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DEDICATORIA:

Dedicado a aquellos
hombres, que con su labor diaria,
luchan incansablemente por una
sociedad más justa.
INTRODUCCIÓN

La importancia del estudio de la institución denominada


pretensión es académica, política y práctica, porque independiza los
alcances de los términos acción y pretensión, aporta un criterio de
organización y sistematización de conceptos, promueve la inquietud
para indagar por los derechos paralelos del actor y el emplazado en el
proceso, la pretensión es el elementos central de la demanda, el objeto
del proceso y la sentencia, según la opinión de un sector de la doctrina
procesal; de otro lado, auxilia al legislador en la calificación de
circunstancias, previsión de requisitos de admisibilidad y
procedibilidad; desde el punto de vista práctico, instruye y facilita a los
operadores de todas las especialidades del derecho procesal a redactar
los actos procesales postulatorios y de decisión, con propiedad y en
forma sistémica.

Es así, que dada su importancia, la cátedra considero necesario


encomendar el estudio de esta importante figura procesal, a estos
servidores. Ahora bien, el desarrollo de la presente monografía se ha
diseñado conforme a la doctrina imperante en el derecho procesal
latinoamericano.

La monografía que lleva por título “La pretensión”, se ha diseñado


en 11 sub capítulos a lo largo de los cuales se tratará: el desarrollo del
estudio de la pretensión (generalidades), su noción, la distinción entre
pretensión material y pretensión procesal, sus caracteres, naturaleza
jurídica, elementos, estructura, fin y el estudio de las diversas clases de
pretensiones.

Por lo que, con la presente esperamos cubrir las expectativas de


la cátedra, a fin de poder tener un mejor conocimiento de esta
importante institución, que coadyuven a una mejor preparación del
profesional de derecho.

LOS MAESTRISTAS.
LA PRETENSIÓN

1.- GENERALIDADES:

El instituto de la pretensión tiene sus raíces históricas en el


derecho romano, en el procedimiento formulario del ordo
iudiciarum privatorum, en la figura de la intentio, contenido de la
fórmula, que consistía en una instrucción escrita con la que el
magistrado nombraba al juez y fijaba los elementos sobre los
cuales este debería fundar su juicio.

Pero las instituciones procesales romanas durmieron durante


siglos y fue así como, después del siglo VI, cuando JUSTINIANO
codificó la jurisprudencia romana y estableció la prohibición de
que se hiciese cualquier comentario al contenido de su
codificación, su desarrollo se estancó para revivir solo en el siglo
XII, cuando brilla la escuela de Bolonia con IRNERIO a la cabeza y
después, solamente en Alemania, en el siglo XIX, con los estudios
humanísticos y civilísticos de BERNARD WINDSCHEID es cuando
empiezan a salir de su letargo.

El profesor alemán, más que procesalista era un civilista


renombrado que trabajaba con empeño en la búsqueda del
concepto de pretensión, pero siempre en su campo especial, en el
derecho sustantivo; buscó establecer esa mutación: la actio del
derecho civil romano es la pretensión civil… WINDSCHEID no
emerge del ámbito sustancial ni esa consideración de la acción ni
en la de la pretensión. Trabajó en su concepto y finalmente lo
entregó realizado como típica figura del derecho civil alemán.

Subsigue la polémica sobre la elaboración del concepto de


acción pero ya en un plano puramente procesal, y desde MUTHER
y luego en WACH, la teoría de la autonomía se concreta. El
concepto de pretensión procesal se logra más tarde en el
desenvolvimiento doctrinario del derecho procesal: en Alemania
con LEO ROSENBERG y en Italia con FRANCESCO CARNELUTTI, en
su trabajo continuando de la elaboración a partir de lasd teorías
abstractas de la acción. La idea acerca de si la acción es o no
independiente del derecho sustancial lleva a WINDSCHEID a
independizar los tres conceptos: derecho sustancial, pretensión
extraprocesal, derecho de accionar…acción, que las teorías
concretas no logran separar del concepto de la pretensión
procesal porque engloban sus elementos en los de la acción,
confunden sus sujetos y también su objeto y su fin. Es solamente
a partir de las teorías abstractas de la acción cuando el instituto
de la pretensión procesal logra autonomía conceptual y se inicia el
verdadero desarrollo científico del mismo.

Las teorías concretas, por lo demás, introducen una nueva


confusión al acudir al concepto de demanda, al cual atribuyen las
cualidades y tratamientos que convienen a la pretensión. Al aludir
a la demanda estas teorías expresan que ella es en realidad un
término mucho más comprensivo que la pretensión, la cual
apenas se conforma como uno de sus componentes.

Una reflexión que se anticipe en torno al significado paralelo


que quepa al término demanda frente al término pretensión,
puede expresarse gráficamente con el símil que corresponde a la
carta que contiene el mensaje, para reclamar alegóricamente a la
demanda que contenga la pretensión. Pero de tal manera que la
escuela concreta de la acción hace de la demanda el instituto
importante y definitivo del proceso, el objeto mismo del proceso y
de la pretensión procesal apenas un capítulo de la demanda.

Al paso que la escuela abstracta erige como instituto de


esencia en el proceso el de la pretensión procesal y conserva el
término demanda, en las legislaciones positivas civiles, laborales
y contencioso-administrativas, para significar apenas ese primer
acto procesal de parte que origina un proceso y que contiene la
pretensión. Pero de tal manera que aun cuando la demanda se
presentara como el continente que en su seno conjunta muchas
otras capitulaciones, la que se erige como de importancia
trascendental, como objeto del proceso, es la pretensión procesal.
Cuando se aludía a la acción se hacía una descripción figurativa
de la misma expresando que ella era pura potencia y,
efectivamente, la acción se muestra como esa posibilidad de
realizar todos los actos, o situaciones procesales, como
materialización de ese derecho de acción. Y de esta manera,
cuando se formula la pretensión acaece una materialización del
derecho abstracto de accionar. Pero es preciso puntualizar que
esta no es la sola materialización posible de ese derecho de
acción. Y de esta manera, cuando se formula la pretensión acaece
una materialización del derecho abstracto de accionar. Pero es
preciso puntualizar que esta no es la sola materialización posible
de ese derecho, puesto que todo acto procesal de parte que se
produce se constituye como materialización del derecho abstracto
de acción. La demanda en el proceso que sirve al derecho civil es
ella misma un acto del procedimiento, el que da comienzo al
mismo y el que por lo general, al menos en nuestro sistema
procesal, contiene ya nítidamente delineada la pretensión como
reclamo concreto de un derecho que se dirige frente o contra el
demandado y por ante el juez, buscando entonces sí una
sentencia favorable.

Para HERNANDO DEVIS ECHANDÍA, siguiendo en ello a


FRANCESCO CARNELUTTI y a VÍCTOR FAIRÉN GUILLÉN, la
pretensión procesal es una declaración de voluntad, y agrega que
en las demandas de condena y en las ejecutivas puede afirmarse
que la pretensión va dirigida contra el demandado, mientras que
en las declarativas y de declaración – constitutiva, la pretensión
se formula frente al demandado.

En el proceso que sirve al derecho penal sustancial se


presenta como el paralelo de la demanda, la denominada
resolución acusatoria, si de ese proceso mixto iberoamericano se
trata; si en cambio se mira a un proceso penal técnico, es la
acusación que formula el fiscal, el acto que contiene la pretensión
punitiva.

Pero esta distinción tajante que intenta plantear el trabajo


entre los tres conceptos procesales, a saber; acción, pretensión
procesal y demanda, no es aceptada por todos los doctrinantes,
como se dijera; además de la escuela concreta de la acción,
discrepa de ello el gran SALVATORE SATTA, quien sobre el
particular así se expresa: “La acción ciertamente implica una
pretensión y nadie hasta ahora logrado dar contenido jurídico a
esta palabra fuera del uso común y menos en oposición al término
derecho”. SATTA regresa a una la equiparación de acción,
pretensión, derecho.

Al respecto conviene también recordar a ENRICO REDENTI,


quien estableciera que “con la acción (actividad procesal), se
propone al juez la acción (pretensión), y el dirá sí existe la acción
(derecho)”.

La confusión tiene mayor cabida por causa del poco


conocimiento que del concepto de acción se tiene en la
concepción romana. Es del caso recordar que la acción en el
derecho romano no respondía a un concepto unívoco; todos los
comentaristas del derecho procesal romano refieren a los
múltiples significados de la palabra actio: equivale a la totalidad
de un procedimiento: el de las actio legis compuesto por una serie
de acciones; puede significar también una parte de los actos de
esa serie en el antiguo régimen de las actio legis, aquella parte
del procedimiento que se desarrollaba ante el pretor, como fase in
ius, o mera fase formal del proceso. Actio, es también para los
romanos la fórmula, en el procedimiento formulario; esa
indicación que el pretor redactaba y en la cual condensaba los
extremos que debía decidir el iudex arbitro, al mismo que él
asignaba el conocimiento del fondo del asunto. Y es actio,
también la intentio o contenido de la fórmula. La actio para los
romanos es entonces una fase del procedimiento, o el mismo
derecho que se hace valer, o la fórmula (o una parte de esta, la
intentio: pretensión). Según la opinión más generalizada, la
acción, en sus primeros tiempos, se confundió con el hecho
mismo de acudir ante el pretor para pedir el nombramiento de
juez; posteriormente, consistió en la escogencia de la fórmula; y,
por último, en la comparecencia directa ante el magistrado en
procura de tutela jurídica.

La doctrina moderna en general, y pese a los matices de


importancia que le concedan, acepta la distinción entre los
conceptos de pretensión y de acción y en los modernos códigos
procesales, tanto civiles como penales, se alude expresamente al
término pretensión, como al acto de reclamo concreto, a la par
que de acción, como de derecho abstracto. Es mayoritaria la
doctrina en concebir la pretensión como una declaración de
voluntad, como un acto jurídico procesal, como la plasmación de
un querer que se formula como deprecación referida
concretamente a un derecho sustancial, ante el Estado, para que
reconozca o diga ese derecho contra un demandado, en la
sentencia favorable.

Como se decía, son CARNELUTTI y ROSENBERG los


constructores de la institución. CARNELUTTI define la pretensión
como la exigencia de que un interés ajeno se subordine al propio.
ROSENBERG, como la petición dirigida a obtener una declaración
susceptible de la autoridad de la cosa juzgada, de una
consecuencia jurídica que se caracteriza por la solicitud
presentada y en cuanto sea necesario por las circunstancias de
hecho propuestas para fundamentarla1.

El criterio moderno preponderante concibe la pretensión, no


como un derecho o poder, sino como un acto de voluntad, como la
manifestación de un querer, como algo que alguien hace, no que

1
QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría General del Proceso. Editorial
Temis S.A., 3° Edición, Bogotá, 2000. Pág. 256.
alguien tiene, es una manifestación de voluntad, no una
superioridad de ella según JAIME GUASP.

A propósito, es JAIME GUASP, en España, quien subsigue a


los sistematizadores citados, CARNELUTTI y ROSENBERG, a través
de su monografía La pretensión procesal, como el de más hondo
calado. Asimismo, señala que la introducción de la pretensión
dentro del derecho procesal ha sido tardía, por cuanto sostiene el
concepto de la pretensión es extraño a la antigua teoría y que lo
que hoy se conoce con tal nombre, se calificaba como derecho de
acción en sentido sustancial. Y agrega que la mentalidad civilista
con que se ha manejado el concepto “ha deformado de tal
manera su esencia que no podía llenar el papel que lógicamente
le estaba atribuido”.

Ahora bien, en la concepción de GUASP, la actividad


jurisdiccional es provocada por el ejercicio de un poder que en
realidad de verdad, ni por su naturaleza, ni por su contenido,
puede ubicarse con propiedad en el campo del derecho procesal.
Ese poder, la acción, aunque ciertamente es supuesto de la
actividad procesal, es previo a la misma y se encuentra por lo
tanto en los linderos del derecho procesal: para una consideración
rigurosamente procesal resulta necesario abandonar a la doctrina
del derecho civil o del derecho político el problema de si existe
frente a un particular o frente al Estado un derecho subjetivo a
que las reclamaciones judiciales sean atendidas, y concluye el
autor afirmando que lo importante es centrar, en cambio, el tema
en el estudio del acto al cual está condicionado el proceso, y como
nombre adecuado, GUASP le endilga el calificativo de pretensión
procesal. La misma, la define como la declaración de voluntad en
la que se solicita una actuación del órgano jurisdiccional frente a
persona determinada y distinta del autor de la declaración.

Porque los símiles contribuyen a la inteligencia de conceptos


especialmente teóricos, permítasenos uno para explicar cómo el
derecho sustancial conflictivo que al someterse al proceso es
litigio, encuentra su expresión procesal en el concepto de la
misma naturaleza procesal que es la pretensión: es como si la
norma sustancial violada se reflejara en un espejo y entrara al
proceso como ese reflejo, instituido ya como entidad con
autonomía conceptual o lógica, con una naturaleza nueva, la que
corresponde a los institutos del derecho procesal. El litigio que es
el derecho sustancial sometido al proceso, se ofrece en el mismo
como la pretensión procesal.

2.- NOCIÓN DE PRETENSIÓN:

El profesor español Jaime GUASP, sostiene que el concepto


de acción debe ser elaborado fuera del ámbito del derecho
procesal; su lugar en esta disciplina ha de ocuparlo el concepto de
pretensión a la que define como:

“Una declaración de voluntad, en la que se solicita una


actuación del órgano jurisdiccional frente a persona determinada
y distinta del autor de la declaración”2.

Asimismo, siguiendo a DEVIS ECHANDÍA puede definirse la


pretensión así: “el efecto jurídico concreto que el demandante (en
los procesos civiles, laborales y contenciosos-administrativos) o el
querellante o denunciante y el Estado a través del juez o del
fiscal, según el sistema vigente (en los procesos penales),
persiguen con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al
demandado (si lo hay) o al imputado y luego procesado”3.

Ahora bien, definido la pretensión, es conveniente estudiar


su naturaleza y objeto, ya que esta noción interviene en el estudio
de institutos procesales tan importantes como los de la demanda,
2
BACRE, Aldo. Teoría General del Proceso. Tomo I. Editorial Perrot, Buenos Aires,
1986. Pág. 289.
3
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría general del proceso. Editorial Universidad, 3°
edición, Buenos Aires, 2004. Pág. 213.
cosa juzgada, litis pendentia, excepción, congruencia,
acumulación de procesos y peticiones en una misma demanda.

Si el actor no tuviera una pretensión por satisfacer mediante


el proceso, seguramente no ejercería la demanda para iniciarlo,
ya que él persigue siempre un fin concreto en su interés y no una
declaración abstracta y teórica acerca de contenido de la ley
material. Como ese fin material que persigue el actor no es el fin
de la acción, como oportunamente lo estudiamos, puede resultar
fallido el primero por serle desfavorable la sentencia, no obstante
que el segundo se satisface a cabalidad al culminar el proceso con
ella. Pero cuando contemplamos la demanda en su entidad
propia, aparece inevitablemente la pretensión como el fin
concreto que el demandante persigue, es decir, las declaraciones
que se pretende se haga en la sentencia; esa pretensión es, por lo
tanto, el petitún de la demanda, lo que se pide en ella que sea
reconocido o declarado en la sentencia a favor del demandante.
Desde este punto de vista puede hablarse de pretensión, en
sentido lato, tanto en procesos contenciosos como en los de
jurisdicción voluntaria; pero existe una diferencia fundamental en
los dos casos, porque mientras en los primeros esa pretensión va
encaminada a obtener la satisfacción de un interés propio
mediante la supeditación de un interés ajeno (el del demandado),
en los segundos se persigue tan sólo el requisito de la declaración
para delimitar o ejercitar o satisfacer el interés personal, con
prescindencia de vincular con ella la voluntad o el interés de otra
persona.

Téngase bien en cuenta que la acción debe ser ejercida por


el demandante para poder hacer valer la pretensión en el
proceso; pero esta no es fundamento, ni la causa de aquella, ni
forma parte de ella. Las dos nociones se distinguen radicalmente.

3.- PRETENSIÓN MATERIAL Y PRETENSIÓN PROCESAL


MONROY GÁLVEZ, señala que al ser abstracto, el derecho de
acción carece de existencia material: es sólo un impulso de exigir
tutela jurisdiccional al Estado. Sin embargo, es cierto también que
realizamos tal actividad cuando tenemos una exigencia material y
concreta respecto de otra persona o de otro sujeto de derechos,
es decir, cuando tenemos un interés con relevancia jurídica
respecto de un bien tutelado, que es resistido por otro4.

El acto de exigir algo – que debe tener por cierto la calidad


del caso justiciable, es decir, relevancia jurídica – a otro antes del
inicio de un proceso se denomina pretensión material. La
pretensión material no necesariamente es el punto de partida de
un proceso. Así, es factible que un sujeto interponga una
demanda sin antes haber exigido a la persona que ahora
demanda, la satisfacción de la pretensión. Por otro lado, tampoco
lo es porque puede ocurrir que al ser exigida la satisfacción de
una pretensión material, ésta sea cumplida por el requerido. En
consecuencia, puede haber pretensión material sin proceso y
proceso sin pretensión material.

Veamos el siguiente ejemplo: concluido un contrato de


arrendamiento, el propietario le solicita al arrendatario la
devolución del predio. Sin embargo, este último le solicita un
plazo mínimo para entregarle el bien. Si transcurrido este plazo el
arrendatario devuelve el predio al propietario, no se habrá
producido un conflicto de intereses, dado de la pretensión
material del propietario fue satisfecho primariamente.

Adviértase que en el contrato se pactó un plazo que el


sistema jurídico con cede al que tenga un plazo vencido a su
favor, la facultad de exigir judicialmente el cumplimiento de la
prestación pendiente. Sin embargo, si bien no esta previsto en el
derecho positivo, el propietario requirió previamente al
arrendatario el cumplimiento de la prestación sin necesidad de

4
MONROY GÁLVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. Editorial Communitas, 3°
Edición, Lima, 2009. Pág. 498.
recurrir a los tribunales. Este acto de exigir la satisfacción de un
interés con relevancia jurídica de manera extra judicial es la
pretensión material.

Refiriéndose a la pretensión material, y tomando


como ejemplo un préstamo de dinero, RAMÍREZ ARCILA
expresa:

“Al hacer la reclamación o petición directa, al cobrar


directamente el dinero al deudor, el acreedor está
ejerciendo una pretensión, la pretensión de que se le
pague su dinero .De esta pretensión no podemos decir que
sea genérica, porque se trata de un caso concreto.
Tampoco podemos decir que sea procesal, porque para
nada a intervenido el proceso .Y como se trata de una
intervención directa de la cual se a ejercido una
pretensión, para llamarla de alguna forma, unos le dicen
material, otros sustancial, otros civil. Esta es, pues, la
pretensión material, sustancial o civil, y es una pretensión
que, como puede verse, tiene sujetos: sujeto activo y
sujeto pasivo ,el acreedor y el deudor ;tiene objeto ,que es
el dinero que se reclama, y tiene causa, que es el contrato
de préstamo”5.
Sin embargo, cuando la pretensión material no es satisfecha
y el titular de ésta carece de alternativas extrajudiciales para
exigir o lograr que tal hecho ocurra, entonces solo queda el
camino de la jurisdicción. Esto significa que el titular de una
pretensión material, utilizando sus derecho de acción, puede
convertirla –sin necesidad de hacerla desaparecer –en pretensión
procesal, la que no es otra cosa que la manifestación de voluntad
por la que un sujeto de derechos exige algo a otro a través del
Estado, concretamente utilizando sus órganos especializados en la
solución de conflictos, llamados también jurisdiccionales.

5
MONROY GÁLVEZ, Juan. Ob. Cit. Pág. 500.
Nótese que la pretensión procesal difiere sustancialmente de
la pretensión material. A pesar de la homogeneidad de sus
contenidos, los niveles de exigencia de su cumplimiento son
distintos, los niveles de exigencia de su cumplimiento son
distintos. El titular de una pretensión material goza de una amplia
libertad en el ejercicio de su exigencia puede enviar una carta
notarial, requerir el cumplimiento a viva voz, en fin. No estamos
diciendo que puede hacer lo que quiera, porque sabemos que eso
no es posible en un estado de derecho, solo afirmamos que tiene
muchas más alternativas de exigibilidad que el titular de una
pretensión procesal, ergo, un demandante, dado que este debe
regular su conducta a lo que las normas procesales prescriben.

A pesar de lo expresado, la definitividad (autoridad de la


cosa juzgada) y la coercitividad propias de las jurisdicción, le
otorgan a la pretensión procesal privilegios de los cuales la
exigencia privada carece. Ésta es la razón además de su
trascendencia social.

4.- CARACTERES DE LA PRETENSIÓN:

Basados en la definición propuesta por GUASP, extraemos


los siguientes caracteres de la pretensión:

a) Constituye un acto, no un derecho, es algo que se hace, no

algo que se tiene. Ello no quiere decir que el acto no suponga


la manifestación de un poder (a veces, incluso, de un deber)
atribuido a una persona, pero sí que este poder es previo y
distinto de la actividad por la que se pretende. Nada impide
que el objeto del proceso esté integrado por un simple acto,
pues el acto no es sólo la pura mutación de realidad que se
agota en un instante, sino también el evento o situación final
que produce; y esta situación permanente, que engendra la
pretensión como acto, es la que constituye el objeto del
proceso.
b) Debe interponerse frente a una persona distinta del autor de

la reclamación, pues en la base de aquélla se encuentra


siempre un conflicto que, como tal, enfrenta por lo menos a
dos protagonistas. En esta circunstancia se diferencia la
pretensión de otras peticiones que pueden formularse en el
curso del proceso, y, particularmente, de la petición
extracontenciosa que constituye el objeto de los procesos
voluntarios.

c) Configura una declaración de voluntad petitoria: No se trata

de una declaración de voluntad afín a las que conoce el


derecho civil, es decir, de un negocio jurídico, sino de una
declaración petitoria de naturaleza pública. En este aspecto
media, además, una diferencia fundamental entre la
pretensión procesal y la denominada pretensión substancial,
pues mientras la primera constituye un acto que tiene por
destinatario al juez, la segunda se halla configurada como una
facultad o derecho de exigir el cumplimiento de una
prestación, y sólo es susceptible de actuarse contra el sujeto
pasivo de la respectiva relación material.

d) Debe contener una afirmación de derecho: Que la avale,

determinada por una situación de hecho, con prescindencia de


que tal afirmación coincida o no con el ordenamiento jurídico
vigente.

5.- NATURALEZA JURIDICA DE LA PRETENSIÓN:

a) En los procesos civiles, contenciosos – administrativos y


laborales.

En un sentido restrictivo, la noción de pretensión está


vinculada en estos procesos a la demanda contenciosa, como
declaración voluntaria del demandante para que se sujete o
vincule al demandado en determinado sentido y para ciertos
efectos jurídicos concretos mediante una sentencia. Pero también
en el proceso de jurisdicción voluntaria, se formula una
pretensión, puesto que se persigue un efecto jurídico
determinado. El contenido y alcance de esta declaración de
voluntad varían, en primer término, según la clase de acción y de
proceso (declarativo puro, de declaración constitutiva, de
condena, de ejecución, mixto) y en segundo lugar, según la
múltiple variedad del objeto y del contenido de la declaración que
en cada uno de estos tipos de proceso puede conseguirse. En ese
doble sentido puede elaborarse una clasificación de las
pretensiones, como luego veremos.

Esa pretensión está dirigida siempre a la contraparte o


demandado, para que frente a él se reconozca y declare. En las
demandas de condena y en las ejecutivas puede decirse que la
pretensión va dirigida contra el demandado, porque se trata de
imponerle o de hacerle cumplir una prestación; pero en las
declarativas y de declaración constitutiva se persigue vincularlo a
los efectos jurídicos de la pretensión, sin imponerle prestación
alguna, y por esto es más apropiado decir que la pretensión se
formule frente al demandado y no contra él (además puede estar
de acuerdo con ella)

Se trata, por tanto, de una declaración o manifestación de


voluntad del demandante, para perseguir un efecto jurídico a su
favor; pero sin que esto signifique que éste pretenda someter a su
voluntad al demandado, porque la sujeción de éste y la obligación
emanan de la sentencia, esto es, de la declaración del juez, como
representante del Estado.

Objeto de la pretensión es lo que se pide en la demanda que


en los procesos contenciosos se identifica con el objeto del litigio,
que no es la cosa material sobre que versa, sino la relación
jurídica o el derecho material que se persigue y que puede variar
respecto de una misma cosa (por ejemplo, puede ser el dominio, o
la simple tenencia)

La pretensión comprende el objeto del litigio (la cosa o el


bien y el derecho que se reclama o persigue) y la causa jurídica
que sirve de fundamento a esta petición. Si cambian aquellos o
ésta, la pretensión varia necesariamente, lo que es fundamental
para la determinación del contenido de la cosa juzgada, de la
sentencia congruente y de la litis pendentia. De este modo, en un
sentido procesal riguroso, el objeto litigioso no se confunde con la
pretensión, sino que es objeto de ésta, y es un error identificar los
dos términos, porque sobre un mismo objeto litigioso pueden
existir pretensiones diversas o análogas, pero con distinto
fundamento o causa, y esto las diferencia claramente (por
ejemplo, se pretender el dominio de una cosa por haberla
comprado, prescripto o heredado, etc. o su sola tenencia)

Muy diferente es la llamada pretensión civil extraprocesal,


que consiste en reclamar directamente de un apersona una cosa o
la ejecución de un acto o el reconocimiento de una situación o
relación jurídica.

Al paso que la pretensión procesal se formula frente al


demandado o contra el mismo, pero por conducto del juez, quien
la debe examinar, calificar y declarar o rechazar, según el caso, la
pretensión civil extraprocesal se formula directamente al
particular. Por eso mismo el objeto de la pretensión procesal no se
identifica con el objeto del derecho material que el demandante
declara tener, porque intencional o erradamente, se puede
reclamar algo distinto a lo que se tiene derecho, que no
corresponde al derecho material que pueda tener bien sea en
cantidad, bien en calidad e inclusive en identidad física o jurídica.
Por ejemplo, el derecho material puede tener por objeto una suma
de pesos o una prestación determinada o una cosa o cuerpo
cierto, y el demandante pretende mayor cantidad u otra
prestación o cosa distinta, casos en los cuales la sentencia le será
adversa parcial o totalmente.

Por consiguiente, la pretensión procesal puede estar


respaldada o no por un derecho, lo que significa que pueden
existir pretensiones fundadas e infundadas. Igualmente, puede
existir un derecho en cabeza de alguien y estar vulnerado o
desconocido y, sin embargo, su titular puede no pretender su
eficacia o ejercicio, por indiferencia o ignorancia; lo que
demuestra que también puede existir un derecho sin pretensión.
Así, pues, la pretensión no es un derecho, sino un simple acto de
voluntad, para el cual no se requiere más que su manifestación o
exteriorización mediante la demanda, en la cual se ejercita,
además, el derecho de acción.

b) En el proceso penal.

También en el proceso penal tiene aplicación el concepto de


pretensión y es clara la diferencia con la acción.

La pretensión penal es el acto de voluntad mediante el cual


un particular, un funcionario público, o el Estado a través del juez
penal que inicia oficiosamente la investigación y el progreso, pide
la sanción o la medida de seguridad para un determinado
imputado o sindicado, por razón de un hecho también
determinado; está dirigida contra éste (de la misma menara que
contra el demandado) y no contra el juez, ni siquiera frente al
juez, sino apenas por conducto del juez que tiene el poder
jurisdiccional para darle curso si reúne los requisitos procesales
necesarios para ello.

El Estado tiene, indudablemente, el derecho subjetivo


constitucional de imponer penas, medidas de seguridad y
tratamientos de rehabilitación a las personas que en su territorio
se coloquen en determinadas situaciones; es parte de su derecho
de jurisdicción.
La acción penal insta únicamente la iniciación del proceso
penal y su tramitación hasta la sentencia; la pretensión penal
busca “el sometimiento de alguno a la pena”, como explica
Carnelutti, de la misma manera como la pretensión civil persigue
el sometimiento de alguien a la declaración judicial solicitada en
la demanda. Pero la pretensión punitiva formulada oficiosamente
por el juez en representación del Estado persigue únicamente la
sentencia justa que resuelve sobre ella, al paso que la pretensión
civil y la penal que ejercita el querellante en su querella o la
víctima del delito o sus herederos en su denuncia (que es
pretensión punitiva penal si se acusa a determinada persona),
persiguen la sentencia favorable al demandante o condenatoria
del imputado, respectivamente. Debe hacerse esta diferencia en
materia penal.

La acción penal puede ser ejercitada sin señalar ningún


imputado o sindicado, es decir, sin que se mencione a nadie como
sospechoso de ser el autor del delito, pues basta con pedir que se
inicie la investigación sumarial para investigar el ilícito
denunciado; la pretensión penal no se concibe sin que esté
dirigida contra una o varias personas que deben ser señaladas
como autores o simples sospechosos de ser los autores, cómplices
o encubridores del delito. Por esta razón, no se concibe el ejercicio
de la pretensión penal, sin que se formule una imputación o
sindicación contra alguien.

Pero hay dos clases de imputación y por tanto dos


momentos procesales para el ejercicio de la pretensión penal: la
inicial que se formula en la denuncia, querella o instancia
formulada ante el juez de la causa o el investigador (según el
sistema legal que rija sobre este punto), que acompaña a la
acción penal propiamente dicha (como la pretensión civil
ejercitada en la demanda); la posterior, que se contiene en la
providencia judicial que pone fin al sumario o la instrucción e
inicia el proceso penal propiamente dicho, que en Colombia se
denomina “auto de proceder”. La última es la imputación
definitiva que el Estado (ya no el denunciante o querellante) le
formula al imputado o sindicado y por tanto es la pretensión
punitiva del Estado contra aquél: la primera puede ser calificada
de imputación y pretensión provisional.

Para los efectos de la sentencia se debe considerar


únicamente la pretensión definitiva del Estado, contenida en ese
“auto de proceder” (de ahí la necesaria congruencia que debe
existir entre aquélla y éste), o en la acusación fiscal según el
sistema vigente en cada país.

Mientras que no se concibe la acción penal ejercitada por el


propio juez o por el fiscal que inicia la investigación, ni, por el juez
que de oficio inicia el verdadero proceso o sea el juzgamiento o la
causa, es el lógico y jurídicamente aceptable el concepto de
pretensión penal oficiosamente ejercitada por dicho juez, o por el
fiscal investigador; según el sistema legal vigente, en
representación del Estado, cuando de oficio inicia la investigación
sumarial y señala un imputado o sindicato a quien puede detener
provisionalmente y llamar a indagatoria o declaración, porque a
diferencia de lo que ocurre con la acción, la pretensión está
dirigida contra sindicato o imputado, como ya lo hemos dicho.
Entonces tenemos la formulación provisional de la pretensión
punitiva por el Estado a través del juez o fiscal contra el sindicato
o imputado, mediante el ejercicio oficioso de la jurisdicción (sin
que nadie ejercite la acción). Es una importante diferencia entre el
proceso penal y el civil. Y cuando el juez (en el sistema inquisitivo)
dicta el auto de proceder, formula la pretensión punitiva definitiva
del Estado contra el procesado, e igual hace en el sistema
acusatorio el fiscal en el acto de la acusación, y ambos pueden
proceder de oficio.

La oposición del sindicato o imputado, luego procesado, y


sus defensas, se dirigen precisamente contra la pretensión penal
que contra él se ha formulado; no contra la acción propiamente
dicha (a menos que se alegue la falta de un presupuesto procesal
para su ejercicio y se considere este como una defensa en sentido
lato). Más adelante estudiaremos este punto.

También aparece el ejercicio de la pretensión en la demanda


de la parte civil o persona lesionada con el delito, para que en el
mismo proceso penal se condene al imputado o sindicato
responsable a pagar la indemnización de perjuicios. Entonces
existe una demanda idéntica a la formulada en el proceso civil,
que contiene acción y pretensión.

Pero hay una diferencia muy importante entre la pretensión


de la demanda de parte civil y la pretensión punitiva del Estado:
aquella persigue sentencia condenatoria, con la imposición
adicional de una indemnización de perjuicios (en lo cual resulta
favorable a esa parte civil) y esta únicamente sentencia justa,
como hemos dicho.

6.- ELEMENTOS DE LA PRETENSIÓN: OBJETO Y RAZÓN:

La pretensión tiene dos elementos esenciales: su objeto y su


razón; es decir, lo que se persigue con ella, y la afirmación de
que lo reclamado se deduce de ciertos hechos que coinciden con
los presupuestos facticos de la norma jurídica cuya actuación se
pide para obtener esos efectos jurídicos. De ahí que en la
demanda se exige indicar lo que se pide y los fundamentos de
hecho y de derecho de la petición, y que la imputación penal debe
fundarse también en los hechos constitutivos de responsabilidad.

Es decir: el objeto de la pretensión lo constituye el


determinado efecto jurídico perseguido (el derecho o relación
jurídica que se pretende o la responsabilidad que se imputa al
sindicato), y por lo tanto, la tutela jurídica que se reclama, la
razón de la pretensión es el fundamento que se le da, y se
distingue en razón de hecho y de derecho, o sea el conjunto de
hechos que constituyen el relato histórico de las circunstancias de
donde se cree deducir lo que se pretende y la afirmación de su
conformidad con el derecho en virtud de determinadas normas de
derecho material o sustancial ( en lo civil, comercial, laboral y
contencioso- administrativo) o el hecho ilícito que ha lesionado
tanto el orden jurídico como los derechos subjetivos de la víctima
y de sus causahabientes ( en lo penal).

La razón de la pretensión se identifica con la causa petendi


de la demanda, con los hechos en que se vasa la imputación
formulada al sindicado, o sea a la causa imputandi.

El juez debe resolver sobre ambos elementos, sea para


acceder a lo pretendido o para rechazarlo. Si encuentra que existe
la conformidad que se reclama entre los hechos, el derecho
material y el objeto pretendido, reconocido o declara las
consecuencias jurídicas que en las peticiones o imputaciones se
precisan; o las niega, en la hipótesis contraria. Esas
consecuencias o conclusiones no son el fundamento de la
pretensión, sino su objeto, de la misma manera que los hechos
constituyen su fundamento y no su objeto.

Entre el fundamento o razón de hecho y de derecho existe


una diferencia fundamental en los procesos civiles, laborales y
contencioso-admistrativos; al paso que el primero debe ser
formulado necesariamente por el demandante y vincula al juez
(con las limitaciones y requisitos); el segundo puede y debe ser
aplicado por el juez oficiosamente y por eso su variación no
significa la de la pretensión misma ni la del objeto litigioso, por lo
cual para que la pretensión prospere basta que el juez encuentre
la conformidad entre su fundamento de hecho y el ordenamiento
jurídico, sin que importe que ello se deba a las normas materiales
citadas por el demandante o a otras que aquel conoce y aplica
oficiosamente. En lo penal, los fundamentos de hecho pueden ser
afirmados por el juez y por el fiscal (según el sistema legal), de
oficio, lo mismo que los fundamentos de derecho, existe esta otra
diferencia en materia penal.

De lo anterior se deduce que el problema de la identidad de


las pretensiones procesales, para efectos de la litis pendentia y la
cosa juzgada, lo mismo que para la determinación de la
congruencia de la sentencia, se vincula a las peticiones u objeto
de la pretensión y a los fundamentos o la razón de hecho o causa
petendi o imputandi, y no a las normas jurídicas materiales
invocadas en la demanda y en la denuncia o la causación penal.

La pretensión puede tener como fundamento hechos que


constituyan no solo relaciones jurídicas sustanciales, sino también
procesales, pero en el sentido de que puede tener por objeto
satisfacer un derecho otorgado en un proceso anterior, como el
pago de costas judiciales o de honorarios de peritos, etc.

Como toda demanda contiene una pretensión (inclusive la


que indica un proceso de jurisdicción voluntaria), siempre aparece
en ella una razón para sustentarla. Pero esto no significa que la
razón tenga ser cierta y eficaz, pues de lo contrario la sentencia
tendría que resultar en todos los casos favorables al demandante.
Esto nos lleva a la necesidad de distinguir dos clases de razones
de la pretensión: razón cierta y eficaz, y razón aparente e
ineficaz. Por eso puede aparecer en la demanda debidamente
enunciada la causa petendi, en sus respectivos fundamentos de
hecho, aunque la pretensión no esté de acuerdo con el derecho, y
por eso la sentencia resultará desfavorable al demandante.
Además, como regla general, para que los hechos sean ciertos en
el proceso, no basta que estén de acuerdo con la realidad, sino
que es indispensable su prueba.

Igual ocurre en la pretensión penal: los hechos que le sirven


de fundamento, pueden ser o no ser ciertos en el segundo caso su
razón resultara aparente o ineficaz, por lo cual deberá absolverse
al procesado u ordenarse cesar el procedimiento sin llegar a la
acusación del fiscal en el nuevo sistema o al auto de preceder o
procesamiento del sistema anterior.

Lo anterior conduce a que, como ya dijimos, la pretensión


pueda ser fundada o in fundada; esta si la razón es aparente o in
eficaz, o si no se prueban los hechos en que se basa.

7.- ESTRUCTURA DE LA PRETENSIÓN PROCESAL

Responde el tema a la pregunta acerca de la esencia


inmanente de la pretensión procesal. Para encontrar una
respuesta se analiza, como lo hace GUASP, la estructura y la
función del instituto. Su modo de ser y su modo de operar. Por lo
que respecta a su estructura, cabe anotar que la pretensión
puede descomponerse en: el elemento subjetivo, el elemento
objetivo, y el elemento causal. GUASP alude a un elemento que
denomina actividad.

a) Elemento subjetivo.

Se entiende por tal los entes personales que figuran como


titulares, aunque en grado diferente, de las conductas humanas
significativas que llevan consigo toda pretensión procesal. El
elemento subjetivo de la pretensión procesal no es único sino
múltiple: por una parte, se yergue quien formula la pretensión: el
pretensionante. Sin embargo, y como toda pretensión procesal es
un concepto nacido de la coexistencia del hombre, es preciso que
quien reclama lo haga frente o contra alguien, que dirija su
reclamo hacia algún otro miembro de la comunidad; esta
alteridad elige así a la persona a quien se llama a resistir la
pretensión, en términos carneluttianos, al resistente.

A esta inicial dualidad de sujetos es preciso agregar la


presencia de un tercero: el destinatario de la pretensión. Un
tercero supraordenado a las partes, al cual la ley confiere la
función de recibir las pretensiones de los otros sujetos y de
proceder de acuerdo con la norma procesal al camino de su
satisfacción. Es el juez, el Estado-juez.

De esta manera, en toda pretensión procesal hay tres


sujetos: el sujeto activo o persona que formula la pretensión; el
sujeto pasivo o persona frente o contra quien e formula la
pretensión, y el destinatario o persona ante quien se formula la
pretensión. El pretensionante y el resistente, quien formula la
pretensión y quien la resiste, son los sujetos coordenados de la
pretensión; el juez es el sujeto supraordenado.

b) Elemento objetivo.

Se comprende como tal “el sustrato material sobre el cual


recaen las conductas humanas, integrando así el soporte básico,
ubicado como trascendente, de cada persona actuante y de cada
actuación personal”.

En toda pretensión procesal tiene que existir, por fuerza, un


quid sustancial, como centro al cual se refieran los sujetos y las
actividades que despliegan los sujetos de la pretensión. Ese quid
sustancial es el objeto, el cual se constituye, también en términos
de CARNELUTTI, por un bien de la vida. Por una materia apta por
su naturaleza para satisfacer necesidades o conveniencias
objetivamente determinables de los sujetos coordinados en la
pretensión. Es el bien litigioso, el mismo litigio, así expresado
como reclamo y al cual alude gran parte de la doctrina como al
objeto litigioso. Un bien de la vida puede ser una cosa corporal o
una conducta de otra persona. No hay diferencia alguna en
cuanto al tratamiento de la pretensión por la variedad de estos
dos tipos de objetos.

Toda pretensión recae, pues, sobre un bien determinado;


tiene así por objeto un elemento no personal, de derecho
sustancial, que idealmente se configura como susceptible de
constituir el objeto de una relación jurídica sustancial. El objeto es
lo pedido, lo reclamado: que se declare que soy hijo de Pedro: la
filiación es el objeto. Que se condene a Pedro a que me restituya
la casa de Huancayo: la conducta de Pedro de restituirme la casa
de Huancayo es el objeto en el cual a la vez distingo un objeto
mediato y uno inmediato: la conducta y la casa. Que se constituya
el estado de divorcio: el divorcio es el objeto.

c) La actividad.

Es el tercer elemento que enlista GUASP y que él denomina


el elemento modificativo de la realidad. Esa actividad está
constituida por el hecho de que los titulares de la pretensión, al
ocuparse del objeto de la misma, determinan con su conducta una
modificación de la realidad.

Para mantenerse en la idea que corresponde a la esencia de


la pretensión, es preciso entender esa actividad, no como una
manifestación afectiva, o emocional, o psicológica, de quien
formula, y tampoco como una declaración intelectual o de ciencia.
Doctrinariamente e predica que es una declaración de voluntad
con un significado peculiar y propio: el de contener una petición
fundada para ser debatida entre los sujetos que en ella
intervienen y acerca del objeto sobre el cual recae.

 Petición. Una declaración de voluntad puede asumir


cualquiera de estos dos modos de ser: ir deprecativamente
hacia otros elementos externos y entonces aparecer como una
manifestación peculiar de una petición, o mostrarse como una
resolución.

Las declaraciones de voluntad del juez en el proceso son


resoluciones. La pretensión procesal es una declaración
petitoria. Una declaración que como voluntad que se
exterioriza, encuentra todo su sentido en la solicitud o reclamo
dirigido a otros elementos personales: al resistente y al juez,
buscando la realización de un cierto contenido de naturaleza
sustancial: el objeto de la pretensión.
 Jurídica. Esa petición debe constituirse con elementos de
derecho sustancial, d ninguna manera ajenos al mundo jurídico
y ni siquiera pertenecientes al universo procesal. Por eso tiene
que traducirse como una petición jurídica sustancial. Una
petición comprensible a la luz del derecho sustancial, con
sentido dentro de este ámbito y destinado a tener alguna
función en él.

La petición que encierra toda pretensión procesal es siempre


una declaración de voluntad que solicita o depreca que se
haga algo jurídico sustancial: que se operen o manejen
situaciones de estricto derecho sustancial. Si alguien aspira a
la declaración jurisdiccional de que es más alto que su
contrario, evidentemente no formula una pretensión procesal.

 Fundada. La actividad se define así por GUASP como una


petición jurídica fundada: significando la última cualificación
que la petición invoca un fundamento, sea este auténtico o no.

El fundamento de la pretensión procesal no es un motivo


invocado o no, sino los acontecimientos de la vida en que se
apoya quien la aduce, no para justificarla, sino simplemente
para acotarla, para delimitar de un modo exacto el trozo
concreto de realidad al que la pretensión se refiere: lo que
permite al juez previamente conocer cuál ámbito particular de
la vida es el que la pretensión busca asignarse; la invocación
del fundamento opera no como justificante, sino como
individualizante de la pretensión misma. El titular de la
pretensión cumple una primera tarea en la individualización de
aquella, al delimitarla describiendo no una situación abstracta
ideal, sino refiriendo unos hechos concretos de la vida, hechos
que son los fundamentos de la pretensión, no como cimientos
en que descanse, sino como muros que la delimiten.

Esta idea que GUASP involucra en su concepto de actividad y


que así cualifica como de actividad fundada, dice relación
ciertamente al elemento causal. Entiéndase el elemento causa
como algo inherente al concepto esencial mismo, no como
algo que esté por fuera de él. Por eso, para GUASP, causa es
fundamento, contorno fáctico, hecho de la vida que da
concreción a la pretensión.

d) La “causa petendi”

Este elemento de la fundamentación es el que algunos


doctrinantes denominan causa petendi, pero también es preciso
advertir que, alejándose de GUASP como también de ROSENBERG
y CARNELUTTI, como luego se verá, un sector de la doctrina
involucra en la causa petendi también los fundamento de
derecho, el derecho. CARNELUTTI llama la atención sobre la razón
de la pretensión, pero la aísla, la independiza perfectamente de la
pretensión misma, y como razón, distingue la de hecho y la de
derecho. Por lo que concierne a la razón de la pretensión, como
razón de derecho expresa: “Una pretensión tiene razón en cuanto
una norma o precepto jurídico establece la prevalencia del interés
que es el contenido de la pretensión. Puede así colegirse que la
razón de derecho de la pretensión es la afirmación de la
conformidad de la pretensión con el derecho objetivo. Es la
afirmación de tutela que el orden jurídico concede al interés del
cual se exige su prevalecimiento; de un interés que se afirma
como derecho. La afirmación de la conformidad con el derecho
sustancial supone distinguir en la razón dos elementos: los
motivos que son los hechos jurídicos que sostienen la pretensión,
y las conclusiones: indicación de los efectos correspondientes.

Por lo demás, la pretensión se distingue también del derecho


sustancial puede haber pretensión sin derecho y derecho sin
pretensión y junto a la pretensión infundada existir el derecho
inerte (expresión también carneluttiana).

8.- FIN DE LA PRETENSIÓN:


En los procesos civiles, laborales y contencioso –
administrativo, el fin de la pretensión es la tutela del interés
particular del pretendiente, puntualizado en la demanda,
mediante sentencia favorable; en los procesos penales, cuando la
ejercita el particular ofendido, sea querellante o denunciante, ese
fin es la declaración de responsabilidad del imputado, mediante
sentencia condenatoria, pero cuando la pretensión o imputación
es ejercitada por el Estado, a través del juez o fiscal, su fin es de
interés general en el mantenimiento del orden jurídico, mediante
sentencia justa (es decir, en último caso el fin de la pretensión se
identifica con el de la acción)

Cuando la imputación la formula el ministerio publico o


fiscal, su fin es el mismo que cuando la formula el juez; pero el
ejercicio de la acción penal por aquel funcionario cuando le pide al
juez que inicie la investigación y/o el proceso o juicio, es diferente
a la formulación de la imputación o pretensión punitiva, aun
cuando se ejerciten simultáneamente y en el mismo acto como
ocurre con la acción y la pretensión en la demanda.

9.- EFECTOS DE LA PRETENSIÓN:

Como ya hemos visto, la pretensión, en sus dos elementos


(objeto y razón de hecho y derecho) delimita el alcance y sentido
del litigio, del proceso y de la cosa juzgada, y sirve para
determinar cuántos hay litis pendencia, cuando procede la
acumulación de procesos por identidad del objeto y la objetiva
(mal llamada de acciones) en una demanda, lo mismo que para la
eficacia de los recursos que por tal motivo se interpongan contra
ella.

La pretensión y las excepciones o defensas que el


demandado o sindicado oponga, son el objeto del proceso en el
sentido de que la sentencia debe resolver sobre ellas.
La reforma de la pretensión equivale a la de la demanda en
parte sustancial, sea en su objeto o respecto a su sujeto (si
cambia completamente el sujeto activo se necesita una nueva
demanda en proceso separado, por no ser admisible una simple
reforma; pero puede cambiar parcialmente con la supresión de
uno de los demandantes o de la inclusión de otro). Distinto es el
caso de la cesión del derecho litigioso en que un tercero entre el
proceso a ocupar el lugar de la parte cedente, porque entonces la
pretensión sigue igual y la sentencia debe resolver sobre ella tal
como en la demanda aparece, sin que la litis contestatio sufra
modificación alguna. Se presenta entonces la transmisión de la
pretensión, pero no se la reforma. Lo mismo ocurre en los casos
de sucesión de una parte por sus herederos por causa de muerte
o disolución si es persona jurídica. En el proceso civil a la
indemnización a la parte perjudicada con el delito y su reforma
varia la demanda, y la reforma de la pretensión penal ocurrirá
cuando se modifique la imputación.

No creemos que la terminación del proceso se determine por


la extensión de la pretensión, porque nos parece que ello es
efecto del derecho de acción. Si el demandante abandona todo
interés en la pretensión y toda actividad en el proceso, este
continua, sin embargo, o permanece inactivo, pero subsiste
mientras no se produce la sentencia ejecutoriada, el desistimiento
o la perención también llamada caducidad. En estos dos casos el
proceso termina porque concluyen los efectos de la acción, que es
en realidad de la que se desiste y la que caduca temporal o
definitivamente. La renuncia a la pretensión o su satisfacción
voluntaria por el demandado o su extinción por cualquier motivo,
tienen que ir acompañadas de la renuncia a la acción (el
desistimiento) para que el proceso concluya.

10.- LA OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN:


Frente a la pretensión del demandante, el demandado puede
asumir diversas actitudes, y la más frecuente es la de oponerse a
ella. Lo mismo ocurre al sindicado o imputado frente a la
pretensión penal. Son las mismas actitudes que como vimos
puede asumir para el ejercicio del derecho genérico de defensa.
Esto conduce al estudio del derecho de contradicción y de las
nociones de defensa y excepción.

11.- DIVERSAS CLASES DE PRETENSIONES:

Las pretensiones pueden clasificarse, lo mismo que los


procesos y las acciones, en declarativas puras, de declaración
constitutiva, de condena, ejecutivas, cautelares y mixtas. Dentro
de cada clase pueden, a su vez, distinguirse según el derecho
material que se pretende o ejercita y así, en materia civil, puede
hablarse de pretensiones reivindicatorias, de estado civil, puede
hablarse de pretensiones reivindicatorias, de estado civil,
posesorias, de herencia, de ejecución para obligaciones de hacer
o dar o entregar o no hacer, divisorias, de alimentos, etc., y en
materia penal pueden distinguirse pretensiones punitivas de
privación de la libertad o de la vida o de imponer otras penas o
medidas de seguridad.

Como dijimos al estudiar la clasificación de las acciones


(véaseme núm. 110), es frecuente utilizar indebidamente este
término para identificar el derecho material que se quiere
proteger, seguido a veces del nombre de ese derecho o de
calificativos que en el derecho material tienen un significado
propio (así se habla de acción reivindicatoria, de estado civil, de
perjuicios, de resolución o rescisión de contratos, etc.) ; o para
distinguir la naturaleza de ese derecho material ( así se habla de
acciones reales, o personales, muebles o inmuebles, renunciables
o irrenunciables, cesibles y transmisible o no); o para referirse a la
actitud del demandante frente a la cuestión discutida (entonces
se dice que la acción es afirmativa o negativa, confirmatoria o
negatoria defensiva o persecutiva). Pues bien en todos estos
casos se trata de la clasificación de las pretensiones. Siempre que
se usa el término acción en un sentido material o no procesal, se
hace referencia a la pretensión que en la demanda se contiene,
como el número citado lo explicamos.

De este modo, la clasificación de las pretensiones en materia


civil, laboral y contencioso-administrativa, puede ser tan fecunda
como lo es el derecho objetivo material en el otorgamiento de
derechos subjetivos.

También se clasifican las pretensiones según los diversos


procedimientos que en el código procesal se consagran, como
cuando se habla de pretensión de lanzamiento o posesoria o
ejecutiva, etc.

En materia penal, pueden clasificarse las pretensiones según


tipo de responsabilidad que se impute y de pena o medida de
seguridad que se pretenda aplicar al sindicado o imputado y al
procesado y existen pretensiones, como las de aplicar
tratamientos de rehabilitación a personas que no han delinquido,
pero tienen especial peligrosidad, como a drogadictos y
prostitutas, que constituyen una clases especial de medida de
seguridad, que solo pueden clasificarse de pretensiones punitivas
en un sentido muy amplio.
CONCLUSIONES

• La pretensión es el efecto jurídico concreto que el demandante


(en los procesos civiles, laborales y contenciosos-administrativos) o
el querellante o denunciante y el Estado a través del juez o del
fiscal, según el sistema vigente (en los procesos penales), persiguen
con el proceso.

• La pretensión material es el acto de exigir algo a otro antes del

inicio de un proceso. La pretensión material no necesariamente es


el punto de partida de un proceso.

• La pretensión procesal, no es otra cosa que la manifestación de


voluntad por la que un sujeto de derechos exige algo a otro a
través del Estado , concretamente utilizando sus órganos
especializados en la solución de conflictos , llamados también
jurisdiccionales.

• Son caracteres de la pretensión: Constituye un acto, se interpone

frente a una persona distinta del autor de la reclamación, configura


una declaración de voluntad petitoria, y debe contener una
afirmación de derecho.

• El objeto de la pretensión lo constituye el determinado efecto

jurídico perseguido (el derecho o relación jurídica que se pretende o


la responsabilidad que se imputa al sindicato), y por lo tanto, la
tutela jurídica que se reclama, la razón de la pretensión es el
fundamento que se le da, y se distingue en razón de hecho y de
derecho.

• La estructura de la pretensión comprende: elemento subjetivo,

elemento objetivo y causa petendi.

• El elemento subjetivo esta configurado por quienes figuran como

titulares, aunque en grado diferente, de las conductas humanas


significativas que llevan consigo toda pretensión procesal.
• El elemento objetivo comprende el sustrato material sobre el cual

recaen las conductas humanas, integrando así el soporte básico,


ubicado como trascendente, de cada persona actuante y de cada
actuación personal.

• La causa constituye el presupuesto fáctico de la norma que se


aplicará al caso.
BIBLIOGRAFÍA

• TEORÍA GENERAL DEL PROCESO (Tomo I)


Aldo BACRE
Editorial Porrúa, Buenos Aires, 1986.

• TEORÍA GENERAL DEL PROCESO


Beatriz QUINTERO y Eugenio PRIETO
Editorial Temis, 3° edición, Bogotá, 2000.

• TEORÍA GENERAL DEL PROCESO


Juan MONROY GÁLVEZ
Editorial Communitas, 3° edición, Lima, 2009.

• TEORÍA GENERAL DEL PROCESO (aplicable a todo tipo de


procesos)
Hernando DEVIS ECHANDÍA
Editorial Universitaria, 3° edición, Buenos Aires, 2004.

• TEORÍA GENERAL DEL PROCESO


Enrique VESCOVI,
Editorial Temis, Bogotá, 1999.
ÍNDICE

- INTRODUCCIÓN

LA PRETENSIÓN

1.- Generalidades.

2.- Noción de pretensión.

3.- Pretensión material y pretensión procesal.

4.- Caracteres de la pretensión.

5.- Naturaleza jurídica de la pretensión.

6.- Elementos de la pretensión: Objeto y razón.

7.- Estructura de la pretensión.

8.- Fin de la pretensión.

9.- Efectos de la pretensión.

9.- Oposición a la pretensión.

10.- Diversas clases de pretensiones.

- CONCLUSIONES

- BIBLIOGRAFÍA

- ÍNDICE

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