[Reflexiones para jóvenes, que quieren madurar su camino hacia la fe adulta, confrontarse
con un guía espiritual pero de una manera seria y comprometida, un documento de fácil lectura
donde te sentirás identificado con cada línea que vallas leyendo].
Índice
Presentación………………………………………………………………………………………………………………….……………….4
He encontrado a Dios………………………………………………………………………………………………………………….…8
Caminos de comunión………………………………………………………………………………………………………………….12
El camino de la oración………………………………………………………………………………………………………………...12
La “lectio divina”…………………………………………………………………………………………………………………….…….15
La reconciliación te libera………………………………………………………………………………………………………….….16
La dirección espiritual……………………………………………………………………………………………………………….….16
La “regla de vida”………………………………………………………………………………………………………………….………17
El compromiso ascético…………………………………………………………………………………………………………….….18
El servicio……………………………………………………………………………………………………………………………………..19
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La vida como comunión interpersonal……………………………………………………………………………………….…23
El amor a la iglesia………………………………………………………………………………………………………………………..32
La fidelidad…………………………………………………………………………………………………………………………………..34
En defensa de la vida...…………………………………………………………………………………………………………………35
La corrección fraterna…………………………………………………………………………………………………………………..37
Conclusión……………………………………………………………………………………………………………………………………48
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Presentación
He querido escribir estas páginas para ofrecerlas como instrumento de trabajo a los
jóvenes que quieran verificar su camino de fe con la ayuda de un guía espiritual.
Acostumbrado a encontrar, en el transcurso de mi cotidiano ministerio pastoral, a jóvenes
que me piden les ayude a descubrir caminos a través de los cuales poder expresar los
frutos de su opción bautismal, constato frecuentemente la necesidad que tienen de
algunos “puntos firmes” que sean como etapas obligadas en su evolución hacia la fe
adulta.
Por eso, presento algunos temas que todo joven podrá asimilar poco a poco a su
reflexión personal en vista de un discernimiento escueto y sincero. No se trata, por lo tanto,
de leer estas páginas una tras otra. Cada argumento requiere reflexión personal, un
tiempo suficiente largo de escucha y posteriormente un confrontarse critico en dialogo
con su guía espiritual.
La intensión con la que a sido preparado este subsidio es muy precisa: favorecer la
toma de conciencia de ciertos temas para que, antes o después, comenzando por una
parte o por otra, todos los temas sean discutidos en encuentros periódicos con la ayuda
del guía espiritual. Se podrá tener así la oportunidad de releer la propia experiencia
espiritual, tomando conciencia de lo que Dios realiza en cada uno y del consiguiente
compromiso de responder positivamente a lo dones recibidos, y al mismo tiempo dándose
cuenta de lo que obstaculiza el avance hacia la madurez cristiana.
Indicar una serie de temas ineludible que ayudan a cada discípulo de Cristo a
confrontarse con las exigencias de la nueva vida en el espíritu, me parece un servicio que
sobre todo hoy, los jóvenes, y con razón, exigen de sus educadores.
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Una decisión valiente: tomar conciencia del bautismo
Además, por el bautismo, el Padre nos ha dado la posibilidad de ser sus hijos
(cf. Jn. 1,12; Rm. 16), de establecer con el una relación nueva, de desarrollar un proyecto
de hombre como Cristo, Hijo primogénito del Padre, lo ha realizado. Bautizados en Cristo
Jesús (cf. Rm. 6, 3-5), tenemos el privilegio de sentirnos parte viva de la familia de los hijos
de Dios, renacidos a una nueva vida en el Espíritu que hay que gastar responsablemente
a la luz de la palabra de Jesús (cf. 1 Jn. 3,16).
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Esta vitalidad divina, que desde el bautismo circula en ti y que ha ido poco a poco
creciendo, en la medida de tu participación, exige a tu edad un compromiso personal
mas decidido.
Por que tú puedes tomar conciencia del camino fe y de las nuevas exigencias,
que la opción cristiana te exige, necesitas confrontarte con un sacerdote de tu confianza,
que elijas como tu guía espiritual. El te ayudara a descubrir lo que el Espíritu Santo exige
de ti, para hacer actual y fecunda tu opción cristiana.
Puedes comenzar a preguntarte, para poder dar un nuevo salto cualitativo, como
es que la fe en Jesucristo puede convertirse en luz iluminadora de tu vida y fuerza que te
haga avanzar en los criterios evangélicos, a pesar de la mentalidad pagana de la que
estás rodeado.
Esta es una llamada clara que el Señor te hace escuchar, con vistas a una
“segunda conversión”. La alegría de haber tenido mejor tu bautismo y confirmación, te
llevara a una adhesión mas consciente, de tal manera que el compromiso de ser cristiano
será fruto de una decisión mas madura y meditada, aunque mas sufrida.
Si tu quieres, el Espíritu Santo, que desde siempre trabaja en ti, te ayudara a superar
definitivamente al hombre viejo, cuyas raíces, aun tan activas dentro de ti, seduciéndote,
te conducen al mal (cf. Ef. 4, 20-30). El, que te ha hecho nueva criatura, te concederá
poder participar en la vida íntima de Dios. Serás capaz no solo de evitar el mal y desear el
bien; sino también te sentirás atraído a cumplir según el proyecto del hombre que refleja
la lógica de las bienaventuranzas evangélicas y recibe de la fuerza de Dios su vitalidad.
No te sentirás ya obligado, como esclavo, a seguir los preceptos de Dios (cf. Rm. 8,
15); si no que tu mismo obedecerás a los llamados del Espíritu por que interiormente
convencido, escogiendo de buena gana y espontáneamente, lo que Dios quiere que
cumplas (cf. Rm. 5,5).
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Tus obras serán las transparencias de la acción de Dios en ti y darán testimonio de
la alegría de ser cristiano. De este modo la eucaristía, de nuevo recibirás en la asamblea
litúrgica, será la celebración del don de Cristo, que te ha creado semejante a El, y por
eso mismo, capaz de gastarse por un mundo transformado por la plenitud de tu amor.
Abrir el corazón y revelar sus propios sentimientos a otra persona, incluso a un guía
espiritual, es fácil, ni de inmediato, sin embargo, es indispensable para descubrir la acción
de Dios en ti y para que puedas ser ayudado a adherir con docilidad, sin resistencias o
miedos, a la acción del Espíritu Santo. Aprende a superar con decisión la dificultad del
primer encuentro con un acto de fe. Es el Señor quien te da un hermano sacerdote, no
par juzgarte ni para clasificarte, si no para ayudarte a ser tu mismo, según el proyecto de
hombre que El a preparado para ti.
Describir después los momentos oscuros, las tentaciones que has tenido a lo
largo de tu camino de fe, las dificultades encontradas para reconocer la
presencia de Dios en tu vida y las dudas acerca de su amor.
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He encontrado a Dios
Decidido a tomar en serio las propuestas evangélicas, empezar por examinar, en
una primera serie de coloquios con tu guía espiritual, tu relación personal con Cristo; o sea
como se te ha dado a conocer y que tipo de relación se te ha dado a conocer entre tu y
El.
Habrás seguramente entendido para que llegar al encuentro personal con Cristo,
el único que hace posible comprometerse de por vida en la fe, y para poder decir con
san Pablo “yo se bien de quien me fio” (2 Tm 1, 12), no puedes fundarte únicamente sobre
los recursos de la razón, mas especialmente sobre los recursos religiosos que nacen del
conocimiento afectivo y existencial. Este conocimiento, fruto del amor, viene de la gracia
de Dios, alimentada por la oración y sostenida por los dones del Espíritu Santo. Es El, el que
te llevara a conocer a Cristo, no según las publicitadas imágenes tomadas del “espíritu de
los señores de este mundo”, sino como el que es superior a ti porque es “señor” y
“maestro”, el que te da la gracia y te juzga, y el que es tu “redentor” y “salvador”.
“Maestro, ¿Dónde vives? (Jn. 1, 38). Esta pregunta que los primeros discípulos
ponen a Jesús, apenas les es presentado por Juan el Bautista” como el “cordero de Dios”.
Ellos se acercaron a su futuro maestro con cierto temor, pero también con el deseo de
conocerle más de cerca, para captar el secreto profundo de su persona, gusta las
orientaciones fundamentales de su propuesta, comprender el sentido de sus palabras
junto con el significado global de su vida.
Jesús, por lo tanto, quiere entrar en tu vida para darte su felicidad, que es la
aspiración mas profunda de tu existencia. El quiere darse por que te ama, gratuitamente,
con la sola condición de que estés dispuesto a abrirle su corazón (cf. Ap. 3, 20). El no
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obliga nunca; espera el momento en que, con plena confianza, estas dispuesto a
profundizar tu amistad con El. Si tú quieres, puede empezar para ti y para El una nueva
posibilidad. Solo si tú lo aceptas, el entra en tu alma y su inteligencia penetra en la tuya; su
existencia se introduce en la tuya; su corazón puede convertirse en el corazón de tu
corazón.
A Pedro, deseoso de llegar hasta el Maestro, que camina sobre las aguas, Jesús
dirige esta paradójica invitación: “Ven” (Mt. 14, 29). Y el discípulo, fiándose de la palabra
de Jesús y sin hacer caso de las leyes de la naturaleza, se precipita fuera de la barca.
Esta confianza totalmente existencial de Dios Padre, que no tiene nada de teórico
ni de cerebral, es el fruto maduro de una comunión con Jesús, con quien has llegado a
sintonizar totalmente. Estar con el Señor, efectivamente, comporta hacerse como El,
dispuesto a vivir en la fe, capaz de arriesgar la aventura con Dios y de elegir libremente sus
caminos, incluso cuando la “prudencia” humana quisiera retenerte.
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Pistas para el dialogo
En la Biblia todos aquellos que son llamados por Dios para una misión experimentan
por una parte su debilidad, que los hace sentir débiles frente a la tarea que les espera; y
por otra advierten una fuerza misteriosa que los hace capaz de obedecer, de cumplir con
el compromiso al que están llamados, sostenidos por el poder eficaz de Dios. El que es
llamado advierte una fuerza irresistible, que lo arranca de sus compromisos personales y lo
sitúa en una realidad más amplia, para realizar tareas importantes y útiles a todo el pueblo
de Dios.
Cumplir con su propia tarea, aun a costa de graves sacrificios, se vuelve ideal de
vida, de tal modo que quien es llamado orienta todas sus energías hacia la realización
del proyecto de Dios.
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Pistas para el dialogo
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Caminos de comunión
Tu que tratas de seguir a Cristo por cualquier camino que El te indique de acuerdo
con los dones recibidos, encamínate con confianza y con paciencia tras El, y el te
sostendrá. Deja que Jesús te guie con su estilo; lo hace como un maestro. Tu avanza, sin
volver atrás, sin comparar tu camino con quien esta delante de ti.
¿Qué sabes tu de los sufrimientos de tus hermanos?, ¿Por qué te quejas de no ser
como ellos o por encontrarte en situaciones diferentes? Acepta lo que Dios te brinda
cada día y alégrate por ello.
Ten valor de tomar en serio las sugerencias que el Espíritu de Jesús te sugiere. El te
guía discretamente a través de una lenta maduración de la fe, que, iniciada en el
bautismo, se desarrolla a través de tiempos y ritmos precisos. No tengas prisa por encontrar
la norma de vida apta para ti, pero tampoco puedes contentarte con “sobrevivir”. Lo que
importa es llegar a formular un itinerario que se adapte bien a tu espiritualidad y recorrerlo
con fidelidad. Tal vez no seas muy constante, pero lo que cuenta es caminar siempre sin
desanimarse y recomenzar con humildad cada vez que sea necesario.
Aprende a vigilar sobre ti mismo y con la ayuda de un guía que te confirme en tus
decisiones, establece tu ritmo diario de oración, la frecuencia de los encuentros de
“dirección espiritual”, el camino ascético que quieres recorrer.
Revístete del Espíritu de Jesús (cf. Rm. 13, 14) y vivir conforme al Evangelio, además
de ser don divino es también un compromiso del discípulo, que debe mantener siempre
un ritmo de mucho compromiso y evitar caer en la rutina y en la tibieza.
El camino de la oración
Déjate amar por su amor que te renueva cada mañana y avanza rápidamente en
la vida con confianza, con la alegre certeza testimoniada en toda la Biblia, que todo el
pueblo de Dios debe recuperar.
12
Pistas para el dialogo espiritual
Todos los días, quizás antes de salir de casa, por la mañana, acostúmbrate a la
oración del “Ángelus”; ella te ayudara a revestir tu jornada de la dimensión
mariana. Como María fue en todo transparencia y don, de esta manera,
también tú podrás aprender a hacer de la voluntad de Dios, tu pan de cada día.
Aunque estés muy ocupado, organízate de manera que puedas tener cada día
tiempo libré para entrar en una iglesia, quizás cercana a tu colegio o al lugar de
tu trabajo, para adorar al Señor presente y vivo en la Eucaristía. La visita diaria al
Santísimo Sacramento es una cita que te confirma con en la amistad con Jesús.
Muchas decisiones importantes en la vida han sido fruto de esta presencia fiel,
mantenida tal vez renunciando a otros compromisos, menos importantes.
Recuerda que un paréntesis de verdadera adoración a la Eucaristía en tus
jornadas muy ocupadas y sobre cargadas, tiene una fecundidad y riqueza
como ninguna otra actividad, por intensa que sea, incluso de carácter
apostólico. Durante la adoración confiada al Señor tus ocupaciones, tus
proyectos, tus dificultades; sobre todo, deja que te enseñe el arte de amar, el
que por amor “sea entregado totalmente por ti” (cf. Ga. 2, 20). Aprende de
memoria uno que otro salmo, por ejemplo el 22: “El Señor es mi pastor”.
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Acoge la palabra, celebrar la Eucaristía
¿Quieres dar testimonio del Señor Jesús por el camino de la más completa
disponibilidad al don de ti mismo? (cf. Lc 9, 23). Si es así, aceptar amar, con gran apertura
del corazón, a cualquiera, entrégate con generosidad y perdona generosamente. Amar
es renunciarse a si mismo hasta, dar la vida por el otro (cf. Jn. 15, 13).
Como Cristo que nos lo ha dado todo, hasta su cuerpo y su sangre. ¿Por qué
entonces no alimentarte con la mayor frecuencia posible de la Eucaristía, poderoso sostén
de la vida espiritual? ¿Por que no programar tu tiempo de tal manera que puedas
celebrar cada día el banquete de tu Rey, alimentarte con su palabra, guía inefable para
tu vida y adorar su cuerpo para hacerte una sola cosa con El?
14
La “lectio divina”
Esta lenta transformación interior del hombre, que no pretende dominar a Dios
como los paganos, mas se hace dócil a su voluntad, es fruto de un constante y amoroso
contacto con Dios y de una continua atención a su palabra, ya que en ella Dios se revela,
manifiesta sus pensamientos y revela sus horizontes humanos.
La palabra, conservada viva por el Espíritu santo, leída “en la Iglesia”, se hace
contemporánea a quien la escucha, como si se pronunciara por primera vez. Por medio
de ella Dios llega a sus hijos, en todas las situaciones concretas.
Pídele a tu guía espiritual (o al animador de tu grupo) que te enseñe la lectio divina, que es
una manera de rezar nacida de la Biblia y hecha con la Biblia la misma tiene cuatro etapas:
1. La lectura del texto, para conocer su contenido, luego preguntarte: que dice el texto en si
mismo.
2. La meditación, para descubrir los valores que el texto quiere evidenciar para ti y para tu
vida. Aquí hay que preguntarse que quiere decirme Dios por medio de su palabra.
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La reconciliación te libera
El mal que te envuelve de todo lado te empuja a caer. Luchas con todas tus
fuerzas pero te sientes en dificultad frente a todo lo que intenta arrastrarte hacia lo más
cómodo. No es fácil imponerse un estilo de vida conforme al Evangelio en una sociedad
que cree solo en pseudo-valores, que además resultan simpáticos.
¿Cómo no suplicar, igual que los Apóstoles ”Sálvanos, pues estamos perdidos”?
(Mt. 8, 25).¿Como no agarrarse a Cristo Jesús, a la fuerza de su Espíritu Santo, que da el
gusto del bien y que hace el corazón humano capaz de elegir según el Evangelio?
Es fácil dejarse llevar por la pereza, los compromisos, postergando de un día para
el otro el momento de la celebración de la reconciliación. Recuerda que la
constancia es señal de fidelidad, es prueba convincente de que te estas
comprometiendo seriamente en ese dejarte transformar por el Señor y revestirte
del hombre nuevo “creado según Dios, en la justicia y la santidad verdaderas” (Ef.
4, 24). Tampoco el dialogo penitencial con el sacerdote se improvisa. Hace falta
prepararse a través de un verdadero y exacto examen de conciencia.
Cada vez que vasa confesarte, pues, reconoce eres parte de la masa de hombres
débiles y pecadores, sino que eres personalmente culpable de tus pecados. Al
mismo tiempo, sin embargo, debes estar seguro de que Dios esta cerca de ti y te
cuida, de que ningún pecado es imperdonable; y de que Dios a enviado a su
propio Hijo para salvarnos por medio de su sufrimiento y de su muerte.
Admite también de que Dios quiere que pongas con decisión frente a tus pecados
y que proclames tu arrepentimiento. Esto implica el rechazo de tu vida pasada, a
fin de que los días venideros sean mejores. Aunque te cueste admitir que se trata
de pecados que se repiten con frecuencia, reafirma tu convicción de que, con la
gracia de Dios, conseguirás vencer tus malas costumbres. El recibir con frecuencia
el sacramento de la reconciliación impide acostumbrarse al pecado y hace sentir
la necesidad de la ayuda de Dios.
La dirección espiritual
Ayudarnos a comprender nuestra experiencia para entender como Dios nos guía y
hacia donde, es la finalidad de la dirección espiritual. No importa si estamos caminando a
oscuras, en la penumbra o en plena luz: todos necesitamos siempre que alguien nos
confirme en el camino.
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Con la ayuda de un guía que goza de toda tu confianza y que estas dispuesto a
seguir con “activa docilidad”, lograras penetrar en lo mas profundo de ti mismo, donde
vive tu verdadera imagen y donde descubrirás el proyecto humano que Dios te tiene
preparado. Nadie puede ser arbitro de si mismo; todos tenemos necesidad de ser
confirmados por un guía que; en nombre de de la iglesia, nos asegure de la fidelidad de
nuestro camino y de la autenticidad de nuestras opiniones.
Sin embargo, no esperes que tu guía espiritual sea capaz de leer dentro de
ti de manera inmediata, y tanto menos que tome decisiones o se
comprometa en lugar tuyo. Tú eres el único responsable. El podrá
solamente ayudarte a entender algo de tu misterio interior, a interpretar
algunos elementos constantes de tu ser y las características esenciales de
tu vida de fe, para luego llevarte a tomar compromisos concretos y ser
generosamente fiel.
La “regla de vida”
Mientras buscas ser cristiano al estilo de Jesucristo, por medio de las palabras y de
los gestos que su evangelio te ha dado a conocer, necesitas tener unos “puntos firmes”
capaces de inspirar y sostener tus decisiones. También debes recordar, de vez en cuando
aquellas palabras de la Biblia que mas te alimentan, al mismo tiempo es oportuno que te
propongas alguna meta inmediata.
Para crecer en la vida espiritual es necesario una cierta metodología; hay que
proponerse metas y controlar nuestro camino para alcanzarlas. Para conseguir esto sirve
mucho la llamada “regla de vida”, que puedes determinar tu mismo en la meditación
personal, para examinarla luego con tu guía espiritual. Si quieres ser fiel al Espíritu Santo y
caminar hacia la santidad, debes encontrar tiempo para preguntarte por donde Dios
quiere llevarte, para motivar así tu camino de fe y tus decisiones.
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Pistas para el dialogo espiritual
Siendo que el evangelio no es una doctrina sino fuente de vida y fuerza de amor
que te hace crecer en la fe y actuar cada día en la caridad, sostenido por la esperanza
de “cielos nuevos y tierra nueva” (cf. Ap. 21, 1), tienes a tu alcance también la presencia
maternal de María, la madre de Jesús. Es Jesús mismo quien te la da (cf. Jn. 19, 27) para
que puedas aprender de ella a ser un verdadero cristiano del seguimiento y te sugiere
como vivir profunda y plenamente las exigencias de la fe.
El compromiso ascético
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Además estas orientaciones fundamentales, fruto de la fe, te ayudaran a
conservarte limpio y fiel a pesar de las muchas tentaciones que encontraras en tu camino.
La presencia de Dios dentro de ti será como una fuerza positiva en la lucha contra el mal,
y también garantía de crecer en el bien hasta la plena estatura de Cristo (cf. Ef. 4, 15-16).
Para mantener pujante en ti el deseo de vivir según “el hombre nuevo”, que
logra ver a Dios porque es “puro de corazón” (cf. Mt. 5, 8), aprende a
reconocer enseguida las situaciones peligrosas que encuentras y a cortar
con ellas sin titubear. Con el mal no se puede tratar nunca; pues,
seguramente tarde o temprano acabaría prevaleciendo sobre nuestra
voluntad. Debes estar convencido también de que tu libertad personal
queda fácilmente condicionada por las estructuras de pecado que llevan
al mal de muchas maneras. Debes luchar contra todo esto, no puedes
perder tiempo jugando con las tentaciones.
El servicio
Siguiendo con fidelidad estas indicaciones que han sido indicadas conseguirás una
plena comunión con Dios, que te dará a conocer tu vocación fundamental. Creado “a
imagen y semejanza de Dios” (cf. Gn. 1, 26-27; Sb 2, 23; 1 Co 11, 7), medio de un
constante y paciente cuidado de tu vida espiritual, llegaras a una relación de intima
comunión y amor filial con Dios, creador y padre.
Comienza a vivir lo que ya has entendido del Evangelio y entrégate de lleno. Pues,
querer crecer solos y no ayudar a los demás a crecer, lleva a un trágico egoísmo. Es
necesario descubrir, entonces, la rutina diaria todas las posibilidades que hay de servir a
los demás. Habrá seguramente muchas.
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Con mucha disponibilidad y humildad comparte tu fe, tu alegría, todo lo que
tienes y sabes, todo que Cristo te ha dado con su presencia, con su palabra, con sus
sacramentos.
No dejes de vivir esta experiencia fuerte de comunión con Dios, que a lo largo de
los días del retiro encontraras en la meditación de la palabra, en la oración personal y
comunitaria, en la celebración y adoración de la Eucaristía y en el sacramento de la
reconciliación.
El silencio, interior y exterior, te permitirá vivir en intimidad con Dios, para recuperar
confianza en El y adherir a su voluntad. Por medio de esta experiencia, año tras año, Dios
te ira comunicando algo nuevo para fortalecer tu fe, te pedirá convertirte a El por medio
de decisiones muy claras, te sugerirá posturas siempre mas conformes al evangelio
capaces de orientarte hacia una vocación personal definitiva.
No te preocupes por comunicar con los demás participantes al retiro anual; reza
más bien por ellos, aunque sean par ti desconocidos con quienes te encontraste allí por
primera vez. Te darás cuenta de que Dios es capaz de crear comunión y fraternidad entre
los que viven una misma experiencia de vida espiritual.
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Para dar sentido a mi vida
Sin embargo, siempre hay que buscar respuestas a todo, sin dejarse vencer por
estados de ánimo pasajeros. Tener el valor de plenamente la vida, incluso después de las
mas amargas decepciones, significa ser honestos consigo mismo y seguir buscando
respuestas validas y concretas.
Entonces, sin esperar milagros, acepta vivir los dones que Dios te concede en la
rutina diaria. Acógelos como un nuevo llamado y una nueva oportunidad de gracia;
enfréntate con sentido de responsabilidad con las fatigas diarias. Aprende a descubrir el
secreto de la felicidad en tu quehacer cotidiano vivido con amor.
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Si logras descubrir el toque amoroso de Dios en tu vida, te darás cuenta de cómo
El considera y respeta tu libertad. Amándote te llama ala vida; pero confía en tu sentido
de responsabilidad para que te desenvuelvas, en la lógica del amor recibido, a favor de
los demás (cf. 1 Jn. 4, 11), Dios te acompaña con el amor de padre; pero te pide
compromiso siempre mas profundo.
Dios goza llamándote a una continua comunión de amor con El. Tú puedes ser feliz
respondiendo positivamente.
Aceptar que nuestra vida nos haya sido dada no significa renunciar a realizarla con
nuestras manos y nuestro corazón. Dios creo lo esencial en el hombre, para poder
confiarle la entusiasmante tarea de continuar su obra. El espacio intermedio entre esta
creación incompleta y la perfección divina es el campo ilimitado de la libertad humana.
Nos corresponde liberar nuestra creatividad y desarrollar nuestros talentos escondidos.
Dentro de nosotros hay minas inexploradas que esperan ser conquistadas y valorizadas.
Dios no nos a construidos como piezas pre-fabricadas; nos llamo a la vida y nos confió
nuestra tarea, fiándose de nuestra creatividad y de nuestro sentido de la responsabilidad.
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Trata de no decepcionarle a Dios; toma parte en la realización de un proyecto de vida
donde haya sitio para el compromiso, la creatividad, la valentía. Creer en el creador y
vivir como criaturas significa reconocer que gozamos de libertad (cf. Ga 5, 13-12), es decir
que somos responsables de nuestro destino.
Apenas te abres y sales de tu círculo cerrado descubres a los demás como diferentes de
ti, pero al mismo tiempo muy importantes y hasta necesarios para tu crecimiento. Pues, tu
espacio interior para extenderse en la medida que lograras confrontarte serenamente
con ellos, descubrir los valores y al mismo tiempo darte cuenta de tu originalidad, sin
tenerles miedo a las diferencias.
Conseguirás ser tu mismo (y descubrir tu vocación) solo si sabes acercarte con mucha
delicadeza al otro, sin herirle, sin querer que sea como tu, aceptándolo como es,
acogiéndole no par poseerlo, mas para enriquecerle con los dones que tienes.
No es suficiente contentarse con vivir a lado de los demás, como si fueran unos
desconocidos; ellos son parte de ti y de tu mundo, de la misma manera que tu eres parte
de ellos y de su mundo (cf. Rm. 12, 4-5).
Sin relacionarte con los demás no lograras crecer, ni tampoco vivir. Solo quien es capaz
de amar de veras decide desarrollar sus capacidades, recibidas de Dios, para servir a los
demás, en un positivo intercambio (cf. 1 Co 12, 12-57).
El saber que has recibido bastante de parte de Dios te librara de muchos miedos y
autodefensa y te hará capaz de amar siempre mas. No se trata de hacer algo
extraordinario; deberás solo compartir los dones recibidos, para que también los demás
puedan disfrutar de los mismos (cf. 1 P 4, 10). Tampoco se trata de cumplir con un deber;
hay una exigencia interior de relacionarse, comunicar, amar.
Dilatar los espacios de la caridad es el secreto del hombre que ha descubierto el empuje
hacia un verdadero crecimiento en el arte de amar, en la alegría de dar y en la sencillez
de recibir (cf. 1 Jn. 3, 23).
En dialogo con tu guía espiritual trata de estudiar tu manera de relacionarte con los
demás. ¿Cómo consideraras a los demás? ¿Cómo competidores tuyos o como
hermanos a quienes amar y servir?
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La vida como acción de gracias
Una tentación bastante común también entre quienes buscan vivir plenamente
comprometidos es la de olvidar fácilmente lo que Dios ha realizado en su vida hasta el
presente (cf. Dt. 8, 2)
No es fácil olvidar las situaciones difíciles y peligrosas que se han superado con la ayuda
amorosa de Dios. Las aguas te hubiesen anegado (cf. Sal 143, 4) si Dios las dificultades
superadas en tu pasado.
Si lograste salir victorioso, enriquecido humanamente, no ha sido por pura suerte ni gracias
a tu compromiso y a tu voluntad; es que Dios te ha amado (cf. Sal 43, 4) y te ha hecho
crecer hasta donde llegaste. Por consiguiente, lo que eres, no es merito tuyo y no tienes
derecho de ser orgulloso por ello (cf. 1 Co. 4, 7); fue gracia por medio de la cual Dios quiso
ayudarte a entender la grandeza de su amor y el cuidado que tiene de ti.
Solo el ser consciente que has recibido mucho te lleva a agradecerle a Dios y a
bendecirle también por quienes han sido instrumentos vivos de su amor. Muchos a veces
sin saberlo, han influenciado positivamente tu personalidad, dilatado tu corazón con la
riqueza de sus dones. No han faltado las oportunidades, gozosas o dolorosas, en las que
Dios agravado profundamente en ti su santo nombre y su presencia santificadora.
Si, con el corazón lleno de gratitud, das gracias a Dios por lo que ha realizado en ti te iras
enriqueciendo siempre mas y al mismo tiempo, te harás siempre mas disponible a su amor
creativo.
Indica como quieres responder a este amor que has experimentado muchísimas
veces hasta ahora.
María de Nazareth es modelo perfecto del discípulo que quiere aprender a escuchar la
voz de Dios, a meditar sobre el sentido de los diferentes “signos”, a tratar de entender el
mensaje que Dios quiere transmitir y a obedecer prontamente, como expresión, de
entrega total y plena confianza (cf. Lc 1, 38; 2, 51).
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De la Virgen María puedes aprender a esperar con paciencia, a buscar con serenidad y
con el deseo de manifestar y con el deseo de manifestar tu obediencia filial en tu vida y
en todas sus expresiones y manifestaciones.
La vida humana está llena de acontecimientos buenos y malos que se suceden con ritmos
muy irregulares. A situaciones de tranquilidad o de alegría se alterna periodos llenos de
dificultades y tristeza que ponen a prueba la resistencia y la fe. Muy pronto todos nos
damos cuenta de que la vida no es siempre fácil y alegre.
Por estar acostumbrados a quererlo siempre todo te es debido, es muy posible que te
encuentres en situaciones complicadas en las que te resultara difícil continuar a creer que
Dios te quiere y serás tentado de dudar de su amor y de su fidelidad.
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De hecho, en las dificultades nos asalta fácilmente la tentación de pensar que Dios nos ha
abandonado (cf. Mc 4, 38) y prevalece el dictado del sentido común que sugiere volverse
atrás (cf. Nm 14, 4), encerrarse en si mismo y aislarse del resto del mundo. Cuando pasa
esto, muchas veces es la oración la primera que pierde regularidad y disminuye. El dialogo
vivo con Dios pierde intensidad y queda solo una repetición rutinaria de las suplicas para
salir cuanto antes de los problemas. Olvidamos fácilmente que Dios sigue presente a
nuestro lado también en las dificultades. El a veces nos mantiene despiertos precisamente
por medio del sufrimiento para darnos la posibilidad de crecer y madurar (Eclo. 2, 4-6). En
las dificultades Dios comprueba la profundidad de nuestra fe y la gratuidad de nuestro
amor, es decir si le amamos solo porque nos sostiene con muchas manifestaciones de su
amor o si perseveramos en amarle por lo que es, sin ningún interés intermedio.
Si quieres crecer en la fe, tienes que aprender a descubrir la presencia de Dios en las
situaciones complicadas de la vida, cuando es más difícil pedir que “se haga su
voluntad”, por que la experiencia inmediata del sufrimiento parece contradecir su
paternidad amorosa y su providencia divina. Es solo viviendo conscientemente tu fe en
Dios en los momentos difíciles que lograras entender en toda su riqueza y profundidad el
“Padrenuestro”.
Recuerda las tentaciones contra la fe que puedes haber tenido en esos momentos
y tu capacidad de reacción.
En nuestra sociedad respiramos desde pequeños una mentalidad utilitarista, que lleva a
hacer nada que no produzca económicamente, o por lo menos a nivel de afirmación de
si mismo de su propio grupo. Por consiguiente se toman compromisos y se prestan servicios
solo si se prevé provechos inmediatos y evidentes ventajas. Parece que en nuestro tiempo,
a pesar de lo que se quiera aparentar, se ha perdido la dimensión de la gratuidad.
Para aprender a amar se necesita, desde la niñez apertura permanente a los demás,
capacidad de participar en los problemas ajenos como si fueran propios, convicción
profunda de que hay mas alegría en dar que en recibir (cf. Hch. 20, 35). La gratuidad no
nos viene regalada desde el cielo, hay que adquirirla poco a poco superando los miedos,
las distancias y los prejuicios hacia los demás. Si juzgamos sin compasión a los demás, si
nos quedamos lejos de su mundo interior, si los consideramos incómodos o enemigos, es
imposible adquirir la virtud de la gratuidad, por la cual aprendemos a no buscar nuestro
propio interés (cf. 1 Co 13, 5) y a querer el bien ajeno como si fuera el nuestro.
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Partes vivas de un único cuerpo, cuya cabeza es Cristo, nos sentimos solidarios unos con
otros, listos a compartir los gozos y los sufrimientos ajenos (cf. Rm. 12, 5), ya que todos
hemos sido salvados y redimidos por la misma sangre de Cristo.
Debes darte cuenta de la profundidad del amor de Jesús, que se rebaja a servir como un
esclavo a quien sea, incluso a quien poco después lo traicionara. Jamás mente humana
hubiese imaginado tanta humillación; solo Jesús podía revelarla como algo muy
revolucionarlo para la mentalidad de su tiempo y para nosotros, solo el puede
convencernos a imitarle en esto.
Imitando estos gestos de Jesús podrás entender que significa amor y dar la vida para los
demás. Y te darás cuenta de que el servicio no puede ser un lujo ni se limita a episodios;
mas debe ser una postura permanente que nos permite continuar amando incluso en los
momentos más difíciles.
Hay que servir siempre, incluso a los que no hemos escogido, a los que nos rechazan, a los
que nos interpretan mal. Servir cuando no está programado. Servir en las cosas sencillas
con la máxima delicadeza con el fervor de los momentos mejores, con la entrega
generosa, sin dejar ningún espacio a nuestra satisfacción personal.
27
Servir con dedicación, sin esperar que se nos pida, para evitar a los necesitados la
humillación de mendigar. Servir sin esperar nada a cambio, sin desear gratitud; servir con
humildad, pidiendo perdón si no conseguimos hacerlo con amabilidad. Servir con alegría
por que somos discípulos de aquel que “no vino a ser servido, si no a servir” (Mc. 10, 45) y
por que sobre los gestos concretos de amor seremos juzgados (cf. Mt 25, 31-46).
Si de veras buscar dar sentido a tu vida, no dejes para después el servicio concreto. Hay
que “darse” en seguida, y con alegría. Te darás cuenta de que solo el amor verdadero
tiene sentido y da sentido a la vida.
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Caminos de radicalidad evangélica
Si has tomado la decisión de seguir a Jesucristo como discípulo suyo, aunque no tengas
todavía claro el camino concreto de tu seguimiento, tienes que buscar en seguida la
forma más oportuna para formarte en sintonía con el Evangelio.
De hecho, aunque cada uno tiene su propia manera de encarnar el proyecto de Jesús,
todos deben aprender las diferentes expresiones del radicalismo evangélico, que
constituye la característica del cristiano adulto, ninguna característica de cristiano tiene el
monopolio del radicalismo; y todos, tarde o temprano, en cualquier vocación deberán
enfrentarse con las exigencias de Jesús.
Es bueno por lo tanto, que también tú comiences a darte cuenta de todo esto. No
importa si descubres con dolor que hay una gran distancia entre las propuestas
evangélicas y tu vida diaria; debes aceptar esta incoherencia tuya y confiando en la
misericordia de Dios, seguir luchando con siempre mayor entrega para realizar lo que
Jesús vivió y sigue proponiendo a sus amigos. La vida cristiana vivida en plenitud es un
compromiso que hay que mantener vivo y pujante. Sin entusiasmo, sin lucha contra si
mismo por medio de respuestas generosas y conscientes, se corre el peligro de caer en la
mediocridad y la tibieza, “ni calientes ni fríos” (cf. Ap. 3, 15).
La vida cristiana no permite pausas, por que como afirmaba san Bernardo “el no avanzar
en el camino de la total conformidad a Cristo es ya retroceder”. Aquí se dan unas
indicaciones acerca del radicalismo evangélico, que es bueno que tomes en serio ya que
pueden ayudarte a ser un testigo autentico de Cristo. Se trata de convicciones profundas
que están a hacer tuyas progresivamente y de elecciones concretas que darán
credibilidad a tu decisión de seguir a Jesús.
El ambiente humano que vives, con sus muchas propuestas antievangélicas, es casi
siempre contrario al espíritu de las bienaventuranzas, que promete la felicidad a los
mansos y a los misericordiosos. La bienaventuranza prometida a los que se comprometen
a vivir conscientemente el perdón como expresión de radicalidad evangélica (cf. Lc 6, 27-
36) choca con las modernas teorías que tildan el perdón de debilidad, la misericordia de
cobardía, el hacer el bien a los enemigos de locura.
No te extrañes; más bien considera el anuncio cristiano del perdón como desafío a la
mentalidad del mundo y estima verdaderos hombres a quienes con el perdón luchan
contra la lógica humana. Al mismo tiempo, trata con la gracia de Dios, de formarte un
corazón capaz de perdonar; que no guarda rencor, dispuesto a volver a perdonar
después de cada ofensa recibida (cf. Mt 5, 39); de esta manera conseguirás ser imagen
viva de la misericordia de Dios (cf. Ef. 4, 32; 5, 1).
29
Sin embargo, hay que decir que no es fácil perdonar. Instintivamente el “hombre viejo” no
renuncia al orgullo, no acepta ser superado por los demás, por que la ambición y el
espíritu de dominio quieren prevalecer. Hoy para muchos resulta imposible reanudar
relaciones sinceras con personas con personas que les han ofendido, o no reaccionar por
las ofensas recibidas. El clima de violencia que nos inunda nos mantiene siempre en una
postura defensiva, y engendra siempre más desconfianza y miedo.
Contra esta mentalidad antievangélica debes reaccionar con el ejercicio, muy eficaz,
del perdón cristiano. De esta manera llevaras al “mundo viejo” una gran novedad, que
manifiesta eficazmente la fuerza de la liberación de la esclavitud del pecado, realizada
por Jesucristo en el misterio pascual.
Pero, ¿Dónde encontrar la fuerza para cumplir este gesto tan nuevo en nuestra sociedad?
Será capaz de perdonar, es decir de amar también a los que te han tratado mal, solo si te
habrás dado cuenta con alegría de que tu mismo has sido repetidamente perdonado por
Dios.
En la vida de todos hay momentos difíciles y dolorosos, que quisiéramos poder alejar de
nosotros porque nos sentimos incapaces de vivirlos. Además, frente a los sufrimientos de las
personas mas queridas o al dolor de muchos niños inocentes nos confundimos; y a
menudo brota la insidiosa pregunta dirigida a Dios: “¿Por que?” (cf. Job 3).
Es difícil entender que el dolor tiene sentido en el plan de amor de Dios. Sin embargo,
tener fe significa estar seguros de que Dios esta con nosotros en la hora de la prueba (cf.
Sal 121) y creer en su amor que se manifiesta en el dolor.
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Tener fe significa también ponerse con confianza en las manos de Dios que nos guía
siempre en el contexto de un plan de amor, a veces misteriosos (cf. Rm. 8, 28-39), y
reconocer que El, incluso en los momentos mas difíciles, tiene para nosotros designios de
paz y no de aflicción (cf. Jer 29, 11)
Con certeza nos ayuda a aspirar hacia niveles siempre mas altos en la vida espiritual, de
tal manera que nuestra fe no imponga a Dios lo que nos gusta, mas nos ayude a dejarlo
todo en sus manos con docilidad y confianza total.
Dios es padre para cada uno de sus hijos; solo puede querer nuestro verdadero bien (cf.
Lc 11, 11-13). Si no nos concede en seguida lo que le pedimos o si permite que pasemos
por sufrimientos intensos, es por que nos esta preparando algo nuevo bueno y grande. A
lo mejor quiere ayudarnos a crecer en nuestra capacidad de amar, obligándonos a
superar nuestras limitaciones y a menudo egoístas perspectivas.
Entonces, ya que Dios no nos promete un camino fácil y nos invita a seguirle con coraje y
constancia en las pruebas y adversidades de todo tipo, debes pedir mas fe, convencerte
de que “los caminos de Dios no son los míos; el me lleva por caminos que no conozco; sin
embargo, sus designios son infalibles” (cf. Job 42) y suplicar; “enséñame Señor, a confiar
en ti y a crecer siempre en tu amor” (cf. Rm. 8, 37-39).
Llamado a establecer con los demás una relación de comunión profunda, que un día se
concretizara en una donación personal (en el matrimonio) o en un amor universal (en la
virginidad por el reino), te das cuenta de que es lo urgente que es aprender a amar en
plenitud acogiendo a hermanos y hermanas con la mirada limpia que nace de un
corazón casto.
Libre de mezquinos intereses personales y del inconfesado anhelo de poseer a los que te
están cerca o de usarlos en tu provecho, deseas ser capaz de amar de verdad y de
buscar la felicidad de los que amas en una relación sincera y tierna. Este programa, muy
humano y al mismo tiempo profundamente respetuoso delo proyecto divino del amor
trinitario, encuentra obstáculos en tu concupiscencia que si no es educada y
oportunamente controlada te lleva a exigirle a los demás mas que ponerte a su servicio,
te inclina a conquistar su libertad hasta anularla.
Por el pecado nuestra sexualidad se ha vuelto una fuerza ambigua y amenazadora, que
quiere oponerse a la ley de Dios, violando nuestra misma libertad (cf. Rm. 7, 14-25). Esta
inclinación al mal se fortalece por el hedonismo exasperado que se difunde siempre más
en nuestra cultura, por medio de la pornografía y sobre todo de una mentalidad permisiva
que lleva a olvidar los valores más fundamentales.
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amar desinteresadamente, con reciprocidad y ternura. Esta capacidad de acoger
sinceramente a los demás, reconocidos en su total dignidad, es fruto de una postura
interior, entrenada desde la niñez a huir de los malos deseos, de la doblez y de la
insinceridad de la mirada (cf. Mt 7, 21); es señal de una castidad que se expresa en el
control sobre si mismo que mantiene lejos de las ocasiones de pecado que perturban el
corazón, centro de los deseos mas secretos y de los afectos mas verdaderos (cf. Mc 7, 21).
Por tanto, es importante que junto con tu guía espiritual, tomes en serio este
delicado aspecto de tu personalidad, aprenderás a tratar este argumento con
delicadeza y mucha sencillez. El hecho mismo de hablar libremente del asunto es
buena señal.
El amor a la iglesia
Es posible que al estudiar la historia hayas encontrado testimonios negativos por parte de
miembros de la iglesia; o que tu mismo hayas tenido dolorosas experiencias al respecto.
De allí que seas tentado de juzgar a la iglesia fríamente, sin misericordia y generalizando.
Nada raro que en la Iglesia, santa por si misma, este todavía presente el pecado en sus
miembros y que esto impida la plenitud de santidad a la que esta llamada.
Ante todo, debes ponerte en discusión a ti mismo porque por el bautismo eres parte de la
iglesia y sin embargo vives atraído continuamente por el. En efecto son los mismos
miembros de la Iglesia, los de ayer y los de hoy, que la hacen menos santa con sus
pecados, Mientras Jesucristo que la ama, espera poder acogerla “mansa e inmaculada”
(cf. Ef. 5, 25-27).
A pesar de todo, en los miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, circula la vida
divina. Solo en ella puedes experimentar el amor eterno de Dios; por ella te nutres del
cuerpo de Cristo; por medio de ella logras crecer en la vida del espíritu. Dentro de la
Iglesia puedes gritar junto a tus hermanos: “Padre Nuestro”.
A pesar de las infidelidades, las divisiones, los contra-testimonios de ayer y hoy, algo divino
sostiene la Iglesia, que se vuelve casa para los pecadores perdonados que renacen a la
vida de la gracia en fuerza de un maravilloso testimonio de amor.
No sueñes, por tanto, con una iglesia perfecta aquí en la tierra. No existe aquí una Iglesia
constituida para seres perfectos; si existiera, nadie de nosotros cabria en ella porque todos
somos imperfectos. Tu mismo te sentirías indigno a causa de tus miserias y te alejarías de
ella.
32
mas fiel al Espíritu y crezca de acuerdo con las expectativas de Jesucristo, su esposo.
Compromete con todas tuis fuerzas para hacer de la Iglesia casa de encuentro para
todos los hombres, espacio concreto donde todos pueden percibir el amor de Dios.
El soplo del Espíritu Santo despierta continuamente energías dormidas, suscitas carismas,
transmite vitalidad y alegría, y por medio de todo esto mantiene a la Iglesia eternamente
joven y actual. Déjate vivificar también tú por el viento de primavera que atraviesa hoy la
Iglesia, hasta llegar a elegir entregar tu vida por completo.
Pregúntate que puedes hacer para amar de veras a la Iglesia y para colaborar
en su crecimiento de acuerdo con las esperanzas de Dios y las necesidades de los
hombres de hoy.
Entonces te das cuenta de que debes alejarte de la mentalidad común que respiras
continuamente, empapada de egoísmo, hedonismo y culto de las apariencias. Te das
cuenta de que el evangelio de Jesús es una propuesta de libertad, en la que hay muchas
posibilidades de realización personal en el amor, a través de un compromiso de
disponibilidad, de atención a los demás y de servicio que concretizan tu idea de entrega.
El servicio a los demás esta de moda hoy y a veces puede ser hasta
gratificante. Es fácil ser considerados buenos por dedicar unas horas a los demás.
Pero, antes o después, llega el momento de la tentación a dejarlo todo por miedo al
sacrificio o por cualquier otra razón. Otras veces las indiscretas preguntas ajenas
pueden poner en duda o crear complejos.
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¿Por qué lo haces? Es una pregunta a la que debes dar una respuesta con el
concejo de tu guía espiritual, para saber con claridad cuales son las motivaciones que
te mueven. Averigua si, como Jesús, has llegado a asumir una postura de gratuidad,
es decir si eres capaz de amar sin esperar nada a cambio.
La fidelidad
Entre las posturas de radicalidad evangélica, que implantan en el “mundo viejo” una
mentalidad nueva conforme a los criterios proclamados por Jesucristo, la fidelidad sigue
siendo muy importante, a pesar de no estar muy de moda hoy.
Influenciado por la cultura que respiras, corres el riesgo de no dar mucho peso al fracaso
de matrimonios o de compromisos de consagración, que por su naturaleza deben ser
duraderos. Estas experiencias concretas de vocaciones, esfumadas en poco tiempo por
falta de motivaciones o incoherencias de varios tipos, pueden llevar a preguntarte si la
fidelidad sigue siendo virtud y si tú lograras permanecer fiel a la elección de tu vida que te
dispones a hacer.
La fidelidad no nos obliga a la pasividad por miedo de todo lo que es nuevo; más bien nos
exige evoluciones creativas y nos estimula a expresiones nuevas en conformidad con las
nuevas situaciones. Al mismo tiempo nos compromete a recordar continuamente las
elecciones iníciales que están a la base de nuestra vida y que hemos tomado con plena
libertad.
Es fácil entender que sin la ayuda de Dios es imposible para el hombre perseverar en los
compromisos tomados y vivirlos coherentemente con fidelidad. Déjate por lo tanto,
iluminar por una certeza capaz de sostener tu fidelidad: “Dios es fiel” (cf. 2 Tm 2, 13). El
alimenta y reaviva nuestra fidelidad continuamente. El se ha comprometido con nosotros
y nos acompaña con amor en nuestro camino. El sigue a nuestro lado también cuando
estamos tentados de volver atrás, en los momentos de descontento y de desanimo (cf. 1
Jn. 1, 9) El nos acompaña con su amor fiel para que nuestro “si”, repetido todos los días,
sea siempre mas decidido y se revista de siempre mayor responsabilidad (cf. 1 Co. 1, 9).
Puedes contar siempre con la fidelidad de Dios (cf. Sal 51, 10); El no te la quita nunca, ni
siquiera cuando te sientas ya indigno de su confianza. Siempre puedes confiar con su
34
perdón y recobrar fuerzas para revestirte de su fidelidad, de tal manera que tu
compromiso recobro novedad y tus elecciones sean fruto de un renovado amor.
Dialoga con tu guía espiritual sobre el tema de la fidelidad. Es un gran valor que
no se puede ridiculizar, como pasa a menudo en la mentalidad moderna. Es posible
ser fieles por que Dios, que es fiel con nosotros, se encargara de hacernos fiel.
La fidelidad es un don que hay que cuidar mucho, aun a costa de sacrificios.
¿eres capaz de sacrificar algo en tu vida?
La fidelidad se construye poco a poco, día tras día; crece confirmando el amor
y abriéndolo a nuevas posibilidades. ¿eres capaz de amar siempre en la rutina diaria?
En defensa de la vida
¿No corres, en cambio, el peligro de considerar a las personas como si fueran números o
de clasificarlos por lo que producen? En nuestro medio ambiente es tan común que tu
mismo, casi sin darte cuenta, estas tentado a definir a los demás como buenos o malos,
simpáticos o antipáticos, ricos o pobres. Corres así el peligro de entrar en la llamada
“cultura de la muerte” muy presente en nuestra sociedad.
Si, en cambio, gracias a Dios, logras formarte con la convicción de que el hombre es
persona, amada por Dios en su individualidad, y que cada uno goza de su amor y es
acogido con ternura infinita, no por sus meritos personales, si no por que amado con amor
personal por ser hijo de Dios, “hermano por el cual Cristo dio la vida” (cf. 1 Co. 8, 11),
entonces aprendes a respetar a cada cual, a acoger a los demás sin dejarte influenciar
por las apariencias y te ubicas en “la cultura de la vida”.
Pídele al Dios del amor y de la vida que te forme una gran capacidad de acogerá todos,
y sobre todo a los que son solos, débiles, marginados. Si quieres llegar a ser signo del amor
de Dios, tienes que aprender a emocionarte frente al misterio de cada persona para
llegar a ser siempre defensor de la vida de todos, desde la que se esta tejiendo en el seno
materno a la que va apagándose.
Claro que cultivar “el amor a la vida” no autoriza juicios severos hacia quien vive de
manera diferente (por ejemplo quien acepta el aborto, usa la violencia, favorece la
eutanasia, etc.). No es suficiente criticar; hay que crear las condiciones para que, a través
de un proyecto de vida, compartido en el matrimonio cristiano, se puedan concretizar
elecciones de radicalismo cristiano como la adopción y cosas por el estilo. Elecciones a
veces heroicas, que no son para todos y que manifiestan una mentalidad que respeta y
ama la vida adquirida en los años de la formación.
35
Pistas para el dialogo espiritual
Es bueno que dediques en un encuentro con tu guía espiritual para examinar las
motivaciones de tu compromiso en favor del hombre, las que empujan a acercarte
con mucho respeto a cada hombre. ¿consigues encontrar en la fe motivaciones para
ser disponible al servicio de los pobres, de los fracasados, de los que son solos o que
nadie ama? ¿Qué haces concretamente para difundir en tu ambiente una mentalidad
de respeto y amor a la vida? ¿Conoces a personas que por su gran fragilidad, pueden
necesitar tu ayuda o de la comunidad cristiana?
¿Qué sabes tu, por ejemplo, de las tensiones que viven algunos compañeros tuyos de
colegio cansados por el fracaso del matrimonio de sus padres? En las plataformas de los
poderosos no caben los problemas de los ancianos, de los enfermos terminales, de los
insatisfechos y de los fracasados. ¿Por qué hoy se hace exagerado uso de analgésicos?
En realidad son muchísimas las personas solas, encerradas en su pequeño mundo, que no
saben con quien comunicar, que no disfrutan nunca de la amistad y de la comunión
fraterna.
Piensa además en los problemas de los migrantes, de los del tercer mundo, en su situación
de aislamiento y prejuicio. No hay lugar para ellos, por que perturban nuestra tranquilidad
y nos molestan. Y sin embargo, no podemos olvidarnos, ni es suficiente preocuparnos solo
por ellos en navidad, cuando parece que todo el mundo es bueno.
Los pobres son parte viva del cuerpo de Cristo, son sus miembros más valiosos, por medio
de los cuales El se deja reconocer (cf. Mt 25, 35-40) no podemos, por lo tanto, seguir
viviendo en la indiferencia como si no pertenecieran a nuestro mundo; no podemos
desinteresarnos de nuestro cuerpo mismo, siendo nosotros, como ellos, insertados en
Cristo.
Sin embargo, no es suficiente aprender a dar; hay que aprender a recibir también.
Debemos dejarnos educar por los pobres. Ellos también tienen algo que compartir con
nosotros.
Acostúmbrate a acercarte a los pobres con mucho respeto y con delicadeza, sin
prejuicios de ningún tipo. A menudo, detrás de un fracaso humano hay toda una historia
de sufrimiento nacidos quien sabe donde, un vacio de amor que no ha sido nunca
llenado. Nada raro entonces si no aguantan sin tomar y si son agresivos; la falta de amor
produce muchos efectos negativos.
No te sientas héroe por lo poco o mucho que haces por los pobres. Viviendo sus mismos
problemas puedes aprender la dureza de la vida aprende de ellos a vivir con sobriedad, a
gozar de las pequeñas alegrías de la existencia humana, a fraternizar y a compartir.
36
Pistas para el dialogo espiritual
Los pobres, los marginados, los fracasados están en la esquina. No puedes dejar
de preguntarte si eres capaz de acogerles, de entrar respetuosamente en su mundo,
de dialogar con ellos.
Pregúntate sobre todo si logras ser “pobre entre los pobres”, para aprender de
ellos la lección de humanidad que necesitas para poder amar libremente, sin miedos
ni prejuicios.
La corrección fraterna
Organizar la vida de acuerdo con el Evangelio exige que el amor hacia los hermanos se
concretice en la practica diaria. A menudo nos interesamos de las dificultades ajenas y
actuamos para resolverlas cuando somos solicitados. Muy pocas veces tomamos la
iniciativa, captamos los problemas ajenos y actuamos sin ser solicitados.
Con dificultad todavía más mayor nos decidimos a corregir fraternalmente a los demás
por sus posturas equivocadas o por sus reacciones exageradas. Olvidamos que algunos
de nuestros hermanaos, por su carácter o educación, ni siquiera se dan cuenta de sus
errores. Tomar la iniciativa de amonestar a los demás no es nada fácil, ya que siempre se
corre el peligro de ser mal interpretados. Sin embargo, hay que tener el valor de hacerlo
porque la corrección fraterna es muy necesaria en una comunidad cristiana; no
practicarla es un pecado de omisión.
Puede ser que tengas la tentación de prestar cualquier otro servicio en la comunidad
más que comprometerte ben la corrección fraterna. Sin embargo, no puedes descuidar
este deber; pues, se trata de ayudar a un miembro de tu mismo cuerpo (cf. Ef. 4, 25), que
esta llamado a llegar contigo a la perfección de la caridad, a la que aspiran todos los
hijos de Dios.
Por consiguiente, cuida de tu hermano, sufre por sus debilidades; pero ayúdale también a
mejorar en su vida cristiana. Has que en la corrección fraterna experimente la delicadeza
y la ternura del amor de Dios.
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Ciudadano del mundo
Hoy el mundo entra en nuestra casa atreves de los medios de comunicación, que nos
informan en tiempo real de acontecimientos que suceden a miles de kilómetros. Parece
que las distancias dejan de existir y se tiene la impresión de ser espectadores directos de
muchísimas realidades y situaciones del mundo entero.
Sin embargo, puede suceder que tú permanezcas aislado de todo, como si no pasara
nada. Acostumbrado a todo, corres el peligro que ya nada te importe y que te
acostumbres a no dar importancia a nada: guerras, atentados, calamidades naturales,
desastres aéreos, etc.
Debes aprender a ensanchar tus intereses, saliendo del círculo cerrado de tu pequeño
mundo. Deja de llorar sobre ti mismo y sobre tus fracasos. Tu patria no debe estar limitada
por las fronteras naturales o afectivas; tu patria es el mundo con todos sus problemas.
Es preciso aprender a dialogar de veras, para poder llegar a la fraternidad universal, que
es parte del designio divino (cf. 1 Tm. 2, 4). Por tu parte, debes comprometerte a
relacionarte con todas las culturas. El mundo y la Iglesia no se construyen sin tu aporte.
Hoy en día no faltan propuestas para relacionarse con las demás realidades del mundo
(por ejemplo: el servicio misionero, el voluntariado internacional, etc.). Cuanto más te
solidarices con los hombres, tus hermanos, mas tu corazón crecerá en conocimiento y en
amor.
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Mi llamada: el camino para santificarme
Si has tomado la decisión de orientar toda tu vida de acuerdo con el Evangelio, debes
buscar la manera de encarnarlo en tu historia personal con un proyecto tuyo propio; es
decir, tienes que descubrir el camino apropiado para que el compromiso bautismal
influencie y fermente tu vida y tus elecciones, debes encontrar tu vocación.
La fe es una adhesión consciente a Jesucristo, un dejarse llevar con confianza por los
caminos que El nos indica. Por consiguiente no se conoce y no se ama a Jesús si, al mismo
tiempo, no se busca el camino personal para seguirle de acuerdo con el designio del
Padre. Hay que llegar, por tanto, a conocer con claridad nuestra vocación personal.
Es un error dejar este problema para más tarde, cuando hayas crecido más y tengas
mayor experiencia de vida. La fe en Cristo, para ser autentica, debe transformarse en un
proyecto concreto y llegar a una elección que caracterice tu vida para siempre. La
vocación no es, pues, problema que se puede dejar para después, por que somos
herederos de nuestras acciones y de las elecciones de nuestro pasado; ellas nos
acompañan inevitablemente y marcan nuestra vida hasta determinar su desarrollo futuro.
Para que tu elección sea verdaderamente libre debes encontrar el tiempo y el modo
para estudiar todas las vocaciones posibles a un bautizado hasta conocerlas bien en su
originalidad y en sus expresiones. No te sientas seguro de que tu vocación es
exactamente la que tu siempre has pensado; de esta manera escogerías un proyecto
exclusivamente tuyo, excluyendo a Dios de tu vida.
Cuando darás finalmente tu respuesta personal a dios que te llama, tendrás la seguridad
que tu relación con el es autentica. Solo entonces tu fe será autentica relación personal
con tu Dios y con tu Dios y con su Hijo resucitado.
Pregúntate también cuales son los ideales que mueven tu vida y si tienes posibilidades
concretas de experimentarlos desde ya, en espera de vivirlos luego en forma permanente.
Reflexiona sobre las urgencias acerca de las cuales la Iglesia llama la atención,
dirigiéndose a todos y especialmente a los jóvenes.
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Claro que para programar una vida abierta a Dios y a la entrega de si mismo a favor de
los demás, en cualquier vocación, es preciso contar con una disponibilidad interior que
haga capaces de no buscar intereses o utilidades personales y de vivir, a ejemplo de
Jesucristo, una vida guiada por la voluntad del padre a servicio de los hermanos. Por que
Dios pueda indicarte tu camino cristiano es preciso que tengas un corazón disponible, listo
a recibir la llamada.
No olvides tampoco que al pedirle a Dios que te indique su voluntad debes estar
dispuesto a aceptar un compromiso permanente, que lleva siempre consigo riesgos y
dificultades. Dios nos puede sorprender con sus iniciativas audaces, con tareas
provocadoras; pero, si confías, El te dará la fuerza necesaria para responder a sus
propuestas, aun cuando te parezcan absurdas e imposibles.
La familia, para ser en ella signo del amor fecundo de Dios (matrimonio).
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La decisión última es tuya. Tu guía espiritual solo puede ¡y no es poco!
Acompañarte, aconsejarte, sacudirte, animarte…
Aquí van unas indicaciones que puedes utilizar en el dialogo con tu guía espiritual.
3. ¿Cuáles son los reiterados mensajes del Espíritu Santo que has recibido por medio
de frases fuertes de Jesús, que parecen dirigidas a ti personalmente, o de
aspectos especiales del proyecto evangélico? ¿Qué deseos profundos e ideales
de vida vuelven con insistencia a tu mente y a tu corazón empujándote hacia
realizaciones futuras?
5. ¿Crees que has madurado lo suficiente para decidir de tu vida en total libertad?
¿Hay algo que te pone a dudar de esta madurez?
6. Los que te conocen y te quieren ¿te han indicado alguna vez, bromeando quizás,
en que vocación te verían realizado? ¿Cómo reaccionarían ellos frente a la
decisión que tomes?
Para una vocación particular sea autentica es preciso que cada cual haya madurado ya
la “elección cristiana”, es decir que haya asumido personalmente los valores evangélicos.
Es absurdo querer comenzar un camino vocacional específico sin haber adherido antes al
proyecto cristiano en su totalidad.
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complementan e iluminan recíprocamente y son interdependientes. También los casados,
por ejemplo, debe vivir, según su condición, la obediencia, la castidad y la pobreza; y los
consagrados se enriquecen con las dimensiones propias de los casados.
Debes ante todo darte cuenta bien de las condiciones necesarias para vivir
fielmente la vida cristiana, de acuerdo con los compromisos del bautizado. Luego
tienes que profundizar bien los horizontes específicos de cada vocación, para
descubrir la tuya, tomando en cuenta lo que Dios te ha comunicado hasta el momento
y como tu has acogido libremente sus indicaciones.
Personalmente y luego con tu guía debes examinar unas preguntas esenciales que
te permiten juzgar de tu madurez humana y de tu fe frente a cualquier vocación
cristiana.
6. ¿Tu madures afectiva esta marcada por la presencia en ti de Jesús, que te empuja
y ayuda a pasar de un proyecto egoísta de realización personal a un proyecto
oblativo de solidaridad y entrega?
7. Tus bienes y tus conocimientos ¿son motivos para sentirte mejor que los demás, o
medios para combatir lo que eres y tienes?
42
8. ¿Que “servicios” has prestado en estos años? ¿te han ayudado a crecer en la fe?
¿han engendrado en ti disponibilidad permanente al don de ti mismo, como
respuesta de fe?
9. ¿Cuales son las “insistencias” que el Espíritu Santo suscita continuamente en ti, o
que te propone por medio de las personas con las que vives?
Sin embargo, además del conocimiento de las diferentes formas de vida consagrada, es
necesario tener las cualidades propias de cada una de ellas. De hecho, cada vocación
exige siempre una respuesta madura, libre y gozosa, que el hombre concretiza
entregándose totalmente a Dios con confianza, de acuerdo a las específicas atracciones
del Espíritu Santo.
El sacerdocio diocesano
Una confianza ilimitada en la gracia de Dios, que actúa en la historia, por medio de
la colaboración activa y responsable de los pastores de la Iglesia;
Una capacidad de inserción y participación activa y afectiva y efectiva a la vida
de la Iglesia local, en plena comunión con el obispo, los sacerdotes, los religiosos y
los laicos;
Una visión positiva y constructiva de la realidad, que lo capacita a prestar el servicio
pastoral de acuerdo con el mandato de obispo;
Un amor sincero para con las personas a las que es enviado, un interés cordial para
los problemas concretos de las personas; el espíritu de sacrificio necesario para ser
un “buen pastor” dispuestos a dar la vida;
Capacidad de animar espiritualmente y de buscar caminos siempre nuevos de
evangelización y de cultivo de la fe;
Gran capacidad de acogida de las personas de acuerdo con las necesidades y la
situación vocacional de cada cual;
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Apertura a los que están lejos de la fe, a los trabajadores, a los que sufren a los
jóvenes y a los ancianos;
Deseo de llegar a todos los hombres para que el Señor Jesús sea conocido y amado
en todo el mundo (dimensión misionera);
El diaconado permanente
La vida religiosa-apostólica
Religioso/a es quien toma el compromiso de vivir en conformidad con la vida del Hijo de
Dios, encarnado para cumplir la voluntad del Padre. Dicho compromiso se realizara por
medio de votos de castidad, pobreza y obediencia en una familia religiosa reconocida
por la Iglesia.
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Con su vida, el religioso testimonia frente a todos la primacía de Dios sobre las realidades
terrenas, y hace presente a Jesucristo entre los hermanos por medio del servicio de la
caridad.
Estar realmente dispuesto a asumir el estilo de Cristo, que fue casto, pobre y
obediente;
Tener un contacto vivo con Jesús en la Eucaristía;
Rezar constantemente;
Estar dispuesto a vivir en comunidad y a con partirlo todo;
Ser capaz de escuchar y leer los signos de los tiempos y de entender las
necesidades de los hombres de hoy;
Vivir el carisma propio de su instituto, en fidelidad a las intuiciones del fundador.
La vida religiosa-contemplativa
Monje es quien, separado de todos y unido a todos por que unido a Dios, ama
profundamente a Dios y a los hombres sus hermanos.
La vida consagrada-secular
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Se dedica “a las cosas del mundo”, es decir a los compromisos civiles, culturales y
sociales para orientar toda la realidad hacia Dios y finalizarla al Reino;
Se hace presente en los diferentes “areópagos modernos” para anunciar allí con la
palabra y el testimonio la buena nueva del Evangelio;
En el ejercicio de su profesión testimonia la justicia, la honestidad, la colaboración
leal y la entrega al trabajo;
Busca intensamente a Dios en todos sus compromisos y encuentra tiempo y
posibilidades para dedicarse a la oración.
La virginidad consagrada
La virgen consagrada a Dios es una persona que descubre la llamada a una unión total,
exclusiva y personal con Jesús, esposo de la Iglesia, manifestando públicamente este
amor con la consagración por medio del ministerio de la Iglesia (ordo virginum).
Por medio de la comunión intima con Jesús esposo, vivida dentro de las diferentes
realidades humanas, ella se vuelve signo de amor nupcial de la Iglesia con Cristo. La
virgen consagrada vive su sencillo, pero valiente, testimonio de presencia cristiana
consagrada insertada en la sociedad, en una profesión laical vivida ejemplarmente; y se
dedica al servicio de la Iglesia local, en plena disponibilidad, al interno de las estructuras
de la Iglesia eclesiales y en comunión con el obispo, los presbíteros, los religiosos y los
laicos.
No se excluye que pueda vivir junto a otras vírgenes consagradas para recibir ayuda
fraternal en su compromiso virginal.
Además de los requisitos comunes a todas las vocaciones, la persona llamada a esta
forma de consagración debe tener:
Profunda capacidad de contemplación en vista de una relación siempre mas
intensa con Cristo-esposo,
Capacidad de expresar su femineidad por medio de relaciones maduras dentro de
la sociedad, incluso la dimensión de maternidad espiritual;
Profundo amor a la Iglesia que se expresa en una intensa vida apostólica, con
disponibilidad a actuar en los diferentes sectores de la realidad eclesial
(evangelización, cariada, misión);
Responsabilidad personal, que le permite vivir plenamente insertada en el mundo,
sin olvidar su fundamental compromiso.
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El misionero anuncia el evangelio y edifica la Iglesia local promoviendo los valores del
Reino por medio de la predicación, del testimonio de vida y de la atención preferencial a
los pobres.
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Conclusión
No te asustes si, a pesar de los muchos dones recibidos, te das cuenta de que
estas todavía lleno de faltas y defectos. Una creciente intimidad con Dios y la
voluntad firme de seguirla siempre te ayudaran a aceptar con humildad tus
defectos y al mismo tiempo a eliminar los obstáculos que se oponen a obra de la
gracia de Dios en ti.
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Un libro para jóvenes.
Escrito por un sacerdote que vive muy ceca de los jóvenes; uno que no se contenta
con proponer temas de reflexión, si no que también esta disponible par escuchar,
aconsejar, animar.
Un libro que puede servir de mucho, incluso a los que están llamado a ser guías,
sobre todo para los jóvenes, en el “acompañamiento espiritual”. Un así llamado
“instrumento de trabajo”.
Las propuestas de meditación son esenciales, van enseguida al grano de los
problemas mas vivos entre los jóvenes, no sintonizan con modas de hoy, sacuden y
cuestionan profundamente.
ISBN 958-9459-05-6
Descargado Gratuitamente de
www.arcangelgabriel.net
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