Síntomas y diagnóstico
Pueden transcurrir muchos años antes de que el proceso origine una disfunción articular y los
síntomas correspondientes. Sin embargo, una vez que se desarrollan los síntomas, la
enfermedad puede evolucionar tan rápidamente que la articulación se destruye en pocos meses.
En su fase inicial, la articulación de Charcot se confunde a menudo con la artritis. Es frecuente la
rigidez y la presencia de líquido en la articulación. Habitualmente, la articulación no duele o es
menos dolorosa de lo que cabría suponer, considerando la magnitud de la lesión articular. Sin
embargo, si la enfermedad progresa rápidamente, la articulación puede volverse extremadamente
dolorosa y, en estos casos, se hincha frecuentemente por exceso de líquido y por un nuevo
crecimiento óseo. Con frecuencia, la articulación se deforma como consecuencia de las fracturas
repetidas; éstas, sumadas al hecho de que los ligamentos se estiran de un modo anormal,
pueden conducir a una dislocación. Los fragmentos óseos pueden flotar alrededor de la
articulación, causando un sonido tosco y áspero al moverla.
Aunque la rodilla es, a menudo, la más afectada, esta enfermedad puede desarrollarse en casi
todas las articulaciones.
Afecta al pie con mayor frecuencia en las personas que sufren de diabetes. Las articulaciones
afectadas (con frecuencia una sola y habitualmente no más de dos o tres) dependen de la
localización de la lesión del nervio.
El diagnóstico se sospecha cuando una persona que padece una enfermedad neurológica
manifiesta una lesión articular relativamente indolora. Los síntomas articulares se presentan
habitualmente años después de la lesión del nervio. Las radiografías muestran la lesión de la
articulación que, a menudo, se acompaña de depósitos de calcio y crecimiento óseo anormal.
Prevención y tratamiento