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El Demonio de la Ambición

Fecha Domingo, 14 septiembre a las 19:00:18


Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez (*)

• Pero mi pupilo predilecto es aquel, oscuro demonio, pobre ignorante que busca
los grandes lucros, la posición fácil. Ese que se apoya, en los despojos, que creen,
en la conjura de las ilusiones. Ese Leviatán que promete el sol eterno del infierno a
los ciegos

A las doce en punto resurgí de las entrañas de la tierra para visitar a


mis niños, perezosos y viles que reinan en estos tiempos de tinieblas.
Una vez en la superficie, me azotó el aire fresco de mis dominios,
castillo del paganismo.

¡Libre! Me deslizaba por las calles observando a mis hijos, almas de la


discordia, del caos, las traiciones, de la ambición descomunal,
criaturas del poder y la dialéctica delirante. Apóstoles del evangelio de la fuerza. ¡Que
nadie dude, que estos últimos tres siglos, han sido míos!

De toda mi prole, los favoritos son políticos, banqueros y beatos fracasados para
quienes he separado un lugar cálido en mi abismo. Recorro la ciudad arrebatando la
esperanza, alumbrando con mi falsa luz, los banquetes, adornados por los buenos vinos
y aromáticos perfumes de miserable vanidad. Es la borrachera diabólica, obra de la
luminosidad obscurecida de Satanás y Lucifer, mis súbditos.

¿Cuántos se van a la cama creyendo que no están en mi lista? Para ellos, tengo una
pensión vitalicia de remordimiento, la falsa confesión de los toscos espíritus y la
expiación cercana e imposible como un espejismo.

¡O, asesor político! Pastor demiurgo, aun más, que los místicos y teólogos, hijos de la
estulticia y la envidia, críos zafios y feroces, criaturas humanas en repugnante miseria,
que propagan la sangre proterva del pecado. Sangre espiritual, que alimenta mi frialdad
desbocada.

Pero mi pupilo predilecto es aquel, oscuro demonio, pobre ignorante que busca los
grandes lucros, la posición fácil. Ese que se apoya, en los despojos que creen, en la
conjura de las ilusiones. Ese Leviatán que promete el sol eterno del infierno a los
ciegos.
Estoy impaciente por volver a pasearme entre mis niños, ver como luchan entre sí y se
consumen. Pues soy el demonio más poderoso. Soy el Demonio de la Ambición.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica

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