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LA ENFERMEDAD PSICOSOMATICA

Dr. Ramón Graff Rojas

La pena que no se desahoga en lágrimas


Puede hacer llorar a otros órganos

La enfermedad psicosomática, es un trastorno funcional u orgánico, originado por


un estrés emocional. La emoción estresante se produce cuando vivimos
situaciones reales de amenaza, pérdida o injusticia a nuestro dominio
biopsicosocial, o bien ante hechos similares vividos anteriormente y que han
quedado represados en el subconsciente, pero permanecen vivos aún.

La angustia es el nucleo de la enfermedad psicosomática. La angustia es


miedo real o irreal, pero miedo al fin. Es un fenómeno normal, presente en todos
los seres humanos, pero es dañino cuando compromete el bienestar general o la
eficacia personal. La angustia o miedo está presente ante situaciones que
amenazan nuestra existencia, la de nuestros seres queridos y de las cosas más
preciadas que tenemos, pero también, está presente cuando nuestros sueños y
pensamientos dan vida a conflictos del pasado o del porvenir. La angustia produce
cambios funcionales en nuestro organismo que se manifiestan como síntomas
que, de persistir por mucho tiempo lesionarían nuestros órganos y tejidos,
pudiendo llegar hasta la muerte.

Cuando estamos ante una situación que nos ocasiona miedo o angustia,
nuestra primera reacción es luchar o correr. Esta primera reacción de alarma es
dirigida por el sistema nervioso simpático, quien vierte en la sangre, adrenalina y
noradrenalina, dos hormonas que nos preparan para la lucha o la fuga. Estas
hormonas, a través del torrente sanguíneo llegan a todos los órganos y tejidos de
nuestro cuerpo, produciendo en ellos alteraciones funcionales tales como:
aumento de la frecuencia cardíaca, elevación de la presión arterial. Bajo riego
sanguíneo en piel y vísceras, con la finalidad de llevar mayor cantidad de sangre y
oxígeno al cerebro y los músculos, órganos vitales para el estado de alerta y la
lucha o la fuga. Las pupilas se agrandan para ampliar el campo visual. Se produce
aumento de la sudación en la frente, axilas, manos y pies para disminuir el exceso
de calor por el mayor consumo de energía por el estado de emergencia corporal.
La digestión se paraliza, cesa el apetito. La saliva y jugo gástrico disminuye. La
boca se reseca. Los intestinos se inmovilizan y se distiende el abdomen por gases
represados. La respiración es rápida y superficial para llevar rápida y eficazmente
mayor cantidad de oxígeno a los órganos vitales. El hígado moviliza sus reservas
de azúcar y los vierte en la sangre. Los depósitos de grasa se degradan para
generar mayor cantidad de calorías necesarias para afrontar la emergencia.

El páncreas disminuye la producción de insulina, permitiendo al cerebro mayor


consumo de azúcar posible que le permita estar alerta ante la crisis. Esta
movilización de grasas y azucares tienen como objetivos suministrar la mayor
cantidad de calorías necesarias para afrontar la agresión. Como consecuencia, la
glicemia, el colesterol y los triglicéridos aumentan en la química sanguínea. Los
factores que intervienen en la coagulación de la sangre se incrementan ante
posibles heridas y hemorragias. Aumenta la cantidad de glóbulos blancos
previendo infecciones futuras.

Superada la crisis, El sistema nervioso parasimpático se activa, ocasionado


que las alteraciones provocadas por la situación estresantes vividas vuelvan a la
normalidad. El organismo recobra su equilibrio fisiológico. Las escenas vividas
quedan grabadas, algunas son recordadas y otras olvidadas. Pero siempre
algunos detalles quedan por mucho tiempo, o tal vez, toda la vida, vivos en
nuestro mundo subconsciente.

Pasado el tiempo, cualquier situación que nos recuerde la experiencia


vivida, la duda, los pensamientos sobre futuros inciertos, nuestros sueños y la
vigilia aprensiva. La infelicidad y la desesperanza, pueden desencadenar
nuevamente la crisis de angustia y podemos sentir todos los síntomas como la
primera vez: tristeza, llanto, rabia, ganas de huir, palpitaciones cardíacas,
dificultad respiratoria, frialdad de manos y pies, sudoración, mareos, visión
borrosa; muchas veces, nauseas o malestar estomacal, diarreas y orinas muy
frecuentes. El miedo tiene mil caras y muchas maneras de manifestarse. La
enfermedad psicosomatica es una de las tantas más caras que utiliza.

Si el organismo no supera el estado agudo de la crisis y la angustia


persiste, se inicia una “fase de adaptación” bajo el mando del sistema endocrino.
Las glándulas suprarrenales segregan cortisona, una hormona que mantiene las
defensas del organismo el mayor tiempo posible, pero con efectos muy negativos
sobre el sistema inmunológico y el riesgo de sufrir infecciones bacterianas,
fúngicas o virales, ó lo mas grave aún, la proliferación de células malignas y por
consiguiente el cáncer.

Si la fase de adaptación no logra superar la crisis y mitigar la angustia, se


sucede la “fase de claudicación” durante la cual el organismo utiliza al máximo
sus reservas ocasionado graves daños a los órganos y tejidos que ponen en
peligro la sobrevivencia del individuo.

Las emociones que no se expresan en su oportunidad permanecen activas


en nuestro mundo interior y se convierten en síntomas ó lesiones orgánicas, tales
como: dolor, mareos, nauseas, debilidad, frialdad y sudoracion de manos pies,
calorones, dificultad respiratoria, pérdida o aumento de peso. Diarreas o
estrenimiento, palpitaciones cardíacas, tensión arterial baja o alta, visión borrosa,
reglas dolorosas, falta de regla o reglas muy frecuentes. Orinas frecuentes y a
veces con ardor al orinar. Irritabilidad, mal humos, fatiga, tristeza, labilidad
emocional, llanto fácil. Disminución de la líbido, intranquilidad y cansacio.
De persistir por mucho tiempo estas alteraciones funcionales, aparece daño
del órgano o tejido. Úlceras estomacales, tumoraciones, procesos inflamatorios y
degenerativos. Al disminuir el sistema inmunológicos hacen su aparición la
enfermedades virales, bacterianas, hongos y parasitarias.

La enfermedad psicosomática es una enfermedad real, no imaginaria. No


es un invento del enfermo, ni una simulación. Su tratamiento es igual que
cualquier otra enfermedad ocasionada por otra causa. En la enfermedad
psicosomática el individuo está viviendo o ha vivido un trauma emocional o bien
sus pensamientos se encuentran alterados por miedos o cualquier otra situación
estresante que lo hacen temer por su dominio biopsicosocial.

La emociones desagradables alteran y disminuyen las defensas del


organismo y predisponen a sufrir cualquier enfermedad. La personas que han
vivido una experiencia traumática en su vida, la pérdida de un ser querido, el
abandono, y la infelicidad. Las que viven angustiadas, deprimidas, llenas de odios
y resentimientos. La carentes de amor y sin motivos para vivir; son las más
vulnerables a sufrir enfermedades psicosomáticas. Los pacientes que
continuamente tienen una queja, que día a día deambulan de hospital en hospital,
de médico en médico, de consulta tras consulta, con innumerables exámenes,
radiografías, tomografías y resonancias magnéticas sin encontrar causa a su
enfermedad; son enfermos funcionales o psicosomáticos cuya queja esconde un
conflicto del cual no han podido escapar. Los enfermos que tienen órganos
seriamente afectados, son enfermos psicosomáticos que prefirieron secar sus
lagrimas, ocultar su quejas y sacrificarse sin protestar. Los adictos a los
medicamentos y a las drogas son enfermos que buscan narcotizar sus dolencias,
pensando que calmando al cuerpo podrán calmar el alma.

Los médicos mecanicistas modernos cultivan y mantienen la enfermedad


psicosomatica porque examinan a la moda con los instrumentos de moda, miran la
enfermedad y no al enfermo, alivian el dolor sin escuchar al doliente. Investigan en
las afueras del enfermo y no en el mundo interno del paciente. Desnudan el
cuerpo creyendo encontrar el síntoma sobre la piel, pero no descubren el alma
donde están las verdaderas razones y emociones del que sufre.

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