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Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación

Electivo
Juan Piazz
Camila Cortés Acosta

El Saber
La paradoja que acontece cuando decimos “miento”, en el estricto sentido
gramatical, insiste en provocar la aniquilación de sí, cada vez que es pronunciada. Se
miente. Y agarrando sólo este carácter del inicio del primer capítulo de “El pensamiento
del afuera” de Foucault, “Miento, Hablo”, me propongo a atravesar hacia la traición de
esa misma índole que deviene cuando se abusa de la prohibición en el decir de algo:
época de régimen Victoriano, sistema del silencio. Callar y acallar de las palabras,
donde acaece la prostitución de lo que no se debe decir, a la locura del que manifiesta
signo alguno de la palabra prohibida: su encierro. Y esto, si nos atrevemos a remover, a
alzarnos a “sus condiciones extractivas”1, no hace más que decir a gritos y por todos
lados aquello que se inhibe. Por lo tanto, la omisión, al ser sometida la voz al
ocultamiento, se va denunciando y descubriendo en el mismo acto. El enunciado es y
siempre está, de manera que en las épocas que transcurren, se ha de decir todo.
La inscripción del enunciado es única y está fijado condicionado sólo por la totalidad
del lenguaje, el “ser-lenguaje”. Ni quién dice ni a quién se dice son proposiciones
fundamentales, ya que el sujeto sólo se manifiesta como variable del enunciado. El
sujeto no permanece inmóvil y se adapta, se transforma en un oyente, un narrador, un
seudónimo, un personaje, etc. derivado de la función del enunciado. En la conciencia
del sujeto no deviene el hablar, si no más bien, este hablar se manifiesta externamente,
con la autonomía del enunciado. Lo mismo ocurre con lo visible. Las visibilidades, que
no se reducen a las cosas que percibimos, sino como formas de luminosidad,
condicionadas sólo por esta otra totalidad: el ser-luz. Y ocurre lo mismo con las
visibilidades que con los enunciados: están pero no aparecen directamente. Invisibles no
son, si no hasta cuando no removemos nuevamente, si no abrimos esas cosas aparentes.
Hender las palabras, hender las cosas.

1
El modo en que Deleuze escribe en “Foucault”, “Los Estratos o formaciones históricas: lo visible y lo
enunciable (saber)”
Enunciados y visibilidades, ambos objetos autónomos, extractos, condicionados por
una inmovilidad ser-lenguaje, ser-luz. Sujeto como variable, un conjunto de variantes,
emplazamiento de acuerdo al objeto. El régimen del sujeto está determinado por el
régimen del objeto. La necesidad de un tercer-sujeto, una tercera dimensión. LA
RESISTENCIA.

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