La msica contempornea tiende, por el contrario, a desdear los efectos hednicos de la materia sonora. No nos trata de agradar sino de angustiarnos. No nos acaricia, nos hiere. No nos serena armoniosamente sino que nos deja perplejos y desasosegados. Tal vez unos siglos de ejercicio la conviertan en algo tan aceptable como su antecesora.
Versiones Pertenecemos a esa parte privilegiada de la humanidad que ha alcanzado a la poca de la reproduccin mecnica de la msica por medio de las grabaciones: acsticas, luego elctricas, ahora digitales. Podemos acceder a casi toda la msica escrita durante la historia en impresiones de una fidelidad que puede llegar a ser engaosa, tanta es la brillantez de una toma imposible de percibir en la realidad de una ejecucin en vivo. Esta diferencia entre la percepcin de lo interpretado y lo grabado nos replantea el tema de la objetividad de la msica. En efecto cul la verdadera msica? La que omos en vivo o la reproducida? Es la misma sinfona de Mozart la que dirige Fulano respecto a la que dirige Mengano, con sus diferencias de velocidades y de matices? Durante siglos, la msica circul o bien en crculos muy restringidos de cortesanos, especialistas o gente de clases adineradas, o bien en adaptaciones para ser tocadas por bandas municipales, organillos callejeros, aparatos mecnicos a cuerda, cajitas de msica o arreglos para pianistas principiantes. Las peras, en especial, espectculos complejos y de alto coste, se difundieron en forma de fantasas, selecciones de sus melodas ms felices en transcripciones para uno o dos pianos. En los cafs, restaurantes y navos de pasajeros, unas orquestinas sumarias cumplieron parecida misin divulgadora. En nuestros das hemos odo, cuando no soportado, versiones de la Oda a la alegra de Beethoven o el Concierto de Aranjuez de Joaqun Rodrigo, hechas sin molestar a sus autores aunque con harta molestia de los escuchas. Pero no estaban Beethoven o Rodrigo para nada presentes en ellas?