independientemente
de la vía que intente, como acreedor, para obtener lo
debido; por ello de conformidad con el artículo 68 de ese
ordenamiento, sólo podrá estimarse que cuenta con título
ejecutivo para intentar la vía ejecutiva, ya civil o mercantil,
cuando se satisfagan en su totalidad los requisitos del
referido numeral, presentando el contrato o póliza relativa
al crédito con el estado de cuenta certificado por el
contador facultado por la institución.

Para que un estado de cuenta bancario se constituya


como título ejecutivo, debe aplicarse por identidad jurídica
sustancial, en tratándose de los requisitos que debe reunir
el estado de cuenta que se ofrezca como prueba para la
fijación del saldo resultante, al juicio ordinario mercantil, ya
que el artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, no
hace distingo alguno y, en el caso, existe igual razón para
requerir que la certificación del contador contenga el
desglose de las cantidades reclamadas, esto es, dar
seguridad jurídica a la parte demandada y acreditar la
existencia del reclamo, toda vez que resulta inadmisible
que no se exija la expresión de los elementos que dan lugar
al saldo cuyo pago se pretenda, como lo son las
disposiciones, abonos, intereses y comisiones, dado que es
indispensable que la parte actora justifique la existencia del
crédito, derivado de los movimientos indicados; cuando se
trata de un documento elaborado unilateralmente por la
parte acreedora, debido a que si bien deriva de un contrato
en el que se pacta la disponibilidad de un crédito, ello no
implica necesariamente que se haga uso efectivo de éste
en su totalidad, por permitirse las disposiciones parciales en
aplicación para pago de intereses, además de existir la
posibilidad de reembolsos por parte del deudor. De
admitirse lo contrario, se dejaría en estado de indefensión
al deudor, al desconocer cómo se obtuvo el monto
contenido en el estado de cuenta.

Los contratos en que se hagan constar los créditos que


otorguen estas instituciones, junto con los estados de
cuenta certificados por el contador facultado para ello,
serán títulos ejecutivos sin necesidad de reconocimiento de
firma ni de otro requisito, es lógico y jurídico que el estado
de cuenta certificado debe referirse precisamente al
contrato de que se trate, o sea, que debe contener datos o
elementos que lo identifiquen con plena certeza, para que
el juzgador pueda determinar sin lugar a dudas de que se
trata de un mismo crédito y no de otro diverso, por tanto,
aun cuando el estado de cuenta se refiera a un mismo tipo
de operación, si no menciona a la totalidad de los deudores
y se asienta una fecha diversa a la de su celebración, es
evidente que no existen elementos suficientes para estimar
que el estado de cuenta certificado se refiere precisamente
al contrato de apertura de crédito con garantías aportado, y
sin que tenga ninguna trascendencia la circunstancia de
que la fecha citada en la certificación contable es la del
pagaré mercantil suscrito por los deudores en cumplimiento
a la cláusula segunda de dicho contrato porque el mismo
fue suscrito con el único fin de documentar la disposición
del crédito otorgado; y, por ende, no es sino constancia de
recepción de la ministración por el crédito otorgado, razón
por la cual, los datos contenidos en el mismo no pueden
servir de base para realizar la certificación contable de que
se trata, ya que no son éstos los que legitiman en causa a
las partes en el juicio.

Cuando en los contratos en los que se hagan constar los


créditos que otorguen las instituciones de crédito, se
hubiere convenido que los intereses ordinarios y moratorios
se calcularían con base en determinados instrumentos
bancarios, como por ejemplo el Costo Porcentual Promedio,
Udis, Cetes o el instrumento de mayor rendimiento en el
sistema financiero mexicano, el contador facultado por la
institución acreedora deberá precisar en la certificación
correspondiente cuáles fueron dichos instrumentos, es
decir, de dónde provienen los intereses reclamados, pues
de lo contrario, se limita la capacidad de defensa del
demandado al desconocer el origen de tales cantidades, ya
que no es suficiente saber que corresponden a aquel rubro,
sino que es necesario evidenciar de dónde y cómo se
obtuvieron.

El artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito,


confiere la calidad de título ejecutivo al contrato o póliza en
el que se haga constar el crédito otorgado por la institución
bancaria junto con el estado de cuenta certificado por el
contador facultado por dicha institución, sin necesidad de
otro requisito y establece que, en todo caso, el valor
probatorio de la certificación se presume, salvo prueba en
contrario.

De lo anterior se sigue que aun cuando el citado artículo


68 no señala que el estado de cuenta debe contener el
nombre del contador público que lo certifique, en caso de
que el demandado objete dicho estado, por no contener ese
requisito, debe prosperar su objeción, toda vez que tal
omisión deja en estado de indefensión a la persona que
pretende objetar el documento, pues no podría probar que
el citado contador no cuenta con el título respectivo, o bien,
que no está autorizado por la institución para realizar la
aludida certificación, lo cual pugna con lo previsto en el
artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos que establece la garantía de audiencia, la que
para tener una verdadera eficacia debe otorgar oportunidad
al particular de hacer su defensa, de rendir pruebas que
acrediten los hechos en que aquélla se finque y de formular
alegatos para apoyar, con las argumentaciones jurídicas
que se estimen pertinentes, tal defensa.

La certificación que exige el artículo 68 de la Ley de


Instituciones de Crédito, no lo constituye un estado de
cuenta en el que se mencione un saldo anterior a cargo del
deudor al que se le agreguen los intereses
correspondientes a un determinado mes y los intereses
moratorios, sino que la presentación del estado de cuenta
que dicho precepto exige una explicación más detallada de
las operaciones bancarias respectivas, esto es, que de la
certificación expedida por el contador del banco acreedor
se pueda conocer cuál es el adeudo a cargo del obligado;
por tanto, si junto con el contrato de apertura de crédito se
exhibió una certificación en la que no se especificó el
procedimiento seguido para determinar el monto del saldo
anterior citado en forma aislada, esto no constituye en
modo alguno título ejecutivo que traiga aparejada
ejecución, ya que el deudor no puede conocer de dónde
surgió el saldo certificado ni cuáles fueron las operaciones
que le dieron origen, negándosele con ello la oportunidad
de defenderse frente a las reclamaciones de su
contraparte; por lo que al no existir base jurídica para
probar la partida en cuestión, es obvio que al momento de
dictar sentencia que declaró procedente su pago con base
en dicha documental, ésta pueda ser impugnada al ser
violatoria de los artículos 14 y 16 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos.

Queda establecido que el estado de cuenta certificado


por el contador de una institución bancaria es título
ejecutivo siempre y cuando vaya acompañado con el
contrato respectivo o póliza en el que conste el crédito
otorgado, si en él se precisa claramente la identificación del
crédito celebrado entre las partes, la cantidad a la que
ascendió, fecha hasta la que se calculó el adeudo, capital
vencido a la fecha del corte, los pagarés mediante los que
se hicieron las disposiciones del crédito por parte de los
acreditados, monto de las mismas, fechas de vencimiento,
tasas de interés normales, pagos no efectuados al capital y
pagos hechos sobre los intereses, especificándose las tasas
aplicadas a cada uno de ellos, y si asimismo contiene el
cálculo de los intereses moratorios correspondientes a cada
uno de los pagarés derivados del contrato de crédito y la
tasa aplicada por ese concepto, de tal suerte que el estado
de cuenta así elaborado satisface los requisitos formales
que para el efecto exige el artículo 68 de la Ley de
Instituciones de Crédito, por lo que dicho documento junto
con el contrato o la póliza en que conste el crédito, trae
aparejada ejecución y hace procedente la vía ejecutiva
mercantil que se ejercite para obtener el pago
correspondiente, sin que se oponga a lo anterior el que en
dicho estado de cuenta no se haya especificado el método
para calcular la tasa de interés aplicada, pues a fin de
desvirtuar la fe de dicho documento y destruir la presunción
legal de los datos y saldos anotados en él, debe ofrecerse
por los demandados, en su caso, la prueba pericial contable
a fin de acreditar la inexactitud de los saldos a su cargo por
errores matemáticos o de alguna otra circunstancia que
evidencie lo inverosímil de él.

Con motivo de los créditos otorgados por las


instituciones crediticias, en los que se establezca que los
intereses se calcularon en base a diversos instrumentos
financieros, como son: los certificados de la Tesorería de la
Federación (Cetes), o el costo porcentual promedio (CPP), o
Unidades de Inversión (UDIS), entre otros, el contador
facultado, al expedir el estado de cuenta a que se refiere el
artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, deberá
precisar en éste, el instrumento financiero que se tuvo en
cuenta para determinar el monto de los intereses
reclamados, junto con el mecanismo que, conforme a lo
pactado, se utilizó de manera contable para calcularlos, con
el objeto de no dejar en estado de indefensión a los
obligados, ante el desconocimiento del origen de las
cantidades reclamadas por ese concepto.

Es suficiente para declarar procedente la vía ejecutiva


mercantil intentada por una institución bancaria el que se
exhiba el contrato o póliza donde conste el crédito
otorgado, acompañado del estado de cuenta certificado por
el contador autorizado por la institución, sin que sea
necesario que acredite que este último se encuentra
precisamente autorizado por ella para certificarlo y que
además cuenta con título expedido legalmente para ejercer
la profesión de contador, porque estos requisitos no los
exige el artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, y
en todo caso el valor probatorio de la certificación se
presume por dicho precepto, salvo prueba en contrario.

Si en un estado de cuenta certificado por el contador


autorizado por la institución bancaria se hace constar el
monto del crédito, los cargos y disposiciones de los
deudores y las cantidades que éstos cubrieron por diversas
amortizaciones, cantidades que restadas a la descrita como
"cargos y disposiciones" arrojaron el saldo por el que se
entabló la demanda, y los deudores no se inconformaron
con éste ni con la cantidad que por abonos el banco
reconoció haber recibido, y además se hizo constar en
dicha certificación que se anexaban diversos documentos
que formaban parte integrante del mismo, en los que se
describió el importe de los abonos vencidos a cuyo pago se
obligaron los demandados en el contrato celebrado con el
banco, tasa de interés mensual aplicada para el cómputo
de los intereses ordinarios y moratorios y las cantidades
que por cada concepto se adeudaban, es válido concluir
que la certificación sí reúne los requisitos que exige el
artículo 68 de la Ley General de Instituciones de Crédito, al
aparecer desglosadas las cantidades adeudadas; ya que si
los demandados no estaban de acuerdo con dichas
cantidades precisadas en la certificación y anexos que
formaron parte de ella, debieron precisar numéricamente la
diferencia que a su juicio existía en el cálculo del saldo del
capital y los intereses, y no concretarse a afirmar que el
estado de cuenta no reunía los requisitos que exige el
citado artículo 68, pues la certificación del contador
autorizado por el banco, junto con el contrato celebrado
entre las partes, sí constituye título ejecutivo que trae
aparejada ejecución y, en consecuencia, resulta procedente
la vía ejecutiva mercantil intentada por la institución
crediticia.

Ahora bien, en materia procesal mercantil se han


adoptado diversas reglas en relación con la distribución de
la carga de la prueba, entre ellas, la relativa a que el que
niega no está obligado a probar; sin embargo, en el Código
de Comercio se prevén dos excepciones a ésta, pues de
conformidad con lo dispuesto en sus artículos 1195 y 1196,
el que niega estará obligado a probar cuando: a) su
negación envuelva una afirmación expresa de un hecho y
b) desconoce la presunción legal que tiene a su favor el
colitigante. En congruencia con lo anterior, y tomando en
consideración que el artículo 68 de la Ley de Instituciones
de Crédito otorga a favor del estado de cuenta certificado
por un contador autorizado por la institución de crédito, una
presunción legal, en tanto lo eleva a categoría de título
ejecutivo junto con otros documentos (título que por su
naturaleza es considerado prueba preconstituida), y lo
reviste o lo tasa con un máximo valor probatorio al
establecer que hará fe de su contenido, salvo prueba en
contrario, además de que el valor pleno que le atribuye
abarca la totalidad del documento (desde la calidad de
quien lo suscribe, hasta los datos en él consignados), puede
concluirse que es a la persona que objeta, en vía de
excepción, la calidad del contador que certificó el estado de
cuenta, a quien corresponde la carga probatoria, en
términos del artículo 1196 citado, porque su argumento
negativo está dirigido a desconocer la presunción legal de
que goza dicho documento por disposición expresa del
citado artículo 68.

Así tenemos como sustento legal la siguiente tesis


jurisprudencial:

Novena Epoca
Instancia: SEXTO TRIBUNAL COLEGIADO EN
MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta
Tomo: XIII, Marzo de 2001
Tesis: I.6o.C.230 C
Página: 1757

ESTADO DE CUENTA CERTIFICADO POR


CONTADOR. LA EXCEPCIÓN OPUESTA POR LA
DEMANDADA EN EL JUICIO EJECUTIVO
MERCANTIL DE QUE AQUÉL NO CUENTA CON
TÍTULO PROFESIONAL, ARROJA A LA ACTORA
LA CARGA DE LA PRUEBA. Si en el juicio
ejecutivo mercantil la parte demandada opone
como excepción el señalamiento de que quien
suscribe el estado de cuenta bancario no es
contador, no pone en discusión los elementos del
artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito,
para tener por conformado un título ejecutivo, que
como un valor entendido, se sabe que son: a) los
contratos o pólizas en los que se hacen constar los
créditos otorgados, y b) los estados de cuenta
certificados por el contador público facultado por la
institución de crédito acreedora; sino si el referido
contador cuenta con título profesional que lo
acredite como tal, cuestionamiento que al ser
hecho por la parte reo, arroja a la actora la carga de
la prueba, aseveración que la enjuiciante puede
desvirtuar exhibiendo el documento respectivo;
pero en manera alguna corresponde a quien opone
la excepción demostrar su propio cuestionamiento
por tratarse de un hecho negativo.

SEXTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL


DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 12656/99. Banco Nacional de


Comercio Exterior, S.N.C., Institución de Banca de
Desarrollo. 31 de agosto de 2000. Unanimidad de
votos. Ponente: José Juan Bracamontes Cuevas.
Secretaria: María Teresa Covarrubias Ramos.

Como ya hemos citado, de manera repetitiva, el artículo


68 de la Ley de Instituciones de Crédito confiere la calidad
de título ejecutivo a la vinculación de estos dos
documentos, a saber: el contrato o la póliza en el que se
haga constar el crédito otorgado por la institución bancaria
y el estado de cuenta expedido por el contador facultado
por dicha institución, y si bien no proporciona ni sugiere
dato o requisito formal alguno para demostrar la unión o el
vínculo entre ambos documentos, es necesario que en ellos
se contengan los elementos indispensables para poder
ejercer las acciones que deriven del incumplimiento de las
obligaciones que aquéllos generen; de modo que el Juez
habrá de ponderar en cada caso de qué elementos se trata,
pero no es dable exigir alguno específico y determinado
para demostrarlo, toda vez que si en el precepto aludido el
legislador no lo estableció, no hay razón alguna para que el
intérprete los establezca, ni siquiera en aras de procurar
certeza jurídica, pues se correría el riesgo de desvirtuar la
finalidad de esa disposición, ya porque, en ciertos casos,
pese a estar reunidos los requisitos expresamente pedidos
no se demuestra la identidad, o bien porque, aunque no se
cumplan todos, la identificación esté plenamente
demostrada, con el adicional inconveniente de que se
discriminaran otros datos que, utilizados en ciertos casos
peculiares o surgidos de los avances tecnológicos, podrían
ser igualmente idóneos para ese fin.

Por ello, ni el nombre de todos los deudores ni


cualquier otro dato específico y determinado puede
considerarse como elemento necesario y suficiente para
demostrar la correspondencia entre ambos documentos, lo
mismo que tampoco cualquiera de ellos puede ser
ignorado, salvo que sean varios los acreditados y sólo se
demande a algunos de ellos, pues entonces sí, de optar por
el nombre de los deudores como medio de identificación,
debe indicarse expresamente cuando menos el de todos
aquellos contra los que se ejerza la acción.

Uno de los efectos que produce el certificado contable,


reunidos o no los requisitos establecidos por el artículo 68
de la Ley de Instituciones de Crédito, entre otros, es que
cuando se ejercita una acción en la vía ejecutiva mercantil,
derivada de un contrato de crédito bancario y, en este caso
de una certificación contable, se parte de una premisa
equivocada cuando se estima que las excepciones que se
enumeran en el artículo 1403 del Código de Comercio,
(Contra cualquier otro documento que traiga aparejada
ejecución , son admisibles las siguientes excepciones: I.-
Falsedad del título o del contrato contenido en él; II. Fuerza
y miedo; III. Prescripción o caducidad del título; IV. Falta de
personalidad en el ejecutante, o del reconocimiento de la
firma del ejecutado, en los casos en que ese
reconocimiento es necesario; V. Incompetencia del Juez; VI.
Pago o compensación: VII. Remisión o quita; VIII. Oferta de
no cobrar o espera; IX. Novación de contrato. * Las
excepciones comprendidas desde la fracción IV a la IX sólo
serán admisibles en juicio ejecutivo, si se fundaren en
prueba documental.); son las únicas que se pueden oponer
en contra de ese tipo de documentos que por disposición
legal traen aparejada ejecución, pues el hecho de que dicho
precepto establezca cuáles son las excepciones que se
pueden oponer en contra de un documento que tiene
aparejada ejecución, no es obstáculo para que en aquel
supuesto se admitan excepciones diversas a las ahí
contenidas, toda vez que el auto admisorio de la demanda
no tiene carácter definitivo, en tratándose de la
procedencia de la vía ejecutiva, y tan es así, que el artículo
1409 del Código de Comercio establece que si en la
sentencia se declarase que no procede el juicio ejecutivo,
se reservarán los derechos del actor para que los haga
valer en la vía y forma que corresponda, por lo que si la
intención del legislador fue constreñir al juzgador a
determinar en el fallo final si la vía ejecutiva es o no
procedente, con mayor razón existe tal vinculación cuando
se impugna mediante una excepción; por ello, no debe
interpretarse el primer precepto citado en forma literal, sino
que debe darse a éste una interpretación sistemática, esto
es, interpretar dicho precepto con los demás aplicables del
propio código y con el artículo 68 de la Ley de Instituciones
de Crédito, de los que se sigue que en contra de este tipo
de instrumentos también son oponibles excepciones que
tiendan a desvirtuar la naturaleza de los documentos con
los que la actora ejercitó su acción en la vía ejecutiva, ya
sea respecto a que no se cumplió con lo pactado en el
contrato, o bien, en lo tocante a que el estado de cuenta
certificado tiene defectos formales y que, por ende, sean
tendentes a desvirtuar la vía, con independencia de la
denominación que se le dé a la excepción que se haga
valer, aunado a que del análisis del artículo 68 de la ley en
cita, también pueden oponerse en contra de un documento
ejecutivo las excepciones que tiendan a poner de
manifiesto la inexactitud de las operaciones o movimientos
que se detallaron en el estado de cuenta certificado, del
monto que éste señala respecto del capital, intereses
ordinarios y/o moratorios, aun cuando ésta no es una
cuestión que afecta la procedencia del juicio, pues en su
caso, afectaría al saldo total de las prestaciones
reclamadas, máxime que no puede perderse de vista la
distribución de la carga de la prueba en materia mercantil,
en la que el título ejecutivo hará fe de su contenido, salvo
prueba en contrario, por lo que si éste es objetado, en vía
de excepción, corresponde la carga de la prueba a su
objetante, en términos del artículo 1196 del Código de
Comercio, pues no obstante que el título ejecutivo es una
prueba preconstituida, ello no quiere decir que no pueda
operar la regla establecida en el artículo 1194 del Código
de Comercio, consistente en que corresponde al actor la
demostración de los hechos constitutivos de su acción y a
su contraria la justificación de los constitutivos de sus
excepciones o defensas.

Siguiendo el criterio de que el estado de cuenta debe


contener en forma detallada el monto del saldo, los
intereses ordinarios, los intereses moratorios, así como los
periodos en que éstos se generaron, señalándose las tasas
aplicables para determinarlos, cuyos elementos satisfacen
los requisitos del precepto estudiado, resulta incuestionable
que aunque en la certificación respectiva sólo aparezcan las
conclusiones o el resumen de movimientos contables,
deben atenderse también, implícitamente, las hojas anexas
que se acompañen a tal estado de cuenta, sobre todo si
comprenden datos coincidentes entre sí, y concuerdan el
nombre del acreditado, número de cuenta, número de
crédito, total del adeudo, capital vencido, intereses
vencidos, intereses moratorios e impuesto al valor
agregado por intereses moratorios, lo cual implica su
relación inmanente con lo que destacaron, reflejado todo
ello en el saldo certificado por el contador autorizado por el
banco, por ser parte complementaria de la repetida
certificación; por otro lado deberá de contener un desglose
de los movimientos que originaron el saldo cuyo cobro se
pretende, teniendo en cuenta que el propio precepto alude
a los términos ‘saldo’ y ‘estado de cuenta’ como conceptos
diversos, al establecer que dichos estados de cuenta
servirán para determinar el saldo a cargo de los
acreditados, y en observancia del principio de igualdad de
las partes en el procedimiento que impide obstaculizar la
defensa del demandado.

Con relación al apartado de los intereses, contenido en


el certificado contable, hemos encontrado los siguientes
supuestos:

a). El primero de ellos en el criterio que se ha seguido


respecto a que cuando en la vía ejecutiva mercantil se
reclame, además de la suerte principal, una cantidad
líquida por concepto de intereses, sean normales o
moratorios y éstos se hallan calculado con base en
determinados instrumentos bancarios, como por ejemplo el
Costo Porcentual Promedio, Banxico, Cetes, Udis o el
instrumento de mayor rendimiento en el sistema financiero
mexicano y sobre éstos se despache ejecución, es
necesario, para que los estados de cuenta certificados por
el contador facultado de la institución de crédito tengan el
carácter de títulos ejecutivos, que se especifique en los
mismos cuál fue la tasa de interés o instrumento bancario
que sirvió de base para calcular los intereses reclamados,
conteniendo un desglose detallado de las operaciones que
dieron como resultado la suma reclamada en cantidad
líquida por concepto de los referidos intereses, sobre la cual
se despacha ejecución, especificando la tasa de interés y si
ésta fue fluctuante, mencionar cuál fue la aplicable en
determinado periodo, pues de lo contrario se dejaría en
estado de indefensión al deudor, al desconocer la forma y el
origen en que fue cuantificada dicha prestación, ya que no
es suficiente saber que corresponden a aquel rubro, sino
que es necesario evidenciar de dónde y cómo se
obtuvieron.

b) En cuanto a el cálculo erróneo los tribunales Colegiados


ha establecido que si del análisis que reporta el estado de
cuenta anexado al contrato base de la acción se advierte un
cálculo erróneo con respecto a los intereses reclamados en
cantidad líquida, ello es suficiente para declarar la
improcedencia de la vía ejecutiva mercantil intentada,
porque los documentos base de la acción no constituyen
título ejecutivo en términos del artículo 68 de la Ley de
Instituciones de Crédito, ya que aquéllos deben contener el
desglose correspondiente de los movimientos que les
dieron origen en cantidades líquidas y citar al efecto los
elementos que sirvieron de base para arribar a tal
conclusión, los cuales precisamente deben ser los pactados
por las partes en el convenio base de la acción, y de
utilizarse otros distintos, el demandado queda
imposibilitado para conocer el porqué de la cantidad que se
le exige, lo que evidentemente le causa un estado de
indefensión.

Así tenemos que el estado de cuenta certificado por el


contador es un documento en que se encuentra indicado
por escrito precisamente el monto adeudado, conformado
por balance de varias partidas, que son el resultado de
diversas sumas y restas, y que arrojan un saldo, el cual se
reclama al demandado en la vía ejecutiva mercantil.

De no considerarse necesario el desglose de los


intereses, resultaría insostenible considerar que se
encuentran satisfechos los requisitos esenciales de la
certificación del contador, pues se trata de un documento
elaborado por la propia institución bancaria, ya que si bien
el acreedor tenía a su disposición el crédito "ello no implica
necesariamente que se haga uso efectivo del mismo en su
totalidad, por permitirse las disposiciones parciales, además
de existir la posibilidad de reembolsos por parte del deudor.
De admitirse lo contrario se dejaría en estado de
indefensión a la parte demandada.

A través de una contradicción de tesis, se estableció el


siguiente criterio:

Novena Época
Instancia: Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Primer
Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: VII, junio de 1998
Tesis: XI.2o. J/12
Página: 429
ACCIÓN EJECUTIVA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 68 DE LA LEY
DE INSTITUCIONES DE CRÉDITO. SU ESTUDIO POR EL
JUZGADOR. En términos de lo dispuesto en dicho precepto,
las condiciones requeridas para la procedencia de la acción
ejecutiva que prevé, consisten en: I. La existencia de un
crédito; II. La especificación desglosada de saldos
resultantes del mismo a cargo de los acreditados o
mutuatarios; III. Que los saldos los señale el contador del
banco acreedor, y IV. La exigibilidad de pago del crédito por
haber vencido el plazo o llegado la condición que afectara la
obligación; de donde es de concluirse que cualquier
irregularidad que presente el saldo desglosado en el estado
de cuenta bancario, ya no concierne a los elementos de la
acción ejecutiva y que, por ende, amerite estudio oficioso,
sino que constituye una excepción que tiende a impedir que
proceda en la forma planteada o a que no prospere, pero
que necesariamente debe hacerse valer con el objeto de
que el Juez pueda ocuparse de ella en la sentencia, por
respeto al principio de congruencia que rige las sentencias,
conforme al artículo 1327 del Código de Comercio.

"Amparo directo 902/97. Vicente Vargas Galván y otro. 19


de febrero de 1998. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl
Murillo Delgado. Secretario: Victorino Rojas Rivera.
"Amparo directo 94/98. Lácteos Vargas de Uruapan, S.A. de C.V. 4 de
marzo de 1998. Unanimidad de votos. Ponente: Hugo Sahuer Hernández.
Secretario: Gustavo Solórzano Pérez.
"Amparo directo 179/98. Banco Mexicano, S.A., Institución de Banca
Múltiple, Grupo Financiero Inver-México. 25 de marzo de 1998.
Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Murillo Delgado. Secretaria:
Libertad Rodríguez Verduzco.
"Amparo directo 906/97. Banco Mexicano, S.A., Institución de Banca
Múltiple, Grupo Financiero Inver-México. 2 de abril de 1998. Unanimidad
de votos. Ponente: Raúl Murillo Delgado. Secretaria: Norma Navarro
Orozco.
"Amparo directo 162/98. María Guadalupe Hernández Zavala. 2 de abril
de 1998. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Murillo Delgado.
Secretaria: Norma Navarro Orozco."

Ahora bien el párrafo primero del artículo 68 de la Ley


de Instituciones de Crédito en vigor, reproduciendo el texto
del numeral 52 de la abrogada Ley del Servicio Público de
Banca y Crédito, establece que los contratos o las pólizas
en los que en su caso se hacen constar los créditos que
otorguen las instituciones de crédito, junto con los estados
de cuenta certificados por el contador facultado por la
institución de crédito acreedora, serán títulos ejecutivos, sin
necesidad de reconocimiento de firma ni de otro requisito.
Del precepto se destaca la locución "ni de otro requisito", lo
que debe entenderse que la disposición exime a la parte
actora de acreditar que el contador que suscribe el
certificado contable desempeñe ese cargo o que quien lo
designe tenga facultades para ello, ya que la finalidad de la
certificación no es otra que la fijación del saldo resultante a
cargo del acreditado y hace fe al respecto, salvo prueba en
contrario que corresponde a la demandada.

Por otra parte, con base en el precepto en cita, el título


ejecutivo tiene valor probatorio sin necesidad de
complementarlo con reconocimiento, cotejo, autenticación
o acreditación; y mediante él se prueba la existencia, en
contra de la demandada, de una obligación patrimonial
líquida y exigible en el momento en que se instaura el
juicio; de lo que el máximo tribunal concluye que es
suficiente la certificación contable, vinculada al contrato,
para que tenga carácter ejecutivo.

Dichos certificados contables hacen fe salvo prueba en


contrario, para la fijación del saldo resultante por concepto
de capital e intereses, siempre que no se controvierta ni se
demuestre lo contrario.
CONCLUSIONES

De todo lo anterior podemos resumir que e tomando


en consideración que el artículo 68 de la Ley de
Instituciones de Crédito otorga a favor del estado de cuenta
certificado por un contador autorizado por la institución de
crédito, una presunción legal, en tanto lo eleva a categoría
de título ejecutivo junto con otros documentos (título que
por su naturaleza es considerado prueba preconstituida), y
lo reviste o lo tasa con un máximo valor probatorio al
establecer que hará fe de su contenido, salvo prueba en
contrario, además de que el valor pleno que le atribuye
abarca la totalidad del documento (desde la calidad de
quien lo suscribe, hasta los datos en él consignados), puede
concluirse que es a la persona que objeta, en vía de
excepción, la calidad del contador que certificó el estado de
cuenta, a quien corresponde la carga probatoria, en
términos del artículo 1196 citado, porque su argumento
negativo está dirigido a desconocer la presunción legal de
que goza dicho documento por disposición expresa del
citado artículo 68.

Del referido precepto derivan los siguientes supuestos:

1. Los contratos o las pólizas en los que, en su caso, se


hagan constar los créditos que otorguen las instituciones de
crédito, junto con los estados de cuenta certificados por el
contador facultado por la institución de crédito acreedora,
serán títulos ejecutivos, sin necesidad de reconocimiento de
firma ni de otro requisito.

2. El estado de cuenta certificado por el contador, referido


con antelación, hará fe, salvo prueba en contrario, en los
juicios respectivos para la fijación de los saldos resultantes
a cargo de los acreditados.

La importancia del estado de cuenta certificado por el


contador del banco radica en que coadyuva en la
constitución del título ejecutivo, se erige como una
presunción legal del adeudo que consigna para los casos
especificados.

En ese contexto, las ventajas que ofrece al acreditante


son altamente significativas; constituye la llave de acceso a
un procedimiento sumario de excepción, conocido como
juicio ejecutivo, el cual desde su inicio otorga la posibilidad
de asegurar bienes o valores del demandado para
garantizar el cumplimiento de las prestaciones demandadas
y, además, adquiere tal fuerza demostrativa que hace
presumir que el derecho del acreedor es legítimo, así como
la culpabilidad del demandado, derivada de la pura
existencia del propio documento.

Con base en tales premisas, se concluye que:

Los estados de cuenta certificados por los contadores


autorizados de las sociedades mercantiles de derecho
privado que adquieran de las instituciones de crédito los
derechos crediticios que estas últimas tenían frente a sus
clientes, con motivo de la celebración de contratos
mercantiles regulados por la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito, no son suficientes, por sí, para
justificar los saldos resultantes a cargo de los acreditados o
de los mutuatarios, cuando se objeten en calidad de
documentos privados dentro del juicio respectivo, sino que
tendrán que adminicularse a otras pruebas para ello, como
lo es el contrato o póliza, so pena de que se vean
desestimadas las prestaciones económicas a que aludan
dichos estados de cuenta.

Anda mungkin juga menyukai