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Sobre el cardcter fetichista de la musica 'y la regresion de la escucha Los lamentos por la decadencia del gusto musical no son mucho recientes que la contradictoria experiencia que puso a la huma- en el umbral de una época histdrica: que la msi representa ‘mismo tiempo la inmediata manifestacién del deseo y la solcitud sw aplacamiento. La miisica despierta a danza de las ménades, re- na en la embelesadoraflauta de Pan, pero suena igualmente en la ‘rfica en torno a la cual se congregan mansamente las formas del so. Siempre que su sosiego parece perturbado por emociones bi- cas, se habla de la decadencia del gusto. Pero si, desde la noes eri 1a funcién disciplinante es asumida por la misica como un bien ‘entonces todos se afanan hoy més que nunca por se tan obe- ‘en la misica como en otras dsciplinas. Entre tanto, apenas Iamarse dionisiaca a la conciencia musical de las masas actua- ‘como tampoco tienen que ver mucho con el gusto sus mis recientes jones. El mismo concepto de gusto esté superado. El arte s€ ajustaacriteris que se aproximan al conocimiento: de adecuado y deo inadecuado, de lo cortecto y de lo incorrecto. Pero, de eso, nose elige mds; la cuestién ya no se plantea y nadie exi- la justficacisn subjeciva de la convencién: la exstencia del sujeto que deberia probar lavalidez de dicho gusto, se ha vuelto tan ible como, en el polo opuesto, el derecho a la libertad de elee- ‘cién, que el sujeto no ¢jerce ya, de todas formas, empiricamente. Si ‘se intenta de alguna manera averiguar a quién le «gusta» una cancién. de moda comercializable, no puede uno resistirse ala sospecha de que €l gusto y el disgusto no son adecuados alos hechos, por mucho que el interrogado pueda disfrazar sus reacciones con dichas palabras. El co- 16 ‘nocimiento de la cancién de moda se sivia en cl lugar del valor que se le otorga: que nos guste es casi lo mismo que cl hecho de recono- cetla y ambas cosas suceden paralelamente. La conducta valorativa se Se convertid una ein pare quien s encuentra redeado de mer ‘anefas musicales estandarizadas, Ni puede escapar de la prepotencia, ni deciirse entre le objetospresentados, pues todo estan perfects, ‘mente igual entre si que a predileceién esti, de hecho, meramente ad- hherida al detalle biogréfico o ala situacin en la que los objetos se es- caichan, Las categoria del arte intencionadamente auténomo no tienen validez para la aceptacién de la miisia en el presente: en gran parte ‘tampoco para la aceptacién de la musica seria, convertida en algo afa- bile bajo el birbaro nombre de clésica. para poder seguir evitindola ‘cémodamente, Si se objeta que; de todos modos, la musica especfi- ‘camente ligera y toda la dirigida al consumo no ha sido experimen- tada jams segin tales categorias, ello debe concederse sin duda. Al ‘mismo tiempo, se ve afectada por el cambio: precisamente porque pro- porciona el entretenimiento, el estimulo, el placer que promete, slo pata negarlos acto seguido, Aldous Huxley planted en un ensayo la ‘cucstin acerca de quién se divertia realmente en un local de alterne. ‘Con el mismo derecho se podrfa preguntar a quiéa encretiene ain la smtsica de entretenimiento, Mucho mas parece éta un complemen- 10 del enmudecimiento de los seres humanos, del fenecer de lengua- je como expresin, de la mera incapacidad de comunicarse. Habita «n las oquedades del silencio que se construyen entre los seres huma- ‘nos deformados por el miedo, el sistema y una sumise doclidad. Asu- ‘me por todas partes e inadvertidamente el tristsimo papel que le fue ‘asignado en la ¢poca y situacidn determinada del cine mudo. Se a per- «ibe sinicamente como musica de fondo. Cuando ya nadie sabe ha- bar de verdad, entonces, ciertamente, nadie sabe ya escuchat. Un es- pecialista nortcamericano en anuncios radiofénicos que se preferencia del medio musical se ha manifestado con escepticismo so- bbe el valor de estos anuncios, pues os hombres habrian aprendido, inc durante Ia excucha «anlar la atencin hacia lo excuchado, observacin es discutible en lo que respecta al valor propagandls- co de la isin Su esi conetta cuando se uta de concep ci6m misma de la misica, En las tradicionales quejas sobre el gusto decadente aparecen una y otra vee, de manera persistente, algunos motivos. Tampoco faltan re lectern de le mibcey la reresin dela escuca v observaciones grafioas y sentimentales que consideran el estado ‘masas musical de presente una + ‘éns. El mas tenaz de 3 motivos es el de la estimulacién de los sentidos que provocarla ‘afeminamiento e inhabiltara la actitud heroics. Esto se halla ya ‘ed tercer libro de Le repiblica de Platén, en el cual se desapruc- las tonalidades wquejumbrosas» ¢ Rated ee —- “rapropiadas para una juerga»', sin que, por lo dems, sc haya escla- as hasta hoy por quéc lvofostribuye dich propiedad as lidades mixoliia,lidia,hipolidia y jOnica. En la replica pla- ica el modo mayor de la posterior musica occidental, correspon- iente al j6nico, seria considerado un degenerado tabi. Tambiéa la 'y los instrumentos de cuerda pulsada ede varias cuerdas» caen ‘dela prohibicién. Del resto de tonalidades quedan tnicamense {que imitan «de manera adecuada la vor y a expresiGn de los fhumanos», «que en la guerra o en cualquier otro acto, origina fuerza, coloca al hombre en su lugar, aun cuando alguna vez en, ‘se equivoque y sufra heridas o la muerte o algiin tipo de desgra- 1a repiiblica platénica no es la utopfa catalogada como tal por “Is historia de la filosofia oficial. La repuiblica disciplina a sus ciuda~ ‘danos con el fin de subsstr lla misma y lo existence también con ssp msi en la ua la misma dvs en ronalidades f= “meninas y vigorosas apenas era, ya en la época de Platon, més que Atm revduo de ls mds soa superscion La irons planica se oe ‘cede buen grado y de es eaaes al fase Ma sia, despellejado por el m El programa ético y mu- Giesl de Pac evn el carkter de una ec de impiera sical estilo 'Al mismo estrato pertenecen otros rasgos perennes del setmén ca- ino musical. El reproche de la superfcialidad y el del sculto a peas ‘on los més llsmativas de todos. Todo lo incrimi- ‘nado aqui forma parte, en primer lugar, del progreso: tanto social ‘como especificamente estético. En los estimulos prohibidos se en- tremezclan la policromia sensual y la conciencia diferenciadora. La preponderancia de la personalidad sobre el precepto colectivo en la T Plain, Sua ad ale de Kal Prcinendana, 5-9. Jens 1920, p. 398 fed at. a Replica Made, Akal, 2009), "ibid p- 399. ts Dironancias iisica designa el momento de libertad subjetiva que impregna la mi- sicaen las fases posteriores; como superficialidad se concibe el cardcter profano que lalibera de la opresién magica. Asi han penetrado en la ‘gran miisica occidental los momentos estigmatizados: el estimulo de fs sentidos como via inspiradora hacia la dimensién arménica y, en frente a lo académico, Evidentemente, en referencia ala decisién de Haydn y-no a la despreocupacién de un cantante con oro en la garganta 0 de quien sobre un instrumento interpreta relamidas cadencias, Pcs ‘305 grandes momentos han penetrado en la gran miisica y han per- ‘manecido en ela; sin embargo, la gran musica no ha surgido de ellos. En la multiplicidad del estimulo y de la expresién se demuestra su sgrandeza como capacidad de sintesis. No s6lo conserva la sintesis mu- sical la unidad de la aparienciay vigila para que no decaiga en los di- fusos instantes de lo sabroso. Ademés, en dicha unidad, en la rela- «ién de los momentos particulares con la totalidad que se genera, se ‘mantiene tambien la imagen de una sicuacién social en la que aque- ios elementos particulars de felicidad serian més que mera apariencia, Hasta el final de la prehistoria, el equilibrio musical entre estimulo parcial y rotalidad, entre expresin y sitesi, entre la superficie y lo subyacente a ella es tan inestable como los instantes de equilibrio en tre oferta y demanda en la economia burguesa, La Flaysa magica, don- dela utopta de emancipacién y el placer del estbillo propio del Sings- piel coinciden exactamente, een si un instante, Después dela Plata ‘dgica, la musica sera y la ligera no han vuelto a permit esta suer- te de obligacién reciproca No obstante, lo que posteriormente se emancipa de la ley formal no son ya los impulsos productivos que generaban cumultos frente a las convenciones. Estimulo, subjetividad y profanidad, antiguos ad- versatios de la alienacién cosifcada, se desmoronan precisamente ante ella, Los fermentos antimitolégicos heredados de la musica se con juran en la edad del capitalismo contra la libertad, del mismo modo ‘que, antiguamente, estaban proscritos en tanto que afinidades elec- tivas de ésta. Los practicantes de la oposicién conera el esquema au- toritario se convierten en testigos de a autoridad del éxito en el mer- Sobre el canker fcchisnde a misiony a regresin de a ecuche 19 cao. El placer del instante y de lafachada policroma se transforma nl preteato para dispensat al oyente de pensar sobre el todo, cuya igencia std contenida en el autentico escuchar y el oyente se trans- al igual que str minima resistencia, en un comprador que todo ‘acepta, Los momentos paciales no operan més de manera critica respecto al todo preconcebido, sino que suspenden la critica que toralidad esética congruentecjrce sobre los aspectos quebradizos Ta sociedad Lunia sina ca vima ds tos no prods ‘ninguna unidad propia en el lugar de aquela a cuyo servicio ese entos de estimulo aparecen como indisolubles en la consttucion ente de la obra de arte yéta ca vctima de ellos, mientras que obra de arte trasciende sempre como un reconocimiento servcial. scales momentos no son malos, pero sien lo que respecta ast én obstructora. Al servicio del éxito, se alejan ellos mismos de “Brcorrienceinsubordinada que les era propia Se conjuran en sucom- ‘con todo aquello que el instante alslado es capaz de ofrecer iduo aislado, que no es tal desde hace mucho tiempo. En el mento lo xmas se wctvenobsosy genera ptrone deo Feconocido. El que se consagra a ellos resulta ser tan taimado como “Ioera antiguamente el nogcco frente lestimulo oriental dels sen- “tidos. El poder de seduccién del estimulo sobrevive tinicamente all nde mis enérgicas son las Suerzas dela negacin: en la disonancia, “que desprovee de credibilidad al engafo dela armonia exsrente. El ‘oncepto de lo ascético es en la misica dialético. Si el asce- “fismo reprimia en tiempos pasados la exigencia estética de manera “feaccionaria, hoy se ha convertido en insignia del arte de vanguar- dias evidenremente, no mediante una arcaizante aridz de los medios, fen la que se idealzan la escaser y la pobreza, sino en la etricta ex: lusin de todo lo culinariamente placentero que desea por ser in- ‘mediatamente consumido, como sien el arte lo sensual no portase “consigo algo spiritual, rcpresentado més bien en la totalidad y no Bot ote snr cedt: are carlos como negra ‘ncloso dicha posbilidad de felicidad, ala cual se opone perniciosi mente Ia anticipacién postiva y meramente parcial de la felicidad. “Todo arte «ci» y agradabe se ha vuelto aparente y fala: lo que sur- ge stéxicamente en las categorias del deeite no puede disfrucarse ys, J la promesa de bonheur, como se definié anteriormente el arte, no

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