superlativa.
Por Eva.
1
Introducción:
Una gran nariz no tiene porque ser siempre algo difícil de mirar. De
hecho hace poco conocí a una mujer muy interesante. Una mujer alta,
delgada, de pelo largo, lacio y marrón. Y con una nariz descomunal.
Aunque aquella nariz no era fea, al contrario, su rostro era tan
interesante de mirar que otros rasgos de su cara, como los ojos o los
labios pasaban a términos medios. Simplemente era agradable mirarla.
Y cuanto más la mirabas, más te gustaba. Después de mirarla sin parar,
ella me sonreía y me decía que era raro, pero que le gustaba.
Yo era de esos que piensa que una mujer y un hombre no pueden ser
amigos. Jamás de los jamases. Pero esta mujer -para bien o para mal-
me cambió. Tanto que, mi difunta madre no me reconocería. Nos
conocimos hace tiempo, en la fábrica textil en la que trabajaba. Os
preguntareis ¿Una distinguida dama en un sitio como ese?
Os equivocáis.
Yo sabía coser.
Se que diréis que ese pasatiempo es de señoras, pero cuando uno vive
solo tiene que apañárselas.
O eso supongo.
Capítulo 1
2
Diario de alguien que está cansado de la vida. 31 de Enero
Estoy harto de trabajar. Tengo las manos que parece que me han tirado
a una jaula llena de gatos furiosos. Para lo que gano podría quedarme
en mi casa, pero a ver quien la iba a pagar. Ni siquiera se porque estoy
escribiendo un diario. Parezco una quinceañera. Si mi madre levantara
la cabeza y me viera, me pegaría dos bofetadas. Necesito buscarme un
hobby, cuanto antes. O me volveré loco y llenaré este diario.
El teléfono sonaba sin parar. Algo extraño ya que, nadie suele querer
saber nada de mí. Corrí impaciente y a la vez con miedo y lo descolgué:
-Hola – Dijo una voz grave. Era mi jefe. - ¡Hoy no tiene que venir
usted al trabajo!.
-¿Qué?... ¿Porqué?... ¿Estoy…despedido?
-No hombre no, pero hoy no venga. ¡Descanse! Mañana se sentirá
mejor.
-¿Eh?... ¿Qué?
-¡Adiós muy buenas!
Rara. No tiene otra palabra paras describir está situación. ¿Cómo que
me quedara en casa? ¿Qué le había pasado a mi jefe? Llovía y era
Lunes ¿Cuántas mas razones queréis que os de para estar deprimido?
…en fin. Y yo escribiendo un diario.
Como no tenía que salir, me quité las botas y me puse las zapatillas.
Bajé a la casa del mocoso del paraguas, pero no había nadie. Eso o
estaban dormidos. Así que me dispuse a pasar una bonita mañana de
lunes en el sofá bebiendo, pero entonces alguien llamó a la puerta.
Me puso la carta en la mano y salió corriendo. Sin duda esto era MUY
raro. ¿Es que me había salido un primo lejano? ¿Era rico? Este día
empezaba a alargarse y sólo eran las once de la mañana.
3
Era un sobre blanco, un poco arrugado y mojado, con un sello bastante
peculiar. Algo que nunca en mi vida había visto. Miré el reverso del
sobre, estaba escrita una dirección, con una caligrafía muy bonita y
elegante. Esta carta provenía de la otra punta de la ciudad,
concretamente en unas casitas apartadas del centro. ¿Quién podía vivir
allí? Con un poco de suerte una mujer guapa y amable, quien caería
prendida ante mis encantos varoniles, tendríamos cuatro hijos y…
Rompí el sobre y cogí la carta. Esta letra era muy diferente a la otra,
tenía muchas palabras tachadas, las letras eran desiguales y apenas se
podían leer con claridad. Ponía lo siguiente:
“Hola,
Saludos.
A 12 de Enero”
Al salir del bloque de pisos, empezó a llover con fuerza y corrí hasta un
árbol. Se que atraen los rayos, pero no creo tener tan mala suerte. Al
lado del árbol había una bolsa de color violáceo, con un paraguas que
sobresalía de su interior. Lo cogí disimuladamente y seguí mi camino
hasta coger el tranvía. Por suerte llevaba la cartera en el pantalón, así
que me pagué un largo viaje hasta el centro. Una mujer se sentó a mi
lado. Tenía el pelo largo, marrón, y llevaba unas grandes gafotas
negras combinadas con un traje del mismo color. Tenía mojada la ropa
‘gracias’ a la lluvia.
4
es que estoy hecho un trozo de pan. Caminando por una amplia calle,
fui preguntado si conocían esta calle y si me podrían guiar, y acabé en
un callejón oscuro con un perro olisqueándome el trasero. Al menos
había dejado de llover, pero no sabía donde estaba. Seguí caminando
hacia delante y me encontré en una bonita calle, llena de árboles y
casas grandes pintadas de colores alegres que contrastaban con el
cielo gris que había. Miré los números de todas las casas, por si alguna
coincidía. El número, según el sobre, era el 13. Bonito número. Sin
duda, tenía que haberme quedado en mi casa, calentito, viendo la
televisión. Por un día que no tenía que cortarme los dedos con agujas ni
tenía que estar soportando a mis queridos compañeros de la fábrica, lo
desperdiciaba buscando una casa, cuyo número era el 13, en la otra
punta de la ciudad y sin paraguas. Y probablemente sin dinero también.
Sin darme cuenta, me paré justo en la casa número 13. Era una casa
bonita, de color azul, con ventanas grandes de las que sobresalían,
empujadas por el viento, unas cortinas blancas. Menos en una de ellas,
que la cortina era negra y estaba cerrada.
5
-¡El destino ha querido que nos unamos, señor Justin Buttercup!
Loca. ¿Por qué, Señor, por qué? Con lo guapa que era. Y ahora hablaba
del destino. Maldita sea.
-Ya ves lo desesperada que está por encontrar novio. – Dijo la chica
de antes, que se asomó a la puerta mirando con malicia a la chica.
- Bianca, cállate. Sólo quería saber que me deparaba el futuro…y
ha venido. ¡Aquí estás!
-Hahaha…Sí…- Cada vez estaba más loca. Aunque me alegró que
la chica sacara el tema del novio. Estaba loca, sí, pero al menos era
guapa. No se puede tener todo en esta vida.
-En fin…Perdona esta situación tan bizarra…como todas las que se
viven con esta tía. Me llamo Bianca y esta es-
-¡Nooo! De momento no tiene porque saber mi nombre, sólo
llámame…”Sol” – dijo la chica, como si fuera tan normal no decirle el
nombre a una persona que acabas de conocer.
-Tía…por eso no tienes novio, eres más rara que un perro verde -
Totalmente de acuerdo – Cariño, tienes suerte de al menos saber dónde
vive, tampoco se lo dice a nadie. Yo lo sé por qué vivimos juntas, que si
no…
-¡Que te calles! No tengo novio porque no quiero…prefiero no decir
mi nombre a desconocidos… ¡Y esa es demasiada información!
6
-¿Has venido desde la otra punta de la ciudad por una carta de un
desconocido? ¡Pero si eres su hombre perfecto! – Dijo Bianca,
burlándose de los dos.
-¡Cállate, que no le has dejado terminar! – Dijo con genio – Sigue.
-¿Sabes? Me gustaría saber sobre ti…’Sol’, no sé ni tu nombre. ¿Por
qué no te gusta decirlo?
-No lo sé…prefiero tener un seudónimo, no me gusta que me
llamen por mi nombre real… Aunque a causa de esto tengo muchos
apodos horribles.
-Todos gracias a su nariz, tranqui, que te acostumbrarás – dijo
Bianca…al parecer no estaba bromeando.
-¿Y como es que Bianca sabe tu nombre?
-Me llevé tres días sin parar de decirle nombres, apuntaba en una
libreta todos los nombres que se me ocurrían a lo largo del día y me
llevaba toda la noche preguntándole. Si no, me lo tendría que haber
dicho igualmente, no le dejaría haber venido a vivir aquí. Nos
conocemos desde hace no mucho.
-Va-vaya… - ¡Esta tampoco se quedaba corta! - ¿Y no puedes ni
darme una pista, para averiguarlo? – Bianca miró con ojos pícaros a
‘Sol’ y esta le devolvió una mirada de inseguridad.
-Está bien… mi nombre real empieza por ese. – Dijo decidida. Eso
apenas daba datos, pero me di por satisfecho, aunque había muchas
cosas que me gustaría saber de ella. Era una mujer muy misteriosa.
Capítulo 2
Diario de alguien que está cansado de la vida… un poco menos
que ayer. 1 de Febrero
7
Eran las 5 y cuatro de la mañana. No había dormido en toda la noche.
Después de estar en casa de ‘Sol’ y Bianca, hasta tarde, ‘Sol’ me dijo
que volviera cuando pudiera, sin especificar nada. Al salir de su casa
empezó a tronar y a llover muy fuerte. Ni ‘Sol’ ni Bianca me pudieron
prestar uno, Bianca decía que se lo había dejado en alguna parte y ‘Sol’
sencillamente es que no tenía. Me quedé en un bar hasta que me
echaron, sin ni siquiera prestarme un paraguas. Aunque llovía menos,
seguía lloviendo fuerte. No llevaba reloj así que no sabía que hora era,
pero todo estaba muy oscuro, así que tenía que ser tarde. No tuve mas
remedio que caminar y caminar hasta que llegué a un escaparate en el
que se veía la luz de un reloj.
¡Un paraguas! Sin duda era de mujer, pero me serviría para llegar hasta
mi casa. Lo cogí con cuidado de no hacer ruido y me fui corriendo
encajando la puerta. Por fin pude llegar a mi casa, mojado, con frío, y
con un resfriado de campeonato ¡pero al fin había llegado! Y encima
mañana tendría que trabajar ¡Perfecto! Al entrar en mi casa me tiré en
el sofá con el paraguas en la mano y me dormí. Pero esto no duró
mucho. Me levanté y lo primero que hice fue mirar el reloj. Y aquí
llegamos.
8
Quizás ella no necesitaba ayuda y sólo escribió eso para que alguien se
lo tragara (yo), pero si era así, sería bastante aburrido. Que ocurriera
algo fantástico que hiciera que no pudiera ir a trabajar. O que me
pagaran por respirar…eso sería sin duda fabuloso. Seguramente lo
único que quería era no seguir la rutina de levantarme, ir a trabajar y
dormir. Sí, estaba amargado. De lo único que me ha servido pensar
todo esto es para que ahora sean las seis menos cuarto y falte menos
para que tenga que ir a trabajar. Aah… sin duda, necesitaba hacer algo
cuanto antes. Dormí lo que pude hasta que sonó el despertador y me
tomé otro café. Al cortar una barra de pan muy dura para hacerme
unas tostadas, me corté en un dedo. En fin.
¡Pero que digo! Apenas tengo 32 años y parezco un viejo amargado, sin
novia y tampoco sin amigos. ¿Y ‘Sol’? ¿Cuántos tendría ella? Se que no
es de buena educación preguntarle a una mujer la edad, pero sentía
gran curiosidad. ¿24? ¿25? Pocos, sin duda, pero me gustaría saber su
edad exacta. Sin apenas darme cuenta llegué a la fábrica, donde pasé
toda la tarde. A las 7, decidí salir. Una hora antes de mi tiempo
habitual, aunque esa hora sólo la usaba para vaguear. Corrí (dentro de
lo que cabe) hasta la casa de estas variopintas chicas. Hacía un sol
apabullarte, contrastando con las nubes de este medio día. La puerta
de la casa estaba abierta de par en par. Se podía ver el desorden del
salón (esta vez un poco más ordenado) y hasta la cocina, llena de
cazos, cacerolas, cubos, vasos y paltos amontonados. Llamé a la valla
del porche, zarandeándola y gritando el ‘nombre’ de ‘Sol’. Oí alguien
bajando las escaleras y apareció ella, que al verme me sonrió.
Me dejó pasar y subimos hasta su habitación. Esta vez iba vestida con
los pendientes de la última vez, unas botas negras militares, una falda
con estampado de cebra y una chaqueta blanca, contrastando con el
azul de la falda. Entramos en su cuarto. Era igual de estrambótico que
ella. Con un color muy cálido en sus paredes, estaba lleno de ropa
tirada por el suelo y objetos de todo tipo. De tótems a atrapa-sueños
con forma de sol. La cama, deshecha por cierto, tenia una colcha negra,
con motivos de estrellas, y al lado, en la mesita de noche, tenía seis
libros apilados, haciendo equilibrio con un vaso de algo oscuro que
parecía café. El suelo era de madera, bastante desconchado y con una
mancha roja y pegajosa, que se podía ver a través de una blusa
transparente. ‘Sol’ se sentó en la cama, y cogiendo un sobre cerrado,
me dijo:
9
-Justin, quería abrir esta carta contigo. Sólo podemos hacer esto
juntos. No necesito más pruebas para saber que tú eres el elegido por
mi destino. Cógela y rompe el sobre – Lo dijo en un tono serio pero
dulce, así que la cogí y la leí.
-¿Te leo lo que pone?
-Sí, por favor.
-…
-¿Qué pasa?
-Es que…es que no pone nada. Está en blanco.
-… ¿Qué? ¿No pone nada de nada?
-Bueno sí, por detrás hay unas coordenadas.
-¡Coordenadas! Perfecto, quizás nos indique un lugar.
-Sí, ¿pero como vamos a saber a donde ir? …¿Tú sabes medir
coordenadas?
-¡Eso no importa! Podemos preguntárselo a cualquiera, alguien
debe de saber.
-… ¿A cualquiera?
-¡Exacto! Vayamos a fuera, vayamos preguntando.
Ah no. No, loca, no. Esta vez no. ¿Creéis que es normal? ¿Por qué no
mirar si quiera en un ordenador? ¡No! Preguntémosle a cualquiera que
pase por la calle, como si fuera tan normal, si sabe algo de
coordenadas. Y además… ¿Por qué seguir las indicaciones de una carta
en blanco, con sólo unas coordenadas escritas? Y de todas formas ¿De
dónde había salido esa carta? El misterio en torno a esta mujer me
empezaba a cansar un poco.
-¡No te preocupes! Hay gente para todo. – Era irónico que esto lo
dijera ella, reina de los esquizofrénicos y emperatriz del misterio.
10
-¿Por qué no vienes con nosotros? – pregunté.
-Son rollos vuestros…Sólo volved, ¿vale? Y si os caéis por algún
agujero, llamadme.
-Gracias Bianca, eres una buena amiga – dijo ‘Sol’ con ternura,
intentando darle un abrazo.
-¡Eh, vale! Que no os vais a escapar a otro país juntos, ¿no? De
vosotros dos me espero cualquier cosa.
-…Bianca, cállate. Te había quedado hasta bonito. – ‘Sol’ me cogió
del brazo, casi arrastrándome, y emprendimos nuestro camino.
11
- ¡Mira qué mono es este, Justin! – dijo Sol señalando un reloj con
forma de gato.
- Ah sí…muy bonito, sí. ¿Pero no le has visto la cara? ¡Da miedo!
- ¿Qué dices? ¡Es super mono! Mira, la cola también se mueve igual
que los ojos.
Sol cogió la vela con cuidado y entramos por la puerta, que daba a unas
escaleras hacía arriba. Subimos y nos encontramos con un bonito salón,
decorado al estilo antiguo y con muchos relojes para lo poco que
12
pudimos ver con la luz que daba la pequeña vela que se consumía
rápidamente. Supongo que un relojero viviría aquí, por que si no, no me
lo explico. Aunque quizás me equivoque, estoy con Sol.
-Mira, por aquí hay unos tubos por los que podríamos bajar – dijo
Sol asomada señalándolos.
-Hombre tu alomejor puedes, pero yo no estoy precisamente muy
delgado y no se si aguantaría mi peso…estoy dudando si el tuyo
también lo aguantaría…
-¿Me estás llamando gorda? – dijo mosqueada.
-…No, Sol, no. Sólo digo que ese tubo es muy fino y no creo que
aguante nada de peso.
- …Supongo que si lo probamos y nos matamos no serviría de
nada, ¿no?
- Hombre, eso parece muy sensato por tu parte. Busquemos otro
método…debe haber algo.
-¡Aquí! – dijo Sol señalando a lo que parecía una trampilla en el
techo.
-¡Eso es perfecto! Y ahora… ¿Cómo llegamos a ella? – Antes de que
me pudiera dar cuenta, tenía a Sol encima, clavándome las botas en los
riñones y las uñas en la cabeza - ¿¡Qué haces, loca!? ¡Avisa al menos!
-¡Perdona! Voy a tenerme que subir más así que no me vayas a
soltar.
-Sí, sí…todo por salir de aquí.
13
-¡Ay perdona! Me duele todo el cuerpo… ¡Quiero salir de una vez de
aquí! – dijo Sol, sollozando.
- Sol por favor no empiezas a llorar, vamos a salir de aquí, tranquila…
-No debería haberte traído conmigo, lo siento.
-Si no me hubieras traído ahora estarías sola, ¿no? ¿Cómo te las
arreglarías? No pasa nada…
Me ayudó a subir y por suerte me escapé pero aquel señor nos vio y
salimos pitando por el tejado, esto de ‘salir pitando’ es relativo, ya que
no es que se caminara muy bien por las tejas. Corrimos por los tejados
hasta que estuvimos lo suficientemente lejos de aquel feo tejado de
color marrón lleno de cacas de pájaro. Paramos en un tejado con tejas
de color azul, bastante inusual.
Me desperté, aún era de noche. Estaba en los brazos de Sol, que por
cierto se estaba bastante calentito, con una chaqueta enrollada en la
14
cabeza. Mire hacía todos lados, ella parecía estar dormida y yo no
podría moverme. Me quedaba dormirme o despertarla…de todas
formas un tejado no es el mejor sitio para dormir, ¿no?
15