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Grupo de fieles de Nuestra Seora de la Aurora de la Parroquia de Santa Mara la Blanca Fuentes de Andaluca (Sevilla)

ABRIR UNA RENDIJA PARA DIOS El corazn est herido. Por los propios pecados, por envidias profundas, por rencores que duran aos, por miradas que nos reprochan faltas reales o delitos nunca cometidos. Ante los dolores de la vida, ante las penas que carcomen el alma, ansiamos una luz, una mano amiga, una rendija de esperanza. Hay dolores que hunden, que destrozan vidas. Hay dolores que se convierten en heridas abiertas en continua supuracin. Hay dolores que provocan autocompasiones que destruyen. En esos momentos, necesitamos abrir la mente a una verdad que salva: Cristo no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores (cf. Lc 5,32). En vez de dejar al mal destruir mi vida, necesito abrir una rendija a Dios. Slo entonces Cristo podr venir a mi casa, cenar conmigo, derramar el aceite de la misericordia sobre mis heridas, sacar mi alma de pesimismos enfermizos. Abrir una rendija a Dios es posible siempre. Basta con recordar que el Maestro no ha dejado a los hombres. Cristo sigue en los mil caminos de la historia humana, tras las huellas de cada oveja perdida. Sigue tras mis pasos, respetuoso, en silencio, pero con un amor que quema, que purifica, que sana. Hoy puedo abrirle la puerta de mi alma. Entonces Jess entrar. Me dar fuerzas para llorar mis pecados con lgrimas confiadas. Me impulsar a invocar y acoger su misericordia en el sacramento de la confesin. Me ayudar a perdonar y a pedir perdn a quien haya herido con mis actos egostas. Me invitar, revestido con una tnica blanca, a participar, ya aqu en la Tierra, en el gran banquete de la alegra de los cielos.

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