Meditncwonss Seb ti el crietttens
Fdjaundo O'Gorman
Seflor direcior de la Academia, don Francisco Monter-
dC: seflores académicos, seforas y sefiores.
NO porque tn cortesfa io obligue, es menos sincero mi
agradgcimiento.a quienes tuvieron-a bien apoyar mi ingreso
con su voto, y) particularmente a los sefiores Bonifaz,
Feendndes, Leon Portilla y Novo, mis admirados amigos
¥ padrinos. ¥ a este testimonio de gratitud, vaya adjunto ei
de mi, conmovido sentimiente por el honot que reciba al
verme individuo de ndmero de esta Academia, siendo, como
soy, tndividuo de niimero escaso de merecimientos,
Es esta, pare mi, ocasion de alegria, pero tefida de
tristeza, porque es de estatuto que estos ingresos siempre
vengan ealutados' por Ja muerte dei antecesor, la del sefor
don Manuel Romero’ de ‘Terreros en el presente caso.
También’ ii obligacién de haves su clogio es de
estatuto; tarea grata pér el sujeto y de ficil desempefto por
el volumen ¥ calidad de su obra. Me. hallo, sin emt argo,
con un impedimento, yes que ea cuante dijere habria ini
til vedundancia, puesto que aiin esti fresea en. ki memoria la
exhaustiva disertaciéa sobre Romero de Terreros lefda por
Jura Fernandes: con: mative de sy reciente ingreva (19 de
Junio de 1970) a ia Academia Mexicana de ja Historia, ¥ jy14 EDMUNDO G'GORMAN
por actso algo st Je escapé, allf estin el discurso que of
propio doa Justino pronuncié en sesion (6 de diciembre de
1968) de esta Academia; Ips nueve eruditos y sabios estudios
reunidos en los Anales dé Instituto de Investigacionts,
Estiticas (vol, X, Nam. 38, 1969), y una muy completa
bibliografia. (Boletin bibliografico, Secretarfa de Hacienda.
Nfim. 330, de 14 de noviembre de 1965).
yQué hacer? No, ciertamente, satir del paso con la
indignidad de servirles como mio ef recalentado guise de
cocina ajena; y deeidt que ‘lo decente y fo qué ings hubiera
tolerado la reconocida modestia de Romero dé Terreros, era
dejar aqu! constancts de mi adhesion a los justos elogios y
certeras juicios que, acerca de su persons y de su obra,
encicrran aquellos discursos y estudios a que antes hice
referencia. De ese modo, ni hago trampa, ni abrume con to
constbido, que seguramente lo es para todo mi auditi
Pero no terminaré sin poner algo de mi cosecha, aunque
sea algo de interés muy personal, Don Manuel fuc amigo de
mi famitis y muy particular de mi padre a quien solia
visitar con especial afecto por el amor que ex. comin
professzon al arte colonia! y a las letras inglesss. Esa amistad
me incita a aftadir al honor de ocupar ta silla que fue en esta
Academia la de don Manuel Romero de Terreros, un tier
no recuerdo del gentil estilo de vida en que se nutrié mi
“infancia y del cual fue don Manuel espejo tan preclaro,
Vaistago él de ilustre casa criolla, dedico a si recuerdo:
las siguientes
atteMeditaciones sobre el-criollisma,
1
Extrafio, por despracia, a los arcanos de Ia creacibi y
critica literarias; @ los yustos poéticas y los menesteres d=
la filotogfa y a les exquisiteces gramaticales, no fue fii!
elegir el tera para una disertacién que aspira a ser el pose
porte de mi ingreso definitive ale Academia Mexicana de |
Lengua. Sobrelleve conmigo, pucs, la respunsibitidad de
atrevimienta el bengvolo eptimisma de quieres, entre uite-
des, seflores académicos, creyeron discernir en mi un suj>tc
idéneo para recibir tan seialade honor,
Condicionade mi espfritu por toda una vide dedicata
a los estudios hist6ricos, malamente podfa atreverme a tents:
fortuna en otros terrenos, pese a mi deseo de ccuparme eri
asunto vinculado de algin modo a los intereses de la literati
1a; ¥ por esi inquictud di en reperar que en ciertas coyun
tas hist6ricas ef cultiva de [as bellas letras cobro inusita Ja
primacfa por la encomienda que se les hace ante determins-
das exigencias de la vida. Recordé que en cl origen de
todos los pueblos aparece tan singular fenémeno, y ello me
despertd a considerar que los anales de nuestro pasado. colo-
nial registran un largo periodo de predominancia literaria