Anda di halaman 1dari 1

A NADIE LE GUSTA SER JUDAS

por el Hermano Pablo

Tena que ser una escultura perfecta, tanto por el motivo que iba a representar como por lo que iba a costar, noventa mil dlares. Era una escultura de la ltima cena del Seor: trece figuras, Jess y los doce apstoles. La escultura haba sido ordenada por el obispo catlico de Las Vegas, Nevada, Estados Unidos, la llamada, Ciudad del pecado, y ste exigi de los escultores absoluta fidelidad y naturalidad. Para esto el obispo provey fotografas de los trece sacerdotes que serviran de modelos. Para representar a Jess hallaron, entre ellos, a uno cuyo rostro emulaba la fisonoma del Maestro en los antiguos lienzos. Los otros doce clrigos representaran a los dems. Los escultores comenzaron su trabajo, y cuando terminaron la escultura de Judas, la representacin era tan genuina que todo el mundo reconoca al sacerdote que sirvi de modelo. Eso era demasiado para el clrigo, y ante sus protestas hubo que alterar el rostro. Comentando sobre la objeccin del sacerdote, el obispo dijo: La verdad es que a nadie le gusta ser Judas. El obispo tena razn. Quin querr encarnar al apstol traidor? Nadie. As como nadie quiere que lo confundan con un Nern o un Hitler, tampoco nadie quiere que lo conozcan como perverso o traidor. Todos deseamos tener prestigio social. Queremos que se nos vea como ntegros. Vivamos como vivamos, y seamos el peor de los pecadores, ponemos cualquier cara con tal de dar la apariencia de dignidad, nobleza y virtud. La Sagrada Biblia dice que no hay hombre justo sobre la tierra, no hay quien haga lo bueno, ni hay quien nunca peque. Todos los seres humanos llevamos dentro algunos ms, otros menos algo de Judas. Es por eso mismo, porque perfecto no es nadie, que Jesucristo muri en la cruz pagando el precio de nuestra redencin. En potencia la muerte de Cristo es el pago de la redencin de todo el mundo. Eso es, en potencia, porque slo el que, arrepentido, pide perdn por sus pecados y confa en la gracia de Dios, recibe el efecto transformador de la obra de Cristo en el Calvario. Slo tenemos que pedirle a Cristo que quite el Judas de nosotros y que lo reemplace con su integridad. Arrepentimiento personal, sincero y profundo, ms fe en el Seor Jesucristo, es lo que nos trae esa transformacin. Rindmosle hoy nuestra vida a Cristo. l nos revestir de su perfeccin.

Anda mungkin juga menyukai