Nada será como antes. Se le han visto, al gigante, sus pies de barro. Todo
irá dirigido a reblandecerlos. No se hundirá repentinamente, pero perderá
tamaño. Bush debiera haberse retirado, antes de llegar al colapso. Ahora
es tarde, porque arrastrará consigo a medio mundo. La catarsis se impone.
Las perspectivas futuras no son demasiado buenas. McCain significaría más
de lo mismo. Sobre todo, teniendo una polémica segunda de a bordo, la
Sra. Palin, defensora acérrima de las armas, la pena de muerte y las guerras
’necesarias’. Muy religiosa ella. Hace poco se ha dejado filmar como
protagonista de una ceremonia mágica, en la que unos brujos intentaban
librarla de los encantamientos o maldiciones que hubieran podido dirigirle
gente malintencionada. Parecía una lamentable escena tribal, de hace
siglos. Esperemos que no piense dirigir la política con cartomancia.
La religión mantiene viva toda la parte primitiva del ser humano. Con sus
temores, fantasías e ignorancia. Con Obama el mundo sería otro. Parece
más actual.
Es bueno que nadie se crea el ombligo del mundo. Sobre todo, es bueno que
no se lo haga creer a otros. Porque, no sólo se engañaría a sí mismo, sino
que mentiría a los demás. Resulta dudosamente inquietante, oír que un
hombre tan poderoso como Bush, a cuyo alcance está el ‘botón nuclear’,
conversa habitualmente con seres celestiales, que le aconsejan en sus
decisiones cotidianas, me estremece. Los santos guerreros, suelen perder
el apego a la tierra, creyendo su deber el salvar almas, aún a costa de
perder los cuerpos donde éstas se alojaban. Son las consecuencias de la
guerra contra el mal. Según algunos, esos son sólo pequeños daños
colaterales inevitables. Pero las guerras no son inocuas. Aún menos
actualmente. No tenían el mismo poder destructor los santos guerreros
medievales. Emilio del Barco. 29/09/08 emiliodelbarco@gmail.com