P r e s e n t e.
Las suscritas, sometemos a consideración de ese Alto Tribunal el presente amicus curiae
que contiene un desarrollo de los derechos de las mujeres involucradas en este asunto de
cara a las fuentes de derecho de origen internacional. Lo anterior, en ejercicio de nuestro
derecho de petición, previsto en el artículo 8 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos (en adelante, “Constitución” o “CPEUM”) y de nuestro derecho a
participar en la dirección de los asuntos públicos de manera directa, conforme al artículo
23.1, inciso a) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante,
“Convención Americana” o “CADH”).
Consideramos que el presente escrito tiene relevancia en tanto que esa Suprema Corte
de Justicia de la Nación tiene la obligación de interpretar el marco constitucional aplicable
al presente asunto, a la luz de las normas de derechos humanos contenidas en fuentes
internacionales, en términos del mandato del párrafo segundo del artículo 1° de la
Constitución y atendiendo a los principios de universalidad, interdependencia e
indivisibilidad de los derechos humanos.
Consideraciones Preliminares
2
El primer dato relevante a considerar en el presente asunto es que desde que en el Diario
Oficial de la Federación de fecha 31 de diciembre de 1974, fuera publicada la primera
reforma al artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se
incluyó el derecho de toda persona a decidir de manera libre, responsable e informada
sobre el número y el espaciamiento de su descendencia. Actualmente dicha disposición
establece, en la parte que a los efectos de este escrito interesa que:
Artículo 4.- El varón y la mujer son iguales ante la ley. Esta protegerá la organización y
el desarrollo de la familia.
Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre
el número y el espaciamiento de sus hijos.
Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y
modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de
la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme
a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución
Ese derecho a decidir, reconocido en el segundo párrafo del artículo cuarto constitucional,
junto con el Código Penal para el Distrito Federal y la Ley de Salud han sido utilizados
como fundamento para permitir la interrupción legal del embarazo y proveer de los
servicios médicos correlativos, al menos en el Distrito Federal.
Extrañamente, tal derecho a decidir de las mujeres fue desconocido por los titulares de la
Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
quienes presentaron por separado acciones de inconstitucionalidad en contra del Decreto
por el que se reforma el Código Penal para el Distrito Federal y se adiciona la Ley de
Salud para el Distrito Federal, que introducía la regulación necesaria para practicar la
interrupción voluntaria del embarazo dentro de las primeras doce semanas de gestación.
A pesar de ello, una vez tomado conocimiento de ambas acciones, el Pleno de esa
Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó por mayoría de ocho de sus once
integrantes, con fecha 28 de agosto de 2008, que la reforma a la legislación del Distrito
Federal impugnada, no resultaba inconstitucional, lo cual dejó firme la interrupción legal
del embarazo en la Ciudad de México. Esta situación permite afirmar que el Estado
Mexicano, en esa ocasión, pudo garantizar el derecho fundamental de las mujeres a
decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de
sus hijas/os.
3
Sin embargo, con posterioridad a esa determinación de esta Suprema Corte, se conoce
que al menos veintitrés Estados de la República Mexicana han emprendido procesos para
reformar sus constituciones locales con el pretendido objeto de salvaguardar el derecho a
la vida desde la fecundación, desconociendo con esas medidas el derecho de las mujeres
a decidir libremente sobre su descendencia. Una de esas entidades federativas ha sido el
Estado de Baja California, en el cual con fecha 26 de diciembre de 2008 aparecieron
publicadas en su Diario Oficial reformas a su Constitución y Código Penal locales.
Con fecha 26 de diciembre de 2008, aparece publicado en el Diario Oficial del Estado de
Baja California, un decreto por el cual se reforma y adiciona el artículo séptimo de su
Constitución Política para quedar con el texto ahora transcrito:
Artículo 7.- …
La situación resultante es que a pesar de que todas las mujeres en México tienen
reconocidos en la Constitución General de la República, entre otros, los derechos a
decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de
sus hijas/os y a la protección de su salud, así como a no ser discriminadas por su lugar de
residencia, en los hechos las mujeres que habitan en el Estado de Baja California no
conservan igual acceso al procedimiento médico que les permita interrumpir
voluntariamente su embarazo en condiciones adecuadas de seguridad e higiene. En Baja
4
Así las cosas, el artículo 7 de la Constitución de Baja California viola en perjuicio de las
mujeres de dicho Estado los siguientes derechos:
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin
discriminación, a igual protección de la ley.
“La Corte ha sostenido que no toda distinción de trato puede considerarse ofensiva,
por sí misma, de la dignidad humana. Asimismo, esta Corte ha distinguido entre
distinciones y discriminaciones, de forma que las primeras constituyen diferencias
compatibles con la Convención Americana por ser razonables, proporcionales y
5
objetivas, mientras que las segundas constituyen diferencias arbitrarias que redundan
en detrimento de los derechos humanos.”1
Destacado lo anterior, es importante esclarecer que la distinción de trato que puede llegar
a ser violatoria del citado artículo 24 de la CADH debe originarse desde una disposición
de carácter general, no por conductas o actuaciones individuales, pues de presentarse
solamente esta segunda situación, la contravención que se generaría sería al artículo 1.1
de la propia Convención. Esta elemental diferencia es posible corroborarla en palabras de
la COIDH:
“La diferencia entre los dos artículos radica en que la obligación general del artículo
1.1 se refiere al deber del Estado de respetar y garantizar “sin discriminación” los
derechos contenidos en la Convención Americana, mientras que el artículo 24 protege
el derecho a “igual protección de la ley”. En otras palabras, si un Estado discrimina en
el respeto o garantía de un derecho convencional, violaría el artículo 1.1 y el derecho
sustantivo en cuestión. Si por el contrario la discriminación se refiere a una protección
desigual de la ley interna, violaría el artículo 24.”2
1
Corte IDH. Caso Castañeda Gutman vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C, No. 184, párrafo 211.
2
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto de 2008. Serie C, No. 182,
párrafo 209.
3
Caso López Álvarez vs. Honduras, op. cit., párrafo 170.
6
[…]
Al entenderse al principio de igualdad como una norma de ius cogens, adquiere una
prevalencia indiscutible, incluso frente a los demás tratados, como se pone de manifiesto
en los artículos 53 y 64 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
disposiciones que aquí se transcriben:
53. Tratados que están en oposición con una norma imperativa de derecho
internacional general ("jus cogens").
Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una
norma imperativa de derecho internacional general. Para los efectos de la presente
Convención, una norma imperativa de derecho internacional general es una norma
aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto
como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por
una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter.
4
Corte IDH. Caso de las Niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de septiembre de 2005. Serie C, No. 130, párrafos 141 y 155.
5
Corte IDH. Caso Yatama vs. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 23 de junio de 2005. Serie C, No. 127, párrafo 184.
7
...
64. Aparición de una nueva norma imperativa de derecho internacional general ("jus
cogens").
Si surge una nueva norma imperativa de derecho internacional general, todo tratado
existente que esté en oposición con esa norma se convertirá en nulo y terminará.
6
Ibid., párrafos 185 y 186.
8
Con los elementos resaltados, resulta sencillo evidenciar las violaciones al derecho a igual
trato en ley a que han sido sujetas en general las mujeres residentes en Baja California, a
partir de un razonamiento en el que no se olvide que en términos del artículo cuarto de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cualquier mujer goza de diversos
derechos fundamentales que contribuyen a asegurar su existencia digna, su autonomía
reproductiva, su salud y el respeto a sus decisiones concernientes a su vida privada como
son las relacionadas con el número y espaciamiento de su descendencia, cuya titularidad
debe extenderse en todas las entidades que conforman nuestra República Federal, sin
que sea admisible que se discrimine a mujer alguna a causa del lugar en que habita.
Exactamente en dirección contraria, las mujeres en el Estado de Baja California han visto
afectados los derechos que les hacen permisible, entre otras cosas, practicarse una
interrupción voluntaria del embarazo a través de servicios médicos adecuados, es decir,
disponibles, accesibles, asequibles, informados, aceptables, de calidad y, por supuesto,
ofrecidos de modo no discriminatorio.
Violación que por las particularidades del caso que se denuncia en el que se ven
comprometidos derechos que las mujeres gozan de manera específica, y dado que de por
medio se encuentra el principio imperativo de igualdad, es debido completarla a la luz de
las interpretaciones especializadas en el tema, siendo las primeras las que se desprenden
a partir de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer (en adelante “la CEDAW”), de la cual importa transcribir los preceptos
siguientes:
...
e) Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer
practicada por cualesquiera personas, organizaciones o empresas;
10
f) Adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar
o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación contra
la mujer;
...
Artículo 3. Los Estados Partes tomarán en todas las esferas, y en particular en las
esferas política, social, económica y cultural, todas las medidas apropiadas, incluso de
carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el
objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades
fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre.
...
Artículo 5. Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para:
...
Artículo 12.
1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la
discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica, a fin de asegurar, en
condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de atención
médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia.
...
Artículo 16.
1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la
discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y
las relaciones familiares y, en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre
hombres y mujeres:
11
[…]
[…]
23. Hay amplio acuerdo en que cuando se dispone libremente de medidas apropiadas
para la regulación voluntaria de la fecundidad, mejoran la salud, el desarrollo y el
bienestar de todas las personas de la familia. Además, estos servicios mejoran la
calidad general de la vida y la salud de la población, y la regulación voluntaria del
crecimiento demográfico ayuda a conservar el medio ambiente y a alcanzar un
desarrollo económico y social duradero.
[…]
...
12
12. Los Estados Partes deberían informar sobre cómo interpretan la forma en que las
políticas y las medidas sobre atención médica abordan los derechos de la mujer en
materia de salud desde el punto de vista de las necesidades y los intereses propios de
la mujer y en qué forma la atención médica tiene en cuenta características y factores
privativos de la mujer en relación con el hombre, como los siguientes:
[…]
[…]
14. La obligación de respetar los derechos exige que los Estados Partes se abstengan
de poner trabas a las medidas adoptadas por la mujer para conseguir sus objetivos en
materia de salud. Los Estados Partes han de informar sobre el modo en que los
encargados de prestar servicios de atención de la salud en los sectores público y
privado cumplen con su obligación de respetar el derecho de la mujer de acceder a la
atención médica. Por ejemplo, los Estados Partes no deben restringir el acceso de la
mujer a los servicios de atención médica ni a los dispensarios que los prestan por el
hecho de carecer de autorización de su esposo, su compañero, sus padres o las
autoridades de salud, por no estar casada o por su condición de mujer. El acceso de
la mujer a una adecuada atención médica tropieza también con otros obstáculos,
como las leyes que penalizan ciertas intervenciones médicas que afectan
exclusivamente a la mujer y castigan a las mujeres que se someten a dichas
intervenciones.
[…]
17. El deber de velar por el ejercicio de esos derechos impone a los Estados Partes la
obligación de adoptar medidas adecuadas de carácter legislativo, judicial,
administrativo, presupuestario, económico y de otra índole en el mayor grado que lo
permitan los recursos disponibles para que la mujer pueda disfrutar de sus derechos a
la atención médica…
[…]
13
21. Los Estados Partes deben informar sobre las medidas que han adoptado para
eliminar los obstáculos con que tropieza la mujer para acceder a servicios de atención
médica, así como sobre las medidas que han adoptado para velar por el acceso
oportuno y asequible de la mujer a dichos servicios. Esos obstáculos incluyen
requisitos o condiciones que menoscaban el acceso de la mujer, como los honorarios
elevados de los servicios de atención médica, el requisito de la autorización previa del
cónyuge, el padre o las autoridades sanitarias, la lejanía de los centros de salud y la
falta de transporte público adecuado y asequible.
22. Además, los Estados Partes deben informar sobre las medidas que han adoptado
para garantizar el acceso a servicios de atención médica de calidad, lo que entraña,
por ejemplo, lograr que sean aceptables para la mujer. Son aceptables los servicios
que se prestan si se garantiza el consentimiento previo de la mujer con pleno
conocimiento de causa, se respeta su dignidad, se garantiza su intimidad y se tienen
en cuenta sus necesidades y perspectivas. Los Estados Partes no deben permitir
formas de coerción, tales como la esterilización sin consentimiento o las pruebas
obligatorias de enfermedades venéreas o de embarazo como condición para el
empleo, que violan el derecho de la mujer a la dignidad y dar su consentimiento con
conocimiento de causa.
[…]
26. En sus informes, los Estados Partes han de indicar también qué medidas han
adoptado para garantizar a la mujer servicios apropiados en relación con el embarazo,
el parto y el período posterior al parto. Asimismo debe indicarse en qué proporción
han disminuido en su país en general y en las regiones y comunidades vulnerables en
particular las tasas de mortalidad y morbilidad derivadas de la maternidad de resultas
de la adopción de esas medidas [sic].
27. En sus informes, los Estados Partes deben indicar en qué medida prestan los
servicios gratuitos necesarios para garantizar que los embarazos, los partos y los
puerperios tengan lugar en condiciones de seguridad. Muchas mujeres corren peligro
de muerte o pueden quedar discapacitadas por circunstancias relacionadas con el
embarazo cuando carecen de recursos económicos para disfrutar de servicios que
resultan necesarios o acceder a ellos, como los servicios previos y posteriores al parto
y los servicios de maternidad. El Comité observa que es obligación de los Estados
Partes garantizar el derecho de la mujer a servicios de maternidad sin riesgos y a
servicios obstétricos de emergencia, y que deben asignar a esos servicios el máximo
de recursos disponibles.
28. Se insta a los Estados Partes a que, cuando informen sobre las medidas
adoptadas en cumplimiento del artículo 12, reconozcan su vinculación con otros
artículos de la Convención relativos a la salud de la mujer. Entre esos otros artículos
figuran… el apartado e) del párrafo 1 del artículo 16, que exige que los Estados Partes
aseguren que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre a decidir libre y
responsablemente el número de sus hijos y el intervalo entre los nacimientos y a tener
acceso a la información, la educación y los medios que les permitan ejercer esos
derechos.
14
29. Los Estados Partes deberían ejecutar una estrategia nacional amplia para
fomentar la salud de la mujer durante todo su ciclo de vida. Esto incluirá
intervenciones dirigidas a la prevención y el tratamiento de enfermedades y
afecciones que atañen a la mujer, al igual que respuestas a la violencia contra la
mujer, y a garantizar el acceso universal de todas las mujeres a una plena variedad de
servicios de atención de la salud de gran calidad y asequibles, incluidos servicios de
salud sexual y genésica.
[…]
[…]
[…]
e) Exigir que todos los servicios de salud sean compatibles con los derechos humanos
de la mujer, inclusive sus derechos a la autonomía, intimidad, confidencialidad,
consentimiento y opción con conocimiento de causa.
Lo cual, por si fuera poco, debe complementarse también con lo sostenido por el Comité
de Derechos Humanos, órgano intérprete del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (en adelante “el PIDCP”), del cual los Estados Unidos Mexicanos son parte al
igual que en el caso de la CEDAW, siendo relevante de tener en cuenta para la presente
15
petición su Observación General 28, emitida en 2000 y que versa sobre “La igualdad de
derechos entre hombres y mujeres (artículo 3)”7, de la cual se transcribe lo siguiente:
10. Los Estados Partes, al presentar informes sobre el derecho a la vida, amparado en
el artículo 6, deberán aportar datos respecto de las tasas de natalidad y el número de
casos de muertes de mujeres en relación con el embarazo o el parto. Deberán
también presentar datos desglosados por sexo acerca de las tasas de mortalidad
infantil. Igualmente, deberán proporcionar información sobre las medidas que
hubiesen adoptado para ayudar a la mujer a prevenir embarazos no deseados y para
que no tengan que recurrir a abortos clandestinos que pongan en peligro su vida. Los
Estados Partes deberán informar asimismo acerca de las medidas adoptadas para
proteger a la mujer de prácticas que vulneran su derecho a la vida, como el infanticidio
de niñas, la quema de viudas o los asesinatos por causa de dote. El Comité desea
también información acerca de los efectos especiales que la pobreza y la privación
tienen sobre la mujer y que pueden poner en peligro su vida.
11. El Comité, a fin de evaluar el cumplimiento del artículo 7 del Pacto, así como del
artículo 24, en que se prevé la protección especial del niño, necesita información
sobre las leyes y prácticas nacionales relativas a la violencia en el hogar y otros tipos
de violencia contra la mujer, con inclusión de la violación. También necesita saber si el
Estado Parte da a la mujer que ha quedado embarazada como consecuencia de una
violación acceso al aborto en condiciones de seguridad. Los Estados Partes deberán
asimismo presentar al Comité información acerca de las medidas para impedir el
aborto o la esterilización forzados. Los Estados Partes en que exista la práctica de la
mutilación genital, deberán presentar información acerca de su alcance y de las
medidas adoptadas para erradicarla. La información proporcionada por los Estados
Partes acerca de todas estas cuestiones deberá referirse también a las medidas de
protección que existan, incluyendo los recursos judiciales para proteger a la mujer
cuyos derechos en virtud del artículo 7 hayan sido vulnerados.
[…]
20. Los Estados Partes deben presentar información que permita al Comité evaluar
los efectos de las leyes y prácticas que entraben el ejercicio por la mujer, en pie de
igualdad con el hombre, del derecho a la vida privada y otros derechos amparados por
el artículo 17. Constituye un ejemplo de esa situación el caso en que se tiene en
cuenta la vida sexual de una mujer al decidir el alcance de sus derechos y de la
protección que le ofrece la ley, incluida la protección contra la violación. Otro ámbito
en que puede ocurrir que los Estados no respeten la vida privada de la mujer guarda
relación con sus funciones reproductivas, como ocurre, por ejemplo, cuando se exige
que el marido dé su autorización para tomar una decisión respecto de la esterilización,
cuando se imponen requisitos generales para la esterilización de la mujer, como tener
cierto número de hijos o cierta edad, o cuando los Estados imponen a los médicos y a
otros funcionarios de salud la obligación de notificar los casos de mujeres que se
someten a abortos. En esos casos, pueden estar en juego también otros derechos
amparados en el Pacto, como los previstos en los artículos 6 y 7. También puede
7
El artículo 3 del PIDCP, que desarrolla esta Observación 28, señala lo siguiente: “Los Estados Partes en el
presente Pacto se comprometen a garantizar a hombres y mujeres la igualdad en el goce de todos los
derechos civiles y políticos enunciados en el presente Pacto”.
16
ocurrir que los particulares interfieran en la vida íntima de la mujer, como el caso de
los empleadores que piden una prueba de embarazo antes de contratar a una mujer.
Los Estados Partes deben presentar información acerca de las leyes y las acciones
públicas y privadas que obsten al disfrute en pie de igualdad por la mujer de los
derechos amparados por el artículo 17 y acerca de las medidas adoptadas para poner
término a esas injerencias y ofrecer a la mujer protección al respecto.
Así las cosas, como la Constitución y los tratados que imperan en todo México consagran
derechos universales, no existe igual protección de ley para las mujeres de Baja California
debido a que se les discrimina por su lugar de residencia.
De todo ello se ve que lo único que podría justificar esa práctica discriminatoria que
propicia el artículo séptimo de la Constitución del Estado de Baja California y la legislación
secundaria que le ha seguido, en tanto que al mandar reconocer, proteger y garantizar el
derecho a la vida desde la concepción, obstaculiza los derechos de las mujeres de esa
entidad federativa a decidir sobre el número y el espaciamiento de su descendencia y a la
protección de su salud, establecidos en fuentes de mayor jerarquía, es que se tratara en
realidad de una distinción razonable, proporcional y objetiva, ya que las diferencias
arbitrarias, acorde a la jurisprudencia constante de la Corte Interamericana, actualizan la
violación al mencionado artículo 24 de la Convención Americana.
No es el caso, simplemente porque cualquier finalidad que se pueda alegar por las
autoridades de Baja California para ampliar el reconocimiento, protección y garantía de lo
que llaman derecho a la vida –que es propiamente un derecho a nacer–, desde el
momento de la concepción, entendida como el instante en que se unen un óvulo y un
espermatozoide, no resultaría admisible al interior del orden jurídico de México, porque
conllevaría la restricción de derechos otorgados por una normativa de mayor jerarquía
como la Constitución General y los tratados aludidos, a las cuales las normas locales no
pueden contrariar.
una política pública integral sobre educación sexual y salud reproductiva, en sentido
similar a la emprendida en el Distrito Federal.
Considerado lo anterior, resulta irrefutable que no existe una justificación razonable para
el trato discriminatorio que por leyes expresas en Baja California se da a las mujeres que
residen en dicho estado. Con lo cual, se violan los artículos 1° constitucional y 24 de la
Convención Americana.
“El artículo 1.1 de la Convención, que es una norma de carácter general cuyo
contenido se extiende a todas las disposiciones del tratado, dispone la obligación de
los Estados Partes de respetar y garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos y
libertades allí reconocidos "sin discriminación alguna". Es decir, cualquiera sea el
origen o la forma que asuma, todo tratamiento que pueda ser considerado
discriminatorio respecto del ejercicio de cualquiera de los derechos garantizados en la
Convención es per se incompatible con la misma.
8
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-4/84 de 19 de enero de 1984. Serie A, No. 4, párrafos 53 y 54.
9
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-17/02 de 28 de agosto de 2002. Serie A, No. 17, párrafo 44.
18
[…]
En ese entendido, aparte de que la violación que ha quedado demostrada a los artículos
1° CPEUM y 24 de la CADH actualiza en automático una separada contravención al
artículo 1.1 de dicho instrumento internacional, en razón de que el estado de Baja
California ha incumplido su obligación de respetar y garantizar el derecho humano a una
igual protección de la ley, sin discriminación alguna, reconocido en aquel precepto.
También se ha presentado en este asunto, una diversa vulneración al aludido artículo 1.1,
en tanto que a las mujeres en Baja California se les discrimina sin más respecto de los
derechos convencionales que dan base para exigir como medida pertinente para su
disfrute, la realización de un proceso médico de interrupción del embarazo en condiciones
seguras.11
En consecuencia, esa Suprema Corte no podrá más que concluir que el artículo 7 de la
Constitución del Estado de Baja California viola conjuntamente los artículos 1° CPEUM,
24, 1.1 y 2 de la Convención Americana, al no respetar ni garantizar el derecho de las
víctimas a una igual protección de la ley, sin discriminación alguna, ni al haber adoptado
las disposiciones de derecho interno para salvar esa afrenta, con base en la cual las
mujeres del Estado de Baja California han visto afectados, entre otros, sus derechos a
decidir sobre el número y el espaciamiento de su descendencia y a la protección de su
salud, poniendo de pretexto su lugar de residencia, en contraste con el disfrute universal
que demandan al consagrarse en la Constitución General y en los tratados
internacionales aplicables, como sucede en el Distrito Federal.
Esta conclusión no podrá sino reforzarse desde el momento en que para efectos
interpretativos del artículo 24 de la CADH, esa Suprema Corte recuerde que según la
Recomendación General 24 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer, la negativa de un Estado Parte de la CEDAW a prever la prestación de
determinados servicios de salud reproductiva a la mujer en condiciones legales resulta
10
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-18/03 de 17 de septiembre de 2003. Serie A, No. 18, párrafos 85 y 96.
11
Como se tendrá ocasión de argumentar al hacer referencia a los artículos 4.1, 5.1, 6.1 y 7.1.
19
discriminatoria, puesto que eso es exactamente lo que sucede en Baja California, entidad
en la que las mujeres que ahí residen no tienen acceso a un proceso médico de
interrupción voluntaria del embarazo, lo cual les significa un trato discriminatorio que las
coloca en una segunda categoría, por lo menos, respecto de las mujeres del Distrito
Federal.
3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos
ataques.
En relación a tal precepto, en la medida en que son aplicables a esta petición, conviene
tener en mente los tres precedentes siguientes de la propia Corte Interamericana:
12
Corte IDH. Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 1 de julio de 2006. Serie C, No. 148, párrafos 193 y 194.
13
Corte IDH. Caso Escué Zapata vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de
2007. Serie C, No. 165, párrafo 95.
20
[…]
Con idéntica lógica, siempre orientada por el principio pro persona, es igualmente
admisible llevar a cabo una lectura progresiva del artículo 11 de la CADH, a fin de incluir
en la órbita de protección del derecho a la vida privada las acciones que realicen las
mujeres que buscan practicarse un proceso médico adecuado que les permita interrumpir
14
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 27 de enero de 2009. Serie C, No. 193, párrafos 55, 56 y 76.
21
Mientras que para el segundo de esos órganos, según se sigue de su Recomendación 24,
todo quebranto del carácter confidencial de la información que se genera cuando las
personas adquieren el estatus de pacientes de los servicios médicos, si bien afecta tanto
a hombres como a mujeres, puede disuadir a las segundas de obtener asesoramiento y
tratamiento y, por ende, afectar negativamente su salud y bienestar, motivo por el cual
solamente serán aceptables dichos servicios si al prestarse se garantiza su intimidad, lo
cual no deja dudas de que la atención de salud que se recibe cuando está de por medio el
ejercicio de su derecho a decidir sobre su descendencia debe ser compatible con sus
derechos a la intimidad y la confidencialidad en tal órbita.
Inclusive, desde el interior del ordenamiento del Estado Mexicano es posible corroborar
esta interpretación amplia y progresiva del derecho humano a la vida privada, de no
desconocerse un precedente, emitido por el Pleno de esta Suprema Corte de Justicia, del
tenor siguiente:
Novena Época
Instancia: Pleno
Página: 7
Tesis: P. LXVII/2009
22
En ese sentido, la violación que se presenta al derecho a la vida privada obedece a que la
normativa que ordena reconocer, proteger y garantizar el derecho a la vida desde la
concepción –la cual da sustento de menos a la penalización de la interrupción del
embarazo realizada en forma voluntaria dentro de las primeras doce semanas de
gestación, lo que a su vez conlleva por consecuencia lógica que se prohíba la prestación
de ese servicio médico–, de forma indisoluble expone a las mujeres residentes en el
estado de Baja California de volver público lo que suceda en torno a sus derechos a
decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de
sus hijas/os y a su salud reproductiva, ya que siempre que intenten ejercer sus derechos
humanos en la materia, tendrán que defenderlos públicamente.15
15
Sería impensable buscar refutar esta afirmación bajo el alegato de que la prohibición del proceso de
interrupción del embarazo no afecta la vida privada porque genera clandestinidad.
23
Esto es así porque en relación con las mujeres residentes de Baja California, será sencillo
que esa Suprema Corte corrobore que se está en presencia de una injerencia arbitraria,
toda vez que cualquier razonamiento con el que en Baja California se buscara sustentar
su reforma local, que señalan a partir de su artículo séptimo constitucional que es debido
reconocer, proteger y garantizar el derecho a nacer desde la concepción, no podría
caracterizarse de válido dado que desconoce derechos otorgados en fuentes de mayor
jerarquía, a la par que tales medidas legislativas no son idóneas para asegurar lo que
ofrecen, ya que comprometen la vida y la salud de las mujeres, sin disminuir los abortos.
Por otra parte, la intromisión en las referidas decisiones personalísimas de las mujeres
causada por la reforma constitución de Baja California aquí denunciada, no únicamente
compromete el derecho a una vida privada de las mujeres que residen en dicho Estado,
sino que también a través suyo busca imponerles la postura estatal sobre temas íntimos
como su salud y autonomía reproductivas, respecto de los cuales el disfrute de sus
libertades de conciencia y de pensamiento, entendidos como derechos independientes
que se encuentran reconocidos en ese orden en los artículos 29 CPEUM y 12.1 y 13.1 de
la Convención Americana, les permiten que sus determinaciones en estos ámbitos y las
razones que las sostienen sean exclusivamente su responsabilidad. Contrario a ello, las
autoridades de esa entidad violan dichos preceptos y vulneran las libertades que
consagran, en tanto que se entrometen en ese campo interno de conciencia y
pensamiento al no dejar a cada una de las mujeres tomar en libertad y sin presiones
externas esas decisiones que sólo a ellas conciernen.
Por tanto, esta Suprema Corte no podrá más que concluir que el artículo séptimo de la
Constitución del Estado de Baja California resulta contrario a los artículos 1, 7 y 29
24
Violación de los artículos 4 y 29 CPEUM, a la luz de los artículos 4.1, 5.1, 1.1, 2 y 24
de la Convención Americana
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede
ser privado de la vida arbitrariamente.
...
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
No se desconoce que el vínculo entre los derechos a una vida digna y a la integridad
personal con el diverso derecho a la salud no ha sido usualmente destacado por la Corte
Interamericana, sin embargo ello no es impedimento para que pueda apreciarse incluso
con facilidad, en tanto que la conexión que el estado de salud guarda con la integridad y
la vida es notoria, motivo por el cual la relación jurídica entre esos tres derechos no se
dificulta adscribirla al corpus iuris, a partir de una interpretación evolutiva gobernada por el
principio pro persona, y de que se tome en serio lo ordenado en el numeral b) del artículo
29 de la CADH.
Es así que sus artículos 4.1 y 5.1 no pueden ser interpretados de forma que limiten el
goce y ejercicio de otros derechos fundamentales reconocidos en las leyes internas de
México y en tratados de los que sea parte, como lo es el derecho a la salud, o en este
25
caso concreto en el que se requiere adoptar una visión que atienda la especificación de
derechos a favor de las mujeres, el derecho a su salud reproductiva, el cual sin una
lectura amplia de aquellos preceptos puede llegar a comprometerse en razón de que
quedaría a merced de una legislación estatal discriminatoria, a la par que vería disminuido
su grado efectivo de protección en la realidad imperante en el Estado Mexicano.
En razón de lo anterior, los Estados deben adoptar las medidas necesarias para crear
un marco normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida;
establecer un sistema de justicia efectivo capaz de investigar, castigar y reparar toda
privación de la vida por parte de agentes estatales o particulares; y salvaguardar el
derecho a que no se impida el acceso a las condiciones que garanticen una vida
digna, lo que incluye la adopción de medidas positivas para prevenir la violación de
este derecho.
Es claro para la Corte que un Estado no puede ser responsable por cualquier
situación de riesgo al derecho a la vida. Teniendo en cuenta las dificultades que
implica la planificación y adopción de políticas públicas y las elecciones de carácter
operativo que deben ser tomadas en función de prioridades y recursos, las
obligaciones positivas del Estado deben interpretarse de forma que no se imponga a
las autoridades una carga imposible o desproporcionada. Para que surja esta
obligación positiva, debe establecerse que al momento de los hechos las autoridades
sabían o debían saber de la existencia de una situación de riesgo real e inmediato
para la vida de un individuo o grupo de individuos determinados, y no tomaron las
medidas necesarias dentro del ámbito de sus atribuciones que, juzgadas
razonablemente, podían esperarse para prevenir o evitar ese riesgo.
26
[…]
[…]
Estamos cerca de una ciudad grande que es Concepción, ahí está el hospital
más cercano, cuando se enferma nuestra gente pensamos en llevarles a esa
ciudad, pero sufrimos mucho, porque sin plata sabemos que no nos van a
atender, no hay medicamentos para los pobres, solo recetas para comprar en
farmacias y el poco dinero que a veces tenemos, no nos alcanza, tenemos
que pedir ayuda a través de alguna radio que hace campañas, esa es la única
forma, cuando la gente de buena voluntad nos ayuda.
27
Por otro lado, el Tribunal nota que a pesar de tales dificultades algunas personas
acudieron a centros de salud y recibieron cierto tipo de atención médica, pero ésta fue
insuficiente, a destiempo o no integral…
[…]
[…]
Las afectaciones especiales del derecho a la salud, e íntimamente vinculadas con él,
las del derecho a la alimentación y el acceso al agua limpia impactan de manera
aguda el derecho a una existencia digna y las condiciones básicas para el ejercicio de
otros derechos humanos, como el derecho a la educación o el derecho a la identidad
cultural…”17
16
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C, No. 146, párrafos 152 a 155, 167, 173 a 175 y 185.
17
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 17 de junio de 2005. Serie C, No. 125, párrafos 161, 162 y 167.
28
Ahora bien, teniendo perfectamente presentes los alcances de esta petición y sus
repercusiones en el proyecto de vida de las víctimas, no debiera causar extrañeza, ni
encontrar resistencia en esa Suprema Corte, el que se solicite que al analizarse la
vulneraciones que aquí se desarrollan, se interprete que a través del trato discriminatorio
que propició la citada reforma constitucional y legal del Estado de Baja California contra
las mujeres residentes en esa entidad, se ha hecho posible la afectación a otro derecho
humano del cual son titulares indiscutibles, como lo es el derecho a la salud, reconocido
en el artículo 10 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante “el
18
Corte IDH. Caso "Instituto de Reeducación del Menor" vs. Paraguay. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de 2004. Serie C, No. 112, párrafos 158 y 159.
19
Por supuesto no se ignora que los criterios que se vienen analizando se fijaron a raíz de casos en los que
estaban involucradas comunidades indígenas, personas privadas de su libertad y menores de edad, todas en
situación de vulnerabilidad, no obstante lo cual no debiera tenerse objeción alguna para aplicar los estándares
en ellos originados a las mujeres, porque lamentablemente comparten dicha situación. Véase con similar
lógica: Comisión IDH. Caso Víctor Rosario Congo. Informe 63/99, 13 de abril de 1999, en especial párrafos 63
a 68.
29
Protocolo de San Salvador”), respecto del cual en virtud del artículo 3 de ese mismo
instrumento internacional, también está prohibida cualquier discriminación que entorpezca
su garantía.20
Este proceder no sólo es sugerido sino que además es exigido por el artículo 29 de la
propia Convención Americana, el cual se reproduce a continuación:
c) excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que se
derivan de la forma democrática representativa de gobierno, y
De este precepto transcrito, del cual deriva un mandato para llevar a cabo una
interpretación evolutiva guiada por el principio pro persona, como se anticipó, cobra
aplicación directa al presente asunto su numeral b), porque los artículos 4.1, 5.1 y 24 de la
CADH no pueden ser interpretados de forma que limiten el goce y ejercicio de otro
derecho fundamental como lo es el de la protección de la salud, reconocido internamente
en México y en el artículo 10 del Protocolo de San Salvador, el cual a nivel doméstico no
puede llegar a comprometerse por medio de la práctica discriminatoria que la normativa
en Baja California provoca en contra de las mujeres.
20
Se destacan de dicho artículo 10 del Protocolo de San Salvador las secciones siguientes: “1. Toda persona
tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social. 2.
Con el fin de hacer efectivo el derecho a la salud los Estados Partes se comprometen a reconocer la salud
como un bien público y particularmente a adoptar las siguientes medidas para garantizar este derecho: […] b.
la extensión de los beneficios de los servicios de salud a todos los individuos sujetos a la jurisdicción del
Estado; […] f. la satisfacción de las necesidades de salud de los grupos de más alto riesgo y que por sus
condiciones de pobreza sean más vulnerables.” Por su parte, el artículo 3 de ese instrumento dispone: “Los
Estados Partes en el presente Protocolo se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él
se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o
de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social.”
30
Con esto avanzado, asimismo trasciende que se tenga conciencia de los alcances del
derecho a la salud, reconocido en paralelo en el artículo 12 del Pacto Internacional de
21
Caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela, op. cit., párrafos 217 a 219.
22
Ibid., párrafo 221.
31
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante “el PIDESC”), derecho respecto
del cual los Estados Parte de ese tratado se han comprometido a garantizarlo de cara al
principio imperativo de igualdad, en atención a la cláusula que prohíbe cualquier tipo de
discriminación a la hora de proteger los derechos humanos ahí enunciados, establecida
en su artículo 2.2. Con esa idea, resulta conveniente acudir a la Observación General 14
emitida por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, órgano
especializado en la interpretación del Pacto aludido, de la cual resulta de interés
transcribir los párrafos del siguiente tenor:
[…]
9. El concepto del "más alto nivel posible de salud", a que se hace referencia en el
párrafo 1 del artículo 12, tiene en cuenta tanto las condiciones biológicas y
socioeconómicas esenciales de la persona como los recursos con que cuenta el
Estado. Existen varios aspectos que no pueden abordarse únicamente desde el punto
de vista de la relación entre el Estado y los individuos; en particular, un Estado no
puede garantizar la buena salud ni puede brindar protección contra todas las causas
posibles de la mala salud del ser humano. Así, los factores genéticos, la propensión
individual a una afección y la adopción de estilos de vida malsanos o arriesgados
suelen desempeñar un papel importante en lo que respecta a la salud de la persona.
Por lo tanto, el derecho a la salud debe entenderse como un derecho al disfrute de
toda una gama de facilidades, bienes, servicios y condiciones necesarios para
alcanzar el más alto nivel posible de salud.
10. Desde la adopción de los dos Pactos internacionales de las Naciones Unidas en
1966, la situación mundial de la salud se ha modificado de manera espectacular, al
paso que el concepto de la salud ha experimentado cambios importantes en cuanto a
su contenido y alcance. Se están teniendo en cuenta más elementos determinantes
de la salud, como la distribución de los recursos y las diferencias basadas en la
perspectiva de género. Una definición más amplia de la salud también tiene en cuenta
inquietudes de carácter social, como las relacionadas con la violencia o el conflicto
32
11. El Comité interpreta el derecho a la salud, definido en el apartado 1 del artículo 12,
como un derecho inclusivo que no sólo abarca la atención de salud oportuna y
apropiada sino también los principales factores determinantes de la salud, como el
acceso al agua limpia potable y a condiciones sanitarias adecuadas, el suministro
adecuado de alimentos sanos, una nutrición adecuada, una vivienda adecuada,
condiciones sanas en el trabajo y el medio ambiente, y acceso a la educación e
información sobre cuestiones relacionadas con la salud, incluida la salud sexual y
reproductiva. Otro aspecto importante es la participación de la población en todo el
proceso de adopción de decisiones sobre las cuestiones relacionadas con la salud en
los planos comunitario, nacional e internacional.
12. El derecho a la salud en todas sus formas y a todos los niveles abarca los
siguientes elementos esenciales e interrelacionados, cuya aplicación dependerá de
las condiciones prevalecientes en un determinado Estado Parte:
ii) Accesibilidad física: los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán estar
al alcance geográfico de todos los sectores de la población, en especial los grupos
vulnerables o marginados, como las minorías étnicas y poblaciones indígenas, las
mujeres, los niños, los adolescentes, las personas mayores, las personas con
discapacidades y las personas con VIH/SIDA. La accesibilidad también implica que los
servicios médicos y los factores determinantes básicos de la salud, como el agua
limpia potable y los servicios sanitarios adecuados, se encuentran a una distancia
geográfica razonable, incluso en lo que se refiere a las zonas rurales. Además, la
33
accesibilidad comprende el acceso adecuado a los edificios para las personas con
discapacidades.
[…]
[…]
derecho a la salud. El Comité señala que se pueden aplicar muchas medidas, como
las relacionadas con la mayoría de las estrategias y los programas destinados a
eliminar la discriminación relacionada con la salud, con consecuencias financieras
mínimas merced a la promulgación, modificación o revocación de leyes o a la difusión
de información. El Comité recuerda el párrafo 12 de la observación general Nº 3 en el
que se afirma que incluso en situaciones de limitaciones graves de recursos es
preciso proteger a los miembros vulnerables de la sociedad mediante la aprobación de
programas especiales de relativo bajo costo.
20. El Comité recomienda que los Estados incorporen la perspectiva de género en sus
políticas, planificación, programas e investigaciones en materia de salud a fin de
promover mejor la salud de la mujer y el hombre. Un enfoque basado en la
perspectiva de género reconoce que los factores biológicos y socioculturales ejercen
una influencia importante en la salud del hombre y la mujer. La desagregación, según
el sexo, de los datos socioeconómicos y los datos relativos a la salud es indispensable
para determinar y subsanar las desigualdades en lo referente a la salud.
21. Para suprimir la discriminación contra la mujer es preciso elaborar y aplicar una
amplia estrategia nacional con miras a la promoción del derecho a la salud de la mujer
a lo largo de toda su vida. Esa estrategia debe prever en particular las intervenciones
con miras a la prevención y el tratamiento de las enfermedades que afectan a la
mujer, así como políticas encaminadas a proporcionar a la mujer acceso a una gama
completa de atenciones de la salud de alta calidad y al alcance de ella, incluidos los
servicios en materia sexual y reproductiva. Un objetivo importante deberá consistir en
la reducción de los riesgos que afectan a la salud de la mujer, en particular la
reducción de las tasas de mortalidad materna y la protección de la mujer contra la
violencia en el hogar. El ejercicio del derecho de la mujer a la salud requiere que se
supriman todas las barreras que se oponen al acceso de la mujer a los servicios de
salud, educación e información, en particular en la esfera de la salud sexual y
reproductiva. También es importante adoptar medidas preventivas, promocionales y
correctivas para proteger a la mujer contra las prácticas y normas culturales
tradicionales perniciosas que le deniegan sus derechos genésicos.
[…]
30. Si bien el Pacto establece la aplicación progresiva y reconoce los obstáculos que
representan los limitados recursos disponibles, también impone a los Estados Partes
35
[…]
32. Al igual que en el caso de los demás derechos enunciados en el Pacto, existe una
fuerte presunción de que no son permisibles las medidas regresivas adoptadas en
relación con el derecho a la salud. Si se adoptan cualesquiera medidas
deliberadamente regresivas, corresponde al Estado Parte demostrar que se han
aplicado tras el examen más exhaustivo de todas las alternativas posibles y que esas
medidas están debidamente justificadas por referencia a la totalidad de los derechos
enunciados en el Pacto en relación con la plena utilización de los recursos máximos
disponibles del Estado Parte.
33. Al igual que todos los derechos humanos, el derecho a la salud impone tres tipos o
niveles de obligaciones a los Estados Partes: la obligación de respetar, proteger y
cumplir. A su vez, la obligación de cumplir comprende la obligación de facilitar,
proporcionar y promover. La obligación de respetar exige que los Estados se
abstengan de injerirse directa o indirectamente en el disfrute del derecho a la salud.
La obligación de proteger requiere que los Estados adopten medidas para impedir que
terceros interfieran en la aplicación de las garantías previstas en el artículo 12. Por
último, la obligación de cumplir requiere que los Estados adopten medidas apropiadas
de carácter legislativo, administrativo, presupuestario, judicial o de otra índole para dar
plena efectividad al derecho a la salud.
35. Las obligaciones de proteger incluyen, entre otras, las obligaciones de los Estados
de adoptar leyes u otras medidas para velar por el acceso igual a la atención de la
salud y los servicios relacionados con la salud proporcionados por terceros; velar por
que la privatización del sector de la salud no represente una amenaza para la
36
37. La obligación de cumplir (facilitar) requiere en particular que los Estados adopten
medidas positivas que permitan y ayuden a los particulares y las comunidades
disfrutar del derecho a la salud. Los Estados Partes también tienen la obligación de
cumplir (facilitar) un derecho específico enunciado en el Pacto en lo casos en que los
particulares o los grupos no están en condiciones, por razones ajenas a su voluntad,
de ejercer por sí mismos ese derecho con ayuda de los medios a su disposición. La
obligación de cumplir (promover) el derecho a la salud requiere que los Estados
emprendan actividades para promover, mantener y restablecer la salud de la
población. Entre esas obligaciones figuran las siguientes: i) fomentar el
reconocimiento de los factores que contribuyen al logro resultados positivos en
materia de salud, por ejemplo la realización de investigaciones y el suministro de
información; ii) velar por que los servicios de salud sean apropiados desde el punto de
37
[…]
43. En la observación general Nº 3, el Comité confirma que los Estados Partes tienen
la obligación fundamental de asegurar como mínimo la satisfacción de niveles
esenciales de cada uno de los derechos enunciados en el Pacto, incluida la atención
primaria básica de la salud. Considerada conjuntamente con instrumentos más
recientes, como el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo, la Declaración de Alma-Ata ofrece una orientación inequívoca
en cuanto a las obligaciones básicas dimanantes del artículo 12. Por consiguiente, el
Comité considera que entre esas obligaciones básicas figuran, como mínimo, las
siguientes:
b) Asegurar el acceso a una alimentación esencial mínima que sea nutritiva, adecuada
y segura y garantice que nadie padezca hambre;
e) Velar por una distribución equitativa de todas las instalaciones, bienes y servicios
de salud;
[…]
47. Al determinar qué acciones u omisiones equivalen a una violación del derecho a la
salud, es importante establecer una distinción entre la incapacidad de un Estado Parte
38
48. Las violaciones del derecho a la salud pueden producirse mediante la acción
directa de los Estados o de otras entidades que no estén suficientemente
reglamentadas por los Estados. La adopción de cualesquiera medidas regresivas que
sean incompatibles con las obligaciones básicas en lo referente al derecho a la salud,
a que se hace referencia en el párrafo 43 supra, constituye una violación del derecho
a la salud. Entre las violaciones resultantes de actos de comisión figura la revocación
o suspensión formal de la legislación necesaria para el continuo disfrute del derecho a
la salud, o la promulgación de legislación o adopción de políticas que sean
manifiestamente incompatibles con las preexistentes obligaciones legales nacionales
o internacionales relativas al derecho a la salud.
49. Los Estados también pueden conculcar el derecho a la salud al no adoptar las
medidas necesarias dimanantes de las obligaciones legales. Entre las violaciones por
actos de omisión figuran el no adoptar medidas apropiadas para dar plena efectividad
al derecho universal a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental, el
no contar con una política nacional sobre la seguridad y la salud en el empleo o
servicios de salud en el empleo, y el no hacer cumplir las leyes pertinentes.
50. Las violaciones de las obligaciones de respetar son las acciones, políticas o leyes
de los Estados que contravienen las normas establecidas en el artículo 12 del Pacto y
que son susceptibles de producir lesiones corporales, una morbosidad innecesaria y
una mortalidad evitable. Como ejemplos de ello cabe mencionar la denegación de
acceso a los establecimientos, bienes y servicios de salud a determinadas personas o
grupos de personas como resultado de la discriminación de iure o de facto; la
ocultación o tergiversación deliberadas de la información que reviste importancia
fundamental para la protección de la salud o para el tratamiento; la suspensión de la
legislación o la promulgación de leyes o adopción de políticas que afectan
desfavorablemente al disfrute de cualquiera de los componentes del derecho a la
salud; y el hecho de que el Estado no tenga en cuenta sus obligaciones legales con
respecto al derecho a la salud al concertar acuerdos bilaterales o multilaterales con
otros Estados, organizaciones internacionales u otras entidades…
[…]
39
59. Toda persona o todo grupo que sea víctima de una violación del derecho a la salud
deberá contar con recursos judiciales efectivos u otros recursos apropiados en los
planos nacional e internacional. Todas las víctimas de esas violaciones deberán tener
derecho a una reparación adecuada, que podrá adoptar la forma de restitución,
indemnización, satisfacción o garantías de que no se repetirán los hechos. Los
defensores del pueblo, las comisiones de derechos humanos, los foros de
consumidores, las asociaciones en pro de los derechos del paciente o las instituciones
análogas de cada país deberán ocuparse de las violaciones del derecho a la salud.
61. Los Estados Partes deben alentar a los magistrados y demás jurisconsultos a que,
en el desempeño de sus funciones, presten mayor atención a la violación al derecho a
la salud.
62. Los Estados Partes deben respetar, proteger, facilitar y promover la labor realizada
por los defensores de los derechos humanos y otros representantes de la sociedad
civil con miras a ayudar a los grupos vulnerables o marginados a ejercer su derecho a
la salud
De todo ello vale la pena resaltar cuatro reglas fundamentales: que el derecho a la salud
en cualquiera de sus alcances no puede disfrutarse en condiciones discriminatorias; que
al especificar ese derecho para las mujeres, no existe duda de que forma parte de su
contenido el derecho a su salud reproductiva; que no están permitidas medidas regresivas
que, como las aquí denunciadas, desconocen un derecho como el de decidir sobre su
descendencia que es necesario para el continuo disfrute de su derecho a la salud, por
conducto de una legislación que como la de Baja California es incompatible con las
obligaciones cuyo cumplimiento demandan los derechos de las mujeres en el área; y que
se actualiza una violación al derecho a la salud al no adoptarse medidas apropiadas para
darle plena efectividad, como en nuestra causa concreta se lograría al regular el proceso
médico de interrupción voluntaria del embarazo.
trato desigual injustificado tenga por objeto o por resultado la invalidación o el menoscabo
de la igualdad en el goce o el ejercicio del derecho a la salud; cuatro, existe una
obligación especial de proporcionar seguro médico y los centros de atención de la salud
necesarios a quienes carezcan de medios suficientes; cinco, la garantía de que el derecho
a la salud será ejercido sin discriminación alguna constituye una obligación inmediata;
seis, asegurarse de que el derecho de acceso a los centros, bienes y servicios de salud
se conduce sobre una base no discriminatoria, en especial por lo que respecta a los
grupos en situación de vulnerabilidad, es considerado un deber básico inderogable, en
torno al cual no puede nunca ni en ninguna circunstancia justificarse su incumplimiento;
siete, como parte de las obligaciones de respeto de tal derecho las autoridades estatales
se deben abstener de denegar o limitar el acceso igual de todas las personas a los
servicios de salud, así como abstenerse de imponer prácticas discriminatorias; y ocho, se
actualiza una violación de esas obligaciones si se deniega el acceso a los
establecimientos, bienes y servicios de salud a determinadas personas o grupos como
resultado de una discriminación sea de hecho o sea de derecho.
Admitir los alcances anteriores del derecho humano a la salud no debería ser un problema
para esta Suprema Corte, si se tomara en serio lo sostenido tanto por su Primera Sala
como recientemente por el Pleno en los precedentes que en ese orden a continuación se
transcriben:
Novena Época
Página: 457
Novena Época
Instancia: Pleno
Página: 6
Tesis: P. LXVIII/2009
suscritos por México, no se limita a la salud física del individuo, es decir, a no padecer,
o bien, a prevenir y tratar una enfermedad, sino que atento a la propia naturaleza
humana, va más allá, en tanto comprende aspectos externos e internos, como el buen
estado mental y emocional del individuo. De ahí que el derecho a la salud se traduzca
en la obtención de un determinado bienestar general integrado por el estado físico,
mental, emocional y social de la persona, del que deriva un derecho fundamental más,
consistente en el derecho a la integridad físico-psicológica.
Se suma a todo ello las interpretaciones que los órganos del Sistema Universal de
Derechos Humanos, previamente referidos, han sostenido. En esa órbita se ha llegado a
aseverar por el Comité garante de la CEDAW que es debido exigir que todos los servicios
de salud sean compatibles con los derechos humanos de la mujer, tales como sus
derechos a la autonomía, intimidad, confidencialidad, consentimiento y opción con
conocimiento de causa; que cuando son adecuados, esos servicios mejoran la calidad
general de la vida y la salud de las personas; que las obligaciones de respeto exigen que
las autoridades estatales se abstengan de poner trabas a las medidas adoptadas por la
mujer para conseguir sus objetivos en materia de salud; o bien, que son aceptables los
servicios que se prestan si se procura el consentimiento previo de la mujer con pleno
conocimiento de causa, se respeta su dignidad, se garantiza su intimidad y se tienen en
cuenta sus necesidades y perspectivas.
por factores relacionados con el embarazo cuando carecen de medios económicos para
acceder a los servicios médicos idóneos.
Por su parte, el Comité de Derechos Humanos ha sostenido que existe una relación entre
el derecho a la vida, previsto en el artículo 6 del PIDCP, 23 y las medidas adoptadas para
ayudar a las mujeres a prevenir embarazos no deseados, de manera que no tengan que
recurrir a abortos clandestinos que pongan en peligro su vida, respecto de lo cual además
es necesario conocer los efectos especiales que, en este campo, tienen la pobreza y la
privación sobre las mujeres, incluso al grado de que arriesguen sus vidas, cuando lo
adecuado es que si resulta permisible la interrupción del embarazo, este proceso se lleve
a cabo en condiciones de seguridad y de privacidad, porque si las autoridades estatales
imponen a las personas que prestan servicios de salud la obligación de notificar los casos
de mujeres que se someten a abortos, en esos supuestos, pueden quedar en juego
también otros derechos humanos amparados en dicho Pacto, como el previsto en aquel
artículo seis.
Lejos de todo lo que antecede, esa Suprema Corte tendrá la posibilidad de apreciar que
con base en las reformas resultantes en el Estado de Baja California se propicia un trato
discriminatorio para las mujeres que se hace depender de su lugar de residencia, pues a
pesar de que todas las mujeres en México son titulares de los derechos a decidir de
manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de su
descendencia y a la protección de su salud reproductiva, en términos de su Constitución
Federal y de los tratados aludidos, la realidad es que no existe identidad de condiciones
entre los servicios de atención médica que podrían recibir en torno a la interrupción del
embarazo en dicha entidad, frente a los que se les proporcionarían en el Distrito Federal.
Conforme a todos estos elementos, ese Alto Tribunal tendrá la posibilidad de dar por
acreditada la violación a los derechos a una vida digna y a la integridad personal,
interpretados ampliamente a fin de que constituyan un conducto para no limitar el goce y
ejercicio del derecho a la salud reproductiva de las mujeres, en razón de que el trato
discriminatorio a que se les somete en el Estado de Baja California por la falta de una
regulación que prevea el proceso médico de interrupción voluntaria del embarazo, las
expone a la práctica de abortos clandestinos que representa un grave peligro para
aquellos derechos que se reconocen en los artículos 4.1 y 5.1 de la Convención
23
Esta disposición señala: “1. El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará
protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente.”
44
Americana. Sin que se pierda de vista que la contravención a tales preceptos ha sido
propiciada por la regulación legal desigual que al interior del ordenamiento del Estado
Mexicano se ha creado en torno a las mujeres según donde vivan, con lo cual al mismo
tiempo se actualiza la vulneración de sus artículos 1.1, 2 y 24.
Consecuentemente, esta Suprema Corte no podrá más que concluir que el artículo
séptimo del la Constitución de Baja California viola conjuntamente los artículos 1, 4 y 29
de la CPEUM y 4.1, 5.1, 1.1, 2 y 24 y 29 de la Convención Americana, interpretados de
forma evolutiva y a la luz del principio pro persona, al no respetar ni garantizar los
derechos de las mujeres de dicho Estado a una vida digna y a la integridad personal, ni al
haber adoptado las disposiciones de derecho interno para salvar dicha contravención,
sino que por el contrario, ha sido la normativa legal desigual la que la ha propiciado, ya
que en parte por ella se han comprometido su vida e integridad a partir del
desconocimiento de la atención médica idónea para realizar una interrupción voluntaria
del embarazo, limitándose de esa manera sus derechos a la salud reproductiva y a decidir
el número y el espaciamiento de su descendencia.
Violación de los artículos 1 y 4 de la CPEUM, a la luz de los artículos 4.1, 6.1, 7.1, 1.1
y 2 de la Convención Americana
Ha quedado claro que las mujeres cuentan con el derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de su descendencia y que
ese derecho posee un fundamento normativo sólido en el orden jurídico del Estado
Mexicano, puesto que descansa en el párrafo segundo del artículo cuarto de su
Constitución Política, a la vez que es un derecho reconocido en el ámbito internacional,
como se desprende de la Recomendación General 21 emitida por el Comité para la
45
Y todavía más sólido si se toma en consideración que aquel derecho a decidir de manera
libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de su descendencia,
encuentra hoy al interior del ordenamiento de México un reforzamiento a partir del
reconocimiento como derecho fundamental, del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, de acuerdo al precedente del Pleno de esta Suprema Corte del tenor
siguiente:
Novena Época
Instancia: Pleno
Página: 7
Tesis: P. LXVI/2009
imponga un embarazo no deseado, además del resto de obligaciones a cargo del Estado
a fin de hacer efectivo su disfrute, como proveer los servicios correspondientes.
Pues bien, toca el turno de dejar constancia de que este derecho de las mujeres a decidir
de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus
hijas/os, de igual manera se encuentra adscrito como derecho protegido en la Convención
Americana, motivo por el cual el proceder atribuido al Estado de Baja California resulta
violatorio de varias de sus disposiciones.
De entrada, importa transcribir los artículos 4.1, 6.1 y 7.1 de esa Convención:
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede
ser privado de la vida arbitrariamente.
...
1. Nadie puede ser sometido a esclavitud o servidumbre y tanto éstas, como la trata
de esclavos y la trata de mujeres están prohibidas en todas sus formas.
...
Un razonamiento similar ha permitido interpretar que tal artículo 4.1 reconoce como
derecho humano el derecho a una existencia digna, como se anticipó en una sección
previa, el cual impone a los Estados Parte de la CADH la obligación de asegurar el
disfrute de las condiciones que garanticen una vida digna. A partir de ello, la comprensión
integral del derecho a que se respete la vida de las personas proporciona la primera pieza
para que, interrelacionado con otros derechos, dé paso al derecho a la libre elección del
proyecto de vida.
47
A grado tal es la importancia de ese derecho a la libertad, que el artículo 6.1 de la CADH
consagra como derecho el que nadie pueda ser sometido a servidumbre, término que
debe ser interpretado amplia y progresivamente de modo que proteja a las personas de
cualquier imposición externa que menoscabe, obstaculice o de plano impida su capacidad
de tomar elecciones libres y ponerlas en práctica, por supuesto todo ello en correlación
con los derechos de las demás personas y los deberes correlativos, ya que si así
sucediera tales personas estarían sometidas a factores o entidades extrañas.
Apreciados en esa línea, estos tres derechos conforman las piezas que sustentan el
derecho a una existencia digna en la que las personas puedan elegir libremente su
proyecto de vida o, con una expresión más corta, el derecho a la libre elección del
proyecto de vida, o si se quiere, acorde al lenguaje empleado al interior del ordenamiento
jurídico de los Estados Unidos Mexicanos, el derecho al libre desarrollo de la
personalidad. Al respecto, no se debe perder de vista que cualquiera que sea la
denominación por la que se opte, este derecho humano antes que todo se vincula con esa
existencia digna de las personas porque constituye una de las condiciones que la
aseguran, en razón de que sería contrario a la dignidad de las personas que no pudieran
trazar libremente su plan de vida en ese régimen de libertad personal y justicia social del
que habla el propio preámbulo de la Convención.
El reconocimiento de este derecho a la libre elección del proyecto de vida, a partir de los
artículos 1 y 4 de la CPEUM y 4.1, 6.1 y 7.1 de la Convención, es a su vez sustento para
adscribir, como derecho específico de las mujeres, su derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de su descendencia, así
como para apreciar las violaciones de éste como propias de aquél y de las disposiciones
del que se desprende –con independencia de que este derecho de las mujeres también
se vincula con sus derechos a una vida digna, a su integridad y a su salud–. Conclusión
que no se puede refutar si no quiere desatenderse el mandato para realizar una
48
Siendo así, la reforma constitucional y legal que en el Estado de Baja California afectó
todos estos derechos de las mujeres que ahí residen, con base en un trato discriminatorio
por ley, con la que además se invade su vida privada y se favorece que se les amedrente
en el disfrute de sus derechos, actualiza una contravención de cara a los artículos 1 y 4
de la CPEUM y 4.1, 6.1 y 7.1 de la Convención Americana. Violación que no encuentra
justificación razonable sobre la idea de que tales modificaciones legislativas pretenden
ampliar el reconocimiento, protección y garantía del derecho a la vida extendiéndola hasta
el momento de la concepción, ni siquiera bajo el alegato de que este derecho tiene alguna
especie de primacía.
Con eso en mente, para anticipar posibles objeciones sobre este punto importa hacer
cuatro distinciones para superar esos eventuales intentos de justificación: primera, la vida
como hecho es base de la existencia humana y de la posibilidad de atribuirle la titularidad
de cualquier derecho, pero eso únicamente le da una prioridad fáctica; segunda, la vida
como valor no posee preeminencia alguna más que para las personas que se la quieran
atribuir, sin que esa visión subjetiva condicione ni menos impida que otras personas le
den mayor importancia a otros valores, como la libertad o la igualdad; tercera, la vida
como derecho, si se quiere tomar en serio la interdependencia de los derechos humanos,
no adquiere mayor jerarquía que otros derechos; y cuarta, el derecho a la vida que
salvaguarda la CADH no se reduce al derecho a nacer, que es lo que las reformas en
Baja California pretextan defender desde el momento de la concepción, sino que incluye
un derecho a la existencia digna, a vivir en libertad, a que se respete una vida acorde al
plan que las personas trazan para sí, el cual no debe ponerse en riesgo por nadie, por
ningún medio y que no debe obstaculizarse bajo amenaza alguna.
Si esto se tiene claro, lo que en realidad se ha provocado con las reformas en Baja
California es impedir que las mujeres lleven una existencia digna en la que no tengan que
soportar que se les impongan decisiones que únicamente a su ámbito personalísimo
corresponden y de las que solamente son responsables ellas, decisiones que no deben
debatir públicamente para justificarse frente a las demás personas, la sociedad o el
Estado. En otros términos, esas reformas violan la CADH porque les impiden una
existencia digna en la que tracen su proyecto de vida en libertad y transiten por él
49
libremente, lo cual obviamente incluye trazar el plan de maternidad por el que opten, y en
el sentido que sea, porque en ello se juegan su autonomía reproductiva. Pero la afrenta a
su derecho a la vida, comprendido de esta formal integral, no acaba ahí, pues además de
todo, con el empleo de la penalización que queda favorecida y confirmada a partir de esas
reformas, bajo el ejercicio del poder punitivo en el que se manifiesta con máxima fuerza
una de las más graves e intensas funciones del Estado frente a los seres humanos como
lo es la represión,24 no sólo se pretende negarles vivir en libertad, sino que se les
amenaza, se les amedrenta y en no pocos lamentables casos, se les orilla a arriesgar su
vida y perderla al acudir a procedimientos de aborto clandestinos.
Por último, las violaciones a causa en gran parte por la reforma constitucional y legal
realizada en Baja California, tampoco hallan justificación bajo la admitida primacía fáctica
de la vida, porque aunque se asumiera que existen personas en potencia para fundar la
importancia de proteger el derecho a nacer desde la concepción, lo cierto es que su vida
no tiene prioridad alguna sobre la vida de las mujeres que la albergan, y precisamente por
ello, emprendida una ponderación, a final de cuentas prevalecen los derechos de estas
últimas, porque son reales y no en potencia y porque lo que existe en potencia, igual
conserva la posibilidad de no existir.
24
Se toma la frase de: Corte IDH. Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C, No. 72, párrafo 107.
50
Al no ser así, esa Suprema Corte deberá concluir que la reforma al artículo séptimo de la
Constitución de Baja California es contraria a los artículos 1 y 4 de la constitución, leídos
a la luz de los artículos 4.1, 6.1, 7.1, 1.1 y 2 de la Convención Americana, interpretados de
forma evolutiva y a la luz del principio pro persona, al no respetar ni garantizar, sin
discriminación alguna, el derecho de las mujeres en dicha entidad federativa, a la libre
elección de su proyecto de vida, el cual descansa en este caso concreto en su derecho a
decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de
sus hijas/os, y al haber adoptado exactamente unas medidas legislativas opuestas a
dichos derechos.
Es por eso que vale la pena insistir en que en atención al artículo 2 de la Convención
Americana, los Estados Parte de ese tratado asumen un par de obligaciones que importa
resaltar en tanto que, debido a la particularidad del presente asunto consistente en que
con base en disposiciones legislativas discriminatorias se desconocieron los derechos de
las mujeres, en especial su derecho a decidir sobre su descendencia, ambas fueron
desatendidas por culpa de la actuación del poder legislativo de Baja California.
“[e]n el derecho de gentes, una norma consuetudinaria prescribe que un Estado que
ha celebrado un convenio internacional, debe introducir en su derecho interno las
modificaciones necesarias para asegurar la ejecución de las obligaciones asumidas.
Esta norma aparece como válida universalmente y ha sido calificada por la
jurisprudencia como un principio evidente… En este orden de ideas, la Convención
Americana establece la obligación de cada Estado Parte de adecuar su derecho
interno a las disposiciones de dicha Convención, para garantizar los derechos en ella
consagrados.”25
Tal adecuación del derecho interno al internacional puede ocurrir por dos vías:
26
Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit., párrafo 118. Véanse igualmente: Caso Castañeda
Gutman vs. México, op. cit., párrafo 132; Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, op. cit., párrafos 64 y 101;
Caso Gómez Palomino vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005.
Serie C, No. 136, párrafo 91; Caso Yatama vs. Nicaragua, op. cit., párrafos 170 y 189; Caso Lori Berenson
Mejía vs. Perú, op. cit., párrafo 219; Caso "Instituto de Reeducación del Menor" vs. Paraguay, op. cit., párrafo
206; Caso "Cinco Pensionistas" vs. Perú, op. cit., párrafo 165; Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas
Tingni vs. Nicaragua. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C, No. 79,
párrafo 136; Caso “La Última Tentación de Cristo vs. Chile, op. cit., párrafo 85; Caso Baena Ricardo y otros
vs. Panamá, op. cit., párrafo 180; Caso Cantoral Benavides vs. Perú, Fondo. Sentencia de 18 de agosto de
52
En esa lógica, es importante tener en mente que la Corte Interamericana avanzó un paso
más al caracterizar como obligación de resultado el adecuar el derecho interno al
internacional, como puede verse en el pasaje siguiente:
“El artículo 2 de la Convención Americana obliga a los Estados Partes a adoptar, con
arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta
Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para
hacer efectivos los derechos y libertades protegidos por la misma Convención. Es
necesario reafirmar que la obligación de adaptar la legislación interna es, por su
propia naturaleza, una de resultado.”27
Por virtud de ello, los Estados Parte de la CADH, cuando emiten disposiciones
legislativas, deben cuidar que ellas se ajusten a la normativa internacional, y por
supuesto, que no sean contrarias a los derechos consagrados en los tratados de los que
forman parte. Así se estipula en el siguiente precedente:
“En el presente caso, la emisión y aplicación de la Ley 25, con efecto retroactivo, son
violatorias de preceptos convencionales y revelan que el Estado no ha tomado las
medidas adecuadas de derecho interno para hacer efectivos los derechos
consagrados en la Convención. El Estado, al emitir una ley, debe cuidar de que se
ajuste a la normativa internacional de protección, y no debe permitir que sea contraria
a los derechos y libertades consagrados en un tratado internacional del cual sea
Parte.”28
La otra de las obligaciones relevantes para esta petición, vinculada a dicho artículo 2 de la
Convención Americana, consiste en la citada prohibición para establecer una
discriminación por vía de las disposiciones de derecho interno.
2000. Serie C, No. 69, párrafo 178; Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op. cit., párrafo 137; Caso Castillo
Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C, No. 52,
párrafo 207, y Opinión Consultiva OC-18/03, op. cit., párrafo 78.
27
Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, op. cit., párrafo 66.
28
Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, op. cit., párrafo 183.
29
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de junio de
2005. Serie C, No. 129, párrafo 132. Véanse también: Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrafo
221; Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, op. cit., párrafo 182; Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit.,
párrafo 176; Caso Cesti Hurtado vs. Perú. Fondo. Sentencia de 29 de septiembre de 1999. Serie C, No. 56,
párrafo 166, Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit., párrafo 205; Caso Suárez Rosero vs. Ecuador.
Fondo. Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C, No. 35, párrafo 97; Opinión Consultiva OC-18/03,
op. cit., párrafo 81, y Opinión Consultiva OC-14/94 de 9 de diciembre de 1994. Serie A, No. 14, párrafo 33.
53
Con lo hasta aquí dicho resulta sencillo apreciar que el constituyente y el Congreso de
Baja California, en desprecio por los derechos de las mujeres que habitan esa entidad a
igual protección de la ley, a una vida privada, a su libertad de conciencia, a su libertad de
pensamiento, a una vida digna a la par que a la integridad personal en conexión con el de
protección de su salud, y a la libre elección del proyecto de vida, todos vinculados
estrechamente con su derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre
el número y el espaciamiento de sus hijas/os, reconocidos en los artículos 1 y 4 de la
CPEUM y los de la CADH mencionados previamente, han incumplido tanto la prohibición
de introducir tratos discriminatorios a través de disposiciones legislativas locales, como la
obligación de adecuar su Derecho interno al internacional, precisamente para hacer
efectivos esos derechos humanos consagrados a nivel internacional y constitucional, al
haber adoptado medidas legislativas que los violan por desconocimiento o por omisión,
con lo cual han provocado que se vea actualizada la vulneración al artículo 2 de esa
Convención Americana.
Y ni que decir del incumplimiento del deber de adoptar medidas que tengan un efecto útil
para el respeto y garantía de los derechos, acorde al estándar que la Corte
Interamericana ha establecido en el precedente que ahora se apunta:
30
Opinión Consultiva OC-17/02, op. cit., párrafo 44.
31
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay, op. cit., párrafo 110. Véanse también:
Caso Gómez Palomino vs. Perú, op. cit., párrafo 91; Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C, No. 135, párrafo 89; Caso Raxcacó Reyes vs.
Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C, No. 133,
párrafo 87; Caso Yatama vs. Nicaragua, op. cit., párrafo 170; Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs.
Paraguay, op. cit., párrafo 67; Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrafo 220; Caso "Instituto de
Reeducación del Menor" vs. Paraguay, op. cit., párrafo 205; Caso "Cinco Pensionistas" vs. Perú, op. cit.,
párrafo 164; Caso “La Última Tentación de Cristo” vs. Chile, op. cit., párrafo 87; Caso Cesti Hurtado vs. Perú,
op. cit., párrafo 167, y Opinión Consultiva OC-18/03, op. cit., párrafo 77.
54
Nada de lo cual se puede excusar intentando aducir que las disposiciones legislativas
emitidas por el constituyente y el Congreso de Baja California establecen una regulación
razonable, pues de entrada no se puede alcanzar tal carácter si dicha normativa propicia
una práctica discriminatoria para las mujeres que residen en esa entidad federativa, como
igual sucede si no aprueba un test de proporcionalidad. Pero sobre todo, las reformas
locales denunciadas no podrían considerarse tampoco como razonables si con ellas se
han vulnerado los derechos reconocidos en fuentes de origen internacional previamente
enunciados. En esa línea de argumentación, importa citar un precedente más:
“Una norma interna puede resultar violatoria de la Convención por ser irrazonable o
porque no resulte “conforme” con ella y, por supuesto, una ley contraria a las
obligaciones de un Estado derivadas de la Convención no puede ser estimada
“razonable” ni “conveniente”. La Comisión estaría facultada para emplear esos
calificativos en este contexto. Ciertamente lo está para usarlos en las consideraciones
globales de los casos. No obstante, debiendo las funciones de la Comisión estar
ajustadas a derecho, la terminología que utilice debe ser cuidadosamente
seleccionada y evitar conceptos que pudieren resultar ambiguos, subjetivos o
confusos.”32
32
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-13/93 de 16 de julio de 1993. Serie A, No. 13, párrafo 35.
55
Para demostrar lo anterior es que deviene necesario tener en cuenta los otros preceptos
invocados de la CBP. Antes que todo, su artículo 3 que consagra el derecho de toda mujer
a una vida libre de violencia. Luego, sus artículos 1 y 2 que definen lo que debe
entenderse por violencia contra las mujeres, la cual comprende cualquier acción basada
en su género que les cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, y la
violencia física, sexual y psicológica perpetrada por autoridades estatales.
Bajo ese entendido, el derecho de las víctimas a una vida libre de violencia se ha visto
quebrantado de forma general, pero igualmente se les ha afectado de manera
particularizada al contravenirse sus derechos a estar libres de toda forma de
discriminación y a ser valoradas y educadas libres de patrones estereotipados de
comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad y
subordinación, en términos del artículo 6 de la CBP, dado que las reformas legislativas
denunciadas aplican exclusivamente a las mujeres que residen en Baja California,
desconociéndoles de forma discriminatoria sus derechos y todas las opciones que les
confiere su derecho a decidir sobre su descendencia, a la vez que las demerita al
colocarlas en el rol de objetos de la procreación y no de sujetos.
Por los mismos motivos, menos se podría afirmar que con la reforma al artículo séptimo
de la Constitución del Estado de Baja California se cumplan los compromisos adquiridos
por México a la luz del artículo 8 de la CBP, a la par que se transparenta que no ha
seguido lo ordenado en su artículo 9, debido a que al pasar esas reformas en Baja
California nunca se tomaron en cuenta las situaciones de vulnerabilidad a la violencia a
que se expuso a las mujeres que residen en esa entidad federativa por sus condiciones
específicas, ni se consideraron factores como su discapacidad, su minoría de edad o su
situación socioeconómica desfavorable, lo que ha tenido por resultado profundizar el trato
discriminatorio a que se han visto sometidas.
7 y 29 de la CPEUM y 1.1, 2, 4.1, 5.1, 6.1, 7.1, 11, 12.1, 13.1, 24 y 25 de la Convención
Americana.
[…]
[…]
a) El derecho a la vida;
[…]
19. El artículo 12 requiere que los Estados Partes adopten medidas que garanticen la
igualdad en materia de servicios de salud. La violencia contra la mujer pone en peligro
su salud y su vida.
[…]
[…]
[…]
m) Los Estados Partes aseguren que se tomen medidas para impedir la coacción con
respecto a la fecundidad y la reproducción, y para que las mujeres no se vean
obligadas a buscar procedimientos médicos riesgosos, como abortos ilegales, por falta
de servicios apropiados en materia de control de la natalidad.
En atención de lo cual, se solicita a esta Suprema Corte concluya la invalidez del artículo
séptimo de la Constitución de Baja California por contravenir los artículos 1, 4, 7 y 29 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a la luz de los artículos 1.1, 2, 4,
5, 6, 7, 11, 12, 13, 24 de la CADH y 1 al 9 de la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer al incumplir los deberes establecidos en
su artículo 7 y al derecho a una vida libre de violencia, con base en una interpretación
progresiva, interdependiente, sistemática y guiada por el principio pro persona.
Petitorios
Atentamente