Los caminos
Cuando hablamos de camino, estamos
haciendo referencia al espacio físico que
permite la conexión de dos o más puntos
distanciados geográficamente en el
mapa. El camino puede estar específica y
oficialmente desarrollado, con carteles,
opciones de tránsito y demás, pero
también puede ser elección de cada
individuo tomar un camino que no está
explícitamente señalado. La idea de
camino supone siempre el avanzar, el
moverse y trasladarse desde un lugar a
otro, sea este movimiento a través de un
camino señalizado o a través de la
metáfora de seguir adelante el camino de
la vida.
La noción concreta de camino nos lleva a
ese espacio por el cual los seres humanos
y los animales pueden moverse partiendo
de un lugar para llegar a otro. En el caso
de los animales, el camino es más que
nada instintivo y no necesita señalización.
Si bien el ser humano puede también
moverse libremente, la falta de instinto
para ubicarse ha hecho necesaria la
señalización y la distinción de diferentes
tipos de caminos y rutas a lo largo del
planeta.
Los caminos más básicos son los rurales,
aquellos que se establecen como un
sendero apenas delimitado. Estos
caminos son, a su vez, los más inestables
ya que los cambios climáticos pueden
modificarlos en gran manera e incluso
hacerlos desaparecer.
A lo largo de la historia, el ser humano ha
construido diferentes tipos de caminos de
acuerdo a las posibilidades tecnológicas
con las que contara. Así, durante el
Imperio Romano, la frase ‘todos los
caminos conducen a Roma’ se hizo
popular para mostrar cómo esta
civilización había logrado conectar los
puntos más alejados de su imperio con el
centro político y administrativo que era la
ciudad romana. Gracias a la utilización de
piedras, asfalto o cemento, el
perfeccionamiento de los caminos se
volvió cada vez más visible y hoy en día
el ser humano ha logrado desarrollar
increíbles obras maestras que se conocen
como autopistas, rutas y complejos
sistemas de tránsito diario.