1. INTRODUCCIÓN
Cada cultura cuenta con distintos valores y comportamientos (que se rigen por unas
normas propias) como merecedores de aceptación o rechazo. Cada sociedad exige el
conocimiento de las normas de conducta y su práctica fiel, presuponiendo la
satisfacción del sujeto por ello, y el sentimiento de culpa en caso contrario. La moral no
es innata (no nacemos con ello).
EJEMPLO:
-‐ los radares de tráfico, ya que vamos a menor velocidad cuando hay radares, pero
cuando no los hay, vamos sobrepasando el límite.
-‐ Cruzar en semáforo rojo, cuando no viene ningún coche o no hay un policía.
-‐ El niño no se come la tarta antes del cumple, porque sabe que si no su madre le
castiga.
Esta moral es típica hasta los 6 o 7 años, se define por dos características primordiales:
Una es el egocentrismo moral, que implica según Piaget “ un modo de anomia,
en la que la ternura y la generosidad pueden ir unidas a un egoísmo ingenuo, sin
que ni uno ni lo otro le lleven al niño a sentirse naturalmente mejor”
La otra es el realismo moral. Al ingresar en la escuela, para los niños, las pautas
de comportamiento, establecidas por una autoridad externa, son absolutas e
inalterables; la moral infantil viene determinada por la obediencia o el respeto
unilateral. La moralidad, se sujeta a la realidad de que un acto esté o no
prohibido.
Durante el estadio de las operaciones lógico concretas, el niño evoluciona hacia una
noción menos rígida de las normas, comprendiendo que estas pueden cambiarse. Se
pone en marcha, actitudes cooperadoras y flexibles. Los niños demandan igualdad.
El niño se va trasladando hacia la moral autónoma, que se concreta especialmente por el
relativismo moral.
La autonomía moral empieza a surgir alrededor de los 7años. La esencia de la
autonomía implica ser capaces de tomar nuestras propias decisiones. Pero, hay que tener
cuidado en no confundir autonomía con libertad total. En ésta última es posible que se
tomen en cuenta solamente que los propios puntos de vista. El respeto mutuo es, por
cierto, esencial para el desarrollo de la autonomía.
Por moral se entiende la aptitud para el autogobierno o la toma de decisiones personales
en el ámbito ético y ejercer juicios morales de forma crítica.
Las fases piagetianas de la moral están relacionadas con las de la evolución intelectual.
Se percatan de que las reglas son acuerdos arbitrarios que pueden ser impugnados y
modificados con el consentimiento de las personas a las que rigen. Creen que las reglas
pueden ser violadas para atender las necesidades humanas y tienen en cuenta la
intencionalidad del actor más que las consecuencias del acto.
Para Monedero (1986), la infancia independientemente de la edad, se le quipa un
conjunto de valores morales que primero aceptan, luego pueden analizarlos y criticarlos
hasta desechar algunos de ellos, aunque seguirán asumiendo los más importantes.
2.2. TEORÍA DEL DESARROLLO MORAL SEGÚN LAWRENCE
KOHLBERG.
Kohlberg considera que el desarrollo moral de una persona pasa por tres grandes niveles
—el Preconvencional, el Convencional y el Postconvencional— cada uno de ellos
contiene dos estadios o etapas. En total seis estadios de madurez creciente y con
razonamientos morales diferentes.
NIVEL PRECONVENCIONAL.
Es un nivel en el cual las normas son una realidad externa que se respetan sólo
atendiendo las consecuencias (premio, castigo) o el poder de quienes las establecen. No
se ha entendido, aún, que las normas sociales son convenciones por un buen
funcionamiento de la sociedad.
NIVEL CONVENCIONAL.
Socialmente establecido.
NIVEL POSTCONVENCIONAL
3. RAZONAMIENTO PROSOCIAL
Hay que pensar y actuar en el bien común, no solo de forma egoísta e individual. Hay
que tener presente a los demás, ya que se trata de una asignatura pendiente: la sociedad.
Los experimentos de Bandura y McDonald muestran cómo la moralidad está sujeta a la
cultura en que se desarrolla.
Para la psicología social, la moralidad es de carácter personal. El desarrollo moral
cuenta con una doble causa: una externa (imitación y aprendizaje de comportamientos
observados y gratificados en el modelo) y una interna (el individuo hace suyas e
internalizar las reglas de la sociedad).
A través del aprendizaje social el niño es capaz de aprender cuándo y dónde llevar a
cabo acciones concretas y cuándo dejar de ejecutarlas.
La conducta moral prosocial son actos voluntarios llevados a cabo con el único fin de
originar un resultado favorable sin que se persiga provecho personal para su autor.
En el estudio de la conducta prosocial es importante
descubrir qué proceso determina el aprendizaje de los
niños referido a la empatía, al altruismo y a la agresión.
La empatía es una capacidad que se puede potenciar y
desarrollar. Es la capacidad de ponerse en el lugar del
otro. La empatía puede ser genética aunque también
puede estar influida por el medio familiar. Hoffman
traza etapas en el desarrollo empático: en la primera
infancia, al ser ya capaz de atender al punto de vista del
otro y al final de la niñez.
El altruismo se refiere a la consideración que se tiene de
los demás en oposición al egoísmo humano.
Ejemplo de empatía: cuando los niños son pequeños, si un compañero se hace daño, los
demás se preocupan y se ponen el el lugar de los demás como si ellos también se
hubiesen hecho una herida.