de 2008
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“Pagar el arriendo dejó de ser prioritario para las familias. A raíz del auge del consumo
en los últimos dos años, los arrendatarios se endeudaron demasiado, cayeron en la
tentación de las tarjetas de crédito con pocos requisitos y compraron carros con la
cédula”, asegura Alirio Chaur, gerente de mercadeo de Seguros El Libertador, que
maneja 250.000 contratos de alquiler, de los cuales el 65 por ciento corresponde a
vivienda.
Chaur comparte esta percepción y agrega que industrias que antes representaban el
empleo sólido –como las ensambladoras de vehículos– han salido de empleados por
problemas con sus ventas a Venezuela y Ecuador.
El perfil del inquilino cambió En consecuencia, el perfil del inquilino cambió. Ahora se
prefiere a los empresarios sobre los empleados.
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Inmobiliarios consultados coinciden con los aseguradores y añaden que, por ejemplo,
un apartamento de 100 metros cuadrados en estrato 4 ó 5 sin acabados muy lujosos
cuesta unos 450 millones de pesos y su canon (que corresponde al 1 por ciento), 4,5
millones. Para ocuparlo, una familia debe ganar más de 13 millones, y hay pocas que
tengan este perfil.
“Con esos cánones, la gente no se anima y el propietario se queda con el bien vacante.
La única alternativa es bajarle y perder. Esta situación es habitual cuando la economía
baja. Esperemos que sea más corta que en la crisis anterior (1999)”, dice Chaur.
“En estratos exclusivos, un bien de 200 metros vale entre 1.200 y 1.600 millones de
pesos, y apenas se consiguen inquilinos que paguen entre 6 millones y 8 millones
mensuales de alquiler, más las cuotas de administración”, comenta.
Empezaron las devoluciones Ante la contracción de los ingresos, los inquilinos se están
viendo obligados a devolver los bienes y a buscar una opción más económica.
“La señal de alerta es para los propietarios que prefieren arrendar directamente y que,
muchas veces, no exigen fianzas ni pólizas de seguros.
Hay que analizar con mucho cuidado a quién se le entregan los bienes, porque si no
pagan o no quieren salir hay que empezar procesos de restitución costosos y
dispendiosos”, advierte la afianzadora Protecsa, que maneja 8.500 contratos por
10.000 millones de pesos. Si un arrendatario quiere salir antes de que finalice su
contrato, la aseguradora o la afianzadora le giran el canon al inmobiliario –para que no
se atrase con el propietario– y pactan una forma de pago para las deudas pendientes.
Mientras tanto, les dejan al inmobiliario y al propietario la opción de negociar la multa
por la entrega anticipada. “Hay quien no puede pero quiere pagar. A ese se le ayuda a
cumplir con la obligación, pero otros se pasan de listos, por eso hay que actuar ante el
menor incumplimiento”, dice Alirio Chaur, de Seguros El Libertador.
7 % del total de la cartera tiene que reservar la afianzadora Protecsa para asumir los
pagos no realizados por los inquilinos. Antes era máximo el 5 %.
6.000 millones de pesos pagó en junio Seguros El Libertador por siniestros derivados
del incumplimiento de los arrendatarios.